lunes, 30 de enero de 2023

11.3. ¿Soltero porque siempre estás buscando a alguien mejor?

 


Venimos de aquí: Buscando el amor sentimental a la velocidad del rayo (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/12/112-buscando-el-amor-sentimental-la.html).

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la solteria que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

Nota aclaratoría: Cuando uso el género másculino o femenino, me refiero tanto a hombres como a mujeres. Y con las citas de otros autores, exactamente igual: sirven para ambos.

La incapacidad para llevar a cabo una relación paso a paso y la búsqueda del romanticismo continuo, puede provocar que siempre estés tanteando a otros que te proporcionen lo que buscas. Si encuentras a alguien de estas características, lo exprimes como una naranja hasta no dejar nada. Muchos no se conforman nunca y siempre quieren alguien mejor: más guapo, más sensible, más tierno, más fuerte, más delicado, más atento, más romántico, con más clase, con más dinero y con una mejor posición laboral. En definitiva, más de todo. Están aquellos que valoran a los demás según su puesto de trabajo, su forma de vestir, sus aficiones, etc. Por ejemplo, un mecánico o camionero tendrá el prejuicio sobre él de ser considerado serio, brusco y sin higiene. Pensar así es una auténtica “infantilada”. Tenga el trabajo que tenga, cualquier ser humano puede ser realmente maravilloso, independientemente de su profesión. Hay que tener siempre en mente las palabras dichas por el Señor para actuar de la misma manera: “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 S. 17:7).
Como en el mundo real no existe la perfección y siempre habrá otras personas con algunas facetas mejores que con la que estés, terminarás por abandonarla y así saltar sobre la siguiente. Nunca estarás satisfecho puesto que siempre te sentirás desilusionado en algún aspecto, dadas las inalcanzables e irrealizables expectativas que tienes. Esto sucede incluso en el matrimonio, donde “muchas mujeres tienen expectativas exageradas de un ser humano perfecto y quedan decepcionadas cuando comprueban su imperfección”[1]. Si sucede en el matrimonio, ¡cuánto más durante en el noviazgo, que se suele ser más ingenuo y ciego!
Es muy habitual ver a cristianos que caen en este tipo de errores. Buscan lo que no existe: la irracionalidad de buscar el amor perfecto en el que no se cometa errores y el otro nunca les desilusione. Siempre quieren más y de forma más continua: amor, pasión, regalos, etc. Nada ni nadie alcanza su ideal ni la llena como quisiera, lo que les lleva a no encontrar nunca la pareja que buscan; una búsqueda que se volverá interminable. Esa obsesión por mirar tanto al otro y no a uno mismo, les lleva a no darse cuenta de sus propias imperfecciones, o al menos a no concederle tanta importancia como a las de sus candidatos.

¿Gigantes?
Si buscas un gigante intelectual, sentimental, emocional y espiritual, que lleve completamente el peso de la relación y que marque en todo momento el camino perfecto, estarás excediéndote. Es querer que la pareja realice la labor de “Dios”: “Hay una inmensa diferencia en lo que un ser humano tiene que ofrecer y lo que Dios tiene que ofrecer. Muchas mujeres han descubierto esta realidad por el camino difícil. La posibilidad de pasión y la idea de romance nos mantiene cautivadas hasta el nucleo, razón por la cual las novelas románticas y las películas para mujeres son una industria que está en auge. Fantaseamos con ser seducidas y perseguidas por el hombre perfecto que ha estado buscando toda su vida para encontrar y satisfacer a una mujer como nosotras. Un hombre maravilloso, generoso, considerado y compasivo, que removerá cielos y tierra solamente para estar con nosotras. Un hombre que entregará su vida para protegernos y sostenernos, que sacará lo mejor que hay en nosotras, y se deleitará mucho en nosotras incluso en nuestros peores días. ¿Y por qué podría una mujer buscar en todo el mundo y en la Internet para encontrarle? Porque hemos perdido de vista el hecho de que ya tenemos un Hombre así en nuestra vida. Su nombre es Jesús. Ningún otro hombre podría posiblemente llevar tales cargas y estar a la altura de tales expectativas”[2].
Las personas que no tienen esta idea bien clara, son emocional y espirtualmente peligrosas para aquellos que las padecen. El que tiene buen ojo y es sabio, si se encuentra en medio de esta situación, huirá lo más rápido que pueda. Sabrá que estaría atosigado de por vida, dadas las altas demandas que le reclamarán día tras día. Y nadie quiere eso. Terminaría por cargarse, aunque en un principio se sintiera feliz al verse necesitado y deseado. Sentiría que está pasando continuamente por un juicio, donde su pareja nunca está complacida, puesto que nunca cree que reciba lo suficiente, como si no diera la talla ante tanta “realeza”.
Si el individuo aguanta todo esto con tal de estar con esa persona y llega al matrimonio, debe saber que será desdichado y la semilla de la infidelidad –la física y/o la emocional- no tardará en brotar. Estará con alguien que no es de fiar, que la tendrá en continua tensión ya que nunca alcanzará sus expectativas, y que se caracterizará por su inmadurez. Como alguna vez he dejado caer, estos individuos se enamoran del amor, no de la persona que tienen a su lado. Viven en un mundo de ensoñación donde ellos son los autores de sus fantasías idílicas. De ahí que buscan conquistar con un sólo propósito: recibir lo que buscan, sea atención, cariño, aprecio, aceptación, valoración e incluso sensualidad, pero con el único fin de hacer sus fantasías realidad, y no porque les interese realmente la otra persona. Cuando se cansan, buscan su realización con otras. Lo sepan o no, están utilizando a los demás para sus propios propósitos.

¿Conformismo?
No me refiero a que te conformes con menos de lo que deseas, sino a establecer unos patrones humanos, posibles y realizables. Por ejemplo, buscar a alguien cuya relación con Jesucristo llegue a los niveles de intimidad que tuvo Juan el discípulo amado, posiblemente sea pedir demasiado. ¿Cómo puede alguien exigir esto cuando ni él mismo llega a tal nivel? Lo único que puedes lograr con este tipo de pensamientos es crearte una mala fama, que provocará que nadie quiera acercarte a ti a nivel sentimental, ya que verán que tu lista de requisitos es tan alta que será imposible complacerte. Les crearás una gran dosis de tensión, ya que se sentirán continuamente obligados a dar siempre la mejor versión de sí mismos, y ni aun así será suficiente. Al final, la propia ansiedad les llevará a no actuar con naturalidad.
Hay cristianos que realmente buscan una quimera: desean tener a su lado a alguien que les diga lo que tienen que hacer y por dónde moverse en la vida, mientras ellos mismos no tienen ideas propias ni proyectos personales en cuanto a la fe que profesan. Esto produce una relación desequilibrada e insatisfactoria. En lugar de eso, hay que aprender en primer lugar a cuidar de sí mismo como persona madura para mantener una relación de igual a igual, de hombre a mujer, no de padre a hija, ni de madre a hijo. La Biblia llama al hombre a ser el líder en el hogar y cabeza de familia. Esto no es fácil. Se aprende con la práctica y se pule con el tiempo. Sin embargo, hay mujeres que exigen esto en un hombre desde el mismo día que comienzan a salir o conocerse. Ellas olvidan que nunca lo han hecho y que les llevará tiempo aprender a tomar o encontrar su lugar, y que ellas deben de tomar su parte importante de responsabilidad.
Cuando no se tiene esta idea clara y se lleva al extremo la opuesta, surgen por Internet este tipo de comentarios: “Cuando existen problemas en el matrimonio y este llega al fracaso (divorcio o separación), es el hombre quien lleva la mayor responsabilidad. ¿Por qué? Porque el hombre es la cabeza y la mujer es el cuerpo. El hombre es responsable de todos los funcionamientos del cuerpo porque es su guía y su líder. Aun en muchos casos cuando el cuerpo (la mujer) no haya actuado de manera propia, es el hombre quien lleva la responsabilidad de los actos de ella”. Ateniéndonos a estas palabras, y siguiendo el mismo principio de su lógica, si la mujer miente, adultera y comete todo tipo de fechorías a espaldas de su marido, la mayor parte de la culpa es de él. Ni mucho menos comparto este pensamiento. Es más, me parece denigrante hacia el hombre.
Un modelo factible y más real sería buscar a un cristiano que ame a Dios con todo su corazón y esté entregado a Él, sirviéndole según sus dones, que sea respetuoso y que te ame tal como deseas, para formar un hogar juntos. Alguien que tenga al Señor en el primer lugar de su vida, que sus principios y valores estén fundados y asentados sobre la Roca, a pesar de sus fallos como ser humano.

Siendo justos
Desde luego que si observas que la relación no es satisfactoria en absoluto y la persona que estás conociendo no cumple tus expectativas reales, lo conveniente es hablar y desistir. Así podrás buscar aquellas cualidades que verdaderamente son importantes para ti en otro cristiano. Es lo más justo y maduro. Pero tienes que ser consciente de que todo el mundo tiene virtudes y defectos, y que siempre conocerás a otras personas que tendrán otros defectos, debilidades e imperfecciones. Si no eres capaz de separar los defectos de las virtudes, señalando continuamente los errores que puedan cometer (o lo que para ti son errores), cada vez serás más crítica y exigente con tus pretendientes. Siempre centrarás tu atención en lo que no te gusta y en las imperfecciones, nunca en todo lo demás. No sabrás lo que es relacionarte a un nivel verdaderamente profundo e íntimo, donde el perdón y la aceptación del otro serán parte de la vida en pareja. Es un esquema que tendrás que cambiar sin falta. Mientras tanto, serás esclavo de estos sesgos de atención selectivos, distorsionados y subjetivos. Este es un problema que suele darse también en los matrimonios.
Es hora de que dejes de buscar la utopía y de saltar de una relación a otra por este tipo de cuestiones. Tendrás que madurar a nivel emocional y relacional.
Recuerda que existen personas maravillosas en todos los aspectos, pero ninguna es perfecta, y más cuando el pecado que mora en nosotros se manifiesta de distintas formas. Y eso nos atañe a todos, no solo a los que te rodean, sino a ti mismo.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: ¿Eres soltero por intransigente?


[1] Hormachea, David. El adulterio. Grupo Nelson. P. 252.

[2] Ethridge, Shannon. La falacia de Grey. Grupo Nelson.

lunes, 9 de enero de 2023

4. ¿Cuáles serían los problemas si viviéramos cientos de años en este mundo?

 


Venimos de aquí: ¿Logrará la biotecnología que seamos inmortales? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/10/3-lograra-la-biotecnologia-que-seamos.html).

Sea por medio de la biotecnología o del transhumanismo –como analizamos en profundidad en los capítulos anteriores,- supongamos por un momento cómo sería nuestro mundo y qué sucedería si alcanzáramos la llamada longevidad indefinida, donde pudiéramos vivir desde 150 a 1000 años, como se propone la ciencia.

Imposibilidad de proveer indefinidamente a miles de millones de personas
En una de las novelas que citamos de Isaac Asimov –concretamente, El sol desnudo-, leemos que en el planeta Solaria el promedio de vida era de 300 años. La cuestión es que había solamente 20.000 habitantes y la natalidad estaba estrictamente controlada, por lo que buena parte de la tierra estaba deshabitada y los recursos naturales iban dirigidos exclusivamente a proveer las necesidades de esa reducida población. En el planeta Aurora –donde se desarrolla la historia de Los robots del amanecer- la población es mayor: 200 millones, y así se ha mantenido a lo largo de los siglos. Como dice el doctor Fastolfe, uno de los protagonistas y ciudadanos de dicho lugar: “Eso nos proporciona a cada uno amplios terrenos, amplio espacio, amplia intimidad y una amplia parte de los recursos mundiales”[1].
(Portada de los libros de Asimov que conforman la saga de los robots)

A diferencia de esos mundos imaginarios, en nuestro planeta viven 8000 millones de personas, cantidad que sigue aumentando a pasos agigantados a cada año que transcurre. Si ya hay considerables problemas de abastecimiento en diversos lugares del globo terráqueo para seres humanos que viven varias décadas, ¿cómo se surtiría de lo necesario si viviéramos centenares de años? Puesto que, en contraste a las novelas de ciencia ficción, no tenemos los medios para viajar a planetas teóricamente habitables, no habría recursos para mantenernos a todos. Habría hambrunas, guerras y caos. Lo mismo que ya vemos, pero sucedería en un grado todavía mayor.
Por otro lado, hablamos del número de habitantes actual, que ya de por sí es una barbaridad. En el caso de que viviéramos tres o cuatro siglos, algo tendríamos que hacer para que no se quintuplicara la población mundial en pocas décadas. Si esto llegara a ocurrir, provocaríamos un desastre mayor. Así que habría que controlar de forma extrema la natalidad, fuera por esterilizaciones en masa, abortos masivos –lo cual, en parte, ya sucede de forma programada por los gobiernos y auspiciado por la ONU, aunque la población no sea consciente de ello-, o por la prohibición de tener hijos, donde los embarazos estarían penados por la ley. En ese caso, la cuestión sería: ¿nos imaginamos lo horrible que sería un mundo sin apenas niños? Este mundo no está diseñado para que tengamos una vida de centenares de años y con un crecimiento exponencial de sus habitantes de forma indefinida.

Hartazgo de la vida
El concepto humanista de inmortalidad es vivir para siempre, siendo jóvenes y completamente saludables. Ante este planteamiento, me llamó mucho la atención la respuesta que ofrecieron en el programa “2045: la muerte de la muerte”[2] –que dió origen a estos escritos-, un grupo de alumnos de bachillerato sobre si querrían ser inmortales: solo tres dijeron que sí; los nueve restantes que no. Incluso entre los científicos y médicos que entrevistaron en el programa, había división de opiniones.
Volviendo a estos muchachos, la cara que pusieron era todo un poema. Hablaban de viajar, de probarlo todo, de estudiar muchas carreras, y donde el ocio –tanto el sano como el que no- se dispararía exponencialmente. Pero, entre los comentarios, hubo uno que expresaba el sentir general: “Lo peor de todo al final sería la monotonía. No apreciarías las cosas. Llegaría un momento en que te aburrirías y tú mismo pedirías morir”. Esta reflexión debería dar que pensar a muchos que ponen sus miras en la “inmortalidad en este mundo y bajo este cuerpo”, por muchos inventos tecnológicos que se hagan realidad, por muchos hobbies nuevos que surjan y por muchas comodidades que nos hagan todo más fácil.
Los científicos nos presentan un mundo futuro donde seremos inmortales llenos de robots con inteligencia artificial que trabajarán en nuestro lugar, mientras que nosotros nos dedicaremos a la investigación, a viajar por el espacio, a filosofar y a disfrutar de todo lo que esté a nuestro alcance. Pero todos ellos se olvidan de que, incluso si se alcanzará todo lo que citado, esa vida –aparentemente perfecta e ideal-, llegaría a hastiar. Cuando se les ha planteado este problema, la respuesta que han ofrecido es tétrica: el que no quiera seguir viviendo, siempre tendrá la opción de la eutanasia activa.
Gladia, una de las protagonistas principales de las novelas de Isaac Asimov, tenía 233 años –aunque aparentaba cuarenta, y le quedaban, al menos, diez décadas más de vida- cuando dijo con amargura estas palabras: ¿Quiere que les haga un discurso y les cuente exactamente lo que significan cuarenta décadas? ¿Quiere que les diga cuántos años sobrevive uno la primavera de la esperanza, por no decir nada de los amigos y conocidos? Les hablaré del vacío de hijos y familia, del interminable ir y venir de un marido tras otro, el recuerdo borroso de los acoplamientos entre uno y otro; del momento en que uno ha visto todo lo que quería ver, y oído todo lo quería oír, y encontrar imposible pensar un nuevo pensamiento, y olvidar lo que la excitación y el descubrimiento representan, y aprender, año tras año, cuán intenso puede hacerse el aburrimiento”[3].
A pesar de haber visto otros planetas, a pesar de haber viajado por el espacio, a pesar de haber conocido a seres humanos con culturas muy distintas, a pesar de que vivía plácidamente servida por robots, a pesar de que había experimentado todo tipo de ocio y placeres, a pesar de que amó y fue amada, a pesar de que tuvo hijos y nietos, llegó a estar hastiada de todo. Ya nada le hacía sentirse viva: “Comida tras comida, día tras día, estación tras estación, había ido pasando y la tranquilidad casi la había aislado de la tediosa espera por la única aventura que le quedaba, la aventura final de la muerte”[4].
Es cierto que Gladia terminó encontrando un propósito a su vida (evitar la guerra entre terráqueos y espaciales), pero ni siquiera hallar una aspiración quita el hastío ni resuelve el problema final del ser humano, que es la muerte.
Siendo ficción lo narrado por Asimov, lo dicho por Gladia coincide con la idea expresada en la Biblia: “Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol” (Ecl. 1:8-9).

La “felicidad” química
Tratemos de imaginar durante unos segundos un mundo donde no hubiera enfermedades, todos tuviéramos comida en abundancia, dinero para adquirir y poseer lo que quisiéramos, junto a todas las comodidades materiales que deseáramos, terminando por robots que trabajaran por nosotros. Algunos pensarán que sería como estar continuamente en un parque de atracciones.
Ante este panorama, la pregunta sería: ¿de verdad alguien cree que alcanzariamos la verdadera FELICIDAD –así, en mayúsculas- viviendo eternamente en este plano de la existencia, fuera en sucesivos cuerpos reemplazables o con nuestra mente en una red neuronal, sea en este planeta o después de haber colonizado otros? ¿De verdad habría una ausencia total de conflictos personales, tanto con nosotros mismos como con el prójimo? ¿De verdad nos embargaría un sentimiento constante de autorrealización personal?  ¿De verdad experimentaríamos una quietud absoluta en nuestro espíritu?
Los mismos científicos saben que nada de esto es posible. ¿Cuál es entonces la solución que ofrecen?: inducir químicamente en el cerebro la “felicidad” por medio de drogas sin efectos secundarios. Ellos lo llama “bienestar emocional a través del control de los centros del placer”, y lo dicen completamente en serio: “Al contrario que los narcóticos que producen un caos en la química cerebral, causando un corto período de euforia seguido de un período de depresión, estas nuevas drogas de uso clínico tienen una alta especificidad en cuanto a la actuación sobre un neurotransmisor determinado o algún subtipo de receptor, evitando los efectos negativos sobre la conciencia del sujeto; él o ella no se sentirán drogados y ayudará a mantener constante un alto nivel anímico sin provocar adicción. Davis Pearce adhiere a esta nueva era y predica una era post-Darwinista en la cual toda experiencia adversa pueda ser reemplazada por niveles de placer más allá de la experiencia humana normal. A medida que se desarrollen estas nuevas drogas más seguras, combinadas con terapias que actúen sobre nuestros genes, será posible la realidad de construir un paraíso terrenal”[5].
Incluso creen posible modificar nuestra personalidad: “Estas nuevas drogas, con el apoyo de la terapia genética, pueden modificar la personalidad y ayudar a superar la timidez, eliminar los celos, incrementar la creatividad y aumentar la capacidad emocional. Piense en todo el sermoneo, abstinencia y autodisciplina que tenemos que pasar para intentar templar nuestra personalidad. Dentro de no mucho tiempo será posible obtener los mismos objetivos en forma completa solamente ingiriendo una píldora a diario”[6].
Estos investigadores quieren que desemboquemos en una sociedad formada por individuos alterados y remodelados genética y químicamente, y con implantes robóticos en diversas partes del cuerpo, incluyendo el cerebro. Desean que llegue el momento en que nos liberemos de todas nuestras ataduras que nos impiden actualmente ser dueños de nuestro propio destino. Si esto sucediera, llegaría el momento en que ni las propias personas sabrían que han perdido su esencia como individuos, ya que lo aceptarían como algo normal, especialmente las nuevas generaciones.
Si esa es la meta, lamentable y penosa, a la que quieren conducirnos los científicos y a la que aspira la humanidad, conmigo que no cuenten. 

Continuará en El falso mundo feliz que nos quieren vender los humanistas.


[1] Asimov, Isaac. Los robots del amanecer. Debolsillo. Pág. 113

[3] Asimov, Isaac. Robots e Imperio. Pág. 204. Debolsillo.

[4] Ibid. Pág. 205.

[6] Ibid.

lunes, 2 de enero de 2023

¿Saben los jóvenes por qué les fascina la personalidad de “Miércoles”? Y sus padres, cristianos o no, ¿lo entienden?

Habrá cristianos que darán por hecho que voy a centrarme en lo negativo de la serie Miércoles o que analizaré concienzudamente el mundo tenebroso que anida de trasfondo para así abroncar a sus hijos por haberla visto. Si piensan de esta manera, siento decirles que no va a ir por ahí mi enfoque, si no en buscar la respuesta al porqué se ha convertido en un fenómeno de masas entre buena parte de los adolescentes y jóvenes, puesto que la inmensa mayoría de los padres se les escapa la razón. La importancia es más de la que se pueden imaginar, y espero que las siguientes líneas los lleve a pensar seriamente al respecto. Así que, sin más, comencemos.

¿Quién es ella?
Miércoles es un spin-off de la famosa serie de televisión, en blanco y negro, “La familia Addams” (Los locos Addams en Hispanoamérica), que se emitió entre 1964 y 1966, y que, a su vez, fue creada a partir de unas tiras cómicas de Charles Addams. Dicha familia está formada por personajes de los más variopintos, donde todos ellos tienen gustos y aspectos siniestros, entre los que destaca una mano con vida propia (llamada “Cosa”). Se la calificó como una comedia de terror y humor negro.
Foto de la serie original: Gomez Addams (Homero Addams en Hispanoamérica) es el cabeza de familia y esposo de Morticia, junto a sus hijos Wednesday (Merlina en Hispanoamérica) y Pugsley (Pericles en Hispanoamérica). A su lado, el señor de la calva es el Tío Fétido (Tío Lucas en Hispanoamérica), la Abuela Frump (madre de Morticia) y Lurch (Largo en Hispanoamérica). Todos ellos residen en una mansión en la calle del cementerio n.º 0001. 

Esta versión, estrenada en noviembre de 2022, se centra en la hija en plena edad juvenil, interpretada por la actriz Jenna Ortega. Aunque en el show participan actrices consagradas como Catherine Zeta Jones, Christina Ricci o Gwendoline Christie, Jenna es la que deslumbra por su actuación.
Tras ser expulsada una vez más de otro instituto –en este caso, por lanzar pirañas en una piscina donde estaban los acosadores de su hermano pequeño-, es llevada por sus padres a la academia “Nunca más”, especializada en marginados sociales por sus características especiales ya que conviven sirenas, vampiros y hombres lobos, entre otros. Viste como una gótica, siempre de negro y con unos zapatos con plataformas que la hacen parecer más alta. Aparte de lo externo, veamos su forma de ser y sus habilidades:

- A pesar de las trastadas que le hace, su hermano pequeño la adora porque siempre lo defiende de los abusones.

- Domina las artes marciales como si hubiera salido de Matrix, tanto que es capaz de tumbar a tres chicos más grandes que ella en pocos segundos.

- Es especialista en esgrima y tiene un talento impresionante para tocar el violonchelo, tanto que es capaz de tocar con maestría Winter de Vivaldi y Paint It Black de los Rolling Stones.

- Es talentosa para la escritura, y se pasa horas enfrascada escribiendo sus novelas, tanto que aspira a superar a su ídolo: Mary Shelley, autora de Frankenstein.

- Es muy culta y conoce todos los temas que le plantea su profesora en clase.

- Tiene respuesta absolutamente para todo.

- Sus palabras son tan directas que pueden resultar mordaces, pero que muestran que no hay ni rastro de hipocresía en ella.

- No le importa lo que piensen los demás de su forma de comportarse, ni busca su validación personal en nadie.

- Es valiente y no se deja avasallar por nadie.

- Los estereotipos sociales le resultan tan ridículos y falsos que no tiene ningún problema en asistir a una fiesta con un traje completamente diferente al de la mayoría y bailar de forma completamente heterodoxa.

- A pesar de su peculiar carácter y de ser esquiva, dos chicos están loquitos por ella.

Y todo esto, ¡con solo quince años y, literalmente, sin parpadear!

Los jóvenes quieren ser como ella
¡Dime ahora que no te has dado cuenta ya por qué los jóvenes telespectadores aman la personalidad de Miércoles! ¿Quién no iba a querer ser ingenioso, seguro, confiado, fuerte, inteligente, talentoso, deseado, independiente y valorado por sus padres?
(Miércoles simboliza todo lo que un joven desea ser y saber hacer)
 
Cuando un adolescente ve una chica como ella, no está pensando en hacer invocaciones y sesiones de espiritismo –que es lo que temen los padres creyentes, y por lo que tanto se alarman ante estos shows-, ni desea tener visiones del pasado y del futuro, sino que anhela tener sus rasgos de personalidad, ya que  representa todo lo que quiere ser (y lo repito): ingenioso, seguro, confiado, fuerte, inteligente, talentoso, deseado e independiente. Y como guinda final: que sus padres lo respeten y lo valoren.
A esas edades tan conflictivas –porque se está construyendo la personalidad y  pasando de la niñez al complicado mundo de los adultos-, lo que se busca son modelos a imitar. Si el baile de Miércoles ha sido copiado hasta la extenuación por miles de chicas en las redes sociales, no ha sido tanto por lo estrafalario que resulta, sino porque, durante unos segundos, sienten que son ella.

La labor de los padres
Aunque cada padre es libre de educar a su hijo en lo que respecta a qué programas de televisión ver –y lo respeto en grado sumo-, pienso que, ante fenómenos de este calibre (y que cada poco tiempo se repite con películas y novelas), se debería ir más allá y ver lo que mueve a los jóvenes por interesarse y apasionarse por algo que parece un mero entretenimiento, aunque algunos puedan considerarlo peligroso por ciertos temas espirituales que se introducen en sus tramas. 
Los padres, que en demasiadas ocasiones no recuerdan ya sus miedos, luchas y sentimientos que les embargaban de críos, deben esforzarse por entrar en la piel de sus hijos y empatizar con ellos. Es la única manera que tienen de inculcarles verdaderos valores sanos y ajustados a la voluntad de Dios. Como expresé ampliamente en mi libro “Para padres, jóvenes y adolescentes” (que recomiendo leer concienzudamente, y comienza aquí: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/10/introduccion-para-padres-jovenes-y.html):

- Un joven, como cualquier otro ser humano, arrastra una naturaleza caída, cuyo problema hay que solucionar de raíz, habiendo únicamente una solución.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita a unos padres implicados emocionalmente en su formación humana, y no meramente en sus estudios.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, tiene una serie de dones, talentos y habilidades que deben ser reconocidos y alentados, para posteriormente ser puestos al servicio de Dios.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, se siente perdido en este mundo y hay que enseñarle que así se verá a sí mismo hasta que no encuentre que su existencia cobra sentido en su Creador. 

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita que le guíen y le hagan críticas constructivas, en lugar de señalar únicamente sus faltas y magnificar errores que, muchas veces, son nimios.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita que lo escuchen con atención, le respondan con buenos argumentos y le corrijan con educación cuando no lleven la razón, en lugar de que se le lleve la contraria continuamente, o se le mande a callar sin más y usando la agresividad verbal.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita que se interesen realmente por su mundo interior, por sus pensamientos, sentimientos y aficiones, sin ningún tipo de menosprecio.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, tiene el deber de adquirir cultura y riqueza interna por medio de buenos libros, que deben ser sus compañeros de por vida.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, odia que lo comparen con los demás, especialmente con los hijos de otras familias, y más con los hermanos propios. 

- Un joven, como cualquier otro ser humano, merece que lo respeten sí o sí.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita sentirse amado, lo cual no consiste únicamente en estar provisto en sus necesidades alimentarias o de vestimenta, sino de formas mucho más variadas y profundas.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita buenos consejos de personas maduras sobre cómo conducirse con las amistades, en las relaciones sentimentales y ante la sociedad caída en la que viven envueltos que trata de llenarles la mente de valores perniciosos.

- Un joven, como cualquier otro ser humano, necesita que le inculquen que su valor personal no depende del físico, la belleza, el estatus, el dinero o las posesiones materiales, sino en lo que Dios piensa de él.

El modelo por excelencia para todos
Toda persona puede fijarse en la forma de actuar del prójimo, tanto para imitar lo bueno como para desechar lo malo. Se puede aprender mucho de grandes personas, tanto históricas como presentes. Pero si hay Alguien que es el ejemplo para todos, si hay Alguien sobre el que tenemos que poner nuestros ojos, si Alguien que es digno de seguir sus pasos, ese es Jesús de Nazaret. Más allá de si tus hijos ven Miércoles o no, sabiendo lo que ellos desean –como todo ser humano- y que he descrito en líneas atrás, para ser alguien pleno y desarrollado, debes conducirlo a Él, explicándoles por qué represente al ideal máximo:

- Era íntegro, honrado, humilde y empático.
- No le importó lo que la sociedad pensara de Él, ni siquiera el hecho de que sus hermanos le minusvalorasen.
- Busco la aprobación únicamente en Su Padre celestial.
- No se dejó manipular por nadie.
- No dependió de las opiniones ajenas para actuar.
- No juzgo conforme a las apariencias, sino a la Ley de Dios.
- No varió la verdad ni una coma, aunque eso le supusiera no quedar bien ante muchos.
- No modificó los valores del reino de Dios, aunque eso provocara que algunos de sus allegados se marcharan de su lado.
- Servía al Padre para Su gloria, no para la suya propia, a diferencia de nuestra sociedad, donde los talentos se desperdician en asuntos temporales y sin valor para la eternidad, y donde prima el autobombo.
- Su fortaleza no procedía de su físico, sino de Su Espíritu.
- No dejó de denunciar el pecado y la necesidad del arrepentimiento, aunque eso conllevara persecución.
- No rehuyó la soledad, y aprovechaba esos momentos para orar y reflexionar.
- Sabía cuándo hablar y cuándo callar, guardando lo más íntimo de su ser para revelárselo a sus amigos de confianza.
- Al contrario de lo habitual en nuestro mundo, no le concedía importancia a lo material, a las posesiones, al dinero ni al estatus, ni valoraba a las personas por ello, incluyéndose a sí mismo.

Conclusión
En el momento en que un chico o una chica asimile que al Único al que tiene que agradar es a Dios, que el orden se encuentra en vivir en Sus mandamientos y que la sabiduría se encuentra en la Biblia, ya habrá iniciado el proceso hacia la madurez y estará bien encauzado. Todo lo demás vendrá por sí mismo, y sabrá que no hay necesidad alguna de imitar el carácter de otros, se llame Miércoles, millonario, famoso, cantante o futbolista.