lunes, 12 de septiembre de 2022

El trol cristiano: burlador, desalentador profesional y juez implacable

 


Venimos de aquí: El trol ateo: ofensivo, ignorante e irritante (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/09/el-trol-ateo-ofensivo-ignorante-e.html).

En el artículo anterior vimos las características de un trol ateo y cuán normal es que los cristianos padezcamos a muchos de ellos. Jesús mismo los sufrió en sus carnes y dijo que no teníamos que sorprendernos de la persecución que habría sobre nosotros. En este segundo escrito, veremos que no es algo que afecte únicamente a los ateos, sino que, como fenómeno, también se da tristemente entre los cristianos, como he podido comprobar en demasiadas ocasiones.

El clásico ejemplo de cómo trolean
Un hermano compartió en un grupo cristiano un vídeo titulado irónicamente “¡No seas tonto! No Creas en Dios”. En el mismo se veía a una cristiana exponiendo de forma coloquial y amena los argumentos que presentan los ateos para decirnos que podemos ser felices sin Dios, mostrando todos los engaños que nos presentan: sexo, promiscuidad, aborto, borracheras, ideología de genero, etc. Y, al final del mismo, señalaba la mentira de todo esto, mostrando que solo Dios puede llenar al ser humano. El mensaje era precioso y puro como el agua cristalina. ¿Qué sucedió? Que la inmensa mayoría únicamente miró el título y no se molestó en ver el vídeo. Lo que pasó a continuación fue atroz. Entre las decenas de comentarios peyorativos y tremebundos que hubo, aquí solo dejo una ínfima muestra. Evidentemente, no citaré sus nombres para no hacer sangre. Como dije en la presentación de este escrito, mi única intención es que muchos cristianos que participan en grupos, comunidades y foros destierren para siempre de sus vida ciertas actitudes que están demasiado generalizadas. Antes de citar los comentarios, un pequeño apunte: cuando menciono a otras personas que tienen faltas de ortografía suelo corregirlas, pero en esta ocasión no lo haré y las dejaré tal cual, aunque me sangren los ojos y, en ocasiones, cueste hasta entender gramaticalmente sus expresiones. Veamos lo que estos “cristianos” le dijeron a la hermana que publicó el vídeo:

- Estúpida más idiota. El infierno te espera perra.
- Callese vieja pendeja no sabe lo que abla si creeemos no es problema suyo y por quien crees que estas con vida por el porque el es el que da la vida y la quita.
- Pobre mujer no sabe que realmente negando al creador de todo a Dios mujer blasfema tendrás que dar cuenta ante el gran Tribunal de Dios.
- Tu por ser muy inteligente te espera el infierno donde el gusano no muere te entra por la boca y te sale por los oídos atormentados de día y noche y no hay reposo excluídos de Dios.
- Callate estupida comete tus comentarios a nadien le importa.
- Dios nos dio libre alvedrio para escojer el camino que uno quiera por eso nuestro señor jesucristo dijo con la bara que midas seras medido y si ella escojio ese camino que no se queje cuando le roben la biolen o le pegen el sida porque ella escojio vivir en ese mundo porque lo que Dios nos manda no es para asemos la vida miserables si no para nuestro propio vien y lo que uno siembra eso cosecha y lla la quiero ver cuando recoja lo que sembró aver si es sierto que es muy intelijente porque asta la cara tiene de tonta.
- Mujer del demonio yo te invito a q te arrepientas y creas q el señor Jesucristo murió y resucitó para darte salvación porq te cuento el infierno es real y está preparado para jentes como tu.
- Hija del diablo arrepiéntete serpiente del infierno te espera por jente como te es que el mundo seba aperde.
- Yo no comparto necedades de una persona insensata y enferma de la mente.
- Consejos satánicos abla satanas atrabes de eya.
- De acuerdo de que ella es satanica.

Como he dicho, esto es solo una pequeña muestra. La vergüenza ajena que sentí es inenarrable. Se me vuelve a resecar la lengua releyendo estas palabras. Es como si me pegaran un puñetazo en la boca del estómago. Y quiero creer que tú mismo te sientes indignado. A mí estas personas NO ME REPRESENTAN. ¿Pero qué Biblia leen? ¿No piensan de sí mismos que conocer la Biblia de principio a fin no implica necesariamente que sus corazones hayan sido regenerados? ¿De verdad que han nacido de nuevo? ¿Qué ejemplo están dando? ¿Dónde está el fruto del Espíritu? ¿Pero en qué mente de un cristiano entra, no ya decir, sino pensar siquiera en decirle a alguien este tipo de barbaridades? ¿Usan estas expresiones cuando están delante de sus pastores? ¿Saben éstos qué escriben sus hermanos en las redes? ¿No se dan cuenta de que se puede predicar el Evangelio –mezcla de juicio, gracia y amor- sin insultar ni maldecir a nadie?
No suelo participar en las publicaciones de otras personas porque mi tiempo no es ilimitado y establezco prioridades, pero aquí, junto a otros hermanos, avisé de lo que estaba ocurriendo, con el propósito de que vieran el vídeo y pudieran rectificar los comentarios. Algunos lo hicieron –dos, creo recordar-, pero el resto ¡nada! Es más, siguieron saltando a la yugular. Con el cerebro a punto de explotarme, decidí salirme. Un hermano le dijo con toda la educación del mundo a una “hermana” que se estaba equivocando. ¿Y sabes qué le contestó ella?: “Aparte de tonto irrespetuoso sigue tu camino y tu no eres Dios hasta nunca hombre necio”.
Esto que he descrito –y que es un solo ejemplo entre cientos que podría poner- es el pan de cada día de muchos “cristianos” en las redes sociales. Muchos de ellos posiblemente son los mismos que luego acuden a setecientos cultos anuales, donde parecen flotar durante la alabanza envueltos en un trance místico. También son los mismos que, cuando alguien les dice algo o les exhorta, salen con el texto “no juzguéis y no seréis juzgados”, incapaces de ver la viga en el propio ojo, usando distintos pasajes cómo quieren y cuándo les convienen. Además, casi nunca ponen en práctica claras enseñanzas bíblicas como “no juzguéis según la apariencia, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24), “todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mt. 7:12), “no paguéis a nadie mal por mal” (Ro. 12:17) o “bendecid a los que os maldicen” (Lc. 6:28).

¿Hay cristianos que tienen actitudes de troles? Sí ¿Debería ser normal? No
Visto lo visto, es evidente que hay troles cristianos. En la vida real se dan menos –o al menos lo disimulan mejor-, pero en las redes sociales anidan por doquier. Y que esto acontezca es muy triste. Que sean personas que han “nacido de nuevo” o no es algo que solo Dios y ellos saben, pero lo que sí es cierto es que el sentido que poseen de compasión, de empatía y de madurez espiritual –tengan la edad que tengan-, deja mucho que desear. Basta el ejemplo de cómo saltaron muchos como auténticos vampiros cuando “cayó” el conocido Yonggi Cho (David Yonggi Cho: Hablemos claro sin hacer leña: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/02/david-yonggi-cho-hablemos-claro-sin.html).
Cuando he dicho “sobre todo en las redes sociales”, lo he hecho con intención: la inmensa mayoría de ellos no serían capaces de repetir en persona las mismas palabras que teclean, y mucho menos en el tono en el que lo hacen detrás de una pantalla de ordenador o de un teléfono móvil. Seguro que ni sus pastores saben lo que algunos de los miembros de sus congregaciones escriben, porque de lo contrario serían exhortados. Por eso, con un teclado entre los dedos, se sienten los amos del universo: fuertes y atrevidos. En persona, por norma general, se convierten en gatitos sin pezuñas que callan y se muestran “muy santos”.

Experiencias con los troles que desaparecen cuando les respondes
Pablo, entre todas las perlas y consejos de gran valor que dejó por escrito, dijo: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21). El trol, por el contrario, lo aplica de forma completamente opuesta: “examinad un poco, retened lo malo”.
Esto es algo que suelo sufrir en primera persona, como otros hermanos que se dedican a escribir y padecen las mismas penurias, por lo que decidí hace tiempo eliminar la posibilidad de comentar mis escritos en Facebook, excepto en mi blog que están moderados para no dejar colar nada ofensivo o burlesco. Lo siento por los que quisieran escribir en dicha red social y tienen buenas intenciones, pero todo tiene un límite y yo me cansé. En mi caso, lo que duele es encontrarme con individuos que juzgan y señalan “falsos errores”, absolutamente siempre por la misma razón: se han dejado guiar por el título de algún escrito sin haber leído el contenido –exactamente igual que la hermana que publicó el vídeo-, o que han leído una parte pero no el resto, sacando conclusiones precipitadas y falsas, dejándome comentarios como que “mis palabras no tienen sustento bíblico y que mi experiencia tanto investigativa como humana no es mi fuerte”, como me dijeron en La sexualidad del soltero cristiano: Introducción: http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2015/07/7-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html).
Cuando el comentario es ofensivo, no lo publico y bloqueo a dicha persona. Pero en este caso, como no llegaba a ser insultante, consideré oportuno corregirle. Como se basaba en las ganas de señalar mis supuestos errores y puntos flacos, contesté: “Como bien dice el título, es la introducción del capítulo: si quiere conocer lo que usted dice faltar (soporte espiritual, salida, consejos, etc.), tendrá que leer el resto del capítulo y otras partes del libro, puesto que abundan sobremanera. Saludos y bendiciones”.
Este anónimo solo leyó la introducción y directamente hizo su valoración. Tenía tantas prisas por mostrar todos los puntos negativos, que ni siquiera se dio cuenta de que el escrito que acababa de leer era solo la introducción, que le faltaba por analizar más de un centenar de páginas. ¿Me contestó para decir que sentía haberme juzgado tan rápido? No. Es algo muy típico.
En otra ocasión publiqué en un grupo el artículo Respondamos sinceramente: ¿deseamos justicia o venganza? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/09/respondamos-sinceramente-deseamos.html) y volvió a pasar lo mismo. Un creyente, leyendo solo el título y sin leer el artículo, me dejó este comentario totalmente personalizado (de nuevo lo copio literal y sin corregir las faltas gramaticales): “No metas sisaña si realmente sos cristianos. Sabes que tu vida está en manos del señor procura vivir como el te dice xq es por tu propio bien y no insistas a que las personas emitan un sentir de bronca xq engañoso son los deseos del corazón de el salen las mentiras omicidios adulterio. Lee más la Biblia acércate más al señor... Lee gálatas”.
Es decir, sin leer el contenido (que era un rechazo total hacia la venganza y ofrecía los principios bíblicos de la justicia), directamente pensó mal. No me concedió ni el beneficio de la duda ni la presunción de inocencia. Puso incluso en duda que yo fuera cristiano y quiso estamparme todo tipo de “consejos”: que no metiera cizaña ni montara jaleo, que leyera más la Biblia y me acercara más al Señor, etc. ¿Qué le respondí? Algo sencillo y básico: “Antes de dar consejos, hermano, sobre qué debo leer o no, lea antes mi artículo”. ¿Su respuesta? Todavía la estoy esperando.
Lo llamativo es que, cuando les contestas a estas personas para hacerles ver su error de apreciación, la inmensa mayoría desaparecen. No vuelven a escribirte, no rectifican, no reconocen que han comentado sin tener toda la información, y ni muchísimo menos se disculpan. Simplemente vuelan. Rápidos para lanzar la piedra, invisibles para arreglar el descosido. En los casi diez años que llevo escribiendo en el blog, solo he conocido a un hermano que, con el tiempo, tras hacer un comentario bastante desafortunado y mostrarle su error argumental (¿Está prohibido confrontar a la Iglesia?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/07/esta-prohibido-confrontar-la-iglesia.html), me pidió perdón en persona, lo cual le honró.

Troles que siguen “erre que erre”
Luego hay una minoría que son aquellos que te escriben –nuevamente sin haber leído la totalidad del escrito-, y a pesar de rectificarles con educación sus comentarios desacertados, no desaparecen sino que siguen insistiendo hasta llegar al sarcasmo y al ataque personal. Un ejemplo de este tipo de casos es el de una persona, teóricamente “cristiana”, de unos 50 años, que decía que mis palabras en este artículo eran de pura crítica hacia los jóvenes (La paradoja de las paradojas: “Cristianos” que no hablan de Dios con otros cristianos”: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/07/14-la-paradoja-de-las-paradojas.html). No había leído el contenido y no tenía sentido lo que decía porque, en ese escrito, –como en todos los que hago- usé la misma “técnica” que empleaba Jesús: mostrar el error y ofrecer la solución con todo el buen ánimo del mundo. Pero, según él, eso era criticar, y señalaba que lo que tenemos que hacer los cristianos es no decir nada y limitarnos a no cometer esos errores. Sin embargo, la Biblia no enseña eso y así se lo hice ver. Si así fuera, ni los pastores podrían predicar, ni los maestros enseñar, ni los escritores escribir ni el resto de cristianos podrían poner en práctica las palabras de Pablo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría [...] exhortaos los unos a los otros [...] alentaos los unos a los otros [...] animaos unos a otros y edificaos unos a otros (Colosenses 3:16; Hebreos 3:13; 1 Tesalonicenses 4:18; 5:11).
Por mucho que le explicaba todo con detalles, tergiversaba mis palabras, evadía mis respuestas e incluso cambiaba de tema. Recordemos una parte de la definición de trol que ya vimos: “En la jerga de Internet, describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema...”[1]Y así hasta que sus palabras hacía mí cambiaron de tono y se volvieran burlescas. Esperando todavía un cambio de buena fe por su parte, fui ingenuo porque pasé por alto todas las señales de alarma que gritaban en mi interior y seguí contestando a sus preguntas, incluso las personales. La realidad es que no le interesaba nada de mí, solo usar la información que le daba para menospreciarme.
Esto es lo que suele suceder, que cuando la razón se evapora, se salta al uso de la falacia ad hominem, que es cuando se desechan las palabras de una persona en función de quién es y no por sus ideas. Empezó a preguntarme con sarcasmo que qué edad tenía, que quién era yo, que cuántos años llevaba convertido, que cómo sabía lo que afirmaba, que no había aprendido nada en mi vida, que todos los cristianos somos religiosos, que no hacemos nada, que todos son calienta bancos, etc. Ahí se acabó todo: le dije que esperaba que no le hablara a los incrédulos como había hablado a mí, le deseé bendiciones en el Señor y que todo le fuera bien. Sin dejar pasar ni dos minutos, me volvió a contestar nuevamente sin sentido alguno, por lo que ya no me quedó más remedio que bloquearlo y acabar con dicha locura.
Juzgo su comportamiento pero no a la persona porque no sé si su actitud se debía a malas experiencias eclesiales –esa fue la impresión que tuve, ya que pensaba mal de todos los cristianos-, si había amargura en su corazón contra “algo” y lo pagó con el que pasaba por allí, si tenía problemas personales, si sus prejuicios le cegaban o qué le sucedía realmente. Solo él lo sabe. Nada me apasiona más que hablar de Dios, pero era imposible mantener una conversación razonada. Una pena.
Quizá se sintió bien y pensó que “venció” y que yo “hui”. Nada más lejos de la realidad, por una sencilla razón: nadie tiene que ser el saco de boxeo de otra persona. Jesús soportó todo tipo de insultos y muchas veces contestaba –como cuando le dijeron que hacía los milagros con el poder del diablo- pero, llegado un punto, Él mismo se iba del lugar porque sus oyentes no entraban en razón: la ira y los prejuicios contravenían la lógica. Por eso, el sentir que experimento ante este tipo de situaciones con alguien que se supone “hermano” es de profunda tristeza.
He puesto varios casos aunque podría contar muchos más. Pero basta con esta muestra. Es triste encontrarse con personas que son desalentadores profesionales y jueces implacables. En lugar de animar, desaniman. En lugar de corregir con amor, se burlan. En lugar de dialogar con afecto, sacan su rabia acumulada. En lugar de aceptar una rectificación, atacan como lobos.

¿Qué deben aprender los troleadores?
Aunque quizá no lleguen a la categoría absoluta de troles, sí es cierto que estos creyentes son sumamente prestos a la hora de juzgar y son desalentadores profesionales. Si eres uno de estos, ¿qué tienes que hacer a partir de ahora? O seguir igual y seguir autojustificándote de mil maneras distintas, o aplicarte textos que, hasta el día de hoy, no forman parte de tu sentir ni de tu vocabulario espiritual, como “animaos unos a otros, y edificaos unos a otros” (1 Ts. 5:11), “sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” o “juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24).
Más contundente que fue Pablo no se puede ser: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Co. 13:3).
Aunque puedas decir en tu defensa que tienes buenas intenciones, que es cierto que te expresas a veces de forma un tanto brusca, o que tienes un sentido del humor tan especial que solo tú entiendes, si no transmites amor en tus palabras, si desalientas, si eres de escándalo, de tropiezo o de mal testimonio, nada de lo que hagas o digas tiene validez. Es hora de cambiar sí o sí.

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