lunes, 22 de marzo de 2021

10. La alternativa a la eutanasia: los cuidados paliativos

 


Venimos de aquí: Propuestas y soluciones ante la falta de ganas de vivir (http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/9-propuestas-y-soluciones-ante-la-falta.html).

Cuando se entrevistó al doctor Marcos Gómez en el programa de Salvados, titulado La Buena muerte, y que cité en el primer escrito –siendo llamativo que fuera la entrevista más corta, precisamente al único de los participantes que no estaba a favor de la eutanasia-, mencioné la cantidad de improperios que recibió en las redes sociales. Como ya dije, no me dirijo a personas que ni siquiera se molestan en profundizar en la alternativa que él propuso, sino a todos aquellos que comentaron tras ver el espacio televisivo que, aunque estaban a favor de la eutanasia, después de escuchar a este doctor, cambiaron de opinión o, al menos, tenían que volver a replanteárselo, puesto que habían comenzado a dudar. Esto es lo que suele pasar cuando únicamente se atiende a una versión y, de repente, te explican la otra. Así que profundicemos en esta variante diferente.

Los cuidados paliativos
La solución a una enfermedad terminal no debería ser la eutanasia ni el suicidio asistido, sea bajo petición o demanda. La alternativa tiene un nombre muy definido: cuidados paliativos.
Como apunta la doctora Megan Best –que trabaja en cuidados paliativos y es especialista en ética médica- es extremadamente sugerente el contraste entre las personas sanas que apoyan la eutanasia –una encuesta entre los europeos así lo confirmó[1]- y el deseo opuesto de los enfermos que reciben cuidados paliativos, donde menos del 1% pide insistentemente el fin de su vida[2], como se comprobó en otra encuesta que se realizó en Sidney. Estos datos deberían hacer reflexionar a los que están sanos y apoyan la eutanasia. Puede que cambien de opinión.
Algunos piensan que negar la eutanasia a una persona es condenarla a vivir un infierno mientras vive con su enfermedad, cuando ya hemos visto en todos estos artículos que el enfoque se puede y se debe variar completamente.
En el caso de los cuidados paliativos, hay que empezar por definir qué son realmente. Dejemos que sean los expertos quienes lo hagan[3]: “Son la rama de la medicina que se encarga de PREVENIR y ALIVIAR el sufrimiento así como brindar una mejor CALIDAD DE VIDA posible a pacientes que padecen de una enfermedad grave y que compromete su vida, tanto para su bienestar así como el de su familia. Los cuidados paliativos normalmente se aplican a pacientes que cursan con enfermedades terminales que se encuentran fuera de un tratamiento médico habitual o convencional o en un estado muy avanzado con poca probabilidad de respuesta a los tratamientos establecidos”.

¿Cuáles son los principales objetivos de estos cuidados?
a) El manejo de los síntomas que ponen en una situación de sufrimiento al paciente y/o a sus familiares.
b) Establecer las metas de tratamiento de acuerdo a las preferencias del paciente para con su vida.
c) Mantener la comunicación entre el paciente, su familia o cuidadores y todo el equipo médico involucrado en el tratamiento de su enfermedad.
d) Proporcionar apoyo psicosocial al paciente y a sus familiares.
e) Atención domiciliaria.

Enfermedades del corazón o neurológicas avanzadas, o que no tienen tratamiento como la mayoría de las demencias (como la de tipo Alzheimer), enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, insuficiencia renal crónica terminal, el cáncer o el VIH/SIDA, suelen requerir cuidados paliativos.
¿Cuáles son los principales síntomas o molestias a las que se enfocan los cuidados paliativos? Dependen del tipo de enfermedad, pero también hay molestias secundarias causadas indirectamente por la misma, el ambiente social y los aspectos psicológicos que la enfermedad en sí conlleva:

- Control del dolor.
- Tratamiento de la depresión (cuidado emocional, afectivo y psíquico de la persona enferma).
- Manejo de la ansiedad.
- Tratamiento del delirium (un estado de confusión agudo caracterizado por mucha inatención, incongruencia del pensamiento, alteración de la conciencia y un pensamiento desorganizado).
- Fatiga.
- Disnea (falta de oxígeno).
- Insomnio.
- Náuseas.
- Constipación (estreñimiento).
- Diarrea.
- Anorexia (falta de apetito).
- El lidiar con la enfermedad (aspectos referentes a cómo enfrentar la enfermedad, el entendimiento de la misma, la explicación del paciente hacia su familia y el estrés que puede conllevar toda la situación).
- Aspectos sociales (el impacto de los síntomas sobre el cuidado del paciente y la situación familiar en ese momento).

¿Cómo se aplican los cuidados?
Como hemos descrito, los cuidados paliativos, entre otros aspectos, incluye el control de los síntomas para minimizar todo lo posible el dolor –aunque éste no desaparezca completamente-, y así proporcionar la mayor comodidad posible al enfermo mientras la propia enfermedad prosigue su curso hasta el final. Esto se lleva a cabo con analgésicos, antiinflamatorios, morfina en dosis terapéuticas (por vía oral en forma de pastillas o de chupa-chups, en forma de inyecciones, a través de una “bomba” que se va cambiando al cabo de un cierto tiempo, o en parches), etc. Cuando estas medidas dejan de hacer efecto y el dolor es muy intenso, se combina con la sedación controlada, que es la disminución deliberada del nivel de con­ciencia del enfermo mediante la administración de fármacos apropiados.
Estos cuidados paliativos se reciben en unidades hospitalarias específicas, a través de unidades de atención en domicilio o por medio de centros tipo Hospice (http://ministeriomct.org/clinica-medica-y-consejeria-profesional/hospice-vida-plena/).

¿Prolongar la vida innecesaria y antinaturalmente?
Todo esto se hace para que tanto el paciente como la familia entiendan perfectamente en qué consiste la enfermedad, el estado y la gravedad de la misma, el pronóstico y las opciones del cuidado que puede recibir el afectado. A su vez, abarca el aspecto más ignorado de todos: “Evitar la prolongación innecesaria de la vida o del sufrimiento y medidas terapéuticas que no tienen como objetivo ni el bienestar ni la mejoría del pronóstico de vida del paciente evitando así el encarnizamiento terapéutico. Es decir, favorecer la calidad de muerte. Logrando un adecuado tratamiento de los síntomas que provocan las enfermedades terminales y mejorando la calidad de vida al final de la vida del paciente y asegurando el bienestar de sus familiares”.
Por lo tanto, no se practica la eutanasia –que es inyectar fármacos para provocar directamente la muerte- sino la retirada de tratamientos artificiales que ya no ejercen ningún efecto en el paciente al ser ineficaces ante la enfermedad en sí. Con estas medidas se evita prolongar lo inevitable, que no acelerar. Esa es la diferencia y el importantísimo matiz. ¿Que la sedación acorta la vida? Sí, según algunos médicos cuentan por propia experiencia, y en función de la dosis administrada: “Si sucede que para aliviar los síntomas es preciso pautar medicamentos y/o dosis de los mismos que tienen el riesgo de acortar la vida del paciente. En estos casos el beneficio humanitario del alivio es siempre superior al efecto secundario de acelerar o producir la muerte. Pero el médico debe actuar de forma transparente y evidente en que la meta real que se busca no es acortar la vida, sino evitar o reducir adecuadamente el sufrimiento. Quizás esto parezca complejo, pero es relativamente sencillo para un médico experimentado. Un caso frecuente y fácil de entender es el paciente oncológico terminal que sufre dolores o asfixia intensos. Al aumentar la analgesia se llega a la sedación, y en ocasiones la dosis necesaria puede tener el riesgo de deprimir el centro respiratorio y producir la muerte”[4].
Tengamos siempre presente que acortar y quitar no son sinónimos: “El médico tiene el deber de intentar la curación o mejoría del paciente siem­pre que sea posible. Cuando ya no lo sea, permanece la obligación de aplicar las me­didas adecuadas para conse­guir su bienestar, aun cuan­do de ello pudiera derivarse un acortamiento de la vida” (art.36-1. Código Deontología Médica)[5].
Como señala el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (Organización Médica Colegial): “Existe una clara y re­levante diferencia entre se­dación paliativa y eutanasia si se observa desde la Ética y la Deontología Médica. La frontera entre ambas se en­cuentra en la intención, en el procedimiento empleado y en el resultado. En la seda­ción se busca disminuir el nivel de conciencia, con la dosis mínima de fármacos, para evitar que el paciente perciba el síntoma refracta­rio. En la eutanasia se busca deliberadamente la muerte anticipada tras la adminis­tración de fármacos en dosis letales para terminar con el sufrimiento del paciente. Los médicos estamos obliga­dos a ayudar durante toda la vida a nuestros pacientes, hasta su muerte”[6].
Me resulta espeluznante que haya profesionales de la salud que defiendan la eutanasia, de la misma forma que dejar morir a un enfermo de hambre y de sed no puede acreditarse como una muerte digna. Por medio de eufemismos, quieren dejar de lado el juramento hipocrático: “No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia”. La conclusión a la que llega el experto Marcos Gómez Sancho, coordinador del Observatorio de Atención Médica al Final de la Vida de la Organización Médico Colegial, es bien clara: “Matar está prohibido en el código deontológico desde Hipócrates. La defensa de la vida está enraizada en la profesión médica. Un médico gestionando la muerte por orden del Estado es una vergüenza, como ocurrió en la Alemania nazi o cuando hubo doctores aplicando la inyección letal en Estados Unidos”[7].
Lo que deberían hacer los gobiernos es centrarse en el fondo del problema, en ver más allá de las palabras del enfermo. Como apunta Manuel González Barón (Jefe del Servicio Oncología de La Paz y Director de la Cátedra de Cuidados Paliativos de la UAM): “Quienes tenemos larga experiencia en la atención de enfermos con cáncer sabemos que muchas peticiones de eutanasia son un gesto, una llamada, una petición de ayuda por la soledad, el miedo, la desatención, el dolor mal controlado, la falta de cariño o de compañía… Por eso suelo repetir que cuando un paciente dice ´Doctor, no quiero vivir…`, se trata de una frase inacabada cuya versión completa es: ´Doctor, no quiero vivir… así`”[8]. Los cuidados paliativos son los que cambian radicalmente el así.

Testimonios
Un pro-eutanasia decía en un comentario: “Los que estamos a favor de la eutanasia no es simplemente para aplicarla cuando te quedan dos días de vida y llevas meses sufriendo, sino aplicarla mucho antes de que pase nada, y puedas irte sin sufrir”.
¿Qué se le puede responder? Que unos buenos cuidados paliativos consiguen lo que demandan tanto enfermos como familiares de los mismos: una muerte digna. Y hay miles de testimonios que lo atestiguan. Aquí una ínfima muestra:

- “Siempre daré las gracias infinitas al equipo de paliativos del Virgen del Rocío de Sevilla. Allí sí había humanidad, comprensión y compasión sobre todo por parte de los enfermeros. Mi padre estuvo allí. GRACIAS”.
- “Tuve la gran suerte de encontrar un equipo humano. En sedación mi madre después de una semana falleció dignamente, con paz en su cara y en la nuestra”.
- “Hace un mes y medio falleció mi padre de un cáncer mortal... gracias a la sedación tuvo una muerte digna: 19 horas después murió tranquilo y en paz... hubiese fallecido de todas formas pero sufriendo muchísimo”.
- “Mi padre y mi madre murieron de cáncer y, en cuanto empezaron a sentir dolores en la fase terminal, los sedaron. Iban aumentando la dosis y así estuvieron menos de 12 horas. Pero una cosa es eso y otra hubiera sido ponerles una inyección letal cuando supieron que tenían un cáncer incurable. Desde ese momento hasta su muerte, pasaron un par de años tan ricamente y asumiendo, poco a poco, que su ciclo había acabado. Pudieron irse en paz y sin dolores”.
- “Mi esposa falleció hace apenas una semana después de tres meses en cuidados paliativos. En estos tres meses su estado fue decayendo. Aún así, le veía las ganas de querer seguir viviendo, poder ver y besar a sus hijos un día más era un triunfo. Fueron solo dos semanas, pero fue importante para ella y para nosotros”.

Esto sí es dignificar los últimos momentos de la vida, y no la eutanasia activa o el suicidio asistido. Lo progresista no es la eutanasia, como afirma el ateo Pedro Sánchez, el hombre al que tristemente una parte de los ciudadanos de mi país han elegido para que les gobierne. ¡Lo progresista es cuidar a los enfermos indefensos, no acabar con ellos!
Si quieres conocer testimonios en primera persona de aquellos que en la actualidad están recibiendo cuidados paliativos: https://www.dipex.es/nueva/historias-pac-paliativos/

El descontento principal
Lo que resulta completamente anormal es que, con todos los medios que existen en la actualidad y de los que se puede beneficiar la persona enferma, desde el 2002 hasta el 2007 en Bélgica (por citar un ejemplo), únicamente se consultó con un médico de paliativos en el 12 por ciento de los casos de eutanasia[9].
Por otro lado, las quejas –con toda la razón del mundo- de muchos familiares y de muchas personas que apoyan la eutanasia, tienen su raíz casi siempre en malas experiencias personales causadas por la falta de cuidados paliativos, ya que éstos todavía no están completamente implementados. He leído testimonios terribles y de verdadera crudeza, donde no había unidad de paliativos y los médicos hicieron muy poco para paliar con la sedación el dolor físico de enfermos terminales. Que esto suceda es inhumano y es denunciable a todas luces: “Mi tía murió ahogándose, sufriendo, suplicando que se ahogaba, y la sedación no se la dieron hasta el día siguiente en que vino el médico. Nunca en mi vida me voy a quitar esa mirada suplicándome ayuda. Me harté de avisar al enfermero de noche y no le dio más que tranquilizante. La morfina es oro y da igual cuánto sufra el paciente”. Es descorazonador y esto sí que debería estar penado por la ley.
Es lamentable que “alrededor de 54.000 personas fallecen en España con un sufrimiento evitable, sin haber recibido los cuidados paliativos que podían haber precisado. [...] Solo fueron atendidas 8.372 personas”[10].
Es grotesco que a estas alturas de la historia de la humanidad, teniendo los medios, aún se siga discutiendo sobre los costes económicos que esto supone, en lugar de gastar lo que sea necesario y más. Pero claro, la eutanasia es más barata que los cuidados paliativos. Así lo afirma el médico internista Pedro Tarquis: Es vergonzoso que el debate originado sea eutanasia sí o eutanasia no, en vez de poner el foco en la pésima asistencia social y sanitaria del sistema. Es más fácil inducir al suicidio legal asistido (barato y que ahorra costes) que apoyar a las personas y familias que sufren con sus dependientes (más costoso, pero sin duda infinitamente más humanitario, sin comparaciones). El problema no es la muerte digna, sino la vida digna”[11].
Cuando se escucha la cantidad de miles de millones que derrochan los Gobiernos en infraestructuras innecesarias y los partidos políticos en campañas electorales y el sueldo de los políticos, al mismo tiempo que se reducen el número de médicos en los hospitales, que las esperas para ser atendidos por especialistas son de meses y se cierran quirófanos, el sentimiento es de indignación en su máximo apogeo. Lo que yo no entiendo, como ser humano, es que no haya un estallido social y el pueblo diga basta. Y no estoy incitando a nada, solo mostrando mi sorpresa ante la pasividad existente ante la injusticia y las desigualdades promovidas por las élites. Será que, mientras haya fútbol, televisión, teléfonos móviles, Internet, fiestas y dinero en la cuenta corriente para llegar a final de mes,  las masas se sienten contentas y se limitan a mostrar su enfado en las redes sociales a golpe de tweet. Y cuando se juntan los “indignados”, lo mejor que sale es un Pablo Iglesias y su casoplón. ¡Para llorar!
Como expone el antropólogo, escritor y ensayista Mikel Azurmendi, “no se explica que en un país rico, como es el nuestro, alguien tenga que matarse para evitar el dolor y provocar una muerte rápida, eso ya existe, con cuidados paliativos, lo que pasa que en España no hay paliativos, los políticos se ha guardado ese dinero. Pero con todo esto, lo que se quiere es desprestigiar el valor la vida, decir que la vida es cualquier cosa, como el aborto, que también implica suspender una vida y la tratamos como si fuera un grano”[12].
Por todo esto es entendible que los familiares que han visto sufrir a seres queridos tengan una opinión favorable hacia la implantación de la eutanasia. Comprendo el lamento y ese grito sordo de aquellos que han sufrido en sus carnes el abandono médico y gubernamental, apoyados lamentablemente por muchos medios de comunicación que apoyan la eutanasia: La televisión, la propaganda, exhibe una parte y oculta otra. Y luego proyecta los temores ante la muerte y ante la soledad. Cuando aparecieron en Telecinco las imágenes del marido ayudando a morir a su mujer, habría al menos diez casos similares con seres queridos amándose, besándose, abrazándose. Y otros diez, como mínimo, con cuidados paliativos, dando las gracias por lo bien que sus seres queridos les han cuidado. Pero sólo se dio ese caso, que claro que nos conmociona, aunque no es la verdad completa, y si no se da la realidad entera, estás mintiendo”[13].
Visto lo visto, y por lo tanto, es en la potenciación y en los medios donde hay que poner el énfasis, donde los cuidados paliativos estén disponibles para toda la población, en lugar de establecer leyes generales basándose en casos extremos cuando el fallo está en el tratamiento del dolor, incluso en los casos de ELA, como responde de nuevo Marcos Gómez Sancho: “Yo puedo decir que he tratado a enfermos de ELA y ninguno ha pedido acortar su vida si ha estado bien cuidado. Lo que me duele es que haya enfermos que pidan un suicidio preventivo porque piensan que no van a poder hacerlo cuando la enfermedad esté más avanzada. No tienen que tener miedo. Un equipo debe acompañarles y pactar antes con ellos cómo reaccionar cuando el ELA siga avanzando”[14].

Una llama de esperanza
Cuando me encontraba terminando este escrito, una llama de esperanza se encendió, al menos en lo que respecta a una parte de mi país: “Los cuatro grupos con representación en la Asamblea aprobaron ayer por unanimidad la Proposición de Ley de Derechos y Garantías de las Personas en el Proceso de Morir. [...] reconoce para todos los madrileños por igual una serie de derechos al final de la vida, como el de recibir cuidados paliativos integrales incluso en el domicilio particular. La ley considera dentro de estos cuidados paliativos el tratamiento del dolor y la sedación paliativa. Así, obliga a los centros sanitarios a garantizar a los pacientes en situación terminal que deban ser atendidos en régimen de hospitalización una habitación individual durante su estancia, aunque también reconoce el derecho de éstos a recibir estos cuidados en su domicilio. [...] Además, en el texto se reconoce también el derecho de los pacientes a la información asistencial, a la toma de decisiones y a formular instrucciones previas, que podrán realizarse en todos los centros sanitarios, tanto públicos como privados”[15].
Es la octava comunidad en España en la que se aprueba dicha ley. Esperemos que se aplique con celeridad y se generalice al resto de la sociedad[16].

Continuará en ¿Has hecho ya el testamento vital? ¿Sabes lo que es?



[1] Assisted Suicide in the view of Europeans. 2012. Se puede leer en: www.isopublic.ch.

[2] Glare, P. (1995). The euthanasia controversy. Decision-making in extreme cases [letter].

[13] Ibid.

[16] Para saber más sobre los cuidados paliativos: http://www.secpal.com/biblioteca_guia-cuidados-paliativos-1


No hay comentarios:

Publicar un comentario