Una persona que no cree en Dios, al leer un título
como el que encabeza este escrito, posiblemente se burlará de forma sarcástica:
“Ya están de nuevo los creyentes con sus fantasías de que un tipo de piel roja
con cuernos y un tridente en la mano está al frente de este mundo”. No, él no
es así ni como lo ha descrito el foclore popular y cuya idea ya refutamos en “Lucifer: ¿simpático, de buen corazón y
condenado injustamente?” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2016/10/1-lucifer-simpatico-de-buen-corazon-y.html).
La cuestión es que hay muchos –incluyendo a
cristianos- que no saben la forma concreta en que el diablo controla el sistema
mundial que nos envuelve. Pero la respuesta está delante de nuestros ojos cada
día y es muy fácil de ver. Los detalles los voy a ir exponiendo a lo largo de
las siguientes líneas, y se basa en unas premisas muy sencillas de seguir.
Hijos de
Dios o hijos del diablo
Jesús le dijo a un grupo de judíos que no eran hijos
de Dios sino del diablo. Él fue bastante explícito: hay hijos de Dios e hijos del diablo. Y esto
incluye a toda la humanidad. O una cosa u otra. Cristo lo expresó bien claro: “Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me
amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí
mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no
podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los
deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio,
y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla
mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque
digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues
si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las
palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Jn.
8:42-47).
El contraste que hizo Jesús entre unos y otros es bien
llamativo:
- Un hijo de Dios ama a Jesús; un hijo del diablo no
(esto incluye, evidentemente, a los que se hacen llamar “agnósticos”).
- Un hijo de Dios sabe que Jesús proviene del mismo
Padre; un hijo del diablo lo considera un ser creado.
- Un hijo de Dios escucha Su Palabra y la obedece; un
hijo del diablo es sordo ante ella y ni le presta atención puesto que prefiere
acallar su conciencia.
- Un hijo de Dios cumple Sus deseos y voluntad; un
hijo del diablo cumple los suyos propios.
- Un hijo de Dios ha creído en Su verdad, la única
verdad; un hijo del diablo no, ya que cree en otras “verdades” que son mentiras
como los evangelios apócrifos, el Islam, el budismo, el mormonismo, la
salvación por obras, el horóscopo, los amuletos, el espiritismo, la santería,
los ídolos religiosos, etc.
- Un hijo de Dios sabe que Jesús es Santo y sin
pecado; un hijo del diablo lo toma como un ser imaginario sacado de una fábula,
o como un mero hombre, un sabio de su época o un revolucionario.
Los valores
satánicos en el mundo de hoy en día
El que es ateo o agnóstico dirá que, en todo caso y si
existiera, los hijos del diablo serían solo los asesinos, los violadores, los
maltratadores, los pederastas o los que hacen rituales satánicos. De nuevo otro
error. Al igual que están claras las diferencias básicas entre los hijos de
Dios y los del diablo, otra evidencia irrefutable es la diferencia entre sus
valores. Es así cómo se hacen se entienden las palabras de Juan: “El mundo entero está bajo el maligno”
(1 Jn. 5:19).
Antes de citar las claras diferencias entre unos
principios y otros, hago una matización para el que no lo haya pensando, aunque
es muy evidente: No se puede decir que
uno es “cristiano” o “un hijo de Dios” y luego tener los valores de las
tinieblas, que es lo que hacen muchos que se dicen “creyentes” y que han
crecido en una religión. O somos hijos de la luz o hijos de las tinieblas. De
ahí la clara advertencia lanzada por Jesús: “Entrad
por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es
la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan” (Mt. 7:13-14).
Veamos qué es lo que hay en la sociedad que tenemos
delante:
1) El matrimonio
y la sexualidad. Para Dios el matrimonio es la unión entre un hombre y una
mujer, donde la sexualidad se expresa dentro del mismo, y donde el divorcio
solo es permitido en caso de adulterio: “Dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne” (Gn. 2:24); “¿No habéis
leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo:
Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán
una sola carne?Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo
que Dios juntó, no lo separe el hombre. [...] Y yo os digo que cualquiera que
repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt. 19:4-6, 9).
Hoy en día prácticamente cualquier cosa es válida: dos
hombres, dos mujeres, dos transexuales, un hombre y un transexual o una mujer y
un transexual. Los mismos medios de comunicación se llenan de artículos sobre las
bondades del estilo de vida homosexual.
También, y partiendo de los promotores de la ideología
de género, se incentiva a los niños a que “experimenten” para “descubrir su
sexualidad”, como vimos en “La ideología de género: de nuevo el diablo asomando
su cabeza, y ahora, adoctrinando a los niños” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/10/la-ideologia-de-genero-de-nuevo-el.html). Incluso los grupos LGTBI han tratado de usurpar el
símbolo de paz del Arcoíris que Dios usó tras el diluvio y lo han tomado como
una bandera en la que regodearse.
Por otro lado, se
considera algo normal tener un compañero o una compañera sexual de una noche, y
que sus novios o novias duerman con ellos y tengan relaciones desde la misma
adolescencia sin haber contraído matrimonio, bajo el amparo de los padres.
Y por último, el
divorcio se lleva a cabo casi por cualquier causa. Unos argumentan que han
dejado de amarse, que no están hechos para vivir juntos, que son muy
diferentes, que el otro no era como se esperaban, que se han enamorado de otra
persona, etc. Se firma un papel, se reparten los bienes y a los hijos, y adiós
muy buenas.
2) Lo malo
se hace “bueno”. Lo perverso se
considera bondadoso y sabio como se señala en el conocidísimo
texto del libro de Isaías: “!!Ay de los
que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y
de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
!!Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de
sí mismos!” (Is. 5:20-21).
Un simple ejemplo: Mientras que ya no hay problema
alguno en que haya escenas de sexo en cualquier serie o película de televisión,
el siguiente paso que se ha dado ha sido el de la normalización de la
pornografía, considerada a estas alturas como algo común entre la juventud y
donde se animan entre ellos a verla. Como los estudios indican (de lo cual
hablaré ampliamente en otra ocasión) comienzan a consumirla a los diez años.
Repito: ¡A los diez años! El grado de perversión mental que tienen al poco
tiempo es incuantificable, y no es de extrañar que se haya multiplicado de
forma exponencial en países como el mío el número de agresiones sexuales y la
contratación de servicios de prostitución.
Un ejemplo más: Hace unos días, la dueña de una
librería de mi ciudad, me contaba, imitando la voz de ellas, cómo chicas
preadolescentes se acercan a preguntarle si tienen manga yaoi y yuri. Para el que no lo
sepa, son un subgénero dentro del cómic japonés donde los protagonistas son
chicos y chicas muy jóvenes que tienen un romance homosexual. Que niños, niñas
y adolescentes consuman este tipo de productos dice mucho de qué tipo de educación
se están empapando. En todos ellos se hace y se harán realidad las palabras de
Pablo: “Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción” (Gá. 6:8).
3) La
degeneración musical. La música, que
bien empleada puede resultar maravillosa, se ha convertido en un ídolo que
promueve los instintos más bajos, que incita a la sexualidad y a la
promiscuidad. Resulta muy llamativo que sea uno de los instrumentos usados por
el diablo para corromper y pervertir, cuando él mismo, antes de la caída,
alababa a Dios con la música (cf. Ez. 28:13).
4) La
cultura del nudismo. Vestir con ropa decorosa, con pudor y modestia como señala Pablo (cf. 1 Ti. 2:9) se considera anticuado, de mosquita muerta,
de monja. Lo que está de moda es la desnudez casi absoluta. Sinceramente, no
pensaba que hubiéramos llegado a ciertos extremos, pero tristemente es así, y
cuento un caso: Vivo en una ciudad costera y algunas noches en verano voy con
mi familia al paseo marítimo de la playa. El año pasado, estando todos sentados
en la terraza de una heladería, comenzaron a pasar por delante niñas con ese
pantalón que lamentablemente se ha puesto de moda, el que deja al descubierto
buena parte de los “cachetes”. Antes eran mayores de edad las que lo usaban.
Pero aquella noche comprobé la nueva tendencia: cada vez eran más pequeñas las
niñas que iban desfilando con dicha
prenda. ¡Había alguna que no tenía ni doce años! Y los padres al lado, como si
eso fuera lógico. Como puedes imaginar, surgió el debate entre mis familiares y
el resultado era el que yo esperaba: La generación de más de setenta años lo
consideraba vulgar (incluyéndome a mí aunque soy de otra generación), y los más
jóvenes pensaban que no había nada de malo, que cada uno viste como quiere.
Partiendo de la base que expuse en “¿Cómo debe vestir una mujer cristiana?” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/77-como-debe-vestir-una-mujer-cristiana.html), de que a toda mujer hay que respetarla exactamente
igual, vista como vista, la transformación de valores es tan brutal que, como
dicen los más viejos del lugar, no sé a dónde vamos a llegar.
5)
Subversión de la relación paterno-filial.
Aunque muchos padres siguen bautizando a sus hijos siguiendo la tradición
católica –pero no bíblica-, ninguno de ellos obedecen el mandamiento bíblico de
“instruir al niño en el camino de Dios” (cf. Pr. 22:6) y de “repetirle y hablarle
de Su Palabra” (cf. Dt. 6:6-7). ¿La consecuencia? Han perdido la autoridad
sobre ellos. Se ha pasado del “hijos, obedeced en
el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Ef. 6:1) al “Papá,
mamá, obedecedme y compradme lo que yo quiero, porque esto es justo. Ah, y
dadme cincuenta euros que voy a salir con los colegas” (Génesis del Niño del
siglo XXI, capítulo 1, versículo 1 al 2).
Cómo maleducan los padres a los hijos ya lo vimos de
forma irónica en “Cómo
maleducar –sí, maleducar- a un hijo desde pequeño hasta que cumple dieciocho
años” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/05/como-maleducar-si-maleducar-un-hijo.html).
6) Matar se
ha convertido en un derecho. Siendo
Dios un Dios de vida, que creó de la nada, que levanta el espíritu del caído, y
que en su momento resucitará a los muertos (cf. 1 Co. 15:52), el hombre se
dedica al asesinato selectivo de aquellos de los que no quiere hacerse cargo. Y
sí, me refiero al aborto (el genocidio por excelencia) y a la eutanasia,
asuntos de los que he hablado en numerosas ocasiones. Sobre esta última, la
nueva página que se va a escribir no implica únicamente a los que tienen enfermedades
terminales, sino que, como veremos en el siguiente artículo que le estoy
dedicando al tema, ya se está planteando en el Parlamento de Holanda
legalizarla para personas que ya no tengan ganas de seguir viviendo, aunque no
tengan ningún tipo de enfermedad. Es demencial.
7) El éxito
social y personal. Juan habla de “los deseos de la carne, los deseos de los
ojos, y la vanagloria de la vida” (1 Jn. 2:16) como parte del mundo y ajeno
a Dios. Sin embargo, los seres humanos siguen buscando su felicidad en esos
deseos y en la vanagloria: dinero, fama, sexo, relaciones románticas,
reconocimiento público, coches, casas, etc.
Por su parte, el cristiano no pone su esperanza en
este mundo ni busca la gloria personal, sino que desea por encima de todo agradar
a Dios como los héroes de la fe citados en Hebreos 11, porque sabe de la
realidad de las palabras dichas por el Altísimo: “Todos los llamados de mi
nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (Is. 43:7). Todos sabemos que
nuestra ciudadanía está en los cielos (Fil. 3:20), que aquí estamos de paso y
que tenemos que vivir piadosamente, aunque esto nos acarree persecución física,
verbal o meramente ideológica (cf. 2 Ti. 3:12).
Son abismales los contrastes entre los deseos de Dios
y los del hombre carnal.
¿Cuál es el opio que nos ofrece el sistema?
El conocido filósofo alemán del siglo XIX Karl Marx
dijo que “la religión es el opio del pueblo”. Puesto que el cristianismo no es
una religión, como expliqué en “No
soy religioso, ni católico, ni protestante; simplemente cristiano” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/09/no-soy-religioso-ni-catolico-ni.html), compro el
trasfondo de la idea de Marx y aumento la apuesta: Siendo el opio un narcótico
el cual produce sopor, relajación muscular y embotamiento de la sensibilidad
–creando adicción- observamos que la humanidad presente y de forma general es consumidora de otros tipos de opio: los
espectáculos de masa, los deportes, los conciertos, la música, la televisión,
los concursos, las series, las películas, el cine, los videojuegos, las nuevas
tecnologías, Internet, las redes sociales, youtube, los gimnasios, el teléfono
móvil, el wasap, la farándula del famoseo, las discotecas, los pubs, los
carnavales, el alcohol, las botellonas, el tabaco, las drogas, la política, el
mundo de la moda, el teatro, las compras, los hobbies, las novelas de cualquier
género literario, etc.
Es cierto que no toda expresión cultural del ser
humano es perniciosa y que hay aspectos rescatables y disfrutables (“¡Vive! Disfrutando sanamente”: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/81-vive-disfrutando-sanamente.html), pero podemos
afirmar sin ningún género de dudas que todo lo citado –incluso lo que es sano-
adormece nuestra conciencia y nuestra capacidad reflexiva. Si los
cristianos caemos en esta trampa en más de una ocasión –porque perdemos la
perspectiva y la realidad descrita- ¡cuánto más aquellos que ni siquiera son
conscientes de que son controlados por el sistema del que forman parte! Por eso
cuesta tanto conocer personas interesadas en temas verdaderamente
trascendentes. Mientras tengan toda esta variedad de placeres con los que disfrutar, estarán mentalmente tan
embotados que no habrá hueco para nada más. No tendrán tiempo, ganas ni
energías para pensar en nada concerniente a la espiritualidad y a las grandes
preguntas de la humanidad: ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos? y ¿A dónde
vamos?, cuestiones que ya fueron contestadas por Dios mismo cuando se encarnó y
visitó este mundo.
Otros
prefieren vivir sin más y disfrutar de todo lo que se les presente. Como
siempre digo, es un problema de índole moral, ya que quieren ser sus propios
dioses y que nadie les diga cómo deben pensar y vivir: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no
viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Jn. 3:20).
Por todo esto, a menos que experimenten un arrebato en
lo más profundo de sus almas y sientan “que algo no va bien”, “que algo falla”,
“que lo que ven no es toda la realidad”,
“que hay parte que es mera ilusión” o “que quieran cambiar”, seguirán
aletargardos como consumidores de opio.
El Nuevo
Orden Mundial y la invasión de los ultracuerpos
Estos tres aspectos que hemos visto a grandes rasgos (diferencias entre hijos de Dios e hijos del
diablo, valores y opio), es promovido desde las élites
que están en el poder y le ofrecen “al pueblo” lo que ellos desean. Estos
empresarios, políticos y gobernantes –que no conocen el hambre, que viven en la
opulencia y que están al mando del sistema de este mundo- son “hijos del
diablo” que le dan de comer su veneno a las masas que están completamente
cegados.
Sin caer en teorías conspiratorias, sin necesidad de
creer en todo lo que se lee en Internet de los Iluminati, de los Masones o del
grupo Bilderberg, aquí podemos usar con firmeza una terminología conocida por
muchos como “Nuevo Orden Mundial”. Un orden/desorden en el cual hemos ido
entrando y asimilando en estas últimas décadas, y que sigue afianzándose a
pasos agigantados tras haber puesto sus enormes pilares, debido principalmente
al trabajo de los gobiernos y apoyados en la sociedad por los medios de comunicación y ciertos lobbies que han
empleado una ingeniería social perfectamente orquestada. La maldad moral se ha
institucionalizado. Y esto va a ir a más. Esto no es una nueva revelación o una profecía de las
que tanto buscan muchos creyentes. Es que todo lo que hemos visto, “escrito
está” a la luz de las Escrituras.
¿Cuál es mi sensación en el día a día ante todo esto,
y que va en aumento según transcurren los años? La misma que la de los protagonistas
de la famosa película La invasión de los
ultracuerpos, basada en una novela de Jack Finney de 1955. Aunque se han
hecho muchas versiones, la de 1978 protagonizada por el inolvidable Donald
Sutherland es la mejor con diferencia. La historia nos narra la historia de
algunas personas que comienzan a afirmar que sus parientes y amigos no son
ellos, que se comportan de manera extrañas y que los han cambiado. Al principio
nadie los cree al considerarlo fruto de la ansiedad o de alguna crisis
personal, pero cuando los casos se multiplican por toda la ciudad termina por
revelarse la terrorífica verdad... Los que no son como ellos empiezan a ser
señalados y perseguidos... Y no cuento más para el que quiera verla.
Así es como me siento en este mundo, al igual que
cualquier cristiano verdadero. Para aquellos que nacieron a partir de la última
década del siglo XX, todo lo que observan a su alrededor a nivel moral es
perfectamente normal. Es el sistema en el que han crecido y les ha ido
moldeando, que se ha ido puliendo y adaptando a sus gustos y pensamientos. Para
ellos es mejor y más libre, y no entienden a los que no vivimos como ellos. Nos
consideran “dinosaurios”, “Neandertales” y “retrógrados”. Por eso, como dijo
Pedro, ellos se extrañan y hablan mal de nosotros, porque no les acompañamos en
los excesos de su mala vida (cf. 1 P. 1:4).
Los que somos de generaciones anteriores hemos visto
ante nuestros ojos el cambio tan antinatural que ha experimentado este mundo.
Un sistema enfermo, corrompido, amoral, decadente y perverso hasta niveles
inimaginables en todas las esferas.
Conclusión
La realidad es que Dios –que tiene el control de
todo-, que creó el universo y este planeta, no estableció el sistema por el
cual funciona. Eso es obra del hombre que ha adoptado los valores del diablo.
Dicho sistema está herido de muerte y tendrá un final: “Todas estas cosas han de ser deshechas, !!cómo no debéis vosotros
andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la
venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos,
y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según
sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”
(2 P. 2:11-13).
Para los que aun sigan cegados ante la realidad
descrita y quieran ser partícipes de la vida venidera, les dedico para terminar
estas palabras de Charles Swindoll: “Si
vamos a Dios con la sola razón, nos hallaremos frustrados, alejados y sin poder
comprender sus inescrutables caminos. Pero si nos acercamos con un corazón
abierto y en fe, descubriremos que nos está esperando con brazos abiertos,
listo para aceptarnos, para recibirnos y para llenarnos de su poder”[1].
Muy buena apreciacion del asunto saludos desde Colombia
ResponderEliminarGracias. Me alegra que comparta el sentir. Saludos desde España. DTB.
ResponderEliminarGracias hermano por ésta publicación tan valiosa! aún en medio de éste mundo enfermo, decadente en todo sentido, El Señor nos ayude a ir al rescate de almas a través del Mensaje de Salvación. Por todo el panorama que podemos observar a nivel global, la Venida del Señor está muy cercana. Muchas Bendiciones para su vida!!!
ResponderEliminarAsí es Isabel. También le deseo lo mejor en el Señor . Maranatha!!
ResponderEliminarEXCELENTE COMENTARIO , Y LA VERDAD ES ASÍ DE CORROMPIDO QUE ESTÁ ESTE SISTEMA Y DONDE ESTAMOS PEOR QUE SODOMA Y GOMORRA , COMO EN LOS DIAS DE NOÉ Y COMO DICEN LA BIBLIA Y SAGRADAS ESCRITURAS..." EL MUNDO ENTERO YACE EN EL PODER DEL INICUO 😈 DONDE PRONTO JEHOVÁ DIOS TERMINARÁ CON EL IMPERIO DE LA RELIGIÓN FALSA DONDE SE ENGAÑA A LAS PERSONAS HUMILDES PARA ENRIQUECERSE ILICITAMENTE Y DONDE SE PRACTICAN ACTOS DE PERVERSIÓN E IDOLATRÍA , A LOS QUE ROBAN , A LOS ASESINOS , A LOS ESPIRITISTAS ,A LOS MENTIROSOS , A LOS QUE LEVANTAN FALSOS TESTIMONIO , A LOS DESGENERADOS Y PERVERTIDOS , A LOS ADORADORES DE LOS PLACERES CARNALES ...QUE JEHOVÁ DIOS NOS PILLE CONFESADOS EN EL NOMBRE DE CRISTO JESÚS AMÉN 🙏...SALUDOS DESDE CHILE JESÚS , Y FELICITACIONES POR TU INTERESANTE ARTICULO 👍😃👌
ResponderEliminarGracias por sus palabras. Llegado el momento, el Señor acabará con este sistema podrido. Saludos cordiales desde España. DTB.
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