Venimos de aquí: ¿Cansado de vivir? El destino a punto de alcanzarnos (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/06/8-cansado-de-vivir-el-destino-punto-de.html).
¿Qué sucede en la
actualidad cuando un matrimonio pasa por una crisis? Se dejan llevar por la
corriente, apenas luchan por restablecer su relación, comienzan a fantasear con
la posibilidad de tener una nueva pareja que los haga felices –incluso la
tienen en secreto y sin hacerlo oficial, camuflándolo bajo el eufemismo de
“amistad”- y, finalmente, se divorcian a la primera de cambio. Se reparten los
bienes, quién se queda con los hijos en caso de haberlos, las horas de visita,
etc.
Lo que antes era un
escándalo ahora se ha convertido en una práctica tan habitual como cambiar de
pantalón. La unidad familiar ya no tiene importancia, sino el propio placer.
Son muy pocos los que ponen todos los medios a su alcance para salvar su
matrimonio, a pesar de que hay medios de sobra, siempre y cuando las dos partes
lo deseen.
Con el hecho de
querer poner fin a la propia vida está ocurriendo exactamente igual. En lugar
de ofrecerle a dicha persona soluciones para que continúe adelante, se le abre
con total libertad la posibilidad de ponerle punto y final. Y la gravedad
incluye que, encima, te lo venden con una sonrisa en la boca y como parte del
progreso de la sociedad.
Es terrible que se
confunda humanidad con deshumanización. Es terrible que a una persona que
quiera suicidarse se le quieran proveer los medios, en lugar de cambiar sus
circunstancias. Es terrible que, entre el 2003 y el 2008, se llevara a cabo en
Suiza el suicidio asistido a 325 pacientes que no tenían enfermedades mortales:
sólo “cansancio de vivir”[1]. Y es terrible que se insulte y ataque
–incluso con leyes que se están promulgando- a aquellos que defendemos la vida
y rechazamos prácticas como el aborto
y la eutanasia. Más que el comienzo de una nueva civilización, parece el fin de
la misma. Realmente no me sorprende; basta con observar la sociedad que se ha
ido formando en las últimas décadas: disolución de la familia tradicional,
aceptación de las relaciones sexuales prematrimoniales, promoción de la
promiscuidad y el consumo de alcohol, implantación de valores banales como la
belleza, el consumismo y las posesiones materiales, normalización del divorcio,
etc.
Esta decadencia
social hace comprensible que, en términos humanos, puede llegar a ser
comprensible que una persona anciana no quiera seguir viviendo en dicho mundo:
no se siente identificado con él ni parte del mismo. Se halla como el Coronel
George Taylor en el Planeta de los Simios:
perdido y fuera de lugar en un mundo que no considera suyo pero que a la vez lo
es, y del que desea escapar en su propia nave espacial llamada eutanasia. En muchas ocasiones, es la
consecuencia de las características imperantes de la sociedad actual.
Presentando soluciones al trasfondo de este nuevo debate
El psicólogo clínico
Juan Cruz define el cansancio vital como “la falta de energía para mantener la fortaleza física y mental, que no
aparece tras una vivencia concreta, que se mantiene en el tiempo y que hace que
se viva a diario con agotamiento generalizado y sin encontrarle sentido
a la existencia”. En los problemas descritos es donde se debería
centrar todo el esfuerzo y no en la finalización de la vida.
Como apunta el mismo psicólogo: “Creo que lo que tenemos
que plantearnos y debatir realmente es qué está ocurriendo en nuestra sociedad
para que haya tantos mayores, que los hay, con ganas de quitarse del
medio. Eso es lo que debemos reflexionar, pensar en cómo estamos viviendo
nuestras vidas antes de pensar en cómo acabarla”[2]. No puede ser que, como reflejan los datos
del INE, de 2007 a 2014, el porcentaje de suicidios en el grupo de edad de 60 a
69 años aumentó un 21,9%; en el de 80-89 años un 8,3% y en el de los de más de
90 años, un 41,5%, y nadie haga nada, aparte de proponer la legislación del
suicidio asistido.
Aquí dejo algunas
ideas –que son sumamente sencillas pero que requieren de voluntad política-
para que esta situación se pueda revertir y que son de puro sentido común:
1. Profesionales que
se encarguen a título individual de las personas con diversos problemas para
tratar las causas y los síntomas. Se
deberá tratar todas las áreas: físicas, psíquicas y emocionales (tristeza,
depresión, anhedonia, etc.).
Algunos dicen que este tipo de ayuda no les devolverá
la movilidad a quien la haya perdido, pero yo pregunto: si alguien se queda
ciego, ¿lo metemos en una habitación y la cerramos con llave? Lo normal es
enseñarle Braille y proveerle de un perro guía, al mismo tiempo que adaptamos
su vivienda, la calzada, los semáforos y las calles a su nueva condición. De
igual manera, con los individuos que tienen problemas y que pierden el apetito por la vida no hay que
practicarles la eutanasia –ese es el camino fácil-, sino ayudarles como a
cualquier otra persona.
2. La destinación de una amplia partida presupuestaria
para mejorar la calidad de vida de ancianos y enfermos. Es inhumano que se
abandone a las personas a su suerte y que sean ellos los que corran con los
gastos médicos, mientras los Gobiernos gastan el dinero en sandeces. Es
nauseabundo que los países inviertan miles de millones en producir y comprar
armamento para sus ejércitos y luego no tengan para obras sociales
verdaderamente importantes. La población alza su voz quejándose de esta locura,
pero nadie dice nada cuando tres equipos de fútbol planean invertir 1220
millones de euros en sus estadios (Real Madrid: 400; Barcelona: 600; Atlético
de Madrid: 220). Eso es igualmente repulsivo y condenable.
No todas las personas tienen la capacidad económica de
Stephen Hawking o el conde Philippe (el de Intocables)
para proporcionarse lo que necesita.
Es cierto que hay ciertos Ayuntamientos que ofrecen
servicios de ayuda por medio de la llamada Ley de Dependencia, pero resultan
insuficientes. Casi siempre son las personas las que tienen que contratar a
cuidadores, algo que casi nadie se puede permitir en términos económicos. Ante
esta situación, en muchas ocasiones algún miembro de la familia tiene que dejar
su trabajo, con lo que los ingresos disminuyen considerablemente. ¡Esto no
puede seguir así!
3. Mayor dedicación a la investigación de enfermedades
extrañas y al cuidado de tales enfermos con todo tipo de adelantos tecnológicos
(implantes, miembros biónicos, etc.). Como dice una madre cuyo hija tiene un
retoño con ELA: “Tiene 3 niños muy
pequeños y lo que pedimos es INVESTIGACIÓN, la muerte de una manera u otra
llega, pero lo que queremos es VIDA. Cuidados, medios, asistencia, cuidadores y
todo lo que van necesitando a medida que su cuerpo se deteriora y en la mayoría
de los casos es la pareja la que tiene que dejar de trabajar, un sueldo menos y
montones de gastos. Esto es lo que me ha faltado, exigencias a estas
necesidades, facilidad en los trámites para la incapacidad y otros, ayuda para
su movilidad y tantas y tantas cosas como adaptación de sus casas, de los
espacios públicos, etc.”.
Este ejemplo debería ser la norma: “En 2008, a Hanneke de Bruijne, de 59
años, le diagnosticaron ELA. Esta dolencia neurodegenerativa va paralizando
todos los músculos, pero deja intacta la mente. Al igual que otros pacientes
con esta dolencia, iba camino de quedar encerrada en su propio cuerpo siendo
completamente consciente, pero sin poder comunicarse. En 2010 [...] había
perdido la capacidad de mover cualquier parte de su cuerpo, excepto los ojos.
Estos le permitían seguir comunicándose gracias a una máquina que sigue su
movimiento. Tras presentarse voluntaria a un estudio pionero, De Bruijne se ha
convertido en el primer paciente capaz de comunicarse gracias a un implante
cerebral desde su casa, sin necesidad de estar en un hospital ni ser asistida
por especialistas. [...] La operación consistió en hacer unos pequeños
orificios en el cráneo para introducir electrodos en la corteza cerebral.
Cuando De Bruijne piensa en mover los dedos de la mano derecha, los implantes
captan la señal cerebral y la traducen a un click de ratón en un ordenador. Un
transmisor similar a un marcapasos implantado bajo su clavícula emite esas
señales a un ordenador, lo que le permite manejar un teclado sin necesidad de
mover ningún músculo. [...] La mujer lleva un año usando el nuevo sistema. ´Mi
sueño es poder mover mi silla de ruedas`, ha señalado, según Newscientist. Este tipo de implantes podrían ayudar a
comunicarse a otros pacientes totalmente paralizados por ictus, tumores
cerebrales o accidentes”[3].
Dicho proyecto ha
sido financiado con becas del Gobierno Holandés y por el Consejo de
Investigación Europeo. ¡Bravo a todos!
Estos implantes se
comercializarán a partir de 2021 a un precio de unos 40.000 euros, por lo que
espero que se lo pague el Gobierno a quien lo necesite y no se haga nuevamente
negocio con la salud.
4. Concienciar a los familiares cercanos ante dichas
situaciones y educarlos si tienen personas ancianas y/o enfermas a su cargo.
Muchas veces no saben cómo desenvolverse con ellos, y en otras se desentienden
y se muestran indiferentes –consecuencia de la sociedad despersonalizada, del
propio egoísmo e individualismo-, como si les resultara un estorbo. No le
dedican tiempo ni les hacen apenas partícipes de sus vidas, como si no fueran
importantes, por lo que es comprensible que este sector de la población quiera
morir: ni siquiera dentro del hogar familiar encuentra su lugar.
5. La potenciación de recursos sociales en barriadas
donde se atienda a domicilio a las personas mayores como plan de choque contra la soledad. En casos
extremos, donde la persona no tiene familiares cercanos que se hagan cargo de
su cuidado, hay que llevar a cabo proyectos para paliarlo. Los servicios
sociales, ante la falta de personal –que es la queja principal que tienen como
he comprobado hablando con ellos- se ven desbordados y no pueden atender a
miles de personas. Es otro sector que la sociedad y los Gobiernos deben
mejorar.
6. Proyectos
alternativos. Hace unas semanas tuve conocimiento de un programa que me llamó
especialmente la atención, que consiste en “pasar la última etapa de la vida
con conocidos y no en una residencia tradicional. [...] Son viviendas diseñadas
y autogestionadas por los mayores (de una edad media de 70 años), que deciden
entre personas afines dónde y cómo quieren vivir su jubilación. Los
apartamentos pertenecen a una cooperativa, pero pueden dejarlos de herencia a
sus hijos. En España hay ocho proyectos construidos y varios en etapa de
gestación. [...] Cuentan con todos los servicios de una residencia tradicional,
´pero no estamos sentados todo el día en una silla entre desconocidos`.
Comparten, se mantienen activos, pero conservan su independencia”[4]. Los precios que he observado me parecen
desorbitados para la inmensa mayoría, por lo que el Gobierno también debería
pensar en este tipo de alternativas, porque como idea me parece sensacional. Si
cuidamos a los bebés como lo hacemos, deberíamos hacerlo de la misma manera con
los ancianos.
7. El envejecimiento
activo del que habla Juan Cruz, “porque los mayores acumulan muchas
pérdidas. Acumulan tantas que, a nivel físico y neurológico agotan. Demasiados
duelos, demasiadas situaciones, para los que son necesarios programas que
ofrezcan alicientes que alivien la soledad que sienten”. Esto significa que, en la medida de
sus posibilidades físicas y mentales, se les mantenga activos con intereses
culturales (diversas lecturas, música, etc.), paseos, buenas conversaciones y
actividades placenteras que hagan trabajar de forma tranquila la mente.
Es evidente que todo
depende del estado de cada persona, pero también es cierto que es hora de
desterrar la clásica imagen del anciano sentado veinticuatro horas al día
delante del televisor engullendo pura basura. En muchísimas ocasiones, es la
sociedad la que lo convierte en un muerto
viviente.
9. Y por último, lo
más importante: ¿Qué voz se esconde
detrás de infinidad de personas que trataron de suicidarse, e incluso lograron
su objetivo? ¡Atención! ¡Cariño! ¡Aprecio! ¡Compañía! ¡AMOR! Es terrible que
cada poco tiempo aparezcan noticias donde se informa que un anciano ha sido
encontrado muerto en su vivienda meses después de su defunción, debido a los
malos olores y no porque se hubieran preocupado realmente por él.
Cuando la persona se
siente rodeada de afecto y calor humano, la depresión y la angustia no son
ingredientes habituales de su vida. Si no se le proporciona lo que todo corazón
necesita, la muerte interna será el paso previo al deseo de morir. Si el mundo
los abandona y no los desea, no hay ninguna razón por la cual ellos desearán
estar sobre este planeta.
La
implementación de estas ideas
¿Son fáciles de llevar a cabo las ideas presentadas?
No, ni mucho menos, mientras no haya voluntad. Si sus condiciones fueran otras, y vivieran y se les
tratara de diferente manera, seguro que la idea de la muerte sería la última
que se les pasaría por la mente. Querrían vivir e inhalar hasta la última
bocanada de aire fresco.
La solución no debe plantarse sobre la base de cómo
ayudar a conseguir el pasaporte a los
que se sienten cansados de vivir por diversas razones. Es como cuando se le
dice a una mujer que aborte cuando no tiene recursos económicos para sostener
al bebé, en lugar de crear mecanismos de ayuda y, en última instancia, la
posibilidad de la adopción. O como decirle a un chico o a una chica que padece bulling que se cambie de instituto, en lugar de reeducar a los
acosadores, puesto que lo primero es más fácil y apenas requiere esfuerzo por
parte de los padres y profesores.
Como bien apunta nuevamente el señor Cruz: “Encontrar el porqué de este hastío y hacer lo posible
para que la persona que lo sufre se agarre a algo para salir a flote. Hace
falta tiempo. Hay personas que han perdido a su pareja después de muchos años
de convivencia y su duelo se convierte en patológico. Cuesta mucho salir de
ahí, de esa sensación de soledad, de ese deseo de que todo acabe. Pero de eso a
facilitar la muerte hay un salto. Creo que debemos ponernos las pilas y
reflexionar sobre cómo estamos tratando a nuestros mayores. [...] estar cansado
de vivir genera aún más cansancio. Por eso hay que escapar de ese bucle, porque
si no la falta de ganas te arrastra. Y salir a flote depende de los recursos
sociales y, sobre todo, de los apoyos afectivos, de que los seres queridos les
ayuden a ver una brizna de sol cuando el cielo está encapotado”[5].
Continuará
en La alternativa a la eutanasia: los
cuidados paliativos.
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