Venimos de aquí: Cómo
el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres
(https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/2-como-el-feminismo-radical-esta.html).
Recuerdo que estos artículos hay que leerlos
en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son
publicados.
En esta primera
parte, me centraré en la parte interna de la mujer, y dejaré la externa para la
segunda, aunque ambas van de la mano.
Los escritos
siguientes tienen una intención muy clara y específica: dado el descontento
actual que manifiestan en las redes sociales y en la vida real muchos hombres y
mujeres sobre el sexo opuesto, mi deseo es acortar esa brecha que existe
actualmente entre ambos y que ha llegado a extremos enfermizos.
Para lograrlo,
debemos partir de una premisa muy clara: unos
y otros no piensan ni sienten de la misma manera. En ocasiones, por la
educación que hemos recibido, el medio social donde nos desenvolvemos, y por
nuestras enormes diferencias biológicas y cerebrales (que algunos tratan de
negar como condicionantes), la realidad es que, lo que busca un hombre en una
mujer y lo que busca una mujer en un hombre para una relación seria, son
aspectos diferentes, aunque suelen complementarse. Tenemos gustos distintos, y
no aceptar esta verdad es darse de bruces contra un muro.
Cuando un hombre o
una mujer le pregunta al otro sexo “¿pero por qué te gusta eso?”, es un
sinsentido; es como si te preguntarán por qué te gusta el helado de tal o cual
sabor. ¡Te gusta, y ya está! Aceptando
esta aseveración, y empatizando, podemos llegar al entendimiento y al respeto
mutuo.
El listado que voy a
ofrecer, junto a su correspondiente explicación, es bastante claro. Ante el
mismo, una mujer puede enfurruñarse y negar la mayor, pero eso no cambiará
nada. Si quiere omitir lo que expongo, es libre de hacerlo, pero que sepa solo
logrará aumentar su frustración.
También diré que
habrá hombres que prefieran características
opuestas a las que voy a citar. En
algunos casos, de forma incomprensible, ya que buena parte de lo antagónico de
lo que voy a expresar es sencillamente negativo y nocivo, pero lo soportan con
tal de estar con alguien. Sarna con gusto no pica, dicen (ellos sabrán). Las
razones exactas –puesto que hay más de una-, del porqué están emparejados, las
veremos en el séptimo artículo. En otras ocasiones, buscan otras cualidades o
facetas a las de este repertorio. Podríamos asemejarlo a una tortilla de
patatas: sus elementos básicos son la patata y el huevo. Otros dirán que le
falta la cebolla. Habrá también quienes le añadan a posteriori ketchup o
mayonesa, y la harán en una sartén, un microondas o una freidora de aire.
Sea como sea, y
evitando todas las singularidades negativas ya nombradas en los escritos
previos, un hombre maduro, con inteligencia emocional, y que quiere
una relación formal, lo que anhela, por lo general y en lo básico, es esto:
1) desea poder vivir en paz con la mujer que está a su lado
Esto es algo que
demanda, sí o sí, tanto durante la etapa de noviazgo, como cuando se conviertan
en cónyuges. Estar o vivir con una mujer que solo provoca terremotos, que monta dramas a cada semana, que convierte pequeños
problemas en montañas enormes, que siempre está a la búsqueda de errores y
defectos –tanto del hombre con el que está como de sus amigos-, es todo un
martirio.
Los gritos continuos,
las peleas por naderías, los reproches, las malas caras, el dramatismo, los
vaivenes de un día para otro, son un cáncer que todo hombre racional evita a
toda costa. Una mujer que no tiene la capacidad de resolver desacuerdos o los
problemas que vayan surgiendo, es una pesadilla cargante.
Si este requisito –la
paz- no se cumple, el hombre saldrá corriendo en cuanto pueda, sea para volver
a la soltería o para estar con otra compañera, con la que tener dicho sosiego
en común.
2) desea que
tenga un carácter agradable y femenino, más
allá de fiestera
¿Cuál es la primera imagen que suelen mostrar muchas
mujeres en sus fotografías? La de cuán “activas”, “divertidas” y “fiesteras”
son, sea por la práctica de deportes, de viajes que realizan a multitud de
lugares, asistiendo a cumpleaños y barbacoas, etc. Todo ello, en equilibrio,
puede ser sano. Ahora bien, lo que toca lo más profundo de un hombre es cuando
esa mujer tiene un carácter dulce y agradable,
es educada, risueña, respetuosa, empática y bienhablada. Esa es la personalidad femenina que él
aprecia sobremanera, y esas sí son verdaderas cualidades que busca, que no
tienen nada que ver con el éxito laboral, con las carreras universitarias, con
el número de curvas que tiene un cuerpo, con lo corto o largo de la falda, con
el maquillaje, con una barra de labios o con un determinado perfume.
El problema viene cuando hay mujeres, feministas casi
siempre, que piensan que esta descripción es la de “una que peca de cándida”.
Es decir, que es ingenua, simplona, necia, manipulable y atontada. Eso es
retorcer lo que acabo de resaltar, y no se ajusta a la verdad. Una personalidad
como la nombrada, seguramente, es la de alguien que no vive en amargura ni
quejándose continuamente, sino que es exquisita en su femineidad, que es
positiva, que tiene inquietudes y se interesa por temas profundos, que se
esfuerza por enriquecer su yo interior, y con la que se puede tener
conversaciones de las más variadas. Por esta forma de ser, en su compañía, el
hombre se siente cómodo y relajado.
Por eso no gustan las mujeres masculinas, con una personalidad tosca, que usan un
lenguaje soez, cuyo vocabulario hiere la sensibilidad de cualquiera, que se
expresan de forma vulgar y como niñas malcriadas, que son altivas, que gritan,
que fulminan con la mirada cuando no se cumplen sus deseos, que no saben de qué
hablar, etc. ¿Hay hombres que sí les gustan este tipo de féminas? Claro, los
que son unos conformistas, pusilánimes, están al mismo nivel o, directamente,
son unos calzonazos. Hay más tipos, pero los analizaremos todos ellos en el séptimo escrito.
Tanto si eres un hombre como una mujer, seguro que te
ha pasado esto: ves a una persona del sexo opuesto que es muy guapa, pero, tras
escucharla hablar durante cinco minutos, deja hasta de parecerlo. Por eso, para
estar con una persona hueca, que solo vive por
y para el chismorreo, para bailar perreo, para la visualización eterna de
telenovelas y concursos, para lucir palmito, para el wasapeo y el TikTok, que solo sabe divertirse en el mundo de la
noche, que es histérica, compulsivamente celosa, que te quiere controlar en
todo momento o que es una manipuladora profesional, mejor ni acercarse.
3) desea una
mujer que sepa vivir sola
¿Cómo? ¿Sola? ¿Pero no estamos hablando de estar en
pareja? Que no cunda el pánico; déjeseme explicar. Aquí no hago alusión a
“vivir sola” en la acepción de “soledad física”. La inmensa mayoría de las
mujeres saben de sobra vivir solas, en el sentido de tener un trabajo, tener
sus propias casas ordenadas y limpias, hacer la compra, cocinar, conducir, etc.
A lo que me refiero es “a saber vivir con una misma”: una mujer que sabe estar
consigo misma, que no es emocionalmente dependiente, que no necesita que un
hombre le diga cuánto vale para sentirse valiosa, que tiene sus propios
intereses, proyectos y pasiones, que busca crecer como persona, que usa el
tiempo para reflexionar y que es resuelta, en lugar de asustadiza cuando “está
sola”. Aquí ya falla más de una, y eso no atrae ni entusiasma a ningún varón que
se guía por la lógica.
Esto es algo que se comprueba fácilmente en mujeres
que dan la impresión contraria: que mueren
cuando no están en la compañía de un hombre y no pueden estar sin uno. Es
muy habitual observarlo en aquellas que acaban una relación, sea de noviazgo o
matrimonio, y saltan a la siguiente, con la misma celeridad, como el que cambia
de chaqueta. No se toman tiempo para sí ni para reflexionar sobre lo que
realmente desean, por lo que terminan uniéndose al primero que muestra interés
por ellas.
Un hombre, por lo tanto, desea encontrar una mujer que
se sienta feliz con su propio yo y
que no necesite la validación de nadie para sentirse bien consigo misma.
Alguien así aporta alegría a la vida cuando se une a otra. En el lado opuesto,
la mujer que se cuelga de un hombre,
termina siendo agobiante, donde él termina ejerciendo más de padre con una hija que de novio-esposo con su mujer.
4) desea
exclusividad sentimental
Hay muchas mujeres –y hombres- que siguen sin entender
que una amistad no es igual que un noviazgo, y que un noviazgo no es igual al
matrimonio. Es algo sobre lo que reflexionamos en “El matrimonio no es igual a
vivir con un compañero de piso: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/13-el-matrimonio-no-es-igual-vivir-con.html).
Diversos aspectos deben modificarse de un estado
“civil” a otro, donde el uno se adapta al otro de forma recíproca. Por ejemplo,
el trato y la amistad que ellas tenían con otros hombres no puede ser igual a
como lo era antes. Además, ya vimos todos los problemas que suelen surgir
cuando hay amistades con el otro sexo, especialmente si uno de los dos tiene
pareja (Las amistades con el sexo opuesto: Complicaciones
y posibilidades: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/52-complicaciones-y-posibilidades-en.html).
Esto implica que, entre otros aspectos, que las
conversaciones íntimas y la revelación de secretos, queden dentro de la pareja,
y no sean públicas para otros varones.
Continuará
en ¿Qué buscan los hombres en una
mujer como pareja? (2ª parte).
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