jueves, 6 de febrero de 2020

9. Propuestas y soluciones ante la falta de ganas de vivir


Venimos de aquí: ¿Cansado de vivir? El destino a punto de alcanzarnos (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/06/8-cansado-de-vivir-el-destino-punto-de.html).

¿Qué sucede en la actualidad cuando un matrimonio pasa por una crisis? Se dejan llevar por la corriente, apenas luchan por restablecer su relación, comienzan a fantasear con la posibilidad de tener una nueva pareja que los haga felices –incluso la tienen en secreto y sin hacerlo oficial, camuflándolo bajo el eufemismo de “amistad”- y, finalmente, se divorcian a la primera de cambio. Se reparten los bienes, quién se queda con los hijos en caso de haberlos, las horas de visita, etc.
Lo que antes era un escándalo ahora se ha convertido en una práctica tan habitual como cambiar de pantalón. La unidad familiar ya no tiene importancia, sino el propio placer. Son muy pocos los que ponen todos los medios a su alcance para salvar su matrimonio, a pesar de que hay medios de sobra, siempre y cuando las dos partes lo deseen.
Con el hecho de querer poner fin a la propia vida está ocurriendo exactamente igual. En lugar de ofrecerle a dicha persona soluciones para que continúe adelante, se le abre con total libertad la posibilidad de ponerle punto y final. Y la gravedad incluye que, encima, te lo venden con una sonrisa en la boca y como parte del progreso de la sociedad.
Es terrible que se confunda humanidad con deshumanización. Es terrible que a una persona que quiera suicidarse se le quieran proveer los medios, en lugar de cambiar sus circunstancias. Es terrible que, entre el 2003 y el 2008, se llevara a cabo en Suiza el suicidio asistido a 325 pacientes que no tenían enfermedades mortales: sólo “cansancio de vivir”[1]. Y es terrible que se insulte y ataque –incluso con leyes que se están promulgando- a aquellos que defendemos la vida y rechazamos prácticas como el aborto y la eutanasia. Más que el comienzo de una nueva civilización, parece el fin de la misma. Realmente no me sorprende; basta con observar la sociedad que se ha ido formando en las últimas décadas: disolución de la familia tradicional, aceptación de las relaciones sexuales prematrimoniales, promoción de la promiscuidad y el consumo de alcohol, implantación de valores banales como la belleza, el consumismo y las posesiones materiales, normalización del divorcio, etc.
Esta decadencia social hace comprensible que, en términos humanos, puede llegar a ser comprensible que una persona anciana no quiera seguir viviendo en dicho mundo: no se siente identificado con él ni parte del mismo. Se halla como el Coronel George Taylor en el Planeta de los Simios: perdido y fuera de lugar en un mundo que no considera suyo pero que a la vez lo es, y del que desea escapar en su propia nave espacial llamada eutanasia. En muchas ocasiones, es la consecuencia de las características imperantes de la sociedad actual.

Presentando soluciones al trasfondo de este nuevo debate
El psicólogo clínico Juan Cruz define el cansancio vital como “la falta de energía para mantener la fortaleza física y mental, que no aparece tras una vivencia concreta, que se mantiene en el tiempo y que hace que se viva a diario con agotamiento generalizado y sin encontrarle sentido a la existencia”. En los problemas descritos es donde se debería centrar todo el esfuerzo y no en la finalización de la vida.
Como apunta el mismo psicólogo: “Creo que lo que tenemos que plantearnos y debatir realmente es qué está ocurriendo en nuestra sociedad para que haya tantos mayores, que los hay, con ganas de quitarse del medio. Eso es lo que debemos reflexionar, pensar en cómo estamos viviendo nuestras vidas antes de pensar en cómo acabarla”[2]. No puede ser que, como reflejan los datos del INE, de 2007 a 2014, el porcentaje de suicidios en el grupo de edad de 60 a 69 años aumentó un 21,9%; en el de 80-89 años un 8,3% y en el de los de más de 90 años, un 41,5%, y nadie haga nada, aparte de proponer la legislación del suicidio asistido.
Aquí dejo algunas ideas –que son sumamente sencillas pero que requieren de voluntad política- para que esta situación se pueda revertir y que son de puro sentido común:

1. Profesionales que se encarguen a título individual de las personas con diversos problemas para tratar las causas y los síntomas. Se deberá tratar todas las áreas: físicas, psíquicas y emocionales (tristeza, depresión, anhedonia, etc.).
Algunos dicen que este tipo de ayuda no les devolverá la movilidad a quien la haya perdido, pero yo pregunto: si alguien se queda ciego, ¿lo metemos en una habitación y la cerramos con llave? Lo normal es enseñarle Braille y proveerle de un perro guía, al mismo tiempo que adaptamos su vivienda, la calzada, los semáforos y las calles a su nueva condición. De igual manera, con los individuos que tienen problemas y que pierden el apetito por la vida no hay que practicarles la eutanasia –ese es el camino fácil-, sino ayudarles como a cualquier otra persona.

2. La destinación de una amplia partida presupuestaria para mejorar la calidad de vida de ancianos y enfermos. Es inhumano que se abandone a las personas a su suerte y que sean ellos los que corran con los gastos médicos, mientras los Gobiernos gastan el dinero en sandeces. Es nauseabundo que los países inviertan miles de millones en producir y comprar armamento para sus ejércitos y luego no tengan para obras sociales verdaderamente importantes. La población alza su voz quejándose de esta locura, pero nadie dice nada cuando tres equipos de fútbol planean invertir 1220 millones de euros en sus estadios (Real Madrid: 400; Barcelona: 600; Atlético de Madrid: 220). Eso es igualmente repulsivo y condenable.
No todas las personas tienen la capacidad económica de Stephen Hawking o el conde Philippe (el de Intocables) para proporcionarse lo que necesita.
Es cierto que hay ciertos Ayuntamientos que ofrecen servicios de ayuda por medio de la llamada Ley de Dependencia, pero resultan insuficientes. Casi siempre son las personas las que tienen que contratar a cuidadores, algo que casi nadie se puede permitir en términos económicos. Ante esta situación, en muchas ocasiones algún miembro de la familia tiene que dejar su trabajo, con lo que los ingresos disminuyen considerablemente. ¡Esto no puede seguir así!

3. Mayor dedicación a la investigación de enfermedades extrañas y al cuidado de tales enfermos con todo tipo de adelantos tecnológicos (implantes, miembros biónicos, etc.). Como dice una madre cuyo hija tiene un retoño con ELA: “Tiene 3 niños muy pequeños y lo que pedimos es INVESTIGACIÓN, la muerte de una manera u otra llega, pero lo que queremos es VIDA. Cuidados, medios, asistencia, cuidadores y todo lo que van necesitando a medida que su cuerpo se deteriora y en la mayoría de los casos es la pareja la que tiene que dejar de trabajar, un sueldo menos y montones de gastos. Esto es lo que me ha faltado, exigencias a estas necesidades, facilidad en los trámites para la incapacidad y otros, ayuda para su movilidad y tantas y tantas cosas como adaptación de sus casas, de los espacios públicos, etc.”.
Este ejemplo debería ser la norma: “En 2008, a Hanneke de Bruijne, de 59 años, le diagnosticaron ELA. Esta dolencia neurodegenerativa va paralizando todos los músculos, pero deja intacta la mente. Al igual que otros pacientes con esta dolencia, iba camino de quedar encerrada en su propio cuerpo siendo completamente consciente, pero sin poder comunicarse. En 2010 [...] había perdido la capacidad de mover cualquier parte de su cuerpo, excepto los ojos. Estos le permitían seguir comunicándose gracias a una máquina que sigue su movimiento. Tras presentarse voluntaria a un estudio pionero, De Bruijne se ha convertido en el primer paciente capaz de comunicarse gracias a un implante cerebral desde su casa, sin necesidad de estar en un hospital ni ser asistida por especialistas. [...] La operación consistió en hacer unos pequeños orificios en el cráneo para introducir electrodos en la corteza cerebral. Cuando De Bruijne piensa en mover los dedos de la mano derecha, los implantes captan la señal cerebral y la traducen a un click de ratón en un ordenador. Un transmisor similar a un marcapasos implantado bajo su clavícula emite esas señales a un ordenador, lo que le permite manejar un teclado sin necesidad de mover ningún músculo. [...] La mujer lleva un año usando el nuevo sistema. ´Mi sueño es poder mover mi silla de ruedas`, ha señalado, según NewscientistEste tipo de implantes podrían ayudar a comunicarse a otros pacientes totalmente paralizados por ictus, tumores cerebrales o accidentes”[3].
Dicho proyecto ha sido financiado con becas del Gobierno Holandés y por el Consejo de Investigación Europeo. ¡Bravo a todos!
Estos implantes se comercializarán a partir de 2021 a un precio de unos 40.000 euros, por lo que espero que se lo pague el Gobierno a quien lo necesite y no se haga nuevamente negocio con la salud.

4. Concienciar a los familiares cercanos ante dichas situaciones y educarlos si tienen personas ancianas y/o enfermas a su cargo. Muchas veces no saben cómo desenvolverse con ellos, y en otras se desentienden y se muestran indiferentes –consecuencia de la sociedad despersonalizada, del propio egoísmo e individualismo-, como si les resultara un estorbo. No le dedican tiempo ni les hacen apenas partícipes de sus vidas, como si no fueran importantes, por lo que es comprensible que este sector de la población quiera morir: ni siquiera dentro del hogar familiar encuentra su lugar.

5. La potenciación de recursos sociales en barriadas donde se atienda a domicilio a las personas mayores como plan de choque contra la soledad. En casos extremos, donde la persona no tiene familiares cercanos que se hagan cargo de su cuidado, hay que llevar a cabo proyectos para paliarlo. Los servicios sociales, ante la falta de personal –que es la queja principal que tienen como he comprobado hablando con ellos- se ven desbordados y no pueden atender a miles de personas. Es otro sector que la sociedad y los Gobiernos deben mejorar.

6. Proyectos alternativos. Hace unas semanas tuve conocimiento de un programa que me llamó especialmente la atención, que consiste en “pasar la última etapa de la vida con conocidos y no en una residencia tradicional. [...] Son viviendas diseñadas y autogestionadas por los mayores (de una edad media de 70 años), que deciden entre personas afines dónde y cómo quieren vivir su jubilación. Los apartamentos pertenecen a una cooperativa, pero pueden dejarlos de herencia a sus hijos. En España hay ocho proyectos construidos y varios en etapa de gestación. [...] Cuentan con todos los servicios de una residencia tradicional, ´pero no estamos sentados todo el día en una silla entre desconocidos`. Comparten, se mantienen activos, pero conservan su independencia”[4]. Los precios que he observado me parecen desorbitados para la inmensa mayoría, por lo que el Gobierno también debería pensar en este tipo de alternativas, porque como idea me parece sensacional. Si cuidamos a los bebés como lo hacemos, deberíamos hacerlo de la misma manera con los ancianos.

7. El envejecimiento activo del que habla Juan Cruz, “porque los mayores acumulan muchas pérdidas. Acumulan tantas que, a nivel físico y neurológico agotan. Demasiados duelos, demasiadas situaciones, para los que son necesarios programas que ofrezcan alicientes que alivien la soledad que sienten”. Esto significa que, en la medida de sus posibilidades físicas y mentales, se les mantenga activos con intereses culturales (diversas lecturas, música, etc.), paseos, buenas conversaciones y actividades placenteras que hagan trabajar de forma tranquila la mente.
Es evidente que todo depende del estado de cada persona, pero también es cierto que es hora de desterrar la clásica imagen del anciano sentado veinticuatro horas al día delante del televisor engullendo pura basura. En muchísimas ocasiones, es la sociedad la que lo convierte en un muerto viviente.

9. Y por último, lo más importante: ¿Qué voz se esconde detrás de infinidad de personas que trataron de suicidarse, e incluso lograron su objetivo? ¡Atención! ¡Cariño! ¡Aprecio! ¡Compañía! ¡AMOR! Es terrible que cada poco tiempo aparezcan noticias donde se informa que un anciano ha sido encontrado muerto en su vivienda meses después de su defunción, debido a los malos olores y no porque se hubieran preocupado realmente por él.
Cuando la persona se siente rodeada de afecto y calor humano, la depresión y la angustia no son ingredientes habituales de su vida. Si no se le proporciona lo que todo corazón necesita, la muerte interna será el paso previo al deseo de morir. Si el mundo los abandona y no los desea, no hay ninguna razón por la cual ellos desearán estar sobre este planeta.

La implementación de estas ideas
¿Son fáciles de llevar a cabo las ideas presentadas? No, ni mucho menos, mientras no haya voluntad. Si sus condiciones fueran otras, y vivieran y se les tratara de diferente manera, seguro que la idea de la muerte sería la última que se les pasaría por la mente. Querrían vivir e inhalar hasta la última bocanada de aire fresco.
La solución no debe plantarse sobre la base de cómo ayudar a conseguir el pasaporte a los que se sienten cansados de vivir por diversas razones. Es como cuando se le dice a una mujer que aborte cuando no tiene recursos económicos para sostener al bebé, en lugar de crear mecanismos de ayuda y, en última instancia, la posibilidad de la adopción. O como decirle a un chico o a una chica que padece bulling que se cambie de instituto, en lugar de reeducar a los acosadores, puesto que lo primero es más fácil y apenas requiere esfuerzo por parte de los padres y profesores.
Como bien apunta nuevamente el señor Cruz: “Encontrar el porqué de este hastío y hacer lo posible para que la persona que lo sufre se agarre a algo para salir a flote. Hace falta tiempo. Hay personas que han perdido a su pareja después de muchos años de convivencia y su duelo se convierte en patológico. Cuesta mucho salir de ahí, de esa sensación de soledad, de ese deseo de que todo acabe. Pero de eso a facilitar la muerte hay un salto. Creo que debemos ponernos las pilas y reflexionar sobre cómo estamos tratando a nuestros mayores. [...] estar cansado de vivir genera aún más cansancio. Por eso hay que escapar de ese bucle, porque si no la falta de ganas te arrastra. Y salir a flote depende de los recursos sociales y, sobre todo, de los apoyos afectivos, de que los seres queridos les ayuden a ver una brizna de sol cuando el cielo está encapotado”[5].

Continuará en La alternativa a la eutanasia: los cuidados paliativos.


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