martes, 19 de octubre de 2021

Otra ronda (1ª parte): ¿Tiene cabida el consumo de alcohol en un cristiano?

 


“Otra ronda” (en danés, Druk), ha sido la ganadora al Oscar a mejor película extranjera de este 2021, interpretada por el excelente actor Mads Mikkelsen, del que ya hablamos en su obra magna, “La caza” (Cristianos que salen a cazar a otros cristianos: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/11/cristianos-que-salen-cazar-otros.html). La visualicé hace unos días y me dejo profundamente impactado, ya que toca uno de los temas que suele removerme el alma: el consumo de alcohol como parte de la cultura del ocio y la diversión, especialmente entre la juventud.
Aquí se nos cuenta la vida de cuatro amigos y profesores de Instituto: uno de psicología, un entrenador de fútbol infantil, otro de música y, por último, Martin, nuestro protagonista principal, que se encarga de la clase de Historia. Todos ellos tienen alrededor de cuarenta años, con vidas bastantes monótonas y aburridas, donde dar clase ante chicos sin interés alguno les resulta insufrible, lo que los lleva a parecer autómatas dando la lección. Una noche, cenando juntos, el psicólogo cuenta la teoría del psiquiatra noruego Finn Skårderud: “Él piensa que beber es sensato. Siempre. Afirma que los humanos nacemos con un déficit de contenido de alcohol en sangre del 0,05%. Afirma que, cuando tienes una tasa de alcohol en sangre del 0,05%, estás más relajado, sereno, musical y abierto. Más valiente, en general”. Aunque dicha teoría fue desmentida por completo por el psiquiatra, la película se sirve de dicha fake news para desarrollar la trama[1].
Minutos después les sirven vodka, y Martín, animado por el resto, comienza a hacerlo. A continuación, pasan al vino, ante el cual ya no se detiene, ante la sorpresa y preocupación del resto, ya que nunca bebe. Y así hasta que comienza a llorar. Sus amigos le preguntan qué le sucede, ante lo que responde: “No mucho. No hago gran cosa. No veo a mucha gente. Trabaja muchas noches (refiriéndose a Anika, su esposa), así que tampoco la veo mucho. No sé cómo he acabado así. Ella es la madre de mis hijos y cuidó de mi padre siempre. El plan era tomarnos de las manos cuando fuéramos viejos”.
El profesor de música le dice: “Martin, hace 12 años, cuando llegué a la escuela, eras un gran tío, ibas para investigador. Estabas en boca de todos nosotros. ¡Tenías una beca y un doctorado esperándote, maldita sea!”. Ante esto, el entrenador añade:  “Cuando lo conocí era un mierdecilla. Vagaba por las calles haciendose el duro. Y recibió clases de baile. Danza jazz. Era una maravilla. Completamente profesional”.
Tras pasar toda la noche hasta el amanecer haciendo payasadas, borrachos y sin parar, deciden probar la hipótesis de Finn Skårderud, y así dejan constancia: “La prueba será consumición diaria de alcohol con la aspiración de mantener un nivel de 0,05% y con el objetivo de recopilar pruebas de los efectos psicológicos, verbales, motores y de psico retórica, y estudiar el aumento del rendimiento social y profesional. Se beberá solo en horas de trabajo, y no después de las 8 de la tarde ni en fines de semana”.
A partir de entonces, sus vidas comienzan a cambiar y, teóricamente, a “mejorar”. Para no extenderme y poder llegar a las lecciones que quiero exponer, describiré en pocas líneas la vida de Martin, algo que ya hizo él: deprimido con su día a día y con su matrimonio en crisis perpetua y silenciada, tras iniciar el experimento, modifica su ser y su conducta. Pasa de estar apocado a alegre, de tímido a extrovertido, de desconfiado en su trabajo a seguro, de pasivo a activo, de aburrido a divertido. Y todo esto se refleja en su relación tanto con sus alumnos como con su esposa e hijos. De repente, alguien atrofiado se muestra como mejor persona, mejor marido, mejor padre, sensible, despierto, inteligente, seguro de sí mismo y amoroso hacia los demás. Parece que, de nuevo, la vida le sonríe y le apasiona. Este cambio brutal se produce igualmente en todos sus amigos. Él, como el resto de ellos, usa el alcohol para:

- Socializar y “vencer” la timidez”.
- Divertirse.
- Confrontar el dolor y reducir la ansiedad.
- Disfrutar de la vida.
- Estar bien.
- Alcanzar todo su potencial y el éxito.

He leído opiniones afirmando que la película no hace juicios morales, que eso lo deja en manos de espectador. No pienso igual: aunque muestra algunos de los efectos devastadores del alcohol, lo mezcla con la “celebración de la vida”, como si ambas ideas (consumo de alcohol y “vivir”) fueran elementos prácticamente inseparables, o como, si al menos, este producto fuera un potenciador de lo bueno. Y esto se observa claramente en la escena final, donde todos los jóvenes del Instituto y los protagonistas principales saltan y bailan borrachos al son del alcohol, mientras suena de fondo la canción “What a Life”, que se ha convertido en una especie de himno de la bebida para los daneses, como señala el bajista del grupo[2], con estrofas como “Qué vida. Qué noche. Qué hermoso. Qué hermoso viaje. No sé dónde estaré en cinco años. Pero soy joven y estoy vivo”.

El debate del alcohol dentro del cristianismo
Dentro de los círculos cristianos existen dos posturas claras y contrapuestas:

1) Aquellos que están a favor. Según ellos:

- El consumo, siempre que sea moderado, responsable y con dominio propio, no es pecado, y no tiene porqué convertirse en adictivo.

- Aunque muchos versículos advierten de los peligros del alcohol, condenan la embriaguez y hablan en contra del consumo excesivo (cf. Is. 5:11,22; 24:9, 28:7; 29:9, 56:12, Pr. 20:1; 23:29-35, 31:4,6, Lv. 10:9, Nm. 6:3, Dt. 14:26; 29:6, Jue. 13:4, 7, 14; 1 S. 1:15; Ef. 5:18), las Escrituras no lo prohíben.

- La Biblia no dice que los que beben alcohol de forma moderada y sin emborracharse no heredarán el reino de Dios, sino los borrachos (1 Co. 6:10).

- Hay pasajes que consideran su consumo de bendición y su sabor un placer regalado por Dios: Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios” (Ec. 9:7); “El hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre” (Sal. 104:14-15); “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos” (Am. 9:14); A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Is. 55:1); “Así ha dicho Jehová: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo desperdicies, porque bendición hay en él” (Is. 65:8).

- En la Biblia, innumerables siervos de Dios bebieron vino, como Isaac: “Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido” (Gn. 27:25).

- Jesucristo mismo bebió vino (Mt. 26:29).

- Su primer milagro fue precisamente convertir el agua en vino (Jn. 2:1-11), ya que se servía en momentos festivos, como en las bodas de Caná.

- Se tomaba en algunas celebraciones: “y darás el dinero por todo lo que deseas, por vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia” (Dt. 14:26).

- Se usaba con fines medicinales, como Pablo le recomendó a Timoteo y como se observa en la parábola del buen samaritano, donde las heridas del afectado fueron tratadas con aceite de oliva y vino. (1 Tim. 5:23, Lc. 10:34).

- La cena del Señor fue instituida con vino y así la practicó la iglesia primitiva.

- El hecho de que Pablo reprendiera a los creyentes que se embriagaban en la Santa Cena (1. Co. 11:3), muestra que se realizaba con vino y no solo con jugo de uva.

- El mismo Pablo le indicó a Timoteo que los diáconos no debían ser “dados a mucho vino” (1 Tim. 3:8). La palabra “mucho” indica que no estaba prohibiendo su consumo, sino el exceso.

- Según muchos estudios, una pequeña dosis de vino tinto es beneficioso para la salud: “Sabemos que el vino contiene alcoholes como los polifenoles y que tiene capacidad antioxidante. Mejora el sistema cardiovascular y la circulación sanguínea. Retrasa el envejecimiento de la piel al neutralizar los radicales libres”[3].

- El consumo de alcohol no fue motivo de discusión hasta la Reforma Protestante, siendo los puritanos los que trajeron el tema a colación.

2) Por otra parte, están los que piensan que el creyente debe abstenerse de todo tipo de alcohol. Según ellos:

- Provoca con suma facilidad que el individuo se desinhiba, su moral se diluya y el juicio racional sea nublado: “Fornicación, vino y mosto quitan el juicio” (Os. 4:11).

- Conduce fácilmente a que se pierda el control sobre los propios pensamientos y las conversaciones que se tienen, aparte que trae discusiones, peleas y pleitos: “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades” (Pr. 23:29-33).

- En la Biblia encontramos ejemplos de cuán fácil es “cruzar el límite” y dejarse llevar, incluso entre los siervos de Dios, como Noé (Gn. 9:20-27).

- El vino de la Biblia, y el que convirtió Jesús en las bodas de Caná, no era vino fermentado, sino jugo de uva[4].

- En dichas bodas, el vino ya se había acabado (Jn. 2:3). Es decir, ya habían bebido mucho (vr. 10). Por lo tanto, si Jesús hizo más vino fermentado, habría estado promoviendo que bebieran más, lo cual habría provocado irremediablemente la borrachera de muchos de sus compatriotas. En consecuencia, si podemos beber alcohol, también podemos beber mucho, puesto que Jesús mismo ofreció más alcohol. Nada de lo descrito tiene sentido. Es más, esta forma de interpretar dicho pasaje por parte de los cristianos pro-alcohol, es usado por los ateos para atacar el cristianismo y la figura de Cristo. La realidad es que dicha porción de la Escritura solo tiene la intención de mostrar la capacidad de Jesús para hacer milagros –lo cual respaldaba Su identidad y promueve la fe-, no incitar al consumo de alcohol en términos sociales.

- Incluso aceptando que no era jugo de uva sino fermentado, no tenía el grado de alcohol que poseen las bebidas actuales, por lo que ni siquiera su consumo moderado es recomendable: “Se calcula que los vinos en los tiempos bíblicos tenían una graduación alcohólica del 7 al 10 por ciento[5]. Por el contrario, las empresas cerveceras y destilerías modernas producen vinos de mesa, vinos fortificados y licores que suelen tener el 14 por ciento de alcohol, del 18 al 24 por ciento, y del 40 al 50 por ciento respectivamente. La destilación, que ahora produce bebidas alcohólicas con un contenido de alcohol del 40 por ciento o más, no se inventó hasta la Edad Media. Por lo tanto, las bebidas alcohólicas fuertes como se conocen y se consumen hoy en día no era lo que se conocía en los tiempos bíblicos. [...] Es imprescindible notar que el vino o el licor más suave a disposición hoy en día tiene más contenido alcohólico que una ´bebida fuerte` de los tiempos bíblicos”[6].

- No se solía beber vino “puro”, sino diluido. Aunque no todos lo hacían, era una práctica común. Lo vemos reflejado, por ejemplo, en los escritos de Justino Mártir (100/114-162/168), uno de los padres de la Iglesia, que explicó cómo se celebraba el culto en sus inicios: “... Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino mezclados” (Apología 1, 65).

- Estudios recientes se muestran en contra de la creencia popular de que ciertos tipos de bebidas alcohólicas resulten beneficiosas: “Iñaki Galán, primer firmante de la investigación y miembro del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del ISCII, señala que en ocasiones se suele citar que los polifenoles del vino aportan beneficios, dentro de los ya comprobados efectos negativos globales que posee el alcohol. El estudio confirma, por el contrario, que no hay consumo positivo de alcohol para la salud. Tomar vino o cerveza tiene las mismas consecuencias: ninguna afecta de manera positiva la salud. [...] El doctor Max Griswold (autor líder del estudio ´Global Burden of Disease`, la mayor y más detallada investigación sobre las causas de enfermedad y muerte en el mundo) y de la Universidad de Washington, en Seattle, manifestó que si bien los riesgos asociados al alcohol cuando se consume una bebida al día son muy bajos, no le quedaban dudas que aumentan al beber más. Los riesgos para la salud aumentan con cualquier cantidad de alcohol que se consuma[7].

- Defender su consumo social basándose en las palabras de Pablo a Timoteo (“Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”, 1 Tim. 5:23) no tiene sentido en pleno siglo XXI. En aquella época, donde no existía la maquinaria para depurar el agua como hoy en día, la que se bebía podía contener todo tipo de bacterias, y que llevaba a enfermar en muchas ocasiones. Esa era la razón de los problemas estomacales de Timoteo y de ahí el consejo personal medicinal de Pablo. En ese contexto, podía ser más saludable un poco de vino, de la misma forma que en la parábola del buen samaritano su uso era como desinfectante (Lc. 10:34).
En el presente, en todos los países occidentales o medio desarrollados, el agua potable es accesible a todo el mundo. Así que, en lugar de recomendar “vino” en lugares donde anida la pobreza, los creyentes deberían esforzarse en ir a esos lugares y ayudarlos a instalar todo lo necesario para que puedan consumir agua limpia.

Mi postura va más allá de este debate
Uno de los problemas principales con los que se encuentran los defensores del “sí” es cómo determinar “qué es moderación”, “dónde está el límite” y “qué es demasiado”, y más sabiendo que la tolerancia al alcohol aumenta con el tiempo: al principio, una simple cerveza o un licor puede llevar a muchos a marearse o a sentirse mal. Pero, más adelante, ya acostumbrado, necesitará beber mucho más para experimentar dichos síntomas.
Así que las preguntas son claras: ¿Depende de cada uno, de su tolerancia y de cómo reaccione? ¿Depende de la experiencia personal enseñar una postura u otra? Por ejemplo, ¿si un pastor tuvo un padre borracho y sufrió las consecuencias, debería enseñar a la congregación a no consumir en absoluto, y si tuvo un padre abstemio debería enseñar a hacerlo con moderación y en función de su conciencia? ¿Dependerá de si entre los fieles hay creyentes que fueron alcohólicos en el pasado o de que no los haya? ¿Lo que es poco para unos es mucho para otros? ¿Existen diversos límites? ¿Depende de la tasa de alcohol en sangre que permita la legislación vigente de cada país? ¿Un 0,05% es poco? ¿Hay factores concretos que lo determinan o algunos de ellos son subjetivos, como la risa floja y abundante? ¿Solo se considera que una persona está ebria o que ha bebido de más cuando disminuye algo su atención y concentración al manejar un vehículo, cuando pierde el control de sus funciones motoras o el conocimiento, o cuando no articula bien las palabras y no puede caminar en línea recta?
Como los cristianos están completamente divididos (entre los que niegan en rotundo la opción de consumir alcohol y los que lo consideran plausible dentro de ciertas pautas), dejaré el debate para ellos, aunque en el último artículo –el sexto- ofreceré mis propias conclusiones y sugerencias, independientemente de los argumentos que señalan ambos grupos.
Aquí me he limitado a mostrar ambas posturas, no a analizarlas, ya que, a pesar de que son muy interesantes de estudiar[8], pienso que se quedan un tanto cojas, y mi intención es ir mucho más allá de dicho debate. Así que voy a indagar sobre las razones que suelen llevar a las personas a consumir este producto y que se muestran en la película: “socializar y vencer la timidez”, “divertirse”, “confrontar el dolor y reducir la ansiedad”, “disfrutar de la vida”, “estar bien”, “alcanzar todo el potencial y el éxito”. De esta manera, todos podrán reflexionar sobre sí mismos, ver si tienen un enfoque errado en algunos aspectos o si están tomando decisiones equivocadas, amparándose en su comprensión de la Biblia y en su libertad de conciencia.

Continuará en: Otra ronda (2ª parte): ¿Usar el alcohol para socializar y “vencer” la timidez”? & ¿Usar el alcohol como parte de la diversión y de forma recreativa?


[1] A raíz de la película, este doctor desmintió ser el autor de dicha teoría: “Una “fake news” nacida de una “lectura selectiva del prefacio que redactó para la traducción noruega de ´Los Efectos psicológicos del vino`, del italiano Edmondo de Amicis, según reiteró este lunes el interesado. “En la primera página escribí que tras uno o dos vasos, todo va bien, nos creemos quizá que hemos nacido con un déficit de 0,5g”, explicó a la radio noruega NRK. Pero “en el párrafo siguiente, desmiento la tesis en su integralidad”. https://www.infobae.com/america/entretenimiento/2021/04/27/el-medico-que-inspiro-otra-ronda-desmintio-ser-el-autor-de-la-teoria-sobre-el-deficit-de-alcohol-en-la-sangre/

[3] Cruz, Antonio. Introducción a la apologética. Clie. Pág. 182.

[4] El mosto es el zumo de la uva, compuesto por la piel, semillas y pulpa de la vid, en definitiva, el resultado de la uva una vez tratada, mientras que el vino es la bebida que se obtiene de la fermentación alcohólica del mosto.

[5] Citado por R. Laird Harris, ed., Theological Wordbook of the Old Testament [Libro de trabajo teológico del Antiguo Testament, TWOT, por sus siglas en inglés] (2 vols.), (Chicago: Moody Press, 1980), <1:376 class="">

[8] Para una visión general de las palabras que se usan en la Biblia para referirse al vino y al alcohol: https://ag.org/es-ES/Beliefs/Position-Papers/Abstinence-from-Alcohol

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