lunes, 30 de enero de 2023

11.3. ¿Soltero porque siempre estás buscando a alguien mejor?

 


Venimos de aquí: Buscando el amor sentimental a la velocidad del rayo (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/12/112-buscando-el-amor-sentimental-la.html).

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la solteria que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

Nota aclaratoría: Cuando uso el género másculino o femenino, me refiero tanto a hombres como a mujeres. Y con las citas de otros autores, exactamente igual: sirven para ambos.

La incapacidad para llevar a cabo una relación paso a paso y la búsqueda del romanticismo continuo, puede provocar que siempre estés tanteando a otros que te proporcionen lo que buscas. Si encuentras a alguien de estas características, lo exprimes como una naranja hasta no dejar nada. Muchos no se conforman nunca y siempre quieren alguien mejor: más guapo, más sensible, más tierno, más fuerte, más delicado, más atento, más romántico, con más clase, con más dinero y con una mejor posición laboral. En definitiva, más de todo. Están aquellos que valoran a los demás según su puesto de trabajo, su forma de vestir, sus aficiones, etc. Por ejemplo, un mecánico o camionero tendrá el prejuicio sobre él de ser considerado serio, brusco y sin higiene. Pensar así es una auténtica “infantilada”. Tenga el trabajo que tenga, cualquier ser humano puede ser realmente maravilloso, independientemente de su profesión. Hay que tener siempre en mente las palabras dichas por el Señor para actuar de la misma manera: “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 S. 17:7).
Como en el mundo real no existe la perfección y siempre habrá otras personas con algunas facetas mejores que con la que estés, terminarás por abandonarla y así saltar sobre la siguiente. Nunca estarás satisfecho puesto que siempre te sentirás desilusionado en algún aspecto, dadas las inalcanzables e irrealizables expectativas que tienes. Esto sucede incluso en el matrimonio, donde “muchas mujeres tienen expectativas exageradas de un ser humano perfecto y quedan decepcionadas cuando comprueban su imperfección”[1]. Si sucede en el matrimonio, ¡cuánto más durante en el noviazgo, que se suele ser más ingenuo y ciego!
Es muy habitual ver a cristianos que caen en este tipo de errores. Buscan lo que no existe: la irracionalidad de buscar el amor perfecto en el que no se cometa errores y el otro nunca les desilusione. Siempre quieren más y de forma más continua: amor, pasión, regalos, etc. Nada ni nadie alcanza su ideal ni la llena como quisiera, lo que les lleva a no encontrar nunca la pareja que buscan; una búsqueda que se volverá interminable. Esa obsesión por mirar tanto al otro y no a uno mismo, les lleva a no darse cuenta de sus propias imperfecciones, o al menos a no concederle tanta importancia como a las de sus candidatos.

¿Gigantes?
Si buscas un gigante intelectual, sentimental, emocional y espiritual, que lleve completamente el peso de la relación y que marque en todo momento el camino perfecto, estarás excediéndote. Es querer que la pareja realice la labor de “Dios”: “Hay una inmensa diferencia en lo que un ser humano tiene que ofrecer y lo que Dios tiene que ofrecer. Muchas mujeres han descubierto esta realidad por el camino difícil. La posibilidad de pasión y la idea de romance nos mantiene cautivadas hasta el nucleo, razón por la cual las novelas románticas y las películas para mujeres son una industria que está en auge. Fantaseamos con ser seducidas y perseguidas por el hombre perfecto que ha estado buscando toda su vida para encontrar y satisfacer a una mujer como nosotras. Un hombre maravilloso, generoso, considerado y compasivo, que removerá cielos y tierra solamente para estar con nosotras. Un hombre que entregará su vida para protegernos y sostenernos, que sacará lo mejor que hay en nosotras, y se deleitará mucho en nosotras incluso en nuestros peores días. ¿Y por qué podría una mujer buscar en todo el mundo y en la Internet para encontrarle? Porque hemos perdido de vista el hecho de que ya tenemos un Hombre así en nuestra vida. Su nombre es Jesús. Ningún otro hombre podría posiblemente llevar tales cargas y estar a la altura de tales expectativas”[2].
Las personas que no tienen esta idea bien clara, son emocional y espirtualmente peligrosas para aquellos que las padecen. El que tiene buen ojo y es sabio, si se encuentra en medio de esta situación, huirá lo más rápido que pueda. Sabrá que estaría atosigado de por vida, dadas las altas demandas que le reclamarán día tras día. Y nadie quiere eso. Terminaría por cargarse, aunque en un principio se sintiera feliz al verse necesitado y deseado. Sentiría que está pasando continuamente por un juicio, donde su pareja nunca está complacida, puesto que nunca cree que reciba lo suficiente, como si no diera la talla ante tanta “realeza”.
Si el individuo aguanta todo esto con tal de estar con esa persona y llega al matrimonio, debe saber que será desdichado y la semilla de la infidelidad –la física y/o la emocional- no tardará en brotar. Estará con alguien que no es de fiar, que la tendrá en continua tensión ya que nunca alcanzará sus expectativas, y que se caracterizará por su inmadurez. Como alguna vez he dejado caer, estos individuos se enamoran del amor, no de la persona que tienen a su lado. Viven en un mundo de ensoñación donde ellos son los autores de sus fantasías idílicas. De ahí que buscan conquistar con un sólo propósito: recibir lo que buscan, sea atención, cariño, aprecio, aceptación, valoración e incluso sensualidad, pero con el único fin de hacer sus fantasías realidad, y no porque les interese realmente la otra persona. Cuando se cansan, buscan su realización con otras. Lo sepan o no, están utilizando a los demás para sus propios propósitos.

¿Conformismo?
No me refiero a que te conformes con menos de lo que deseas, sino a establecer unos patrones humanos, posibles y realizables. Por ejemplo, buscar a alguien cuya relación con Jesucristo llegue a los niveles de intimidad que tuvo Juan el discípulo amado, posiblemente sea pedir demasiado. ¿Cómo puede alguien exigir esto cuando ni él mismo llega a tal nivel? Lo único que puedes lograr con este tipo de pensamientos es crearte una mala fama, que provocará que nadie quiera acercarte a ti a nivel sentimental, ya que verán que tu lista de requisitos es tan alta que será imposible complacerte. Les crearás una gran dosis de tensión, ya que se sentirán continuamente obligados a dar siempre la mejor versión de sí mismos, y ni aun así será suficiente. Al final, la propia ansiedad les llevará a no actuar con naturalidad.
Hay cristianos que realmente buscan una quimera: desean tener a su lado a alguien que les diga lo que tienen que hacer y por dónde moverse en la vida, mientras ellos mismos no tienen ideas propias ni proyectos personales en cuanto a la fe que profesan. Esto produce una relación desequilibrada e insatisfactoria. En lugar de eso, hay que aprender en primer lugar a cuidar de sí mismo como persona madura para mantener una relación de igual a igual, de hombre a mujer, no de padre a hija, ni de madre a hijo. La Biblia llama al hombre a ser el líder en el hogar y cabeza de familia. Esto no es fácil. Se aprende con la práctica y se pule con el tiempo. Sin embargo, hay mujeres que exigen esto en un hombre desde el mismo día que comienzan a salir o conocerse. Ellas olvidan que nunca lo han hecho y que les llevará tiempo aprender a tomar o encontrar su lugar, y que ellas deben de tomar su parte importante de responsabilidad.
Cuando no se tiene esta idea clara y se lleva al extremo la opuesta, surgen por Internet este tipo de comentarios: “Cuando existen problemas en el matrimonio y este llega al fracaso (divorcio o separación), es el hombre quien lleva la mayor responsabilidad. ¿Por qué? Porque el hombre es la cabeza y la mujer es el cuerpo. El hombre es responsable de todos los funcionamientos del cuerpo porque es su guía y su líder. Aun en muchos casos cuando el cuerpo (la mujer) no haya actuado de manera propia, es el hombre quien lleva la responsabilidad de los actos de ella”. Ateniéndonos a estas palabras, y siguiendo el mismo principio de su lógica, si la mujer miente, adultera y comete todo tipo de fechorías a espaldas de su marido, la mayor parte de la culpa es de él. Ni mucho menos comparto este pensamiento. Es más, me parece denigrante hacia el hombre.
Un modelo factible y más real sería buscar a un cristiano que ame a Dios con todo su corazón y esté entregado a Él, sirviéndole según sus dones, que sea respetuoso y que te ame tal como deseas, para formar un hogar juntos. Alguien que tenga al Señor en el primer lugar de su vida, que sus principios y valores estén fundados y asentados sobre la Roca, a pesar de sus fallos como ser humano.

Siendo justos
Desde luego que si observas que la relación no es satisfactoria en absoluto y la persona que estás conociendo no cumple tus expectativas reales, lo conveniente es hablar y desistir. Así podrás buscar aquellas cualidades que verdaderamente son importantes para ti en otro cristiano. Es lo más justo y maduro. Pero tienes que ser consciente de que todo el mundo tiene virtudes y defectos, y que siempre conocerás a otras personas que tendrán otros defectos, debilidades e imperfecciones. Si no eres capaz de separar los defectos de las virtudes, señalando continuamente los errores que puedan cometer (o lo que para ti son errores), cada vez serás más crítica y exigente con tus pretendientes. Siempre centrarás tu atención en lo que no te gusta y en las imperfecciones, nunca en todo lo demás. No sabrás lo que es relacionarte a un nivel verdaderamente profundo e íntimo, donde el perdón y la aceptación del otro serán parte de la vida en pareja. Es un esquema que tendrás que cambiar sin falta. Mientras tanto, serás esclavo de estos sesgos de atención selectivos, distorsionados y subjetivos. Este es un problema que suele darse también en los matrimonios.
Es hora de que dejes de buscar la utopía y de saltar de una relación a otra por este tipo de cuestiones. Tendrás que madurar a nivel emocional y relacional.
Recuerda que existen personas maravillosas en todos los aspectos, pero ninguna es perfecta, y más cuando el pecado que mora en nosotros se manifiesta de distintas formas. Y eso nos atañe a todos, no solo a los que te rodean, sino a ti mismo.

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* Prosigue en: ¿Eres soltero por intransigente?


[1] Hormachea, David. El adulterio. Grupo Nelson. P. 252.

[2] Ethridge, Shannon. La falacia de Grey. Grupo Nelson.

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