domingo, 12 de mayo de 2019

5. ¿Cuáles son los principios de propaganda en las iglesias malsanas?


Venimos de aquí: ¿Qué actitudes toman aquellos que han sufrido el abuso espiritual? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/4-como-reaccionan-y-que-actitudes-toman.html).

¿Cómo es posible que iglesias locales claramente enfermas, tanto en su doctrina como en su praxis, tengan cientos de seguidores, incluso miles? ¿Cómo es posible que dentro de estos grupos haya personas que crean como ciertas las mentiras que les han vendido? La respuesta es clara, pero visto desde afuera resulta dramática: la propaganda que han recibido por parte de sus líderes es tal que están completamente convencidos de lo que afirman. De manera sistemática han recibido un adoctrinamiento paulatino –el cual ha llevado años de enseñanza distorsionada- donde se ha entremezclado la sana doctrina con el veneno de las herejías. Esto les ha llevado a sustituir la lógica bíblica y el uso del raciocinio por la voluntad de sus “maestros”. Literalmente, han sido programados. Niegan ser robots, pero lo son. Niegan ser esclavos, pero lo son. De ahí que sea tan complicado convencerles del error en el que están sumidos.
Para ellos, aceptar que pueden estar equivocados es todo un drama personal, puesto que han depositado su fe, su esperanza y su vida en lo que aprendieron. Su dependencia del grupo es abrumadora; entre ellos se mueven como pez en el agua, con sus rutinas y hábitos. Pero si pierden esas bases, se sienten sin guía y sin apoyo alguno sobre el que sostenerse. Aunque puedan dudar en determinados momentos de la enseñanza que reciben, se obligan a negar esos pensamientos. Tratan de convencerse así mismos con el argumento de siempre: “Es un ataque del diablo que quiere destruirme”.

¿Cómo se lleva a cabo la propaganda?
Las iglesias con principios heréticos no son fáciles de percibir en primera instancia. Podemos escucharlas durante mucho tiempo enseñar las grandes verdades del cristianismo sin falta alguna. Pero, si prestamos atención, contemplaremos que, de manera sutil, inculcan pequeñas dosis de veneno. Algunas de estas pócimas son las que ya citamos: la teología de la prosperidad (en mayor o en menor escala), la confesión positiva, las maldiciones generacionales, la estructura piramidal, los llamados “ungidos de Jehová”, etc. Finalmente, este cianuro toma preeminencia en la enseñanza que imparten, aunque ellos se esfuercen en equilibrarlas con las principales.
Para que las personas no analicen por su cuenta lo que escuchan, llevan a cabo una serie de técnicas cegadoras. Muchos de los que están al frente de estas organizaciones religiosas (la inmensa mayoría sin saber lo que están haciendo), usan los mismos métodos de propaganda que desarrolló Paul Joseph Goebbels, ministro alemán durante la 2ª Guerra Mundial. Veamos brevemente los once principios que él promulgó para manipular a las masas –y que el marketing publicitario sigue usando en el presente­- y su paralelismo en las iglesias enfermas o sectarias[1]:

Principio de simplificación y del enemigo único
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
La mejor manera de unir a un grupo es buscar a un contrincante común. Para hacer partícipe a alguien de “la verdad” hay que señalar claramente a un adversario. En este caso, viene a ser todo aquel que no piensa, no siente y no actúa como ellos.

Principio del método de contagio
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Como si fueran una colmena, encasillan por igual a todos los que disienten de estos grupos: “Quieren destruir la obra de Dios”; “son parte del ejército de las tinieblas”; “son envidiosos y débiles de corazón”; “están amargados”; “les posee un espíritu de crítica”; “sus palabras están vacías”. Es la manera que tienen de estigmatizarlos y despreciarlos.

Principio de la transposición
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
Como los propios errores y pecados que cometen no los pueden ocultar (porque tarde o temprano salen a la luz), la manera de desviar la atención es culpando a otros de sus males, o atacando a otros grupos y personas con noticias sobre ellos, sean verídicas o infundadas. Niegan sus propios errores. Y, si los reconocen, entran en ese juego infantil basado en el “pero tú más”: “yo me habré equivocado, pero tú más”; “yo he pecado, pero tú más”. Así los “males” del adversario siempre son mayores que los propios.

Principio de la exageración y desfiguración
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Esta es una de sus tácticas favoritas: cualquier error o  acontecimiento del pasado de aquellos que se marcharon de estos grupos (o que nunca fueron parte de ellos pero los conocen perfectamente), lo magnifican hasta el extremo para ridiculizarlos. Así, una vez más, lograrán que los argumentos que puedan presentar contra ellos no sirvan de nada, puesto que previamente habrán descalificado a las personas que les señalan su faltas.

Principio de la vulgarización
Toda propaganda debe ser popular.
En este caso puede ser algún eslogan llamativo que realce las virtudes del grupo, que señale lo maravilloso que es formar parte de él, que motive a buscarlos porque una nueva vida está al alcance de la mano, etc. Tocan las emociones y los anhelos más profundos de la persona, ya que, si estás con ellos, serás especial y no uno más en este mundo de confusión y perdición.

Principio de orquestación
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Este eslogan debe ser claro y contundente. Viene a ser como el “Red bull te da alas” o “Coca cola: Destapa la felicidad” pero a nivel “religioso”: “eres único”; “eres especial”; “no a tu antigua vida; sí a una nueva llena de felicidad”; “te estamos buscando: Ven”; “siempre a tu lado”. Y esto de manera repetitiva. Todo ello, a ser posible, acompañado de imágenes con personas risueñas y en actitud de seguridad. Aunque luego sean mentiras que conducen a la esclavitud, es la manera más fácil de atraer a los que están buscando algo nuevo o se sienten perdidos y vacíos. 

Principio de renovación
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa.
Abrumar al grupo con nuevas ideas, proyectos y actividades para que no piense en los problemas internos y en lo que otros dicen de ellos. Para esto se usa las redes sociales, páginas web, libros, carteles publicitarios, tarjetas, postales, folletos, etc. Siempre se habla de “lo que está por venir” para crear una expectación latente y continua: “La bendición de Dios está llegando”; “Él tiene grandes planes preparados para ti”; “el viento fresco está en camino”; “serás prosperado en todo”. Todo expresado por personas con carisma, emotivas y con ojos llenos de “fuego”, con citas bíblicas de por medio. Cuando no llega lo que se  esperaba, se habla de un tiempo de prueba, donde el Altísimo está probando a los que verdaderamente son fieles y merecen lo que vendrá. Únicamente para ellos se cumplirá sus “promesas”. Así se quita la frustración y se vuelve a crear una nueva expectación en un bucle eterno.

Principio de la verosimilitud
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Para esto se procurará aislar al grupo de las fuentes de información ajenas al mismo. Solamente los de mayor “rango” tendrán acceso a las fuentes originales. Este “misterio” lo emplean para controlar, ya que usan a conveniencia las noticias que consideren oportunas para señalar principalmente lo negativo de los que no pertenecen a su grupo. Saben perfectamente cuándo ignorar a los que consideran sus rivales y cuándo atacarles. Cuando tienen conocimiento de algún pecado de alguien que se marchó, no tienen duda en contarlo a sus seguidores: “Mirad de lo que me he enterado. Ya os dije que no era de buena calaña”.

Principio de la silenciación
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario.
Este caso es muy fácil de comprobar: Cuando alguien les plantea una duda para la cual no tienen una respuesta clara, responden de diversas maneras: “hay cuestiones que Dios deja en el misterio para que confiemos en Él”; “aunque no lo comprendas del todo, obedece a tus líderes para que el Señor te bendiga”; “bueno, aunque haya otros que crean estar en lo cierto, e incluso hagan algunas cosas bien, nosotros estamos plenamente convencidos de que llevamos la razón. Y tú mismo sabes de todas nuestras buenas obras y de los dones que otros no poseen. Así que te sugerimos pensar como nosotros”; “tenemos mucha más experiencia y madurez, así que confía en lo que te decimos”.
Por otro lado, cuando saben que los argumentos contrarios a los que ellos defienden son irrefutables e irrebatibles, los ignoran y no los dan a conocer al resto del grupo. Sería reconocer que están errados, por lo que guardan silencio, ya que temen perder el control sobre la masa. En estos lugares suelen censurar el material que contraviene la doctrina oficial. En la mayoría de las ocasiones, es una censura sutil y camuflada bajo expresiones como “deseo lo mejor para ti. Huye de esos libros y autores”. En lugar de dejar que el individuo estudie por sí mismo, le dicen lo que debe pensar y creer.

Principio de la transfusión
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Blanco o negro; Bien o mal; Luz u oscuridad. Así se mueven. Bíblicamente esto es correcto. El problema aquí es que ellos dicen representar todo lo bueno y el resto de los cristianos todo lo malo. Así se crea un claro complejo de superioridad moral. Este es un prejuicio que lleva a la persona a convencerse en su parte más instintiva de estar haciendo lo correcto. Creen que el resto pierde el tiempo al no vivir de la misma manera que ellos.

Principio de la unanimidad
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.
Afirman que una iglesia formada por decenas, cientos o miles de personas no puede estar equivocada ya que todos piensan de la misma manera. Tienen que estar en la Verdad. Eso es, al menos, lo que creen. Esto es puro markentig publicitario. La realidad es que, si así fuera, los musulmanes tendrían la verdad absoluta y el apoyo de Dios ya que son más de 1000 millones de fieles. Si lo que esa iglesia enseña no concuerda con la revelación bíblica, no tiene validez alguna, por mucho que presenten como argumento la “numerología”.

¿Qúe se busca con estos principios?
Los efectos que se buscan con estos principios son muy evidentes:

- Que el individuo deje de pensar por sí mismo.
- Que adopte un pensamiento uniforme.
- Que defienda a su grupo con uñas y dientes.

Todo forma parte de una maquinaria perfectamente engrasada, donde los nuevos acólitos recibirán la enseñanza por parte de aquellos que ya llevan años en el sistema y la han asimilado.

Continuará en: ¿Por qué una persona se une a una iglesia enferma o secta sin saberlo?
https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/09/6-por-que-una-persona-se-une-una.html



[1] Letras en negrita y cursiva son parte de: http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?t=353&mobile=on

No hay comentarios:

Publicar un comentario