- Este escrito, y su continuación, es mi respuesta al artículo que
publicó hace unos días la pastora Asun Quintana, y que tituló “#SeAcabó normalizar ciertas conductas” (https://protestantedigital.com/seneca-falls/67066/seacabo-normalizar-ciertas-conductas).
- Partiendo del “beso” de Rubiales a la
jugadora Jennifer Hermoso, el artículo que ella escribe trata de visibilizar
ciertas conductas machistas que siguen campando a sus anchas entre la sociedad.
En letra cursiva, voy a citar partes de la autora para mostrar la otra cara de
la moneda, la cual se suele omitir, provocando que se caiga en la subjetividad,
y el precio que está pagando la sociedad por culpa de esta división de sexos,
donde todo es blanco o negro, ahora también aupada desde ciertos púlpitos
cristianos.
- Creo que sobra decirlo, pero nunca está de
más recordarlo: mostrar mi desacuerdo con una persona no supone un ataque
personal, sino ofrecer un punto de vista diferente.
- Nada de lo que voy a exponer tiene la
intención de defender a Rubiales –fuera el beso consentido o no, algo que
dirimirá la justicia-, ni actitudes semejantes, sino que, usando este caso,
quiero explicar cuestiones que van más allá del relato generalista, donde se
suele achacar todo al machismo, metiendo a cualquier hombre en el mismo
saco.
- Recuerda: en letra cursiva, las palabras de Asun; el resto, las mías.
¿Interpretación o realidad? ¿Quién debe juzgar?
Está
circulando un nuevo video con el que se intenta responsabilizar a la jugadora
Jennifer Hermoso, del gesto de Rubiales hacia ella. Viendo el video de las
jugadoras celebrando la victoria, y riéndose del beso (ellas lo llaman beso, él
lo llama pico para quitarle importancia). Lo
que pienso es que están con la euforia de la victoria, y no se han
parado a pensar con frialdad en el tema. No han asimilado lo que ocurrió. Lo
están descubriendo en ese momento, se ríen, Jenni explica cómo le sujetó
la cabeza (no dice nada en absoluto de la pregunta que supuestamente le
hizo el presidente, de consulta antes de besarla), risas eufóricas y nerviosas…
Cuando la
euforia baja, y ante las reacciones del presidente y de los medios, Jenni
reflexiona y se posiciona ante este hecho. Porque cuesta asimilar y darse
cuenta de que se nos ha vejado, cuando la vejación está integrada en la
cultura.
Este gesto
del beso forzado en la boca, como los calificativos subidos de tono, manoseo,
etc. son hechos normalizados hace años... como se ha normalizado que un hombre,
más aún un jefe, se puede permitir esto con sus subordinadas o empleadas.
Las
futbolistas lo normalizaron… como yo cuando lo vi, me rebotó en mi interior, me
indignó y se lo dije a mi esposo. Y eso que pensé que igual tenían una relación
entre ellos... lo dejé pasar con mucha incomodidad, como cientos de
detalles de la vida diaria. Los
dejas pasar. Porque la sensación es como la de luchar contra una montaña
que siempre ha estado ahí, y no te planteas moverla de su lugar...
Pero esto no
es excusa. Jenni Hermoso en un principio, lo normalizó, aunque ya había dicho
que no le gustó, en el primer video. Cuando se le fue la euforia y se
le pidió su postura, ante las declaraciones de Rubiales, ya en frío tuvo
que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y valoró el hecho desde otra
perspectiva, la perspectiva de género. Y negó rotundamente su
consentimiento. Y también digo que aun cuando hubiera sido consentido, que
no lo parece ni lo creo, está fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos
grave claro.
Muchas
jugadoras de la selección española han manifestado son tratadas así en el
pasado, y en su diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de
trato machista, que las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se
plantaron las 15 que no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que
ocurría. Por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al
entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas.
Hay cinco palabras que he resaltado en negrita, y que
son con las que debería haber comenzado su escrito: “Lo que pienso es que”. Esa
es la realidad: todo lo demás, es quitarle la presunción de inocencia a un
hombre. Cuando llegue el juicio, será un juez el que, tras escuchar a las dos
partes y las pruebas presentadas, determinará quién lleva razón y quién no, nos
guste o no la decisión que tome. Mientras tanto, todo lo demás es “lo que uno
supone”. Y ya lo puede decir Pedro Sánchez, Miquel Iceta, Yolanda Díaz, Pam, Sussana Griso, Cristina Pardo, Echenique o
quién quiera, que todo es conjeturar. Recordemos que Irene Montero fue condenada hace escasos meses por el Tribunal Supremo a pagar 18.000 euros a un padre al que acusó de maltratador, y todo por afirmar algo que solo era el propio pensamiento de ella, no la realidad
Dar por hecho que “Jenni
Hermoso en un principio, lo normalizó” o que “ya en frío tuvo que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y
valoró el hecho desde otra perspectiva, la perspectiva de género” es hacer
creer al lector lo que pasó, sin duda alguna, cuando es simplemente lo que Asun
Quintana “cree que pasó”. A falta de una sentencia oficial, está extrapolando
sus propios pensamientos y dándolos por hechos comprobados.
Esto es hacer de verdugo imparcial, ya que,
directamente, confirma que las palabras del señor Rubiales son falsas, y que
hay que creerla a ella, sí o sí. Aquí ya aparece el consabido lema: “hermana,
yo sí te creo”. Pues no: no hay que creer a nadie, sea hombre o mujer, hasta
que lo demuestre. ¿No ha revelado los recientes casos del actor Johnny Depp, y
los futbolistas Benjamin Mendy y Mason Greenwood –todos ellos acusados de algún
tipo de violencia, agresión, abuso sexual o violación, y absueltos tras ser
despedidos de sus trabajos, pasar por la cárcel y haber sido masacrados por los
medios de comunicación y los movimientos feministas, que las mujeres también
mienten? Sin embargo, con nuestras leyes actuales, todo hombre, antes de que
ser juzgado por los jueces competentes, sufre el escarnio público y la
condenación.
Hará unos cuatro
años, muy cerca de mi casa, abrieron una pequeña tienda, tanto de productos de
ferretería como de comestibles. En una de las ocasiones, me acerqué a que me
hicieran una fotocopia del DNI. Le dije a la chica, de unos dieciocho a veinte
años, que me hiciera ambas caras en el mismo folio. Ella no sabía, y gastó
varias hojas, hasta el punto que le dije que lo dejara, que las imprimera en
folios distintos y que ya lo recortaría yo en casa. Hace unos días supe, por
boca del dueño, que la había despedido porque “no valía para el puesto y no
aprendía después de tanto tiempo”. Ella lo ha denunciado por acoso sexual y su
abogado pide tres años de cárcel. ¿Quién dice la verdad? Ni idea. ¿No la creeré
porque el desempeño que mostró el día que me atendió no fue el mejor? Sería
estúpido por mi parte. ¿Le creeré a él porque sus argumentos parecían
convincentes? Sería sumamente injusto. ¿Creeré a uno a otro por ser XX o XY??
Caería en la necedad. Por eso no juzgo lo que desconozco en detalle. Será, una
vez más, un juez el que lo haga.
Por algo Dios puso
Jueces en Israel: para hacer justicia, y no para que, el pueblo, movido por las
pasiones, tomara parte. Y en la actualidad es igual. El que es culpable, que
pague. El que no, no. Y que, ni lo uno ni lo otro, dependa de nuestras filias o
fobias, ni de nuestro sexo. De ahí que tengan que ser los instruidos señores
jueces españoles, los que decidan con Rubiales y cualquier otra persona, como
con los también futbolistas Dani Alves y Antony, junto a los que vengan en el
futuro, sean personajes famosos o gente desconocida y corriente. Y eso será
cuando haya sentencia firme –es decir, que ya no se pueda recurrir-, a favor o
en contra.
¿Los hombres
mienten y las mujeres no?
¿Por qué se no menciona lo que pasó en una discoteca de
Sant Quirze del Vallès (Barcelona)? Una menor de edad, supuestamente, fue
drogada y obligada a realizar una felación en medio de la pista de baile de un
local. Ella no recordaba nada... hasta que el vídeo fue difundido. Su madre
decía que “conocía muy bien a su hija” y que “ella no era capaz de hacer algo
así”. La prensa se hizo eco inmediatamente y, día tras día, repetía la noticia.
¿Cuál fue la verdad tras la investigación? Los
Mozos de Escuadra (Policía Autonómica Catalana), después de visionar las
cámaras de seguridad y entrevistar a los testigos, descartaron ambos hechos: ni la drogaron ni nadie la obligó a hacer lo
que hizo. Salvo la grabación y posterior difusión, todo fue consentido.
Simplemente, asustada de que sus familiares y conocidos pudieran llegar a ver
el vídeo, se inventó su propia película
y mintió. Por eso, “hermana, yo no te creo... hasta que las pruebas digan lo
contrario”. ¿Es que los cristianos, y las cristianas, no han aprendido
que la mujer de Potifar también dio falso testimonio?
¿Que no hay denuncias falsas? Sin duda, las hay.
“Bueno, pero los datos oficiales no respaldan tus palabras”. ¿Es que ya todo el mundo se ha olvidado del reciente caso de tres hermanas norteamericanas, que denunciaron haber sido violadas a
manos de tres chicos afganos en Murcia (España), y que, tras la investigación,
se descubrió que era todo inventado, que lo que querían era cobrar la
indemnización de un seguro antiviolación que habían contratado en su país de
origen?[1] ¿Y qué del también
futbolista Theo Hernández, denunciado por agresión sexual por la modelo hispano
rusa Luisa Kremleva, la cual, tras descubrirse la mentira, fue detenida por
“simulación de delito”[2]?
¡Qué casualidad que las masas solo sepan de hechos
donde el hombre resultó culpable, y no al contrario! ¿Tendrán algo que ver los
medios de comunicación de tal desinformación entre la población en general? Es
una pregunta retórica e irónica. Más de un caso conozco, incluyendo a un
compañero de trabajo, que estuvo setenta y dos horas en un calabozo, que pasó
las de Caín por una denuncia de su ex, que quería sacarle hasta el último euro,
y se sacó de la chistera una supuesta agresión... ¡cuando él estaba de viaje, bien lejos! ¡Hasta la amiga de su mujer declaró a favor de mi colega, mostrando
unos mensajes de wasap que la delataban a ella, sus embustes y malas
intenciones!
Además, cuando la demanda contra el hombre queda
sobreseída o se le declara no culpable, no queda registrada en la
Administración. Para que esto suceda, debe ser el hombre el que, a
continuación, demande a la mujer. Pocos hombres, tras el mal trago que han
pasado, tienen ganas y recursos económicos para contratar abogados y comenzar
un nuevo proceso judicial. Lo único que desean es pasar página y seguir
adelante. Como en este vídeo
explica la abogada Yobana Carril –que, aparte, afirma que “España no es un país
machista”, no se contabilizan los datos de todas las denuncias falsas para no
desincentivar a las mujeres que realmente son maltratadas (https://www.eldiestro.es/2019/10/la-abogada-yobana-carril-cuenta-el-vergonzoso-motivo-por-el-que-se-ocultan-los-datos-de-denuncias-falsas-de-mujeres-contra-hombres/).
¿Pero no era
“solo sí es sí”? “Haciendo la cama”
Y también
digo que aun cuando hubiera sido consentido, que no lo parece ni lo creo, está
fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos grave claro. Muchas jugadoras de
la selección española han manifestado son tratadas así en el pasado, y en su
diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de trato machista, que
las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se plantaron las 15 que
no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que ocurría.
Vuelvo a repetirme: si fue consentido o no, lo
determinará un juez en los tribunales, y no dependerá de lo que a Asun, o a
cualquier otra persona, le parezca o crea. En el caso de que fuera consentido,
habría estado fuera de lugar y del protocolo, pero nada más. Como la misma
famosa ley dice, “si dice sí, es sí, y, por lo tanto, no hay delito”. ¿O es que
ahora también el “sí” es “no”? Al paso que van, los hombres no van a querer dar
ni dos besos en la mejilla a una mujer, ni aunque ella quiera o lo permita.
Lo de la renuncia de las otras quince jugadoras... no
sé qué información ha leído, pero no fue “por denunciar lo que ocurría”. Ellas
pidieron el cese del entrenador Jorge Vilda, y así se lo hicieron saber a
Rubiales, el cual se negó, al no ver motivos para ello. Las razones que
adujeron fue que no estaba a la altura del cargo, y luego se supo que había también
razones personales: supuestamente, un exceso de control sobre sus horarios de
descanso, de la comida, de la exigencia física de los entrenamientos y del uso
del tiempo libre. Es “curioso” que las nuevas jugadoras, Campeonas del Mundo,
hayan dicho que el ambiente ha sido sensacional, como se pudo comprobar in situ
en el ya famoso vídeo del autobús.
Quizá, no lo sé, Asun no ha formado parte de un
vestuario profesional o amateur, o no esté muy puesta de los entresijos que
ocurren ahí, pero siempre es lo mismo: cuando los jugadores no están contentos
con el mister –sea por la táctica que usa, por los métodos de entrenamiento,
por la alineación, por la disciplina que se les exige, por la alimentación o
por cualquier otra cosa-, se le “hace la cama”, como conmúnmente se conoce.
Empiezan las malas caras, la desgana y las filtraciones a la prensa, con la
intención de que caiga el cabeza del grupo, y así poner a otro entrenador, más
de su agrado. Es lo mismo que hicieron previamente otras veintitrés jugadoras, que
pidieron por carta la dimisión del anterior seleccionador, Ignacio Quereda, al
considerar ellas que sus métodos eran “arcaicos” y le faltaba preparación.
Llevo cuarenta años viendo cientos y cientos de
partidos de fútbol, leyendo prensa y oyendo radio, y eso ha sido siempre de
dicha manera en absolutamente todos los deportes. E igual sucede con entrenadoras
femeninas. Es lo que aconteció con Anna Tarrés, que fue despedida tras las
quejas de una parte de las nadadoras de natación sincronizada[3].
No me voy a entretener en poner más ejemplos
concretos, involucrando al Real Madrid, al Barcelona, y a incontables equipos
nacionales y extranjeros, cuyos jugadores tomaron actitudes semejantes. Hasta
podría narrar mi propia historia personal dentro del mundo del Balonmano. Pero
no lo haré, porque, por su amplitud, eso daría para un libro y me desviaría del
tema principal.
Si cuando es de hombres a mujeres, se considera “machismo”, entonces,
cuando es de hombres a hombres y mujeres a mujeres, ¿qué es? ¿Y por qué se
silencia? ¿Por qué ahí no salen las mujeres a llenar Twitter con #seacabó?
El verdadero
significado de “tocarse”
Por eso
cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al entrenador como una
victoria de la testosterona sobre las niñatas.
¿Que lo de tocarse donde se tocó el señor Rubiales fue
de muy mal gusto, incluso obsceno? Sin duda. ¿Alguna vez he hecho semejante acto? No, ni se me
ocurriría. Ahora bien, en el mundo del deporte, ¿qué significa ese gesto entre
hombres? Todo el que lo practica de forma seria, lo sabe de sobra. Cuando
queremos animarnos unos a otros, decimos: “échale narices”, “pon toda la carne
en el asador” o “déjate el alma”, y siempre van en el mismo sentido: “removerte
las entrañas para encender tu ánimo y llevarte a correr como si te fuera la
vida”. Por eso, entre los no creyentes, son muy habituales la expresiones
“échale huev..” o “con dos cojo...”. ¿Suenan mal? Sí. ¿Deberían ser parte del
vocabulario de los deportistas o de cualquier otra persona? No. Pero su
“traducción” no va más allá de la que he expuesto. Y eso fue lo que expresó en
un momento de euforia desbordada Rubiales: “Habéis (hemos) ganado porque le
habéis (hemos) echado huev...”.
¿Estoy defendiéndolo? Ya he dicho que no. Es más:
nunca me ha caído simpático por algunas de sus actitudes en el pasado, también
contra otros hombres. Y con dicha escena en el palco de honor, en presencia de
la Reina y la Infanta, menos aun. ¿Debería haber dimitido? Posiblemente, aunque
ya ha pedido perdón en varias ocasiones. Pero de ahí a lanzarlo a las fauces
del infierno y considerarlo el adalid del machismo, hay un gran trecho.
Con todo lo reseñado, decir que “por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al
entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas”, es una
completa falacia que roza la calumnia, ya que dicho gesto no iba para ellas.
Nadie, ni siquiera las que acusan a Rubiales, han dicho nada al respecto,
porque ni ellas mismas lo han entendido en ese sentido.
Asun Quintana se equivoca, puesto que llega a una
conclusión desacertada, al partir de una premisa de la que le falta conocer el
significado de ciertas variables, como el código no-escrito que se da en los
vestuarios deportivos y que he explicado. Juzgar las intenciones de una persona
en función de la propia interpretación, a la que le falta ciertos datos
fundamentales, no es propio de aquellos que estamos llamados a juzgar con
juicio recto (cf. Jn. 7:24).
Me llama mucho la
atención que, por medio de un artículo, Protestante Digital haya hecho mención
al acto de Rubiales y, sin embargo, haya guardado absoluto silencio sobre los
pechos fuera de la cantante Amaral en su último concierto. ¿Se juzga lo primero
pero no lo segundo? ¿Vendemos la bajada del escote como una reivindicación,
una señal de libertad de la mujer?
Termino respondiendo a la pregunta del título: ¿Qué se
acabó exactamente? Tristemente, por un lado, la libertad de expresión, cuando
supone ir en contra de la versión oficial, sea en este tema o en cualquier otro. El precio a pagar es el insulto barato (machista, facha, ultraderecha, fascista, etc.), la cancelación y las amenazas. Y, por otro, todavía más grave: la presunción de inocencia
del hombre, sea quién sea. Ya no importa qué haga quién, sino quién lo hace: el
hombre.
Continuará
en ¿El mal entiende de géneros?
¿Cuándo acabará la guerra entre el hombre y la mujer, y qué precio estamos
pagando ambos mientras tanto?
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