lunes, 9 de septiembre de 2024

1. ¿Por qué, en pleno siglo XXI, los hombres rechazan a las mujeres, y las mujeres a los hombres?

 


Antes de comenzar, dos avisos:

1) estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden. Es algo que repetiré al comienzo de cada uno de ellos.

2) como saben todos los que siguen este blog, soy cristiano, pero estos escritos sirven tanto como para los que lo son como para los que no, por esta razón: hay muchos puntos en común e infinidad de denominadores en común en lo que concierne en las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres. Si creyentes y no creyentes coincidimos en muchas aseveraciones, es porque, al igual que dos matemáticos distintos afirman que dos más dos son cuatro, la mayoría hablamos desde la lógica más elemental, sin habernos dejado influenciar por dogmatismos ni ideologías postmodernistas.
El hecho de que yo sea cristiano –con las diferencias e implicaciones éticas y morales que eso conlleva en aspectos muy concretos-, las deducciones a las que llegamos en este tipo de materia son tan básicas que no se pueden negar desde un punto de vista empírico. La historia y la literatura lo atestiguan.
Ahora bien, aunque no voy a incluir nada de teología, irás viendo que incluiré diversos links a otros de mis escritos, para aquellos que quieran profundizar en los mismos, pero ya desde una óptica cristiana. Y en otra serie de artículos que estoy a punto de terminar, el año que viene publicaré otros diez, pero ya completamente específicos para cristianos sobre qué es ser un hombre y cómo serlo.
Sin más, comencemos.

En pleno año 2024, las causas por las cuales hombres y mujeres se rechazan mutuamente para establecer una relación formal y de por vida, son muy claras. Cuando se conocen el uno al otro, ven todo tipo de características que les provocan repudio; algunas se dan más en ellos y otras en ellas:

- Observan personas inmaduras, díscolas o con desequilibrios emocionales muy acentuados, que un día están por las nubes y otro por los suelos.

- Observan personas que no quieren comprometerse y se mueven por impulsos. Prima el aquí y el ahora. Hoy están, mañana puede que no.

- Observan personas que desprecian la idea de formar una familia. Prefieren un animal de compañía que tener un hijo.

- Observan personas promiscuas que no les generan confianza.

- Observan personas que se exhiben en las redes sociales: unas buscando beneficio económico, y otras por vanidad y puro lucimiento, para así hallar validación, autoestima y dopamina.

- Observan personas que son consumidores de pornografía, que les lleva a considerar normal todo tipo de perversiones enfermizas.

- Observan personas que son pura hipergamia, siempre a la búsqueda de alguien mejor y con unos estándares desmedidos, tanto a nivel físico, social y económico. Al resto no los consideran válidos. Buscan el tipo de hombre y mujer que solo lo conforman el 0,1% de la población mundial, cuando ni siquiera ellos son parte de ese porcentaje, sino del 99,9% restante.

- Observan personas superficiales, que no salen de los chismorreos, los deportes, la música vulgar y los programas televisivos.

- Observan personas iracundas, que a la mínima saltan verbalmente a la yugular.

- Observan personas tóxicas: egocéntricas, controladoras, manipuladoras, narcisistas, mentirosas, posesivas, histriónicas, traidoras y carentes de empatía.

- Observan personas emocionalmente dependientes o codependientes.

- Observan personas que no saben divertirse si no hay abundante alcohol de por medio.

- Observan personas que solo les quieren para una noche.

- Observan personas que compran servicios de prostitución.

- Observan personas que están a favor de las relaciones abiertas.

- Observan personas ofuscadas con la ideología de género, donde ya no saben qué es un hombre y una mujer, y van promulgando treinta y siete géneros.

- Observan personas que solo piensan en trabajar y en ganar más dinero, sin interés por las relaciones humanas.

- Observan personas sin deseos de adquirir riqueza interna.

- Observan personas interesadas, que no se preocupan por el otro como ser humano, sino que solo quieren aprovecharse y vivir mejor a costa del otro.

- Observan personas obsesionadas con el físico, o lo contrario: dejadez absoluta.

- Observan personas sin valores, que le conceden más importancia a un animal que a un feto humano.

- Observan personas que no tienen metas, ilusiones ni proyectos, y lo que les mueve es únicamente el ocio en sus más diversas formas.

- Observan personas emocionalmente frías, incapaces de demostrar amor.

- Observan personas que no saben distinguir entre el enamoramiento inicial y el amor maduro que le sigue.

- Observan personas que han perdido la cuenta de cuántas relaciones han tenido.

- Observan personas sin capacidad para resolver problemas.

- Observan personas que solo saben hablar de sí mismas, pero no escuchar.

- Observan personas que no cumplen esos votos que hicieron en el que consideraron el día más feliz de sus vidas: “prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida”.

- Observan personas que no dejan de elegir mal, al típico bad boy o bad girl, y que no lo hacen ni caso a los good.

- Observan personas que vienen de vuelta de todo, tan quemadas, a causa de malas experiencias, que hieren a los demás.

- Observan personas que se pasan horas y horas semanales consumiendo vídeos de TikTok con puras sandeces.

- Observan mujeres masculinizadas y hombres feminizados, tanto en sus maneras, lenguaje y comportamiento.

- Observan personas que consumen sustancias estupefacientes, sean consideradas legales o ilegales en sus países de origen.

El porcentaje de personas que podemos encuadrar en estas conductas, ha crecido exponencialmente en los últimos años de manera desproporcionada. Aunque todo explotó tras la revolución sexual de los años 60, la degeneración en esta década ha sido dantesca.
Es la sociedad que tenemos: infantiloide, neurótica, adicta a las nuevas tecnologías y con la mente llena de basura. Con los atributos nombrados, es normal, lógico, y hasta sabio, huir de esta clase de individuos.
Por todo esto, muchos hombres y mujeres no quieren saber nada el uno del otro para una relación seria.

Lo que esto ha provocado... y provocará
Además, para ambos es jugársela:

- El hombre no tiene presunción de inocencia, y basta una denuncia para ir al calabozo durante 48/72 horas. Si se divorcia, a menos que se tenga firmado una separación de bienes, tendrá que repartirlos con su ex, tanto lo concerniente a la parte económica como a la material. Y si tiene hijos, tendrá que pagar una manutención sin apenas poder ver a su retoño.

- Por su parte, la mujer se arriesga a ser abandonada tras haber sido usada como un trozo de carne o tras el embarazo, donde deberá criar sola a su hijo y tendrá serias dificultades para encontrar a un hombre que quiera estar con una madre soltera.

Por desgracia, es lo que se contempla en este siglo. Y la cosa va a peor, donde los dos sexos, a nivel individual y colectivo, tienen su parte de responsabilidad. En otras ocasiones, es el sexo opuesto el que, mayormente, es el causante. Por ejemplo: en el hecho de que haya mujeres endiosadas, que se muestran medio desnudas en Internet y/o narrando sus vidas a cada minuto, buena parte de la culpa hay que atribuírsela a todos esos hombres que no dejan de adorarlas, con esa atención que les ofrecen con comentarios y halagos. Este tipo de varones son los que, en la jerga de Internet, se conocen como simp.
Con todo lo descrito, ya no sorprenden que los matrimonios hayan descendido un 50%[1] y que, por ejemplo, en España, el 60% de estos terminen en divorcio[2], lo que supone cada año entre los ochenta y cien mil. Y así en todo Occidente.
Todo esto, a menos que haya un cambio radical, va a acabar con la destrucción de la base de la sociedad: la familia. Si sumamos a lo citado, las dificultades para independizarse, el precio desmesurado de la vivienda y la inmigración descontrolada, el resultado es obvio. Al final, en Occidente, seremos sustituidos por los musulmanes, que, nos guste o no su religión, conservan dicho cimiento –la familia-, y que tienen de media cuatro hijos por cada uno de los ciudadanos autóctonos. Es solo una cuestión de números y estadísticas, a medio y largo plazo.

Continuará en Cómo el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario