lunes, 27 de junio de 2022

Cartas del diablo a su sobrino “el pastor”. XXXVI

Para que no haya malentendidos, cualquiera que no entienda el propósito de estas “cartas”, antes deberá leer las claras explicaciones que ofrecí aquí: Cartas del diablo a su sobrino “el pastor”. Antes de comenzar, un preámbulo (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/06/cartas-del-diablo-su-sobrino-el-pastor.html).


Mi querido Orugario:

Esta es mi última carta, no porque no tenga nada más que decirte, sino porque creo que mi Encierro Final se acerca, por lo que apuremos el tiempo para ofrecerte mis últimas artimañas destructoras.
No permitas que nadie se ponga por encima de ti. Si alguien despunta, pisotéalo. Si sabe más que tú, desprécialo. Si cree que puede quitarte el puesto, quítalo del medio.  Si tiene más carisma, haz lo que esté en tu mano para poner en duda su integridad. Toma todas estas represalias antes de que sea demasiado tarde. Tu sueldo y nuestra guerra depende de ello.
A los que no te obedecen, trátalos de “rebeldes” y con sobrenombres como “Saúl”, “Absalón”, “Judas”, “ovejas negras”o “hijos de las tinieblas”. Y a los que te siguen a regañadientes o poniendo excusas, califícalos como “envidiosos”, “poco espirituales” o “no entregados a la causa”. Tienen que sentirse culpables, como si estuvieran levántadose contra nuestro Enemigo al que creen firmemente seguir. Eso sí, para que no desfallezcan del todo y se alejen de tus propósitos finales, tienes que ofrecerles una de cal y otra de arena: mezcla camelo con amenazas, sonrisas con llantos, aliento con exhortaciones iracundas. Háblales y, poco después, retírales la palabra. ¡Se volverán locos!
Sabiendo que eres un profesional de todas estas bellas artes, te animo una vez más a practicar el egoísmo y el rencor: vende ambas cualidades como si fueran parte del juicio de Dios contra los que te atacan.
Ejerce la licencia que te regalé cuando pasaste a formar parte de nuestro Escuadrón de la Muerte: si algunos osan marcharse de tu déspota personalidad, acúsalos de resentidos, rompe sus amistades y atácalos con toda virulencia para que nadie más los reciba en otro rebaño. Es importante que el espíritu de Diótrefes se expanda hasta el fin de los tiempos en cada rincón de cada congregación. Esto les hará caer más si cabe en nuestras manos. La depresión los envolverá y se sentirán tan perdidos que culparán al Ser que nos expulsó del mismo Cielo. Ahí habremos dado el golpe de gracia. La lista que tengo de tales triunfos es interminable. Hemos hecho caer a tantos que no paro de regocigarme. ¡Son mi alimento diario!
¿Cómo podrás enmascarar estas acciones ante el resto de tus ovejas para que tu plan de aniquilación siga adelante? Fácil: limitate a repetir insistentemente estas palabras: “No eran cristianos ni verdaderos hijos de Dios. Es el Señor mismo el que ha hecho limpieza de escombros”. Y respalda tu aseveración con estas otras dichas por el que conocen como el discípulo amado: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. Da igual que estén totalmente sacadas de contexto: te creerán. Siempre es así y nunca falla.
Con todo lo dicho, te puedo confirmar mi euforia cada vez que contemplo cuando alguno de tus pacientes apostata, sea de palabra, obra u omisión. Es incomparable la sensación de verlos perdidos como vagabundos y pordioseros, al no vivir de la manera en que dicta el Enemigo en Sus Mandamientos, aunque ellos se creen libres y limpios. Dejaron de orar, de escudriñar la Palabra y de usar los dones que les regaló el Fundador, tanto que olvidaron el inenarrable placer que experimentaban y sentían al servirle, dedicándose a trivialidades que no sirven para el Reino del Enemigo, a chismorreos de todo tipo, a la ociosidad y a sus propios quehaceres. Los hubo, los hay y los seguirá habiendo aquellos que su lenguaje actual es tan soez que hasta los demonios nos espantamos. No tiene precio verlos ofendidos cuando alguien les vuelve a hablar de Él y cómo lo rechazan porque no están de acuerdo con algún aspecto de Su Forma de Pensar.
Como ya no beben del Agua de Vida, la misma que le fue prometida a la mujer samaritana y la única que sacia, están sedientos y no dejan de buscar algo que llene sus depósitos internos, aunque sea mínimamente. Olvidan aquellas palabras del poeta José Martí: “Quien está lleno por dentro, necesita muy poco de afuera”. Y la capacidad de “llenar” al ser humano se la reservó en exclusiva el Enemigo, pero ellos siguen sin enterarse.
Una de las prácticas más habituales e irrisorias en que tratan de lograrlo es por el ejercicio del exhibicionismo –como si fuera “casual”- y el autovouyerismo por medio de instantáneas fotográficas de sí mismos, a veces de forma compulsiva y enfermiza, que publican a ojos de los demás, buscando las seis “a”: atención, aprobación, autoestima, amor, admiración y alagos. Ya sé que dicha palabra comienza con “h”, pero los demonios hacemos lo que nos viene en gana y no nos sujetamos a nadie. Por eso nos expulsaron del Paraíso y no tendremos cabida en la Jerusalén Celestial.
En el preciso instante en que termines de leer estas líneas y hayas interiorizado cada una de estas cartas, quémalas. Sería un desastre que tus pacientes y los del resto del mundo conocieran nuestra forma de actuar.
Sigue así y verás que, tarde o temprano, en pocos o muchos años, la iglesia que pastoreas, arderá. Y así, hasta la siguiente. Bien conoces esa frase del presidente Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo... se puede engañar a algunos todo el tiempo... pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Como en tu caso también se cumplirá y serás desenmascarado, deja pasar un tiempo cuando esto ocurra. Así las aguas volverán a su cauce y podrás decir que eres un “espíritu renovado”. Los ingenuos o neófitos volverán a picar el anzuelo, y lo único que tendrás que hacer es iniciar un nuevo ministerio de terror en otro lugar, cambiando el veneno que ofrecías por un nuevo, que diluirás entre la Verdad para caigan otra vez.
Cuando nos veamos cara a cara, ya que ambos estamos condenados, mientras que lloramos y crujen nuestros dientes, junto al resto de la Policía Infernal, nos rogodearemos grandemente en todos los muertos que causó nuestro Ejército derrotado en la Cruz. Como siempre, le echaremos la culpa a ellos, que no sabían que eras un lobo insaciable y sediento de sangre, y a los que previamente se marcharon acúsandote, que avisaron de tus colmillos y no fueron creídos por el miedo y la ceguera ajena. Brindaremos por todos mientras arden, especialmente por los que viven en el presente amargados por nuestra causa, que abandonaron la fe que un día profesaron y se entregaron a vivir de espaldas ante nuestro Enemigo. 
Sé que algunos, muy a nuestro pesar, no andan ni andarán en los pastos de nuestro territorio, sino en el Camino del Fundador. Saberlo me provoca un gran dolor, aunque reconozco que no tanto como el que me causó el ínfame día, conocido como la Resurección, en que contemplé la cueva vacía del Encarnado. Con todo, me queda la esperanza de que la vida les golpee tan fuerte que terminen por renegar de Él y el león rugiente los devore, para que así acaben en el mismo pozo de oscuridad que está reservado para los de nuestra calaña. Tristemente, mi fe al respecto no es muy grande –bien sabemos que nosotros creemos, pero temblamos-, porque la experiencia me ha demostrado que aquellos que han basado sus vidas sobre la Roca, a pesar de todo lo que les ha acontecido, han permanecido firmes. La semilla cayó en buena tierra, creció y se multiplicó sin fin. Y ahí siguen: contracorriente y blanqueados por la Sangre del Cordero.
Luego están aquellos que, por desgracia, regresarán a Su Casa, como el hijo pródigo. Aunque lamentarán en su foro interno los años que perdieron siguiendo órdenes de Nuestro Padre de las Profundidades, Su Padre los perdonará y los abrazará con Gozo. Tanto, que habrá fiesta en el cielo por ellos. Algunos apurarán hasta el último instante y se arrepentirán en su lecho de muerte. Otros habrán endurecido tanto su corazón después de toda una vida llena de pecado que no podrán hacerlo, aunque en el fondo de sus almas sabían la verdad. En estos dos casos vemos reflejado, una vez más, a los dos ladrones de la cruz.
Por último, estarán aquellos que la Muerte les visitará en el momento más inesperado y de forma sorpresiva, por lo que no tendrán tiempo para nada. Lo habrán postergado tanto que el tiempo se los comerá. Acabarán en este Infierno que fue preparado para nosotros los demonios y no para ellos, pero, para nuestra grata sorpresa, muchos seguirán haciendo todo lo posible para acabar aquí, a pesar de que les bastaría con aceptar el sacrificio expiatorio que el Enemigo llevó a cabo en la cruz para que el destino que les espera sea radicalmente opuesto.
Y sin más, creo que de forma definitiva en este plano de la existencia, me despido de ti con mi mejores deseos.


Tu cariñoso tío,

ESCRUTOPO.

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