miércoles, 21 de abril de 2021

5.2. Hablad de sexo con vuestros hijos antes de que sea demasiado tarde

 


Venimos de aquí: Tu hijo necesita que hables con él “de todo” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/04/51-tu-hijo-necesita-que-hables-con-el.html).

Pues sí: los padres tienen que hablar de sexo con sus hijos sí o sí, aunque no les guste o incluso a algunos les pueda parecer grotesco.
El mayor error que pueden cometer es callarse, esperar a que tenga novia o dejarlo para cuando sea demasiado tarde, dejando que aprendan por sí solos por medio de Internet, la televisión, las amistades y “la práctica”. Como apunta la psicóloga Alejandra Nágera: “Informar a un hijo púber sobre sexo es difícil por dos motivos principalmente: los padres creen que no está preparado todavía, y cuando deciden hacer la primer aproximación al tema, se dan cuenta de que el hijo lleva mucho tiempo hablando de sexo en el colegio. Llegan tarde. (Por otro lado) la inquietud de los padres con respecto a la actividad sexual del adolescente no coincide con lo que preocupa a éste. Los padres tienden a dar información para prevenir unos peligros con los que el joven no se siente totalmente identificado y, en cambio, no le tranquilizan en los aspectos que le afectan en realidad. El hijo siempre les parece demasiado pequeño o inmaduro a los padres para digerir vicisitudes sexuales. Se equivocan. [...] Cuando los padres, de buenas a primeras, intentan abordar el asunto sexual con un adolescente, no sospechan que hace ya bastante tiempo que es el tema favorito de conversación en el colegio. Los jóvenes hablan de sexo entre ellos desde que tienen 9 o 10 años, o incluso antes. En todos los cursos siempre aparece un compañero ducho en la materia. [...] Lo normal es que semejante experto no lo sea en absoluto, y en lugar de haberlo entendido todo bien, haya entendido todo al revés. [...] Por eso, con 10 años muchos ya han oído hablar de violaciones, penetraciones, prostitutas y travestidos, entre otras cosas. Lo han aprendido durante el recreo. Y cuando los padres convocan un simpósium sexual para informar al púber, reciben un ´venga ya, si lo sé todo` como respuesta. [...] (También hay que decir que), aunque los padres no actúen con la suficiente antelación, siempre es mejor hablar, aunque sea tarde, que no hablar en absoluto”[1].
Además, ya hemos visto cómo el Gobierno (al menos en mi país) quiere atribuirse la potestad de la educación sexual a los menores, desposeyendo de tal derecho a los padres. Hace apenas unos días, Sara Hernández, la alcaldesa socialista de Getafe (Madrid), defendía las “relaciones sexuales satisfactorias entre niños”. Ante la polémica generada, matizó –no sé si por convencimiento o por las críticas recibidas-, que no se refería a infantes de Primaria, sino a chicos de ESO y Bachillerato. En definitiva: a jóvenes imberbes y a jovencitas en plena inmadurez, que llamativamente tienen derecho al sexo libre y a abortar, pero no a conducir ni a votar. El Ayuntamiento que ella preside, en sus guías sobre sexo para adolescentes, anima a “descubrir el sexo a lo grande” y a “vivirlo sin límites”. Y no se quedan solo ahí, sino que lemas como “La masturbación mola” o “¡Apaga la tele y enciende tu clítoris!” están incluidos en su guía “Rebeldes de Género”[2]. Y mientras, los padres dejando a la suerte que sus hijos salgan responsables por sí solos.
En una ocasión, una persona cercana a mí, tras mi conversión a los 23 años, me dijo: “Te has perdido lo mejor de la adolescencia: comenzar a tener relaciones sexuales”. Sentí rabia al comprobar la ética de alguien que, hasta entonces, yo tenía por madura. ¿Cómo un adulto podía decirme eso? Fácil de comprender: no era cristiana, y su moral era contraria a la fe. 
Por todo lo apuntado, en la educación sexual y en todos los demás aspectos, debe hacerse desde una óptica bíblica y bajo la guía de los padres. Esto, en el mundo en el que vivimos, puede resultar sumamente complejo. La sociedad que nos rodea grita a los cuatro vientos, tanto a chicos como a chicas: “Hazlo ahora y cuando te plazca. Vive el momento. Si a ti te gusta, date el gusto. Si lo amas, no esperes. Aprovecha cada oportunidad. Di sí a las propuestas si lo deseas. Todo el mundo lo hace. Si no lo haces nadie te querrá. Si quieres una pareja ya sabes que tendrás que entregarte físicamente. Cuando llegue el momento hazlo o se irá con otro. Déjate llevar. Disfruta de tu cuerpo. Es tu derecho. No seas mojigato. Basta con tener cuidado para no provocar un embarazo/quedarte embarazada ni contraer ninguna enfermedad”.
Ante estas ideas perniciosas, es “normal” saber de infinidad de adolescentes que tienen relaciones sexuales. Y de ahí que no sea de extrañar que, cuando entran en la Universidad, duerman con sus novios y novias en sus pisos de estudiantes. Para ellos, es algo normal. Para el que se guía por la fe de Cristo, todo esto está fuera de la voluntad de Dios. El cristianismo enseña: “Controla tus impulsos. Ten una mente pura. Di no a las propuestas. Guárdate para una única persona y disfruta cuando llegues al matrimonio”. Y es eso lo que tienen que enseñar los padres creyentes a sus hijos. Si dimiten de tal labor o se limitan a explicar “de dónde vienen los niños”, que luego no se quejen. 
Paul Washer lo expresaba así: “Sus hijos irán a la escuela pública y serán entrenados por alrededor de 15.000 horas en pensamientos seculares impíos. ¡Y luego irán a la escuela dominical a colorear una imagen del Arca de Noé! ¿Creen que eso será suficiente para que ellos estén firmes contra las mentiras que les dicen?”. No se puede ser más claro y contundente.

Continuará en: Tu hijo necesita que sus padres le prediquen el evangelio y que no sean unos “ogros” en casa (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/04/53-tu-hijo-necesita-que-sus-padres-le.html). 


[1] Nágera, Alejandra. La edad del pavo. Temas de hoy. Pág. 137-139, 148.


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