lunes, 11 de septiembre de 2023

Hashtag: #Seacabó. ¿El machismo, el hembrismo, la desigualdad o qué exactamente?

 


- Este escrito, y su continuación, es mi respuesta al artículo que publicó hace unos días la pastora Asun Quintana, y que tituló#SeAcabó normalizar ciertas conductas” (https://protestantedigital.com/seneca-falls/67066/seacabo-normalizar-ciertas-conductas).

- Partiendo del “beso” de Rubiales a la jugadora Jennifer Hermoso, el artículo que ella escribe trata de visibilizar ciertas conductas machistas que siguen campando a sus anchas entre la sociedad. En letra cursiva, voy a citar partes de la autora para mostrar la otra cara de la moneda, la cual se suele omitir, provocando que se caiga en la subjetividad, y el precio que está pagando la sociedad por culpa de esta división de sexos, donde todo es blanco o negro, ahora también aupada desde ciertos púlpitos cristianos.

- Creo que sobra decirlo, pero nunca está de más recordarlo: mostrar mi desacuerdo con una persona no supone un ataque personal, sino ofrecer un punto de vista diferente.

- Nada de lo que voy a exponer tiene la intención de defender a Rubiales –fuera el beso consentido o no, algo que dirimirá la justicia-, ni actitudes semejantes, sino que, usando este caso, quiero explicar cuestiones que van más allá del relato generalista, donde se suele achacar todo al machismo, metiendo a cualquier hombre en el mismo saco. 

- Recuerda: en letra cursiva, las palabras de Asun; el resto, las mías.

¿Interpretación o realidad? ¿Quién debe juzgar?
Está circulando un nuevo video con el que se intenta responsabilizar a la jugadora Jennifer Hermoso, del gesto de Rubiales hacia ella. Viendo el video de las jugadoras celebrando la victoria, y riéndose del beso (ellas lo llaman beso, él lo llama pico para quitarle importancia). Lo que pienso es que están con la euforia de la victoria, y no se han parado a pensar con frialdad en el tema. No han asimilado lo que ocurrió. Lo están descubriendo en ese momento, se ríen, Jenni explica cómo le sujetó la cabeza (no dice nada en absoluto de la pregunta que supuestamente le hizo el presidente, de consulta antes de besarla), risas eufóricas y nerviosas…
Cuando la euforia baja, y ante las reacciones del presidente y de los medios, Jenni reflexiona y se posiciona ante este hecho. Porque cuesta asimilar y darse cuenta de que se nos ha vejado, cuando la vejación está integrada en la cultura.
Este gesto del beso forzado en la boca, como los calificativos subidos de tono, manoseo, etc. son hechos normalizados hace años... como se ha normalizado que un hombre, más aún un jefe, se puede permitir esto con sus subordinadas o empleadas. 
Las futbolistas lo normalizaron… como yo cuando lo vi, me rebotó en mi interior, me indignó y se lo dije a mi esposo. Y eso que pensé que igual tenían una relación entre ellos... lo dejé pasar con mucha incomodidad, como cientos de detalles de la vida diaria. Los dejas pasar.  Porque la sensación es como la de luchar contra una montaña que siempre ha estado ahí, y no te planteas moverla de su lugar...
Pero esto no es excusa. Jenni Hermoso en un principio, lo normalizó, aunque ya había dicho que no le gustó, en el primer video. Cuando se le fue la euforia y se le pidió su postura, ante las declaraciones de Rubiales, ya en frío tuvo que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y valoró el hecho desde otra perspectiva, la perspectiva de género. Y negó rotundamente su consentimiento. Y también digo que aun cuando hubiera sido consentido, que no lo parece ni lo creo, está fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos grave claro.
Muchas jugadoras de la selección española han manifestado son tratadas así en el pasado, y en su diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de trato machista, que las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se plantaron las 15 que no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que ocurría. Por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas.

Hay cinco palabras que he resaltado en negrita, y que son con las que debería haber comenzado su escrito: “Lo que pienso es que”. Esa es la realidad: todo lo demás, es quitarle la presunción de inocencia a un hombre. Cuando llegue el juicio, será un juez el que, tras escuchar a las dos partes y las pruebas presentadas, determinará quién lleva razón y quién no, nos guste o no la decisión que tome. Mientras tanto, todo lo demás es “lo que uno supone”. Y ya lo puede decir Pedro Sánchez, Miquel Iceta, Yolanda Díaz, Pam, Sussana Griso, Cristina Pardo, Echenique o quién quiera, que todo es conjeturar. Recordemos que Irene Montero fue condenada hace escasos meses por el Tribunal Supremo a pagar 18.000 euros a un padre al que acusó de maltratador, y todo por afirmar algo que solo era el propio pensamiento de ella, no la realidad
Dar por hecho que “Jenni Hermoso en un principio, lo normalizó” o que “ya en frío tuvo que reflexionar y pronunciarse, se dio cuenta y valoró el hecho desde otra perspectiva, la perspectiva de género” es hacer creer al lector lo que pasó, sin duda alguna, cuando es simplemente lo que Asun Quintana “cree que pasó”. A falta de una sentencia oficial, está extrapolando sus propios pensamientos y dándolos por hechos comprobados. 
Esto es hacer de verdugo imparcial, ya que, directamente, confirma que las palabras del señor Rubiales son falsas, y que hay que creerla a ella, sí o sí. Aquí ya aparece el consabido lema: “hermana, yo sí te creo”. Pues no: no hay que creer a nadie, sea hombre o mujer, hasta que lo demuestre. ¿No ha revelado los recientes casos del actor Johnny Depp, y los futbolistas Benjamin Mendy y Mason Greenwood –todos ellos acusados de algún tipo de violencia, agresión, abuso sexual o violación, y absueltos tras ser despedidos de sus trabajos, pasar por la cárcel y haber sido masacrados por los medios de comunicación y los movimientos feministas, que las mujeres también mienten? Sin embargo, con nuestras leyes actuales, todo hombre, antes de que ser juzgado por los jueces competentes, sufre el escarnio público y la condenación.
Hará unos cuatro años, muy cerca de mi casa, abrieron una pequeña tienda, tanto de productos de ferretería como de comestibles. En una de las ocasiones, me acerqué a que me hicieran una fotocopia del DNI. Le dije a la chica, de unos dieciocho a veinte años, que me hiciera ambas caras en el mismo folio. Ella no sabía, y gastó varias hojas, hasta el punto que le dije que lo dejara, que las imprimera en folios distintos y que ya lo recortaría yo en casa. Hace unos días supe, por boca del dueño, que la había despedido porque “no valía para el puesto y no aprendía después de tanto tiempo”. Ella lo ha denunciado por acoso sexual y su abogado pide tres años de cárcel. ¿Quién dice la verdad? Ni idea. ¿No la creeré porque el desempeño que mostró el día que me atendió no fue el mejor? Sería estúpido por mi parte. ¿Le creeré a él porque sus argumentos parecían convincentes? Sería sumamente injusto. ¿Creeré a uno a otro por ser XX o XY?? Caería en la necedad. Por eso no juzgo lo que desconozco en detalle. Será, una vez más, un juez el que lo haga.
Por algo Dios puso Jueces en Israel: para hacer justicia, y no para que, el pueblo, movido por las pasiones, tomara parte. Y en la actualidad es igual. El que es culpable, que pague. El que no, no. Y que, ni lo uno ni lo otro, dependa de nuestras filias o fobias, ni de nuestro sexo. De ahí que tengan que ser los instruidos señores jueces españoles, los que decidan con Rubiales y cualquier otra persona, como con los también futbolistas Dani Alves y Antony, junto a los que vengan en el futuro, sean personajes famosos o gente desconocida y corriente. Y eso será cuando haya sentencia firme –es decir, que ya no se pueda recurrir-, a favor o en contra.

¿Los hombres mienten y las mujeres no?
¿Por qué se no menciona lo que pasó en una discoteca de Sant Quirze del Vallès (Barcelona)? Una menor de edad, supuestamente, fue drogada y obligada a realizar una felación en medio de la pista de baile de un local. Ella no recordaba nada... hasta que el vídeo fue difundido. Su madre decía que “conocía muy bien a su hija” y que “ella no era capaz de hacer algo así”. La prensa se hizo eco inmediatamente y, día tras día, repetía la noticia. ¿Cuál fue la verdad tras la investigación? Los Mozos de Escuadra (Policía Autonómica Catalana), después de visionar las cámaras de seguridad y entrevistar a los testigos, descartaron ambos hechos: ni la drogaron ni nadie la obligó a hacer lo que hizo. Salvo la grabación y posterior difusión, todo fue consentido. Simplemente, asustada de que sus familiares y conocidos pudieran llegar a ver el vídeo, se inventó su propia película y mintió. Por eso, “hermana, yo no te creo... hasta que las pruebas digan lo contrario”. ¿Es que los cristianos, y las cristianas, no han aprendido que la mujer de Potifar también dio falso testimonio?
¿Que no hay denuncias falsas? Sin duda, las hay. “Bueno, pero los datos oficiales no respaldan tus palabras”. ¿Es que ya todo el mundo se ha olvidado del reciente caso de tres hermanas norteamericanas, que denunciaron haber sido violadas a manos de tres chicos afganos en Murcia (España), y que, tras la investigación, se descubrió que era todo inventado, que lo que querían era cobrar la indemnización de un seguro antiviolación que habían contratado en su país de origen?[1] ¿Y qué del también futbolista Theo Hernández, denunciado por agresión sexual por la modelo hispano rusa Luisa Kremleva, la cual, tras descubrirse la mentira, fue detenida por “simulación de delito”[2]?
¡Qué casualidad que las masas solo sepan de hechos donde el hombre resultó culpable, y no al contrario! ¿Tendrán algo que ver los medios de comunicación de tal desinformación entre la población en general? Es una pregunta retórica e irónica. Más de un caso conozco, incluyendo a un compañero de trabajo, que estuvo setenta y dos horas en un calabozo, que pasó las de Caín por una denuncia de su ex, que quería sacarle hasta el último euro, y se sacó de la chistera una supuesta agresión... ¡cuando él estaba de viaje, bien lejos! ¡Hasta la amiga de su mujer declaró a favor de mi colega, mostrando unos mensajes de wasap que la delataban a ella, sus embustes y malas intenciones!
Además, cuando la demanda contra el hombre queda sobreseída o se le declara no culpable, no queda registrada en la Administración. Para que esto suceda, debe ser el hombre el que, a continuación, demande a la mujer. Pocos hombres, tras el mal trago que han pasado, tienen ganas y recursos económicos para contratar abogados y comenzar un nuevo proceso judicial. Lo único que desean es pasar página y seguir adelante. Como en este vídeo explica la abogada Yobana Carril –que, aparte, afirma que “España no es un país machista”, no se contabilizan los datos de todas las denuncias falsas para no desincentivar a las mujeres que realmente son maltratadas (https://www.eldiestro.es/2019/10/la-abogada-yobana-carril-cuenta-el-vergonzoso-motivo-por-el-que-se-ocultan-los-datos-de-denuncias-falsas-de-mujeres-contra-hombres/).

¿Pero no era “solo sí es sí”? “Haciendo la cama
Y también digo que aun cuando hubiera sido consentido, que no lo parece ni lo creo, está fuera de lugar y es machismo. Pero sería menos grave claro. Muchas jugadoras de la selección española han manifestado son tratadas así en el pasado, y en su diaria relación con el entrenador y con Rubiales. Línea de trato machista, que las considera niñatas de pataleta y quejicas. Por eso se plantaron las 15 que no acudieron a los Mundiales para denunciar lo que ocurría.

Vuelvo a repetirme: si fue consentido o no, lo determinará un juez en los tribunales, y no dependerá de lo que a Asun, o a cualquier otra persona, le parezca o crea. En el caso de que fuera consentido, habría estado fuera de lugar y del protocolo, pero nada más. Como la misma famosa ley dice, “si dice sí, es sí, y, por lo tanto, no hay delito”. ¿O es que ahora también el “sí” es “no”? Al paso que van, los hombres no van a querer dar ni dos besos en la mejilla a una mujer, ni aunque ella quiera o lo permita.
Lo de la renuncia de las otras quince jugadoras... no sé qué información ha leído, pero no fue “por denunciar lo que ocurría”. Ellas pidieron el cese del entrenador Jorge Vilda, y así se lo hicieron saber a Rubiales, el cual se negó, al no ver motivos para ello. Las razones que adujeron fue que no estaba a la altura del cargo, y luego se supo que había también razones personales: supuestamente, un exceso de control sobre sus horarios de descanso, de la comida, de la exigencia física de los entrenamientos y del uso del tiempo libre. Es “curioso” que las nuevas jugadoras, Campeonas del Mundo, hayan dicho que el ambiente ha sido sensacional, como se pudo comprobar in situ en el ya famoso vídeo del autobús.
Quizá, no lo sé, Asun no ha formado parte de un vestuario profesional o amateur, o no esté muy puesta de los entresijos que ocurren ahí, pero siempre es lo mismo: cuando los jugadores no están contentos con el mister –sea por la táctica que usa, por los métodos de entrenamiento, por la alineación, por la disciplina que se les exige, por la alimentación o por cualquier otra cosa-, se le “hace la cama”, como conmúnmente se conoce. Empiezan las malas caras, la desgana y las filtraciones a la prensa, con la intención de que caiga el cabeza del grupo, y así poner a otro entrenador, más de su agrado. Es lo mismo que hicieron previamente otras veintitrés jugadoras, que pidieron por carta la dimisión del anterior seleccionador, Ignacio Quereda, al considerar ellas que sus métodos eran “arcaicos” y le faltaba preparación.
Llevo cuarenta años viendo cientos y cientos de partidos de fútbol, leyendo prensa y oyendo radio, y eso ha sido siempre de dicha manera en absolutamente todos los deportes. E igual sucede con entrenadoras femeninas. Es lo que aconteció con Anna Tarrés, que fue despedida tras las quejas de una parte de las nadadoras de natación sincronizada[3].
No me voy a entretener en poner más ejemplos concretos, involucrando al Real Madrid, al Barcelona, y a incontables equipos nacionales y extranjeros, cuyos jugadores tomaron actitudes semejantes. Hasta podría narrar mi propia historia personal dentro del mundo del Balonmano. Pero no lo haré, porque, por su amplitud, eso daría para un libro y me desviaría del tema principal. 
Si cuando es de hombres a mujeres, se considera “machismo”, entonces, cuando es de hombres a hombres y mujeres a mujeres, ¿qué es? ¿Y por qué se silencia? ¿Por qué ahí no salen las mujeres a llenar Twitter con #seacabó?

El verdadero significado de “tocarse”
Por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas.

¿Que lo de tocarse donde se tocó el señor Rubiales fue de muy mal gusto, incluso obsceno? Sin duda. ¿Alguna vez he hecho semejante acto? No, ni se me ocurriría. Ahora bien, en el mundo del deporte, ¿qué significa ese gesto entre hombres? Todo el que lo practica de forma seria, lo sabe de sobra. Cuando queremos animarnos unos a otros, decimos: “échale narices”, “pon toda la carne en el asador” o “déjate el alma”, y siempre van en el mismo sentido: “removerte las entrañas para encender tu ánimo y llevarte a correr como si te fuera la vida”. Por eso, entre los no creyentes, son muy habituales la expresiones “échale huev..” o “con dos cojo...”. ¿Suenan mal? Sí. ¿Deberían ser parte del vocabulario de los deportistas o de cualquier otra persona? No. Pero su “traducción” no va más allá de la que he expuesto. Y eso fue lo que expresó en un momento de euforia desbordada Rubiales: “Habéis (hemos) ganado porque le habéis (hemos) echado huev...”.
¿Estoy defendiéndolo? Ya he dicho que no. Es más: nunca me ha caído simpático por algunas de sus actitudes en el pasado, también contra otros hombres. Y con dicha escena en el palco de honor, en presencia de la Reina y la Infanta, menos aun. ¿Debería haber dimitido? Posiblemente, aunque ya ha pedido perdón en varias ocasiones. Pero de ahí a lanzarlo a las fauces del infierno y considerarlo el adalid del machismo, hay un gran trecho.
Con todo lo reseñado, decir que “por eso cuando ganaron Rubiales se tocó los testículos mirando al entrenador como una victoria de la testosterona sobre las niñatas”, es una completa falacia que roza la calumnia, ya que dicho gesto no iba para ellas. Nadie, ni siquiera las que acusan a Rubiales, han dicho nada al respecto, porque ni ellas mismas lo han entendido en ese sentido.
Asun Quintana se equivoca, puesto que llega a una conclusión desacertada, al partir de una premisa de la que le falta conocer el significado de ciertas variables, como el código no-escrito que se da en los vestuarios deportivos y que he explicado. Juzgar las intenciones de una persona en función de la propia interpretación, a la que le falta ciertos datos fundamentales, no es propio de aquellos que estamos llamados a juzgar con juicio recto (cf. Jn. 7:24). 
Me llama mucho la atención que, por medio de un artículo, Protestante Digital haya hecho mención al acto de Rubiales y, sin embargo, haya guardado absoluto silencio sobre los pechos fuera de la cantante Amaral en su último concierto. ¿Se juzga lo primero pero no lo segundo? ¿Vendemos la bajada del escote como una reivindicación, una señal de libertad de la mujer?

Termino respondiendo a la pregunta del título: ¿Qué se acabó exactamente? Tristemente, por un lado, la libertad de expresión, cuando supone ir en contra de la versión oficial, sea en este tema o en cualquier otro. El precio a pagar es el insulto barato (machista, facha, ultraderecha, fascista, etc.), la cancelación y las amenazas. Y, por otro, todavía más grave: la presunción de inocencia del hombre, sea quién sea. Ya no importa qué haga quién, sino quién lo hace: el hombre.

Continuará en ¿El mal entiende de géneros? ¿Cuándo acabará la guerra entre el hombre y la mujer, y qué precio estamos pagando ambos mientras tanto?

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