viernes, 9 de abril de 2021

8. ¿Es cierto que el aborto, en una clínica con todas las medidas adecuadas, es un proceso natural y sin sufrimiento para ninguna de las partes?

 

(Ilustración de Luis Quiles)

 La realidad es que esta falacia es tan escabrosa que resulta hiriente. ¿Cómo que no hay sufrimiento? ¿Es que no se le quita la vida a un ser vivo? ¿Acaso no le rajan y destrozan? ¿No resulta llamativo que trate de evitar su muerte resistiéndose literalmente cuando invaden la placenta para sacarlo de ella succionándolo? ¿Y qué del aborto farmacológico, que convierte al feto en un amasijo de carne y sangre, y que a su vez suele provocar en las mujeres cólicos, y en otros casos sangrado abundante con grandes coágulos, mareos y escalofríos? ¿Es que, viendo los resultados, los proabortistas no se dan cuenta de cuán antinatural es un aborto?
Recordemos que en la novena semana todos sus órganos funcionan, sus músculos y nervios van sincronizados, y mueve los brazos y las piernas. Sin embargo, y a pesar de todo lo descrito, el aborto en España se permite hasta la semana 14. Si le pinchan, siente el dolor, puesto que reacciona ante el roce, el frío y el sonido. ¡Cuánto más si usan muchos de los métodos abortivos! Lo succionan, lo arrancan con pinzas del útero, le fracturan la cabeza cuando surge la imposibilidad de extraerlo, le inyectan una solución salina concentrada que le hace morir por envenenamiento, deshidratación, hemorragia del cerebro y graves quemaduras en la piel. Se habla mucho de la mujer, pero no de cómo se asesina a un ser inocente de forma atroz.
¿Y qué pasa con la madre? Aunque en los medios de comunicación generalistas se muestren entrevistas anónimas a mujeres que no se sienten mal por haber abortado voluntariamente –incluso algunas señalan que lo volverían a repetir si se diera el caso de un embarazo no deseado, y muchas son las que repiten a la luz de los datos oficiales- la verdad que muestra la mayoría de los estudios es completamente opuesta: el aborto es tan contrario al orden natural de la propia biología protectora de la mujer hacia el feto, que la culpa que suelen experimentar es simplemente una consecuencia natural de sus actos. Para las mujeres es traumático porque, en el fondo, saben lo que están haciendo. Muchas sufren vergüenza, culpa, ansiedad, depresión, insomnio, sensación de vacío, falta de líbido, irritabilidad, etc.
La mujer que se siente culpable es, ni más ni menos, porque es culpable. No es una falsa culpa neurótica; es una culpa real, la conciencia del mal que están llevando a cabo y que a muchas les pasará factura mental y emocionalmente el resto de sus vidas. Por eso necesitan ayuda psicológica y espiritual, para experimentar sanidad interior y perdón. Las que, tras llevar a cabo dicho acto, no experimentan nada –incluso se sienten bien o aliviadas-, es sencillamente porque han negado y acallado su conciencia completamente y han seguido hacia adelante. Ahí el problema es doble al ser de índole moral.

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