lunes, 29 de abril de 2024

Las devastadoras consecuencias de las revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: exhibicionismo, pornografía, programas de televisión y “manga” (1ª parte)

 


Aunque siempre llamo a las cosas por su nombre, hoy lo voy a hacer con mayor énfasis. Si ofendo, ofendo; no me importa lo más mínimo. Si a alguno le pica, que se rasque. Si alguno siente esto como una bofetada, que despierte de la inopia en que se encuentra. Por mi parte, espero que sean mayoría los que se den cuenta de cómo es la realidad, y la rechacen, en lugar de apoyarla o de ser parte de ella.
Sin perderme en los detalles del origen mitológico de “la caja de Pandora” y su historia, cuando alguien dice, en términos genéricos, que “se ha abierto la caja de Pandora”, la idea que quiere transmitir es que muchos males vienen en camino y va a causar incontables daños a la humanidad.

Metafóricamente, una de las veces que se abrió dicha caja fue en la década de los 60, en el siglo pasado, con la llamada revolución sexual, a la que también se llamó “liberación”, donde se empezó a cambiar todo lo referente a la “moral sexual”, la “desnudez” y las “relaciones sexuales”. Ahí comenzó buena parte de la decadencia occidental. Desde entonces, los efectos maléficos campan a sus anchas, ya no solo en Europa, sino por todo el planeta Tierra, como si fueran verdaderos demonios que se han apoderado de la mente y el corazón de las personas, sin que estas lo sepan, alimentando sus pasiones más bajas. ¿Cómo vemos, hoy en día, las consecuencias de esa “revolución”?

Exhibicionismo
Las redes sociales están llenas de mujeres que se muestran prácticamente desnudas: en ropa interior, en ropa de calle que apenas cubren nada y en trajes de baño “minimalistas”, donde se ha pasado del bañador al bikini, luego al tanga y, en pocos años, se llegará al nada-tanga. ¿Y qué decir de OnlyFans, la nueva forma de prostitución online?
Y no me refiero únicamente a las “profesionales” que viven de lo que generan en Internet, sino a infinidad de amateurs y personas “normales”. Muchas de ellas se contonean (no lo llamo bailar, porque no lo es) al son de todo tipo de canciones, con letras deleznables. Aunque no sean conscientes en el presente, el ridículo que hacen es espantoso, y cuando maduren, o el tiempo y la vejez tomen su lugar, se darán cuenta; o no, quién sabe. Se quejan de que las cosifican, cuando son ellas mismas la que lo hacen.
El problema es que, mientras tanto, son aplaudidas por hombres babosos, que incluso pagan por verlas o tener por pareja a estas mujeres. El varón que está con una así es alguien que no tiene amor propio, que no se respeta, y que ha vendido su dignidad y su alma.
Esta forma de actuar de las mujeres ya abarca a las niñas, que imitan a las mayores, con el consentimiento de sus padres en algunos casos –que se aprovechan del rédito económico que logran-, o desde la ignorancia –sin saber a qué se dedican sus retoños-, que buscan seguidores y admiradores que las llenen de autoestima con atención. Y, para lograr sus fines, posan luciendo su escasa, pero incipiente feminidad, como si estuvieran en la portada del Playboy, y tan pintorreadas que parecen muñecas y gogós.
¿Por qué “el mundo de la moda” diseña ciertas vestimentas y modelitos para adolescentes y preadolescentes? El refrán “piensa mal y acertarás”, aquí es, literalmente, aplicable. Basta con que lo pienses mínimamente.
Con los hombres, tres cuartos de lo mismo. Unos van con los calzoncillos por fuera del pantalón, otros “luciéndose” con selfies de todo tipo, especialmente aquellos que van al gimnasio, para llamar la atención sobre sus montañas de músculos, a la vez que ponen cara de estreñimiento. El patetismo que alcanzan tampoco tiene límites. ¿Y qué decir de aquellos culturistas, que se muestran en tanga con los glúteos rajados y sus pezones con ginecomastia, fruto de la química mortal que se inyectan en sus cuerpos? A la persona de la calle, al normal, les da grima todo eso.  
Tanto hombres como mujeres han perdido por completo el pudor sano, y ya no hay vergüenza alguna. Además, todos ellos terminan por convertirse en yonquis de la dopamina, a cuya dosis habitúan a sus cerebros, volviéndolos químicamente adictos. Para esto necesitan “likes” y comentarios en forma de piropos; saben que, mientras más carne enseñen, más de esto recibirán.
Está claro que hay excepciones. ¿Qué tanto por ciento? No lo sé, pero, viendo las redes sociales y “el mundo real”, la verdad es que el número de “exhibicionistas” es demencial.
Algunos, de forma burlesca, dirán: “entonces qué, ¿volvemos a vestir como en la antigüedad? ¿O prefieres que vayamos como monjas, y las niñas tapaditas hasta el cuello?”. No mi alma. De la libertad al libertinaje actual hay un margen muy amplio, y basta con encontrar el equilibrio. La modestia, la belleza y la elegancia no tienen que ir de la mano con la desvergüenza, la desnudez pública y la vulgaridad. Y el que diga que no sabe entender la diferencia, es que se está haciendo el loco. 

Pornografía y programas de televisión 
El consumo de pornografía ya se considera normal desde hace tiempo. De ser algo tabú, que era casi inaccesible, a estar disponible para cualquiera en Internet. Los estudios al respecto son escalofriantes, al mostrarnos que, por ejemplo, en España la edad media donde se comienza a visualizar está entre los nueve y los once años, donde uno de cada tres niños entre diez y catorce años visita este tipo de páginas de manera regular. Los niños estadounidenses son aún más precoces: a los seis años.  
Tanto la mujer como el hombre, son vistos como mero objetos, cuyos cuerpos se usan de forma violenta y humillante. Llevan a cabo todo tipo de prácticas enfermizas, a unos niveles que no reproducen ni las criaturas del reino animal. El acto más privado del ser humano se ha convertido en un espectáculo público. Además, distorsiona la imagen del sexo opuesto, del respeto que se le debe a toda persona, y se elimina de la ecuación la intimidad, la ternura, la confidencialidad, la fidelidad y la exclusividad.
El destrozo mental y moral que provoca esto en una mente, y más en la de un niño o adolescente, es atroz. Si esto no remueve las entrañas de cualquier ser humano y le provoca náuseas en su alma, nada lo hará.
Temor, pánico más bien, debería darle a aquellos que promueven la corrupción de niños –sea por medio de la música, los vídeos, la ropa, los “consejos” o de las actitudes, en vista a las palabras de Jesús: “Imposible es que no vengan tropiezos; mas !!ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (Lc. 17:1-2).
Por su parte, en los programas de televisión, especialmente en los de entrevistas, se narran todo tipo de asuntos personales. Si antes las intimidades se guardaban en secreto, por respecto y educación, en la actualidad es todo lo contrario: se presume de a cuántos se han llevado a la alcoba y lo que han hecho allí, mientras los espectadores, ávidos de morbo, aplauden, comentan y les ríen las gracias. Incluso, los que se mueven en el mundo de la farándula, narran lo privado de sus matrimonios o de sus exparejas. La realidad es que resulta nauseabundo, y es un ejemplo más de la degeneración moral a la que hemos llegado, donde a lo malo se le llama bueno, y a lo bueno malo.

Manga
Como saben los que han leído en mi blog la sección “cómics para reflexionar”, leo también “manga” (cómic japonés). Siendo muy selectivo, se encuentran verdaderas joyas y otras que, sin serlo, resultan muy divertidas. Pero, como en otros medios (cine o literatura), hay muchísima basura.
Dentro de todo ese estiércol, hay diversos subgéneros, que deberían catalogarse dentro de la categoría “patologías mentales”, pero que son muy populares. En ellos, se muestran, con todo lujo de detalles, a adolescentes llevando a cabo todo tipo de actos depravados o impropios de dicha edad. Y esto incluye a niños y niñas, con rostros y cuerpos infantiles. En ocasiones entre ellos, y en otras con adultos, sean universitarios o profesores. Si eso no es pedofilia, ¿entonces qué es?
En un mundo normal, la creación y publicación de este material estaría perseguido por la ley. Pero como estamos en el manicomio, y tras la revisión del Código Penal en 2015 en España, la Fiscalía General del Estado dijo que “los fiscales no acusarán por la posesión, producción y difusión de pornografía infantil en cómics o mangas”, puesto que no son considerados dibujos “realistas”. Bochornoso.
Se ha llegado a tal extremo, que se muestran a dichos niños en relaciones transexuales, de travestismo, de incesto y sadomasoquismo. Es más, las editoriales españolas ya ni se cortan un pelo a la hora de publicitarlas. ¿El nombre de una de esas editoriales? Lucifer. Y no es broma; así se llama. Se creerán graciosos, transversales, modernos, cuando, en realidad, forman parte de la corrupción sistémica que se está llevando a cabo en la mente de los jóvenes.
Esta mugre no es consumida únicamente por individuos mayores con gustos enfermizos, sino también por adolescentes. Y los padres, ignorantes en su mayoría. Otros, si son conscientes, se muestran pasivos, mirando para otro lado, como si no sucediera nada.

Continuará en Las devastadoras consecuencias de las revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: ideología de género, promiscuidad, destrucción de la familia, divorcios y abortos & explicación bíblica (2ª parte)

lunes, 22 de abril de 2024

David: Un hombre de pasión y destino

 


Quiero creer que todo cristiano posee en su biblioteca particular algunos libros del excelente escritor Charles Swindoll. Y si no, este es un buen momento para empezar. Sin duda alguna, es uno de mis autores favoritos. Tiene un don especial, ya que en cada relectura sientes que es la primera vez que lo lees, puesto que siempre te aporta algo nuevo y fresco. Recoge el estilo bíblico, en el sentido de que te muestra cómo ciertas vidas, que transcurrieron hace muchos siglos, son perfectamente aplicables al presente. Mucho de lo que vivió, sintió, pensó y experimentó David, lo podemos llegar a vivir nosotros, en su esencia.
Hace más de veinte años inició una colección dedicada a los grandes personajes bíblicos, los cuales quiero ir reseñando poco a poco para despertar el interés en aquellos que todavía no los han leído. Y hoy quiero empezar haciendo una pequeña reseña por la biografía que lleva a cabo de David, al que llama un hombre de pasión y destino.

Aprendiendo de lo malo
Cuando nos acordamos de él, suele venir a nuestra mente sus comienzos humildes como pastor de ovejas, su épica victoria ante Goliat, sus salmos, su gran reinado como rey de Israel y su caída en adulterio con Betsabé, junto a otros errores que cometió a lo largo de su vida, como su poligamia, y por la cual tuvo que pagar un precio muy alto en su último tercio de vida. En todas estas escenas se detiene el señor Swindoll de forma muy gráfica y elocuente. Pero, ante esto, que ya es consabido, personalmente me llama la atención el enfoque que hace y del cual podemos aprender muchísimo: cómo usa Dios las circunstancias negativas, la maldad de nuestro alrededor y los enemigos que nos acechan por nuestra fe, para moldear nuestro carácter. Hay cristianos que hacen el bien si se portan bien con ellos, si el medio que les rodea es positivo y agradable, pero que actúan de forma opuesta si su mundo se vuelve negro. Incluso hay personas que han abandonado al Señor porque padecieron algún tipo de mal: amigos que les traicionaron o abandonaron, el haber sufrido algún tipo de abuso espiritual, un familiar que murió de forma inesperada, una enfermedad sufrida en las propias carnes, un despido laboral, etc. Esto no debería ser así.
David, antes de ser rey, fue perseguido incansablemente para asesinarlo, tuvo que huir día tras día y esconderse en cuevas. Todo esto provocó que perdiera su esposa, su posición y hasta el respeto a sí mismo. El capítulo seis –mi favorito-, titulado Sin ninguna muleta, trata en profundidad lo citado y es una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi vida, y que es necesario que todos asimilemos para que forme parte de nosotros.

Los dos caminos
¿Cuál es el peligro principal de no poner en práctica lo dicho en esas páginas que escribe Swindoll? Vivir según nuestra propia voluntad, en lugar de la de Dios. Las consecuencias de esto tiene consecuencias eternas, que es la segunda muerte, la cual ya no tiene solución. Puede que en esta vida se logre el éxito, el reconocimiento ajeno, el trabajo de tus sueños, la novia deseada, la diversión que tanto placer le da a los sentidos, pero de cara a la eternidad, no sirve absolutamente de nada. Por eso es tan triste escuchar a un joven decir que sería feliz teniendo dinero para salir de fiesta todos los días con sus amigos. Vivir de espaldas a Dios, ciego, incapaz de doblegar el corazón y preferir ser el “dios” de su vida, en lugar de dejar que sea el Creador, es terrible.
Esto es algo que vemos en la vida de Saúl, como narra el autor: “Este hombre no tenía necesidad de morir como lo hizo, pero la verdad es que él mismo escogió su propio destino. Escogió palmo a palmo, y día tras día, entrar en componendas y vivir a la luz de la desobediencia. Y escupió en la cara de Aquel que le dio su gracia, como diciéndole: ´No te necesito. Yo viviré y moriré como me plazca`. Saúl escogió su senda carnal y por eso no debe sorprendernos el desenlace. Pero fue en verdad un sufrimiento que bien pudo haberse evitado. F. B. Meyer dice: ´Esto es lo más cruel de todo: saber que pudo haberse evitado ese sufrimiento; que es el resultado del desatino y de la contradicción; que es la cosecha de lo que uno mismo siembra; que a los buitres que se alimentan de nuestras tripas los hemos criado en nuestras propias entrañas. ¡Oh, Dios, qué dolor tan grande!`” (Pág. 139,140).
El contraste entre la vida de David –a pesar de sus grandes pecados, de los que supo arrepentirse a tiempo- y de Saúl, debería hacer reflexionar a cualquier ateo, pero también a todos los cristianos, para que nunca perdamos de vista quién debe ser el verdadero Señor de nuestras vidas, sin olvidar cuál es nuestra meta final.

Índice
Lo reseñado es una ínfima parte de todo lo que nos podemos encontrar en este libro, que recomiendo fervorosamente a todo el mundo, y no solo para leerlo una vez y dejarlo en la estantería, sino para regresar a sus páginas en distintas etapas de nuestro caminar en este mundo. Siempre encontraremos algo que no habíamos apreciado las veces anteriores.
Para no extenderme más, aquí os dejo el índice:

Dedicatoria
Introducción

1. Un hombre de Dios, según el corazón de Dios, y a la manera de Dios.

2. Un don nadie ignorado por todos.

3. Música suave para un corazón endurecido.

4. David y el enano.

5. Secuelas de la muerte de un gigante.

6. Sin ninguna muleta.

7. Sólo para los que moran en cuevas.

8. La tentación más sutil de la vida.

9. Cómo calmar a un hombre airado.

10. Días nublados... noches de oscuridad.

11. Dos muertes... un contraste.

12. Un nuevo rey, un nuevo trono, el mismo Señor.

13. David y el arca.

14. Cuando dice “No”.

15. Gracia de una tierra árida.

16. El caso de la persiana abierta.

17. ¡La confrontación!

18. Problemas en la familia.

19. Aguantando la tormenta.

20. Amigos en las malas.

21. Suficientemente grande como para perdonar.

22. Un canto de triunfo.

23. Cuando los piadosos actúan como necios.

24. El final de una era.

Conclusión.

lunes, 15 de abril de 2024

7. ¿Es la robotización el primer avance y, a la vez, peligro que se avecina?

Venimos de aquí: Los inventos tecnológicos que van a cambiar la sociedad (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/03/6-los-inventos-tecnologicos-que-van.html).

De entre todos los avances citados en el artículo anterior, tanto la robotización como la Inteligencia artificial –a pesar de que entusiasman a muchos- causan desasosiego entre algunos, considerándolos un peligro para la sociedad. Francisco González –ex Presidente del BBVA- señala que “conllevan enormes riesgos, que van desde la posibilidad de un crecimiento drástico del desempleo y la desigualdad, o de presiones insoportables sobre los sistemas de protección social, hasta amenazas catastróficas para el planeta y para la supervivencia de nuestra especie”[1]. En este escrito nos dedicaremos a analizar la primera de dichas cuestiones.

Ejemplos de robotización
Veamos varios ejemplos concretos de automatización:

- Desde 2017, una fábrica de en Japón es capaz de “fabricar” 30.000 lechugas al día; en 2022 la cifra llegó a las 500.000 unidades diarias. ¿Y la mano humano en dicho proceso? Ínfima: “Según la empresa, en su sistema ya están completamente automatizadas 4 de las 6 fases precisas para la obtención de la lechuga (solo la plantación de la semilla y el control de la germinación precisan aún de la intervención de trabajadores humanos), y están en proceso de conseguir la automatización total. Así las cosas, en unos meses la semilla será plantada, nutrida, controlada, trasplantada, recolectada y empaquetada de una forma absolutamente automática”[2].

- Amazon sigue imparable en su proceso de automatización. Como se anunciaba hace escasos días, “lleva los robots al último paso de sus almacenes e invertirá 700 millones en automatizar sus centros en Europa”[3]. Aparte, tiene en fase de pruebas el uso de drones para enviar paquetes.

- McDonald´s ha sustituido a casi todos los cajeros por pantallas, desde donde el cliente realiza directamente el pedido sin necesidad de guardar cola.

- En San Francisco (EEUU), la empresa Marble reparte comida a domicilio por medio de una flota de robots con forma de carrito de helados: se pide desde el móvil al restaurante preferido, donde el robot recoge el pedido y lo lleva hasta casa[4].

- En Lyon (Francia) y en Las Vegas (Estados Unidos), entre otras ciudades del mundo, se están probando microbuses de transporte público autónomos (sin conductor)[5].

Esto mismo va a suceder de forma progresiva e imparable en incontables áreas laborales. Con la robotización y la automatización, las empresas reducirán sus costes de producción de forma considerable, y más teniendo en cuenta que las máquinas no se cansan y realizan las tareas más rápido que los humanos. 

Los contras
En España, según el estudio 'Impacto de la robótica y la automatización en la productividad y el empleo', elaborado por José Ignacio López-Sánchez, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Complutense de Madrid[6], “la robotización de la economía tendrá un impacto positivo neto en el empleo en España, con una ganancia esperada de 672.351 empleos hasta el año 2030. Sin embargo, este saldo no esconde que habrá profesiones en las que se destruirán miles de empleos, como son las físicas o que requieren actividades manuales y las que implican habilidades cognitivas básicas. En el primer grupo se enmarcan profesiones como conductores, trabajadores de cadenas de montaje, mecánicos, canteros, techadores, electricistas, cocineros, alimentadores de máquinas, limpiadores, empaquetadores, guardias de seguridad y personal encargado del control de calidad. En estas áreas, 1,16 millones de puestos pasarán a realizarse por robots a medida que ganen terreno en el mercado laboral. El segundo grupo en el que se producirá una pérdida de casi medio millón de puestos de trabajo en unos siete años engloba actividades como la de los cajeros de los supermercados, la atención al cliente, los mecanógrafos, contables o encargados de introducir y procesar datos”[7].
Un informe de 2013 enumeraba una lista con 700 ocupaciones susceptibles de ser desempeñadas por máquinas[8].
Según un estudio de Citibank y la Universidad de Oxford, solo en EEUU corren peligro un 47% de los empleos debido a la automatización. En China, la cifra es mucho mayor: el 77%[9]. A las mismas conclusiones llega el informe elaborado por la entidad financiera Bank of America Merrill Lynch: en un plazo de 10 años, la proliferación de los robots será tal que podrían abarcar el 45% de las tareas humanas en las fábricas. Además, en un par de décadas, hasta en el 47% de las profesiones, los trabajadores humanos podrían ser sustituidos por robots e IA.  
Con este panorama, se entiende que hayan titulado el dossier The rise of robots (“El ascenso de los robots”).

Los pros
Según el mismo estudio de la Universidad Complutense de Madrid[10], “a pesar de que los robots quitarán puestos a las personas en estas áreas, lo cierto es que según los cálculos el saldo final será positivo. Pese a esta pérdida de puestos, nuevamente en España, la robotización estimulará la creación de 2,29 millones de empleos en segmentos más cualificados [...] Por ejemplo, se crearán 294.295 empleos hasta 2030 en profesiones que requieren capacidades cognitivas superiores como redactores, asistentes jurídicos, escritores, analistas financieros, contables, médicos [...] La creación de empleo ascenderá a 786.182 puestos en profesiones que requieren capacidades sociales y emocionales como representantes de ventas, agentes inmobiliarios, consejeros, trabajadores sociales, terapeutas, gerentes, ejecutivos, programadores o profesores; y habrá 1,21 millones de nuevos empleos en los oficios que implican aptitudes tecnológicas, como los asistentes administrativos, administradores de redes, desarrolladores de software, ingenieros, expertos en robótica, científicos o diseñadores de productos. [...] En Francia, el saldo positivo será de 1,56 millones de empleos; en Alemania, de 2,47 millones, y en Reino Unido, de 2,7 millones”.

Un delicado equilibrio y los problemas consecuentes
En definitiva, y tras haber visto los pros y los contras, habrá más y mejores puestos para ciertos trabajos y los que vayan surgiendo, y muchos menos para otros que irán extinguiéndose. Eso si se cumple lo predicho, porque otros estudios, como el llevado a cabo por la consultora de talento Randstad Research, en lo que respecta a la implementación de la IA, vaticina “la pérdida de cerca de 400.000 empleos netos en los próximos diez años en el mercado laboral de nuestro país. Esta cifra surge de la diferencia entre los empleos que potencialmente pueden desaparecer con la adopción de la IA por parte de las empresas (2 millones) y los que se crearán como resultado de las nuevas oportunidades económicas surgidas a raíz del uso generalizado de esta tecnología (1,61 millones)”[11].
Sea como sea –un balance positivo o negativo en el trabajo neto-, lo indudable es que, en su base, la robotización de la industria y de los servicios tiene como fin, una vez más, la mejora en la calidad de vida de las personas. De lo contrario, seguiríamos lavando a mano la ropa y, en lugar de viajar en coches y aviones, estaríamos haciéndolo en caballos, ni tampoco enviaríamos e-mails, sino cartas que tardarían semanas en llegar a su destino. Y así con mil aspectos. Esto es parte de la evolución tecnológica. Con la robótica se busca lo mismo, y no hay nada malo per se.
Bien señala de nuevo José Ignacio López-Sánchez, que “la automatización aumenta la riqueza en el país, que puede ser utilizada por los gobiernos para reducir la desigualdad mediante políticas redistributivas. En términos de desigualdad después de impuestos y transferencias, parece haber pruebas de que una mayor densidad de robots genera menores niveles de desigualdad a medio plazo. Esto podría interpretarse en el sentido de que los beneficios derivados de la automatización están siendo empleados por los gobiernos en políticas redistributivas que reducen la desigualdad”.
Algunos afirman que llegará el día donde el ser humano no tenga que trabajar o, al menos, donde se reducirá al mínimo. Esto, en teoría, llevaría a que todo el mundo podría disfrutar de mucho tiempo libre para sus intereses personales (familia, proyectos, ocio, etc.) sin necesidad de arduas tareas, puesto que todas las necesidades estarían cubiertas. Para muchos, sería una especie de sueño hecho realidad, aunque Wall-E –que ganó el Oscar a la mejor película de animación en 2008- nos mostró que, una sociedad donde se vive únicamente para el placer, no es algo saludable para el alma. Lleguemos o no algún día a estos extremos, “lo cierto es que, de forma inexorable, avanzamos hacia lo que Jeremy Rifkin (sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense) denomina la ´Sociedad de Coste Marginal Cero`, un mundo en el que el coste de la producción será tan ínfimo que se puede afirmar que prácticamente todo será gratuito”[12].
¿Cuál es entonces el problema?: “Que no vamos a llegar a dicha situación de un día para otro. [...] En un lapso de unos años, y antes de que ´todo sea gratis` se van a perder millones de puestos de trabajo por causa de la robotización de la economía, y entraremos en un peligroso periodo en el que ni habrá suficientes puestos de trabajo para todos, ni estaremos aún brindando con champán en la era del ´todo gratis` que predice Rifkin”[13].
Si las máquinas nos sustituyen, el desempleo para los no-cualificados será tan extremo que los Gobiernos tendrán que tomar medidas, hasta ahora inexploradas. Como apunta Enrique Dans, Profesor de Sistemas de Información en IE Business School. “A medida que las máquinas no solo van aprendiendo a hacer más cosas, sino que además las van haciendo cada vez mejor, mucho mejor que las personas, y a un coste más bajo, pensar que va a haber más empleo del tipo que hoy conocemos como empleo es simplemente absurdo. [...] Los perdedores serán los que ´trabajan para vivir`, aquellos que simplemente van a trabajar todos los días para llevar a cabo tareas que no les satisfacen en absoluto, pero que necesitan hacer para obtener un dinero que les resulta imprescindible. Esos trabajos, en su inmensa mayoría, desaparecerán y serán sustituidos por máquinas, siempre que haya un interés económico por hacerlos más eficientes y competitivos”[14].

¿Soluciones?
El profesor Carl Benedikt Frey explica que habrá al menos tres esferas que seguirán siendo cosa de humanos: “La creatividad, el desarrollo de nuevas ideas y artefactos; las interacciones sociales más complejas, donde las personas negocian, persuaden o gestionan equipos; y la tercera tiene que ver con la percepción y manipulación de objetos irregulares”. Pero, ¿qué hará el resto de personas que no estén incluidas dentro de esas tres esferas? ¿Qué será de aquellos que no sean programadores informáticos, ingenieros técnicos y superiores, especialistas en ciberseguridad, analistas de aplicaciones (apps), diseñadores de software, ingenieros de telecomunicaciones, expertos en redes sociales, analistas de sistemas, etc?
En esa misma línea de pensamiento iba el difunto Stephen Hawking: “La automatización de las fábricas ya ha arrasado trabajos en la manufactura tradicional, y la proliferación de la inteligencia artificial posiblemente extienda esta destrucción de trabajo a las clases medias, donde solo sobrevivirán los roles creativos y de supervisión”[15].
Oswaldo Lorenzo, profesor de Deusto Business School, deja bien claro que todo profesional tendrá que actualizarse, reinventarse y recualificarse en otros sectores: “Los que seamos capaces de cambiar sobreviviremos a la cuarta revolución industrial, el resto desaparecerá”[16]. Un vaticinio inquietante para muchos, porque no es lo mismo “cualificarse” siendo de la nueva generación –o teniendo veinte años-, cuando la robótica ya esté completamente implementada, que “recualificarse” con cuarenta o más, que suele ser la edad en que, mayormente, está actualmente copados millones y millones de puestos de trabajo.  
Algunos países, viendo lo que se les viene encima, han puesto en marcha diversos experimentos, basados en la reducción de la jornada laboral y en la renta básica universal, que “es una forma de sistema de seguridad social en la que todos los ciudadanos o residentes de un país reciben regularmente una suma de dinero sin condiciones. La recibe todo miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva”[17].
¿De dónde saldría el dinero? De los impuestos que se les cobrarían a las empresas que utilicen robots, autómatas e Inteligencia Artificial. Esto garantizaría al ciudadano atender las necesidades básicas de alimentación, sanidad, vivienda, ropa, educación y transporte. Es evidente que este plan de contingencia, u otros semejantes, tendría que ponerse en marcha antes de que la robotización y el desempleo se generalicen. De lo contrario, ya no servirá de nada el actual Panem et circenses para acallar a las masas, y el estallido social estaría más que garantizado.
El bien para la humanidad será posible, siempre y cuando se comparta y distribuya la riqueza que producirán las máquinas. Siendo esto una forma moderna y “robótica” de comunismo –sistema político que jamás ha funcionado, más allá de en las novelas de Isaac Asimov-, conociendo nuestra propia naturaleza y la historia de la humanidad pasada y presente, ¿será esto posible? ¿O es una quimera, en vista a los antecedentes? Sin duda, no es fácil, y nos esperan años apasionantes para ser testigos de los acontecimientos venideros. ¿Tendremos un futuro utópico o distópico? Ya se verá, puesto que es obvio que los detalles variarán y dependerán en gran medida de otros factores, como la situación geopolítica, posibles escenarios de guerras, crisis de cualquier tipo, situación económica, otros avances y descubrimientos tecnológicos, etc. Y, por supuesto, todo queda a expensas de la interrupción sorpresiva del acontecimiento conocido como Parusía, del cual nadie sabe el día ni la hora, solo el Padre (cf. Mt. 24:36). Puede ser mañana o dentro de varios siglos.
Si no se actúa por el bien global, nos encontraremos con el mismo tipo de sociedad descrita en el largometraje Elysium y en la serie Incorporated: ricos y pudientes, disfrutando de todo tipo de privilegios, por un lado, y clase baja, tratando de sobrevivir con pagas del Estado de turno, por el otro, sin término medio.  
El tiempo dirá qué camino transitamos, pero una revolución mundial está en marcha y no sabemos con exactitud qué va a suceder.

Continuará en ¿Es la Inteligencia artificial el segundo avance y, a la vez, peligro que se avecina?


[1] El próximo paso. La vida exponencial.

[7] Ibid.

[13] Ibid.