lunes, 26 de septiembre de 2022

Cangrejo negro: ¿desobedecer a vuestros pastores? A veces, es bíblico y necesario

 


Nos encontramos en un futuro muy cercano, donde en un país, del que nunca sabemos su nombre, se libra una terrible guerra civil. Las ciudades están destruídas y las muertes se cuentan por millones. Los supervivientes hacen lo que pueden por escapar. Sin embargo, mientras trata de huir en su vehículo junto a su hija, los disparos comienzan a resonar a su alrededor. A pesar de que ambas se esconden esperando que los militares pasen de largo, Caroline es golpeada y dejada inconsciente, mientras que su pequeña adolescente es arrastrada y llevada lejos de ella.
Así comienza la impactante película “Cangrejo negro”, basada en la novela de Jerker Virdborg. Está filmada de una manera tan realista que resulta terrorífica y descorazonadora a los ojos del espectador, donde la población es meramente carne de cañón. En ese aspecto, recuerda mucho a lo que está sucediendo en la guerra de Ucrania.
A partir de los hechos descritos, observamos que Caroline –interpretada por la actriz Noomi Rapace-, es obligada a luchar en uno de los dos bandos –no se nos explica las causas del conflicto ni quiénes son ambos-, siendo muy buena en su “trabajo” como soldado. A ella y a un pequeño grupo le encargan una misión que, según sus superiores, acabará con la guerra: tendrán que llevar a la resistencia, que se encuentra oculta en el otro lado, un maletín, sin conocer lo que hay en su interior. Nuestra protagonista señala que es una misión suicida, pero la convencen con un único argumento: su hija se encuentra en el lugar de destino. Evidentemente, su motivación cambia por completo, y estará dispuesta a hacer lo que sea necesario por reencontrarse con su hija, independientemente de lo que esté transportando, que también desconoce y no le importa. En medio de todo tipo de penalidades, de la traición, de la muerte de algunos de sus compañeros y de crueles enfrentamientos con el enemigo en un escenario helado, descubre qué contiene el maletín: un arma biológica. Todos deciden lanzarlo al fondo del mar... menos ella: su hija está por encima de todo y al precio que sea.
¿Cómo concluye todo? Para aquellos que quieran verla y no hacer más spoiler, lo omitiré. Pero sí citaré unas palabras que dice Nylund, uno de los combatientes que estaban a favor de abortar la misión: “La única forma de ser libre en esta guerra es negarse a obedecer órdenes. Negarse a hacer lo que dicen”. Y así es: hay ocasiones en la vida en las que es completamente necesario desobedecer órdenes, provengan de un militar de rango superior o de un pastor evangélico, incluso de los propios padres.
Lo que acabo de decir contradice a lo dicho en Hebreos 13:17: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. Llegados a este punto, lo fácil es dejar de leer y señalarme directamente de hereje. La cuestión es que voy a exponer bíblicamente mis argumentos, los cuales considero irrefutables, porque se basan directamente en la Palabra de Dios y no únicamente en un versículo bíblico, como hacen los que hablan de la “obediencia incondicional” que se le debe a un pastor.

La Orden Jurídica Barbarroja en las iglesias
Todos conocemos la historia de la 2ª Guerra Mundial. Alemania, comandada por el autócrata Adolf Hitler, junto a Italia y Japón, quiso cambiar el orden mundial y tomar la hegemonía del planeta, empezando por Europa. Tras vencer a casi todos sus adversarios, se lanzó contra la Unión Soviética del también dictador Stalin. Los planes de Hitler no se limitaban a vencerlos, sino a exterminarlos. Su plan era dejar a una parte de la población rusa viva, pero viviendo en suburbios y granjas apartadas, donde recibirían una educación básica para que pudieran ser útiles en determinados trabajos básicos, “sin tener derecho a asistencia sanitaria; en la depravada mente de Hitler, la salud precaria serviría como un regulador natural para evitar así el crecimiento de la población autóctona”[1]
La barbarie necesaria para llevar a cabo dicha tarea necesitaba que los soldados nazis masacraran libremente tanto al ejército ruso como a la población civil, sin tomar ni siquiera prisioneros. Al fin y al cabo, era una guerra de exterminio, para que, finalmente, solo existiera una raza sobre la faz de la Tierra: la aria. Como explica el historiador Jesús Hernández, se dictó “la Orden Jurídica Barbarroja, por la que los soldados alemanes quedaban eximidos de los crímenes que pudieran cometer en Rusia”[2].
Ninguna de las reglas establecidas en los convenios internacionales tenía ya ninguna validez para ellos. Podían hacer lo que quisieran con sus enemigos, que sus actos no tendrían ninguna consecuencia: podían fusilar a quien quisieran en el acto y matarlos en combate de cualquier manera imaginable, fueran hombres, mujeres o niños. Por eso, ante el juicio que enfrentaron tras la guerra –el conocido como los “Juicios de Núremberg”-, apelaron en su defensa a la conocida “obediencia debida”: decían que, en su “deber”, sencillamente se limitaban a cumplir órdenes, fueran las que fueran, sin pensar si eran justas o no, buenas o malvadas.
Evidentemente, algo tan extremo no llega a producirse entre las iglesias cristianas, pero el principio genérico de hacer lo que diga un pastor sí suele enseñarse sin descanso. Si no te han dicho nunca las siguientes palabras, considérate afortunado: “Tú obedécelo en todo. Si se equivoca, ya Dios le pedirá cuentas a él, pero no a ti”. Durante ocho años –al igual que muchos amigos y hermanos en la fe- creí a pies juntillas ese supuesto mandamiento. Todos los “pero” que había en mi interior, y que mi conciencia gritaba cuando no entendía algo, terminaban por aplacarse ante el recordatorio de la “obediencia debida”. Como no quería ser considerado un “rebelde”, el “corderito” –en este caso, yo- terminaba por balar. Pero, ¿cómo puedo mostrarme así de irónico? ¿Acaso no enseña la Biblia que obedezcamos siempre? Pasemos a explicar la falacia que supone ese “siempre”.

“Obediencia”: ¿cuándo y cuándo no, y a quién?
Dios mismo ha delegado una autoridad jurisdiccional en los pastores. Eso significa que está limitada a los asuntos claramente reflejados en la Biblia:

- si un pastor enseña que no nos unamos en yugo desigual, no estará enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (2 Co. 6:14).

- si un pastor enseña que no tengamos relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio, no estara enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (Gn. 2:24; 1 Co. 6:18-20).

- si un pastor enseña que no devolvamos mal por mal, no estará enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (Ro. 12:17).

- si un pastor enseña que nos guardemos de los ídolos, no estará enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (1 Jn. 5:21).

- si un pastor enseña que no nos hagamos tesoros en la tierra, no estará enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (Mt. 6:19).

 si un pastor enseña que nos vistamos con ropa decorosa, con pudor y modestia, no estará enseñando según sus propios pensamientos, sino conforme a la enseñanza divina (1 Ti. 2:9).

En todos y cada uno de esos casos –y muchos más que podríamos añadir-, tenemos la obligación de obedecer al pastor. No “porque él lo diga”, sino porque “Dios lo dice”. No hacerlo sería desobedecer directamente al Altísimo.

Limitaciones de la autoridad
Ahora bien, la jurisdicción de la que hemos hablado tiene dos matices:

1) Está limitada a las ordenanzas bíblicas. En cuestiones de la vida personal, el pastor puede ser un buen consejero al que escuchar atentamente, pero nadie tiene la obligación de seguir sus palabras, ya que, al fin y al cabo, son “sus palabras”, “sus consejos”, no “la voz de Dios”. Es el creyente el que tiene la responsabilidad final de tomar una decisión u otra en aspectos que no estén legislados por el Señor. Decirle a un cristiano: “Tienes que estudiar esta carrera”, “tienes que casarte con esta persona en concreto”, “no puedes hablar con tus padres ni ir a casa de tus familiares”, es extralimitarse en demasía, más propio de una dictadura religiosa que de una iglesia.
Como bien expresa el pastor David Johnson: “Una dirección, guía o palabra correctiva del Señor, ya sea que venga de las Escrituras o en forma de don espiritual, te la confirmará el Espíritu Santo que vive en ti. Hasta que este la confirme, no la recibas como palabra del Señor, aun si viene de un anciano o de un pastor. Lo que es más, estamos convencidos de que es incorrecto (incluso peligroso) aceptar una directriz espiritual y actuar conforme a ella porque ´uno debe ser sumiso` o porque alguna persona ´tiene la autoridad`. Al final, todos debemos estar solo de parte de Dios; Él es el único a quien debemos responder”[3].
Muchos pastores y sectas no entienden que el consejo, por muy bueno que sea, nunca es doctrina. Al ignorar esta diferencia primordial, se enojan con extrema facilidad al que “no les hace caso”, llamando oveja negra al “disidente”, al que coartan, atosigan, abroncan, marginan y tratan de convertir en una marioneta. Te dicen que en la obediencia a ellos está la libertad. Mentira. Eso es esclavitud y legalismo.
El cristiano que, por las razones que estime oportunas, decide no hacer caso al consejo extrabíblico de un pastor, ni es un rebelde ni está en tinieblas. Si yerras o aciertas en determinadas decisiones personales, será tu error o tu acierto; nada más. Eso no te asemejará a Saúl o Absalón, ni significará que hay dureza de corazón en ti, ni gaitas. Estarás ejerciendo la libertad de conciencia que Dios te otorgó al crearte.

2) No pueden contradecir en ningún aspecto la voluntad de Dios decretada en Su Palabra. Esto es igualmente aplicable en lo que respecta a la obediencia a:

- Los gobernantes. Dice Pablo: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Ro. 13:1-2). Pero si esas mismas autoridades nos “ordenan” golpear, matar, violar o torturar, nuestra obligación es desobedecer, aunque eso nos conduzca a nuestra propia muerte. Recordemos, por ejemplo, que Daniel desobedeció el edicto del rey Darío, quien prohibió la oración que no fuera dirigida a él (cf. Dn. 6:4-8). Por eso, Pedro y los apóstoles, cuando se les prohibió predicar el Evangelio, dijeron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5:29).

- Los padres. Pablo enseñó a los hijos a que obedecieran en todo a los padres porque es lo que agrada al Señor (cf. Col. 3:20). Pero supongamos que el padre le dice al hijo que tome la cartera de la madre y le robe el dinero que ella tenga, ¿acaso debería obedecer y pecar? Ni mucho menos. La máxima del texto bíblico es hacer “lo que agrada al Señor”. Aun siendo su padre, y aunque fuera el mismísimo pastor de su congregación, si obedecerle supusiera ir en contra del principio establecido en la Palabra de Dios, debería desobedecerlo. Como señala el pastor Ken Blue: “Toda apelación a la autoridad basada en la posición, el cargo, el título o la función es falsa. La única autoridad que Dios reconoce y a la que debemos someternos es a la verdad”[4].

Deseo de corazón que hayas aprendido cuándo hay que obedecer y cuándo no, y las razones para ello. No dejes que te manipulen.


[1] Hernández, Jesús. Breve historia de la 2ª Guerra Mundial. Editorial Nowtilus, pág. 90.

[2] Ibid. pág. 95.

[3] Johnson, David & VanVonderen, Jeff. El sutil poder del abuso espiritual. Vida.

[4] Blue, Ken. Cómo sanar el abuso espiritual. InterVarsity.

lunes, 12 de septiembre de 2022

El trol cristiano: burlador, desalentador profesional y juez implacable

 


Venimos de aquí: El trol ateo: ofensivo, ignorante e irritante (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/09/el-trol-ateo-ofensivo-ignorante-e.html).

En el artículo anterior vimos las características de un trol ateo y cuán normal es que los cristianos padezcamos a muchos de ellos. Jesús mismo los sufrió en sus carnes y dijo que no teníamos que sorprendernos de la persecución que habría sobre nosotros. En este segundo escrito, veremos que no es algo que afecte únicamente a los ateos, sino que, como fenómeno, también se da tristemente entre los cristianos, como he podido comprobar en demasiadas ocasiones.

El clásico ejemplo de cómo trolean
Un hermano compartió en un grupo cristiano un vídeo titulado irónicamente “¡No seas tonto! No Creas en Dios”. En el mismo se veía a una cristiana exponiendo de forma coloquial y amena los argumentos que presentan los ateos para decirnos que podemos ser felices sin Dios, mostrando todos los engaños que nos presentan: sexo, promiscuidad, aborto, borracheras, ideología de genero, etc. Y, al final del mismo, señalaba la mentira de todo esto, mostrando que solo Dios puede llenar al ser humano. El mensaje era precioso y puro como el agua cristalina. ¿Qué sucedió? Que la inmensa mayoría únicamente miró el título y no se molestó en ver el vídeo. Lo que pasó a continuación fue atroz. Entre las decenas de comentarios peyorativos y tremebundos que hubo, aquí solo dejo una ínfima muestra. Evidentemente, no citaré sus nombres para no hacer sangre. Como dije en la presentación de este escrito, mi única intención es que muchos cristianos que participan en grupos, comunidades y foros destierren para siempre de sus vida ciertas actitudes que están demasiado generalizadas. Antes de citar los comentarios, un pequeño apunte: cuando menciono a otras personas que tienen faltas de ortografía suelo corregirlas, pero en esta ocasión no lo haré y las dejaré tal cual, aunque me sangren los ojos y, en ocasiones, cueste hasta entender gramaticalmente sus expresiones. Veamos lo que estos “cristianos” le dijeron a la hermana que publicó el vídeo:

- Estúpida más idiota. El infierno te espera perra.
- Callese vieja pendeja no sabe lo que abla si creeemos no es problema suyo y por quien crees que estas con vida por el porque el es el que da la vida y la quita.
- Pobre mujer no sabe que realmente negando al creador de todo a Dios mujer blasfema tendrás que dar cuenta ante el gran Tribunal de Dios.
- Tu por ser muy inteligente te espera el infierno donde el gusano no muere te entra por la boca y te sale por los oídos atormentados de día y noche y no hay reposo excluídos de Dios.
- Callate estupida comete tus comentarios a nadien le importa.
- Dios nos dio libre alvedrio para escojer el camino que uno quiera por eso nuestro señor jesucristo dijo con la bara que midas seras medido y si ella escojio ese camino que no se queje cuando le roben la biolen o le pegen el sida porque ella escojio vivir en ese mundo porque lo que Dios nos manda no es para asemos la vida miserables si no para nuestro propio vien y lo que uno siembra eso cosecha y lla la quiero ver cuando recoja lo que sembró aver si es sierto que es muy intelijente porque asta la cara tiene de tonta.
- Mujer del demonio yo te invito a q te arrepientas y creas q el señor Jesucristo murió y resucitó para darte salvación porq te cuento el infierno es real y está preparado para jentes como tu.
- Hija del diablo arrepiéntete serpiente del infierno te espera por jente como te es que el mundo seba aperde.
- Yo no comparto necedades de una persona insensata y enferma de la mente.
- Consejos satánicos abla satanas atrabes de eya.
- De acuerdo de que ella es satanica.

Como he dicho, esto es solo una pequeña muestra. La vergüenza ajena que sentí es inenarrable. Se me vuelve a resecar la lengua releyendo estas palabras. Es como si me pegaran un puñetazo en la boca del estómago. Y quiero creer que tú mismo te sientes indignado. A mí estas personas NO ME REPRESENTAN. ¿Pero qué Biblia leen? ¿No piensan de sí mismos que conocer la Biblia de principio a fin no implica necesariamente que sus corazones hayan sido regenerados? ¿De verdad que han nacido de nuevo? ¿Qué ejemplo están dando? ¿Dónde está el fruto del Espíritu? ¿Pero en qué mente de un cristiano entra, no ya decir, sino pensar siquiera en decirle a alguien este tipo de barbaridades? ¿Usan estas expresiones cuando están delante de sus pastores? ¿Saben éstos qué escriben sus hermanos en las redes? ¿No se dan cuenta de que se puede predicar el Evangelio –mezcla de juicio, gracia y amor- sin insultar ni maldecir a nadie?
No suelo participar en las publicaciones de otras personas porque mi tiempo no es ilimitado y establezco prioridades, pero aquí, junto a otros hermanos, avisé de lo que estaba ocurriendo, con el propósito de que vieran el vídeo y pudieran rectificar los comentarios. Algunos lo hicieron –dos, creo recordar-, pero el resto ¡nada! Es más, siguieron saltando a la yugular. Con el cerebro a punto de explotarme, decidí salirme. Un hermano le dijo con toda la educación del mundo a una “hermana” que se estaba equivocando. ¿Y sabes qué le contestó ella?: “Aparte de tonto irrespetuoso sigue tu camino y tu no eres Dios hasta nunca hombre necio”.
Esto que he descrito –y que es un solo ejemplo entre cientos que podría poner- es el pan de cada día de muchos “cristianos” en las redes sociales. Muchos de ellos posiblemente son los mismos que luego acuden a setecientos cultos anuales, donde parecen flotar durante la alabanza envueltos en un trance místico. También son los mismos que, cuando alguien les dice algo o les exhorta, salen con el texto “no juzguéis y no seréis juzgados”, incapaces de ver la viga en el propio ojo, usando distintos pasajes cómo quieren y cuándo les convienen. Además, casi nunca ponen en práctica claras enseñanzas bíblicas como “no juzguéis según la apariencia, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24), “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt. 7:12), “no paguéis a nadie mal por mal” (Ro. 12:17) o “bendecid a los que os maldicen” (Lc. 6:28).

¿Hay cristianos que tienen actitudes de troles? Sí ¿Debería ser normal? No
Visto lo visto, es evidente que hay troles cristianos. En la vida real se dan menos –o al menos lo disimulan mejor-, pero en las redes sociales anidan por doquier. Y que esto acontezca es muy triste. Que sean personas que han “nacido de nuevo” o no es algo que solo Dios y ellos saben, pero lo que sí es cierto es que el sentido que poseen de compasión, de empatía y de madurez espiritual –tengan la edad que tengan-, deja mucho que desear. Basta el ejemplo de cómo saltaron muchos como auténticos vampiros cuando “cayó” el conocido Yonggi Cho (David Yonggi Cho: Hablemos claro sin hacer leña: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/02/david-yonggi-cho-hablemos-claro-sin.html).
Cuando he dicho “sobre todo en las redes sociales”, lo he hecho con intención: la inmensa mayoría de ellos no serían capaces de repetir en persona las mismas palabras que teclean, y mucho menos en el tono en el que lo hacen detrás de una pantalla de ordenador o de un teléfono móvil. Seguro que ni sus pastores saben lo que algunos de los miembros de sus congregaciones escriben, porque de lo contrario serían exhortados. Por eso, con un teclado entre los dedos, se sienten los amos del universo: fuertes y atrevidos. En persona, por norma general, se convierten en gatitos sin pezuñas que callan y se muestran “muy santos”.

Experiencias con los troles que desaparecen cuando les respondes
Pablo, entre todas las perlas y consejos de gran valor que dejó por escrito, dijo: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21). El trol, por el contrario, lo aplica de forma completamente opuesta: “examinad un poco, retened lo malo”.
Esto es algo que suelo sufrir en primera persona, como otros hermanos que se dedican a escribir y padecen las mismas penurias, por lo que decidí hace tiempo eliminar la posibilidad de comentar mis escritos en Facebook, excepto en mi blog que están moderados para no dejar colar nada ofensivo o burlesco. Lo siento por los que quisieran escribir en dicha red social y tienen buenas intenciones, pero todo tiene un límite y yo me cansé. En mi caso, lo que duele es encontrarme con individuos que juzgan y señalan “falsos errores”, absolutamente siempre por la misma razón: se han dejado guiar por el título de algún escrito sin haber leído el contenido –exactamente igual que la hermana que publicó el vídeo-, o que han leído una parte pero no el resto, sacando conclusiones precipitadas y falsas, dejándome comentarios como que “mis palabras no tienen sustento bíblico y que mi experiencia tanto investigativa como humana no es mi fuerte”, como me dijeron en La sexualidad del soltero cristiano: Introducción: http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2015/07/7-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html).
Cuando el comentario es ofensivo, no lo publico y bloqueo a dicha persona. Pero en este caso, como no llegaba a ser insultante, consideré oportuno corregirle. Como se basaba en las ganas de señalar mis supuestos errores y puntos flacos, contesté: “Como bien dice el título, es la introducción del capítulo: si quiere conocer lo que usted dice faltar (soporte espiritual, salida, consejos, etc.), tendrá que leer el resto del capítulo y otras partes del libro, puesto que abundan sobremanera. Saludos y bendiciones”.
Este anónimo solo leyó la introducción y directamente hizo su valoración. Tenía tantas prisas por mostrar todos los puntos negativos, que ni siquiera se dio cuenta de que el escrito que acababa de leer era solo la introducción, que le faltaba por analizar más de un centenar de páginas. ¿Me contestó para decir que sentía haberme juzgado tan rápido? No. Es algo muy típico.
En otra ocasión publiqué en un grupo el artículo Respondamos sinceramente: ¿deseamos justicia o venganza? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/09/respondamos-sinceramente-deseamos.html) y volvió a pasar lo mismo. Un creyente, leyendo solo el título y sin leer el artículo, me dejó este comentario totalmente personalizado (de nuevo lo copio literal y sin corregir las faltas gramaticales): “No metas sisaña si realmente sos cristianos. Sabes que tu vida está en manos del señor procura vivir como el te dice xq es por tu propio bien y no insistas a que las personas emitan un sentir de bronca xq engañoso son los deseos del corazón de el salen las mentiras omicidios adulterio. Lee más la Biblia acércate más al señor... Lee gálatas”.
Es decir, sin leer el contenido (que era un rechazo total hacia la venganza y ofrecía los principios bíblicos de la justicia), directamente pensó mal. No me concedió ni el beneficio de la duda ni la presunción de inocencia. Puso incluso en duda que yo fuera cristiano y quiso estamparme todo tipo de “consejos”: que no metiera cizaña ni montara jaleo, que leyera más la Biblia y me acercara más al Señor, etc. ¿Qué le respondí? Algo sencillo y básico: “Antes de dar consejos, hermano, sobre qué debo leer o no, lea antes mi artículo”. ¿Su respuesta? Todavía la estoy esperando.
Lo llamativo es que, cuando les contestas a estas personas para hacerles ver su error de apreciación, la inmensa mayoría desaparecen. No vuelven a escribirte, no rectifican, no reconocen que han comentado sin tener toda la información, y ni muchísimo menos se disculpan. Simplemente vuelan. Rápidos para lanzar la piedra, invisibles para arreglar el descosido. En los casi diez años que llevo escribiendo en el blog, solo he conocido a un hermano que, con el tiempo, tras hacer un comentario bastante desafortunado y mostrarle su error argumental (¿Está prohibido confrontar a la Iglesia?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/07/esta-prohibido-confrontar-la-iglesia.html), me pidió perdón en persona, lo cual le honró.

Troles que siguen “erre que erre”
Luego hay una minoría que son aquellos que te escriben –nuevamente sin haber leído la totalidad del escrito-, y a pesar de rectificarles con educación sus comentarios desacertados, no desaparecen sino que siguen insistiendo hasta llegar al sarcasmo y al ataque personal. Un ejemplo de este tipo de casos es el de una persona, teóricamente “cristiana”, de unos 50 años, que decía que mis palabras en este artículo eran de pura crítica hacia los jóvenes (La paradoja de las paradojas: “Cristianos” que no hablan de Dios con otros cristianos”: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/07/14-la-paradoja-de-las-paradojas.html). No había leído el contenido y no tenía sentido lo que decía porque, en ese escrito, –como en todos los que hago- usé la misma “técnica” que empleaba Jesús: mostrar el error y ofrecer la solución con todo el buen ánimo del mundo. Pero, según él, eso era criticar, y señalaba que lo que tenemos que hacer los cristianos es no decir nada y limitarnos a no cometer esos errores. Sin embargo, la Biblia no enseña eso y así se lo hice ver. Si así fuera, ni los pastores podrían predicar, ni los maestros enseñar, ni los escritores escribir ni el resto de cristianos podrían poner en práctica las palabras de Pablo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría [...] exhortaos los unos a los otros [...] alentaos los unos a los otros [...] animaos unos a otros y edificaos unos a otros (Colosenses 3:16; Hebreos 3:13; 1 Tesalonicenses 4:18; 5:11).
Por mucho que le explicaba todo con detalles, tergiversaba mis palabras, evadía mis respuestas e incluso cambiaba de tema. Recordemos una parte de la definición de trol que ya vimos: “En la jerga de Internet, describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema...”[1]Y así hasta que sus palabras hacía mí cambiaron de tono y se volvieran burlescas. Esperando todavía un cambio de buena fe por su parte, fui ingenuo porque pasé por alto todas las señales de alarma que gritaban en mi interior y seguí contestando a sus preguntas, incluso las personales. La realidad es que no le interesaba nada de mí, solo usar la información que le daba para menospreciarme.
Esto es lo que suele suceder, que cuando la razón se evapora, se salta al uso de la falacia ad hominem, que es cuando se desechan las palabras de una persona en función de quién es y no por sus ideas. Empezó a preguntarme con sarcasmo que qué edad tenía, que quién era yo, que cuántos años llevaba convertido, que cómo sabía lo que afirmaba, que no había aprendido nada en mi vida, que todos los cristianos somos religiosos, que no hacemos nada, que todos son calienta bancos, etc. Ahí se acabó todo: le dije que esperaba que no le hablara a los incrédulos como había hablado a mí, le deseé bendiciones en el Señor y que todo le fuera bien. Sin dejar pasar ni dos minutos, me volvió a contestar nuevamente sin sentido alguno, por lo que ya no me quedó más remedio que bloquearlo y acabar con dicha locura.
Juzgo su comportamiento pero no a la persona porque no sé si su actitud se debía a malas experiencias eclesiales –esa fue la impresión que tuve, ya que pensaba mal de todos los cristianos-, si había amargura en su corazón contra “algo” y lo pagó con el que pasaba por allí, si tenía problemas personales, si sus prejuicios le cegaban o qué le sucedía realmente. Solo él lo sabe. Nada me apasiona más que hablar de Dios, pero era imposible mantener una conversación razonada. Una pena.
Quizá se sintió bien y pensó que “venció” y que yo “hui”. Nada más lejos de la realidad, por una sencilla razón: nadie tiene que ser el saco de boxeo de otra persona. Jesús soportó todo tipo de insultos y muchas veces contestaba –como cuando le dijeron que hacía los milagros con el poder del diablo- pero, llegado un punto, Él mismo se iba del lugar porque sus oyentes no entraban en razón: la ira y los prejuicios contravenían la lógica. Por eso, el sentir que experimento ante este tipo de situaciones con alguien que se supone “hermano” es de profunda tristeza.
He puesto varios casos aunque podría contar muchos más. Pero basta con esta muestra. Es triste encontrarse con personas que son desalentadores profesionales y jueces implacables. En lugar de animar, desaniman. En lugar de corregir con amor, se burlan. En lugar de dialogar con afecto, sacan su rabia acumulada. En lugar de aceptar una rectificación, atacan como lobos.

¿Qué deben aprender los troleadores?
Aunque quizá no lleguen a la categoría absoluta de troles, sí es cierto que estos creyentes son sumamente prestos a la hora de juzgar y son desalentadores profesionales. Si eres uno de estos, ¿qué tienes que hacer a partir de ahora? O seguir igual y seguir autojustificándote de mil maneras distintas, o aplicarte textos que, hasta el día de hoy, no forman parte de tu sentir ni de tu vocabulario espiritual, como “animaos unos a otros, y edificaos unos a otros” (1 Ts. 5:11), “sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” o “juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24).
Más contundente que fue Pablo no se puede ser: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Co. 13:3).
Aunque puedas decir en tu defensa que tienes buenas intenciones, que es cierto que te expresas a veces de forma un tanto brusca, o que tienes un sentido del humor tan especial que solo tú entiendes, si no transmites amor en tus palabras, si desalientas, si eres de escándalo, de tropiezo o de mal testimonio, nada de lo que hagas o digas tiene validez. Es hora de cambiar sí o sí.

lunes, 5 de septiembre de 2022

El trol ateo: ofensivo, ignorante e irritante

 


La definición de trol
Por si alguien no sabe qué es un trol, “en la jerga de Internet, describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como pueden ser un foro de discusiónsala de chat, comentarios de blog, o similar, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión) o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. El trol puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás”[1].
Esto suele darse entre personas con una moral libertina, a los cuales no les importa si ofenden con sus palabras al resto de lectores. Experimentan bienestar, placer mental, sintiéndose importantes molestando a los demás y llevando la contraria per se. Buscan atención y reconocimiento. Muchos de ellos carecen de una sana autoestima y no tienen excesivamente desarrollado el sentido de la empatía. Como se sienten intocables detrás de la pantalla de un ordenador, directamente se desinhiben y escriben todo aquello que cara a cara no se atreverían a decir porque saben las reacciones y las consecuencias que conllevaría, incluso de índole físico, como el sufrir posibles agresiones.
También están aquellos que no se identifican a sí mismos como troles y que no son maleducados, pero sus palabras tienen las mismas intenciones: confrontar con temas que desconocen, ofreciendo opiniones sin tener conocimientos profundos del asunto del que están hablando.
Por el contrario, no es un trol el que discrepa educadamente y expone sus argumentos con riqueza intelectual y buenos razonamientos, sino el que dispara de forma hostil, irónica o burlesca a todo el que tiene una opinión distinta a la suya. En muchos casos ni se molestan en leer las opiniones contrarias.

El clásico ejemplo de cómo trolean
Por mentar un ejemplo que ya vimos en uno de mis escritos, el de una chica lesbiana que dejó este comentario: “Los cristianos y la iglesia es la raza más tóxica del mundo”. Si es un trol por norma general o es algo puntual, no lo sé, pero analicemos cómo trolea con dicho mensaje:

1) Participa de un foro cristiano cuando ella ni lo es ni tiene intención de serlo, y más sabiendo qué pensamos sobre la ética sexual, la cual es muy contraria a la suya.

2) No expone ningún argumento. Se limita a descalificar y punto. Puede que pensara que nos iba a perturbar, algo que no logró.

3) No dejó abierta ninguna puerta a un debate sano. Lanza su mensaje incendiario y provocativo, y adiós muy buenas, o quizá esperaba a que le contestásemos airadamente para así dejarnos en evidencia, algo que nadie hizo sabiamente viendo en qué términos se manifestaba y sus propósitos.

4) Encasilla a un colectivo –los cristianos- como si todos fueran iguales, por lo que posiblemente solo conoce la religiosidad de personas cercanas.

5) Con total seguridad desconoce que la Iglesia únicamente está formada por las personas que han nacido de nuevo y no por todo los que se hacen llamar cristianos.

6) Nos califica como lo peor del mundo, lo cual implica que, para ella, somos peores que el fascismo, el nazismo, el comunismo, las dictaduras, el terrorismo, el aborto, la violencia de género, el maltrato animal, la destrucción de la naturaleza por la mano del hombre, etc.

En unas pocas palabras lleva a cabo lo que, en términos legales, podría considerarse “violencia religiosa”. En definitiva: un troleo en toda regla.
También, de vez en cuando, suelo encontrarme con los clásicos burladores que me envían comentarios al blog y que no publico. Aquí una muestra de uno que se hace llamar así mismo “mesías” y que me mandó estas líneas al artículo Las abismales diferencias entre Jesús y Superman (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/04/las-abismales-diferencias-entre-jesus-y.html): “El caso es que Jesús se afectó bastante y absurdamente, cuando salió la primera película, y comics de Superman ya que Jesús en su vida terrenal, y luego durante su reinado en el cielo había llevado la capa siempre sobre la espalda. Cuándo esto aconteció cambió el uso de la capa, llevándola entonces sobre el pecho. Fue esto que lo acomplejó, y causó el cambio. Así que hubo influencia, pero más efectivamente de parte del personaje de Superman sobre Jesús. Lo supe porque Jehová mismo me lo reveló”. Penoso. Sinceramente, es pena lo que se siente por una persona así. Espiritualmente muerto y regodeándose en ello sin saberlo. Aparte de que tiene que tener una vida muy vacía para perder el tiempo escribiendo sandeces como estas.
Nadie debería asustarse de que existan millones de troles en Internet. Ya dijo Pablo hace 2000 años que en los postreros tiempos habría hombres soberbios, blasfemos, implacables y calumniadores (cf. 2 Ti. 3), y Pedro se refirió a ellos como “burladores” (2 P. 3:3). Los troles, que son todo esto y más, al trolear solo manifiestan lo que hay en sus corazones.

El ateo cristiano
Hay otro tipo de personas que pululan por las redes sociales y son aquellas a las que denomino ateos cristianos. Está formado por aquellos que se hacen llamar cristianos pero al leerlos se comprueba de forma sencilla que no lo son. Sus respuestas son humanistas, religiosas, antibíblicas y contrarias a las reveladas por Dios en su Palabra. Como más de una vez he dejado bien claro, no es que yo sea infalible; ni mucho menos. Es más, soy el primer interesado en que me corrijan si estoy equivocado, pero hay temas básicos que no se pueden refutar, digan lo que digan otros; por ejemplo, el yugo desigual, que clarísimamente y a lo largo y ancho de las Escrituras se señala como ajena a la voluntad de Dios. Y como este, muchos otros temas.
A estos individuos, llenos de prejuicios e ideas propias, cuando les respondo con la Biblia –la única norma de fe y norma para los cristianos genuinos- te acusan de obsesionado o de fanático. Puesto que no desean rectificar ni aprender, no tiene sentido seguirles el juego del que te quieren hacer partícipe, así que, según la ocasión, sigo el doble consejo de Proverbios 26:4-5: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión”.

¿Qué actitud tomar ante los troles en general?

Ante este tipo de personas se pueden tomar dos actitudes:

1) Responder. En uno de los primeros artículos que publiqué en el blog denuncié de forma contundente el aborto como un acto atroz. Y si eres un habitual por estos lares, seguro que recuerdas que una proabortista me contestó y me puso “de vuelta y media”. A pesar de todos los insultos que me dedicó, decidí responder porque expuso una serie de argumentos tan manidos que había que desmontar, por lo que escribí una contraréplica desmontando una por una sus ideas (Respuesta a un anónimo a favor del aborto: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/10/respuesta-un-anonimo-favor-del-aborto.html).

2) Ignorarlo, o como se dice en la jerga de Internet: “no dar de comer al trol”. Esto se puede hacer bloqueándolo, eliminándolo de los contactos o borrando sus mensajes. Así no podrá ni un segundo más seguir “jugando” ni dejarás que te haga partícipe del mismo. Si quiere aprender, escuchar y preguntar interesadamente, se le responde con toda la atención y humildad del mundo. Si viene a molestar, a insultar, a irritar o a reírse, no. Hay otras muchísimas personas que quieren ser bendecidas y que merecen nuestro esfuerzo. Además, el tiempo es oro como para perderlo. Si tú decides a quién invitar a comer y si quieres comer con una persona, ¿por qué tendrías que hacerlo con alguien que quiere humillarte?

Ya dije en otra ocasión que, tanto en la vida real como digital, me he topado con personas que han cambiado su actitud hacia mí cuando han conocido mis creencias bíblicas sobre la sexualidad, el consumo masivo de alcohol, la forma de vestir, la ideología de género, el aborto, etc. De ser amables y cariñosos, a secos y cortantes. De hablarme a no hacerlo, o solo lo necesario y si es obligatorio. En las redes sociales me han borrado antiguos compañeros de trabajo por lo mismo. Pero es normal: quien no quiere saber nada de Dios y prefiere vivir según sus propios pensamientos, no quiere oír hablar a alguien que le lleva la contraria. Con los religiosos, como tienen por norma de conducta sus propios pensamientos y tradiciones, pues termina por suceder lo mismo. Uno llegó a decirme una vez que no me leía porque solo escribía de moral. ¿Y qué quiere, que escriba de videojuegos? También conozco personas que, sin ser cristianas y sabiendo mi pensar, me tienen en alta estima y no han cambiado ni un ápice respecto a mí, estemos de acuerdo en algunos temas o no.
Todo esto es parte del precio a pagar por ser cristiano y, si vives como tal, seguro que te ha pasado en alguna ocasión. Aunque como ser humano duela en ocasiones, no debería importarte, pero de de ahí a aceptar libremente a los troles en las redes sociales hay un trecho enorme.

Continuará en El trol cristiano: burlador, desalentador profesional y juez implacable.