lunes, 21 de abril de 2025

1.6 ¿Quiénes tratan de negar la libertad de pensamiento y de conciencia, los cristianos o los grupos LGTBI?

 


Venimos de aquí: 1.5 ¿Quiénes quieren imponer sus propias leyes ante la sociedad y la justicia, los cristianos o los grupos LGTBI? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/05/15-quienes-quieren-imponer-sus-propias.html)

Como haré a lo largo de toda la obra, aviso que los capítulos de este libro hay que leerlos en el orden en el que están escritos, sin saltarse ninguno. El lector queda prevenido.

La libertad de conciencia es aquella en la que:

- un musulmán puede pensar, sentir y decir que yo soy un infiel a sus ojos.

- un católico puede pensar, sentir y decir que yo soy un hereje.

- un ateo puede pensar, sentir y decir que me han lavado el cerebro.

Mientras esa forma de pensar y sentir no atente contra mi vida, mi integridad física o mis derechos como ciudadano, es completamente libre de llevarse a cabo. A nivel personal, nada de lo que digan o dejen de decir me afecta, ya que tengo mis creencias bien asentadas intelectualmente. Siguiendo esta lógica y línea de conducta, el homosexual es libre de pensar lo que quiera, de igual manera que yo estoy en el derecho de no pensar como los demás, sean homosexuales, musulmanes, católicos o ateos, y eso hay que aceptarlo si todos somos iguales y nos atenemos a las mismas normas. Lo contrario es una forma de autoritarismo ideológico.
La libertad de expresión debe ser para todos, no solo para unos en concreto o en un camino de único sentido. Deberían recordar otros artículos de la Constitución española, en este caso el 16.1: “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley” y el 20.1: “Se reconocen y protegen los derechos: a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.
Lo que no puede ser es que para unos sea de una manera y para otros, diferente. Muchos homosexuales hablan del acoso que sufren, cuando ellos mismos exponen, vejan, insultan y linchan en las redes sociales a todo el que disiente, sobre todo si son figuras públicas y conocidas, a las que llevan al escarnio público.

Citando varios casos concretos
Eso a título individual, pero también sucede en el plano colectivo: han llegado a protagonizar escraches contra sedes de partidos políticos: “La ‘Plataforma de Encuentros Bolleros’, constituida como tal desde octubre de 2018, organizó un 8 de marzo, coincidiendo con la huelga feminista, un recorrido por las sedes de PP y Vox en Madrid que denominó ‘Fachitour bollero’. El comunicado de aquella ´acción político festiva` decía: ´Hoy 8 de marzo, la Plataforma de Encuentros Bolleros ha lanzado una ruta de escrache y entretenimiento crítico por las zonas más turísticas del facherío patrio, proponiendo un recorrido que cubre varias manzanas del eje del mal, desde la sede de Vox, pasando por la del Partido Popular, la plaza Margaret Thatcher y la Plaza de Colón`”[1]. Uno de esos partidos –Ciudadanos- presentó una denuncia ante la Fiscalía por presuntos delitos de “amenazas, injurias y odio” por acoso a sus miembros que fueron a la marcha del orgullo gay de 2019. Finalmente, fueron expulsados de dicha manifestación, y tuvieron que ser escoltados por la Policía Local y Nacional tras sufrir lanzamiento de objetos y conatos de agresiones. Es irónico que sea así como quieren hacerse respetar.
Aunque hay que señalar –y sería injusto por mi parte no hacerlo-, que otros colectivos LGTBI mostraron su total desacuerdo ante las acciones que algunos grupos llevaron a cabo contra los miembros de Ciudadanos, la realidad es que, en términos generales, no les gusta la libertad de conciencia y de acción que exhiben aquellos que les contradicen. Por eso, es pura incongruencia que se llenen la boca con dicha expresión, cuando en la realidad solo desean que se aplique a un colectivo en concreto: el suyo. Ellos pueden expresar su ideología y consideran lícito cualquier manera de proclamarla, pero no dejan expresarse a los que piensan de forma opuesta.
Un ejemplo más lo vemos cuando una plataforma, que considera el aborto “salud sexual y reproductiva”[2], apoyados por las juventudes socialistas en España, trataron de boicotear los libros del escritor y ex-homosexual Richard Cohen tras su visita a nuestro país. Es más, en otra ocasión, tras lograr algo más de cincuenta mil firmas a través de Change.org, lograron que Amazon, El Corte Inglés y La Casa del Libro dejaran de vender durante un tiempo uno de sus libros, titulado “Comprender y sanar la homosexualidad”, cuando el propio director de la editorial dejó bien claro que “el libro en cuestión no habla propiamente de enfermedad, sino de sanar las emociones heridas, que es algo común a todo ser humano. Asimismo, Cohen dedica un capítulo a cómo curar la homofobia y cómo superar el miedo y el odio a la homosexualidad”[3].
De igual manera es una dictadura moral contemplar cómo denunciaron a los dueños de dos pastelerías (Jack Phillips, en Lakewood, Colorado, Estados Unidos, y la familia MacArthur, de Irlanda del Norte), todos ellos cristianos, porque se negaron a hacer tartas para bodas con mensajes a favor de dicha unión entre homosexuales, queriendo así que fueran contra sus propias creencias y libertad de conciencia. En el caso de los MacArthur, en el juicio se les condenó por discriminación[4]. En el de Jack, aunque ganó el caso ante la Corte Suprema, él mismo señala en primera persona que “hemos visto mucho apoyo, pero no todo ha sido positivo. Durante todo el tiempo, he recibido mucho asedio, llamadas telefónicas con palabras obscenas e incluso algunas amenazas de muerte. Las amenazas nos pusieron tan mal, que mi esposa tenía miedo de poner sus pies dentro de nuestra propia tienda”[5].
Por citar un último ejemplo de los muchos que podríamos mencionar, es el de la empresa chocolatera Läderach. Su fundador, el cristiano Jürg Läderach, preside a su vez el grupo “Cristianos para Hoy”, una entidad sin ánimo de lucro que tiene por prioridades la familia, el matrimonio, la defensa de las libertades de conciencia, expresión y religiosa; y la protección de la vida del no nacido. Todos ellos valores cristianos. Varias de sus sedes en Suiza fueron atacadas por grupos proaborto y LGTB: siete ataques hasta el 7 de febrero de 2020 –desconozco si se han producido más-, y eso que en su empresa trabajan homosexuales. ¿Más consecuencias? Por la presión de estos grupos, la principal compañía aérea suiza, Swiss Airlines, que ofrecía a sus pasajeros chocolatinas de dicha marca, ha roto el contrato con ellos “para evitar críticas”[6].

Doble rasero
Por todo lo reseñado –que es solo la punta del iceberg-, es injusto y de doble moral que vayan exigiendo respeto absoluto cuando algunos –y repito, algunos, no todos, ni mucho menos-, nos insultan, blasfeman de forma soez cada día, hacen chistes groseros en la televisión, se burlan de los cristianos y de Jesús en los carnavales y cometen todo tipo de obscenidades contra símbolos religiosos. Se quejan de que herimos sus sensibilidades, pero a ellos no les importa lo más mínimo la nuestra. Incluso la plataforma televisiva Neflix emitió hace un tiempo una comedia con un Jesús homosexual, sin importarle lo que pensemos los cristianos[7].
Mucho denunciar “homofobia” mientras caen en la “Cristofobia/cristianofobia”, “Teofobia” y “heterofobia”. Exigir sensibilidad cuando no la demuestran es toda una incongruencia moral y que les arrebata todo peso a sus argumentaciones.
¿Se imagina alguien a cien cristianos genuinos en España yendo a una reunión de un grupo LGTBI a insultarlos? Serían detenidos, expulsados de sus trabajos y marginados por la sociedad. Sin embargo, eso es lo que hacen algunos LGTBI con nosotros, y no pasa absolutamente nada.

No hay verdadera libertad & Nuevos ejemplos
Algunos pueden decir que este ataque sistemático ocurre solo contra los cristianos. Pero no es así. Es contra toda persona de cualquier ámbito y de distinto ambiente, y sucede desde el mismo momento en que se disiente de las tesis de los grupos LGTBI y, entre otros aspectos, de la ideología de género. Podemos verlo en el caso que ocurrió con Pablo de Lora, profesor de Filosofía del Derecho de la universidad Autónoma de Madrid. Fue boicoteado en un seminario académico sobre ideología de género en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona: “Cuando el docente se disponía a empezar a hablar, varias activistas interrumpieron en la sala y repartieron octavillas en las que se leía: ´Pablo de Lora, fuera el machismo de la universidad` y ´Pablo de Lora: transfóbico y machista`, con la etiqueta feminista #MeToo y el logo #Translivesmatter en defensa de los derechos transgénero”[8]. Ni siquiera le dejaron hablar para a posteriori debatir de forma razonada sus argumentos, si es que los tenían. Ni eso. Sencillamente, le negaron la palabra de forma hostil y tuvo que suspender la conferencia. Esto es una Inquisición llevada al terreno de la docencia. ¿Y todo por qué? Porque el señor de Lara es autor de un libro titulado “Lo sexual es político (y jurídico)” donde critica el “feminismo hegemónico”, llegando a decir en una entrevista que duda que la identidad de género sea “una cosa que uno simplemente proclama”[9].
Lo mismo sucede con el estadounidense Paul McHugh, uno de los psiquiatras más reconocidos del mundo, doctor en Medicina y especialista en Neurología por la Universidad de Harvard, con una cantidad de logros impresionantes. Él usa la ciencia para desmontar las teorías de género. ¿Qué ha hecho uno de los principales grupos del lobby LGTBI en los Estados Unidos, Human Rights Campaign? Declararle la guerra e intentar desprestigiarlo con todo tipo de calumnias, acusándolo a su vez de hacer “ciencia-basura” en una página web dedicada a tergiversar sus investigaciones y declaraciones[10].
A este paso, lo siguiente que veremos será la extensión de lo que sucedió en una feria del libro en México, donde unas 200 mujeres, con el rostro cubierto, robaron y quemaron el libro “Psico-Terapia Pastoral: Técnicas, Mentoría Prematrimonial y Homosexualidad”, de Juan Manuel Rodríguez y Misael Ramírez. Como no concuerda con su manera de pensar, pues a la hoguera[11].
Es increíble que una persona, que se reconoce abiertamente como atea y proabortista, sea la que defienda la libertad y los derechos de los cristianos: “Empatía hacia el creyente?” (https://www.youtube.com/watch?v=VUSQYBIgYPQ&feature=youtu.be). Muchos grupos LGTBI deberían tomar ejemplo.

Continuará en 1.7 Los grupos LGTBI denuncian la persecución que sufren, pero ¿por qué omiten la que padecen los cristianos?


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