lunes, 18 de septiembre de 2023
Malos pastores
En la lista de errores que voy a señalar, en la que
caen muchos pastores, hay dos grupos bien diferentes:
1) Los que son conscientes de su forma de actuar y, en
el fondo, esconden una malicia que busca sus propios intereses, que camuflan
bajo religiosidad y apariencia de espiritualidad. Estos deberían apartarse
inmediatamente del pastorado. Muchos de ellos, aunque los llamo “malos pastores”, realmente no son ni pastores. Dios no los llamó, sino que fueron ellos los que usurparon un lugar que no les correspondía. Por eso provocan todo tipo de desgracias y desolación a su paso.
2) Los que yerran sin mala intención. Estos deberían
reflexionar sobre estas líneas y ver si están actuando desacertadamente para
cambiar su línea de comportamiento.
Cualidades
destacadas/negativas
- Un mal pastor no tiene criterio alguno a la hora de
ejercer la disciplina bíblica, que la lleva a cabo cuándo quiere y con quién
quiere. La impone con dureza a aquellos que son más débiles y se han
arrepentido, y la evita ante los que son de su círculo (casi siempre, amigos y
familiares) que no cambian, y con mil excusas por su parte.
- Un mal pastor permite que el pecado campe a sus
anchas en la congregación. Si un hermano cae en adulterio o fornicación, lo
excusa con palabras como “es la debilidad de la carne”, y se le permite
participar de la comunión eclesial sin que haya un arrepentimiento y una
disciplina.
- Un mal pastor no confronta pecados como borracheras
o la asistencia a fiestas religiosas paganas, por miedo a que “se enfaden con
él y media iglesia se marche”.
- Un mal pastor trata de manera diferente a los
hermanos según su “rango”. A los que son como él, los saluda con educación y
cortesía, casi con reverencia. Al resto, al que mira como sirvientes y no como
iguales, los saluda con desdén y apatía.
- Un mal pastor valora a los creyentes por su
asistencia a los cultos, el número de actividades eclesiales en las que
participan y la cantidad de dinero que ofrendan, y no por cómo es la persona y
por su relación con Dios.
- Un mal pastor considera que nadie está tan entregado
como él, y siempre anda con exigencias que solo provocan cargas, desazón y
falsos sentimientos de culpa.
- Un mal pastor consiente, permite y alienta cualquier
estilo de familia entre los miembros, en lugar de defender la única forma que
Dios formó: hombre y mujer.
- Un mal pastor continuamente está solicitando nuevas
“ofrendas especiales”, bajo el argumento de que es para la gloria de Dios,
cuando realmente es para gastos eclesiales que no tienen nada de imprescindible
y que terminan siendo para la propia vanagloria.
- Un mal pastor, cuando alguien le replica con
argumentos o le expone que piensa de manera opuesta a la suya, ni escucha ni
atiende a razones, sino que se limita a repetir sin cesar “yo soy el pastor”,
“yo soy la autoridad establecida por Dios” y “tienes que obedecerme”.
- Un mal pastor se entromete en la vida privada de los
demás a la fuerza, y demanda que respondas todas sus preguntas personales, ya
que se considera que está en su pleno derecho de conocer las intimidades de todo
el mundo, considerando como conflictivo al que no lo hace.
- Un mal pastor afirma que los de su gremio están en
lo alto de una especie de jerarquía piramidal, donde están por encima del resto
del pueblo de Dios, como si fueran una élite especial.
- Un mal pastor enseña que ellos, y solo ellos, son
los ungidos de Jehová, y que, por lo tanto, no se les puede ni siquiera
criticar.
- Un mal pastor exige que sigas sus consejos al pie de
la letra en cualquier tema: noviazgo, trabajo, estudios, familia, etc. De lo
contrario, se enojará contigo y te considerará un rebelde.
- Un mal pastor revela a sus allegados los secretos e
intimidades personales que los hermanos le han contado en confianza y
privacidad.
- Un mal pastor tiene como frase favorita “el Señor me
ha dicho”, cuando realmente Dios no les ha dicho absolutamente nada de ti, y lo
único que desea es tenerte bajo su control.
- Un mal pastor tiene problemas de ira. Aunque suele
sonreír de cara a la mayoría, cuando se le contraría salta a la yugular.
- Un mal pastor rompe matrimonios, amparándose en que
“no eran de parte de Dios”.
- Un mal pastor no suele empatizar con el sufrimiento
ajeno ni rinde cuentas ante nadie.
- Un mal pastor nunca reconoce sus errores y los
achaca a que “la visión que Dios le ofreció en su momento ha cambiado”.
- Un mal pastor “condena” a los que se marchan de la
iglesia que pastorea con expresiones como “están en tinieblas”, “el diablo los
ha apresado”, “el Señor lo ha cortado y nunca conocerán de nuevo la bendición”,
“Dios está haciendo limpieza” o “realmente no eran salvos”.
- Un mal pastor predica insistentemente en contra de
la crítica, la murmuración, el chismorreo y el juicio, cuando él es el primero
que hace todo esto.
- Un mal pastor interpreta los textos bíblicos a su
antojo, adaptándolos a sus propios pensamientos.
- Un mal pastor tiene la mala costumbre de convertir
la exhortación en una bronca, que acaba en sometimiento y humillación.
- Un mal pastor considera la libertad de conciencia
del creyente como un instrumento del diablo, del que debe alejarse el hermano
que se atreve a apelar a ella para tomar sus propias decisiones.
- Un mal pastor miente. Sí, así es. Con el tiempo, y
conforme trates con él, observarás que muchas de sus palabras y acciones no
corresponden con la realidad. Al principio serán pequeñas incongruencias, pero
luego verás, con toda nitidez, cómo deforma la realidad para ajustarla a sus
deseos y propósitos.
- Un mal pastor exige una obediencia incondicional.
Considera que “menos es dudar de él y de Dios mismo”.
- Un mal pastor hará
creer, sutil o directamente, que no existe salvación fuera de su iglesia.
- Un mal pastor, si es bautista, te dirá que evites a
toda costa a los carismáticos, y si es carismático, te dirá que evites a toda
costa a los bautistas.
- Un mal pastor considera un peligro a aquellas
personas que piensan por sí mismas.
- Un mal pastor suele ser narcisista, que esconde
realmente inseguridad en sí mismo o incluso complejos. Suele camuflarlo bajo
una falsa humildad, pero cuando lo observas con detenimiento, compruebas que es
uno de sus rasgos principales.
- Un mal pastor aparenta amar, pero el tiempo y sus
obras demuestran que es todo una máscara.
- Un mal pastor enseña que debes dedicar todo tu
tiempo a la iglesia, aunque eso suponga desatender a la familia, incluso si tus
padres están enfermos, con frases “bíblicas”, pero atrozmente empleadas, como
“deja que los muertos entierren a sus muertos”.
- Y, por último: un mal pastor enseña herejías como la
teología de la prosperidad, la confesión positiva, la “Teoría del rescate de la Expiación”, las maldiciones
generacionales, la cartografía espiritual, etc.
Una vez reseñado todos estos aspectos, que Dios te dé
discernimiento para vislumbrar a estos malos pastores y así no caer en sus
manos. Y, si ya lo has hecho, aléjate lo antes posible de ellos y deja que el
príncipe de los pastores, Jesucristo, te guíe. Que la verdad, una vez más, te
haga libre.
* Para profundizar sobre este asunto, y si
has sido afectado por esta clase de personas que no representan a Cristo,
puedes leer el libro que estoy publicando en el blog, y que comienza en este
capítulo: “Sobrevivir
al abuso espiritual” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/04/1-sobrevivir-al-abuso-espiritual.html).
jueves, 14 de septiembre de 2023
¿El mal entiende de géneros? ¿Cuándo acabará la guerra entre el hombre y la mujer, y qué precio estamos pagando ambos mientras tanto?
La foto corresponde al beso no consentido que Jolene De’Lemos, dueña de caballos, le
estampó al jinete irlandés de veintitrés años Sean
Kirrane, cuando este logró ganar una carrera hípica en York, Inglaterra.
Sucedió apenas unos días después del “caso Rubiales”.
Venimos de aquí: Hashtag: #Seacabó. ¿El
machismo, el hembrismo, la desigualdad o qué exactamente? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/09/hastag-seacabo-el-machismo-el-hembrismo.html).
* Este escrito, y su predecesor –que es completamente necesario leer
antes de entrar en este-, es mi respuesta al artículo que publicó hace unos
días la pastora Asun Quintana, y qué tituló “#SeAcabó normalizar ciertas conductas” (https://protestantedigital.com/seneca-falls/67066/seacabo-normalizar-ciertas-conductas).
* Recuerdo lo que ya dije al comienzo del
otro:
- mostrar mi desacuerdo con una persona no
supone un ataque personal, sino ofrecer un punto de vista diferente.
- Nada de lo que voy a exponer tiene la
intención de defender a Rubiales –fuera el beso consentido o no, algo que
dirimirá la justicia-, ni actitudes semejantes, sino que, usando este caso,
quiero explicar cuestiones que van más allá del relato generalista, donde se
suele achacar todo al machismo, metiendo a cualquier hombre en el mismo
saco.
- en letra cursiva, las palabras de Asun; el
resto, las mías.
¿Solo el
hombre es culpable?
Hace unos días,
una amiga muy cercana paseaba con su bebé, y desde una ventana un hombre le
empezó a decir palabras de contenido sexual, que iban subiendo de tono hasta la
obscenidad. Eso sigue estando normalizado. A mi amiga le dio tanto, miedo que
entró rápidamente en un portal. Las mujeres se tienen que tragar estas
cosas... Porque hasta hace nada eso era normal, nos teníamos (y tenemos) que
aguantar. Incluso hace más años era un orgullo que te dijeran cosas por la
calle. Ahora este acto se identifica como acoso callejero, y está multado.
¿Conozco historias semejantes? Sí, hasta propias. Pero
me basta con citar a una antigua amiga, a la que tres chicos toquetearon a
plena luz del día. Aun así, ¿esto se limita de hombre a mujer? ¿Son, en
exclusiva, los hombres los que dicen todo tipo de barbaridades a las mujeres? Asun,
al decir que “por eso se puede entender a Jenni Hermoso y a las
jugadoras en su primera reacción hacia ese beso. Esta normalizado en muchos
ambientes. Esta asumido el piquito, la palmada en el trasero, colocarse
casi encima de ti por detrás para ver tu pantalla, mirarte de arriba abajo,
fijando los ojos en tus pechos, que te hagan burla por detrás, que te ignoren
tus opiniones aquellos que saben menos porque se creen más listos por el simple
hecho de ser varones, que te hagan la vida imposible por ser mujer, que
hagan chistes machistas, que ´te respeten mucho y consideren igual` pero no te
dan oportunidad ni te dan participación a la hora de opinar y decidir...”, está obviando la otra
realidad:
1) Hay mujeres de hoy en día, desde muy jovencitas, que
“acosan” en grupo a los chicos de sus deseos. Y no lo hacen diciéndoles “qué
guapos son”, sino expresándoles los que les “provoca” semejante cuerpo y,
describiéndoles, con todo lujo de detalles, lo que harían con ellos si se lo
llevaran al huerto. Y cuando no les hacen caso, llegan al bullying. De miradas
lascivas, ni hablemos: de 360º, de norte a sur y de este a oeste. Y esto sucede
tanto en los institutos como en las discotecas, pubs y lugares de trabajo.
Nada de esto sale en la prensa ni se suele contar –y
menos a un pastor-, porque los chicos, tanto jóvenes como adultos, no suelen
hacerlo, por vergüenza y el miedo al que dirán sobre una supuesta “falta de
hombría” por no acceder a dichas peticiones y propuestas.
De los cientos de mujeres que he conocido a lo largo
de mi vida, tanto cristianas con
las que no lo son, el 99,99999% jamás ha tenido experiencias como la que cuenta
Asu, ni como la que he señalado yo. Pero claro, solo se saca a relucir a
la amiga o a la conocida a la que dijeron alguna indecencia o con la que se
sobrepasaron.
2) Instagram
y Tik-Tok está lleno de niñas, que visten y bailan como si fueran gogós, imitando lo que ven en otras mujeres de más edad, el conocimiento y consentimiento de las madres, normalizando conductas sexuales impropias en crías.
3) En el presente,
las adolescentes beben alcohol igual que los hombres, y en algunos países se
emborrachan incluso más. Lo que antes era
una proporción de 3 a 1, está más
cerca de 1 a 1 a nivel mundial, como muestran los estudios[1].
4) La promiscuidad no es exclusivo de los hombres.
Cuando se les pregunta a las mujeres por el número de parejas sexuales que han
tenido, la respuesta suele oscilar entre las seis y las doscientas[2].
5) Cada vez se ve como más normal las llamadas “sugar
baby”, donde mujeres ofrecen una relación sentimental, solamente por intereses
económicos. El hombre se favorece de ella –que le ofrece “placer”, “cama” y
“atención”-, mientras la mujer se favorece de él –que le ofrece “dinero”,
“regalos” y “fiestas”. España es el quinto país del mundo con más usuarios en
aplicaciones que buscan este tipo de “relaciones”, con más de 400.000
suscriptores[3].
Escuchar a las propias chicas en México hablando del tema me impactó sobremanera
hace un par de días: “Las formas de ganar
dinero facil en 2023 (los papis azucarados)” (https://www.youtube.com/watch?v=Izlq1fFEfRE).
¿También achacamos todas
estas “actividades” solo al machismo?
Desigualdad ante los mismos actos
¿Dónde están las feministas,
que llevan un mes quejándose del beso de Rubiales como si fuera el gran
cataclismo mundial, clamando al cielo por el beso que le robó, de forma no
consentida, Jolene
De’Lemos, dueña de caballos, al jinete irlandés Sean
Kirrane, cuando este logró ganar una carrera hípica en York, Inglaterra, como
se ve en la foto del encabezado? ¿Dónde están los programas de televisión
dedicando horas y horas de programación al suceso? ¿Por qué la Fiscalía de
dicho país no ha dicho nada de nada, ni el Gobierno? ¿Por qué la Federación de
hípica no ha prohibido que sus caballos
vuelvan a competir? Si él hubiera decidido denunciar, sería el hazmerreír del
mundo entero. ¿Ahí no hubo abuso de poder, agresión sexual ni coacción? Ah, no,
eso fue un momento de euforia, dicen. ¿Y lo de Rubiales, qué fue entonces, un
actor porno abusando de una cría? La doble vara de medir, es evidente, aunque muchos
seguirán sin verla.
Es lo mismo que
sucede cuando un padre mata a su hijo: aparece en letras grandes, en primera
plana de la prensa generalista, durante semanas. Se organizan manifestaciones y
todo tipo de actos de repulsa. Cuando es una madre la que comete el mismo acto,
en la mayoría de las ocasiones se pasa de puntillas en los medios. Muchas
veces, salvo en algunos extremadamente llamativos (como el de los niños Gabriel
u Olivia), ni nos enteramos. La diferencia de visibilidad que se le da a unos y
a otros, según el género del asesino, es abismal.
Es más, cuando es el
varón el que lo comete, es un asesinato, por parte de un hombre malvado, frío,
retorcido, machista y en plena posesión de sus facultades mentales. Pero cuando
es la mujer, se retuerce el lenguaje hasta lo enfermizo para llamarlo “suicidio
ampliado” o “asesinato por compasión”, llevado a cabo por una mujer que tenía
problemas mentales o estaba deprimida. De nuevo, el doble rasero, que resulta grotesco.
Para los cinco puntos
señalados anteriormente y la historia del corredor, no hay hastag #seacabó, ni
bailes, ni campañas como “contra la violencia, tolerancia cero”. Mejor señalar
solo a los hombres, ¿verdad?
Las feministas piden
cárcel para Rubiales, al mismo tiempo que se permiten homenajes a terroristas y
se habla de amnistía a una serie de personajes siniestros que quieren desmontar
el país, algunos de ellos fugados de la justicia. Como dice el humorista José
Mota: estamos “tontos del tó”.
El mal no
entiende de géneros
Asun iniciaba su escrito con el texto de Isaías
5:20-23, donde se habla en contra de aquellos que “a lo malo dicen bueno, y a
lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz”. ¿Eso
significa que los que esperamos a que la Justicia decida estamos en el lado de
las tinieblas, al interpretar los hechos de manera diferente, tanto en el caso
de Rubiales como en los postulados de determinados movimientos feministas, y que
no nos sentimos representados por estas corrientes? Es lo mismo que se hace a
nivel secular, desde la política: cuando difieres de ellos, te tachan de machista,
facha, ultraderecha y fascista. Han convertido la libertad de expresión en
delito de odio.
Esta discriminación ya ha llegado a las aulas, como
podemos ver en este adolescente español, donde él mismo explica que, por
oponerse ante el feminismo radical, usando las palabras y la argumentación,
está sufriendo el acoso, hasta el punto de ser agredido, tanto por chicas y
como por chicos (aquí el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=ka0ZVBYZOP8).
¿Pero qué enseña la Biblia? Que “no hay justo, ni aun uno” (Ro. 3:10). Ni hombres ni mujeres. Aunque
también salvó a su casa, Dios solo vio justo a Noé en esa generación (cf. Gn.
7:1). Al resto, hombres y mujeres, los destruyó en el diluvio, ya que “todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5). En
Sodoma y en Gomorra no había ni diez justos entre hombres y mujeres. Y, en el
año 2023, si no fuera por el sacrificio de Cristo en la cruz, seguiríamos sin
encontrarlos.
De las obras de la carne citadas por Pablo en Gálatas 5:19-21 (adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas), participan activamente tanto
hombres como mujeres. Un único ejemplo que podemos mencionar –por lo
sorprendente que resulta- es en el aumento de enfermedades de transmisión
sexual: “Pese a
que se dan más en hombres (65%), llama la atención el espectacular aumento de
casos en mujeres, con un incremento superior al 1.000%, según datos aportados
por Bloom, un observatorio de salud femenina, relativos al período 2012-2019”[4].
Todas las mujeres que
quedan embarazadas sin desearlo por una aventura de una noche, ¿fueron por una
violación, o a causa de que ellas también se dejaron llevar por un momento de
pasión? ¿Culpamos también de eso al heteropatriarcado y a los marichulos? Menos
culpar a un género, y más repartir culpas.
Que no se le olvide a nadie: tanto hombres como
mujeres, están enfrascados en todo tipo de pecados y perversidades. Cuando leo “el machismo es una ideología, una forma de
ver el mundo, de ver a la mujer como ser inferior. Y se necesita un verdadero y
profundo cambio de mentalidad. Por eso es tan difícil la rehabilitación de
un maltratador, pero no imposible. Sé, como seguidora de Jesús, que el cambio
profundo y total sólo puede venir a través de Él”,
comparto dicha forma de pensar, puesto que sigue habiendo mucho
“cavernícola” suelto, pero se hace tanto
énfasis que parece que solo existe el machismo, y que es el mayor mal de la
humanidad.
¿Que todo hombre de bien está en contra del machismo?
Es evidente. ¿Que el machismo llama más la atención por sus efectos? Está claro
que sí. ¿Que la misandria también anida por doquier, como una contrarréplica
revanchista? Basta no autocegarse para conocer la respuesta. De ahí que ambos
son culpables ya que el mal no entiende de géneros.
Dejando a un lado la
teología, que enseña que, ante Dios, “no hay nadie bueno”, de entre esa
cantidad que cité de personas con las que he tratado, puedo decir, sin ninguna
duda, que, en términos meramente humanos, la proporción de hombres “malos” y
mujeres “malas”, hombres “buenos” y mujeres “buenas”, era la misma.
La
“normalización” del mal
Recordemos también el episodio de los colegios
mayores en Madrid, donde
desde el ´de los chicos` se vociferaba a voz en grito ante el “de las chicas”,
insultándolas de la manera más obscena, tratándolas como vulgares objetos
sexuales. Pues bien, algunas chicas ya habían normalizado estos actos, y lo
tomaban como una broma o parte de la ´cultura estudiantil´.
Al igual que vimos en
el primer artículo el significado que suele darse a expresiones groseras como
“échale huev..”, hay otras muchas que se usan coloquialmente para referirse a
otras personas. Palabras malsonantes, y que siempre se han empleado como
insulto o para faltarle el respeto a los demás, muchas veces se usan con otra
intención, incluso humorísticos. Y aquí me refiero a “hijo de p...”, “cabr..” y
otras por el estilo. Por eso se utilizan incluso en chistes o de forma sarcástica
en ciertos contextos y cuando hay confianza.
¿Me agradan? Ni de
lejos. ¿Las digo? Jamás. ¿Me resulta chocante escucharlas, aunque sea entre
colegas o amigos inconversos? Mucho. Pero es lo que tiene este mundo, que no
vive según los principios de Dios y del propio decoro. Y eso fue lo que mismo
que pasó en aquel colegio mayor, donde no se le concedía importancia. Eran
expresiones vulgares –barbaridades que reprocho con toda contundencia-, pero
que no llevaban ese halo de maldad que desde afuera muchos presuponían.
Dicho esto, repito lo
que ya analizamos: las chicas también son partícipes de este tipo de mal, como
de cualquier otro. En esta situación en particular, hasta ellas mismas
reconocían que les dedicaban cánticos y frases semejantes hacia los chicos. Y
cualquiera que haya tenido trato de compañerismo con mujeres en los estudios o algún
trabajo, sabe bien cuán habitual son las conversaciones entre ellas sobre los
hombres y los comentarios que hacen. Me ahorro mencionarlos porque estamos en
horario infantil... ¿Y las despedidas de solteras? Eso daría para una saga más
larga que Star Wars.
Todo eso,
absolutamente todo, lo hacen mujeres de todas las edades y espectros sociales:
altos, medios y bajos. Pero de eso nadie habla..., solo del machismo, machismo
y machismo, y de lo “normal” que nos resulta. Aunque sea de otra índole,
estamos ante una Nueva Inquisión, promulgada por los nuevos Torquemada.
Ah, pero tú
eres hombre
Algunos dirán: “ah, como tú eres hombre, te pones de
parte de ellos” o “hablas bajo tu sesgo machista”. Son los dos comodines que
sirven para todo y que suelta el feminismo cuando quiere señalarte y
silenciarte. El que tenga un pensamiento tan ideologizado como ese, le diría tres
cosas:
1) Se puede estar de acuerdo o no, pero los argumentos
que he expuesto son claros como el agua y no dependen de mi género. Ademas,
conozco a muchas mujeres que piensan exactamente igual que yo, y he leído a
otras tantas en prensa y redes sociales con la misma opinión.
2) Uno de mis lemas de vida se basa en la célebre
frase de Aristóteles: “Amicus Plato, sed magis amica veritas” (Platón es mi
amigo, pero más amiga es la verdad). Por mucho que admirase a su maestro Platón
y lo considerase su amigo, para el filósofo era más importante la verdad. Ni
apoyo ni estoy “en contra de”, sea el otro hombre, mujer, blanco o negro. ¡Como
si es un alienígena! ¡Me da exactamente igual! Lo único que debería importarle
a todo el mundo es la verdad.
3) Afirma Asun: “Concluyendo,
no cambia la cuestión principal este último video donde se ve a Jenni y al
resto de compañeras riéndose del beso. No nos aporta nada que cargue la
responsabilidad a la jugadora, que es lo que intenta Rubiales”. ¿Cómo qué
no? Lo cambia absolutamente todo. He leído a numerosísimas personas que han
cambiado de opinión tras ver el susodicho vídeo. Y me repito por enésima vez:
será el juez el que llegue o no a tales conclusiones.
Escuchen a alguien que sabe infinitamente más de leyes
que Asun Quintana y que yo, como es la abogada Begoña Gerpe. Espero que haga
reflexionar y despertar a más de uno. Aquí les dejo dos vídeos, entre otros,
donde trata el tema en cuestión:
- “El vídeo que desmonta el relato de Jennifer
Hermoso” (https://www.youtube.com/watch?v=1AqWOH970yQ
- “Me sentí víctima de una agresión”. Jennifer Hermoso
habla (https://www.youtube.com/watch?v=pOjEj1kibQw).
El precio
que estamos pagando ambos sexos
Todo lo que estamos contemplando ante nuestros ojos,
parece más bien una venganza, donde se prefiere generalizar a todo el colectivo
masculino y, a su vez, destruir la presunción de inocencia del hombre, en un
intento de resarcir a todas las mujeres, tanto del pasado como del presente. Lo
único que están logrando es:
1) Que los machistas de verdad lo sean aún más.
2) Que muchas mujeres terminen odiando a los hombres
por el simple hecho de serlos, colgándoles el sambenito de que todos son
potenciales maltratadores, violadores y asesinos, como se observa en muchas
marchas feministas y en todo tipo de vídeos en las redes, donde les dedican
cánticos ofensivos, y se postulan en contra del matrimonio y de tener hijos.
3) Que no se vaya a las causas que se esconden detrás de
cada asesinato y acto de violencia, y siga dándose por hecho que siempre es causado
por el “odio” a un género.
4) Que se esté produciendo un nuevo fenómeno, cada vez
más común: crear, en los que no son machistas, un sentimiento de animadversión
hacia un amplio espectro de mujeres. El hartazgo que sienten muchos hombres de
que se les criminalice por todo, está llegando a unos límites peligrosos y, si
sigue por estos derroteros, tarde o temprano, va a acabar mal, donde no
descarto algún tipo de desgracia, causada por algunos individuos que
implosionen a nivel emocional y lo paguen con inocentes.
5) Que las víctimas de verdadero acoso y abuso sexual
se sientan ninguneadas.
6) Que las nuevas generaciones de chicas crezcan
creyendo que el “empoderamiento” sea “menospreciar al género masculino” y el “libertinaje”,
que ya no distinguen del término “libertad”.
7) Que se esté creando un caldo de cultivo de puro odio,
donde ya estamos viendo sus primeros frutos: una brecha social entre hombres y
mujeres, como los causados, por ejemplo, por el independentismo catalán, con
rupturas de relaciones familiares y amistades, según en qué bando se sitúe cada
uno respecto a los postulados feministas.
8) Que hombres y mujeres ya no seamos iguales ante la
ley, que se favorezca a uno por encima del otro con las llamadas “cuotas” de
género, y que se hagan pruebas diferentes para acceder al mismo puesto de
trabajo. Es una completa burla a cualquier inteligencia la expresión
“discriminación positiva”. ¿Se
acabó lo que nos conviene pero no se acabó lo que nos favorece? ¿Igualdad? Ya
se nota.
9) Que se haga un énfasis tan desmesurado en el machismo –y que sí, hay que afrontarlo
cuando surja en todas sus variantes-, que se generaliza y se magnifica todo con
una ligereza que asusta. Parece que todo
gira en torno a dicho asunto, dejando en un segundo plano otros iguales de
graves o mucho más, como la sexualización de las adolescentes, el acceso libre
a la visualización de pornografía desde la misma infancia, la promiscuidad
entre los jóvenes, el aborto indiscriminado, la libre elección de sexo
independientemente de lo que muestre la biología, y la excarcelación de violadores y pederastas. Estos temas, y
muchos que me dejo en el tintero, ahí están, se saben, pero ... #noseacabó.
Conclusión
Bíblicamente, el
origen es muy claro: el huerto del Edén, Adán culpó a Eva, y ella al diablo;
ninguno de los dos fue capaz de asumir su propia culpa. Y así seguimos miles de
años después.
Como creyente, pocas cuestiones me resultan más tristes
que contemplar lo que está sucediendo a nivel mundial, donde somos carnaza para
aquellos que nos gobiernan, y muchos, cegados todavía, son usados sin ser
conscientes de ello, dejándose enfrascar en batallas sin fin. Es otra forma de
sectarismo, y del que los creyentes deberían huir.
Ser parte de un hastag denominado “seacabó” –aparte de
no servir para nada-, mientras que no se hace ni una sola manifestación en
contra de los causantes de la “ley del solo sí es sí”, que ha rebajado la pena
a más de mil violadores y pederastas, es dantesco, donde se le hace el juego al
feminismo radical, que solo denuncia lo que no le gusta, callando ante otras
muchas injusticias y actos de maldad, como las citadas párrafos atrás. Por otro
lado, cae en la ingenuidad de negar lo escrito en la Biblia: que el mal –sea el
que sea- no se acabará hasta que Cristo regrese, y que todo lo demás, sin
conversión individual, son parches. Hasta ese día, el mal se multiplicará (cf.
Mt. 24:12).
Espero y deseo que
algo cambie, y que más hombres y mujeres despierten.
[1] https://kffhealthnews.org/news/article/hoy-las-mujeres-toman-tanto-como-los-hombres-pero-sufren-las-consecuencias-antes/
[2] ¿Cual es tu conteo de hombres? https://www.youtube.com/watch?v=4MgQHfFljdo
lunes, 11 de septiembre de 2023
Hashtag: #Seacabó. ¿El machismo, el hembrismo, la desigualdad o qué exactamente?
- Este escrito, y su continuación, es mi respuesta al artículo que
publicó hace unos días la pastora Asun Quintana, y que tituló “#SeAcabó normalizar ciertas conductas” (https://protestantedigital.com/seneca-falls/67066/seacabo-normalizar-ciertas-conductas).
- Partiendo del “beso” de Rubiales a la
jugadora Jennifer Hermoso, el artículo que ella escribe trata de visibilizar
ciertas conductas machistas que siguen campando a sus anchas entre la sociedad.
En letra cursiva, voy a citar partes de la autora para mostrar la otra cara de
la moneda, la cual se suele omitir, provocando que se caiga en la subjetividad,
y el precio que está pagando la sociedad por culpa de esta división de sexos,
donde todo es blanco o negro, ahora también aupada desde ciertos púlpitos
cristianos.
- Creo que sobra decirlo, pero nunca está de
más recordarlo: mostrar mi desacuerdo con una persona no supone un ataque
personal, sino ofrecer un punto de vista diferente.
- Nada de lo que voy a exponer tiene la
intención de defender a Rubiales –fuera el beso consentido o no, algo que
dirimirá la justicia-, ni actitudes semejantes, sino que, usando este caso,
quiero explicar cuestiones que van más allá del relato generalista, donde se
suele achacar todo al machismo, metiendo a cualquier hombre en el mismo
saco.
- Recuerda: en letra cursiva, las palabras de Asun; el resto, las mías.
¿Interpretación o realidad? ¿Quién debe juzgar?
Está
circulando un nuevo video con el que se intenta responsabilizar a la jugadora
Jennifer Hermoso, del gesto de Rubiales hacia ella. Viendo el video de las
jugadoras celebrando la victoria, y riéndose del beso (ellas lo llaman beso, él
lo llama pico para quitarle importancia). Lo
que pienso es que están con la euforia de la victoria, y no se han
parado a pensar con frialdad en el tema. No han asimilado lo que ocurrió. Lo
están descubriendo en ese momento, se ríen, Jenni explica cómo le sujetó
la cabeza (no dice nada en absoluto de la pregunta que supuestamente le
hizo el presidente, de consulta antes de besarla), risas eufóricas y nerviosas…
Cuando la
euforia baja, y ante las reacciones del presidente y de los medios, Jenni
reflexiona y se posiciona ante este hecho. Porque cuesta asimilar y darse
cuenta de que se nos ha vejado, cuando la vejación está integrada en la
cultura.
Este gesto
del beso forzado en la boca, como los calificativos subidos de tono, manoseo,
etc. son hechos normalizados hace años... como se ha normalizado que un hombre,
más aún un jefe, se puede permitir esto con sus subordinadas o empleadas.
Las
futbolistas lo normalizaron… como yo cuando lo vi, me rebotó en mi interior, me
indignó y se lo dije a mi esposo. Y eso que pensé que igual tenían una relación
entre ellos... lo dejé pasar con mucha incomodidad, como cientos de
detalles de la vida diaria. Los
dejas pasar. Porque la sensación es como la de luchar contra una montaña
que siempre ha estado ahí, y no te planteas moverla de su lugar...
Pero esto no
es excusa. Jenni Hermoso en un principio, lo normalizó, aunque ya había dicho
que no le gustó, en el primer video. Cuando se le fue la euforia y se
le pidió su postura, ante las declaraciones de Rubiales, ya en frío tuvo
que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y valoró el hecho desde otra
perspectiva, la perspectiva de género. Y negó rotundamente su
consentimiento. Y también digo que aun cuando hubiera sido consentido, que
no lo parece ni lo creo, está fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos
grave claro.
Muchas
jugadoras de la selección española han manifestado son tratadas así en el
pasado, y en su diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de
trato machista, que las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se
plantaron las 15 que no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que
ocurría. Por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al
entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas.
Hay cinco palabras que he resaltado en negrita, y que
son con las que debería haber comenzado su escrito: “Lo que pienso es que”. Esa
es la realidad: todo lo demás, es quitarle la presunción de inocencia a un
hombre. Cuando llegue el juicio, será un juez el que, tras escuchar a las dos
partes y las pruebas presentadas, determinará quién lleva razón y quién no, nos
guste o no la decisión que tome. Mientras tanto, todo lo demás es “lo que uno
supone”. Y ya lo puede decir Pedro Sánchez, Miquel Iceta, Yolanda Díaz, Pam, Sussana Griso, Cristina Pardo, Echenique o
quién quiera, que todo es conjeturar. Recordemos que Irene Montero fue condenada hace escasos meses por el Tribunal Supremo a pagar 18.000 euros a un padre al que acusó de maltratador, y todo por afirmar algo que solo era el propio pensamiento de ella, no la realidad
Dar por hecho que “Jenni
Hermoso en un principio, lo normalizó” o que “ya en frío tuvo que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y
valoró el hecho desde otra perspectiva, la perspectiva de género” es hacer
creer al lector lo que pasó, sin duda alguna, cuando es simplemente lo que Asun
Quintana “cree que pasó”. A falta de una sentencia oficial, está extrapolando
sus propios pensamientos y dándolos por hechos comprobados.
Esto es hacer de verdugo imparcial, ya que,
directamente, confirma que las palabras del señor Rubiales son falsas, y que
hay que creerla a ella, sí o sí. Aquí ya aparece el consabido lema: “hermana,
yo sí te creo”. Pues no: no hay que creer a nadie, sea hombre o mujer, hasta
que lo demuestre. ¿No ha revelado los recientes casos del actor Johnny Depp, y
los futbolistas Benjamin Mendy y Mason Greenwood –todos ellos acusados de algún
tipo de violencia, agresión, abuso sexual o violación, y absueltos tras ser
despedidos de sus trabajos, pasar por la cárcel y haber sido masacrados por los
medios de comunicación y los movimientos feministas, que las mujeres también
mienten? Sin embargo, con nuestras leyes actuales, todo hombre, antes de que
ser juzgado por los jueces competentes, sufre el escarnio público y la
condenación.
Hará unos cuatro
años, muy cerca de mi casa, abrieron una pequeña tienda, tanto de productos de
ferretería como de comestibles. En una de las ocasiones, me acerqué a que me
hicieran una fotocopia del DNI. Le dije a la chica, de unos dieciocho a veinte
años, que me hiciera ambas caras en el mismo folio. Ella no sabía, y gastó
varias hojas, hasta el punto que le dije que lo dejara, que las imprimera en
folios distintos y que ya lo recortaría yo en casa. Hace unos días supe, por
boca del dueño, que la había despedido porque “no valía para el puesto y no
aprendía después de tanto tiempo”. Ella lo ha denunciado por acoso sexual y su
abogado pide tres años de cárcel. ¿Quién dice la verdad? Ni idea. ¿No la creeré
porque el desempeño que mostró el día que me atendió no fue el mejor? Sería
estúpido por mi parte. ¿Le creeré a él porque sus argumentos parecían
convincentes? Sería sumamente injusto. ¿Creeré a uno a otro por ser XX o XY??
Caería en la necedad. Por eso no juzgo lo que desconozco en detalle. Será, una
vez más, un juez el que lo haga.
Por algo Dios puso
Jueces en Israel: para hacer justicia, y no para que, el pueblo, movido por las
pasiones, tomara parte. Y en la actualidad es igual. El que es culpable, que
pague. El que no, no. Y que, ni lo uno ni lo otro, dependa de nuestras filias o
fobias, ni de nuestro sexo. De ahí que tengan que ser los instruidos señores
jueces españoles, los que decidan con Rubiales y cualquier otra persona, como
con los también futbolistas Dani Alves y Antony, junto a los que vengan en el
futuro, sean personajes famosos o gente desconocida y corriente. Y eso será
cuando haya sentencia firme –es decir, que ya no se pueda recurrir-, a favor o
en contra.
¿Los hombres
mienten y las mujeres no?
¿Por qué se no menciona lo que pasó en una discoteca de
Sant Quirze del Vallès (Barcelona)? Una menor de edad, supuestamente, fue
drogada y obligada a realizar una felación en medio de la pista de baile de un
local. Ella no recordaba nada... hasta que el vídeo fue difundido. Su madre
decía que “conocía muy bien a su hija” y que “ella no era capaz de hacer algo
así”. La prensa se hizo eco inmediatamente y, día tras día, repetía la noticia.
¿Cuál fue la verdad tras la investigación? Los
Mozos de Escuadra (Policía Autonómica Catalana), después de visionar las
cámaras de seguridad y entrevistar a los testigos, descartaron ambos hechos: ni la drogaron ni nadie la obligó a hacer lo
que hizo. Salvo la grabación y posterior difusión, todo fue consentido.
Simplemente, asustada de que sus familiares y conocidos pudieran llegar a ver
el vídeo, se inventó su propia película
y mintió. Por eso, “hermana, yo no te creo... hasta que las pruebas digan lo
contrario”. ¿Es que los cristianos, y las cristianas, no han aprendido
que la mujer de Potifar también dio falso testimonio?
¿Que no hay denuncias falsas? Sin duda, las hay.
“Bueno, pero los datos oficiales no respaldan tus palabras”. ¿Es que ya todo el mundo se ha olvidado del reciente caso de tres hermanas norteamericanas, que denunciaron haber sido violadas a
manos de tres chicos afganos en Murcia (España), y que, tras la investigación,
se descubrió que era todo inventado, que lo que querían era cobrar la
indemnización de un seguro antiviolación que habían contratado en su país de
origen?[1] ¿Y qué del también
futbolista Theo Hernández, denunciado por agresión sexual por la modelo hispano
rusa Luisa Kremleva, la cual, tras descubrirse la mentira, fue detenida por
“simulación de delito”[2]?
¡Qué casualidad que las masas solo sepan de hechos
donde el hombre resultó culpable, y no al contrario! ¿Tendrán algo que ver los
medios de comunicación de tal desinformación entre la población en general? Es
una pregunta retórica e irónica. Más de un caso conozco, incluyendo a un
compañero de trabajo, que estuvo setenta y dos horas en un calabozo, que pasó
las de Caín por una denuncia de su ex, que quería sacarle hasta el último euro,
y se sacó de la chistera una supuesta agresión... ¡cuando él estaba de viaje, bien lejos! ¡Hasta la amiga de su mujer declaró a favor de mi colega, mostrando
unos mensajes de wasap que la delataban a ella, sus embustes y malas
intenciones!
Además, cuando la demanda contra el hombre queda
sobreseída o se le declara no culpable, no queda registrada en la
Administración. Para que esto suceda, debe ser el hombre el que, a
continuación, demande a la mujer. Pocos hombres, tras el mal trago que han
pasado, tienen ganas y recursos económicos para contratar abogados y comenzar
un nuevo proceso judicial. Lo único que desean es pasar página y seguir
adelante. Como en este vídeo
explica la abogada Yobana Carril –que, aparte, afirma que “España no es un país
machista”, no se contabilizan los datos de todas las denuncias falsas para no
desincentivar a las mujeres que realmente son maltratadas (https://www.eldiestro.es/2019/10/la-abogada-yobana-carril-cuenta-el-vergonzoso-motivo-por-el-que-se-ocultan-los-datos-de-denuncias-falsas-de-mujeres-contra-hombres/).
¿Pero no era
“solo sí es sí”? “Haciendo la cama”
Y también
digo que aun cuando hubiera sido consentido, que no lo parece ni lo creo, está
fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos grave claro. Muchas jugadoras de
la selección española han manifestado son tratadas así en el pasado, y en su
diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de trato machista, que
las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se plantaron las 15 que
no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que ocurría.
Vuelvo a repetirme: si fue consentido o no, lo
determinará un juez en los tribunales, y no dependerá de lo que a Asun, o a
cualquier otra persona, le parezca o crea. En el caso de que fuera consentido,
habría estado fuera de lugar y del protocolo, pero nada más. Como la misma
famosa ley dice, “si dice sí, es sí, y, por lo tanto, no hay delito”. ¿O es que
ahora también el “sí” es “no”? Al paso que van, los hombres no van a querer dar
ni dos besos en la mejilla a una mujer, ni aunque ella quiera o lo permita.
Lo de la renuncia de las otras quince jugadoras... no
sé qué información ha leído, pero no fue “por denunciar lo que ocurría”. Ellas
pidieron el cese del entrenador Jorge Vilda, y así se lo hicieron saber a
Rubiales, el cual se negó, al no ver motivos para ello. Las razones que
adujeron fue que no estaba a la altura del cargo, y luego se supo que había también
razones personales: supuestamente, un exceso de control sobre sus horarios de
descanso, de la comida, de la exigencia física de los entrenamientos y del uso
del tiempo libre. Es “curioso” que las nuevas jugadoras, Campeonas del Mundo,
hayan dicho que el ambiente ha sido sensacional, como se pudo comprobar in situ
en el ya famoso vídeo del autobús.
Quizá, no lo sé, Asun no ha formado parte de un
vestuario profesional o amateur, o no esté muy puesta de los entresijos que
ocurren ahí, pero siempre es lo mismo: cuando los jugadores no están contentos
con el mister –sea por la táctica que usa, por los métodos de entrenamiento,
por la alineación, por la disciplina que se les exige, por la alimentación o
por cualquier otra cosa-, se le “hace la cama”, como conmúnmente se conoce.
Empiezan las malas caras, la desgana y las filtraciones a la prensa, con la
intención de que caiga el cabeza del grupo, y así poner a otro entrenador, más
de su agrado. Es lo mismo que hicieron previamente otras veintitrés jugadoras, que
pidieron por carta la dimisión del anterior seleccionador, Ignacio Quereda, al
considerar ellas que sus métodos eran “arcaicos” y le faltaba preparación.
Llevo cuarenta años viendo cientos y cientos de
partidos de fútbol, leyendo prensa y oyendo radio, y eso ha sido siempre de
dicha manera en absolutamente todos los deportes. E igual sucede con entrenadoras
femeninas. Es lo que aconteció con Anna Tarrés, que fue despedida tras las
quejas de una parte de las nadadoras de natación sincronizada[3].
No me voy a entretener en poner más ejemplos
concretos, involucrando al Real Madrid, al Barcelona, y a incontables equipos
nacionales y extranjeros, cuyos jugadores tomaron actitudes semejantes. Hasta
podría narrar mi propia historia personal dentro del mundo del Balonmano. Pero
no lo haré, porque, por su amplitud, eso daría para un libro y me desviaría del
tema principal.
Si cuando es de hombres a mujeres, se considera “machismo”, entonces,
cuando es de hombres a hombres y mujeres a mujeres, ¿qué es? ¿Y por qué se
silencia? ¿Por qué ahí no salen las mujeres a llenar Twitter con #seacabó?
El verdadero
significado de “tocarse”
Por eso
cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al entrenador como una
victoria de la testosterona sobre las niñatas.
¿Que lo de tocarse donde se tocó el señor Rubiales fue
de muy mal gusto, incluso obsceno? Sin duda. ¿Alguna vez he hecho semejante acto? No, ni se me
ocurriría. Ahora bien, en el mundo del deporte, ¿qué significa ese gesto entre
hombres? Todo el que lo practica de forma seria, lo sabe de sobra. Cuando
queremos animarnos unos a otros, decimos: “échale narices”, “pon toda la carne
en el asador” o “déjate el alma”, y siempre van en el mismo sentido: “removerte
las entrañas para encender tu ánimo y llevarte a correr como si te fuera la
vida”. Por eso, entre los no creyentes, son muy habituales la expresiones
“échale huev..” o “con dos cojo...”. ¿Suenan mal? Sí. ¿Deberían ser parte del
vocabulario de los deportistas o de cualquier otra persona? No. Pero su
“traducción” no va más allá de la que he expuesto. Y eso fue lo que expresó en
un momento de euforia desbordada Rubiales: “Habéis (hemos) ganado porque le
habéis (hemos) echado huev...”.
¿Estoy defendiéndolo? Ya he dicho que no. Es más:
nunca me ha caído simpático por algunas de sus actitudes en el pasado, también
contra otros hombres. Y con dicha escena en el palco de honor, en presencia de
la Reina y la Infanta, menos aun. ¿Debería haber dimitido? Posiblemente, aunque
ya ha pedido perdón en varias ocasiones. Pero de ahí a lanzarlo a las fauces
del infierno y considerarlo el adalid del machismo, hay un gran trecho.
Con todo lo reseñado, decir que “por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al
entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas”, es una
completa falacia que roza la calumnia, ya que dicho gesto no iba para ellas.
Nadie, ni siquiera las que acusan a Rubiales, han dicho nada al respecto,
porque ni ellas mismas lo han entendido en ese sentido.
Asun Quintana se equivoca, puesto que llega a una
conclusión desacertada, al partir de una premisa de la que le falta conocer el
significado de ciertas variables, como el código no-escrito que se da en los
vestuarios deportivos y que he explicado. Juzgar las intenciones de una persona
en función de la propia interpretación, a la que le falta ciertos datos
fundamentales, no es propio de aquellos que estamos llamados a juzgar con
juicio recto (cf. Jn. 7:24).
Me llama mucho la
atención que, por medio de un artículo, Protestante Digital haya hecho mención
al acto de Rubiales y, sin embargo, haya guardado absoluto silencio sobre los
pechos fuera de la cantante Amaral en su último concierto. ¿Se juzga lo primero
pero no lo segundo? ¿Vendemos la bajada del escote como una reivindicación,
una señal de libertad de la mujer?
Termino respondiendo a la pregunta del título: ¿Qué se
acabó exactamente? Tristemente, por un lado, la libertad de expresión, cuando
supone ir en contra de la versión oficial, sea en este tema o en cualquier otro. El precio a pagar es el insulto barato (machista, facha, ultraderecha, fascista, etc.), la cancelación y las amenazas. Y, por otro, todavía más grave: la presunción de inocencia
del hombre, sea quién sea. Ya no importa qué haga quién, sino quién lo hace: el
hombre.
Continuará
en ¿El mal entiende de géneros?
¿Cuándo acabará la guerra entre el hombre y la mujer, y qué precio estamos
pagando ambos mientras tanto?
lunes, 4 de septiembre de 2023
11.5. ¿Eres soltero porque, cuando tienes pareja, no sabes negociar con ella?
Venimos de aquí: ¿Eres
soltero por intransigente? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/04/114-eres-soltero-por-intransigente.html)
Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo:
las causas a la soltería que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las
causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente
en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros:
Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree
falsos sentimientos de culpa.
Qué se puede negociar y qué no, siendo lo mejor separar los caminos
Pongamos un ejemplo de cómo
llegar a un acuerdo con un caso práctico. Supongamos que ambos tienen gustos
culinarios sumamente diferentes. Lo que a uno le agrada, al otro le desagrada.
No es cuestión de que sepan cocinar mejor o peor. Sencillamente, llevan toda la
vida comiendo de una determinada manera y esos son los gustos que hay. ¿Qué
harán? ¿Enfadarse continuamente? ¿Impondrán al otro sus comidas? ¿No comerán
juntos? ¿Se irán a casa de sus padres por separado para almorzar? No. Ante una
situación así, lo lógico sería que cada uno se preparara su propia comida. Esa
sería una opción. ¿Otra? Que vieran qué comidas les gusta a ambos para comerlas
el mismo día. A veces la preparará uno y en otras ocasiones el otro (a menos
que uno de ellos sea un experto al que le encante cocinar y siempre quiera
hacerlo) ¿Hacer dos comidas por separado? Es una posibilidad más. Es mejor eso
que andar siempre con reproches y discutiendo.
En todos los demás asuntos
deberán ser igual –o más- de habilidosos a la hora de enfrentar situaciones de
las más variadas. Incluso he leído de matrimonios que llegaron a acuerdos donde
cada uno lavaría su propia ropa interior y tendrían cuartos de baños distintos.
En una relación caben todo tipo de pactos.
Aunque en un principio pueda
ser cierto el dicho de que los polos opuestos se atraen (una persona muy activa
se puede sentir atraída por una más tranquila), a la larga no es tan fácil. Y a
la hora de establecer este tipo de cuestiones, es necesario ensamblarse
correctamente y tomar líneas comunes de actuación. Por citar algunos casos más:
si tu pareja no quiere tener hijos y tú deseas ser padre con todo tu corazón,
la relación no tendrá base alguna. O si a él le encanta ir a bailar a un pub y tiene pensamiento de seguir
haciéndolo –cuando ella considera que un cristiano no debería asistir a tales
lugares-, los problemas se manifestarán inmediatamente. O si tú quieres
establecerte en una ciudad y comprar una casa para toda la vida, pero a él le
va la aventura y quiere vivir en un país diferente cada cinco años, pues
también serán claras las divergencias y la incompatibilidad. Y, por último, si
ella asiste a todas las actividades que se organizan en la congregación y
quiere que asistas a ellas cuando tú prefieres apuntarte a unas y descartar
otras abarcando menos. Todas estas son cuestiones que hay que plantearse con
claridad. De lo contrario, la relación nacerá muerta y con fecha de caducidad,
y lo mejor será no seguir adelante, antes que la realidad os golpee a los dos.
Lo que tampoco podéis hacer es no negociar
alguno de estos puntos y luego echarlos en cara cuando se produzcan de manera
opuesta a como vosotros pensabais que deberían ser. Si uno de los dos –o los
dos- actúa de esta manera, continuamente estará poniendo cruces sobre la
persona y tachándola de inapropiada. Si no se comporta ante los demás como tú
lo haces, descartado. Si no expresa sus emociones ante los demás como tú lo
haces, descartado. Si no siente el mismo amor por los demás como tú lo haces,
descartado. Si escribe un artículo para un periódico sobre un tema donde no
coincide su opinión contigo, descartado. En definitiva, personas quisquillosas
en todos los aspectos.
Hay muchos que son intransigentes hasta
límites enfermizos y que rechazan a otros por auténticas sandeces, sin intentar
hablar y negociar: no le termina de
gustar la forma de vestir del otro, ya que le parece poco elegante; considera
que su forma de vocalizar no es perfecta; se molesta porque no se hacen las
cosas exactamente igual que en casa de sus padres; preferiría que se dejara el
pelo largo en lugar de corto y que se afeitara todos los días, etc. En una
ocasión leí de un hombre que descartó a la chica en la cual estaba interesada
porque ella se durmió en una clase del seminario, lo cual consideró como
impropio de una hija de Dios, señalando que alguien así no tenía el mismo
interés que él en estudiar la Palabra. Ni siquiera se molestó en preguntarle si
había tenido una mala noche o si se encontraba bien. No quiso saber nada más de
ella. Lamentable. O la mujer que también se alejó de un hombre porque ella
oraba y tenía su tiempo devocional por la tarde y él, sin embargo, por la
mañana. Y el caso de aquella chica vegetariana que miró con mala cara a un
hombre encantador, pero que comía carne.
Habrá ocasiones donde os defraudaréis el
uno al otro por alguna actitud, o porque ante determinada circunstancia no
actuaréis de la manera esperada. Es humano. Sin embargo, el intransigente no lo
ve así y usa todos estos argumentos para romper sus relaciones.
¿Discutir, debatir o cambiar?
La comunicación y la
negociación debe basarse en la empatía, el cariño, el respeto y la
flexibilidad. Todo esto, y como todo el proceso de construcción de una pareja,
lleva tiempo y una predisposición positiva. Discutir se basa en tratar de imponer tu punto de vista a cualquier
precio. Debatir es exponer tus
argumentos, aunque difieran de los de tu pareja, respetando la mutua libertad
de pensamiento. Una cosa es decir: “Me gustaría tener cuatro hijos” y, a partir
de ahí, negociar. Y, otra muy diferente, apuntalar, sí o sí: “Quiero tener cuatro hijos”. El término
medio podría quedarse en dos. Si la respuesta fuera “no, ninguno”, entonces
está muy claro qué hacer con ese noviazgo: concluirlo inmediatamente, llevéis
juntos un día o cinco años.
Si ambos pensarais
exactamente igual, sintierais exactamente igual y tuvierais exactamente las
mismas opiniones en todos los temas, no sería una relación enriquecedora. Como
dijo Ruth Graham, esposa de Billy Graham: “Si estuviéramos de acuerdo en todo, uno de
los dos sobraría”. Podéis ser personas distintas y, a la vez, que se
complementen, pero no iguales en cada detalle.
Basta que uno de los dos no
tengáis esta idea clara para que todo se eche a perder, aunque es evidente que
se puede corregir si se da cuenta del error y está dispuesto al cambio. Pero si
son los dos los que os encerráis en sí mismos, no hay nada que hacer.
Aquí no me refiero a que tratéis de
cambiar la esencia de una persona (que, como ya vimos, es antinatural y ahí
solo queda la aceptación o lo renuncia), sino de modificar aquellos detalles
personales que podáis para adaptaros mutuamente. Los dos debéis entender que,
aunque haya partes de la personalidad del otro y formas de actuar que no os
agraden del todo, no tiene que significar que vuestro compañero lo esté
haciendo mal ni pecando, sino que veis distintos aspectos de la vida de manera
diferente.
Jamás estaréis de acuerdo en todo. Una vez
leí esta frase: “Estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo”. En lugar de
sentirte mal cuando no piensen igual que tú, sería conveniente que aplicaras
esta frase a tu vida. Así podrás aceptar vuestras diferencias. Si todo se
reduce a la intransigencia y a no saber negociar, tendrás un grave problema de
egocentrismo. En lugar del servicio mutuo, estarás buscando un sirviente al que
manipular y que esté a tu lado para complacerte en todo momento, cuando una
relación no consiste en eso, sino en el amor agape, que ya analizamos en “¿Cómo repercute el paso del tiempo en
una relación?: ´Este` es el amor
verdadero y maduro” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/1092-como-repercute-el-paso-del-tiempo.html).
La vida está llena de
cambios continuos y diarios. El amor evoluciona. Es muy cómodo, egoísta y
perezoso decir: “Que cambien los demás, yo estoy bien así”. Si este es tu caso,
debes aprender a ser flexible, negociar y modificar lo que sea necesario. De lo
contrario, la capacidad de amar, la vida en pareja y el matrimonio nunca
encajarán en con tu forma de ser.
¿La mujer esclava del hombre?
¿La imagen es ofensiva? Sí,
y mucho. ¿Y la pregunta del subtítulo? También. La idea de añadirla me vino
tras leer el contenido del libro “¿Yo? ¿Obedecer a mi marido?”, de Elizabeth
Rice Handford, y que ya cite en otro capítulo. No juzgo a las personas, pero sí
sus palabras y sus enseñanzas. Es lo que nos indica la Biblia que hagamos. Y
cuando lo hice con ese manuscrito, no pude evitar que algunas de sus ideas me
hirieran la sensibilidad, porque son deleznables. Por ejemplo, cita un caso
donde el marido dejaba continuamente por el suelo los calcetines, las camisas
sucias y los pantalones, lo cual le llevaba a la esposa recogerlos por espacio
de veinte minutos diarios. En lugar de recomendar a la mujer que mantuviera una
seria conversación con su marido para que asumiera sus responsabilidades, le
aconsejó que ella recogiera la ropa del suelo para así mantener su matrimonio
feliz. En otro ejemplo, citaba las demandas de un
hombre a su mujer para que le preparara el desayuno, a lo que ella tenía que
acceder. ¡Y el libro está escrito por una mujer!
Me resulta sorprendente que esta publicación haya
pasado la crítica de una editorial cristiana y aprobado para su publicación.
Una charla me gustaría a mí tener con el editor... También es tremebundo que,
esposo, pastor para más inri, apruebe su contenido, aunque esto me sorprende
menos.
¿Si yo fuera la mujer que cita la autora? ¡La ropa se
quedaría en el suelo hasta que él la recogiera! Y puede que mañana acabe en el
contenedor de la basura (la ropa, no él, aunque no sería por falta de ganas). ¿Qué
quiere el desayuno cuando la esposa tiene que llevar a los niños al colegio?
¡Que se lo prepare el hombretón, que su mamá seguro que le enseñó! ¡Y si no,
que aprenda, que ya es un adulto y no es manco!
¿Qué ejemplo le está dando a los chicos que el día de
mañana se convertirán en esposos?: “No te preocupes si dejas la ropa tirada, tu
sirvienta lo hará por ti porque te ama.
¿Quieres un café aunque tengo que hacer mil cosas y tú no estás haciendo nada?
No te preocupes, yo lo haré por ti puesto que para eso nací”. ¡Qué uso machista
y degradante hacen algunos del término sumisión! Pablo fue contundente: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo
ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús” (Gá. 3:28). Que la mujer sea la ayuda idónea del hombre no significa
ni mucho menos que sea su esclava: “Cuando
dice en Efesios 5:24 ´como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las
casadas lo estén a sus maridos`, el
significado fundamental de sujeción sería: reconocer y honrar la gran
responsabilidad del esposo de proporcionarle protección y sostenimiento; estar
dispuesta a ceder ante la autoridad de él en Cristo y estar deseosa de seguir
su liderazgo. La razón por la cual digo en sujeción significa una ´disposición`
a ceder y un ´deseo` de seguir es que la pequeña frase ´como al Señor`en el
versículo 22 limita el alcance de la sujeción”[1].
Como dice Virgilio Zaballos en su libro “Esperanza
para la familia”: “Cuando hablamos de orden en el ámbito familiar, no estamos
pensando en el dominio de unos sobre otros, sino de un orden creacional para
que haya armonía como en una orquesta musical. Según 1 de Corintios 11:3, el
orden es el siguiente: ´Dios es la cabeza de Cristo; Cristo
es la cabeza del varón; y el varón es cabeza de la mujer`. ¿Qué significa ser cabeza? El Padre no ejerció la tiranía sobre el
hijo; ni Jesús la ejerce sobre el varón. De la misma manera, al hombre no le ha
sido dado el derecho de ejercer despotismo sobre la mujer y enseñorearse de
ella. [...] Generalmente se ha interpretado que ser cabeza es imponerse,
mandar, dominar. Sin embargo, ser cabeza es tomar la iniciativa para actuar y ser
el primero en proveer, no en recibir. El Padre tomó la iniciativa de enviar al
Hijo, Jesús se sometió a su voluntad libremente y de común acuerdo. Jesús es
cabeza de la Iglesia y se dio a sí mismo, tomó la iniciativa para entregarse.
[...] El marido ama a su esposa y da su vida por ella, para santificarla
[...] por la palabra [...] para que no tenga mancha, ni arruga, que sea santa e
inmaculada (cf. Efesios 5:26,27). Eso significa ser cabeza. [...] Debe ser el
guia espiritual de su casa, el ejemplo para su mujer y sus hijos de cómo debe
seguirse al Señor. Amar a la mujer es amarse a sí mismo (cf. Efesios 5:28,29).
La mujer es gloria del hombre. La esposa es gloria del marido (1 Co. 11:7).
[...] La mujer temerosa de Dios (virtuosa), renovada por la Palabra, entiende
bien su lugar en la familia. No se trata de aceptar la tiranía machista, ni de
ser esclava del marido; se trata de responder a la doctrina del evangelio, la
doctrina de la piedad”[2].
Que ningún hombre que se dice cristiano olvide jamás
que tiene que amar a su esposa como Cristo amó a la Iglesia (cf. Ef. 5:25): “Si el esposo es cabeza de su mujer, como
dice en el versículo 23, que quede claro a todos los esposos que esto significa
ante todo ser el guía del tipo de amor en el que se está dispuesto a morir por
darle vida a ella. Como dice Jesús en Lucas 22:26: ´El que dirige (sea) como el
que sirve`. El esposo que se deja caer en el sillón frente al televisor
mientras le da órdenes a su esposa como si fuera una esclava ha abandonado el
ejemplo de Cristo como guía”[3].
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: ¿Eres soltero porque sigues prisionero de un pasado
hiperactivo?
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