Venimos de aquí: El trol ateo: ofensivo, ignorante e irritante (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/09/el-trol-ateo-ofensivo-ignorante-e.html).
En el artículo
anterior vimos las características de un trol
ateo y cuán normal es que los cristianos padezcamos a muchos de ellos. Jesús
mismo los sufrió en sus carnes y dijo que no teníamos que sorprendernos de la
persecución que habría sobre nosotros. En este segundo escrito, veremos que no
es algo que afecte únicamente a los ateos, sino que, como fenómeno, también se
da tristemente entre los cristianos, como he podido comprobar en demasiadas
ocasiones.
El clásico ejemplo de cómo trolean
Un hermano compartió
en un grupo cristiano un vídeo titulado irónicamente “¡No seas tonto! No Creas
en Dios”. En el mismo se veía a una cristiana exponiendo de forma coloquial y
amena los argumentos que presentan los ateos para decirnos que podemos ser
felices sin Dios, mostrando todos los engaños que nos presentan: sexo,
promiscuidad, aborto, borracheras, ideología de genero, etc. Y, al final del
mismo, señalaba la mentira de todo esto, mostrando que solo Dios puede llenar
al ser humano. El mensaje era precioso y puro como el agua cristalina. ¿Qué
sucedió? Que la inmensa mayoría únicamente miró el título y no se molestó en
ver el vídeo. Lo que pasó a continuación fue atroz. Entre las decenas de
comentarios peyorativos y tremebundos que hubo, aquí solo dejo una ínfima
muestra. Evidentemente, no citaré sus nombres para no hacer sangre. Como dije
en la presentación de este escrito, mi única intención es que muchos cristianos
que participan en grupos, comunidades y foros destierren para siempre de sus
vida ciertas actitudes que están demasiado generalizadas. Antes de citar los comentarios,
un pequeño apunte: cuando menciono a otras personas que tienen faltas de
ortografía suelo corregirlas, pero en esta ocasión no lo haré y las dejaré tal
cual, aunque me sangren los ojos y, en ocasiones, cueste hasta entender
gramaticalmente sus expresiones. Veamos lo que estos “cristianos” le dijeron a
la hermana que publicó el vídeo:
- Estúpida más
idiota. El infierno te espera perra.
- Callese vieja
pendeja no sabe lo que abla si creeemos no es problema suyo y por quien crees
que estas con vida por el porque el es el que da la vida y la quita.
- Pobre mujer no sabe
que realmente negando al creador de todo a Dios mujer blasfema tendrás que dar
cuenta ante el gran Tribunal de Dios.
- Tu por ser muy
inteligente te espera el infierno donde el gusano no muere te entra por la boca
y te sale por los oídos atormentados de día y noche y no hay reposo excluídos
de Dios.
- Callate estupida
comete tus comentarios a nadien le importa.
- Dios nos dio libre
alvedrio para escojer el camino que uno quiera por eso nuestro señor jesucristo
dijo con la bara que midas seras medido y si ella escojio ese camino que no se
queje cuando le roben la biolen o le pegen el sida porque ella escojio vivir en
ese mundo porque lo que Dios nos manda no es para asemos la vida miserables si
no para nuestro propio vien y lo que uno siembra eso cosecha y lla la quiero
ver cuando recoja lo que sembró aver si es sierto que es muy intelijente porque
asta la cara tiene de tonta.
- Mujer del demonio
yo te invito a q te arrepientas y creas q el señor Jesucristo murió y resucitó
para darte salvación porq te cuento el infierno es real y está preparado para
jentes como tu.
- Hija del diablo
arrepiéntete serpiente del infierno te espera por jente como te es que el mundo
seba aperde.
- Yo no comparto
necedades de una persona insensata y enferma de la mente.
- Consejos satánicos
abla satanas atrabes de eya.
- De acuerdo de que
ella es satanica.
Como he dicho, esto
es solo una pequeña muestra. La vergüenza ajena que sentí es inenarrable. Se me
vuelve a resecar la lengua releyendo estas palabras. Es como si me pegaran un
puñetazo en la boca del estómago. Y quiero creer que tú mismo te sientes
indignado. A mí estas personas NO ME REPRESENTAN. ¿Pero qué Biblia leen? ¿No
piensan de sí mismos que conocer la Biblia de principio a fin no implica
necesariamente que sus corazones hayan sido regenerados? ¿De verdad que han
nacido de nuevo? ¿Qué ejemplo están dando? ¿Dónde está el fruto del Espíritu?
¿Pero en qué mente de un cristiano entra, no ya decir, sino pensar siquiera en
decirle a alguien este tipo de barbaridades? ¿Usan estas expresiones cuando
están delante de sus pastores? ¿Saben éstos qué escriben sus hermanos en las
redes? ¿No se dan cuenta de que se puede predicar el Evangelio –mezcla de
juicio, gracia y amor- sin insultar ni maldecir a nadie?
No suelo participar
en las publicaciones de otras personas porque mi tiempo no es ilimitado y
establezco prioridades, pero aquí, junto a otros hermanos, avisé de lo que
estaba ocurriendo, con el propósito de que vieran el vídeo y pudieran
rectificar los comentarios. Algunos lo hicieron –dos, creo recordar-, pero el
resto ¡nada! Es más, siguieron saltando a la yugular. Con el cerebro a punto de
explotarme, decidí salirme. Un hermano le dijo con toda la educación del mundo
a una “hermana” que se estaba equivocando. ¿Y sabes qué le contestó ella?:
“Aparte de tonto irrespetuoso sigue tu camino y tu no eres Dios hasta nunca
hombre necio”.
Esto que he descrito
–y que es un solo ejemplo entre cientos que podría poner- es el pan de cada día
de muchos “cristianos” en las redes sociales. Muchos de ellos posiblemente son
los mismos que luego acuden a setecientos cultos anuales, donde parecen flotar
durante la alabanza envueltos en un trance místico. También son los mismos que,
cuando alguien les dice algo o les exhorta, salen con el texto “no juzguéis y
no seréis juzgados”, incapaces de ver la viga en el propio ojo, usando
distintos pasajes cómo quieren y cuándo les convienen. Además, casi nunca ponen
en práctica claras enseñanzas bíblicas como “no juzguéis según la apariencia, sino
juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24), “todas las cosas que queráis que los hombres
hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley
y los profetas” (Mt. 7:12), “no paguéis a
nadie mal por mal” (Ro. 12:17) o “bendecid
a los que os maldicen” (Lc. 6:28).
¿Hay
cristianos que tienen actitudes de troles? Sí ¿Debería ser normal? No
Visto lo visto, es evidente que hay troles cristianos.
En la vida real se dan menos –o al menos lo disimulan mejor-, pero en las redes
sociales anidan por doquier. Y que esto acontezca es muy triste. Que sean
personas que han “nacido de nuevo” o no es algo que solo Dios y ellos saben,
pero lo que sí es cierto es que el sentido que poseen de compasión, de empatía
y de madurez espiritual –tengan la edad que tengan-, deja mucho que desear.
Basta el ejemplo de cómo saltaron muchos como auténticos vampiros cuando “cayó”
el conocido Yonggi Cho (David Yonggi Cho: Hablemos claro sin hacer
leña: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/02/david-yonggi-cho-hablemos-claro-sin.html).
Cuando he dicho “sobre todo en las redes sociales”, lo
he hecho con intención: la inmensa mayoría de ellos no serían capaces de
repetir en persona las mismas palabras que teclean, y mucho menos en el tono en
el que lo hacen detrás de una pantalla de ordenador o de un teléfono móvil.
Seguro que ni sus pastores saben lo que algunos de los miembros de sus
congregaciones escriben, porque de lo contrario serían exhortados. Por eso, con
un teclado entre los dedos, se sienten los amos del universo: fuertes y
atrevidos. En persona, por norma general, se convierten en gatitos sin pezuñas
que callan y se muestran “muy santos”.
Experiencias
con los troles que desaparecen cuando les respondes
Pablo, entre todas las perlas y consejos de gran valor
que dejó por escrito, dijo: “Examinadlo
todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21). El trol, por el contrario, lo
aplica de forma completamente opuesta: “examinad un poco, retened lo malo”.
Esto es algo que suelo sufrir en primera persona, como
otros hermanos que se dedican a escribir y padecen las mismas penurias, por lo
que decidí hace tiempo eliminar la posibilidad de comentar mis escritos en Facebook,
excepto en mi blog que están moderados para no dejar colar nada ofensivo o
burlesco. Lo siento por los que quisieran escribir en dicha red social y tienen
buenas intenciones, pero todo tiene un límite y yo me cansé. En mi caso, lo que
duele es encontrarme con individuos que juzgan y señalan “falsos errores”,
absolutamente siempre por la
misma razón: se han dejado guiar por el
título de algún escrito sin haber leído el contenido –exactamente igual que
la hermana que publicó el vídeo-, o que
han leído una parte pero no el resto, sacando conclusiones precipitadas y
falsas, dejándome comentarios como que “mis palabras no tienen sustento
bíblico y que mi experiencia tanto investigativa como humana no es mi fuerte”,
como me dijeron en La sexualidad del soltero cristiano: Introducción: http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2015/07/7-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html).
Cuando el comentario es
ofensivo, no lo publico y bloqueo a dicha persona. Pero en este caso, como no
llegaba a ser insultante, consideré oportuno corregirle. Como se basaba en las
ganas de señalar mis supuestos errores y puntos flacos, contesté: “Como bien
dice el título, es la introducción del capítulo: si quiere conocer lo que usted
dice faltar (soporte espiritual, salida, consejos, etc.), tendrá que leer el
resto del capítulo y otras partes del libro, puesto que abundan sobremanera.
Saludos y bendiciones”.
Este anónimo solo leyó la
introducción y directamente hizo su valoración. Tenía tantas prisas por mostrar
todos los puntos negativos, que ni siquiera se dio cuenta de que el escrito que
acababa de leer era solo la introducción, que le faltaba por analizar más de un
centenar de páginas. ¿Me contestó para decir que sentía haberme juzgado tan
rápido? No. Es algo muy típico.
En otra ocasión
publiqué en un grupo el artículo Respondamos sinceramente: ¿deseamos justicia o
venganza? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/09/respondamos-sinceramente-deseamos.html) y volvió a pasar lo mismo. Un creyente, leyendo solo
el título y sin leer el artículo, me dejó este comentario totalmente
personalizado (de nuevo lo copio literal y sin corregir las faltas gramaticales):
“No metas sisaña si realmente sos cristianos. Sabes que tu vida está en manos
del señor procura vivir como el te dice xq es por tu propio bien y no insistas
a que las personas emitan un sentir de bronca xq engañoso son los deseos del
corazón de el salen las mentiras omicidios adulterio. Lee más la Biblia
acércate más al señor... Lee gálatas”.
Es decir, sin leer el contenido (que era un rechazo
total hacia la venganza y ofrecía los principios bíblicos de la justicia),
directamente pensó mal. No me concedió ni el beneficio de la duda ni la presunción de
inocencia. Puso incluso en duda que yo fuera cristiano y quiso estamparme todo
tipo de “consejos”: que no metiera cizaña ni montara jaleo, que leyera
más la Biblia y me acercara más al Señor, etc. ¿Qué le respondí? Algo sencillo
y básico: “Antes de dar consejos, hermano, sobre qué debo leer o no, lea antes
mi artículo”. ¿Su respuesta? Todavía la estoy esperando.
Lo llamativo es que,
cuando les contestas a estas personas para hacerles ver su error de
apreciación, la inmensa mayoría desaparecen. No vuelven a escribirte, no
rectifican, no reconocen que han comentado sin tener toda la información, y ni
muchísimo menos se disculpan. Simplemente vuelan. Rápidos para lanzar la
piedra, invisibles para arreglar el descosido. En los casi diez años que llevo
escribiendo en el blog, solo he conocido a un hermano que, con el tiempo, tras
hacer un comentario bastante desafortunado y mostrarle su error argumental (¿Está
prohibido confrontar a la Iglesia?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/07/esta-prohibido-confrontar-la-iglesia.html), me pidió perdón en persona, lo cual le honró.
Troles que
siguen “erre que erre”
Luego hay una minoría
que son aquellos que te escriben –nuevamente sin haber leído la totalidad del
escrito-, y a pesar de rectificarles con educación sus comentarios
desacertados, no desaparecen sino que siguen insistiendo hasta llegar al
sarcasmo y al ataque personal. Un ejemplo de este tipo de casos es el de una
persona, teóricamente “cristiana”, de unos 50 años, que decía que mis palabras
en este artículo eran de pura crítica hacia los jóvenes (La paradoja de las paradojas: “Cristianos” que no
hablan de Dios con otros cristianos”: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/07/14-la-paradoja-de-las-paradojas.html). No había leído el contenido y no tenía sentido lo
que decía porque, en ese escrito, –como en todos los que hago- usé la misma
“técnica” que empleaba Jesús: mostrar el
error y ofrecer la solución con todo el buen ánimo del mundo. Pero, según
él, eso era criticar, y señalaba que lo que tenemos que hacer los cristianos es
no decir nada y limitarnos a no cometer esos errores. Sin embargo, la Biblia no
enseña eso y así se lo hice ver. Si así fuera, ni los pastores podrían
predicar, ni los maestros enseñar, ni los escritores escribir ni el resto de
cristianos podrían poner en práctica las palabras de Pablo: “La palabra de Cristo more en abundancia en
vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos
a otros en toda sabiduría [...] exhortaos los unos a los otros [...] alentaos los unos a los otros [...] animaos unos a otros y edificaos unos a otros” (Colosenses
3:16; Hebreos 3:13; 1
Tesalonicenses 4:18; 5:11).
Por mucho que le explicaba todo con detalles,
tergiversaba mis palabras, evadía mis respuestas e incluso cambiaba de tema. Recordemos una parte de la definición
de trol que ya vimos: “En la jerga de Internet, describe a una
persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema...”[1]. Y así hasta que sus
palabras hacía mí cambiaron de tono y se volvieran burlescas. Esperando todavía un cambio de buena fe por su parte,
fui ingenuo porque pasé por alto todas las señales de alarma que gritaban en mi
interior y seguí contestando a sus preguntas, incluso las personales. La
realidad es que no le interesaba nada de mí, solo usar la información que le
daba para menospreciarme.
Esto es lo que suele
suceder, que cuando la razón se evapora, se salta al uso de la falacia ad hominem, que es cuando se desechan
las palabras de una persona en función de quién es y no por sus ideas. Empezó a
preguntarme con sarcasmo que qué edad
tenía, que quién era yo, que cuántos años llevaba convertido, que cómo sabía lo
que afirmaba, que no había aprendido nada en mi vida, que todos los cristianos
somos religiosos, que no hacemos nada, que todos son calienta bancos, etc. Ahí
se acabó todo: le dije que esperaba que no le hablara a los incrédulos como había
hablado a mí, le deseé bendiciones en el Señor y que todo le fuera bien. Sin
dejar pasar ni dos minutos, me volvió a contestar nuevamente sin sentido
alguno, por lo que ya no me quedó más remedio que bloquearlo y acabar con dicha
locura.
Juzgo su comportamiento pero no a la persona porque no
sé si su actitud se debía a malas experiencias eclesiales –esa fue la impresión
que tuve, ya que pensaba mal de todos los cristianos-, si había amargura en su
corazón contra “algo” y lo pagó con el que pasaba por allí, si tenía problemas
personales, si sus prejuicios le cegaban o qué le sucedía realmente. Solo él lo
sabe. Nada me apasiona más que hablar de Dios, pero era imposible mantener una
conversación razonada. Una pena.
Quizá se sintió bien y pensó que “venció” y que yo
“hui”. Nada más lejos de la realidad, por una sencilla razón: nadie tiene que
ser el saco de boxeo de otra persona. Jesús soportó todo tipo de insultos y muchas veces contestaba –como cuando
le dijeron que hacía los milagros con el poder del diablo- pero, llegado un
punto, Él mismo se iba del lugar porque sus oyentes no entraban en razón: la
ira y los prejuicios contravenían la lógica. Por eso, el sentir que
experimento ante este tipo de situaciones con alguien que se supone “hermano”
es de profunda tristeza.
He puesto varios casos
aunque podría contar muchos más. Pero basta con esta muestra. Es triste
encontrarse con personas que son desalentadores profesionales y jueces implacables.
En lugar de animar, desaniman. En lugar
de corregir con amor, se burlan. En lugar de dialogar con afecto, sacan su
rabia acumulada. En lugar de aceptar
una rectificación, atacan como lobos.
¿Qué deben aprender los troleadores?
Aunque quizá no lleguen a
la categoría absoluta de troles, sí es cierto que estos creyentes son sumamente
prestos a la hora de juzgar y son desalentadores profesionales. Si eres uno de
estos, ¿qué tienes que hacer a partir de ahora? O seguir igual y seguir
autojustificándote de mil maneras distintas, o aplicarte textos que, hasta el
día de hoy, no forman parte de tu sentir ni de tu vocabulario espiritual, como “animaos unos
a otros, y edificaos unos a otros” (1
Ts. 5:11), “sea vuestra palabra siempre
con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”
o “juzgad con justo juicio” (Jn.
7:24).
Más contundente que fue Pablo no se puede ser: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas,
y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese
toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1
Co. 13:3).
Aunque puedas decir en tu defensa que tienes buenas
intenciones, que es cierto que te expresas a veces de forma un tanto brusca, o
que tienes un sentido del humor tan especial que solo tú entiendes, si no
transmites amor en tus palabras, si desalientas, si eres de escándalo, de
tropiezo o de mal testimonio, nada de lo que hagas o digas tiene validez. Es
hora de cambiar sí o sí.
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