martes, 17 de mayo de 2016

Quiero ser monja: ¿Podemos tener una doble cara y una doble vida?



Si escuchas atentamente a cualquier joven en el presente –y no tan joven-, identificarás rápidamente cuáles son sus intereses, gustos, aficiones y prioridades, algunas saludables y otras no tanto: novios y novias, amistades, multitud de diversiones, fiestas, bailes, estudios, ropa, sexo, redes sociales, discotecas, pubs de moda, música, viajes, excursiones, vacaciones, compras, cine, series y programas de televisión, deportes, gimnasio, alcohol, internet, videojuegos, etc. Son el “abc” que ocupan su mente y prácticamente la totalidad de su tiempo, teniendo un conocimiento increíble sobre estos asuntos. Junto a las alegrías, tristezas, problemas y vicisitudes que se les van presentando en sus vidas, para la inmensa mayoría de ellos buena parte de lo citado es “su todo”. Viven el día a día, enfocándose en sus metas y luchando por sueños futuros, pero de ahí no pasan.
Encontrar personas con inquietudes y genuinamente interesadas en hallar respuestas a temas trascendentales es un verdadero milagro. Se fascinan antes por los Ovnis, las casas encantadas, las teorías de la conspiración, los Illuminatis, las filosofías orientales y demás cuestiones estrafalarias. Algunos sí se las plantean de vez en cuando, pero no van más allá de breves conversaciones y de lanzar frases filosóficas al aire. Se quedan en las interrogantes, tanto por el rechazo que les provoca la religión organizada-tradicional (sea católica o evangélica), como por la idea que les han vendido desde el humanismo de que la creencia en un Ser superior es un pensamiento ancestral de nuestros antepasados cavernícolas no-evolucionados. Cuando les desarrollas una realidad diferente, la mayoría se pone a la defensiva (“También hago cosas buenas”); otros pasan directamente al ataque (“¿Y tú qué?”; “A ti te han lavado el cerebro”); y los menos te reconocen que llevas razón porque no suelen reflexionar sobre determinadas materias.

Personas que salen de la norma
La rareza está en la minoría de individuos que se hacen preguntas impropias de su edad y no se quedan en la simple formulación de las mismas, sino que buscan las respuestas más allá de la superficialidad que nos invade. En este caso, cinco chicas que se plantean cuál es la manera concreta en que pueden servir a Dios, puesto que la vida no se resume únicamente a esas actividades que parecen programadas por la sociedad para nuestro consumo y disfrute. Ese es el verdadero trasfondo apasionante e interés del programa “Quiero ser monja”, más allá de lo desacertado de algunas de las doctrinas del catolicismo romano que se muestran sutil o directamente en el espacio (mariología, eucaristía, misa, confesión, vida monástica, etc). 
Sé que en un principio puede ser difícil tomarse en serio un espacio televisivo que usa de música de fondo en la primera aparición de las monjas la banda sonora de 28 semanas después (una película de zombies), o una pieza de la cinta de ciencia ficción Interstellar cuando tuvieron que entregar sus móviles al entrar en el convento de clausura. Puede que fuera casualidad, pero creo que no me equivoco si afirmo que ese tipo de detalles son parte del curioso humor de los productores queriendo llamar la atención para vender el producto, aunque hay que agradecerles que no hayan tomado el camino del morbo, que hubiera sido lo fácil. Pero si quitamos este tipo de añadiduras y algunas situaciones un poco ridículas, nos queda un pozo amplio para reflexionar profundamente en el sosiego de nuestra mente.
El simple hecho de escuchar de la boca de jovencitas entre 20 y 23 años pensamientos bien hondos es digno de destacar y analizar. Quizá tú seas como ellas. Quizá te hagas las mismas preguntas. Quizá te planteas los mismos temas. Quizá quieres ir más allá de la superficialidad que te rodea. O quizá, hasta ahora, no te has cuestionado nada, pero quieres dar el primer paso y este puede ser tu momento. Personalmente, me he sentido muy identificado con estas chicas porque me recuerdan muchísimo a mi adolescencia: las mismas inquietudes, la misma sensación de que “algo falta” y la misma búsqueda al sentido de la vida. Mi “hallazgo” personal ya lo expliqué en Buscando el sentido a la existencia: (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/04/mi-historia-buscando-el-sentido-la.html).

Ideas iniciales
La inmensa mayoría pensará que ellas son “bichos raros”, pero basta con ver sus vidas en general para contemplar que son como cualquier otra persona de la sociedad occidental: son estudiantes o trabajan (Fernanda, 23 años, auxiliar de enfermería), tienen sentido del humor, les gusta la música, cantan (Jaqui, 22 años, estudiante de filosofía), se maquillan, una tiene novio (Juleysi, 20 años, estudiante de moda), otra fue modelo (Janet, 23 años, administrativa) y, en términos generales, son cariñosas, alegres, espontáneas, naturales, simpáticas y bromistas como Paloma (20 años, estudiante de Educación Social).
Puede parecer que unas se lo toman más en serio que otras o que alguna sobreactúa, pero creo que no es así y que la apariencia depende del carácter personal (extrovertido en unas e introvertido en otras), de su educación y de su cultura original (hay dos sudamericanas). Sea como sea, las conclusión es que son de carne y hueso, con sus virtudes y defectos, puesto que incluso entre ellas tienen sus tensiones, roces y berrinches. Podrán caernos mejor o peor según nuestros gustos y preferencias, pero a todas les otorgo el beneficio de la duda y prefiero pensar bien de ellas. Esto lo digo porque en Internet ya he leído a los típicos burladores penosos que no tienen otra cosa que hacer que reírse de ellas de manera hiriente y considerarlas como fanáticas religiosas. Es triste y lamentable que, por ejemplo, algunos hayan tratado de descalificar la búsqueda espiritual de Janet por su pasado como modelo. Lo que no saben estos individuos llenos de prejuicios es que son esclavos, viven en tinieblas y están perdidos, mientras que ellas son libres en su búsqueda de la verdad, y por eso se muestran emocionadas y nerviosas.
Para mí, el hecho de que se planteen si quieren ser monjas es solo el velo que oculta lo que anhelan en realidad: todas quieren llenura, propósito y felicidad. Ni más ni menos, lo que cualquier persona con sentido común de este mundo desea. Aunque estoy totalmente convencido de que el camino que se propone es errado, pienso que como exploración les puede servir para hallar el fin. Por eso, para lo que quiero exponer, me sirve perfectamente contar sus vivencias. Así que, para empezar, si eres un “buscador” o una “buscadora”, partamos de las palabras iniciales de algunas de las chicas:

- “Dios tiene que estar en el centro de mi mundo. Si no está Él, mi mundo se derrumba” (Juleysi).
- “Desde pequeña siempre he sentido que Dios me pedía algo más. [...] Cristo es mi hombre, eso siempre lo he tenido claro” (Paloma).
- “Para mí lo más importante, aunque suene muy friki, y muy raro, y la gente no me va a entender, e incluso me diga que estoy loca, pues lo más importante es Dios. [...] La locura de Jesús es dejarlo todo por amor. Yo quiero seguir esa locura [...] Dios es un Dios vivo que lo podemos ver sobretodo por Jesucristo”  (Fernanda).
- “Jesús es como mi amigo” (Jaqui).

Sin contar en estrofas de canciones, puedo contar con los dedos de una mano las veces que he oído a mujeres tan jóvenes hablar de esta manera. Es todo un logro que haya personas que lleguen a tomar conciencia de que nada de lo que hay en el mundo les puede llenar su ser interior y ofrecer un propósito para la eternidad. Lo que más suele darse es justo lo contrario: aquellos que “rompen con todo” pero en el sentido negativo, dedicándose a vivir en los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25): se alejan de los verdaderos cristianos para no sentirse mal en presencia de ellos ya que no tienen nada en común y se juntan con los que viven igualmente en tinieblas, dejan a Dios por completo (si es que alguna vez supieron algo de Él) y cambian su manera de pensar transformando así su manera de ser y vivir de manera progresiva.
Así que, visto este contraste, a día de hoy, por lo que respecta a estas cinco chicas, Chapeau; me quito el sombrero ante ellas. El grado de sinceridad o lo que hagan en unos años ya es cosa suya. Lo que sí deseo y espero es que se tomen más tiempo para reflexionar –como en el caso de Paloma y Fernanda que ya han decidido-, sin basarse tanto en la experiencia que han vivido.

Enfoque errado
Reconociendo con toda naturalidad que las monjas son fieles y consecuentes a sus creencias, que realizan una EXTRAORDINARIA obra social, y que las que han aparecido en el programa eran muy cariñosas y emotivas, el problema del programa reside en que la esencia y premisa principal es al mismo tiempo su mayor equivocación, ya que se hace creer que la vida cristiana tiene dos compartimentos: la consagrada y la no-consagrada, la religiosa y la no-religiosa, la espiritual y la no-espiritual. Este es un error que arrastra el catolicismo romano desde hace siglos. Para muchos de sus fieles –puesto que les han educado así-, la vida espiritual consiste en asistir a misa, comulgar, rezar, guardar algunas fiestas conmemorativas, hacer buenas obras, participar en romerías, etc. Sutilmente, en la mentalidad de algunos de nosotros también se ha infiltrado dicha idea, al creer que la consagración está enfocada exclusivamente en participar frecuentemente de los cultos, cantar, orar, evangelizar, etc. Mientras más intervenga el cristiano en todo esto, más consagrado estará. Esto es lo que creemos o nos han hecho creer. Parece que el resto de los aspectos de la vida son secundarios, como si Dios no le concediera importancia a lo que hagamos o dejemos de hacer fuera del local de reunión de la iglesia local, y eso no es así.
En términos bíblicos, no hay distinción entre ambos aspectos. La misma Teresa de Jesús dijo que “también entre los pucheros anda el Señor”. Para el creyente toda su vida tiene una connotación espiritual. Tampoco existen ocupaciones religiosas y no-religiosas. Para el cristiano, todas las son. Pablo dijo: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). ¡Todo! ¡Sin distinción entre una parte de la vida y otra!
En la vida del “nacido de nuevo” no hay partes consagradas y partes no-consagradas. De las acepciones del diccionario respecto al término consagrado, la que concuerda con el pensamiento de Dios es “dedicarse con especial esmero y atención alguien o algo a un determinado fin”[1]. La vida consagrada no es posesión exclusiva de aquellos que se dedican a ministerios reconocidos o a labores consideradas espirituales en lugares teóricamente “sagrados”. Incluye también a todos los cristianos: al padre que provee para las necesidades de su familia, al pediatra que cuida a los críos como si fueran sus propios hijos, a la ama de casa que se esfuerza por educar emocionalmente sanos a sus hijos y al joven que es honrado y ayuda a los demás según sus posibilidades económicas.
Recordemos que desde el Nuevo Pacto el sacerdocio incluye a todos los creyentes que han nacido de nuevo. Para el Señor todos los cristianos somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9) y hay muchas maneras de servirle: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Comprender esta idea tan clara nos llevará a no compararnos ni a dejarnos arrastrar por sentimientos de superioridad o inferioridad ante otros hermanos en Cristo.

La doble cara
No entender esta clara realidad lleva a muchos a comportarse de una manera u otra en función de la actividad realizada y del lugar donde se encuentren. Por citar un ejemplo muy reciente: cuando el futbolista Neymar ganó el mundialito con su club el pasado mes de diciembre, apareció en la celebración con una cinta en la frente donde ponía “100% Jesús”, mientras supuestamente oraba de rodillas. Sin embargo, aunque en sus entrevistas cita a Dios por aquí y por allá de cuán importante es para él, luego le vemos llevar una vida desordenada, de fiestas, de despilfarro y derroche de dinero, de fraude fiscal, de patadas, de falta de respeto e insultos graves a los rivales, etc. Como cristiano me irrita y siento vergüenza ajena del mal ejemplo que ofrece alguien que dice serlo cuando en la televisión leo en sus labios los “piropos” que le dedica a los jugadores del equipo contrario. Y ante esto no valen de nada las citas bíblicas que escribe en sus redes sociales, como cuando copió Efesios 6:11 (Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”).
Nunca me ha valido ese dicho que citan los futbolistas: “lo que ocurre en el campo se queda en el campo”. ¡Ni que tuvieran doble personalidad como Gollum! En lugar de reconocer sus errores, es la manera que tienen de quitarle hierro al asunto y de  excusar el mal compartamiento en el terreno de juego, alejando de ellos la culpa. En el caso del brasileño, las críticas que recibe no es por su supuesta fe –que me cuesta muchísimo creer-, sino por su conducta y estilo de vida. Lo triste que es mientras marque goles esto no le importa a muchos. Quizá él sea otros de los que piensa que Dios no está fuera del local de reunión de la iglesia. No quiero hacer leña del árbol caído y ojalá cambie –ese es mi deseo-, pero en el presente su comportamiento habla bien alto.
Esto mismo lo vemos en personas que no son famosas: creyentes que tienen una vida eclesial activa pero tienen noviazgos de yugo desigual y relaciones sexuales prematrimoniales, usando como excusa extrañas interpretaciones de las Escrituras; personas muy “santas” cuando se reúnen con otras de su misma fe pero que en su trabajo les falta integridad, que no les importa ser “chapuceros” o contar chistes verdes; cristianos que ofrendan sistemáticamente pero luego se quedan con el dinero que se encuentran en una cartera perdida o del que no les pertenece tras la devolución errónea de una dependienta en el supermercado; oradores que claman con los ojos llenos de lágrimas por la conversión de los que no conocen al Señor, pero que luego exudan fuego al afirmar que ellos no oran por los gobernantes y que desean el exterminio de algunas etnias del planeta; fieles que toman la santa cena de forma ceremoniosa y con caras serias cuando horas antes tenían las venas llenas de abundante alcohol y los pulmones de la nicotina del tabaco; hombres que los domingos saludan con un puro y casto beso a las damas cuando el sábado por la noche tratan de seducirlas; mujeres que visten con total elegancia en las mismas reuniones pero que cuando salen a cenar esconden bien poco de su anatomía en su búsqueda de atención y admiración; chicos que hablan con un respeto reverente en presencia de sus mayores pero cuando ven un partido de su equipo favorito abundan las palabras malsonantes y los vulgarismos escritos en Twitter o en grupos de Wasap. Todos ellos deberían saber que la bipolaridad espiritual no puede tener cabida dentro del verdadero cristiano.
Días antes de terminar este escrito, tuve un sueño –más bien una pesadilla- donde me veía a mí mismo en mi época de estudiante. No sé si influenciado por llevar varios días reflexionando sobre este tema, aparecía un antiguo profesor que era un ejemplo más de lo que estoy describiendo. Aunque era sumamente religioso, tanto en persona como en el aula era una mezcla de ogro y vampiro: aterrador y desagradable, hasta el extremo de que parecía disfrutar humillando y menospreciando a los alumnos (de entre 15 y 17 años), con los que incluso llegó a tener más de un altercado serio. Pero claro, para la mayoría de nosotros era la “autoridad” y nadie se atrevía a levantar la voz puesto que en aquellos tiempos el maestro siempre tenía más crédito y se le daba la razón (todo lo contrario que ahora). La realidad es que nunca soporté esa doble cara y lo consideraba un hipócrita, así que lo evité todo lo que pude, aunque intuyo que por la expresión de mi cara ante él sabía que no era de mi simpatía. Ante personas así no puedo disimular. Como dice Jaqui: “Hay gente que es muy ´creyente´ y se sabe la historia de la creación de ´pe` a ´pa`, van a misa cada domingo, y luego no son capaces de estar bien en su entorno familiar o de ayudar a un amigo”. Lo mismo podría aplicarse a otros “creyentes” de la otra rama cristiana, evangélicos de culto diario y que actúan igual.
Como todos estos modelos, nos encontramos centenares de historias de individuos que toman de la Biblia lo que quieren y cuándo quieren, obedeciendo únicamente lo que les gusta. Y no me refiero al que lucha contra su naturaleza caída, tropieza y se levanta tras arrepentirse, sino al que actúa así por norma.
Todo esto significa que no podemos tener una doble cara ni comportarnos de manera diferente en función de la tarea realizada y del lugar donde nos encontremos. Tenemos que ser iguales siempre. Como dijo Ghandi: “La vida es un todo indivisible”. La integridad que mostramos en las llamadas “actividades eclesiales” debe ser luego la misma en los estudios, en el trabajo y en las relaciones personales. Nuestra obediencia a la Palabra de Dios no debe variar según nos convenga, obedeciendo algunos mandamientos y pasando por alto otros de manera voluntaria. La santidad que mostramos ante el resto de creyentes debe continuar entre los incrédulos y cuando estamos a solas. Nuestro vocabulario debe ser puro independientemente de con quien hablemos. Y así en todas las demás cuestiones en que seamos partícipes: política, deportes, aficiones, etc. Lo contrario sería una especie de “postureo religioso”.

Vocación: Hablando a todos
¡Hay tantas cosas que me gustaría decirle a las chicas de Quiero ser monja y a los que piensan como ellas! Casi con total seguridad no me leerán –ni sé la manera de hacerles llegar este escrito- pero espero que presten atención aquellos que tienen sus mismas incertidumbres:

- Como dejamos claro, la consagración/religiosidad/espiritualidad no está limitada a una actividad o lugar. Toda la vida lo es o no lo es. No hay término medio. La vida cristiana comienza con el nuevo nacimiento (No soy religioso, ni católico, ni protestante: Simplemente cristiano: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/09/no-soy-religioso-ni-catolico-ni.html). Ni antes ni de ninguna otra manera. Es a partir de ahí donde cada uno debe encontrar la manera de servir a Dios según los dones que ha recibido.
En términos bíblicos, no hay dos compartimentos ni distinción entre el cristianismo clerical y el laico. Existen diversos ministerios y funciones, algunos muy visibles y otros no tan llamativos, pero no por ello menos necesarios y significativos. Lo vemos claramente en uno de los muchos ejemplos vistos en el Nuevo Testamento: unos se dedicaban a servir a las mesas de las viudas y otros a predicar el Evangelio (cf. Hechos 6:1-5).

- La vida de un creyente no implica vivir como un amish o en un monasterio como asceta con otros creyentes –sea en una vida activa o contemplativa-, ni hacer voto de silencio, no tener espejos o besar el suelo. Y mucho menos con una reja de separación. ¿O alguien se imagina a Jesús visitando a sus amigos y familiares con unos barrotes de por medio? Todo esto son mandamientos humanos. Por mucho que lo crean las monjas de clausura, Dios no llama a nadie a vivir en enclaustramiento y eso no significa que las personas no estén oyendo Su voz porque no quieran vivir así. Mezclar lo uno con lo otro es un nuevo error. Tampoco es la manera exclusiva de hallar la paz y la felicidad como algunas de las protagonistas afirman, ya que esto es parte del fruto del espíritu (cf. Gálatas 5:22) y accesible a todo cristiano verdadero como Jesús explicó en las bienaventuranzas (cf. Mateo 5:2-12), independientemente de las circunstancias. Lo comprobaréis al estudiar detenidamente los Hechos de los Apóstoles y las cartas del Nuevo Testamento.

- Tened en mente un simple hecho histórico: el movimiento monástico surgió en primer lugar en el desierto en el siglo IV como reacción al paganismo que se introdujo en el cristianismo y a las falsas conversiones cuando esta religión se convirtió en la oficial del Imperio con Constantino. La moralidad y la espiritualidad cayeron sobremanera, hasta el extremo de que muchos verdaderos creyentes decidieron alejarse del “cristianismo estatal” para vivir una vida pura como ermitaños. En términos humanos, era comprensible. Pero la realidad es que Cristo no nos llamó a vivir apartados por miedo a contaminarnos del pecado, sino a ser luz “en medio” de las tinieblas sin ser arrastrados por ellas, como Él mismo hizo, junto al resto de cristianos de los primeros siglos: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).

- No hay nada malo per se en maquillaros con sencillez y no tenéis que vestir con hábitos. Jaqui lo señala claramente: “no vas a ser peor persona o mejor si vas sin maquillaje que con. Se nos llama a renunciar al pecado, y en este tema en particular el equilibrio está en huir de la vanidad y en ser moderadas dentro de vuestra propia elegancia (¿Cómo debe vestir una mujer cristiana?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/77-como-debe-vestir-una-mujer-cristiana.html).

- Podéis tener un móvil y sacarle utilidad sin problemas, siempre que no se convierta en la “droga” que es para muchos que no pueden dejar de mirarlo cada cinco minutos y viven pegados a él como una extensión de su cuerpo (vosotras mismas confesáis que sois adictas; ese es el problema y no otro). E igualmente podéis disfrutar de todo lo sano que Dios ha creado para nosotros sin ataros por ello (¡Vive! Disfrutando sanamente: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/81-vive-disfrutando-sanamente.html).

- No tenéis que renunciar a vuestra familia como algunas creéis. Seguir a Dios no significa elegir entre Él y la familia. Son compatibles. Pedro dijo que él y el resto de apóstoles lo dejaron todo para seguirle (cf. Marco 10:28), pero esto no incluía abandonar a sus esposas (cf. Mateo 8:14; 1 Corintios 9:5). Puede que, por ejemplo, un misionero tenga que escoger un estilo de vida que le impida pasar mucho tiempo con su familia natural, pero tampoco esto es sinónimo de “adiós, hasta nunca”.

- Habláis de dar y entregar amor, de ayudar a los pobres escuchándolos, de llevar a cabo obras sociales, de transmitir valores que se han perdido, de servir a la humanidad, etc. Y lo lleváis a cabo. Admirable. Pero os vuelvo a decir que ese es el llamado a todo cristiano, no solo a un sector pequeño y en concreto, ni tampoco exclusivo a los que están consagrados a una parroquia: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Hay muchas maneras de servir a Dios, como podéis comprobar en ¡Vive! La réplica a la sociedad: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/82-la-replica-la-sociedad.html.

Vocación: Hablando a los que piensan como esas chicas
- A Jaqui: “Me llena (la Biblia), es como escuchar música. Me ha enseñado a hacer todo con amor, hasta ponerme los guantes para limpiar un retrete lo hago con amor”. Poco más qué decir a esas palabras. Si acaso, aconsejarte que todo lo que otros te enseñen de ella lo compruebes por ti misma (el amor que te ofrezcan no es garantía absoluta de que lleven la razón), no olvidando nunca el contexto de los pasajes y la enseñanza global de las Escrituras, puesto que muchos cometen el error de tomar varios textos sueltos y establecer a partir de ellos una enseñanza.
Tanto a Jaqui como a Janet –como sois hermanas- os pediría que, para empezar, aclaréis la base de vuestras creencias y en qué os basáis para ellas. Esto lo digo porque tenéis muchas ideas de otras religiones y de filosofías orientales, y se os nota claramente cuando habláis de “energías”, “vibraciones”, “encarnaciones”, en el intento Janet de querer hacer el Ramadán o en las palabras de Jaqui (“para mí la religión es amar, entonces qué más da que seas de una o de otra”). Vuestra doctrina debe basarse en la Biblia o no hacerlo, pero no es posible hacer un sincretismo de diversos credos. Jesús fue claro al respecto: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

- A Janet, quien dijo: Creo que ser monja es una forma de ser feliz a contracorriente”. Ser feliz contracorriente es mucho más que ser monja o fraile, ni tampoco es algo único para los que eligen este tipo de vida. Ir contracorriente es pensar, sentir y vivir de la manera en que Dios enseña, tan opuesta a la que este mundo predica a los cuatro vientos: No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto” (Romanos 12:2; DHH). Esa es la verdadera libertad.
Por otro lado, investiga y reflexiona sobre todos los temas que te han enseñado. Si tanto a tu hermana como a ti os choca que haya imágenes de oro en un templo, puede que haya más cuestiones que no te cuadren al compararla con las enseñanzas de Jesús.

- A Juleysi: Su mayor duda es que no sabe si elegir a Dios o a su novio: “Todavía no tengo claro a quién quiero más. A los doce años quería ser monja y es una duda que debo resolver: descubrir si quiero pasar mi vida con Dios o con Alberto”. La respuesta a esta duda que la carcome es muy sencilla: como ya dije respecto a la familia, servir a Dios y estar casado no es incompatible. No tienes que elegir entre el Altísimo y el amor, entre un chico y la fe. No todos los cristianos tienen que permanecer solteros y célibes. Así lo enseñó Jesús: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado” (Mateo 9:11). Pedro mismo estaba casado (cf. Mateo 8:14) e incluso otros apóstoles iban acompañados de sus esposas: ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?” (1 Corintios 9:5). Ten presente otro dato histórico: no fue hasta el año 1123, en el I Concilio de Letrán, que la Iglesia católica prohibió el matrimonio, lo cual no tiene ningún apoyo bíblico, más bien nos avisa de tal equívoco (cf. 1 Timoteo 4:3) que ha traído innumerables desgracias.
Tú misma señalas que amas a Dios un poco más que a tu novio. ¿Algún problema? ¡Ninguno! ¡Ese es el orden correcto! ¡A eso resumió Jesús los dos grandes mandamientos!: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12:29-31). Mientras más ames a Dios más amor tendrás de cara a tu pareja.
Ese es un tema bastante claro. Ahora bien, no es esa la pregunta que tienes que hacerte sino otra que ya le planteas a tu novio justo al final del último programa: él no es creyente y vais a chocar si eso no cambia. Dices que lo amas, pero debes meditar seriamente en este texto: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14). Es ahí donde verás qué tienes que hacer con esa relación. En el caso de que tú hayas “nacido de nuevo” (materia que tienes que investigar), si él da el paso de fe la respuesta es sencilla. Pero si no se da el caso... De ahí la importancia que lo analices cuanto antes. Recuerda que estas palabras de Pablo son un mandamiento, no un consejo o una sugerencia. Si quieres profundizar sobre este tema, te emplazo aquí: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/07/91-enamorado-de-un-inconverso-es_96.html; http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/07/92-enamorado-de-un-inconverso-cuando.html

- A Paloma: “Yo siento que Cristo es mi hombre. Para mí está vivo y me he enamorado de Él”. La que más me ha impresionado de todas. Te llaman muchísimo los votos de pobreza, castidad y obediencia en el que viven las monjas. El segundo ya lo comenté, y el primero y el tercero es algo que, de manera equilibrada, enseña la Biblia para todos los creyentes una vez más: sin opulencias y obedeciendo a Dios en Su Palabra. Generosidad y contentamiento, se tenga mucho o poco (Elysium: ¿Ficción o realidad?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/elysium-1-parte-ficcion-o-realidad.html).
Es la manera en que vivía Pablo, fuera cual fuera su circunstancia: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13).
Como hago con las otras chicas, sí te animo de corazón a que revises a la luz de TODA la Escritura cada una de las doctrinas que has aprendido en el catolicismo en general y en el camino “neocatecumenal” en particular.

- A Fernanda: “Un día en misa sentí que no hablaban de San Pedro, sino de mí. Sentía un fuego por el pecho. Hablé con sacerdotes y me dijeron que era claramente una llamada divina”. Para no repetir todo lo anterior (que no hace falta ser monja para encontrar el propósito y la vocación), añado un único apunte: el modo de servir a Dios (que llamas la llamada divina) debe estar en consonancia con lo que enseña la Biblia y no tanto por emociones o sentimientos, que no son un buen baremo para medir la espiritualidad. Como al resto de tus compañeras, te recomiendo fervientemente que estudies por ti misma la Palabra sin prisas ni ideas preconcebidas. Que sea Dios quien te guíe, no las opiniones de terceros (por muy buena fe que tengan) o la cantidad de personas que crean lo mismo. Esto es algo entre Dios y tú, y nadie más. Puedes empezar escudriñando qué es, según el Nuevo Testamento, la Iglesia. Y lo más importante es qué tiene que ver la muerte de Cristo en la cruz contigo y su relación con tus propias palabras “me considero una persona muy insignificante, bastante pecadora y no del todo buena”. Nada mejor para descubrirlo que las cartas a los Gálatas y a los Romanos.
Sobre el tema de los chicos (“Me encantan, pero no son imprescindibles”), te remito a la respuesta ofrecida a Juleysi, aunque añado un pequeño apunte: el único que “completa” es Dios, no una pareja; ésta, en todo caso, lo que hace es “complementar”. Entender la diferencia entre ambos conceptos es fundamental para no caer en el error que vende la sociedad con la idea de la media naranja (¿Incompletos sin pareja?: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/04/2-incompletos-sin-pareja.html).

Espero que todos aquellos que se encuentran en la búsqueda de su vocación y de la verdad la encuentren. Es una promesa de Dios si el deseo del corazón es genuino: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
Por lo demás, mostremos una sola cara sin dividirnos en dos. Seamos verdaderamente genuinos.