Venimos de aquí: ¿Por qué, en pleno siglo XXI, los hombres rechazan a
las mujeres, y las mujeres a los hombres? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/1-por-que-en-pleno-siglo-xxi-los.html).
Recuerdo que estos artículos hay que leerlos
en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son
publicados.
El feminismo actual
ha provocado un daño tan grande que ha distorsionado por completo las
relaciones hombre-mujer. Los adultos ya están pagando las consecuencias, y
muchos han aprendido por las malas experiencias. Lo sano sería que los más
jóvenes no tengan que transitar por ese camino de dolor para aprender valiosas
lecciones y puedan prepararse, antes de tiempo.
Ojalá se pudiera
departir de todo esto en los institutos, pero con la ideologización que existe,
las charlas que ofrecen las feministas –promovidas por ciertos gobiernos-, es
imposible, ya que se centran en el libertinaje, aunque lo camuflen con buenas
palabras y sonrisas. Solo hablan de cómo vivir una sexualidad abierta y segura,
y en culpabilizar al hombre de todo.
Mujeres con el corazón destrozado & ¿Igualdad o
libertinaje?
Cada vez es más habitual encontrarse vídeos de chicas
en las redes sociales, casi todas superando la treintena, llorando a lágrima
viva, preguntándose qué hay de malo en ellas, que no encuentran el amor, ni a
hombres de valor para tener una relación seria ni formar una familia. En muchos
casos, las causas ya las citamos en el artículo que precede a este. En otros,
lo que les han llevado a dichas circunstancias –indeseables para casi todos-,
tienen su raíz en sus ideas erradas sobre los hombres y en la ideología
perniciosa que el feminismo contemporáneo les ha hecho creer, aunque cada vez
son más las que están despertando de dicha pesadilla, gracias a ciertos canales
de YouTube.
Durante la primera juventud, influenciado sobremanera
por los medios de comunicación, el cine, las series de televisión y la música,
se nos inculca que “hay que vivir la vida loca, y disfrutar de ella, que para
eso estamos en dicha etapa”. El problema es que muchas decisiones que se toman
durante ese periodo, terminan trayendo consecuencias desagradables.
En el caso de las mujeres, queriendo igualarse a los
hombres, en lugar de comportarse de forma opuesta a las actitudes perniciosas
de ellos, se han convertido en lo que
odiaban: desde la promiscuidad y el sexo casual, hasta el consumo desfasado de
alcohol y tabaco, acabando con el uso de un lenguaje vulgar y la exposición desmesurada
del cuerpo, con vestidos que ya no tapan prácticamente nada. Tuvieron la gran oportunidad
de decir: “Ellos lo hacen mal,
pero nosotras lo haremos bien y seremos de ejemplo. Es más, seremos mejores y
le cerraremos la puerta a esta clase de hombres”. Pero no. Prefirieron
asemejarse a cierto sector de varones. De las nuevas generaciones dependerá
arreglar el estropicio en el cual las actuales han caído. Ellas creen
que este igualitarismo las convierte
en sus iguales y las hace importantes ante los ojos masculinos,
cuando realmente lo que hacen, guste o no, es perder valor y seriedad ante lo formal. Sí, te verán como una persona
“divertida”, “accesible”, “con la que tener una relación de una noche”, “novia
de temporada” o incluso “una amiga para ir de fiesta”, pero no para tener algo
serio o pensar en un compromiso, y menos que incluya ser la madre de sus hijos.
De ahí que, lo que para muchas puede parecer ameno durante la adolescencia y la
veintena, se convierte en un drama a los treinta. Y claro, como no existe una
máquina del tiempo, el pasado ya no se puede revertir: lo hecho, hecho está. La
fama, o la mala fama, los recuerdos, las acciones, quedan ahí, como un sello
prácticamente imborrable. Aunque se pueda cambiar ante uno mismo, hacerlo ante
los ojos ajenos es bastante complejo.
Lo que
provoca rechazo
Por otro lado, bajo el término de moda
“empoderamiento”, se les ha inculcado la necesidad de ser independientes y
adineradas, alcanzar el éxito profesional, tener cierto estatus social y, para
rematarlo todo, una actividad expositiva en
las redes sociales, casi siempre para lucir
palmito. Aunque a los hombres –me refiero a los sanos y equilibrados- no
están en contra de que ellas estudien, trabajen, tengan dinero o hagan deporte,
y les puede llegar a parecer sensacional, por lo general, estos elementos no
los consideran importantes como baremo a la hora de considerar valiosa,
diferente o especial a una mujer. Esto
es algo que muchas siguen sin entender, porque no aceptan que ambos sexos somos
distintos y preferimos arquetipos diferentes. ¿Qué es lo que realmente
valoran los hombres? Lo veremos en los siguientes artículos.
Luego está el otro extremo, que, para la inmensa
mayoría de los hombres, resulta poco agradable o atractivo:
1) las que descuidan sobremanera su físico.
2) las que presumen de no depilarse. Dicen que hacerlo es un “constructo
social”, una imposición de la sociedad moderna que en el pasado no se daba, en
lugar de aceptar que los tiempos cambian, y los gustos estéticos y estándares
de belleza también.
3) las que comen todo lo que les apetece, aunque les
sobren decenas de kilos.
4) las que se hacen peinados estrambóticos, tiñéndose
con colores estrafalarios o rapándose parte de la cabeza.
5) las que llenan sus rostros de enormes piercings en
lengua y cejas, hasta dentro de las fosas nasales –los conocidos como septum-, afeando sus facciones.
6) las que llenan sus cuerpos de enormes tatuajes, sin
darse cuenta de que están ocultando algo tan hermoso como la propia piel y su
pigmentación natural, y que, con la edad, se verá horrible.
Con esto no estoy queriendo decir que la mujer que cumple estos seis puntos sea una mala
persona. Las hay que sí, y las hay que no, exactamente igual que sucede entre
mujeres con una estética más refinada. Pero, sea como sea, y aunque haya
excepciones, no es algo que suela gustar a un hombre: es como si no tomaran en
serio a esas mujeres para una relación formal.
Es cierto que hay mujeres que se consideran
feministas, pero no cumplen ninguno de estos guiones: externamente, las
observas y son bien femeninas. Pero caen en otros asuntos igual de graves,
incluso más:
1) se pasan la vida victimizándose.
2) despotrican de todos
los hombres y los infravaloran.
3) los consideran a todos como opresores, malos, maleducados, machistas, asesinos y
violadores.
Esto ya lo vimos en “No, Barbie: no todos los hombres
somos Ken” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/no-barbie-no-todos-los-hombres-somos.html) y “Barbie y
Gloria, dejad el discurso victimista & Escuchad también a los hombres &
Mejor juntos que cada uno por su lado & Perdidos sin Dios” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/barbie-y-gloria-dejad-el-discurso.html
¡Luego se sorprenden que nadie se les acerque para
algo serio!
¿Solas o acompañadas?
A estas mujeres solo
le prestan atención dos clases de personas:
1) Por un lado, otras
mujeres que siguen su misma línea de pensamiento y están en su misma condición.
Entre ellas se aplauden y se felicitan por lo
fuertes que dicen ser. La realidad es que son incapaces de conectar
emocional y sentimentalmente con un hombre, alma
con alma, y terminan con
antidepresivos, amargadas y rodeadas de gatitos o perritos. Algunas dirán que
no, y así lo afirman en TikTok, donde muestran sus viajes a lugares exóticos,
el dinero que se gastan en ellas mismas, el lujo del que viven rodeadas y
presumiendo de hacer todo lo que les viene en gana. Cuando la edad comience a
ganarles terreno, se darán cuenta del despropósito que resultó dicha forma de
pensar, y lo ridículas que se veían en esos vídeos que grabaron cuando tenían
treinta años y eran hermosas, actuando como colegialas adolescentes. La inmensa
mayoría buscarán la compañía de otros hombres; los mismos de los que decían no
querer nada. El problema es que ellos las rehuirán. El tiempo lo demostrará,
aunque el presente ya lo está haciendo con muchas.
Aunque es obvio que
no todo el mundo tiene la necesidad de tener pareja y casarse, permaneciendo
felizmente soltero, sí es algo que la inmensa mayoría anhela.
2) Por el otro lado,
como provocan la animadversión de casi todos los hombres, sus otros seguidores serán aquellos que se han
dejado freír el cerebro y han
comprado su ideología. Si alguno de ellos comienza una relación sentimental y
de noviazgo, será un mero sumiso, con su propia personalidad atrofiada. En
definitiva: un adolescente eterno en el cuerpo de un adulto que obedece a su superior, alguien que será el llavero de su novia.
El resto de individuos –los no-abducidos-, no querrá
saber absolutamente nada de este tipo de mujeres.
La repulsa
de los hombres al feminismo moderno y radical
Todo esto es algo que se debería enseñar en los colegios,
tanto a chicos como a chicas, pero no suele ser el caso; más bien al contrario:
se promueve la nueva visión del feminismo.
¿Y qué sucede al llegar a ciertas edades, y muchas de
ellas despiertan, tras darse cuenta de cómo el adoctrinamiento al que fueron
sometidas solo les trajo infelicidad, dolor y todo tipo de desengaños? Que
cuando quieren encontrar un hombre responsable y maduro –lo que llamamos
comúnmente “un hombre bueno”-, no lo hallan, ya que:
a) los que había se casaron hace tiempo.
b) el resto de “valiosos” no-casados, han llegado a un
punto de hastío en sus interacciones con las mujeres, que ni piensan en estar con ellas. Se
cansaron de estar rodeados por mujeres como las descritas en los párrafos
anteriores, o que los rechazaran por el guaperas
vacío por dentro y por el malote de
turno; esos mismos tipos que, a medio o largo plazo, solo traen desgracias,
heridas emocionales, rupturas traumáticas y divorcios, pero que ellas
eligieron, a pesar de las señales de alarma.
De las malas experiencias, de los corazones rotos, de los
sueños frustrados y la inocencia destrozada, de los resentimientos mal
gestionados, se alimenta la misandria, el odio a los hombres, y la misoginia, el
odio a las mujeres. Eso es horrible. Y nadie, por muy mal que lo haya pasado en
la vida, debería llegar a esos extremos.
Continuará en ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (1ª parte).
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