lunes, 29 de abril de 2024

Las devastadoras consecuencias de las revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: exhibicionismo, pornografía, programas de televisión y “manga” (1ª parte)

 


Aunque siempre llamo a las cosas por su nombre, hoy lo voy a hacer con mayor énfasis. Si ofendo, ofendo; no me importa lo más mínimo. Si a alguno le pica, que se rasque. Si alguno siente esto como una bofetada, que despierte de la inopia en que se encuentra. Por mi parte, espero que sean mayoría los que se den cuenta de cómo es la realidad, y la rechacen, en lugar de apoyarla o de ser parte de ella.
Sin perderme en los detalles del origen mitológico de “la caja de Pandora” y su historia, cuando alguien dice, en términos genéricos, que “se ha abierto la caja de Pandora”, la idea que quiere transmitir es que muchos males vienen en camino y va a causar incontables daños a la humanidad.

Metafóricamente, una de las veces que se abrió dicha caja fue en la década de los 60, en el siglo pasado, con la llamada revolución sexual, a la que también se llamó “liberación”, donde se empezó a cambiar todo lo referente a la “moral sexual”, la “desnudez” y las “relaciones sexuales”. Ahí comenzó buena parte de la decadencia occidental. Desde entonces, los efectos maléficos campan a sus anchas, ya no solo en Europa, sino por todo el planeta Tierra, como si fueran verdaderos demonios que se han apoderado de la mente y el corazón de las personas, sin que estas lo sepan, alimentando sus pasiones más bajas. ¿Cómo vemos, hoy en día, las consecuencias de esa “revolución”?

Exhibicionismo
Las redes sociales están llenas de mujeres que se muestran prácticamente desnudas: en ropa interior, en ropa de calle que apenas cubren nada y en trajes de baño “minimalistas”, donde se ha pasado del bañador al bikini, luego al tanga y, en pocos años, se llegará al nada-tanga. ¿Y qué decir de OnlyFans, la nueva forma de prostitución online?
Y no me refiero únicamente a las “profesionales” que viven de lo que generan en Internet, sino a infinidad de amateurs y personas “normales”. Muchas de ellas se contonean (no lo llamo bailar, porque no lo es) al son de todo tipo de canciones, con letras deleznables. Aunque no sean conscientes en el presente, el ridículo que hacen es espantoso, y cuando maduren, o el tiempo y la vejez tomen su lugar, se darán cuenta; o no, quién sabe. Se quejan de que las cosifican, cuando son ellas mismas la que lo hacen.
El problema es que, mientras tanto, son aplaudidas por hombres babosos, que incluso pagan por verlas o tener por pareja a estas mujeres. El varón que está con una así es alguien que no tiene amor propio, que no se respeta, y que ha vendido su dignidad y su alma.
Esta forma de actuar de las mujeres ya abarca a las niñas, que imitan a las mayores, con el consentimiento de sus padres en algunos casos –que se aprovechan del rédito económico que logran-, o desde la ignorancia –sin saber a qué se dedican sus retoños-, que buscan seguidores y admiradores que las llenen de autoestima con atención. Y, para lograr sus fines, posan luciendo su escasa, pero incipiente feminidad, como si estuvieran en la portada del Playboy, y tan pintorreadas que parecen muñecas y gogós.
¿Por qué “el mundo de la moda” diseña ciertas vestimentas y modelitos para adolescentes y preadolescentes? El refrán “piensa mal y acertarás”, aquí es, literalmente, aplicable. Basta con que lo pienses mínimamente.
Con los hombres, tres cuartos de lo mismo. Unos van con los calzoncillos por fuera del pantalón, otros “luciéndose” con selfies de todo tipo, especialmente aquellos que van al gimnasio, para llamar la atención sobre sus montañas de músculos, a la vez que ponen cara de estreñimiento. El patetismo que alcanzan tampoco tiene límites. ¿Y qué decir de aquellos culturistas, que se muestran en tanga con los glúteos rajados y sus pezones con ginecomastia, fruto de la química mortal que se inyectan en sus cuerpos? A la persona de la calle, al normal, les da grima todo eso.  
Tanto hombres como mujeres han perdido por completo el pudor sano, y ya no hay vergüenza alguna. Además, todos ellos terminan por convertirse en yonquis de la dopamina, a cuya dosis habitúan a sus cerebros, volviéndolos químicamente adictos. Para esto necesitan “likes” y comentarios en forma de piropos; saben que, mientras más carne enseñen, más de esto recibirán.
Está claro que hay excepciones. ¿Qué tanto por ciento? No lo sé, pero, viendo las redes sociales y “el mundo real”, la verdad es que el número de “exhibicionistas” es demencial.
Algunos, de forma burlesca, dirán: “entonces qué, ¿volvemos a vestir como en la antigüedad? ¿O prefieres que vayamos como monjas, y las niñas tapaditas hasta el cuello?”. No mi alma. De la libertad al libertinaje actual hay un margen muy amplio, y basta con encontrar el equilibrio. La modestia, la belleza y la elegancia no tienen que ir de la mano con la desvergüenza, la desnudez pública y la vulgaridad. Y el que diga que no sabe entender la diferencia, es que se está haciendo el loco. 

Pornografía y programas de televisión 
El consumo de pornografía ya se considera normal desde hace tiempo. De ser algo tabú, que era casi inaccesible, a estar disponible para cualquiera en Internet. Los estudios al respecto son escalofriantes, al mostrarnos que, por ejemplo, en España la edad media donde se comienza a visualizar está entre los nueve y los once años, donde uno de cada tres niños entre diez y catorce años visita este tipo de páginas de manera regular. Los niños estadounidenses son aún más precoces: a los seis años.  
Tanto la mujer como el hombre, son vistos como mero objetos, cuyos cuerpos se usan de forma violenta y humillante. Llevan a cabo todo tipo de prácticas enfermizas, a unos niveles que no reproducen ni las criaturas del reino animal. El acto más privado del ser humano se ha convertido en un espectáculo público. Además, distorsiona la imagen del sexo opuesto, del respeto que se le debe a toda persona, y se elimina de la ecuación la intimidad, la ternura, la confidencialidad, la fidelidad y la exclusividad.
El destrozo mental y moral que provoca esto en una mente, y más en la de un niño o adolescente, es atroz. Si esto no remueve las entrañas de cualquier ser humano y le provoca náuseas en su alma, nada lo hará.
Temor, pánico más bien, debería darle a aquellos que promueven la corrupción de niños –sea por medio de la música, los vídeos, la ropa, los “consejos” o de las actitudes, en vista a las palabras de Jesús: “Imposible es que no vengan tropiezos; mas !!ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (Lc. 17:1-2).
Por su parte, en los programas de televisión, especialmente en los de entrevistas, se narran todo tipo de asuntos personales. Si antes las intimidades se guardaban en secreto, por respecto y educación, en la actualidad es todo lo contrario: se presume de a cuántos se han llevado a la alcoba y lo que han hecho allí, mientras los espectadores, ávidos de morbo, aplauden, comentan y les ríen las gracias. Incluso, los que se mueven en el mundo de la farándula, narran lo privado de sus matrimonios o de sus exparejas. La realidad es que resulta nauseabundo, y es un ejemplo más de la degeneración moral a la que hemos llegado, donde a lo malo se le llama bueno, y a lo bueno malo.

Manga
Como saben los que han leído en mi blog la sección “cómics para reflexionar”, leo también “manga” (cómic japonés). Siendo muy selectivo, se encuentran verdaderas joyas y otras que, sin serlo, resultan muy divertidas. Pero, como en otros medios (cine o literatura), hay muchísima basura.
Dentro de todo ese estiércol, hay diversos subgéneros, que deberían catalogarse dentro de la categoría “patologías mentales”, pero que son muy populares. En ellos, se muestran, con todo lujo de detalles, a adolescentes llevando a cabo todo tipo de actos depravados o impropios de dicha edad. Y esto incluye a niños y niñas, con rostros y cuerpos infantiles. En ocasiones entre ellos, y en otras con adultos, sean universitarios o profesores. Si eso no es pedofilia, ¿entonces qué es?
En un mundo normal, la creación y publicación de este material estaría perseguido por la ley. Pero como estamos en el manicomio, y tras la revisión del Código Penal en 2015 en España, la Fiscalía General del Estado dijo que “los fiscales no acusarán por la posesión, producción y difusión de pornografía infantil en cómics o mangas”, puesto que no son considerados dibujos “realistas”. Bochornoso.
Se ha llegado a tal extremo, que se muestran a dichos niños en relaciones transexuales, de travestismo, de incesto y sadomasoquismo. Es más, las editoriales españolas ya ni se cortan un pelo a la hora de publicitarlas. ¿El nombre de una de esas editoriales? Lucifer. Y no es broma; así se llama. Se creerán graciosos, transversales, modernos, cuando, en realidad, forman parte de la corrupción sistémica que se está llevando a cabo en la mente de los jóvenes.
Esta mugre no es consumida únicamente por individuos mayores con gustos enfermizos, sino también por adolescentes. Y los padres, ignorantes en su mayoría. Otros, si son conscientes, se muestran pasivos, mirando para otro lado, como si no sucediera nada.

Continuará en Las devastadoras consecuencias de las revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: ideología de género, promiscuidad, destrucción de la familia, divorcios y abortos & explicación bíblica (2ª parte)

lunes, 22 de abril de 2024

David: Un hombre de pasión y destino

 


Quiero creer que todo cristiano posee en su biblioteca particular algunos libros del excelente escritor Charles Swindoll. Y si no, este es un buen momento para empezar. Sin duda alguna, es uno de mis autores favoritos. Tiene un don especial, ya que en cada relectura sientes que es la primera vez que lo lees, puesto que siempre te aporta algo nuevo y fresco. Recoge el estilo bíblico, en el sentido de que te muestra cómo ciertas vidas, que transcurrieron hace muchos siglos, son perfectamente aplicables al presente. Mucho de lo que vivió, sintió, pensó y experimentó David, lo podemos llegar a vivir nosotros, en su esencia.
Hace más de veinte años inició una colección dedicada a los grandes personajes bíblicos, los cuales quiero ir reseñando poco a poco para despertar el interés en aquellos que todavía no los han leído. Y hoy quiero empezar haciendo una pequeña reseña por la biografía que lleva a cabo de David, al que llama un hombre de pasión y destino.

Aprendiendo de lo malo
Cuando nos acordamos de él, suele venir a nuestra mente sus comienzos humildes como pastor de ovejas, su épica victoria ante Goliat, sus salmos, su gran reinado como rey de Israel y su caída en adulterio con Betsabé, junto a otros errores que cometió a lo largo de su vida, como su poligamia, y por la cual tuvo que pagar un precio muy alto en su último tercio de vida. En todas estas escenas se detiene el señor Swindoll de forma muy gráfica y elocuente. Pero, ante esto, que ya es consabido, personalmente me llama la atención el enfoque que hace y del cual podemos aprender muchísimo: cómo usa Dios las circunstancias negativas, la maldad de nuestro alrededor y los enemigos que nos acechan por nuestra fe, para moldear nuestro carácter. Hay cristianos que hacen el bien si se portan bien con ellos, si el medio que les rodea es positivo y agradable, pero que actúan de forma opuesta si su mundo se vuelve negro. Incluso hay personas que han abandonado al Señor porque padecieron algún tipo de mal: amigos que les traicionaron o abandonaron, el haber sufrido algún tipo de abuso espiritual, un familiar que murió de forma inesperada, una enfermedad sufrida en las propias carnes, un despido laboral, etc. Esto no debería ser así.
David, antes de ser rey, fue perseguido incansablemente para asesinarlo, tuvo que huir día tras día y esconderse en cuevas. Todo esto provocó que perdiera su esposa, su posición y hasta el respeto a sí mismo. El capítulo seis –mi favorito-, titulado Sin ninguna muleta, trata en profundidad lo citado y es una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi vida, y que es necesario que todos asimilemos para que forme parte de nosotros.

Los dos caminos
¿Cuál es el peligro principal de no poner en práctica lo dicho en esas páginas que escribe Swindoll? Vivir según nuestra propia voluntad, en lugar de la de Dios. Las consecuencias de esto tiene consecuencias eternas, que es la segunda muerte, la cual ya no tiene solución. Puede que en esta vida se logre el éxito, el reconocimiento ajeno, el trabajo de tus sueños, la novia deseada, la diversión que tanto placer le da a los sentidos, pero de cara a la eternidad, no sirve absolutamente de nada. Por eso es tan triste escuchar a un joven decir que sería feliz teniendo dinero para salir de fiesta todos los días con sus amigos. Vivir de espaldas a Dios, ciego, incapaz de doblegar el corazón y preferir ser el “dios” de su vida, en lugar de dejar que sea el Creador, es terrible.
Esto es algo que vemos en la vida de Saúl, como narra el autor: “Este hombre no tenía necesidad de morir como lo hizo, pero la verdad es que él mismo escogió su propio destino. Escogió palmo a palmo, y día tras día, entrar en componendas y vivir a la luz de la desobediencia. Y escupió en la cara de Aquel que le dio su gracia, como diciéndole: ´No te necesito. Yo viviré y moriré como me plazca`. Saúl escogió su senda carnal y por eso no debe sorprendernos el desenlace. Pero fue en verdad un sufrimiento que bien pudo haberse evitado. F. B. Meyer dice: ´Esto es lo más cruel de todo: saber que pudo haberse evitado ese sufrimiento; que es el resultado del desatino y de la contradicción; que es la cosecha de lo que uno mismo siembra; que a los buitres que se alimentan de nuestras tripas los hemos criado en nuestras propias entrañas. ¡Oh, Dios, qué dolor tan grande!`” (Pág. 139,140).
El contraste entre la vida de David –a pesar de sus grandes pecados, de los que supo arrepentirse a tiempo- y de Saúl, debería hacer reflexionar a cualquier ateo, pero también a todos los cristianos, para que nunca perdamos de vista quién debe ser el verdadero Señor de nuestras vidas, sin olvidar cuál es nuestra meta final.

Índice
Lo reseñado es una ínfima parte de todo lo que nos podemos encontrar en este libro, que recomiendo fervorosamente a todo el mundo, y no solo para leerlo una vez y dejarlo en la estantería, sino para regresar a sus páginas en distintas etapas de nuestro caminar en este mundo. Siempre encontraremos algo que no habíamos apreciado las veces anteriores.
Para no extenderme más, aquí os dejo el índice:

Dedicatoria
Introducción

1. Un hombre de Dios, según el corazón de Dios, y a la manera de Dios.

2. Un don nadie ignorado por todos.

3. Música suave para un corazón endurecido.

4. David y el enano.

5. Secuelas de la muerte de un gigante.

6. Sin ninguna muleta.

7. Sólo para los que moran en cuevas.

8. La tentación más sutil de la vida.

9. Cómo calmar a un hombre airado.

10. Días nublados... noches de oscuridad.

11. Dos muertes... un contraste.

12. Un nuevo rey, un nuevo trono, el mismo Señor.

13. David y el arca.

14. Cuando dice “No”.

15. Gracia de una tierra árida.

16. El caso de la persiana abierta.

17. ¡La confrontación!

18. Problemas en la familia.

19. Aguantando la tormenta.

20. Amigos en las malas.

21. Suficientemente grande como para perdonar.

22. Un canto de triunfo.

23. Cuando los piadosos actúan como necios.

24. El final de una era.

Conclusión.

lunes, 15 de abril de 2024

7. ¿Es la robotización el primer avance y, a la vez, peligro que se avecina?

Venimos de aquí: Los inventos tecnológicos que van a cambiar la sociedad (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/03/6-los-inventos-tecnologicos-que-van.html).

De entre todos los avances citados en el artículo anterior, tanto la robotización como la Inteligencia artificial –a pesar de que entusiasman a muchos- causan desasosiego entre algunos, considerándolos un peligro para la sociedad. Francisco González –ex Presidente del BBVA- señala que “conllevan enormes riesgos, que van desde la posibilidad de un crecimiento drástico del desempleo y la desigualdad, o de presiones insoportables sobre los sistemas de protección social, hasta amenazas catastróficas para el planeta y para la supervivencia de nuestra especie”[1]. En este escrito nos dedicaremos a analizar la primera de dichas cuestiones.

Ejemplos de robotización
Veamos varios ejemplos concretos de automatización:

- Desde 2017, una fábrica de en Japón es capaz de “fabricar” 30.000 lechugas al día; en 2022 la cifra llegó a las 500.000 unidades diarias. ¿Y la mano humano en dicho proceso? Ínfima: “Según la empresa, en su sistema ya están completamente automatizadas 4 de las 6 fases precisas para la obtención de la lechuga (solo la plantación de la semilla y el control de la germinación precisan aún de la intervención de trabajadores humanos), y están en proceso de conseguir la automatización total. Así las cosas, en unos meses la semilla será plantada, nutrida, controlada, trasplantada, recolectada y empaquetada de una forma absolutamente automática”[2].

- Amazon sigue imparable en su proceso de automatización. Como se anunciaba hace escasos días, “lleva los robots al último paso de sus almacenes e invertirá 700 millones en automatizar sus centros en Europa”[3]. Aparte, tiene en fase de pruebas el uso de drones para enviar paquetes.

- McDonald´s ha sustituido a casi todos los cajeros por pantallas, desde donde el cliente realiza directamente el pedido sin necesidad de guardar cola.

- En San Francisco (EEUU), la empresa Marble reparte comida a domicilio por medio de una flota de robots con forma de carrito de helados: se pide desde el móvil al restaurante preferido, donde el robot recoge el pedido y lo lleva hasta casa[4].

- En Lyon (Francia) y en Las Vegas (Estados Unidos), entre otras ciudades del mundo, se están probando microbuses de transporte público autónomos (sin conductor)[5].

Esto mismo va a suceder de forma progresiva e imparable en incontables áreas laborales. Con la robotización y la automatización, las empresas reducirán sus costes de producción de forma considerable, y más teniendo en cuenta que las máquinas no se cansan y realizan las tareas más rápido que los humanos. 

Los contras
En España, según el estudio 'Impacto de la robótica y la automatización en la productividad y el empleo', elaborado por José Ignacio López-Sánchez, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Complutense de Madrid[6], “la robotización de la economía tendrá un impacto positivo neto en el empleo en España, con una ganancia esperada de 672.351 empleos hasta el año 2030. Sin embargo, este saldo no esconde que habrá profesiones en las que se destruirán miles de empleos, como son las físicas o que requieren actividades manuales y las que implican habilidades cognitivas básicas. En el primer grupo se enmarcan profesiones como conductores, trabajadores de cadenas de montaje, mecánicos, canteros, techadores, electricistas, cocineros, alimentadores de máquinas, limpiadores, empaquetadores, guardias de seguridad y personal encargado del control de calidad. En estas áreas, 1,16 millones de puestos pasarán a realizarse por robots a medida que ganen terreno en el mercado laboral. El segundo grupo en el que se producirá una pérdida de casi medio millón de puestos de trabajo en unos siete años engloba actividades como la de los cajeros de los supermercados, la atención al cliente, los mecanógrafos, contables o encargados de introducir y procesar datos”[7].
Un informe de 2013 enumeraba una lista con 700 ocupaciones susceptibles de ser desempeñadas por máquinas[8].
Según un estudio de Citibank y la Universidad de Oxford, solo en EEUU corren peligro un 47% de los empleos debido a la automatización. En China, la cifra es mucho mayor: el 77%[9]. A las mismas conclusiones llega el informe elaborado por la entidad financiera Bank of America Merrill Lynch: en un plazo de 10 años, la proliferación de los robots será tal que podrían abarcar el 45% de las tareas humanas en las fábricas. Además, en un par de décadas, hasta en el 47% de las profesiones, los trabajadores humanos podrían ser sustituidos por robots e IA.  
Con este panorama, se entiende que hayan titulado el dossier The rise of robots (“El ascenso de los robots”).

Los pros
Según el mismo estudio de la Universidad Complutense de Madrid[10], “a pesar de que los robots quitarán puestos a las personas en estas áreas, lo cierto es que según los cálculos el saldo final será positivo. Pese a esta pérdida de puestos, nuevamente en España, la robotización estimulará la creación de 2,29 millones de empleos en segmentos más cualificados [...] Por ejemplo, se crearán 294.295 empleos hasta 2030 en profesiones que requieren capacidades cognitivas superiores como redactores, asistentes jurídicos, escritores, analistas financieros, contables, médicos [...] La creación de empleo ascenderá a 786.182 puestos en profesiones que requieren capacidades sociales y emocionales como representantes de ventas, agentes inmobiliarios, consejeros, trabajadores sociales, terapeutas, gerentes, ejecutivos, programadores o profesores; y habrá 1,21 millones de nuevos empleos en los oficios que implican aptitudes tecnológicas, como los asistentes administrativos, administradores de redes, desarrolladores de software, ingenieros, expertos en robótica, científicos o diseñadores de productos. [...] En Francia, el saldo positivo será de 1,56 millones de empleos; en Alemania, de 2,47 millones, y en Reino Unido, de 2,7 millones”.

Un delicado equilibrio y los problemas consecuentes
En definitiva, y tras haber visto los pros y los contras, habrá más y mejores puestos para ciertos trabajos y los que vayan surgiendo, y muchos menos para otros que irán extinguiéndose. Eso si se cumple lo predicho, porque otros estudios, como el llevado a cabo por la consultora de talento Randstad Research, en lo que respecta a la implementación de la IA, vaticina “la pérdida de cerca de 400.000 empleos netos en los próximos diez años en el mercado laboral de nuestro país. Esta cifra surge de la diferencia entre los empleos que potencialmente pueden desaparecer con la adopción de la IA por parte de las empresas (2 millones) y los que se crearán como resultado de las nuevas oportunidades económicas surgidas a raíz del uso generalizado de esta tecnología (1,61 millones)”[11].
Sea como sea –un balance positivo o negativo en el trabajo neto-, lo indudable es que, en su base, la robotización de la industria y de los servicios tiene como fin, una vez más, la mejora en la calidad de vida de las personas. De lo contrario, seguiríamos lavando a mano la ropa y, en lugar de viajar en coches y aviones, estaríamos haciéndolo en caballos, ni tampoco enviaríamos e-mails, sino cartas que tardarían semanas en llegar a su destino. Y así con mil aspectos. Esto es parte de la evolución tecnológica. Con la robótica se busca lo mismo, y no hay nada malo per se.
Bien señala de nuevo José Ignacio López-Sánchez, que “la automatización aumenta la riqueza en el país, que puede ser utilizada por los gobiernos para reducir la desigualdad mediante políticas redistributivas. En términos de desigualdad después de impuestos y transferencias, parece haber pruebas de que una mayor densidad de robots genera menores niveles de desigualdad a medio plazo. Esto podría interpretarse en el sentido de que los beneficios derivados de la automatización están siendo empleados por los gobiernos en políticas redistributivas que reducen la desigualdad”.
Algunos afirman que llegará el día donde el ser humano no tenga que trabajar o, al menos, donde se reducirá al mínimo. Esto, en teoría, llevaría a que todo el mundo podría disfrutar de mucho tiempo libre para sus intereses personales (familia, proyectos, ocio, etc.) sin necesidad de arduas tareas, puesto que todas las necesidades estarían cubiertas. Para muchos, sería una especie de sueño hecho realidad, aunque Wall-E –que ganó el Oscar a la mejor película de animación en 2008- nos mostró que, una sociedad donde se vive únicamente para el placer, no es algo saludable para el alma. Lleguemos o no algún día a estos extremos, “lo cierto es que, de forma inexorable, avanzamos hacia lo que Jeremy Rifkin (sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense) denomina la ´Sociedad de Coste Marginal Cero`, un mundo en el que el coste de la producción será tan ínfimo que se puede afirmar que prácticamente todo será gratuito”[12].
¿Cuál es entonces el problema?: “Que no vamos a llegar a dicha situación de un día para otro. [...] En un lapso de unos años, y antes de que ´todo sea gratis` se van a perder millones de puestos de trabajo por causa de la robotización de la economía, y entraremos en un peligroso periodo en el que ni habrá suficientes puestos de trabajo para todos, ni estaremos aún brindando con champán en la era del ´todo gratis` que predice Rifkin”[13].
Si las máquinas nos sustituyen, el desempleo para los no-cualificados será tan extremo que los Gobiernos tendrán que tomar medidas, hasta ahora inexploradas. Como apunta Enrique Dans, Profesor de Sistemas de Información en IE Business School. “A medida que las máquinas no solo van aprendiendo a hacer más cosas, sino que además las van haciendo cada vez mejor, mucho mejor que las personas, y a un coste más bajo, pensar que va a haber más empleo del tipo que hoy conocemos como empleo es simplemente absurdo. [...] Los perdedores serán los que ´trabajan para vivir`, aquellos que simplemente van a trabajar todos los días para llevar a cabo tareas que no les satisfacen en absoluto, pero que necesitan hacer para obtener un dinero que les resulta imprescindible. Esos trabajos, en su inmensa mayoría, desaparecerán y serán sustituidos por máquinas, siempre que haya un interés económico por hacerlos más eficientes y competitivos”[14].

¿Soluciones?
El profesor Carl Benedikt Frey explica que habrá al menos tres esferas que seguirán siendo cosa de humanos: “La creatividad, el desarrollo de nuevas ideas y artefactos; las interacciones sociales más complejas, donde las personas negocian, persuaden o gestionan equipos; y la tercera tiene que ver con la percepción y manipulación de objetos irregulares”. Pero, ¿qué hará el resto de personas que no estén incluidas dentro de esas tres esferas? ¿Qué será de aquellos que no sean programadores informáticos, ingenieros técnicos y superiores, especialistas en ciberseguridad, analistas de aplicaciones (apps), diseñadores de software, ingenieros de telecomunicaciones, expertos en redes sociales, analistas de sistemas, etc?
En esa misma línea de pensamiento iba el difunto Stephen Hawking: “La automatización de las fábricas ya ha arrasado trabajos en la manufactura tradicional, y la proliferación de la inteligencia artificial posiblemente extienda esta destrucción de trabajo a las clases medias, donde solo sobrevivirán los roles creativos y de supervisión”[15].
Oswaldo Lorenzo, profesor de Deusto Business School, deja bien claro que todo profesional tendrá que actualizarse, reinventarse y recualificarse en otros sectores: “Los que seamos capaces de cambiar sobreviviremos a la cuarta revolución industrial, el resto desaparecerá”[16]. Un vaticinio inquietante para muchos, porque no es lo mismo “cualificarse” siendo de la nueva generación –o teniendo veinte años-, cuando la robótica ya esté completamente implementada, que “recualificarse” con cuarenta o más, que suele ser la edad en que, mayormente, está actualmente copados millones y millones de puestos de trabajo.  
Algunos países, viendo lo que se les viene encima, han puesto en marcha diversos experimentos, basados en la reducción de la jornada laboral y en la renta básica universal, que “es una forma de sistema de seguridad social en la que todos los ciudadanos o residentes de un país reciben regularmente una suma de dinero sin condiciones. La recibe todo miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva”[17].
¿De dónde saldría el dinero? De los impuestos que se les cobrarían a las empresas que utilicen robots, autómatas e Inteligencia Artificial. Esto garantizaría al ciudadano atender las necesidades básicas de alimentación, sanidad, vivienda, ropa, educación y transporte. Es evidente que este plan de contingencia, u otros semejantes, tendría que ponerse en marcha antes de que la robotización y el desempleo se generalicen. De lo contrario, ya no servirá de nada el actual Panem et circenses para acallar a las masas, y el estallido social estaría más que garantizado.
El bien para la humanidad será posible, siempre y cuando se comparta y distribuya la riqueza que producirán las máquinas. Siendo esto una forma moderna y “robótica” de comunismo –sistema político que jamás ha funcionado, más allá de en las novelas de Isaac Asimov-, conociendo nuestra propia naturaleza y la historia de la humanidad pasada y presente, ¿será esto posible? ¿O es una quimera, en vista a los antecedentes? Sin duda, no es fácil, y nos esperan años apasionantes para ser testigos de los acontecimientos venideros. ¿Tendremos un futuro utópico o distópico? Ya se verá, puesto que es obvio que los detalles variarán y dependerán en gran medida de otros factores, como la situación geopolítica, posibles escenarios de guerras, crisis de cualquier tipo, situación económica, otros avances y descubrimientos tecnológicos, etc. Y, por supuesto, todo queda a expensas de la interrupción sorpresiva del acontecimiento conocido como Parusía, del cual nadie sabe el día ni la hora, solo el Padre (cf. Mt. 24:36). Puede ser mañana o dentro de varios siglos.
Si no se actúa por el bien global, nos encontraremos con el mismo tipo de sociedad descrita en el largometraje Elysium y en la serie Incorporated: ricos y pudientes, disfrutando de todo tipo de privilegios, por un lado, y clase baja, tratando de sobrevivir con pagas del Estado de turno, por el otro, sin término medio.  
El tiempo dirá qué camino transitamos, pero una revolución mundial está en marcha y no sabemos con exactitud qué va a suceder.

Continuará en ¿Es la Inteligencia artificial el segundo avance y, a la vez, peligro que se avecina?


[1] El próximo paso. La vida exponencial.

[7] Ibid.

[13] Ibid.

lunes, 8 de abril de 2024

11.9. ¿Eres soltero porque estás tan ocupado que nunca tienes tiempo para el amor?

 

Venimos de aquí: ¿Eres soltero porque solo esperas recibir amor y no darlo? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/02/118-eres-soltero-porque-solo-esperas.html).

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la soltería que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

Hasta ahora hemos visto varías razones por las cuales una persona puede rechazar a otra, aun cumpliendo los requisitos para formar una relación: por buscar un amor a la velocidad del rayo; porque siempre está buscando a alguien mejor; por ser intransigente; porque no saben negociar; porque sigue prisionero de un pasado hiperactivo; porque tiene heridas sin sanar; porque solo sabe recibir amor pero no darlo.
A partir de este momento, vamos a romper un poco el guion establecido. El registro de posibles rechazos toma un rumbo diferente, donde la persona, aunque sinceramente interesada, y sin los problemas citados en los apartados anteriores, aleja con su actitud, sus palabras y forma de ser a los candidatos.

Cuando te olvidas de ti mismo
La primera causa que vamos a analizar viene motivada por un vuelco excesivo sobre los demás, que conlleva directamente olvidarse de sí mismo. Esto es loable cuando es sano, pero en el caso concreto de querer formar una familia se vuelve improductivo. En muchísimas ocasiones, he leído y escuchado de aquellos que se consagraron por completo a lograr sus ambiciones y ahora se arrepienten; es algo que les sucede tanto a cristianos como a los que no lo son. Como afirman: “cuando quise darme cuenta, ya era demasiado tarde. Sí, disfruté de multitud de entretenimientos, pero ahora no encuentro a una persona para casarme, porque las buenas ya están todas casadas”. Son los que antepusieron el trabajo, los deportes, las aficiones, la diversión, los amigos y los hermanos en Cristo en general, antes que a la pareja.
Entre estos, destacan los dedicados a las actividades eclesiales, a los que llamo “codependientes eclesiales”. Sienten que son totalmente necesarios e imprescindibles y toman todos los proyectos que se pongan en marcha. Son versiones modernas, pero extremas, de “Moisés”, al cual su propio suegro Jetro tuvo que corregir (Éx. 18:13-26). Es en estos últimos en los que me voy a centrar.
En otras ocasiones, se vuelve completamente insano. Siempre, en todo momento y en todo lugar, anteponen el bienestar de los demás por encima del suyo propio. Si las personas se cuelgan del cuello de ellas pidiendo ayuda, aunque abusen de su confianza, no saben decir no, ni establecer límites. Realizan todas las actividades que se pueden, se responsabilizan de todo y de todos. Creen que la iglesia local de la que son miembros, y el mundo que gira a su alrededor, se derrumbarían si ellos no estuvieran, ya que piensan que nadie más hace lo que ellos llevan a cabo. El resultado es que viven cargados y esclavos de los demás. Las carga que Cristo vino a quitar, ellos las arrastran.
Literalmente, se pierden en el servicio al prójimo. Pasan los años y apenas dedican tiempo en pensar en sí mismos. Solo reflexionan en fechas señaladas, como Navidad, cumpleaños o aniversarios de los padres y amigos, etc. Momentos muy particulares donde se sienten solos y sin compañía íntima del sexo opuesto. Algunos lo ocultan bajo una sonrisa. Otros no pueden y en esos días establecidos dejan ver en sus rostros el dolor que experimentan en el alma. Se quejan de sus circunstancias, pero no son conscientes de que son ellos los máximos responsables de lo que les acontece. De nada sirve enterrar el resto del año sus sentimientos bajo toneladas de arena y escombros (apariencia de fortaleza y múltiples actividades), sean cuales sean. O sencillamente no piensan, se evaden durmiendo, con la televisión, un libro o una charla superficial con algún conocido. Pero, si miras profundamente en sus ojos, tras la primera capa, verás en ellos estrés, infelicidad y tristeza, aunque traten de camuflarla y no se lo cuenten a nadie.

Atados
Cuando quieren encontrar una pareja para formar una familia, se ven atados por todas partes e incapaces de soltar lastre. Sienten que están abandonando a todo el mundo a su suerte y están siendo egoístas, cuando en realidad están eternizando la inmadurez que otros arrastran y la dependencia que tienen hacia ellos. En esa área de su vida, no son libres y viven atados al legalismo. Siempre están pensando en qué más pueden hacer, qué nuevas ocupaciones podrían desempeñar, qué nuevos proyectos se deben poner en marcha, etc. De no llevarlos a cabo, se sienten culpables.
En muchos casos, cayeron en esta trampa por la necesidad que había en ellos de sentirse útiles. En el fondo, es una adición más del corazón, ya que en parte “necesitan sentirse necesitados”. El problema es que es otra manera de alejar a los pretendientes, ya que nunca los considerarán al nivel del servicio que ellos sí ofrecen. Creen que los demás nunca son suficientemente dadivosos. Nunca son suficientemente serviciales. Nunca son suficientemente amorosos. Nunca están suficientemente entregados al Señor y su obra. Nunca tienen los suficientes dones. Nunca poseen la suficiente ambición. Nunca hacen lo suficiente.
Esto los lleva a buscar lo que ya vimos anteriormente: alguien mejor, como por ejemplo a un líder en distintas facetas, sean profesionales o ministeriales, y que sean hiperactivos. O, en el caso opuesto, a un necesitado que requiera su ayuda continua, lo que les llevará a la codependencia.

El equilibrio
Ni mucho menos estoy queriendo decirle a nadie que deje de servir a los demás y ayudarlos en lo que esté en su mano. Sabes perfectamente que más bienaventurado es dar que recibir. El Señor te compró con Su sangre para servirle en las obras que Él ha preparado de antemano (cf. Ef. 2:10). Y desde luego que el servicio realizado no caerá en saco roto, sino que será recompensado cuando estés en Su presencia. Por eso resulta incomprensible que los que dejan de congregarse en una iglesia local, sea por unas circunstancias u otras, dejen también de usar sus dones para la gloria de Dios y de su obra en la Tierra.
A nivel humano, trabajar es necesario para el sustento económico. Las amistades son una fuente importante de felicidad. Y es bueno que tengas aficiones para relajarte y disfrutar. Pero, sabiendo todo esto, es necesario que encuentres el equilibrio:

- Que establezcas prioridades.

- Que aprendas a decir no (lo cual no significa que ames menos).

- Que selecciones lo relevante.

- Que te apartes de lo que no lo es.

- Que aprendas a recibir amor.

Sería conveniente que te tomaras un tiempo de descanso para poner en orden tus ideas, alejado de las prisas cotidianas. Así podrás buscar la voluntad de Dios para esta etapa de tu vida.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: ¿Eres soltero porque afirmas no necesitar pareja?

lunes, 25 de marzo de 2024

¿Jesús venció “con la cruz” o “en la cruz”?

 


Ahora que muchos creyentes y no creyentes “participan” de la que llaman “semana santa”, sabiendo o sin saber el porqué, este “dibujo”, lleno de fallos, me servirá para explicarles una verdad muy sencilla. Cualquiera que tenga un mínimo de interés, lo entenderá.

Una imagen errada vs La verdad
¿Qué piensas al ver esta imagen de Jesús luchando contra el diablo, tanto si eres creyente como si no? ¿Te resulta grotesca? ¿Ofensiva? ¿Blasfema? ¿Heroica? ¿Irrisoria? ¿Burlesca? ¿Irritante? ¿Cómica? ¿Incomprensible?
Ahora que muchos creyentes y no creyentes “participan” de la que llaman “semana santa”, sabiendo o sin saber el porqué, este “dibujo”, lleno de fallos, me servirá para explicarles una verdad muy sencilla. Cualquiera que tenga un mínimo de interés, lo entenderá.
Desconociendo al autor de la misma y la fuente original, puedo decir que a mí no me gusta la ilustración. ¿Qué puede servir como metáfora para instruir en una lección? Personalmente, pienso que confunde más que aclara, dando lugar a flagrantes errores y a ideas que no concuerdan con la verdad.
Dice el refranero que una imagen vale más que mil palabras. Además, suelen quedar impresas en la mente con mayor facilidad. Pero, aun así, en condiciones normales, jamás usaría este “retrato” para uno de mis escritos en el blog. Ahora bien, aprovechando que un familiar me la envió, me serviré de ella para expresar dos realidades breves y sencillas de aprender, incluso para un neófito no-cristiano que preste un mínimo de atención. Así, la imagen tomará su verdadero lugar cuando alguien piense en ella o la recuerde.

1) Parece que el Jesús-Dios se bate encarnizadamente contra el Demonio-Dios, como si estuvieran al mismo nivel de grandeza y poder. Y eso no es así: Jesús es Dios Encarnado. El diablo es solo una criatura que fue arrojada del cielo cuando trató de usurpar el trono de Dios. Tampoco posee ninguno de los atributos divinos, como son la Omnipotencia, la Omnisciencia y la Omnipresencia. Repito: uno es Dios, el cual no fue creado, y existe “desde” y “para” siempre, y el otro es una criatura con un principio.

2) Visto así, parece que Jesús es un superhombre enfrentándose al demonio, donde uno de ellos es “algo” más fuerte tras someterse a un duro entrenamiento en el gimnasio. Aquí su fuerza depende de su físico. Además, derrota al diablo “con la cruz”. A algunos les puede parecer emocionante, pero las circunstancias no sucedieron de dicha manera. Jesús no derrotó al diablo y sus demonios usando la cruz como “arma”, ni “con la cruz”, sino “en la cruz”. La diferencia es abismal. Y la razón es la vamos a ver en el siguiente párrafo.

El pago: en la cruz
Fue en la cruz el lugar donde Cristo pagó por nuestros pecados, logrando para nosotros la vida eterna y el triunfo sobre las fuerzas de las tinieblas. Pablo lo expone de manera magistral, proclamando un grito de victoria que podemos hacer nuestro: “perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz (Col. 2:13-15).
El acta de los decretos era un documento escrito donde quedaba manifiesto que un deudor había cancelado su deuda con el acreedor. Hoy en día, sería el equivalente a un recibo o a una factura pagada. Este escrito quedaba expuesto en un lugar público para que así hubiera constancia del pago. Esto es exactamente lo que hizo Cristo respecto a nosotros: nuestra infinita deuda para con el Padre, fruto de incumplir por nuestra parte sus mandamientos a causa de los deseos pecaminosos que moran en nosotros, quedó pagada completamente por Cristo, quien ´hizo pública` la cancelación de la deuda, en la cruz, para que quedara constancia a todos. Por eso, ningún demonio (los principados y potestades citados en el texto) tiene ya nada con lo que acusar a un verdadero cristiano: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica” (Ro. 8:33). Ya somos justos ante el Creador por lo que aconteció en la cruz: ¡el pago por nuestros pecados! 
Es obvio que, por todo lo reseñado, el diablo intentó, una y otra vez, que Jesús no llegara a la cruz, como vimos en “Y el diablo gritó: ´¡No lo crucifiquéis!`” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/04/y-el-diablo-grito-no-lo-crucifiqueis.html).
Por lo tanto, la ilustración del encabezado distorsiona la realidad bíblica, se queda muy corta en comparación a lo que nos enseña la teología más básica, y no sabe captar la dimensión y el significado de los hechos que ocurrieron en la cruz. Espero que ahora lo hayas comprendido y nunca lo olvides.

lunes, 18 de marzo de 2024

Dune: La humanidad sigue buscando un Mesías, cuando Él ya vino... y volverá

 


“Quizá te suene exagerado lo que voy a decir: ha sido una de las películas de mi vida”. Esas fueron las primeras palabras que salieron de mi boca en dirección a uno de los amigos que asistió conmigo al cine el pasado miércoles a ver la segunda parte de “Dune”, dirigida, al igual que su predecesora, por Denis Villeneuve.
Cualquier adjetivo que use para elogiarla se quedaría corto. Es una epopeya descomunal, más grande que la vida misma, y que derrocha la misma grandiosidad que otras obras como “Ben Hur”, “El Señor de los anillos” o “Interstellar”. Imágenes apabullantes que me pusieron la piel de gallina en varias ocasiones, una fotografía maravillosa, un diseño de vestuario mimado hasta el extremo, unos personajes fieros y llenos de motivaciones, una trama adictiva y una banda sonora envolvente, logran que tanto la mente como los sentidos queden embriagados. Siendo la ciencia ficción mi género favorito, disfruté tanto que sus tres horas de duración se me hicieron cortas.
(las dimensiones de los ejércitos y naves, resultan colosales)

Puesto que me encuentro, desde hace un par de meses, leyendo la saga de libros en que se basan (seis en total, escritos por Frank Herbert, el primero de ellos en 1965), me gustaría haberlos terminado antes de escribir este artículo, pero como me falta bastante, y con el bombazo que ha supuesto su adaptación cinematográfica, no quiero esperar más para tratar un tema muy interesante. Que lo amplíe o analice otras cuestiones diferentes, dependerá de lo que pueda extraer de las novelas originales y de las secuelas que todavía faltan por mostrar en el medio audiovisual.

Su trama
Estamos en el año 10191. La humanidad ha conquistado el universo y, dividido en “casas” (clanes, tribus, familias, como quieras entenderlo), conforman un Imperio. Una de esas casas, los Atreides, han sido nombrados por el Emperador para trasladarse al planeta desértico Arrakis y hacerse cargo de él. Allí deberán seguir con la peligrosa extracción de la “especia”, el producto más valioso de la galaxia por sus incontables propiedades, como ser la materia que se usa para los viajes interestelares y, también, un narcótico que sirve para amplificar la conciencia y retrasar el envejecimiento. 
Desposeídos de su feudo, la perversa familia Harkonnen, antiguos señores de dicho planeta, lo toman como una afrenta, y comenzarán a conspirar para retomar el poder en Arrakis y erradicar a los Atreides. A partir de ahí conocemos al joven Paul Atreides, hijo del duque Leto y su concubina Jessica. Su madre es una Bene Gesserit, miembro de una orden formada únicamente por mujeres, que manejan los hilos desde las sombras, y con diversos poderes, siendo el más destacado “La voz”, por el cual pueden obligar con sus palabras a obedecerlas. Paul ha sido adiestrado por su madre en ese poder. Pero todo va más allá: entre los Fremen, los lugareños de Arrakis, y a los que nadie ha logrado doblegar en generaciones, tienen una profecía: un Mesías vendrá a salvarlos y a convertir su planeta en un paraíso. Este Mesías es nombrado de diversas formas: Kwisatz Haderach, Mahdi, Muad'Dib, Usul y Lisan al-Gaib, todos nombres que tienen su razón de ser (para saber más al respecto: https://www.espinof.com/entretenimiento/muaddib-lisan-al-gaib-dune-2-le-ha-dado-muchos-nombres-a-paul-atreides-todos-tienen-su-propio-significado).
Todas las señales apuntan a Paul, aunque él mismo duda de la condición que le quieren asignar, y se plantea si no es todo una manipulación por parte de las Bene Gesserit. Eso sí: al principio, los Fremen están divididos entre los que creen en él y los que piensan que las profecías solo son cuentos de viejas para esclavizar la mente de sus seguidores. Finalmente, tras una serie de pruebas indubitables, junto a sus innatas habilidades para la lucha, su capacidad para ver los posibles futuros, leer la mente y percibir los sentimientos de los que les rodean, todos se arrodillan ante él y lo veneran como el Mesías, el Lisan al-Gaib.
Paul Atreides, con sus fieles, dispuestos a dar su vida por la causa y por él

Juntos, más de cincuenta mil hombres y mujeres, armas atómicas y gusanos de arena titánicos, se enfrentan al Emperador y a los crueles Harkonnen para hacerse con el poder del Imperio.

La esperanza ante los distintos Mesías, humanos o sobrehumanos
La figura de “The One”, “El elegido”, “Mesías”, “Salvador” o cualquier otro nombre que señale a una persona especial, ya ha sido vista...:

- en términos cinéfilos, por ejemplo, en el personaje de Neo, de “Matrix”, o en “Messiah” (la serie de Netflix, de la que ya hablamos aquí https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/01/un-peligroso-y-falso-mesias-camina-por.html).

- en el medio literario, en “Fundación” con Hari Seldon o en la saga de “Ender”, con el protagonista del mismo nombre. ¿Y qué decir de la considerada “salvadora” de “Juego de Tronos”? Basta con ver todos los apodos grandilocuentes que le asignaron: Daenerys de la Tormenta de la casa Targaryen, La Primera de su Nombre, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Señora de los Siete Reinos y Protectora del Reino, Khaleesi del Gran Mar de la Hierba, Señora de Rocadragón y Reina de Meereen. ¿Y cómo acabó? En la mayor de las tragedias; convirtiéndose en la peor de las tiranas (como vimos en “El final de Juego de Tronos: una parábola del mundo cristiano y eclesial: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/05/el-final-de-juego-de-tronos-una.html).

La verdad es que, la idea de la búsqueda interna de alguien que nos salve, esta prácticamente grabada a fuego en toda persona que ha habitado, habita y habitará este mundo. Forma parte de varias religiones:

1) Los judíos anhelaban al Mesías, pero no a un siervo sufriente, sino a uno poderoso que, con el uso de la fuerza, destruyera a sus enemigos y los liberase del yugo de Roma. Como no reconocieron a Jesús y, tristemente, le negaron, siguen aguardando.

2) Por su parte, los musulmanes esperan también a su propio Mahdi (el guiado, el redentor), un profeta reformador que los unirá a todos antes de los últimos días: “El Mahdi establecerá justicia e igualdad en la tierra, que antes estaba llena de opresión y tiranía, y (el Mahdi) gobernará durante siete años.” (Abu Daud 4285). ¿Y cómo, según ellos, logrará esto?: “A través de la propagación de las enseñanzas verdaderas del islam. Él gobernaría e iluminaría al mundo moral y espiritualmente. Además, su tarea sería unir a los musulmanes y terminar con sus conflictos internos como juez justo”[1].
A pesar de que el propio Mahoma dijo que “el único Mahdi es Jesús, hijo de María” (Ibne Maja, 4039), curiosamente, afirman que “la profecía acerca de la llegada de un Mesías en los últimos días no se refiere al mismo Jesús, hijo de María, sino que se refiere a la llegada de una nueva persona cuya misión se asemejará exactamente a la del primer Mesías, y por eso fue declarado simbólicamente ´Mesías`”[2]. Una manera estrambótica que usan los musulmanes para negar al verdadero Jesús del cristianismo. 

3) La realidad va mucho más allá de lo prodigioso: incluso los ateos buscan a esa persona que mejore sus vidas exponencialmente y elimine cualquier problema. A veces, sobre todo las personas codependientes, depositan esa esperanza en una pareja sentimental. También se observa en la propia política: cada vez que hay unas elecciones y el pueblo acude a las urnas, piensan que su candidato, cuando llegue al poder y establezca la ideología que a ellos les atraen, aparecerán de una manera u otra el bienestar general y la felicidad personal.

4) Acontece igual con los líderes religiosos: miles de individuos exaltando a su adalid, deseando tocarlo y recibir algún tipo de palabra especial, como si eso les trajera una bendición celestial. Otros, como los hippies, se aferran a ideales, como la libertad absoluta o su famoso lema “haz el amor y no la guerra”.

El deseo del corazón del ser humano espiritual
Aunque muchos traten de negarlo, somos seres espirituales. Ese hambre y sed que tenemos no puede llenarla nadie y, mucho menos, nada material. De ahí que, hasta “creyentes a su manera”, “no-nacidos de nuevo” o “agnósticos”, participen, de alguna manera, en ceremonias o festividades religiosas, como “misas”, “cultos”, “procesiones” “rezos” y “veneraciones” a supuestos santos o ángeles. Otros se interesan por cuestiones como el Tarot, la videncia, la vida más allá de la muerte, la reencarnación, el horóscopo o las religiones orientales, depositando su “fe” en supersticiones, figuras de madera, cruces y miles de amuletos.
Mientras que muchos terminan cayendo en la apatía y el desinterés, otros tantos son presas de las garras de sectas, gurús de la New Age, grupos esotéricos, supuestos maestros y guías que afirman tener nuevas revelaciones o, por último, de telepredicadores que prometen todo tipo de riqueza y prosperidad material.
Dada esa innegable espiritualidad, que solo es satisfecha por el que la creó, es evidente que está impregnado en el corazón de cada ser humano el deseo de un Mesías, que nos proporcione la paz, la dicha y el sentido a la propia existencia. Al igual que nadie nos dice que debemos comer y beber, sino que simplemente lo sabemos por instinto, nuestra parte espiritual nos muestra esa necesidad de un Salvador.

El Mesías que no gusta a todos
Más allá de fábulas, como las descritas en Dune y otras tantas obras, tanto de ficción como religiosas (el Corán es el mayor ejemplo), hay ALGUIEN que sí cumplió todas las profecías que se habían dicho sobre Él: Jesús de Nazaret. Si se le llama Jesucristo es porque “Cristo” es la traducción al idioma griego del hebreo “Mesías”.
A diferencia de Paul Atreides, de Neo y del resto de “hombres”, previamente citados, Jesús no tenía ninguna duda de su mesianidad (cf. Jn. 4:25-26), y de quién era: el “Yo soy”, el mismo Dios que se reveló al hombre en la época del Antiguo Testamento. Por eso los judíos querían matarlo, por blasfemo, al hacerse igual que Dios (cf. Mt. 26:63-65).
Vino a redimir; ese era su fin mayor. En parte, esto implicaba cambiar al ser humano desde su interior y “sanar a los quebrantados de corazón” (Lc. 4:18). Pero, por encima de todo, por si no fuera ya poco, su misión especial estaba bien clara: morir, voluntariamente, en una cruz, por los pecados de cada uno de nosotros. ¡Sí, el pecado que nos condena, por mucho que dicho término haya sido repudiado y desterrado del vocabulario de casi todos! Y, para demostrar su poder sobre la muerte, resucitó de entre los muertos. A todo aquel que creyera en Él y en los actos descritos, le prometió la vida eterna: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Jn 11:25).
¡No existe mensaje más grande que este! Todo el mundo puede decir que es realmente maravilloso, aunque tiene un “pero”, y por eso este “Mesías” –el único Mesías-, no es del agrado de muchos: Él demandó, y sigue haciéndolo, arrepentimiento, lo cual es, ni más ni menos, que un cambio en la forma de pensar y actuar: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 13:3). Y todos es “todos”; sin excepción.
Como dije en “30 monedas (2ª parte): Un bochorno teológico al servicio del diablo & ¿Por qué la humanidad prefiere los cuentos de viejas antes que al Dios de la Biblia?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/01/30-monedas-2-parte-un-bochorno.html), “pueden ´sentirse` bien consigo mismos, incluso ´felices`, considerarse ´buenas personas`, llevar a cabo todo tipo de ´actos de amor`, ser ´amables`, ´amigables` y ´admirados`, tanto en persona como en redes sociales, alcanzar el ´éxito` y el ´reconocimiento`. Pero la realidad es que, sin arrepentimiento, sin depositar la confianza en el sacrificio de Jesús en la cruz por los pecados, todo eso no servirá absolutamente de nada”.
¿Mensaje impopular? Muchísimo. Tanto que, ex-cristianos o falsos cristianos, no dejan de reinterpretar las Escrituras a su antojo, para hacer un “dios” (en minúscula) a su medida y creencias personales. Desde Sodoma y Gomorra, donde estaba normalizado que desde los más jóvenes hasta los más ancianos del lugar fueran partícipes de todo tipo de mal (cf. Gn. 19:4), hasta el día de hoy, donde, por ley, en diversos países, se considera delito de odio promulgar este tipo de mensajes: “No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Co. 6:9-10). La transformación que exige el Mesías va desde ese tipo de actos “grandilocuentes”, u otros como guardar la propia sexualidad hasta el matrimonio y ser fiel a tu cónyuge, hasta los que parecen más nimios, pero que salen de lo profundo del corazón: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Ef. 4:31).

El Mesías volverá
En contraste con Paul Atreides, el falso Mesías de Netflix y compañía, Jesús, con sus ojos como llama de fuego (Ap. 19:12), regresará, “con poder y gran gloria” (Mt. 24:30). Decenas de profecías fueron anunciadas antes de Su primera venida: todas ellas, históricamente, se hicieron realidad. De la misma forma, la misma cantidad de ellas, hablan de Su regreso. Vino como cordero que se dejó llevar al matadero, pero vendrá, como REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (Ap. 19:16), a establecer Su reino, donde, los que hayan creído en Él, pasarán la eternidad en Su presencia, y los que no, alejados para siempre.
Citando unas palabras de C.S. Lewis, que he repetido en más de una ocasión, y no me canso de hacerlo: “En última instancia solo hay dos tipos de personas: los que dicen a Dios ‘hágase tu voluntad’ y aquellos a quienes Dios dirá, al fin (de la historia), ‘hágase tu voluntad’. Todos los que están en el infierno lo han elegido. Sin esta opción personal no habría infierno”. Tal aseveración describe fácil y claramente lo que expresa la Biblia, explícita e implícitamente: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado” (Jn. 3:18).
Mientras tanto, aquí seguiremos suspirando, cada día, hasta que el Mesías, Jesús, vuelva. ¡Maranatha!