lunes, 16 de diciembre de 2019

El hombre en el castillo. Es insoportable. Mirar a través del portal y ver las personas que podrías haber sido, y que de todas las opciones, esta sea en la que te has convertido

El valor educativo de la obra que voy a exponer no tiene precio. Nos incita a mirarnos a nosotros mismos en el presente y en el futuro. Es una manera de darnos cuenta de lo que tenemos que cambiar de nosotros mismos, de rectificar los errores si ya se han llevado a cabo o de anticiparnos y no ser cometidos.

Junto a su aliado Japón, la Alemania nazi ganó la 2ª Guerra Mundial. Lograron fabricar la bomba atómica antes que los Estados Unidos y la lanzaron sobre Washington, destruyéndola por completo. Tras esto y el asesinato del presidente norteamericano Roosevelt, al general Patton no le quedó más remedio que firmar la rendición. Berlín, donde gobierna el mismísimo Adolf Hitler, se convirtió en la nueva capital del mundo y del Tercer Reich. La zona del pacífico del continente americano quedó en manos de los japoneses y el resto en la de los nazis, salvo una pequeña zona neutral en las Montañas Rocosas que separaba ambos imperios y donde huían, se exiliaban y malvivían todos aquellos que no querían formar parte de este nuevo orden mundial.


Casi veinte años después del final de la guerra, y aunque existen grupos de rebeldes y una resistencia organizada, la superioridad de la maquinaria militar de las grandes superpotencias hace inviable la posibilidad de victoria. Salvo hechos puntuales, la ideología nazi se ha impuesto en todas partes: eugenesia (eutanasia para todo el que tenga una enfermedad diagnosticada y sin cura), reinvención de la historia pasada, destrucción de toda forma de cultura anterior al Reich, exterminio casi completo de los judíos, esclavitud de la raza negra, experimentación con sujetos humanos, etc. Pero un hecho, aparentemente inverosímil, comienza a afectar la vida de los protagonistas: comienzan a aparecer una serie de cintas en celuloide que muestran imágenes donde los Aliados ganaron la guerra. Muchos las consideran falsas, pero son tan reales que plantean la duda de cómo algo así es posible.
Ya quisiera yo, pero nada de lo escrito en los dos párrafos anteriores ha salido de mi imaginación. Y, por supuesto, gracias a Dios, nada de esto aconteció. De lo contrario, este mundo sería irreconocible, terrible y angustioso. Nosotros mismos seríamos personas muy diferentes. ¿Entonces qué es? Es el argumento principal de una ucronía[1], la excelente serie “El hombre en el castillo” (The Man in the High Castle) que hace pocos meses llegó a su conclusión. Dicha obra está basada en la novela homónima del célebre Philip K. Dick, galardonada con el premio Hugo a la mejor novela en 1963. Dicho escritor  sacó a la luz otras obras tan conocidas como “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, que décadas después se convirtió en la película “Blade Runner”.

La tragedia de un buen hombre que tomó las decisiones incorrectas
(John Smit, caracterizado como nazi y genialmente interpretado por el actor Rufus Sewell)
Aunque la serie nos cuenta las vivencias de múltiples personajes y las circunstancias que viven en una sociedad completamente diferente a la que conocemos, me quiero centrar en uno solo de ellos: John Smith. 
A los ejércitos derrotados, desde los más altos generales hasta los soldados rasos, se les ofreció dos alternativas: la muerte o pasar a formar parte del Reich. Uno de estos, el citado Smith, un buen hombre y soldado americano, por el deseo de proteger a su esposa y a su hijo recién nacido, aceptó llevar el brazalete con la esvástica. Dada la lealtad que demostró, poco a poco fue ascendiendo hasta alcanzar en Nueva York el puesto de Obergruppenführer, el segundo rango militar de más alta jerarquía de las SS del partido nazi. Una de las misiones que le encargan es el de encontrar, confiscar y destruir todas las cintas que muestran esos otros “pasados” y “futuros”. Él mismo las contempla y se queda anonadado. La trama avanza hasta que los científicos nazis descubren que existen múltiples universos donde la historia de la humanidad transcurre de maneras distintas. De ahí el origen de las cintas con un contenido completamente diferente. ¿Qué plan idean los nazis? En su maquiavélica mente, crean un portal para poder pasar de su universo a otro –en donde los aliados, efectivamente, ganaron la guerra mundial- y así poder conquistarlo y expandir sus dominios.
John Smith ya no era el soldado americano admirado y querido por sus compatriotas. Se había convertido en un ser frío e implacable, un fiel reflejo de la crueldad del nazismo. Pero a partir de un punto en concreto sus sentimientos comienzan a abrirse paso: puesto que las normas del Reich eran que todo enfermo debía entregarse voluntariamente para aplicársele la eutanasia, su propio hijo adolescente, plenamente convencido de que debía hacerlo –ya que así había sido educado- llama a las autoridades para que vengan a por él[2]. El dolor de sus padres, que querían evitar tan tétrico final, es desgarrador. Tras la muerte de su primogénito, John descubre que en el universo alternativo, la otra versión de su hijo vive y es feliz. Así que cruza el portal y acude a verlo. La alegría que experimenta es inenarrable. Lo abraza. Lo besa. Le dice que le quiere, que no volverá a perderlo y derrama lágrimas de alegría, aunque no le revela de dónde procede.
Tras su retorno a su propio mundo, acude a Berlín y, en un golpe maestro y secretamente apoyado por otros militares, acaba asesinando a la cúpula del Reich. El acuerdo era que, a partir de entonces, él gobernaría de forma independiente los Estados Unidos. Lo que todos creímos al ver la nueva situación es que John, el John que mostró su lado más humano tras ver a su hijo, es que iba a eliminar la ideología de esa terrible sociedad, a comenzar de cero y a crear una nueva de justicia y libertad para todos. Pero no es así: la aviación, ahora bajo su mando, iba a bombardear San Francisco hasta exterminar toda rebelión. A su vez, toda persona que no fuera de pura raza aria iba a ser conducido a un campo de concentración para ser gaseado. Millones iban a morir. Era la solución final llevada hasta las últimas consecuencias.
Aunque podemos apreciar que le carcome por dentro, que se siente profundamente turbado y que su conciencia le está matando, da la orden de atacar. Su esposa, que había descubierto poco antes toda la verdad sobre los otros universos, le dice a su esposo con súplica y desesperación: “He visto los planes John. Los planes para los campos. ¿Cómo hemos llegado a esto? Tú y yo, en qué nos hemos convertido. Todo esto en lo que hemos tomado parte, es un crimen”, a lo que él responde “lo sé”, a lo que ella replica “tiene que parar”, para terminar John diciendo “no sé cómo”. Sus propias palabras, tal y como las dice, demuestran su propio dolor y tragedia, junto a la  incapacidad para revertir la situación y sus acciones pasadas.
En ese instante, el tren en el que viaja descarrila a causa de los explosivos que habían colocado en los pilares de la vía un grupo liderado por Juliana Craine, otra de las protagonistas principales de la serie. La esposa de John fallece en el acto. Él, protegido por los pocos supervivientes, sale corriendo hacia el bosque, mientras que Juliana le persigue. Cuando lo encuentra sentado en un precipicio con la mirada completamente perdida, no hace ademán de defenderse. Solo le dice estas palabras, con las cuales se refiere a sí mismo: Otros mundos, otras vidas... Es insoportable. Mirar a través del portal y ver las personas que podrías haber sido, y que de todas las opciones, esta sea en la que te has convertido”. Tras pronunciarlas, se pega un tiro.

Múltiples caminos & Múltiples opciones
El que antes y durante la guerra fue un soldado que luchó por su patria y sus conciudadanos, que defendió el bien supremo, que era un buen hombre, un esposo amante y recientemente padre, un amigo fiel, por una decisión errada, y luego por la suma de muchas, se convirtió en la peor versión de sí mismo. Al darse cuenta de esto, de que “otros” John Smith de otros universos tomaron opciones mucho mejores, de que ya no podía hacer nada para cambiar ni para remediar el mal que había causado, se suicidó. En esos instantes, sentimos su dolor, su agonía, su “perdí mi vida”, “eché a perder a mi familia”, “destrocé el corazón de millones de personas”, “traicioné a mis amigos”. Odiaba y despreciaba al ser en el que se había convertido. Aquel que vimos como un monstruo abominable, mostró su alma que había enterrado en un foso oscuro, despertando en nosotros la compasión en sus últimos instantes de vida.
Es aquí donde tenemos muchísimo que aprender. Una lección de VIDA, en mayúsculas: las pequeñas y grandes decisiones que tomamos cada día, marcan nuestra vida, quiénes somos, forjando nuestro carácter. Cuando los múltiples caminos de la vida se abren ante ti, minuto a minuto, día a día, eres tú el que transita uno u otro basándote en decisiones concretas. Al igual que nadie engorda veinte kilos en un día...

- Nadie que sea un verdadero cristiano deja de orar y de reflexionar sobre la Palabra de Dios tras una mala noche. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie que sea un creyente genuino se “enfría” en unas semanas. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie que lea la Biblia decide dejar de hacerlo en un arrebato matutino. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie comienza un noviazgo en yugo desigual sin motivos. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie comienza a ser emocionalmente infiel a su cónyuge en un segundo de debilidad. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se convierte en un mentiroso compulsivo de la noche a la mañana. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se vuelve adicto a la pornografía o a cualquier otra inmoralidad sexual en un día. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se engancha a leer novelas y a ver programas televisivos que son pura bazofia y que corrompen y atentan contra la ética y la moral por una tarde lluviosa que se quedó en casa. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie comienza a vestirse deshinibidamente y a exhibirse “sensual” en las redes sociales de un instante a otro. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se enfrasca en una relación adultera porque sí. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se vuelve un malhablado ni comienza a usar un lenguaje soez de nochevieja a año nuevo. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se vuelve un consumidor habitual de “alcohol de fin de semana” porque una noche se le vaya la mano. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

- Nadie se vuelve un individuo iracundo, déspota, desagradable, superficial, hedonista, egocéntrico, antipático o rencoroso porque tenga un mal día. Es un proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón.

Nadie, cuando era niño, pensó que algún día sería así o cometería alguna de estas acciones. Ese niño odiaría a ese adulto. Por eso, si conoces a alguien que encaje en alguno de los puntos citados, incluso si te reconoces a ti mismo, ya sabes que lo que es hoy como ser humano es simplemente el resultado y el fin de un camino que ha transitado poco a poco hasta que ha llegado a su destino. Y ahora es como es. Incluso en el caso de que diga sentirse bien siendo así (o digas sentirte si es tu caso), estará demostrando una vez más que “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9).
Con todo esto, podemos comprender perfectamente ese texto de Cantares que dice que las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas” (Cnt. 2:15). Todo lo que dejamos entrar en nosotros, sumado a las decisiones que tomamos en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestras acciones, por pequeñas que sean, son las que marcan nuestro carácter. Más temprano que tarde, terminan por dar su fruto y se manifiesta externamente lo que previamente se había cultivado en el corazón. Si son obras ajenas a la voluntad de Dios, así quedará sellado en nuestra forma de ser.
John Smith es un ejemplo de lo que le pasa a una persona que se deja llevar por la masa social, por los deseos egoístas y por lo peor que anida en el corazón del ser humano. Y este es un caso ficticio, pero la vida real está llena de millones de individuos que no son nazis ni mucho menos, pero que se mueven al son de sus instintos y no de las leyes establecidas por Dios.

¿Hay solución? & ¿Cómo estás cuidando tu viña?
El señor Smith, completamente roto al verse a sí mismo ante el espejo de su alma, acabó con su vida. No es fácil conocer a alguien que sepa reconocerte abiertamente que sabe de la negrura que habita en él. Que recuerde ahora mismo, solo conozco a dos personas, y una de ellas soy yo, y no por ello me pongo ni una sola medalla. No entiendo el miedo a hablar con sinceridad de uno mismo. Quizá crean que hacerlo es “tirarse piedras sobre uno mismo”, “centrarse en lo negativo” o “ser negativo y destruir la propia autoestima”. ¡Nada más alejado de la realidad! Aceptar la realidad de nuestros errores PONE EL FOCO DE ATENCIÓN en la gracia de Dios y en el valor intrínseco de la muerte de Cristo en la cruz. Como dijo en una predicación mi amigo Salvador Menéndez (“Salva”): “Debemos ver la cruz como la elección más radical y el acto más violento de Dios contra el pecado. La cruz es más violenta que el diluvio. Millones de litros de agua no bastaron para limpiar el pecado del corazón del hombre; sí sirvió, en cambio, para raer de la tierra al 99% de la población mundial. Los pocos litros de sangre que almacenaba el cuerpo de Cristo, al encontrar salida por los orificios de sus heridas, fueron más contundentes. Quita el pecado del mundo. Lo aparta. Lo aniquila. Lo extirpa. Lo ejecuta. El pecador resulta ileso en el salpicar de sangre de la gracia. No somos apartados. No somos aniquilados. No somos extirpados. No somos ejecutados. Somos invitados a la oportunidad suprema del cambio. El diluvio destruyó el mundo antiguo; la cruz reconstruye continuamente el mundo del presente”.
Así que les escribo a aquellos que quieren cambiar en este año nuevo que está a punto de comenzar: todo lo andado, incluso lo andando por la senda errada, se puede desandar. El que anda viviendo en lascivia, en fornicación o en inmoralidad sexual, puede romper con ello. El que bebe de más cada vez que surge la ocasión, puede romper con ello. El que está rodeado de amigos que le incitan a vivir en pecado, puede romper con ello. El que está en medio de un noviazgo con un inconverso, puede romper con ello. El que usa un lenguaje vulgar, puede romper con ello. Y así con todo. Eso es el “arrepentimiento” (del griego metanoia), que “significa no solo un cambio interior de manera de ser, sino un giro completo en nuestra vida, un cambio de dirección que implica por una parte la necesidad de la ayuda de Dios y por la otra la conducta ética del hombre”[3].
Ese era y es el mensaje que predicaban los apóstoles: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado” (Hch. 3:19-20).
Lo vuelvo a repetir: todo consiste en DESANDAR el camino y tomar un nuevo  rumbo: el de Dios, cuidando que no entren esas “zorras en el viñedo de tu mente y de tu corazón”, echándolas a escopetazos.
Es así como el impuro se vuelve volver puro. El infiel volverse fiel. El deslenguado puede santificar su lenguaje. El desagradable se puede volver agradable. El que tiene amistades que no le conviene puede buscar las que sí. El que consume productos televisivos y digitales llenos de sandeces los elimina de su vida y llena su mente con buenos libros. El amargado se pude volver alegre. El adicto puede ser libre. Y así con todo.
Que haya personas que se aparten de Cristo o no quieran saber nada de Él, y que digan para explicar su decisión que “he cambiado mucho”, “soy como soy”, “yo soy así y si no te gusta aléjate de mí”, son meras excusas baratas y conformistas, de gran pereza intelectual.

Conclusión
La mejor versión de ti mismo no tiene nada que ver con lograr un buen trabajo, acabar una carrera universitaria o alcanzar algún sueño en particular, como puede ser algo material, un gran amor sentimental o un viaje a un destino exótico. Todo eso son acciones externas y logros perecederos. Así que las preguntas que tienes que hacerte son claras: si mirases en un portal de otros mundos y observaras distintas versiones de ti mismo, ¿te sentirías orgulloso de quién eres ahora? ¿No te gustaría ser “lo mejor de lo mejor” que puedes ser? ¿O por el contrario te seguirás traicionando a ti mismo, negándote tu mejor versión que concuerda con lo que Dios quiere que seas?
Para terminar, y siendo este el párrafo culmen de todo el escrito, hago énfasis en el ELEMENTO CLAVE, una verdad bíblica irrefutable y que muchos “cristianos” no terminan de entender: el cambio del que hablo, el que conduce a una vida interna y externa apegada al corazón de Dios, no se puede lograr por el mero esfuerzo humano. Esa es la manera en la que los religiosos tratan de cambiar, fracasando. Por eso muchos se sienten frustrados: se dan cuenta de que quieren pero no pueden, así que llegan a la conclusión que para qué esforzarse. Olvidan que el verdadero amor, el verdadero gozo, la verdadera paz, la verdadera paciencia, la verdadera benignidad, la verdadera bondad, la verdadera fe, la verdadera mansedumbre y la verdadera templanza, no es el fruto del hombre, sino del Espíritu (Gá. 5:22-23). Por lo tanto, únicamente estando en comunión con Dios –especialmente por medio de la oración y de la sujeción a su voluntad- es como podremos cambiar y ser quiénes debemos ser.
Comienza un nuevo año. El 2020 a la vuelta de la esquina. Tic tac. Tic tac. Comienza una nueva oportunidad. Un nuevo amanecer se presenta en tu interior. ¿Qué harás? ¿Qué sacarás de tu vida que está dándole un paisaje desolador a tu viñedo? ¿Harás a la inversa ese proceso paulatino basado en previas y pequeñas concesiones en la mente y en el corazón? ¿Tomarás el control de tus pensamientos? ¿Tomarás el control de tus sentimientos? ¿Tomarás el control de tus acciones? ¿Te guiarás exclusivamente por los designios de Dios o por los tuyos propios? ¿Dejarás, por fin, que Él haga Su obra en ti?

Reflexiona profundamente, POR FAVOR.



[1] La ucronía es un género literario que también podría denominarse novela histórica alternativa y que se caracteriza porque la trama transcurre en un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como ocurrió en realidad (https://es.wikipedia.org/wiki/Ucron%C3%ADa).
[2] De igual manera, cuando miles de jóvenes y niños catalanes se hagan adultos y descubran que fueron engañados y manipulados por sus padres y profesores al inculcarles el nacionalismo más rancio y el odio a su propio país, veremos las consecuencias.

lunes, 2 de diciembre de 2019

¿Cuáles son los valores que te entusiasman, los de las personas famosas y "exitosas" o los de Cristo?



En la imagen, Katy Perry y Miley Cyrus como ellas se muestran: sensuales y exóticas. En la parodía del autor, la forma en que una persona normal las ve objetivamente: ridículas. Y, como ellas, cientos de famosos que si los despojamos de esa “aura” que nos han vendido, no son dignos de imitar, ni sus vidas ni sus valores.

Venimos de aquí: El peligro y las consecuencias de admirar a los famosos que “triunfan” en la vida (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/07/7-el-peligro-y-las-consecuencias-de.html).

Quedó patente en la primera parte que los famosos no suelen ser un buen ejemplo para nadie, y mucho menos para los jóvenes. Muchos podrán decir que también hacen obras sociales o tienen valores positivos. Y habría que decir que sí: aportan dinero, muestran el deseo de superación, la constancia en el esfuerzo y el empeño en seguir adelante a pesar del dolor, etc. Todo eso puede ser motivacional en algún momento determinado. Pero, a pesar de ello, no se puede cometer el grave error de separar a la persona en dos “entidades” diferentes: por un lado, su talento y, por otro, su ética. Si su moral choca frontalmente con los valores cristianos, sus habilidades musicales, deportivas o de cualquier otro tipo no tienen utilidad alguna.

Con dones pero con vidas inmorales
No se puede poner de ejemplo a personas que tienen “dones” pero viven bajo principios que atentan contra la voluntad y los mandamientos de Dios.
Esta historia que narra Charles Swindoll viene como anillo al dedo y refleja la doble moral de muchos que no son dignas de imitar, ya sean famosos o no: “Un hombre y una mujer que se detuvieron en un restaurante para comer algo. Compraron dos almuerzos a base de pollo y se fueron a comer a un parque. Pero, cuando abrieron la bolsa se encontraron con mucho más que pollo. ¡La bolsa estaba llena de fajos de billetes!
Como era una persona honesta, el hombre regresó al restaurante y devolvió el dinero. El gerente estaba maravillado mientras explicaba lo que había sucedido. Había estado trabajando en la parte trasera del restaurante y había colocado todo el dinero de las ventas del día en una de las bolsas utilizadas para llevar comida rápida. Luego puso la bolsa a un lado, lista para llevarla al banco. Cuando la empleada que trabajaba en el mostrador les entregó el pedido, tomó accidentalmente la bolsa equivocada.
El administrador estaba tan impresionado con la honestidad de este hombre que dijo:
- Voy a llamar al periódico local para que vengan y les tomen una foto a los dos. La gente necesita saber que todavía hay personas honestas como ustedes.
- No, no lo haga –respondió el hombre. Tomó del brazo al administrador del restaurante, lo llevó a un lado y le susurró al oído: Soy casado... y la mujer que me acompaña no es mi esposa[1].

Los malos valores transmitidos de generación en generación
Las ideas y valores que citamos en el artículo anterior se inculcan desde pequeños y luego se transmiten de padres a hijos. ¿El resultado? Convierte a cada nueva generación en superficial, simple y consumista, a la vez que más embobada por la televisión, las redes sociales y multitud de entretenimientos.
Por todo esto es tan habitual ver a individuos que logran objetivos llamativos y se vuelven soberbios y prepotentes ante el resto por no tener el nivel que ellos poseen. Me haría falta diez páginas para hablar de todos aquellos que he conocido a lo largo de mi vida que eran humildes cuando eran empleados normales y cómo se les subió a la cabeza el cargo cuando fueron ascendidos, convirtiéndose en auténticos déspotas que disfrutan burlándose de los demás.
Todo lo que hemos visto, como bien definió Salomón, es “vanidad de vanidades” (Ec. 1:2). Ninguna de las cuestiones citadas servirán para algo ni tendrán fruto alguno en la otra vida, puesto que en esta estamos de paso: “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano” (Ec. 5:15). Muchos se esfuerzan en construir en este mundo su propio reino, cuando éste tiene fecha de caducidad y está destinado a perecer. Por eso el Señor dijo que su reino no es de este mundo (cf. Jn. 18:36).

Los contravalores de Jesús: todo cobra sentido
Los valores de esta sociedad chocaron y chocan frontalmente con los de Dios. Puede que hasta el día de hoy hayas admirado a las personas equivocadas como si fueran ídolos de los que no te has guardado (cf. 1 Jn. 5:21), y tengas que meditar profundamente al respecto para deshacerte de toda la influencia que inconscientemente han ejercido sobre ti: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno” (3 Jn. 11).
Recordemos que la idolatría es todo aquello que se pone por delante de Dios: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. !!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:1-4).
Jesús es el verdadero famoso al que debemos seguir e imitar: “Pues para esto fuisteis llamados [...] dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas [...] Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (1 P. 2:21; Jn. 13:15). Sus valores deben ser nuestros valores. Sus principios deben ser nuestros principios. Sus pensamientos reflejados en Su Palabra deben ser nuestros pensamientos. Sus afirmaciones sobre la eternidad son las que debemos asimilar y vivir en consecuencia conforme a ellas.
En Él hallamos todo lo que el ser humano busca de otras maneras e incompletas:

- Sentido de pertenencia: como parte de los redimidos.
- El ejemplo a imitar: Cristo.
- La aceptación: comprendemos y sentimos cuál es nuestro verdadero valor al hacer las paces con Dios tras recibir su perdón por el sacrificio expiatorio en la cruz.
- El sentido de trascendencia: nuestra existencia cobra sentido, comprendemos nuestra propia inmortalidad y nuestro lugar dentro de la eternidad.

Seamos tajantes
Para que esta sociedad decadente te ame en el presente y te recuerde como alguien grande tras tu partida de este mundo, basta con que adoptes su forma de pensar, de sentir y de actuar. Hemos visto la manera en que la inmensa mayoría lo lleva a cabo. Lo único que hacen es “correr tras el viento” (Ec. 1:14). Todos ellos olvidan que si respiran cada segundo de sus vidas es porque su Hacedor así lo permite –y hasta que lo permita, ni un segundo más ni un segundo menos- y es a Él a quien deberían servir, en lugar de fabricarse modernos becerros de oro.
Para que no caigamos en la trampa que hay a nuestro alrededor, recordemos las palabras de Juan: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:15-17).
La verdadera trascendencia es hacer la voluntad de Dios en la Tierra, seas valorado por ello o no, para que, cuando llegue el momento de estar en su presencia, te diga: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:21). El reconocimiento del mundo no sirve absolutamente de nada –incluso es un severa señal de alarma- si en el momento de la verdad Dios te dice: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41).
¿Preferimos que nuestro nombre destaque y sea famoso entre los seres humanos que triunfan con sus propios valores ante los ojos humanos pero están alejados de Dios, o que esté escrito en el Libro de la vida aunque este mundo nos aborrezca? (cf. Ap. 21:17; Jn. 15:18).


[1] Swindoll, Charles. José. Mundo Hispano. Pág. 126-127.

lunes, 4 de noviembre de 2019

10.8. ¿Cómo deben protegerse los novios cristianos en lo que respecta al plano sexual?


Venimos de aquí: ¿Sabes expresarle adecuadamente el amor a tu pareja? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/08/1073-sabes-expresarle-adecuadamente-el.html).

Leí a una autora decir que se prohibía a sí misma y a su novio expresarse las palabras te amo y, sin embargo, sí podían decirse te quiero. Agregaba que todos tendrían que hacer lo mismo. Nuevamente, aunque las respeto, disiento de este tipo de ideas. La Biblia dice que no nos unamos en yugo desigual. La Biblia dice que no tengamos relaciones sexuales hasta el matrimonio. La Biblia dice que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer. Pero la Biblia no dice que esté mal decirle a tu novio que lo amas. Si alguien prefiere no usar esas palabras, que no lo haga, pero que no trate de establecer una doctrina o una ley nueva en base a su forma de pensar.

Los dos extremos
En lo que concierne al aspecto físico de la relación sí hay que ser más concretos. No basta con generalizar ni podemos ser ambiguos. Cuando en el apartado anterior cité el lenguaje del amor llamado “Contacto físico”, dije que habría que tratarlo en profundidad. ¿Cuál es el porqué? Fácil de explicar: hay formas de expresar ese tipo de afecto que están reservadas para el matrimonio. Hay ciertas ideas que, si no se tienen claras, pueden conducir con suma facilidad al acto sexual.
No estoy de acuerdo con ninguno de estos dos extremos:

1. Un extremo lo prohibe todo. El pastor Calvin George dice: “Creo que el noviazgo cristiano debe incluir una abstinencia total de contacto físico. Esto incluye negarse los besos, los abrazos, estar tomados de la mano, etc. Creo que los novios no deben estar en situaciones donde se encuentran solos, en lugares no públicos, donde no hay cristianos. Yo no llegué a pensar así hasta tener 19 años”. Nuevamente nos encontramos con una opinión respetable, pero basada en la propia experiencia de cuando era joven y en lo que él mismo ha observado en otras parejas de esas edades. Pero de ahí a generalizar me parece tremebundo. Es más, la considero sumamente legalista. Si él u otras parejas quieren tomar ese camino, que lo tomen; están en su derecho y son libres para creer que eso es lo más adecuado. Pero una cosa es creer y otro establecer como norma de fe y conducta.
¿Cuándo llegó a esa conclusión sobre negar todo contacto físico? A los 19 años, edad en la que la madurez brilla por su ausencia, y las chicas y los chicos se suelen propasar físicamente. En Las amistades de los solteros con el sexo opuesto comprobamos las dificultades de los noviazgos entre adolescentes (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/las-amistades-con-el-sexo-opuesto.html), pero no soy partidario de hacer generalizaciones.
Justin Lookadoo y Hayley Dimarco, en el libro “Noviazgo: ¿Están preparados?”, dicen: “Los chicos saben que si envían flores, escriben cartas y dan regalos, influyen en tus emociones. Y saben que esto los llevará a lo físico en algún momento de la relación”. Pero ahora me toca hablar a mí: esos chicos que buscan llevarse a la cama a una chica usando este tipo de estratagemas, ni son cristianos ni son maduros, y si se congregan son meramente “religiosos”. Por lo tanto, no se puede establecer como verdad absoluta que todos los chicos buscan una relación física cuando llevan a cabo este tipo de hermosos detalles. Este tipo de generalizaciones son ofensivas para los que no tienen dobles intenciones y siempre deberían ser matizadas.

2. El otro extremo lo permite casi todo. En una ocasión pregunté a varias cristianas sobre este asunto (el del contacto físico) y me dijeron que establecían como límite “la línea del bikini”. O sea, que el chico podía tocar todas las partes del cuerpo de su novia excepto aquellas que estaban cubiertas por esta minimalista prenda de baño. Es decir: muslos y contramuslos –entre otras partes- están permitidos. Me dejó atónito tal “enseñanza”.
La Biblia es muy clara al respecto: el cuerpo del novio y de la novia no les pertenecen a sus actuales parejas hasta el matrimonio: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (1 Co. 7:4). Queda bien claro: marido y mujer, no novio y novia.

El equilibrio y los límites sanos
Conociendo estos dos extremos, sabiendo lo que conlleva la sexualidad del soltero cristiano (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/72-como-sienten-la-sexualidad-hombres-y.html), en mi opinión, dos personas maduras que establecen claramente sus límites, pueden tomarse de la mano, abrazarse, apoyar los brazos en los hombros del compañero y ofrecer dulces besos (con moderación y sin el deseo de excitar), sin que ello les lleve a quemarse.
Sin embargo –y lo diré sin pelos en la lengua para que todo el mundo me entienda-, no deberían formar parte de un noviazgo, puesto que despiertan los deseos sexuales, se quiera o no:

- Los besos extensos y apasionados (con o sin lengua).
- Los mordiscos “con intenciones”.
- Las caricias íntimas o continuadas en distintas partes del cuerpo.
- Los masajes en zonas “peligrosas”.
- Los roces genitales (incluso con ropa).
- Los lengüetazos por la cara (sí, los he visto entre “creyentes”, un recuerdo que me provoca grima y pesadillas).

El que no se guarda de esto, está jugando con fuego. La pasión sensual y sexual no forman parte del noviazgo. No tener esto claro conduce en muchísimas ocasiones a la pérdida de la virginidad antes del matrimonio, incluyendo en algunos casos embarazos no deseados. Todo esto conlleva vergüenza interna y graves sentimientos de culpa, o una sensación de que se perdieron un momento muy bonito por no haber sabido esperar a la noche de bodas. Y el que no lo siente así, es que ha perdido su sensibilidad ante los valores de Dios.
Hay otros que, a pesar de llegaron técnicamente vírgenes al matrimonio, no lo fueron en lo que respecta a otras prácticas. Quizá pienses que si no hay contacto genital no estás teniendo relaciones sexuales, pero las caricias íntimas son parte del acto sexual. En ocasiones, un hermoso noviazgo acabó destruído por no saber esperar al tiempo de Dios.
En lo que respecta a los límites, ambos deberán hablar claramente del tema para establecerlos. Lo que no incendia a uno puede provocar en el otro el mayor de los fuegos. Es sabido que la mujer tiene diez veces mayor sensibilidad en la piel que el hombre, aparte de que los genitales no son la única zona erógena del cuerpo. Un beso en el cuello puede derretir a la mayoría de las mujeres, mientras que el hombre puede sentir que el sexo se resume a una sola zona del cuerpo. Es sabido que los hombres necesitan muy poco para alcanzar un orgasmo. Su cuerpo es así. No tienen ni que llegar a tocar partes íntimas de la mujer para ello. Sin embargo, para ellas, la sexualidad es mucho más, como las caricias y los besos llenos de pasión. Esto incluye las palabras. Ya vimos que las mujeres deben cuidar su vestimenta, pero, por su parte, el hombre debe vigilar especialmente sus palabras. Las mujeres se excitan por lo que oyen y no tanto por lo que ven. En la relación de noviazgo hay que ser cariñosos y románticos en las palabras, pero habrá que evitar ciertas expresiones incendiarias, que no son necesarias que reproduzca aquí vaya que me censuren; cada uno sabe cuáles son.
Es intrínseco a nuestra naturaleza (y por lo tanto, normal), que el cuerpo de ambos reaccione ante ciertas circunstancias, pero esto no tiene que convertirse en lujuria. Al fin y al cabo, estáis juntos porque os atraéis mutuamente, y eso incluye el plano físico. Otra cosa será qué hacéis con esa excitación. Cada uno debe saber aquello que le puede llevar al propio descontrol. Hay situaciones que suelen ser peligrosas, por lo que tienen que reconocerlas para prevenirlas.
En las relaciones que comienzan a edades muy tempranas es más difícil este control, por el mismo hecho que hemos citado en varias ocasiones: el cuerpo siempre quiere más. En la sociedad actual en la cual nos movemos, donde todo está hipersexualizado, donde el que no tiene relaciones sexuales es considerado rarito o tontito, y donde el trabajo es precario e inestable, la situación se complica. Por falta de recursos económicos, el matrimonio suele retrasarse más años de lo razonable. Esto hace que la tensión sexual se acumule en exceso. Y ahí surgen muchos problemas si no se aplican ciertos principios.
Por otro lado, un añadido aunque debería darse por hecho: en ningún momento a lo largo del libro he mencionado las complicaciones y dificultades que se presentan en la convivencia del matrimonio. Y no lo he hecho porque, aunque he tratado asuntos que son aplicables tanto a casados como solteros, se centra principalmente en éstos. Si eres soltero y tienes pareja, ten muy claro que no podéis vivir bajo un mismo techo. Es de perogrullo, pero aún así es necesario decirlo para algunos que siguen sin enterarse y que están en babia. He leído, oído y visto de muchos casos donde, bajo este tipo de circunstancias, ella suele quedar embarazada[1]. “No, a mi no me pasará”. Arriésgate y verás. “Pues una amiga mía se fue a vivir con el novio y no tuvieron relaciones”. No te lo crees ni tú. Pero vale, si quieres nadie te va a encañonar con un rifle, ni siquiera Dios. “Es que quiero probar cómo es la vida juntos antes del matrimonio, para ver si somos compatibles”, suele ser otro argumento.
Todos estos son razonamientos infantiles que no caben en la mentalidad de un cristiano maduro. La compatibilidad en el matrimonio requiere de una serie de conductas diferentes a las del noviazgo. De ahí que haya libros excepcionales que traten esos temas. Si antes quieres saber cómo es esa persona desde por la mañana hasta la hora de dormir, id de vacaciones varios días con amigos –durmiendo cada uno por su lado- y podrás conocer facetas del otro que desconoces. Lo demás, todo aquello que implica un matrimonio, tendrás que dejarlo para más adelante.

El amor verdadero
Por amor verdadero (si es un amor sano y puro), tienen que respetarse y protegerse el uno al otro, tomando consciencia de la trascendencia que tiene para ellos como pareja, y el deseo de agradar a Dios conforme a Su voluntad. Ambos son responsables. Por todo esto recalco una y otra vez la necesidad de incentivar la madurez en lugar de recalcar las prohibiciones: Se tiene que reconocer que al matrimonio solo deben entrar adultos, no solo en el sentido de la edad cronológica sino en el de madurez emocional, de desarrollo intelectual y moral. Mientras sean niños los que contraigan matrimonio este no podrá tener el carácter que Dios le atribuye. Mientras el matrimonio se produzca por impulso, sin la reflexion que paso tan serio supone, el matrimonio no podrá ser como Dios intencionó: Hasta que la muerte los separe”[2].
Quizá te olvides que la persona que está a tu lado es un ser humano, no un objeto para satisfacer tus deseos carnales. Si no estás interesado realmente y no amas el verdadero yo de tu compañero, te pido por favor que te alejes. Y si la quieres y tienes un claro propósito en vuestra relación, respeta su cuerpo. ¿Por qué? Porque no es tuyo, aun en el caso de que ella te lo cediera voluntariamente.
La mujer debe estar advertida de un posible engaño. Los hombres saben que ofrecer ingentes cantidades de amor a la pareja suele traer como consecuencia relaciones sexuales si ella quiere y él se lo propone. Así suele funcionar en el matrimonio. Evidentemente, se refiere a un amor verdadero y no programado, donde sólo se busca lo segundo. Por eso las chicas cristianas solteras tienen que estar atentas a esta “jugada”. Hay hombres que engañan, ofrecen el mismo cielo, son románticos y aparentemente encantadores, pero en realidad únicamente buscan sexo. Son lobos con piel de cordero. Y aquí no hay nadie que se libre. Un cristiano puede ser engañado igual que un inconverso. Seguro que has leído en multitud de ocasiones estas palabras de otras mujeres: “Me dijo que si de verdad le amaba tendríamos relaciones”. Ella se entregó y, al poco tiempo, él se marchó.
Esto ha destrozado el corazón de millones de mujeres en el mundo. Muchas creen, fruto de la ingenuidad y de sus buenos deseos, que sus casos serán diferentes. Pero la vida no es como la imaginamos ni como la deseamos. Por eso, cada uno debe ser responsable de sus actos y consecuente con sus decisiones. Cuando das tu cuerpo, lo entregas todo. Y esto acarrea consecuencias en la vida, y más en una mujer por la delicada y maravillosa sensibilidad que la envuelve.
Hermana, si de verdad él te ama y te respeta, sabrá esperar, y jamás, bajo ninguna circunstancia, te pedirá algo que sabes está fuera de los límites. Si lo hace, ya sabes lo que busca y cómo debes actuar. O se aclara o que tome la puerta, como la canción de Pimpinela, que hoy en día suena hasta cómica por todas las parodias que se han hecho de ella: “Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa. Y pega la vuelta. Estás mintiendo ya lo sé. Vete, olvida mis ojos, mis manos, mis labios, que no te desean”.
No hay más y es así de claro. No olvides marcar los límites desde el principio, así no habrá malos entendidos. No ofrezcas tu cuerpo esperando recibir amor.
Resumiendo al extremo los dos puntos que hemos tocado: mujer, cuida tu forma de vestir; hombre, controla tus palabras, tus manos y las situaciones en las que os podéis ver comprometidos.

Esperando el momento
Quiero acabar este apartado con las palabras de Angela Ellis-Jones, una abogada británica de 35 años, durante un programa de debate en la BBC2[3], donde explicó sus razones para permanecer virgen hasta el matrimonio. Sin ser cristiana, es un ejemplo a seguir:

“Desde mi adolescencia sabía que había de guardarme para el matrimonio, y nunca he tenido la más mínima duda sobre mi decisión. La castidad antes del matrimonio es una cuestión de integridad. Para mí, el verdadero sentido del acto sexual consiste en ser el supremo don de amor que pueden darse mutuamente un hombre y una mujer. Cuanto más a la ligera entregue uno su propio cuerpo, tanto menos valor tendrá el sexo. Quien de verdad ama a una persona, quiere casarse con ella. Cuando dos personas tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio no se tratan una a otra con total respeto. Una relación física sin matrimonio es necesariamente provisional: induce a pensar que aún está por llegar alguien mejor. Me valoro demasiado para permitir que un hombre me trate de esa manera. Pienso así desde que tenía 14 años. Por aquel entonces ya había observado el destrozo que producía el sexo frívolo en las vidas de algunos compañeros de escuela. Ya entonces me resultaba evidente que, cuando se separa matrimonio y sexo, se difumina la diferencia entre estar casado y no estarlo, y se devalúa el matrimonio mismo. Quiero casarme con un hombre que tenga un concepto de la mujer lo bastante elevado como para guardarse íntegro para su esposa. Dejarse fascinar por el afán de saciar nuestros instintos es algo que impide alcanzar lo realmente valioso. La sexualidad fuera de su debido contexto responde a un impulso instintivo, que se inflama súbitamente y luego se apaga enseguida. Es una llamarada tan intensa como fugaz, que apenas deja nada tras de sí, y que con facilidad conduce a un círculo angosto de erotismo que, en su búsqueda siempre insatisfecha, considera que otros conceptos más elevados del amor son una simple ensoñación, cuando no un tabú o algo propio de reprimidos. Ellos mismos se acaban dando cuenta, tarde o temprano, de que en el mismo momento en que esa persona les entregó prematuramente su cuerpo, cayó del pedestal en que la habían puesto. Cualquiera puede hoy encontrar sexo con bastante facilidad. No requiere especial talento ni habilidad. No es algo que haga a nadie más hombre ni más mujer. Lo difícil, lo valioso, es encontrar un hombre o una mujer que se hayan guardado para quien un día será su marido o su mujer. Una persona normal que haya sabido esperar, sin miedos, sin fantasmas. Una persona que, simplemente, se guardó para mí. Sí. Exactamente eso es lo que busco”.

Deseo que este sea tu mismo sentir y vivas en consecuencia. Si, como puede que pienses, es el amor de tu vida, te casarás con ella. Hasta que eso no ocurra, guárdate para darle todo lo que eres a esa única persona.
Ten en mente que no es que Dios quiera fastidiarte la diversión. Es que quiere que sea parte del compromiso único y especial entre un hombre y una mujer.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: 10.9.1. ¿Cómo repercute el paso del tiempo en una relación?: Diferencias entre el enamoramiento y el amor. https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/1091-como-repercute-el-paso-del-tiempo.html



[1] He especificado “ella” porque en el año 2008 se dio el primer caso mundial del embarazo de un transexual (¡!).
[2] De Ávila, Gerardo. Volvamos a la fuente. Vida. P. 178.
[3] Delirante.org - Artículo publicado en el Daily Telegraph.

lunes, 28 de octubre de 2019

La sana enseñanza de la sexualidad bíblica


Venimos de aquí: ¡Descontamínate de la perversa enseñanza sexual de la sociedad actual! (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/07/descontaminate-de-la-perversa-ensenanza.html).

En el artículo anterior expusimos claramente que nuestra sociedad está organizada según los valores del príncipe de este mundo, el diablo (cf. Jn 16:11). En Buscaste la plenitud y el sentido a la vida por medio de las relaciones románticas, de los placeres y del materialismo (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/08/3-buscaste-la-plenitud-y-el-sentido-la.html) vimos el patrón de conducta que se observa en muchas relaciones de pareja:

- Se conocen.
- Se gustan.
- Tienen relaciones sexuales.
- Se enamoran.
- Se van a vivir juntos.
- A veces se casan.
- Tienen hijos, y no siempre.

Y, por último, en la introducción a la sexualidad del soltero cristiano (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/07/7-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html) describimos lo que la periodista Teresa Viejo llama “monogamia sucesiva” -y que ella misma defiende como mujer divorciada que es- que consiste en que “un chico y una chica se hacen novios y, en algún momento (más temprano que tarde), mantienen relaciones sexuales. Cuando ese noviazgo acaba, se pasa al siguiente donde se actúa de la misma manera. Y así hasta que llegan al matrimonio, si es que llegan. Hombres y mujeres se casan tras haber tenido tres, cuatro, cinco o más parejas sexuales”.
Todo esto es completamente anormal. Pero como dijo John Wesley, “lo que una generación tolera, la siguiente lo abraza”. Lo que antes era considerado una aberracción pero que muchos toleraron, hoy se tiene como algo normal y es aceptado por el ser humano, tanto por jóvenes como por adultos.
Lo reseñado, y que es parte de la anormalidad imperante en nuestro mundo, tiene infinidad de consecuencias: promiscuidad, “sexo de una noche”, adulterio, infidelidad, “relaciones abiertas”, etc: “andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” (Ef. 4:17-19). Todo fuera del orden de Dios y de la sana enseñanza sobre la sexualidad y la familia que observamos en la Biblia, que es el tema que trataremos a continuación, junto a los errores que se han esparcido a lo largo de la historia del cristianismo.

Errores de la religión que no representa al cristianismo genuino
Buena parte de la idea errada que tiene el humanismo sobre lo que enseña el verdadero cristianismo de la sexualidad se debe a las enseñanzas erradas que durante siglos ha expandido personas que decían representar el verdadero cristianismo –sean de sectores católicos o protestantes-, pero que poco o nada tienen que ver con la doctrina bíblica sobre este asunto.
Por mucho tiempo, de manera oficial, la religión prácticamente ha demonizado el placer del sexo, hasta el punto de que, en diversas etapas de la historia, llegó a afirmar que éste fue el pecado que cometieron Adán y Eva. De ahí que haya personas que consideren el celibato como un estado superior al matrimonio, ya que, según ellos, el primero representa la pureza absoluta y el segundo no alcanza tal nivel. Por eso se promulgó como ley oficial para todos los sacerdotes, monjes y monjas en el II Concilio de Letrán en el año 1139. Aunque tuvieran buenas intenciones y no el deseo de fastidiar a nadie, se equivocaron gravemente, y donde se cumplió literalmente la profecía de Pablo: “prohibirán casarse” (1 Ti. 4:3). Una doctrina que, según el mismo apóstol, proviene de los demonios y de espíritus engañadores (cf. 1 Ti. 4:1). Es más, a los obispos no se les pedía que no se casaran, sino que fueran marido de una sola mujer” (1 Ti. 3:2); es decir, monógamos. Si este concilio hubiera tenido la Biblia como la norma absoluta de fe y conducta, nada de esto se habría impuesto. Pero eso es lo que ocurre cuando el hombre se sienta en el trono de Dios y omite Sus palabras. 
Como cristiano me apena sobremanera este precepto por el perjuicio tan grande que ha provocado entre los mismos creyentes y por la imagen distorsionada que muestra al resto del mundo. Es un mandamiento humano que no procede de la ley de Dios y que no tiene ningún sustento bíblico. Hoy en día no llega a algunos de los extremos medievales del pasado, y reconocen que Dios introduce un componente físico de placer, aunque siguen considerando que el fin principal de las relaciones sexuales es la procreación, no el lugar donde los cónyuges se expresan su amor de forma física, entregándose el uno al otro. 
En consecuencia, estos grupos también prohíben los métodos anticonceptivos, algo que muy pocos cumplen. La solución práctica que ofrecen para evitar los embarazados no planeados es la abstinencia en los días en que la mujer es fértil. Una vez más, esta enseñanza es contraria al espíritu de la Escritura: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Co. 7:5). Las condiciones para que haya abstinencia son claras:

a) De mutuo consentimiento para dedicarse a la oración.
b) De manera temporal.

¿Qué enseña el verdadero cristianismo sobre las relaciones sexuales?
Que responda un laico que es consciente del error de la enseñanza oficial: “El fin primero del matrimonio puede ser la unidad de la pareja, la armonía sexual necesaria y del mantenimiento de esta armonía”[1].
El fin de la sexualidad es “la unidad de la pareja”. Entendido de esta manera, el sexo no es un mero instrumento en que dos personas “usan” el cuerpo del otro para su propio disfrute egoísta, sino para entregarse el uno al otro por completo y expresar su amor. Los dos requisitos que deben darse para esta unidad son:

- “un hombre y una mujer”.
- “que han contraído matrimonio”.

Tan sencillo como eso, puesto que es el orden establecido por Dios, al contrario del caos en el que vive sumido la humanidad: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). Como dice Virgilio Zaballos en su libro “Esperanza para la familia”: “Esta unidad familiar trae estabilidad a la sociedad, y los hijos tendrán un hogar donde madurar en un ambiente de orden, esfuerzo mutuo y fidelidad al pacto matrimonial”[2].
Aunque algún puritano quiera negar el placer físico en el matrimonio, este lo podemos encontrar abundantemente en el libro poético hebreo de amor-erótico por excelencia que contiene la Biblia, que es el conocido como “Cantares”. Aunque enrojecerían a más de uno, muchas expresiones que se dedican mutuamente hablan por sí mismas: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor [...] Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua” (Cnt. 2:3-4; 4:11). Es ahí donde se “funden” cuerpo y alma: “Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor [...] Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (8:6-7).

La humanidad caída
Parte del desorden moral al que está sujeto este mundo se debe al hecho de ignorar voluntariamente estos principios sumamente claros y sencillos que Dios estableció desde el principio. Por eso existen agencias que promueven las infidelidad, se favorece el divorcio express y la pornografía inunda Internet, con todo tipo de ofertas de vicios y perversiones. El resto, los que no entramos en estos juegos, somos considerados mojigatos que nos estamos perdiendo lo bueno de la vida. De risa.
Esto excluye “hombre con hombre” o “mujer con mujer” (ambos casos antinaturales), “relaciones antes del matrimonio” (fornicación) y “relaciones fuera del matrimonio” (adulterio). Pablo explica de forma explícita el porqué surgen estas otras “prácticas”:

- Causa: “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador [...] ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Ro. 1:25, 28).
- Efecto: “deshonraron entre sí sus propios cuerpos [...] aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres” (Ro. 1:24, 26-27).
- Castigo: “Dios los entregó a pasiones vergonzosas [...] Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:26, 28). Es como si dijera: “¿Queréis hacer lo que queráis? Adelante, es vuestra decisión”.

Incluso los que no actúan de tal manera, defienden la idea de poder escoger la conducta sexual y no ven nada malo en ello, hasta el punto de que “se complacen con los que las practican” (Ro. 1:32), y apoyan leyes que respaldan tales ideales. En personas que no creen en Dios o que no lo tienen en cuenta para nada, es normal que piensen así. Lo más sorprendente es que haya personas que se consideran cristianos y que retuercen la enseñanza global de la Escritura para defender sus postulados (tema que trataré ampliamente en el futuro). Un efecto más de querer amoldar a Dios a los propios pensamientos.

Las ideas finales
Con todo lo que hemos visto en estos dos escritos, quiero terminar con estas ideas:

- Para tod@s: Tomad conciencia de cómo la sociedad está cambiando nuestros valores para que no os dejéis influenciar, sin perder nunca de vista los mandamientos eternos e inmutables de Dios.

- Para los matrimonios, con las mismas palabras con las que concluí el artículo “Un llamamiento a la fidelidad” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/01/un-llamamiento-la-fidelidad.html):

Como soltero que soy, animo a los que están casados a que améis a vuestros cónyuges de todo corazón porque es el compañero con el que camináis por este mundo. No os miréis el uno al otro a los ojos como algo rutinario, sino tomando consciencia de que el ser humano que tenéis a vuestro lado es el tesoro más grande que Dios os ha regalado, tras Cristo y su salvación. Cada día es una oportunidad para alimentar ese vínculo que os une, para daros cariño, para abrazaros, para consolaros en las tristezas, para sosteneros cuando uno se sienta sin fuerzas, para reíros juntos, para compartir lo más íntimo de vuestro ser en confianza, para empatizar y mostrar verdadero interés por los sentimientos del otro, para animaros en vuestros proyectos, para servir al Señor según vuestros dones, para que aprendáis juntos más y más de Dios, para que viváis según los principios de Su Palabra, para compartir vuestras pasiones y aficiones con el otro, para respetaros y para ser pacientes en vuestras imperfecciones. En definitiva, para amaros. Es un esfuerzo que merece la pena y que conllevará una sana estabilidad emocional. No dejéis pasar esas oportunidades y disfrutad el uno del otro.
Recuerda las palabras que un día pronunciaste:
“Te quiero a ti como esposa
y me entrego a ti,
y prometo serte fiel
en las alegrías y en las penas,
en la salud y la enfermedad,
todos los días de mi vida”.



[1] Grau, José. Catolicismo Romano. Orígenes y desarrollo. Pág. 994.
[2] Zaballos, Virgilio. Esperanza para la familia. Logos.