Venimos de aquí: 1.4 ¿Que los cristianos anunciemos el Evangelio y el arrepentimiento a
los homosexuales es un acto de odio o de amor? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/12/14-que-los-cristianos-anunciemos-el.html).
Como haré a lo largo de toda la obra, aviso
que los capítulos de este libro hay que leerlos en el orden en el que están
escritos, sin saltarse ninguno. El lector queda prevenido.
Algunos lobbies
gays, ideológicamente agresivos –puesto que no todos los son- que nos acusan de
querer imponer una moral cristiana, señalándonos por ello de intolerantes,
deberían mirarse a sí mismos, ya que son ellos los que quieren establecer por
ley la ideología de género, como parte de la educación en las escuelas públicas
para niños, con amenazas de todo tipo, que incluyen la retirada de la patria
potestad, si los progenitores no están de acuerdo. De esta manera, se les
quiere robar a los padres el derecho de educar a sus hijos, como consideren
oportuno, según sus propias creencias. No sé en otros países, pero en el mío la
Constitución española los ampara: “Los poderes políticos garantizan el derecho
que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y
moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (Artículo 27:3).
Durante muchos años, estos lobbies LGTBI han repetido la misma historia: que ellos son como
las “personas de color” y “mujeres” del pasado, que eran discriminados social y
laboralmente por el simple hecho de serlo. Después de años de luchas y
demandas, están logrando que se les proteja de la misma manera, cuando la
realidad es que sus casos y los que ellos citan no son comparables. ¿Que la ley
los debe defender ante agresiones, amenazas o vejaciones? Claro que sí, pero
como a cualquier otro ciudadano, no como si fueran un colectivo aparte. Pero
implementar leyes donde, por ejemplo, tengan preferencia para obtener
subvenciones o un puesto laboral, es un privilegio para ellos y una injusticia
para el resto de la población.
Además, en el presente, en ningún país que sea realmente democrático –los hay que
dicen serlo y no lo son- se les niega legalmente un puesto de trabajo, el
derecho a la educación, el servicio en tiendas o la entrada a edificios
públicos a una persona por su sexualidad. Es más, ni la empresa ni el
empresario pueden inmiscuirse en la vida privada del trabajador al que quiere
contratar o finalmente contrata, y mucho menos en temas de sexualidad o
religión; ni siquiera tiene el derecho a preguntar por esos temas. Así lo
señala el artículo 14 de la Constitución: “Los españoles son iguales ante la
ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social”.
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