lunes, 16 de septiembre de 2024

2. Cómo el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres

 

Venimos de aquí: ¿Por qué, en pleno siglo XXI, los hombres rechazan a las mujeres, y las mujeres a los hombres? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/1-por-que-en-pleno-siglo-xxi-los.html).

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

El feminismo actual ha provocado un daño tan grande que ha distorsionado por completo las relaciones hombre-mujer. Los adultos ya están pagando las consecuencias, y muchos han aprendido por las malas experiencias. Lo sano sería que los más jóvenes no tengan que transitar por ese camino de dolor para aprender valiosas lecciones y puedan prepararse, antes de tiempo.
Ojalá se pudiera departir de todo esto en los institutos, pero con la ideologización que existe, las charlas que ofrecen las feministas –promovidas por ciertos gobiernos-, es imposible, ya que se centran en el libertinaje, aunque lo camuflen con buenas palabras y sonrisas. Solo hablan de cómo vivir una sexualidad abierta y segura, y en culpabilizar al hombre de todo.

Mujeres con el corazón destrozado & ¿Igualdad o libertinaje?
Cada vez es más habitual encontrarse vídeos de chicas en las redes sociales, casi todas superando la treintena, llorando a lágrima viva, preguntándose qué hay de malo en ellas, que no encuentran el amor, ni a hombres de valor para tener una relación seria ni formar una familia. En muchos casos, las causas ya las citamos en el artículo que precede a este. En otros, lo que les han llevado a dichas circunstancias –indeseables para casi todos-, tienen su raíz en sus ideas erradas sobre los hombres y en la ideología perniciosa que el feminismo contemporáneo les ha hecho creer, aunque cada vez son más las que están despertando de dicha pesadilla, gracias a ciertos canales de YouTube.
Durante la primera juventud, influenciado sobremanera por los medios de comunicación, el cine, las series de televisión y la música, se nos inculca que “hay que vivir la vida loca, y disfrutar de ella, que para eso estamos en dicha etapa”. El problema es que muchas decisiones que se toman durante ese periodo, terminan trayendo consecuencias desagradables.
En el caso de las mujeres, queriendo igualarse a los hombres, en lugar de comportarse de forma opuesta a las actitudes perniciosas de ellos, se han convertido en lo que odiaban: desde la promiscuidad y el sexo casual, hasta el consumo desfasado de alcohol y tabaco, acabando con el uso de un lenguaje vulgar y la exposición desmesurada del cuerpo, con vestidos que ya no tapan prácticamente nada. Tuvieron la gran oportunidad de decir: “Ellos lo hacen mal, pero nosotras lo haremos bien y seremos de ejemplo. Es más, seremos mejores y le cerraremos la puerta a esta clase de hombres”. Pero no. Prefirieron asemejarse a cierto sector de varones. De las nuevas generaciones dependerá arreglar el estropicio en el cual las actuales han caído. Ellas creen que este igualitarismo las convierte en sus iguales y las hace importantes ante los ojos masculinos, cuando realmente lo que hacen, guste o no, es perder valor y seriedad ante lo formal. Sí, te verán como una persona “divertida”, “accesible”, “con la que tener una relación de una noche”, “novia de temporada” o incluso “una amiga para ir de fiesta”, pero no para tener algo serio o pensar en un compromiso, y menos que incluya ser la madre de sus hijos.
De ahí que, lo que para muchas puede parecer ameno durante la adolescencia y la veintena, se convierte en un drama a los treinta. Y claro, como no existe una máquina del tiempo, el pasado ya no se puede revertir: lo hecho, hecho está. La fama, o la mala fama, los recuerdos, las acciones, quedan ahí, como un sello prácticamente imborrable. Aunque se pueda cambiar ante uno mismo, hacerlo ante los ojos ajenos es bastante complejo.

Lo que provoca rechazo
Por otro lado, bajo el término de moda “empoderamiento”, se les ha inculcado la necesidad de ser independientes y adineradas, alcanzar el éxito profesional, tener cierto estatus social y, para rematarlo todo, una actividad expositiva en las redes sociales, casi siempre para lucir palmito. Aunque a los hombres –me refiero a los sanos y equilibrados- no están en contra de que ellas estudien, trabajen, tengan dinero o hagan deporte, y les puede llegar a parecer sensacional, por lo general, estos elementos no los consideran importantes como baremo a la hora de considerar valiosa, diferente o especial a una mujer. Esto es algo que muchas siguen sin entender, porque no aceptan que ambos sexos somos distintos y preferimos arquetipos diferentes. ¿Qué es lo que realmente valoran los hombres? Lo veremos en los siguientes artículos.
Luego está el otro extremo, que, para la inmensa mayoría de los hombres, resulta poco agradable o atractivo:

1) las que descuidan sobremanera su físico.

2) las que presumen de no depilarse. Dicen que hacerlo es un “constructo social”, una imposición de la sociedad moderna que en el pasado no se daba, en lugar de aceptar que los tiempos cambian, y los gustos estéticos y estándares de belleza también.

3) las que comen todo lo que les apetece, aunque les sobren decenas de kilos.

4) las que se hacen peinados estrambóticos, tiñéndose con colores estrafalarios o rapándose parte de la cabeza.

5) las que llenan sus rostros de enormes piercings en lengua y cejas, hasta dentro de las fosas nasales –los conocidos como septum-, afeando sus facciones.

6) las que llenan sus cuerpos de enormes tatuajes, sin darse cuenta de que están ocultando algo tan hermoso como la propia piel y su pigmentación natural, y que, con la edad, se verá horrible.

Con esto no estoy queriendo decir que la mujer que cumple estos seis puntos sea una mala persona. Las hay que sí, y las hay que no, exactamente igual que sucede entre mujeres con una estética más refinada. Pero, sea como sea, y aunque haya excepciones, no es algo que suela gustar a un hombre: es como si no tomaran en serio a esas mujeres para una relación formal.
Es cierto que hay mujeres que se consideran feministas, pero no cumplen ninguno de estos guiones: externamente, las observas y son bien femeninas. Pero caen en otros asuntos igual de graves, incluso más:

1) se pasan la vida victimizándose.

2) despotrican de todos los hombres y los infravaloran.

3) los consideran a todos como opresores, malos, maleducados, machistas, asesinos y violadores.

Esto ya lo vimos en “No, Barbie: no todos los hombres somos Ken” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/no-barbie-no-todos-los-hombres-somos.html) y “Barbie y Gloria, dejad el discurso victimista & Escuchad también a los hombres & Mejor juntos que cada uno por su lado & Perdidos sin Dios” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/barbie-y-gloria-dejad-el-discurso.html
¡Luego se sorprenden que nadie se les acerque para algo serio!

¿Solas o acompañadas?
A estas mujeres solo le prestan atención dos clases de personas:

1) Por un lado, otras mujeres que siguen su misma línea de pensamiento y están en su misma condición. Entre ellas se aplauden y se felicitan por lo fuertes que dicen ser. La realidad es que son incapaces de conectar emocional y sentimentalmente con un hombre, alma con alma, y terminan con antidepresivos, amargadas y rodeadas de gatitos o perritos. Algunas dirán que no, y así lo afirman en TikTok, donde muestran sus viajes a lugares exóticos, el dinero que se gastan en ellas mismas, el lujo del que viven rodeadas y presumiendo de hacer todo lo que les viene en gana. Cuando la edad comience a ganarles terreno, se darán cuenta del despropósito que resultó dicha forma de pensar, y lo ridículas que se veían en esos vídeos que grabaron cuando tenían treinta años y eran hermosas, actuando como colegialas adolescentes. La inmensa mayoría buscarán la compañía de otros hombres; los mismos de los que decían no querer nada. El problema es que ellos las rehuirán. El tiempo lo demostrará, aunque el presente ya lo está haciendo con muchas.
Aunque es obvio que no todo el mundo tiene la necesidad de tener pareja y casarse, permaneciendo felizmente soltero, sí es algo que la inmensa mayoría anhela.

2) Por el otro lado, como provocan la animadversión de casi todos los hombres, sus otros seguidores serán aquellos que se han dejado freír el cerebro y han comprado su ideología. Si alguno de ellos comienza una relación sentimental y de noviazgo, será un mero sumiso, con su propia personalidad atrofiada. En definitiva: un adolescente eterno en el cuerpo de un adulto que obedece a su superior, alguien que será el llavero de su novia.

El resto de individuos –los no-abducidos-, no querrá saber absolutamente nada de este tipo de mujeres.

La repulsa de los hombres al feminismo moderno y radical
Todo esto es algo que se debería enseñar en los colegios, tanto a chicos como a chicas, pero no suele ser el caso; más bien al contrario: se promueve la nueva visión del feminismo.
¿Y qué sucede al llegar a ciertas edades, y muchas de ellas despiertan, tras darse cuenta de cómo el adoctrinamiento al que fueron sometidas solo les trajo infelicidad, dolor y todo tipo de desengaños? Que cuando quieren encontrar un hombre responsable y maduro –lo que llamamos comúnmente “un hombre bueno”-, no lo hallan, ya que:

a) los que había se casaron hace tiempo.

b) el resto de “valiosos” no-casados, han llegado a un punto de hastío en sus interacciones con las mujeres, que ni piensan en estar con ellas. Se cansaron de estar rodeados por mujeres como las descritas en los párrafos anteriores, o que los rechazaran por el guaperas vacío por dentro y por el malote de turno; esos mismos tipos que, a medio o largo plazo, solo traen desgracias, heridas emocionales, rupturas traumáticas y divorcios, pero que ellas eligieron, a pesar de las señales de alarma.

De las malas experiencias, de los corazones rotos, de los sueños frustrados y la inocencia destrozada, de los resentimientos mal gestionados, se alimenta la misandria, el odio a los hombres, y la misoginia, el odio a las mujeres. Eso es horrible. Y nadie, por muy mal que lo haya pasado en la vida, debería llegar a esos extremos.

Continuará en ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (1ª parte).

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