lunes, 26 de mayo de 2025

Onward. ¿Siguen vivos tus padres y te llevas mal con ellos? & El aprendizaje que puede haber detrás (2ª parte)

 


Venimos de aquí: Onward. El dolor de la muerte de tus padres & ¿Quedaron cuentas pendientes? (1ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/05/onward-el-dolor-de-la-muerte-de-tus.html

En el primer escrito, partiendo de la excelente película Onward, nos centramos en esas posibles cuentas pendientes que quedaron con padres que ya fallecieron, siendo una carga que muchas personas experimentan y dicen sentir. Lo expusimos desde ambos puntos de vista: tanto si la relación con ellos fue sana como si tornó más bien hacia lo difícil o complejo.
Hoy nos enfocaremos en qué hacer en el caso de que sigan vivos y esa complicidad brille por su ausencia. Eso sí, repito lo que ya dije: dejaré a un lado los casos extremos, como los de padres profundamente malvados, asesinos, delincuentes, violentos, infieles, maltratadores, violadores, etc., ya que eso merecería un punto y aparte.

Si aún están vivos...
Si se da el caso de que siguen vivos y, por las causas citadas previamente, tienes una relación compleja con ellos, debes aspirar a mejorarla. Puedo entender que haya dinámicas perniciosas que son difíciles de cambiar, y más cuando no depende únicamente de ti. Pero, por la parte que te toca, el intento debe llevarse a cabo. Si no lo haces, e incluso respondes al fuego con fuego, mal por mal, imitando lo malo, sacando tu peor versión, hará que, aparte de no sentir paz en el presente, cuando fallezcan, posiblemente, el desasosiego te perseguirá al evocar el pasado, puesto que de los malos recuerdos no podemos deshacernos voluntariamente.
Busca maneras de hacerlo. No hablo de que ahora todo se convierta en un paraíso de amor y abrazos, pero que pueda haber, con el tiempo, cierta cordialidad. ¿Qué puedes hacer? “Honrarlos”. Sí, es cierto que hay padres que provocan a ira a los hijos, contraviniendo el mandato bíblico (cf. Ef. 6:4), por lo que no es fácil, pero eso no exime a nadie de honrarlos, puesto que es una decisión de la voluntad, más allá de las emociones. Así que vuelvo a formular la pregunta, y la amplío: ¿qué puedes hacer y cómo?

1) Dale a Dios las gracias por ellos, puesto que son el canal que Él usó para traerte a la vida:

- “Presta atención a tus padres, pues ellos te dieron la vida; y cuando lleguen a viejos, no los abandones” (Pr. 23:22. TLA).
- “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies” (Pr. 23:22. RV-60).

No hacerlo te hace una persona ingrata, como el que dice “¡ojalá no me hubieran tenido!”. Si tu forma de ser tampoco es muy agradable, no los culpes a ellos, como intentando autojustificarte por cómo eres, puesto que cada uno elige cómo ser.

2) Una de las acepciones de “honrar” es “enaltecer o premiar los méritos de alguien”. Por ello, lo mejor que puedes hacer es centrarte en las cualidades positivas que puedan tener, aunque sean pocas a tu parecer. Aunque hay más, te cito una completa lista -sería bueno que la desmenuzaras por ti mismo-, para buscar algunas que formen parte del carácter de tus padres. Recuerda que, incluso las personas más negativas, poseen ciertas cualidades:
 

Paciente

Honesto

Sensible

Perfeccionista

Respetuoso

Responsable

Buen conversador

Buen administrador

Ordenado

Disciplinado

Fiel

Prudente

Solidario

Introspectivo

Amable

Tranquilo

Optimista

Analítico

Risueño

Puntual

Limpio

Humilde

Inteligente

Imaginativo

Resiliente

Detallista

Valiente

Asertivo

Generoso

Comedido

Organizado

Bondadoso

Trabajador

Elocuente

Sincero

Resolutivo


Como apunta la “Biblia del diario vivir”, “en parte, honrar significa hablar bien de ellos” (pág. 114). Por lo tanto, reconocer sus virtudes y mencionarlas, es una forma perfecta de llevar a cabo dicha honra.

3) Aprende a pasar página de determinados errores que puedan cometer. Digamos que no es una tarea sencilla, y que requiere de una gran paciencia. Pero la razón para actuar así es la única manera de no dejarse arrastrar por la amargura que te puede provocar las acciones de otras personas. Aparte, como todos fallamos de una manera u otra, queremos que los demás hagan lo mismo con nosotros. Así, aplicable a todo el mundo, es lo que nos dejó Pablo por escrito: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gá. 6:1).
Un ejemplo claro, donde se observan las dos caras de la misma moneda, es cuando Noé se emborrachó (cf. Gn. 9:21). Debido a ello, estaba desnudo en su propia tienda. Cam, uno de sus hijos, lo vio, y lo único que hizo fue salir a contárselo a sus hermanos. Aunque el pasaje es muy escueto, algunos teólogos señalan que fue algo aun más perturbador. Fuera de una manera u otra, fue bastante grave. Ciñéndonos a lo que podemos asegurar, tuvo la oportunidad de cubrir a su padre y guardar silencio sobre el desliz de Noé. Nadie jamás habría sabido lo ocurrido, y ni su propio padre se habría acordado, dado su estado de embriaguez. Pero no lo hizo, sino que lo deshonró con su comportamiento.
Por el contrario, Sem y Jafet lo honraron: sin mediar palabra, andando de espaldas, lo cubrieron. Así honraron a su padre. Uno fue maldecido; los otros dos, bendecidos.
Muchos hijos cometen el error de deshonrar a sus padres de la misma manera: se reúnen con amigos o familiares (los famosos lo hacen en un estudio de televisión ante millones de personas que disfrutan con esa basura llamada reality shows), y allí ponen sobre la mesa todos los defectos y faltas cometidas por sus progenitores, hasta las más pequeñas, despotricando entre malas caras, incluso burlas, como si ellos mismos fueran perfectos. Esta es una actitud miserable.

4) Interésate por sus necesidades. ¿Necesitan ir a la consulta del médico? Llévalos. ¿Necesitan que les ayudes a hacer la compra? Ayúdales. ¿Necesitan que colabores para alguna tarea hogareña? Hazla. Puede que no sean agradecidos ni que valoren lo que haces, pero eso no es lo que debe moverte –porque de lo contrario caerás en la frustración-, sino en “procurarles el bien”.

5) Interésate por sus gustos. ¿Qué libros lee? ¿Qué películas o series son de su agrado? ¿Cuáles son sus comidas favoritas? Así podrás hacer recomendaciones o hacerle algún que otro regalo, sea en fechas señaladas o en días normales y corrientes.

6) Escucha su pasado. A la inmensa mayoría le gusta hablar de sí mismo, y más todavía aquellos con un amplio recorrido vital, como en el caso de los padres. Tienen mil experiencias que contar, y muchas veces se encuentran con que los más jóvenes –llámese hijos, absortos en las nuevas tecnologías y redes sociales- no tienen ningún interés en sus aventuras y desventuras, como si no tuvieran valía ni importancia, considerándolas aburridas. No tiene sentido, y es egoísta, querer que los demás te escuchen, como si tus peripecias fueran las más apasionantes del universo, y no esforzarte en escuchar atentamente y con empatía lo que los padres tienen que narrar. Saber dónde estuvieron, qué hicieron y a quiénes conocieron, puede ser infinitamente más enriquecedor que pasarse las horas muertas mirando sandeces en Tik-Tok.

Si nada de lo mencionado funciona, atesora en tu corazón algún buen momento que pudiste compartir con ellos y quédate con aquello que pudiste aprender, aunque sea para no caer en las mismas actitudes tóxicas. En definitiva, el principio mencionado por Pablo: “Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Ts. 5:21).

Acciones vs maldición
Las maneras citadas son formas concretas de honrar a los padres. Algunas serán más factibles de llevar a cabo que otras, y las formas exactas cada uno tendrá que verlas, pero el deber es el que es. El hombre que no lo hace en absoluto, es como si, en cierta manera, “maldijera” a sus padres. El verbo hebreo qalal “a menudo adquiere la idea de maldecir, tratar como ´insignificante` o despreciable (o sea, ´mal-decir`)”[1].
Esto es tan grave que, en el Antiguo Testamento, se puso por ley que “todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él” (Lv. 20:9). Que en estos tiempos de la gracia no se aplique tal severidad, no quita la seriedad que implica el asunto. El que trata a sus padres como insignificantes, deja mucho que desear como persona. Así que no seas de los que cae en ese pozo oscuro. Todavía estás a tiempo de rectificar.

Adelante
Puesto que mis conocimientos en inglés son casi nulos, en primera instancia pensé que Onward hacía referencia al nombre propio de alguno de los personajes. Pero no, en español significa “Adelante”. Y lo que vemos en la película es, ni más ni menos, una representación de la propia vida: hacer las paces con el pasado, fuera como fuera la relación que tuviste con tus padres, siendo la única manera de seguir adelante, con dolor en el proceso o sin él.
Aunque no entiendo por qué en España le cambiaron el título a “Unidos”, cuando contemplas la trama cobra todo su sentido: aunque Ian termina por ver de lejos a su padre, que habla por unos instantes con Barley y se abrazan, no puede llegar a tiempo de hablar con él antes de que desaparezca. Pero, en esos segundos, se da cuenta de que, a pesar de la ausencia de su difunto padre durante toda su vida, se ha unido sobremanera a su hermano por todo lo que ha vivido con él. Se da cuenta de que lo cuidaba y lo empujaba a ser más de lo que nunca podría ser. Por eso le dice a Barley: “Nunca tuve un papá, pero siempre te tuve a ti”. Señores y señoras, señoritos y señoritas, saquen sus pañuelos. Además, todo lo que querría haber hecho con su padre, todos sus anhelos y lícitos deseos (que cité en el primer artículo: jugar a atrapar, dar un paseo, hablar de corazón a corazón, reír juntos, una lección de conducir, compartir su vida con él), ya lo estaba cumpliendo con su hermano.
Al principio de la aventura lo tenía por un mero friki molesto, un perdedor que le hacía pasar vergüenza ajena y con el que vivía con él bajo el mismo techo. Luego, tras conocerlo realmente, aprendió a apreciarlo de verdad, a ser capaz de observar con alegría todos sus puntos fuertes y ver qué podía aprender mucho de su forma de ser.
Esta es una lección que deberían aplicarse millones de hermanos a lo largo y ancho del mundo para imitarla. Cuando caen en la altivez, en la soberbia, en la hipocresía, en el “no tengo nada que aprender de ti”, en el “yo soy mejor que tú”, “tus intereses son ridículos”, muchos hermanos mayores desprecian a los que son más pequeños –aunque ambos sean ya adultos-, tratándolos como mindundis, donnadies. Eso es muy triste, no saben lo que se pierden y es un desprecio a la propia creación de Dios.
No seas así. Tengas o no familia cercana, lo que debes aprender es a celebrar la vida con los vivos. Es decir, VIVIR con los VIVOS. Pueden ser amigos, compañeros de instituto o de trabajo, o personas con las que interactúas en el día a día. El cómo lo dejo a tu imaginación.

Conviértete en...
Barley logró finalmente despedirse de su padre. Teniendo en cuenta que es una fantasía, podemos quedarnos más bien con la otra parte. Ian le pregunta qué le había dicho, a lo que contesto que su padre estaba muy orgulloso de la persona en la que se había convertido. Fueras huérfano desde muy pequeño, vivan o no, tengas una buena relación con ellos o una complicada, la mejor manera de cumplir el propósito para el cual naciste es convertirte en alguien de quien tus padres se sentirían orgullosos, y eso incluye al Padre de todos nosotros: Dios. Nunca lo olvides. Te dará una nueva perspectiva de todo y de todos.


[1] Vine. Diccionario expositivo. Caribe. Pág. 185.

No hay comentarios:

Publicar un comentario