Para que no haya
malentendidos, cualquiera que no entienda el propósito de estas “cartas”, antes
deberá leer las claras explicaciones que ofrecí aquí: Cartas del diablo a su
sobrino “el pastor”. Antes de comenzar, un preámbulo (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/06/cartas-del-diablo-su-sobrino-el-pastor.html).
Mi querido Orugario:
Aunque la mayor parte
de mi tiempo suelo desaprovecharlo en sandeces –algo que aprendí de los
humanos-, haré un esfuerzo y te escribiré unas líneas para que puedas pulir aún
más tu astucia y sigas el ejemplo de Beelzebú.
Quiero resaltar como
admirable tu capacidad de adaptación a los tiempos y a las nuevos tsunamis
pecaminosos que van surgiendo en el horizonte. Has logrado que hasta muchos que
se llaman cristianos acepten como normal el matrimonio entre dos personas del mismo
sexo y puedan formar una “familia”, cuando el Enemigo estableció desde el mismo
Génesis que es algo exclusivo entre hombre y mujer, y que toda la Biblia es un
Libro heteronormativo.
Si antes alguien
decía lo contrario, los creyentes torcian el gesto en señal de escándalo y
desaprobación. Ahora, los que cambian la muesca de su rostro, son los que
mismos creyentes cuando alguien no se posiciona a favor de la vida homosexual,
que incluso apoyan para que cada uno sea feliz como considere oportuno. Al igual
que Nuestro Padre de las Mentiras, disfrazado de Ángel de Luz, conocía los
textos bíblicos y los manipuló cuando tentó al Enemigo en el desierto, desde
los años 70 del siglo pasado son los new-cristian
revisionistas los que tratan de convencer al gentío que los pasajes tienen
un significado muy distinto al que habían creído los cristianos desde siempre,
que hay que reintepretarlos, desecharlos por caducos o adaptarlos a la cultura
del presente. Pero, como decía José María Martínez, ese difunto teólogo español,
y que tantos quebraderos de cabeza me sigue provocando al enseñar por medio de
sus obras a tantos cristianos, “atribuir a un pasaje significados acordes con
la comprensión previa o los prejuicios del interprete, pero ajenos a la
intención del autor, no es interpretar, sino violar el texto”.
Cuando me reúno con
el resto de la Policía Infernal y divagamos sobre este tema en particular, a
todos nos desconcierta hasta qué extremo omiten que la causa primigenia de todo
pecado humano se halla en el Huerto del Edén tras la Caída, siendo los deseos
homosexuales una de las consecuencias, entre otras muchas. Todos los seres
humanos heredaron una naturaleza caída, donde son propensos a unos pecados u
otros. La atracción hacia las personas del mismo sexo es uno de los muchos
“frutos” de dicha naturaleza, siendo la persona en última instancia la que
decide qué hacer con esos sentimientos: seguirlos o no. Nosotros los demonios nos
limitamos a hacer todo lo posible para que se dejen llevar.
Esto sería lo
esperable entre los inconversos, pero contemplarlo entre los de la Fe es una
prueba más del alcance de nuestra infiltración. Incluso entre los que son
heterosexuales –que ponen su “buenismo” por encima del que posee el mismo
Fundador-, en lugar de llamarlos a volverse a Él, los animan a que sean felices
tal y como se sienten, ya que concluyen que eso es lo que importa. ¡Cuánta
osadía! ¡Si hasta infinidad de ateos se consideran felices en su increencia
pero están fuera de la Voluntad de Dios! ¡Con qué facilidad les engañamos con
el juego del “sé feliz”! Si los pecados no provocaran satisfacción, los
miembros del Club de los Tentadores no tendríamos nada que hacer.
Han llegado a tal
extremo que afirman alegramente que David y Jonatan, Rut y Noemí, Jesús y Juan,
entre otros, eran amantes. A todos ellos los contemplé durante años, y ni a mí
se me pasó por la mente acusarlos de semejante fechoría. Extraordinarios amigos
con grandes y nobles sentimientos de amor que, por gracia y obra de mentes que
distorsionan la realidad –uno de nuestros juegos predilectos-, son convertidos
en lo que no eran. En ocasiones como esta, compruebo de primera mano que la
Humanidad va más allá de la sabiduría animal, llegando a superar en ocasiones a
la diabólica. Al menos en imaginación nos rebasan ampliamente.
Poco a poco, los has
convencido de que, como Dios es un Dios de amor, abraza todas las clases
posibles del mismo. Han desechado hasta lo obvio, que sus cuerpos fueron
creados para que se complementaran a la perfección, siendo también la forma de
reproducción. Estos nuevos teólogos
–entre los que te encuentras-, han hecho un dios a su medida: afirman creer y
seguirle, pero le desposeen de parte de Su carácter al negar lo que Él
estableció en el Diseño Original: varón y hembra, donde él es para ella y ella
para él, siendo la ayuda idonea para el otro, y que, tras dejar a sus padres,
se unen y pasan a ser una sola carne.
Muchos han olvidado,
voluntaria o involuntariamente, que el Salvador al que tanto despreciamos también
apareció para rescatar a estas personas, como al resto de la humanidad, pero
exigiendo lo mismo que le pide a todos: que se vuelvan a Él y vivan como
demanda, en lugar de satisfacer sus propios deseos bajo lo que consideran “su
forma de ser”.
En mi última
audiencia con Belial,
pude contemplar su satisfacción al saber cómo la misma Creación ha sido quebrantada
en su Orden Natural. Consideró delicioso a su paladar saber que tachas de
homófobo, falto de amor por decir la
verdad y fundamentalista cristiano –en tono peyorativo- al que no comulga
con nuestros revolucionarios planteamientos y no piensa como la sociedad caída,
cuya moral dominamos gracias al príncipe de este mundo y dios de este siglo.
En lo que respecta a
los únicos matrimonios reconocidos por el Enemigo –los heterosexuales-, haz
todo lo que esté en tu mano para romper los que se precien. ¿Lo que Dios juntó,
no lo separe el hombre? ¡Por favor, eso es una de las muchas ridiculeces que Él
pronunció! El argumento principal para su disolución ya no deberá ser el
adulterio –lo cual ya quedó muy desfasado- sino el más básico: conocieron a
otra persona que les llenaba más, y claro, Dios no se podía negar a ese amor verdadero.
No te niegues a casar
a nadie, especialmente a los que sabes que no son compatibles y vislumbras su
divorcio en unos años. Esto es fácil de llevar a cabo cuando contemples que, al
menos uno de los dos, es débil en la fe. Son aquellos que no tienen la Palabra
por norma de fe y conducta, que suelen ser infantiles y, en lo que respecta a
las relaciones sentimentales, no saben distinguir enamoramiento y pasión de
amor y cuidados diarios. En cuanto te digan que quieren unirse, que no lo
demoren y que vayan al altar. Cuando vivan bajo el mismo techo, cosecharán los
conflictos que plantaron durante el noviazgo y que son un manjar para nuestro
paladar: celos, inmadurez, frialdad, incapacidad de afrontar los problemas,
actitudes pasivo-agresivas, chantajes, gritos y mal genio, infidelidad física o
emocional, superficialidad y demás minas
que explotarán en cualquier momento, haciendo que el cordón de tres dobleses se
rompa por una de las partes humanas.
Para nuestro gozo,
algunos de ellos se han vuelto tan obtusos que justifican o defienden las
relaciones sexuales durante el noviazgo. Mientras tanto, el Encarnado, les
sigue preguntando estupefacto por qué le llaman Señor, Señor, y no hacen lo que
Él les dice. ¡Ni en nuestros mejores sueños lográbamos convencerlos de tales
despropósitos! Hay ideas que no surgen de nosotros, sino de su propio Humanismo,
que se considera mejor que el del Creador.
En lo que respecta a
los padres y la educación de sus hijos, ni se te ocurra plantear ninguno de los
problemas que los niños y adolescentes se van a encontrar en la vida y los
placeres que les ofreceremos, como el sexo prematrimonial, la pornografía, el
alcohol, las fiestas hedonistas, la ociosidad sin fin, los bailes desenfrenados
llenos de vulgaridad, las compras compulsivas, los reality shows, la prensa
rosa, la vanidad de las redes sociales, las nuevas tecnologías, las
videoconsolas, la obsesión por el físico, la pasión desmesurada por los
deportes e infinidad de aficiones, que les harán estar tan entretenidos que ni
tendrán tiempo para buscar al Salvador. De esta forma, el pecado los
enseñoreará, como hizo con Caín.
En estas cuestiones,
mira para otro lado y censura al que quiera afrontarlas. Como no estarán
preparados cuando se enfrenten al mundo real, serán nuevas almas que
controlaremos con pasiones de todo tipo. Haz énfasis en que lo importante es
que se porten correctamente en la escuela dominical y en los campamentos de
verano, que no griten en casa y saquen buenas notas, como si éstas tuvieran
alguna repercusión en su salvación. De lo demás, nada de nada. Mientras tanto,
no hagas énfasis alguno en que los padres instruyan a sus pequeños en la Fe ni
les den a conocer las Escrituras, sino que ellos elijan su propio camino cuando
sean adultos. Esto nos dará mucha ventaja para ir amoldándolos a nuestros
perniciosos gustos y al mundo que rechaza al Fundador.
En todos los asuntos
que he descrito y en otros muchos, has vuelto de revés las palabras del tal
Pablo en su despreciable carta a los Romanos, y las has modificado para que
digan como desea Nuestro Padre de las Profundidades, el que es homicida desde el principio, por lo que ahora se
leen tal que así: “Conformaos a este siglo. No os transforméis ni renovéis
vuestra mente. Así no comprobaréis que la voluntad de Dios es buena, agradable
y perfecta”.
Tu cariñoso tío,
ESCRUTOPO.
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