lunes, 29 de abril de 2019

1. Morir joven, a los 140 años

Portadas de la revista “Time” que analizan las investigaciones que se están llevando a cabo por multinacionales y farmacéuticas para lograr la “inmortalidad”, señalando algunos la fecha de 2045 como el año en que será posible.

Estamos en un intervalo entre la última generación humana mortal y la primera generación humana inmortal. Yo no pienso morir. Así de sencillo. No está entre mis planes. En los próximos 20 a 30 años vamos a curar todas las enfermedades, y subrayo: todas las enfermedades. [...] Los médicos van a quedar desempleados. [...] A mí me gusta decir que vamos a ver la muerte de la muerte.

Estas no son palabras mías tras haber sufrido una intoxicación alimentaria ni el comienzo de una novela de Arthur C. Clarke. Tampoco forman parte de la biografía no-autorizada de Matusalén ni de las memorias del Conde Drácula o del cuasi inmortal Jordi Hurtado. Salen de la boca de José Luis Cordeiro, alguien al que últimamente tenemos hasta en la sopa, y que se presenta como profesor de la Singularity University e Ingeniero del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts creado en 2009 por la NASA y financiado por Google) pero cuyas credenciales son más que dudosas y es considerado por algunos como un mero charlatán. Lo que nos interesa no es quién es realmente, sino las afirmaciones que lleva a cabo puesto que trazan una línea de investigación que está siendo llevada a cabo por numerosos científicos y empresas de todo el mundo. Aunque discrepan en los detalles, a grandes rasgos tienen ideas comunes.
Dado que resulta muy interesante el tema, que tanto filósofos como teólogos ya están debatiendo al respecto, y ante los argumentos de peso que se presentaron en el programa de La sexta columna –titulado “2045: la muerte de la muerte”[1]-, merece la pena analizar las ideas que plantea y el supuesto futuro que está relativamente cerca de abrirse ante los ojos del ser humano: ¿qué y cuánto hay de verdad en el enunciado del célebre Ingeniero? ¿Qué perspectiva podemos tomar basándonos en nuestra fe cristiana?

¿Ideas locas o realidad?
Tras escuchar a José Luis, podemos pensar que es el clásico “profeta” de turno al que le gusta llamar la atención y jugar a la ciencia ficción para lucrarse económicamente. Pero cuando vemos que buena parte de la comunidad científica (médicos, biólogos, genetistas, científicos, ingenieros moleculares, etc.) comparten la esencia del mensaje, y que empresas como Google, Facebook y Microsoft están invirtiendo miles de millones de dólares en la investigación de estas áreas, entonces hay que tomárselo en serio y no despreciar a la ciencia como hacen algunos. Sería de necios mirar para otro lado y no meditar al respecto. Por si te sientes inquieto ante las siguientes revelaciones, y antes de llegar a las reflexiones finales, te adelanto para tu tranquilidad que, como bien veremos, el mensaje eterno de Cristo no varía ni un ápice. Pero antes de llegar ahí, escuchemos a los científicos.
En el año 1990 se comenzó el llamado “Proyecto Genoma”, que consistía en secuenciar el ADN del ser humano. Dicho programa fue concluido en 2003, siendo todo un hito para la ciencia. Sin entrar en muchos detalles para no perdernos en términos extraños, “el ADN es el ácido desoxirribonucleico responsable de contener toda la información genética de un individuo o ser vivo, información que es única e irrepetible en cada ser ya que la combinación de elementos se construye de manera única. Este ácido contiene, además, los datos genéticos que serán hereditarios, o sea que se transmitirán de una persona a otra, de generación en generación, por lo cual su análisis y comprensión resulta ser de gran importancia para realizar cualquier tipo de investigación científica o aventurar una hipótesis que verse sobre la identidad o sobre las características de un individuo”[2]. ¿Qué significa esto?: Que nuestros genes contienen la información de todos nuestros aspectos, desde el color de ojos hasta la constitución física en su totalidad, como la tendencia a desarrollar en el futuro una u otra enfermedad.
Los estudios que se están realizando consisten en averiguar qué funciones realizan exactamente cada uno de estos genes. A medida que sepamos cuáles son defectuosos y qué efectos provocan, por ejemplo, un tumor, enfermedades cardiovasculares y mentales, etc., se podrán “reparar” o “sustituir” por genes sanos. Visto así, es apasionante. ¿Quién no querría que le detectaran en un simple análisis que va a tener una dolencia severa por unos genes en mal estado y que le pudieran tratar con medicina preventiva antes de que ocurriera? ¿Quién no querría que le curasen?
Si las personas morían hace un siglo por simples infecciones o por enfermedades que en el presente son fácilmente tratables, lo mismo seguirá sucediendo con otros padecimientos que a día de hoy no tienen cura. Unos científicos dicen que se podrá curar todo, y otros que no, pero sí que se mejorarán considerablemente los tratamientos, y que, enfermedades que son mortales a día de hoy, se convertirán en crónicas, donde el afectado podrá hacer vida normal. En definitiva, sea una cosa u otra, sea más pronto que tarde, todos concuerdan en los aspectos básicos.

¿Detener el envejecimiento?
La edad media en 1900 era de 31 años. Incluyendo al que escribe, muchos de los que están leyendo estas líneas ya no estarían por este mundo. En la segunda década del siglo XXI, la media de vida se sitúa en 80 años para los hombres y 85 para las mujeres. Es muy llamativo que, en poco más de un siglo, se ha doblado la esperanza de vida: “A lo largo de los últimos 200 años, la esperanza de vida se ha elevado a un ritmo constante de más de dos años por década, así que nos encaminamos irremediablemente a una sociedad en la que muchos millones de personas van a vivir mucho más tiempo. [...] Un niño que nazca hoy mismo en un país de Occidente tiene más del 50% de posibilidades de vivir más allá de los 105 años. Hace un siglo, sólo un niño de cada 100 podría conseguirlo. Si usted tiene ahora 20 años, tiene un 50% de opciones de vivir más de 100, y al menos la mitad de los ciudadanos que hoy tienen 40 llegará a los 95”[3].
¿En qué trabajan actualmente los científicos respecto a la edad biológica? Ni más ni menos que en detener el envejecimiento. Y no solo aplazarlo, sino revertirlo. Suena desconcertante, pero actualmente se está investigando a fondo por cientos de científicos en multitud de proyectos. Aubrey de Grey, gerontólogo médico en Cambridge, director del centro SENS en California y fundador de la Fundación Matusalén, afirma que “podremos parar el envejecimiento con una sola inyección”[4].
La española María A. Blasco –biologa molecular, directora de CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) y autora del libro cuyo título encabeza este artículo-, explica que ya lo han logrado en ratones. Estos viven mucho más que el resto de su especie: el equivalente a 120 años humanos. La clave está nuevamente en el ADN, en el extremo de los cromosomas, llamados telómeros. Los telómeros se van acortando conforme envejecemos y son los causantes del proceso de envejecimiento y, en última instancia, de la muerte. En los ratones lo que han hecho es mantener estos telómeros largos durante más tiempo, logrando así que sean más jóvenes durante más tiempo y, en consecuencia, que vivan más. No es que sean ratones viejos que se mantienen viejos durante más tiempo (algo indeseable), sino que son jóvenes durante más tiempo, valga la redundancia. Además, tienen menos enfermedades, puesto que muchas de éstas están asociadas a la vejez.
El siguiente paso de la investigación es lograr los mismos resultados en seres humanos. Las consecuencias serían relevantes:

- Una vida donde primase en todas sus etapas el vigor físico e intelectual. A esto, el profesor Robert Pogue Harrison lo llama Juvenescencia, lo cual no significa que seremos viejos más tiempo, sino jóvenes durante más años. En ese sentido, la comunidad científica considera el envejecimiento como una enfermedad curable.
- Puesto que el germen de los infartos y de muchas enfermedades como el Alzhemer, el Parkinson o el cáncer es el proceso molecular de envejecimiento, si pudiéramos mantenernos jóvenes, la incidencia de estas enfermedades entre la población sería muy baja.
Aparte de los telómeros, el otro frente abierto de par en par se sitúa en las conocidas como “medusas Hidra[5], y sobre la cual los laboratorios están dedicando millones en investigarla. Es un organismo que tiene una longitud de 1 mm a 20 mm, y que es capaz de envejecer y rejuvenecer ilimitadas veces. La tesis es sencilla: si hay seres vivos en la naturaleza que no envejecen, solo es cuestión de tiempo que seamos capaces de entender cómo lo hacen y aplicarnos el cuento.

¿Posible o imposible?
Ante todo esto, y coincidiendo con la fecha de 2045 que apuntaba en su libro la bióloga molecular María A. Blasco, el mismo José Luis Cordeiro espera por entonces estar en tratamientos de rejuvenecimiento donde sus células puedan volver a ser jóvenes.
El célebre escritor Isaac Asimov (1920-1992), fue también Doctor en ciencias por la Universidad de Colombia, profesor de bioquímica y doctor en filosofía. Aparte de promulgar las conocidas tres leyes de la robótica, destacó por ser un futurista. En sus novelas Las bóvedas de acero (1953), El sol desnudo (1957), Los robots del Amanecer (1983), Robots e Imperio (1985), y toda la saga Fundación, vemos que los espaciales (seres humanos que emigraron a otros planetas y los colonizaron) tienen un promedio de vida de 300 años, precisamente porque han dominado las técnicas genéticas de las que estamos hablando a lo largo de estas líneas y que son reales. Él mismo escribió al respecto en 1986 en su libro científico El código genético.
Incluso científicos cristianos hablan de que puede llegar a ser perfectamente posible. En este caso, John Wyatt, presidente del grupo de Estudios Éticos de la Asociación Médica Cristiana del Reino Unido, profesor de pediatría neonatal y neonatólogo consultante en University College de Londres: “Es interesante que la muerte no sea una necesidad biológica. Cada célula viva y el organismo están equipados con la maquinaria necesaria para sanarse y renovarse de modo que la vida continúe indefinidamente. Aunque parece sorprendente, la vida eterna no es una imposibilidad biológica. En un sentido, aunque las celulas individuales están destinadas a morir, los organismos parecen estar diseñados para vivir para siempre. El proceso del envejecimiento involucra mecanismos biológicos activos que entendemos poco, que impiden que el proceso de repararse y renovarse funcione, que lleva al fin al decaimiento biológico y la muerte. Quizá este sea una contra parte física de la verdad bíblica que por medio de la maldad humana la creación está sujeta a ´la corrupción que la esclaviza` (Ro. 8:21)”[6].

Conclusión
Con lo que hemos analizado, tengamos muy presente que no son ideas descabelladas. Es algo en lo que esto coinciden todos los científicos. Varían en qué grado se podrá materializar y en el cuándo: “Los más optimistas opinan que la primera persona en prolongar su vida indefinidamente está ya viva. Otros más pesimistas opinan que el tema puede tardar unos dos siglos. Que no se consiga nunca... eso no lo opina nadie que tenga conocimientos de biología molecular”[7].
Ya hemos visto lo que se vaticina para las próximas décadas. Quizá nosotros no lleguemos a verlo con nuestros propios ojos pero sí las generaciones más jóvenes.
Como en 2045 –que es la fecha que se cita en el título del programa-, no sé si seguiré por este barrio, si la sociedad estará en pie tal y como la conocemos, o si se habrá producido la Parusía o no, aprovecharé que todavía me funciona relativamente bien la mente para darle una conclusión clara a todo lo concerniente a la inmortalidad.

Continuará en ¿Qué tiene que decir el cristianismo sobre los deseos de la biotecnología de rediseñar al ser humano? https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/09/2-que-tiene-que-decir-el-cristianismo.html


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