viernes, 17 de junio de 2022

Cartas del diablo a su sobrino “el pastor”. XXXIV


Para que no haya malentendidos, cualquiera que no entienda el propósito de estas “cartas”, antes deberá leer las claras explicaciones que ofrecí aquí: Cartas del diablo a su sobrino “el pastor”. Antes de comenzar, un preámbulo (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/06/cartas-del-diablo-su-sobrino-el-pastor.html).


Mi querido Orugario:

Hoy te enseñaré nuevas maquinaciones para conducir a los cristianos a una guerra de guerrillas: haciendo hincapié en sus diferencias doctrinales en asuntos secundarios. Como todos ellos creen en lo esencial (el pecado original, la Trinidad, la salvación por gracia y el sacrificio expiatorio en la Cruz, la Resurrección y Ascensión, junto a la futura Parusía), céntrate en lo demás: si la salvación se pierde o no, si la Iglesia será raptada antes, durante o después de la Tribulación, y cuestiones semejantes. Deja caer la idea de que los que no piensen como el grupo de tus pacientes, posiblemente sean herejes o no están llenos del Espíritu Santo. Crea artificiales debates acalorados para que, entre ellos mismos, se miren con recelo y con aires de superioridad. Comprobarás con tus propios ojos cómo el amor que decían profesarse se convierte en fuego consumidor y soberbia. Es la manera ideal en que estos pacientes se dividan más y más entre ellos, mientras se pelean a muerte y tiñen de rojo el sendero que les conducía a la Casa Celestial y abandonaron.
Sé que ya lo instauraste, pero no dejes pasar la ocasión de seguir implementando un régimen legalista que les haga creer que, mientras más lo cumplan, más santos, espirituales y entregados serán. Establece más cultos semanales, más actividades extra eclesiales, más reuniones “especiales”, más talleres, más conferencias, más viajes, más salidas evangelísticas, más vigilias y oraciones. Para ello recalca la solemnidad del lugar de reunión con sobrenombres como “Templo”, “Iglesia”, “Altar”, “Capilla” o “Lugar Santísimo”.
Casi siempre bastará con que les enseñes que “la asistencia” es morir al yo. Así no hallarán descanso ni llevarán la carga ligera de Cristo, ni su yugo, que es fácil, sino el Nuestro: un Evangelio de obras que les fuerce a llevar pesadas piedras sobre sus lomos, hasta que sus almas queden sin respiración, agotadas y herniadas.
Ya que quedarán exhaustos y estarán tan ocupados en estos quehaceres, no tendrán tiempo para las verdaderas obras de caridad: atender a sus padres –especialmente si están enfermos-, compartir tiempo con la familia y seres queridos, visitar a los huérfanos, los presos y las viudas, ayudar a los pobres, alentar a los de poco ánimo o ser hospitalario en sus propias casas. De esta manera, no serán de ejemplo, sino incluso de piedra de tropiezo ante los inconversos que no querrán saber nada de la salvación que les ofrece el Enemigo.
Como si no fuera contigo, muestra un absoluto desinterés por los que no se congregan durante semanas. Pregúntale a otros, como si estuvieras preocupado, y luego limítate a hablar mal de ellos por su falta de compromiso, pero no los llames por teléfono para interesarte sinceramente ni quedes en persona como si fueran tus amigos. ¡No lo son! ¡Sólo son calientabancos y números para ostentar! Cuando vuelvan, entonces sí: salúdalos con una amplia sonrisa y abrázalos, mientras que les dices mi frase favorita en cuanto a hipocresía se refiere: “Os echaba de menos”. ¡Los echabas tanto de menos que ni los llamaste! ¡No puedo parar de brindar pensando en tu dejadez y falsedad!
Convierte al coro en un producto de consumo, puro elitismo, donde los músicos de tu congregación sean estrellas, tanto que sean jaleados como tales cuando organices giras y conciertos. Que la música sea otro becerro de oro más. Muchos terminarán vanagloriándose en sus mentes y corazones al ser alabados por sus seguidores melómanos que los han convertido en ídolos. Los habrá con grandes conocimientos de letras y melodías, pero, más allá de la religiosidad externa, verás que pocos aplicarán en sus vidas la obediencia a la Biblia, a pesar de que escuchan sermones sobre ella varias veces a la semana. El tiempo te demostrará que muchos de ellos y de los asistentes a dichos eventos no estarán ni convertidos, y cuando se cansen o encuentren otras actividades más placenteras a los sentidos, desaparecerán en el anonimato y se diluirán en vidas licenciosas. A posteriori, culparán a Dios del devenir de sus vidas, cuando fueron ellos mismos los que decidieron qué camino tomar.
En vista a nuestros recientes éxitos y que ya he expuesto, te invoco para que sepas que no es muy necesario que estudies el Libro Sagrado. Limítate a copiar lo que otros ya han dicho, haciendo algún retoque para que parezca que ha salido de lo más profundo de tu corazón.
Dedicar largas horas a estudiar sería una pérdida de tiempo, ya que tus pacientes tampoco lo hacen en demasía, más allá de unos pocos obsesionados que son fáciles de desprestigiar. Para que nunca sean libres y sigan encadenados a ti, asústalos, indicándoles que la letra mata. Será muy extraño que te tropieces con alguno que sepa que esa letra se refiere a la Ley dada a Moisés, en la incapacidad que tienen para cumplirla, y por lo tanto de salvarse a sí mismos, y que no tiene nada que ver con escudriñar La Palabra del Enemigo, que es lo que tendrían que hacer todos.
Si a pesar de tus serias advertencias, insisten, golpéales con otro mandoble, y acúsalos de engreídos porque el conocimiento envanece. Nuevamente, la inmensa mayoría ignorará que dichas palabras de Pablo a los corintios se referían al problema que en esa iglesia estaban teniendo por los alimentos que Nos sacrificaban y que luego comían: puesto que unos y otros tenían distintas opiniones, el Apóstol les mostró que la comida en sí no significaba nada (este era el conocimiento real), pero que, si se encontraban con hermanos que tenían problemas de conciencia, no comieran estos alimentos delante de ellos para no ser piedra de tropiezo. Es decir, que antepusieran el amor a sus hermanos al conocimiento que tenían de la verdad sobre esta cuestión. Esa es la explicación sencilla, pero, como siempre te digo, distorsiónala y úsala para tus intereses egoístas.
Si se diera el caso de que alguno de tus pacientes te anima a que revises cierta doctrina que considera herética, no te rebajes a su nivel. De nuevo, hazle saber que no sabe más que tú y que eres “el pastor”. Cualquier texto significará lo que tú quieras que signifique. Ni más, ni menos. Repetirán como loros lo que tú digas, dirán “amén” y se irán a casa tan felices. ¡Pobres ingenuos! ¡Ni se imaginan hasta que extremo son controlados por nuestra Legión!

Tu cariñoso tío,

ESCRUTOPO.

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