Las películas de Pixar tienen un no se qué y un qué sé yo
que tienen la particularidad de tocar la fibra sensible. No todas lo logran, ni
todas las realizadas por dicho estudio me gustan, pero esa mezcla de calidad de
animación portentosa y apabullante, con historias atrayentes para un público
variado –infantil, juvenil y adulto-, protagonizadas por personajes
carismáticos, muy humanos y con los
que resulta fácil empatizar, las convierten en una fórmula sencillamente
ganadora.
La última que he visto hasta el día de hoy es,
curiosamente, una de las más antiguas en el tiempo, ya que Coco data del 2017,
que no me extraña en absoluto que se llevara el Óscar a mejor película de
animación y otro a la mejor canción, entre otros premios en distintos
festivales. Sin saber muy bien el porqué, la había dejado pasar. Siendo la
película más vista en toda la historia de México, puedo decir que quien no se
haya emocionado con su visualización y, especialmente, con el final –esa escena
de Miguel con su bisabuela “Mamá Coco”-, es que tiene un corazón de
piedra.
Que sea un producto cinematográfico de primer nivel,
no quita el trasfondo, que es más bien peliagudo. Puesto que trata varios
temas, mencionaré algunos de forma escueta, y me centraré en el que me ha
chocado, al ir completamente en contra de la enseñanza bíblica, junto a los
peligros que supone creer en lo que en ella se nos muestra, y que forma parte
de las creencias de millones de personas, especialmente en México –ya que está
basada y ambientada en tal país- y en España, del que soy autóctono.
De qué trata
Miguel es un jovencito que ha
aprendido a tocar la guitarra mirando una y otra vez las cintas de video de su
admirado Ernesto de la Cruz, una leyenda musical. Su máximo sueño es dedicarse
a la música, ya que lo considera su auténtica vocación. El problema es que su
familia, todos zapateros, tiene completamente prohibida la música, puesto que el
tatarabuelo de Miguel abandonó a su esposa e hija (Coco) para alcanzar la fama
como cantante. Por cierto, “Mamá Coco” está inspirada en una persona real: María Salud Ramírez Caballero, y que falleció en 2022
a los 109 años, después de dedicar su vida a la alfarería, a sus tres hijos y
muchos nietos.
Todo se complica cuando Miguel quiere
presentarse a un concurso de talentos, y su abuela, al descubrir su guitarra,
la rompe, estrellándola contra el suelo. Nuestro pequeño sale corriendo,
diciéndoles que ya no quiere ser parte de esa familia. Llorando desconsolado,
se le ocurre un plan: se colará en el panteón donde reposan los restos de
Ernesto de la Cruz, y tomará prestada
su guitarra para poder tocar en la velada. Esa misma noche, que coincide con
“El Día de los Muertos” –una festividad nacional de la que luego hablaremos-,
Miguel, sin saber por qué, aparece en la “Tierra de los muertos”. Para poder
regresar, necesitará la bendición de algún pariente antes de que salga el
sol... y ahí empieza la aventura.
La tierra de los muertos
Lo que observamos en la película de
dicho lugar es realmente asombroso. La representación que ha hecho Pixar del
mismo es para ponerse en pie y aplaudir. La paleta de colores y las distintas
capas de escenarios, dejan sin palabras. Por mucho que trate de describirlo o
que ponga aquí varias imágenes, nada le hará justicia; hay que verlo en
movimiento.
La sociedad allí establecida es muy
llamativa: todos conservan la imagen de cómo fallecieron, con la particularidad
de que no tienen carne, solo el esqueleto. Visten con sus trajes tradicionales
y hay diferentes clases de ciudadanos, donde los hay solitarios, clase media o
pudientes. Incluso trabajan: funcionarios, conserjes, policías, maquinistas de
tren, costureras, mariachis, actores de teatro, músicos, bailarines, etc. En
definitiva: un mundo muy parecido al nuestro pero con una arquitectura
colorida, imponente y de proporciones faraónicas.
El mejor día del año para ellos es el
Día de los Muertos. Antes de poder cruzar un puente que les permita regresar al
mundo de los vivos para visitar, de forma invisible a nuestros ojos, a
familiares y descendientes, deben pasar por una máquina especial: la misma
detecta si algún familiar vivo ha puesto alguna foto suya. De lo contrario, se
les deniega el acceso y no pueden venir a la tierra de los vivos. El puesto más
triste lo ocupan aquellos de quienes nadie se acuerda en el mundo humano:
cuando eso sucede, el difunto termina por evaporarse y desaparecer, en lo que
llaman “La Muerte Final”.
¿Dónde se celebra? & Preguntas que nos haremos y responderemos
Aunque dicho día se
celebra en diversos países latinoamericanos, de América Central y en la zona
andina de América del Sur, entre el 1 y el 2 de noviembre –en algunos lugares
comienza antes-, me centraré en los dos países que ya he mencionado: México y
España. Mostraré el significado que tiene en ellos y los rituales que se llevan
a cabo. Tras hacerlo brevemente –ya que lo realmente me interesa es lo que
vendrá después-, en el siguiente escrito, nos plantearemos tres cuestiones muy
serias:
- ¿Algunas de ellas
son ciertas o, por el contrario, falsas?
- ¿Algunas de ellas
son peligrosas y contrarias a la
voluntad de Dios?
- ¿Algunas de ellas
son rescatables y tienen algún sentido?
Empecemos.
El Día de Todos los Santos en España
El catolicismo romano de origen latino hace distinción
entre el 1 y el 2 de noviembre. En el segundo se celebra la llamada “Conmemoración
de Todos los Fieles Difuntos”, donde se lleva a cabo una misa especial para orar
por los fallecidos que se encuentran purificándose en el Purgatorio (según la
doctrina católica). Mientras tanto, el primero del mes es el llamado “Día de Todos
los Santos”, destinado a honrar a todos aquellos difuntos que ya están en el
cielo con Dios; de ahí su nombre (para ellos, ya son “santos”). Los creyentes que
son practicantes asisten a una misa especial de recuerdo, aunque lo más
habitual es que acudan a los cementerios a visitar
a sus difuntos, llenando de flores y velas sus sepulcros. Entre múltiples
tradiciones, los puestos de venta de comida en los mercados se llenan de dulces
como buñuelos de viento, huesos de santo, castañas asadas o panellets,
según la región del país.
En los últimos años, especialmente entre las
generaciones más jóvenes, se ha mezclado con la pantomima de Halloween, y que a
muchos católicos ofende, ya que rompe con el sentido que tiene para ellos esa
fecha tan señalada, y que se ha importado desde Estados Unidos como una forma
más de hacer negocio.
El Día de los Muertos en México
Como se explica desde la propia web
del gobierno mexicano[1], “el Día de Muertos se
considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo
sobre el olvido”. Aunque sus detalles varían de un estado a otro del país, “tiene un mismo principio, reunir a las familias
para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá”. Es el
día en que, de forma temporal, regresan a la tierra los seres queridos
fallecidos. Por eso, los vivos les dan la bienvenida con altares que llenan,
entre algunos detalles más, con fotos o retratos, velas e incienso, y donde
presentan ofrendas en forma de catrinas (calaveras), flores, pétalos de cempasúchil, bebidas y la comida
favorita del difunto. De maneras parecidas, adornan las tumbas y los
cementerios. Viene a ser una celebración, donde la muerte no es vista como ausencia sino como una presencia viva. Se considera que la
muerte no es el final, sino un paso más en la vida.
Tal festividad es una mezcla de los dos días festivos
católicos (los citados “Día de los Fieles Difuntos” y “Día de Todos los Santos”),
junto a diversas costumbres y creencias de las culturas indígenas y
civilizaciones pasadas de Mesoamérica (“América media”, que hoy en día
comprende la mitad meridional de México, los
territorios de Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, el occidente de
Nicaragua y Costa Rica). Es decir, el “Día de los Muertos” es puro
sincretismo, donde se han unido doctrinas diferentes. En este caso, de
tradiciones prehispánicas con otras católicas.
Se le concede mucho valor, tanto que en 2003 la UNESCO
distinguió tal conmemoración como Obras Maestras del Patrimonio Cultural e
Intangible de la Humanidad, considerándola una de las representaciones más
relevantes del patrimonio del mundo y de las expresiones culturales más
antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas de México.
Tal día aparece en incontables novelas, series y
películas, tanto pasadas como presentes. Por citar una sola de ellas, Batman v
Superman: El amanecer de la Justicia, en una escena que transcurre en Ciudad
Juárez.
Continuará en Coco.
No, los muertos no se pasean entre nosotros & El peligro de dichas
creencias (2ª parte).
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