La
definición de trol
Por si alguien no sabe qué es un trol, “en la jerga de Internet, describe a una
persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como pueden ser
un foro de
discusión, sala de chat, comentarios
de blog, o similar, con la
principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y
lectores, con fines diversos (incluso por diversión) o, de otra manera, alterar
la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos
usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. El trol puede
crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas,
mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar
sentimientos encontrados en los demás”[1].
Esto suele darse
entre personas con una moral libertina, a los cuales no les importa si ofenden
con sus palabras al resto de lectores. Experimentan bienestar, placer mental,
sintiéndose importantes molestando a los demás y llevando la contraria per se. Buscan atención y
reconocimiento. Muchos de ellos carecen de una sana autoestima y no tienen
excesivamente desarrollado el sentido de la empatía. Como se sienten intocables
detrás de la pantalla de un ordenador, directamente se desinhiben y escriben
todo aquello que cara a cara no se atreverían a decir porque saben las
reacciones y las consecuencias que conllevaría, incluso de índole físico, como
el sufrir posibles agresiones.
También están
aquellos que no se identifican a sí mismos como troles y que no son
maleducados, pero sus palabras tienen las mismas intenciones: confrontar con
temas que desconocen, ofreciendo opiniones sin tener conocimientos profundos
del asunto del que están hablando.
Por el contrario, no es un trol el que discrepa
educadamente y expone sus argumentos con riqueza intelectual y buenos
razonamientos, sino el que dispara de forma hostil, irónica o burlesca a todo
el que tiene una opinión distinta a la suya. En muchos casos ni se molestan en
leer las opiniones contrarias.
El clásico ejemplo de cómo trolean
Por mentar un ejemplo
que ya vimos en uno de mis escritos, el de una chica lesbiana que dejó este
comentario: “Los cristianos y la iglesia es la raza más tóxica del mundo”. Si
es un trol por norma general o es algo puntual, no lo sé, pero analicemos cómo trolea con dicho mensaje:
1) Participa de un
foro cristiano cuando ella ni lo es ni tiene intención de serlo, y más sabiendo
qué pensamos sobre la ética sexual, la cual es muy contraria a la suya.
2) No expone ningún
argumento. Se limita a descalificar y punto. Puede que pensara que nos iba a
perturbar, algo que no logró.
3) No dejó abierta
ninguna puerta a un debate sano. Lanza su mensaje incendiario y provocativo, y
adiós muy buenas, o quizá esperaba a que le contestásemos airadamente para así
dejarnos en evidencia, algo que nadie hizo sabiamente viendo en qué términos se
manifestaba y sus propósitos.
4) Encasilla a un
colectivo –los cristianos- como si todos fueran iguales, por lo que
posiblemente solo conoce la religiosidad de personas cercanas.
5) Con total
seguridad desconoce que la Iglesia únicamente está formada por las personas que
han nacido de nuevo y no por todo los que se hacen llamar cristianos.
6) Nos califica como
lo peor del mundo, lo cual implica que, para ella, somos peores que el
fascismo, el nazismo, el comunismo, las dictaduras, el terrorismo, el aborto,
la violencia de género, el maltrato animal, la destrucción de la naturaleza por
la mano del hombre, etc.
En unas pocas
palabras lleva a cabo lo que, en términos legales, podría considerarse
“violencia religiosa”. En definitiva: un troleo en toda regla.
También, de vez en
cuando, suelo encontrarme con los clásicos burladores que me envían comentarios
al blog y que no publico. Aquí una
muestra de uno que se hace llamar así mismo “mesías” y que me mandó estas
líneas al artículo Las abismales diferencias entre Jesús y Superman (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/04/las-abismales-diferencias-entre-jesus-y.html): “El caso es que
Jesús se afectó bastante y absurdamente, cuando salió la primera película, y
comics de Superman ya que Jesús en su vida terrenal, y luego durante su reinado
en el cielo había llevado la capa siempre sobre la espalda. Cuándo esto
aconteció cambió el uso de la capa, llevándola entonces sobre el pecho. Fue
esto que lo acomplejó, y causó el cambio. Así que hubo influencia, pero más
efectivamente de parte del personaje de Superman sobre Jesús. Lo supe porque
Jehová mismo me lo reveló”. Penoso. Sinceramente, es pena lo que se siente por una persona así.
Espiritualmente muerto y regodeándose en ello sin saberlo. Aparte de que tiene
que tener una vida muy vacía para perder el tiempo escribiendo sandeces como
estas.
Nadie debería asustarse de que existan millones de troles en Internet. Ya dijo Pablo hace
2000 años que en los postreros tiempos habría hombres soberbios, blasfemos,
implacables y calumniadores (cf. 2 Ti. 3), y Pedro se refirió a ellos como
“burladores” (2 P. 3:3). Los troles, que son todo esto y más, al trolear solo manifiestan lo que hay en
sus corazones.
El ateo
cristiano
Hay
otro tipo de personas que pululan por las redes sociales y son aquellas a las
que denomino ateos cristianos. Está formado por aquellos que se hacen llamar
cristianos pero al leerlos se comprueba de forma sencilla que no lo son. Sus
respuestas son humanistas, religiosas, antibíblicas y contrarias a las
reveladas por Dios en su Palabra. Como más de una vez he dejado bien claro, no
es que yo sea infalible; ni mucho menos. Es más, soy el primer interesado en
que me corrijan si estoy equivocado, pero hay temas básicos que no se pueden
refutar, digan lo que digan otros; por ejemplo, el yugo desigual, que
clarísimamente y a lo largo y ancho de las Escrituras se señala como ajena a la
voluntad de Dios. Y como este, muchos otros temas.
A estos individuos, llenos de prejuicios e ideas
propias, cuando les respondo con la Biblia –la única norma de fe y norma para
los cristianos genuinos- te acusan de obsesionado o de fanático. Puesto que no
desean rectificar ni aprender, no tiene sentido seguirles el juego del que te
quieren hacer partícipe, así que, según la ocasión, sigo el doble consejo de
Proverbios 26:4-5: “Nunca respondas al
necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él. Responde
al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio en su propia
opinión”.
¿Qué actitud tomar ante los troles en general?
Ante este tipo de
personas se pueden tomar dos actitudes:
1) Responder. En uno
de los primeros artículos que publiqué en el blog denuncié de forma contundente
el aborto como un acto atroz. Y si eres un habitual por estos lares, seguro que
recuerdas que una proabortista me contestó y me puso “de vuelta y media”. A
pesar de todos los insultos que me dedicó, decidí responder porque expuso una
serie de argumentos tan manidos que había que desmontar, por lo que escribí una
contraréplica desmontando una por una sus ideas (Respuesta a un
anónimo a favor del aborto: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/10/respuesta-un-anonimo-favor-del-aborto.html).
2) Ignorarlo, o como
se dice en la jerga de Internet: “no dar de comer al trol”. Esto se puede hacer
bloqueándolo, eliminándolo de los contactos o borrando sus mensajes. Así no
podrá ni un segundo más seguir “jugando” ni dejarás que te haga partícipe del
mismo. Si quiere aprender, escuchar y
preguntar interesadamente, se le responde con toda la atención y humildad del
mundo. Si viene a molestar, a insultar, a irritar o a reírse, no. Hay otras
muchísimas personas que quieren ser bendecidas y que merecen nuestro esfuerzo.
Además, el tiempo es oro como para perderlo. Si tú decides a quién invitar a
comer y si quieres comer con una persona, ¿por qué tendrías que hacerlo con
alguien que quiere humillarte?
Ya dije en otra
ocasión que, tanto en la vida real como digital, me he topado con personas que
han cambiado su actitud hacia mí cuando han conocido mis creencias bíblicas
sobre la sexualidad, el consumo masivo de alcohol, la forma de vestir, la
ideología de género, el aborto, etc. De ser amables y cariñosos, a secos y
cortantes. De hablarme a no hacerlo, o solo lo necesario y si es obligatorio.
En las redes sociales me han borrado antiguos compañeros de trabajo por lo
mismo. Pero es normal: quien no quiere saber nada de Dios y prefiere vivir
según sus propios pensamientos, no quiere oír hablar a alguien que le lleva la
contraria. Con los religiosos, como tienen por norma de conducta sus propios
pensamientos y tradiciones, pues termina por suceder lo mismo. Uno llegó a
decirme una vez que no me leía porque solo escribía de moral. ¿Y qué quiere,
que escriba de videojuegos? También conozco personas que, sin ser cristianas y
sabiendo mi pensar, me tienen en alta estima y no han cambiado ni un ápice
respecto a mí, estemos de acuerdo en algunos temas o no.
Todo esto es parte
del precio a pagar por ser cristiano y, si vives como tal, seguro que te ha
pasado en alguna ocasión. Aunque como ser humano duela en ocasiones, no debería
importarte, pero de de ahí a aceptar libremente a los troles en las redes
sociales hay un trecho enorme.
Continuará
en El trol
cristiano: burlador, desalentador profesional y juez implacable.
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