miércoles, 14 de diciembre de 2016

10.4. Dos características fundamentales entre novi@s y espos@s: Madurez & Reciprocidad.


Venimos de aquí: ¿Qué es lo que buscas en la otra persona como novi@ y espos@? http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/10/103-que-es-lo-que-buscas-en-la-otra.html

¿A qué se refería exactamente mi amigo en la extensa lista que citó? ¿Perfección? ¿Santidad absoluta? ¿Y qué de él mismo? ¿Y si busca lo que no tiene ni posee? Abramos el abanico y respondamos a estas preguntas.

No es perfección sino madurez
Más de uno se podría asustar ante el inventario de peticiones que realizó mi amigo y que detallé en el apartado anterior –que te animo a releer antes de proseguir-, e incluso dudar de que exista alguien así. En la siguiente parte (Family man: un noviazgo basado en la sencillez) haré una importante matización personal de estos puntos señalados para que los veas desde otro punto de vista, a mi entender más natural. Hasta entonces, y como conozco la mente y el corazón de quien hizo este registro, aclararé lo que realmente quiso señalar en esos guiones.
Él no habla de perfección o de alguien que no comete errores, sino de madurez. Tampoco se refiere a un ser humano que siempre cumpla esos puntos en todo tiempo, sino que formen parte de la normalidad en su forma de ser, no que sea la excepción en su vida diaria. Por ejemplo, es imposible que una persona sea siempre equilibrada a la hora de hablar y escuchar. En ocasiones hablará más de la cuenta y en otras callará cuando quizá debería haberse pronunciando sobre tal o cual asunto. El mismo Pablo reconoció que no era perfecto (cf. Filipenses 3:12), aunque sí lo fuera ante los ojos de Dios por el sacrificio expiatorio de Cristo.
Otras indicaciones de la lista suelen ser parte de un proceso de aprendizaje dentro de la relación. Todos tenemos áreas inmaduras en nuestra personalidad. La madurez no es un estado continuo al que se llega de una vez y para siempre, sino un estado de crecimiento de por vida en todas las áreas de nuestro ser.
Pongamos dos detalles aparentemente sin importancia: tienes por novi@ a alguien que es sumamente desordenado con su ropa, con el cuidado de su habitación y con el resto de sus posesiones personales: ¿lo descartarás por esto? No, pero tampoco habrá que pasarlo por alto. Tendrá que tratarlo para el caso en que decidáis casaros. ¿O quieres que vuestro hogar sea cada día un zoológico poseído por el síndrome de Diógenes, lleno de cáscaras de plátano en la cocina, calcetines encima del televisor y Objetos Voladores No Identificados haciendo acto de presencia por el salón? Dicho esto, también hay que hablar del extremo opuesto: hombres y mujeres que agotan al más paciente por su lucha incesante de limpieza microscópica y de orden extremo, donde no se puede entrar en la casa sin gafas de sol por el peligro de quedarse ciego de tanto que deslumbran las paredes y los muebles.
Y el segundo: ¿qué harás si tu pareja habla sin apenas respirar durante veinte minutos a la velocidad del rayo –conozco a algunos que son capaces de hacerlo, donde el oyente no puede escapar y se ralentiza el tiempo de tal manera que parece cinco días- y, sin embargo, te interrumpe a los pocos segundos de tomar tú la palabra, y vuelta a empezar? Tendrás también que hablarlo con ella para que ponga de su parte ya que en la vida como cónyuges no será un detalle menor, sino que tendrá una importancia considerable.
Hay muchos ingenuos que estos detalles –embobados que están en el período del enamoramiento- los pasan por alto durante el noviazgo, y cuando llega la hora de la verdad dentro del matrimonio, las discusiones se convierten en una rutina abrumadora que les revuelve las entrañas del alma.
Por lo tanto, la lista no es tanto para buscar alguien impecable, sino pautas generales para identificar a una persona que realmente merezca la pena y que te pueda agradar como ser humano y cristiano, aceptando que no es perfecto y que nunca lo será.

Reciprocidad
Por otro lado, hay que señalar claramente que un hombre o una mujer que pide lo que citamos debe ser capaz de ofrecer lo mismo. No se puede exigir lo que no se da ni anhelar a la persona adecuada cuando nosotros no lo somos: Está bien estar al tanto de la persona correcta, pero dese cuenta de que la única manera de encontrar la persona correcta es ser la persona correcta”[1]. Hay muchos individuos que están con otros por lo bien que sus compañeros sentimentales les hacen sentir, pero no se interesan por el mundo interior de su novi@ ni lo viven como algo suyo.
Estas personas basan su relación en el “yo”, no en el “nosotros”. No hay reciprocidad. Puede que tú seas así y estés errando el enfoque. Por ejemplo, si él se interesa por tus sentimientos, se preocupa por tu estado de ánimo, te pregunta por tus emociones, guarda en su corazón los momentos compartidos y los recuerda, y tú no haces lo mismo, entonces sigues pensando en “yo” y no en “nosotros”. Y si sucede al revés, exactamente igual. Todos sigue girando en torno a uno, no sobre los dos. Es una relación de un único sentido.
Es triste cuando se contempla a parejas donde uno de los dos ofrece mucho pero solo recibe migajas. A pesar de que no está contento con la situación ni le satisface, continúa la relación por el deseo de estar con la otra persona. Eso no es sano ni justo. Esto se suele ver cuando uno de los miembros solo busca íntimamente al otro cuando está pasando por una mala circunstancia o cuando su ánimo está decaído, buscando el calmante que su pareja supone: aliento, consuelo y compañía. Cuando la crisis pasa, vuelve a alejarse emocionalmente y el compañero vuelve a ser un juguete más con el que pasar el tiempo para divertirse.   
Para exponerlo gráficamente y que se entienda lo que quiero decir, pongo un caso propio: puesto que a mí me apasiona escribir, ¿qué pensaría yo si tuviera pareja y ésta no leyera lo que escribo? ¿Si no se interesara por lo que plasmo en esas letras? ¿Si no pensara en las ideas y en los sentimientos que transmito? ¿Si no me compartiera su opinión? ¿Si no me preguntara qué me lleva a pensar de esa manera y no conversara conmigo al respecto? Estaría comprobando con su actitud pasiva que no le interesa lo más mínimo mi mundo interior. Posiblemente estaría a mi lado por algún tipo conveniencia o por lo bien que le hago sentir, pero nada más. Personalmente, y sin duda alguna, no querría a alguien así en mi vida como novia, y mucho menos como esposa.
De igual manera, si a ella le gusta el arte, el cine clásico o practicar algún deporte, y no me interesara por nada de eso, estaríamos en las mismas. No estaría siendo justa con ella ni le estaría mostrando que quiero entrar en lo más profundo de su mundo, ni por lo que siente en esos aspectos que tanto le gustan. Sin reciprocidad, no hay nada. Es como la amistad: si uno quiere pasar tiempo con el otro y éste no hace nada para pasarlo con él, eso no es amistad ni es nada. A esto me refiero cuando hablo de ser la persona adecuada: es algo que depende de las dos, no de una sola. Lo contrario conlleva el fracaso. Y esto es algo que tiene que salir del individuo de manera natural, porque para eso se supone que son pareja: porque aman mutuamente sus valores y la clase de persona que son, y no únicamente por lo bien que se sienten el uno al lado del otro.

¿Encajar siendo iguales o con cualidades diferentes?
Reunir todas o la inmensa mayoría de las características de las que hablamos, no quiere decir que vayáis a encajar como pareja ni que seáis la persona para la vida del otro. El amor tiene algo de misterioso que se escapa a la razón. En otros casos, puedes poseer ciertas cualidades y para algunas mujeres supondrán un notable, incluso un sobresaliente. Sin embargo, para otras, teniendo la mismas características, sólo serás un suficiente, o ni siquiera llegarás al aprobado. Esto no significa que seas menos valioso, sino que para unas mujeres representas lo que ellas buscan y para otras no. Así de sencillo. Y exactamente igual si eres mujer respecto a los hombres. Por eso no te encapriches de los que no tienen interés en ti, ya que no buscan el tipo de cualidades que tú posees. El amor no es algo que pueda forzarse.
Dicho todo esto, no confundas “pareja ideal” (la cual no existe) con “modelo de pareja” (lo humanamente posible y no fruto de fantasías irrealizables). Si buscas que tus ideales se cumplan a rajatabla, y que sea alguien que te llene mental, emocional, espiritual y físicamente en todo momento (una utopía ya que no es Dios), te pasarás toda la vida frustrado buscando una perfección inexistente, y serás de fuente continua de estrés para la otra persona, ya que tratará de complacer a alguien que nunca se sentirá satisfecha por mucho que haga por ti.
Siendo claros: buscar a una persona fiel, íntegra, con sanos valores y que sirva al Señor según los dones que posea, forma parte del “modelo de pareja”. Algo necesario y justo. Pero buscar a un arquitecto que sea rubio de ojos claros, de un físico rotundo, sumamente divertido, jovial e ingenioso, líder en la iglesia local, no es un ideal plausible; es que resulta prácticamente inverosímil. Los que creen encontrar en el Barbie o Ken “cristiano” su felicidad, suelen caer con el tiempo en las mayores desdichas. Como he dicho en más de una ocasión, este tipo de ideas distorsionadas se han infiltrado en la mente de muchos a causa de las novelas y las películas románticas, al presentar a hombres y mujeres irreales. ¿La consecuencia principal en la vida real de perseguir fantasías?: Desilusión, como veremos ampliamente en el capítulo Cuando el problema está en el soltero.  
Conozco un pastor que es extrovertido, risueño, culto y con mucho conocimiento de la Palabra. Sin embargo, su esposa es más bien introvertida, se relaciona con pocas personas, habla en pequeños grupos, dedicándose a amar a su esposo con todo su corazón y a cuidar de sus hijos. ¿Esto la hace menos mujer? ¿No es la persona adecuada para este pastor? ¿Tiene menos virtudes por ello? Al contrario. ¿Por qué? Porque él no necesita otras cualidades en su mujer; le gusta tal y como es, y la ama tal cual. Encajan y son los adecuados el uno para el otro.
Muchas veces no es necesario que la persona que esté a tu lado tenga un Máster en Teología, que haya estudiado en un seminario, que sepa el griego del Nuevo Testamento o que tenga una amplísima cultura general. No digo que no estudie, ya que es algo fundamental para crecer como persona y cristiano. Es más, en mi caso la animaría fervientemente a hacerlo y pondría todo lo que estuviera en mi mano para así fuera, ya que me encantaría hablar con ella de temas bíblicos, puesto que sería una parte fascinante de la relación y sin la cual carecería de profundidad espiritual. Los yo creo y yo pienso no me valdrían si no estuvieran respaldados con argumentos bíblicos.
Lo que vengo a decir con todo esto es que, en la mayoría de las ocasiones, es más que suficiente que tenga una buena relación con Dios, que sus ideas estén claras en lo que concierne a seguirle y vivir según Su Palabra, porque participar de actividades cristianas y ser cristiano no siempre son sinónimos, como bien sabemos.
Quizá, cuando estés mal, más que palabras y sabios consejos, necesitarás que te abrace en silencio mientras piensas en alto delante suya. Habrá momentos donde no será  necesario tanta conversación sobre temas trascendentes. En el día a día, contarán también otros aspectos: el hecho de que mire por ti, que te regale su cariño y apoyo, que su trato personal contigo sea amable, y que te sientas relajado en su presencia. Es otra manera de expresarte el amor de Dios que hay en su corazón y que tiene por y para ti.
Fíjate tanto en los noviazgos como los matrimonios que pueda haber a tu alrededor. En los que fracasan estrepitosamente, te servirá para aprender de sus errores y no cometerlos. Pero en los que triunfan –a pesar de sus luchas como en toda relación humana-, observa cómo son: sus diferencias, cómo se complementan y cómo muchos de ellos no se parecen en ciertos aspectos. Sin embargo, aunque no sean clones, son la “ayuda idónea” del uno para el otro. Esto es solo un ejemplo para que pienses:

-       Qué necesitas en verdad de una pareja.
-       Cuáles son tus verdaderas prioridades.
-       Cuáles son aquellas características imprescindibles y cuáles no lo son en una posible pareja.

Este tipo de cuestiones son las que tienes que analizar. Reflexiona sobre todas ellas. Si a la hora de comprar un coche miras desde la tapicería hasta las ruedas, pasando por el aire acondicionado, terminando por el maletero y el motor, deberías hacer lo mismo a la hora de elegir a un compañero para toda la vida.

Por todo lo que hemos visto, son sumamente desaconsejable personas inmaduras, egocéntricas, que no sean íntegras ni dignas de confianza, emocionalmente inestables, problemáticas, egoístas, con tachas graves en el carácter, con mal humor continuo, narcisistas, soberbias, verbal o físicamente agresivas, histriónicas, dependientes, ariscas, malhabladas, sin control sobre su lengua, con una fe cristiana sujeta con alfileres, etc.
El hecho de que sientas amor en tu corazón no quita que pienses con el cerebro ni que anules tu raciocinio. ¡Busca sabiduría en el Señor!

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en:

10.5. Family man: un noviazgo basado en la sencillez.
http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/02/105-family-man-un-noviazgo-basado-en-la.html 
        



[1] Macarthur, John. El dilema del divorcio. Casa Bautista de Publicaciones.

lunes, 28 de noviembre de 2016

¿Cristianos homófobos o con derecho a disentir?



Esta sección del blog está dedicada a mostrar “la otra cara de la moneda” en cuestiones que, por norma general, únicamente se muestra una de ellas.

Cada poco tiempo se muestran noticias que nos informan sobre detenciones y agresiones que sufren homosexuales y miembros del colectivo LGTBI en distintos países del mundo. El último reportaje fue “Viaje a la homofobia” (dentro del programa “Fuera de cobertura”), donde la periodista Alejandra Andrade fue a Rusia para mostrar la situación que se vive allí al respecto. En mi opinión, está bien que así sea para denunciar todo tipo de violencia, pero también hay que ser justos y mostrar todos los matices y no únicamente una parte de la información. Eso es lo que vamos a hacer hoy, porque desde ciertos lobbies y sectores de la sociedad nos están vendiendo ideas sobre lo que es la homofobia que no son ciertas, usando para sus propósitos un uso tergiversado del lenguaje, logrando así el efecto que ellos desean: silenciar a los que disienten y establecer un pensamiento único, alineando la mente de la población con sus postulados.

La ideología de género
La manera de pensar de los grupos LGTBI (lesbianas, gays, transgénero, bisexuales e intersexuales) ya ha llegado hasta nosotros y se ha infiltrado progresivamente. Cada año que pasa esta realidad es más aguda y visible. Basta con ver algunas de las series de televisión (Los 100, Juego de Tronos, Jessica Jones, Outlander, Sense 8, Tyrant, Orange is the new black, The L world o Penny Dreadful, por citar solo algunas), que arrasan en audiencia con millones de espectadores, que muestran escenas explícitas de sexo, y cuyos protagonistas principales interpretan a homosexuales, bisexuales, lesbianas y transexuales, junto a las ya habituales parejas heterosexuales que cohabitan y/o tienen relaciones sin estar casadas. Hasta hace unos años, buena parte de lo citado estaba reservado al llamado “cine para adultos”, pero ha avanzado a tal velocidad que se ha establecido hasta su normalización. Es la nueva “moral”.
Podemos ver dos ejemplos muy actuales: el primero en el personaje de Sulu, de la saga galáctica Star Trek. Siendo durante décadas heterosexual, en la nueva versión titulada Más allá (2016) es homosexual. Y el segundo con la campaña que se está llevando a cabo para que Elsa –un personaje femenino de dibujos animados de la película Frozen- tenga novia en caso de una segunda parte. Evidentemente no son niñas pequeñas las que están haciendo esta promoción, sino adultos que repiten un millón de veces sus eslóganes.
Esto es algo que ya forma parte incluso del universo ficticio de los cómics de las famosas editoriales Marvel, DC y Vértigo, con personajes homosexuales o bisexuales como Renee Montoya, Kate Kane (Batwoman), Hulkling y Wiccan (Los Jóvenes Vengadores) y Constantine (Hellblazer), entre otros muchos, incluyendo cómics para un público infantil con este tipo de protagonistas[1].
De igual manera, se publican artículos en los grandes medios de comunicación hablando de las “bondades” de leer cuentos LGTBI a los hijos: “Cuentos como 'Mi primer amor' (que cuenta la historia de un niño de 6 años que se prenda de su compañero) normalizan la homosexualidad y proporcionan formas de amar que, hasta el momento, los relatos tradicionales y las películas no contemplaban, enseñando a los lectores que su orientación sexual no es excepcional y reforzando su autoestima”[2]. ¡Niños de 6 años!
Esto se vende como opciones abiertas para todo el mundo, donde lo que prima es la “diversidad sexual”: “Frente a los argumentos que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual”, afirma Susana Rodríguez Molina, psicopedagoga del Departamento de Psicología de la Universidad Europea.
Lo que estamos viendo es sólo el principio de lo que se nos viene encima. Es la educación que paulatinamente se está estableciendo desde la misma infancia. Ya resulta hasta extraño encontrar este tipo de comentarios que denuncian con tanta claridad la situación: “Hay que hipersexualizar a la sociedad desde bien pequeñitos (?!) y si lo criticas ya sabes... ´algo pasa contigo` o ´eres un anticuado`. Sin duda es un ´magnífico` trabajo de Ingeniería Social”.
Todo esto es ya tan normal –y lo será más para la siguiente generación- que los padres lo van a tener extremadamente difícil para inculcar a sus hijos otros principios a los que firmemente se están asentando como columnas inconmovibles en esta sociedad. Al final, el resto seremos señalados con el dedo por no “convertirnos” a ellos.

¿Qué significa realmente ser homófobo?
Estas personas arrojan contra nosotros el término homófobo y se quedan tan tranquilos. Y me explico: el vocablo “fobia” significa “miedo irracional, obsesivo y angustioso hacia determinadas situaciones, cosas, personas” y algunos de sus sinónimos son “asco, aversión, repugnancia, repulsión, manía”. ¿Hay homófobos, es decir, aquellos que le tienen miedo y asco a los homosexuales? Sí. ¿Se dan casos de agresiones contra ellos? Sí.  Pero le recuerdo a todo el que todavía no se haya enterado que el verdadero cristiano no odia y está en contra de la violencia –sea la que sea y contra quién sea-, la cual condenamos en términos absolutos. Es más, la amabilidad y el amor en el trato debe darse sin falta desde los creyentes hacia los que no lo son.
Siguiendo la premisa que usan tan a la ligera los LGTBI: si por pensar de manera diferente se nos dice automáticamente que somos fobo-algo, entonces no podríamos posicionarnos sobre ninguna cuestión, ni siquiera en las más superficiales. No podríamos ser de un determinado equipo de fútbol porque implicaría odiar al resto. No podríamos ser de un determinado partido político porque implicaría odiar al resto. Y así con todo. Sería absurdo. Es fácil de entender, ¿verdad? Por supuesto que hay aficionados a un club que odian a otros y seguidores de determinados partidos que odian a los de otros, ¡pero basta ya de meter a todo el mundo en el mismo saco! Tengamos bien claro que no compartir los ideales de un colectivo, y no aceptar su moralidad y prácticas sexuales, no tiene nada que ver con la homofobia ni con rechazar a nadie como ser humano.
 Así que, por favor, que se deje de una vez de encasillar a los que no pensamos igual, y de usar tan libre e incorrectamente el descalificativo “homófobo”.

La homofobia de los homosexuales
Un compañero de trabajo me contó que le indigna que le califiquen como homófobo por no estar a favor de las ideas homosexuales. Y eso que es ateo. Así que, una vez más, como sucede en asuntos como el aborto y la eutanasia, esto no es una mera cuestión de creencias religiosas.
Casi con total seguridad, sabrás que Domenico Dolce y Stefano Gabbana son dos célebres diseñadores italianos que han creado un imperio de la moda. Ellos, que conforman una pareja homosexual, se mostraron públicamente en contra de las adopciones por parte de los gay, bajo el argumento de que “los hijos deben tener un padre y una madre”. Es la misma idea que exponemos los heterosexuales. Sin embargo, ¿sabes cómo calificaron a Domenico y Stefano el colectivo LGTBI? Los acusaron de homófobos. ¡Menuda paradoja! Presumen de ser tolerantes, cuando incluso son intolerantes con los que son como ellos.
Ante este tipo de situaciones y otras muchas, otros gays denuncian la actitud de los propios gays –ya que no todos son iguales ni se comportan de la misma manera-, como Neil Midgley: “es irónico que muchos gays estén tan dispuestos a negar las libertades similares a los cristianos (o cualquier otra persona que no está de acuerdo con la agenda homosexual)”. Y tan irónico. Es toda una incongruencia con lo que predican la mayoría de ellos.
Según estas organizaciones, el que discrepa es un homófobo, y no solo los cristianos, sino incluso los que son abiertamente homosexuales. Es la misma idea que se usa para el islam: el que no lo comparte se le tacha de islamófobo.

La otra cara de la homofobia y lo que no se cuenta
Si alguno se atreve a disentir de estos valores y a exponer los propios, los insultos suelen llover de manera casi garantizada por los miembros de grupos como LGTBI o FEMEN, con sus shows de “pechos al aire”, y que avergüenzan incluso a muchas feministas. Hablan de libertad, pero una libertad que debe ceñirse a sus creencias y a lo que quieren que pensemos.
Se muestran agresivas –física y verbalmente- contra los que no creen en el aborto libre, en las familias con dos padres o dos madres, y en la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. Cuando una persona –profesante de alguna fe o de ninguna- difiere, es atacada con vehemencia, acusándola de fanática, intolerante, adoctrinador, fascista y cavernícola. Cuando estas activistas interrumpen de forma virulenta en una celebración religiosa o en una manifestación a favor de la familia tradicional y en contra del aborto, parte de la sociedad las considera unas “valientes”.
Sin embargo, nosotros somos los homófobos por disentir pero estos grupos nunca son nombradas como teófobos y cristianófobos a pesar de sus acciones, donde menosprecian y se burlan de las creencias ajenas con todo tipo de obscenidades, con pintadas en parroquias con expresiones tan deleznables como “os beberéis la sangre de nuestros abortos”[3].   
Para ellos, nuestra opinión es un delito de odio, e incluso están denunciando ante los tribunales a todos aquellos que no se ajustan a sus parámetros. Podría citar muchos ejemplos, pero para no extenderme ofreceré una pequeña muestra de lo que está sucediendo en diversas partes del mundo:

1) Un matrimonio de Taos –Nuevo México-, dueños de un estudio de fotografía y cristianos, fue llevado a juicio porque rechazaron hacer las fotos para una pareja de lesbianas, las cuales presentaron una demanda.

2) La familia McArthur, propietaria de una panadería en Irlanda del Norte y también cristianos, fueron llevados a juicio y condenados por discriminación, ya que se negaron a hacer una tarta con el mensaje Support Gay Marriage (“Apoyo al matrimonio homosexual”)[4]. Como los mismos jueces reconocieron, no se negaron porque el cliente fuera gay (algo que ni los dueños sabían), sino porque el eslogan iba en contra de sus creencias. Aún así, y siendo la panadería suya, les estaban diciendo claramente que debían dejar su libertad de conciencia en un segundo plano, adaptándose a los valores ajenos, promoviéndolos indirectamente con la nota del susodicho pastel. La misma prensa secular británica se posicionó en contra de la sentencia. Y lo más llamativo, también lo hizo el activista LGBT y de derechos humanos Peter Tatchell, que considera el veredicto una “derrota de la libertad de expresión”. Tatchell concluye que la decisión del tribunal es un “peligroso precedente de autoritarismo que se presta a abusos graves”.

3) La denuncia efectuada por la organización LGBTI Arcópoli de Madrid contra la terapeuta Elena Lorenzo, una  profesional especializada en orientación sexual en personas con atracción al mismo sexo, y que ofrece sus servicios para ayudar a personas que quieran cambiar su orientación sexual.

4) La ONG Arcos Iris, que ha solicitado a la Fiscalía denunciar a la asociación HazteOir “por delito de odio al repartir una guía sobre leyes antihomofobia y adoctrinamiento sexual”[5]. ¿Y de qué habla esta guía?: de la educación (la diversidad sexual) que quieren enseñar los grupos LGTBI en los colegios y de sus consecuencias, que son:

- Que se le quita a los padres el derecho a educar a sus hijos en esta materia como crean conveniente, dejándola en manos de organizaciones LGTBI.
- Que las actuales leyes antihomofobia -como vamos a ver- anulan la libertad de expresión.

¿Qué denominador común observamos en estos cuatro casos?: ¿Libertad de expresión y de conciencia? Sí, pero sólo para un sector.  

¿Leyes antihomofóbicas o leyes para silenciar?
¿Cómo se está visualizando todo esto en la sociedad? Aquí la evidencia: la Generalitat de Cataluña aprobó hace pocos meses la primera ley en España contra la homofobia –llamada “Ley Para Erradicar la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia”. En ella se  anima a los ciudadanos a “delatar desde el anonimato a quien la incumpla”, en un vídeo en el que aparece una famosa presentadora que se reconoce abiertamente lesbiana y a una pareja del mismo sexo con un bebé. ¿Qué es lo llamativo de esta ley? Que no será el denunciante el que tendrá que demostrar que el acusado es culpable, sino que éste deberá demostrar que es inocente. Por lo tanto, desaparece la presunción de inocencia. Dice el artículo 30: “Inversión de la carga de la prueba: de acuerdo con lo establecido por las leyes procesales y reguladoras de los procedimientos administrativos, cuando la parte actora o el interesado aleguen discriminación por razón de orientación sexual, identidad de género o expresión de género y aporten indicios fundamentados de ello, corresponde a la parte demandada, o a quien se impute la situación discriminatoria, la aportación de una justificación objetiva y razonable, suficientemente probada, de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad”.
Una ley muy semejante se ha aprobado en la comunidad de Madrid (llamada “Ley de protección integral contra la LGTBIfobia”), entrando en vigencia el 11 de agosto de este año 2016. Al ritmo que llevamos y lo que se visualiza en el horizonte, este tipo de medidas se irán extendiendo al resto de la nación casi con total seguridad.
Estas leyes son totalmente contrarias a otras en Occidente respecto a cualquier otro tema. Ningún otro grupo (personas de otras étnias, discapacitados, profesantes de diversos credos, etc.) tiene el derecho y el privilegio de denunciar de tal manera que sea el demandado el que tenga que defenderse. Así que es evidente el peligro de que te acusen jurídicamente –seas profesante de una religión o completamente ateo- por expresar ante los demás que no compartes los ideales LGTBI o porque éstos se sientan ofendidos por una opinión contraria. Puede que llegue el día en que disentir conduzca a la cárcel.

¿De brazos cruzados?
Cuando leemos mensajes en Internet como “si a usted no le gusta el matrimonio gay, no se case con gays. Si a usted no le gusta el aborto, no aborte. Si a usted no le gusta las drogas, no las use. Si a usted no le gusta el sexo, no lo haga. Si a usted no le gusta la pornografía, no la vea. Si a usted no le gusta el alcohol, no lo beba. Si a usted no le gusta que violen sus derechos, simplemente, no viole los de los demás”, ¿qué nos están queriendo decir implícitamente, aparte de lo obvio? Que nos mantengamos al margen, que no nos impliquemos ni inmiscuyamos. En definitiva, que nos quedemos de brazos cruzados mientras ellos implementan su agenda, moldeando la sociedad y las leyes a su gusto. Pues no señores.
A aquellos que quieren llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo: háganlo, pero no esperen que el resto hagamos lo mismo ni apoyemos leyes al respecto. A aquellas parejas homosexuales que quieran adoptar hijos: que sepan que nosotros lucharemos hasta el infinito para que un retoño tenga un padre y una madre. A aquellos que quieren abortar libremente: manifiéstense para lograr sus objetivos mientras que nosotros haremos lo mismo por defender la vida del feto y denunciar las eliminaciones sistemáticas de los niños no deseados que se llevan a cabo en las clínicas abortistas. A aquellos que quieren consumir drogas y pornografía: que tomen conciencia de que nosotros lucharemos por erradicarlas y por educar a una juventud sana que no las consuma. A aquellos que no quieren que hablemos del amor de Dios y de la obra redentora de Cristo en la cruz, y dicho con todo mi cariño: no se preocupen, seguiremos haciéndolo.
Mientras que haya personas que no estemos de acuerdo con el puro relativismo moral que se basa en “hago lo que quiero, cuándo quiero, cómo quiero y porque quiero”, seguiremos alzando nuestras voces. ¿No dan a conocer sus reivindicaciones a través de manifestaciones y campañas? ¿No buscan que prevalezcan sus criterios por medio del activismo? ¿Es que únicamente ellos pueden manifestarse, hacer campañas y ser activistas?
Y que todo el mundo tenga esto muy presente: no lo hacemos porque nos creamos mejores personas (otra de las falacias que arrojan contra nosotros sin venir a cuento), sino porque consideramos que el orden concreto en el que creemos es el mejor para el desarrollo íntegro del individuo en todas sus facetas –conforme a su sexo biológico y atestiguado por la propia naturaleza-, como para el conjunto de la sociedad: hijos con un padre y una madre, y el hombre para la mujer y la mujer para el hombre, complementarios en todos los aspectos, incluyendo la sexualidad.

Y sin más, hasta aquí la otra cara de la moneda.