jueves, 14 de septiembre de 2023

¿El mal entiende de géneros? ¿Cuándo acabará la guerra entre el hombre y la mujer, y qué precio estamos pagando ambos mientras tanto?

 


La foto corresponde al beso no consentido que Jolene De’Lemos, dueña de caballos, le estampó al jinete irlandés de veintitrés años Sean Kirrane, cuando este logró ganar una carrera hípica en York, Inglaterra. Sucedió apenas unos días después del “caso Rubiales”.

Venimos de aquí: Hashtag: #Seacabó. ¿El machismo, el hembrismo, la desigualdad o qué exactamente? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/09/hastag-seacabo-el-machismo-el-hembrismo.html).

* Este escrito, y su predecesor –que es completamente necesario leer antes de entrar en este-, es mi respuesta al artículo que publicó hace unos días la pastora Asun Quintana, y qué tituló#SeAcabó normalizar ciertas conductas” (https://protestantedigital.com/seneca-falls/67066/seacabo-normalizar-ciertas-conductas).

* Recuerdo lo que ya dije al comienzo del otro:
- mostrar mi desacuerdo con una persona no supone un ataque personal, sino ofrecer un punto de vista diferente.
- Nada de lo que voy a exponer tiene la intención de defender a Rubiales –fuera el beso consentido o no, algo que dirimirá la justicia-, ni actitudes semejantes, sino que, usando este caso, quiero explicar cuestiones que van más allá del relato generalista, donde se suele achacar todo al machismo, metiendo a cualquier hombre en el mismo saco. 
- en letra cursiva, las palabras de Asun; el resto, las mías.

¿Solo el hombre es culpable?
Hace unos días, una amiga muy cercana paseaba con su bebé, y desde una ventana un hombre le empezó a decir palabras de contenido sexual, que iban subiendo de tono hasta la obscenidad. Eso sigue estando normalizado. A mi amiga le dio tanto, miedo que entró rápidamente en un portal.  Las mujeres se tienen que tragar estas cosas... Porque hasta hace nada eso era normal, nos teníamos (y tenemos) que aguantar. Incluso hace más años era un orgullo que te dijeran cosas por la calle. Ahora este acto se identifica como acoso callejero, y está multado. 

¿Conozco historias semejantes? Sí, hasta propias. Pero me basta con citar a una antigua amiga, a la que tres chicos toquetearon a plena luz del día. Aun así, ¿esto se limita de hombre a mujer? ¿Son, en exclusiva, los hombres los que dicen todo tipo de barbaridades a las mujeres? Asun, al decir que “por eso se puede entender a Jenni Hermoso y a las jugadoras en su primera reacción hacia ese beso. Esta normalizado en muchos ambientes. Esta asumido el piquito, la palmada en el trasero, colocarse casi encima de ti por detrás para ver tu pantalla, mirarte de arriba abajo, fijando los ojos en tus pechos, que te hagan burla por detrás, que te ignoren tus opiniones aquellos que saben menos porque se creen más listos por el simple hecho de ser varones,  que te hagan la vida imposible por ser mujer, que hagan chistes machistas, que ´te respeten mucho y consideren igual` pero no te dan oportunidad ni te dan participación a la hora de opinar y decidir...”, está obviando la otra realidad:

1) Hay mujeres de hoy en día, desde muy jovencitas, que “acosan” en grupo a los chicos de sus deseos. Y no lo hacen diciéndoles “qué guapos son”, sino expresándoles los que les “provoca” semejante cuerpo y, describiéndoles, con todo lujo de detalles, lo que harían con ellos si se lo llevaran al huerto. Y cuando no les hacen caso, llegan al bullying. De miradas lascivas, ni hablemos: de 360º, de norte a sur y de este a oeste. Y esto sucede tanto en los institutos como en las discotecas, pubs y lugares de trabajo.
Nada de esto sale en la prensa ni se suele contar –y menos a un pastor-, porque los chicos, tanto jóvenes como adultos, no suelen hacerlo, por vergüenza y el miedo al que dirán sobre una supuesta “falta de hombría” por no acceder a dichas peticiones y propuestas.
De los cientos de mujeres que he conocido a lo largo de mi vida, tanto cristianas con las que no lo son, el 99,99999% jamás ha tenido experiencias como la que cuenta Asu, ni como la que he señalado yo. Pero claro, solo se saca a relucir a la amiga o a la conocida a la que dijeron alguna indecencia o con la que se sobrepasaron.

2) Instagram y Tik-Tok está lleno de niñas, que visten y bailan como si fueran gogós, imitando lo que ven en otras mujeres de más edad, el conocimiento y consentimiento de las madres, normalizando conductas sexuales impropias en crías.

3) En el presente, las adolescentes beben alcohol igual que los hombres, y en algunos países se emborrachan incluso más. Lo que antes era una proporción de 3 a 1, está más cerca de 1 a 1 a nivel mundial, como muestran los estudios[1].

4) La promiscuidad no es exclusivo de los hombres. Cuando se les pregunta a las mujeres por el número de parejas sexuales que han tenido, la respuesta suele oscilar entre las seis y las doscientas[2].

5) Cada vez se ve como más normal las llamadas “sugar baby”, donde mujeres ofrecen una relación sentimental, solamente por intereses económicos. El hombre se favorece de ella –que le ofrece “placer”, “cama” y “atención”-, mientras la mujer se favorece de él –que le ofrece “dinero”, “regalos” y “fiestas”. España es el quinto país del mundo con más usuarios en aplicaciones que buscan este tipo de “relaciones”, con más de 400.000 suscriptores[3]. Escuchar a las propias chicas en México hablando del tema me impactó sobremanera hace un par de días: “Las formas de ganar dinero facil en 2023 (los papis azucarados)” (https://www.youtube.com/watch?v=Izlq1fFEfRE).

¿También achacamos todas estas “actividades” solo al machismo?

Desigualdad ante los mismos actos
¿Dónde están las feministas, que llevan un mes quejándose del beso de Rubiales como si fuera el gran cataclismo mundial, clamando al cielo por el beso que le robó, de forma no consentida, Jolene De’Lemos, dueña de caballos, al jinete irlandés Sean Kirrane, cuando este logró ganar una carrera hípica en York, Inglaterra, como se ve en la foto del encabezado? ¿Dónde están los programas de televisión dedicando horas y horas de programación al suceso? ¿Por qué la Fiscalía de dicho país no ha dicho nada de nada, ni el Gobierno? ¿Por qué la Federación de hípica no ha prohibido que sus caballos vuelvan a competir? Si él hubiera decidido denunciar, sería el hazmerreír del mundo entero. ¿Ahí no hubo abuso de poder, agresión sexual ni coacción? Ah, no, eso fue un momento de euforia, dicen. ¿Y lo de Rubiales, qué fue entonces, un actor porno abusando de una cría? La doble vara de medir, es evidente, aunque muchos seguirán sin verla.  
Es lo mismo que sucede cuando un padre mata a su hijo: aparece en letras grandes, en primera plana de la prensa generalista, durante semanas. Se organizan manifestaciones y todo tipo de actos de repulsa. Cuando es una madre la que comete el mismo acto, en la mayoría de las ocasiones se pasa de puntillas en los medios. Muchas veces, salvo en algunos extremadamente llamativos (como el de los niños Gabriel u Olivia), ni nos enteramos. La diferencia de visibilidad que se le da a unos y a otros, según el género del asesino, es abismal.
Es más, cuando es el varón el que lo comete, es un asesinato, por parte de un hombre malvado, frío, retorcido, machista y en plena posesión de sus facultades mentales. Pero cuando es la mujer, se retuerce el lenguaje hasta lo enfermizo para llamarlo “suicidio ampliado” o “asesinato por compasión”, llevado a cabo por una mujer que tenía problemas mentales o estaba deprimida. De nuevo, el doble rasero, que resulta grotesco.
Para los cinco puntos señalados anteriormente y la historia del corredor, no hay hastag #seacabó, ni bailes, ni campañas como “contra la violencia, tolerancia cero”. Mejor señalar solo a los hombres, ¿verdad?
Las feministas piden cárcel para Rubiales, al mismo tiempo que se permiten homenajes a terroristas y se habla de amnistía a una serie de personajes siniestros que quieren desmontar el país, algunos de ellos fugados de la justicia. Como dice el humorista José Mota: estamos “tontos del tó”.

El mal no entiende de géneros
Asun iniciaba su escrito con el texto de Isaías 5:20-23, donde se habla en contra de aquellos que “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz”. ¿Eso significa que los que esperamos a que la Justicia decida estamos en el lado de las tinieblas, al interpretar los hechos de manera diferente, tanto en el caso de Rubiales como en los postulados de determinados movimientos feministas, y que no nos sentimos representados por estas corrientes? Es lo mismo que se hace a nivel secular, desde la política: cuando difieres de ellos, te tachan de machista, facha, ultraderecha y fascista. Han convertido la libertad de expresión en delito de odio.
Esta discriminación ya ha llegado a las aulas, como podemos ver en este adolescente español, donde él mismo explica que, por oponerse ante el feminismo radical, usando las palabras y la argumentación, está sufriendo el acoso, hasta el punto de ser agredido, tanto por chicas y como por chicos (aquí el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=ka0ZVBYZOP8).
¿Pero qué enseña la Biblia? Que “no hay justo, ni aun uno” (Ro. 3:10). Ni hombres ni mujeres. Aunque también salvó a su casa, Dios solo vio justo a Noé en esa generación (cf. Gn. 7:1). Al resto, hombres y mujeres, los destruyó en el diluvio, ya que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5). En Sodoma y en Gomorra no había ni diez justos entre hombres y mujeres. Y, en el año 2023, si no fuera por el sacrificio de Cristo en la cruz, seguiríamos sin encontrarlos.
De las obras de la carne citadas por Pablo en Gálatas 5:19-21 (adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas), participan activamente tanto hombres como mujeres. Un único ejemplo que podemos mencionar –por lo sorprendente que resulta- es en el aumento de enfermedades de transmisión sexual: “Pese a que se dan más en hombres (65%), llama la atención el espectacular aumento de casos en mujeres, con un incremento superior al 1.000%, según datos aportados por Bloom, un observatorio de salud femenina, relativos al período 2012-2019”[4].
Todas las mujeres que quedan embarazadas sin desearlo por una aventura de una noche, ¿fueron por una violación, o a causa de que ellas también se dejaron llevar por un momento de pasión? ¿Culpamos también de eso al heteropatriarcado y a los marichulos? Menos culpar a un género, y más repartir culpas.
Que no se le olvide a nadie: tanto hombres como mujeres, están enfrascados en todo tipo de pecados y perversidades. Cuando leo “el machismo es una ideología, una forma de ver el mundo, de ver a la mujer como ser inferior. Y se necesita un verdadero y profundo cambio de mentalidad. Por eso es tan difícil la rehabilitación de un maltratador, pero no imposible. Sé, como seguidora de Jesús, que el cambio profundo y total sólo puede venir a través de Él”, comparto dicha forma de pensar, puesto que sigue habiendo mucho “cavernícola” suelto, pero se hace tanto énfasis que parece que solo existe el machismo, y que es el mayor mal de la humanidad.  
¿Que todo hombre de bien está en contra del machismo? Es evidente. ¿Que el machismo llama más la atención por sus efectos? Está claro que sí. ¿Que la misandria también anida por doquier, como una contrarréplica revanchista? Basta no autocegarse para conocer la respuesta. De ahí que ambos son culpables ya que el mal no entiende de géneros.
Dejando a un lado la teología, que enseña que, ante Dios, “no hay nadie bueno”, de entre esa cantidad que cité de personas con las que he tratado, puedo decir, sin ninguna duda, que, en términos meramente humanos, la proporción de hombres “malos” y mujeres “malas”, hombres “buenos” y mujeres “buenas”, era la misma.

La “normalización” del mal
Recordemos también el episodio de los colegios mayores en Madrid, donde desde el ´de los chicos` se vociferaba a voz en grito ante el “de las chicas”, insultándolas de la manera más obscena, tratándolas como vulgares objetos sexuales. Pues bien, algunas chicas ya habían normalizado estos actos, y lo tomaban como una broma o parte de la ´cultura estudiantil´.

Al igual que vimos en el primer artículo el significado que suele darse a expresiones groseras como “échale huev..”, hay otras muchas que se usan coloquialmente para referirse a otras personas. Palabras malsonantes, y que siempre se han empleado como insulto o para faltarle el respeto a los demás, muchas veces se usan con otra intención, incluso humorísticos. Y aquí me refiero a “hijo de p...”, “cabr..” y otras por el estilo. Por eso se utilizan incluso en chistes o de forma sarcástica en ciertos contextos y cuando hay confianza.
¿Me agradan? Ni de lejos. ¿Las digo? Jamás. ¿Me resulta chocante escucharlas, aunque sea entre colegas o amigos inconversos? Mucho. Pero es lo que tiene este mundo, que no vive según los principios de Dios y del propio decoro. Y eso fue lo que mismo que pasó en aquel colegio mayor, donde no se le concedía importancia. Eran expresiones vulgares –barbaridades que reprocho con toda contundencia-, pero que no llevaban ese halo de maldad que desde afuera muchos presuponían.
Dicho esto, repito lo que ya analizamos: las chicas también son partícipes de este tipo de mal, como de cualquier otro. En esta situación en particular, hasta ellas mismas reconocían que les dedicaban cánticos y frases semejantes hacia los chicos. Y cualquiera que haya tenido trato de compañerismo con mujeres en los estudios o algún trabajo, sabe bien cuán habitual son las conversaciones entre ellas sobre los hombres y los comentarios que hacen. Me ahorro mencionarlos porque estamos en horario infantil... ¿Y las despedidas de solteras? Eso daría para una saga más larga que Star Wars.
Todo eso, absolutamente todo, lo hacen mujeres de todas las edades y espectros sociales: altos, medios y bajos. Pero de eso nadie habla..., solo del machismo, machismo y machismo, y de lo “normal” que nos resulta. Aunque sea de otra índole, estamos ante una Nueva Inquisión, promulgada por los nuevos Torquemada.

Ah, pero tú eres hombre
Algunos dirán: “ah, como tú eres hombre, te pones de parte de ellos” o “hablas bajo tu sesgo machista”. Son los dos comodines que sirven para todo y que suelta el feminismo cuando quiere señalarte y silenciarte. El que tenga un pensamiento tan ideologizado como ese, le diría tres cosas:

1) Se puede estar de acuerdo o no, pero los argumentos que he expuesto son claros como el agua y no dependen de mi género. Ademas, conozco a muchas mujeres que piensan exactamente igual que yo, y he leído a otras tantas en prensa y redes sociales con la misma opinión.

2) Uno de mis lemas de vida se basa en la célebre frase de Aristóteles: “Amicus Plato, sed magis amica veritas” (Platón es mi amigo, pero más amiga es la verdad). Por mucho que admirase a su maestro Platón y lo considerase su amigo, para el filósofo era más importante la verdad. Ni apoyo ni estoy “en contra de”, sea el otro hombre, mujer, blanco o negro. ¡Como si es un alienígena! ¡Me da exactamente igual! Lo único que debería importarle a todo el mundo es la verdad.

3) Afirma Asun: “Concluyendo, no cambia la cuestión principal este último video donde se ve a Jenni y al resto de compañeras riéndose del beso. No nos aporta nada que cargue la responsabilidad a la jugadora, que es lo que intenta Rubiales”. ¿Cómo qué no? Lo cambia absolutamente todo. He leído a numerosísimas personas que han cambiado de opinión tras ver el susodicho vídeo. Y me repito por enésima vez: será el juez el que llegue o no a tales conclusiones.
Escuchen a alguien que sabe infinitamente más de leyes que Asun Quintana y que yo, como es la abogada Begoña Gerpe. Espero que haga reflexionar y despertar a más de uno. Aquí les dejo dos vídeos, entre otros, donde trata el tema en cuestión:

- “El vídeo que desmonta el relato de Jennifer Hermoso” (https://www.youtube.com/watch?v=1AqWOH970yQ
- “Me sentí víctima de una agresión”. Jennifer Hermoso habla (https://www.youtube.com/watch?v=pOjEj1kibQw).

El precio que estamos pagando ambos sexos
Todo lo que estamos contemplando ante nuestros ojos, parece más bien una venganza, donde se prefiere generalizar a todo el colectivo masculino y, a su vez, destruir la presunción de inocencia del hombre, en un intento de resarcir a todas las mujeres, tanto del pasado como del presente. Lo único que están logrando es:

1) Que los machistas de verdad lo sean aún más.

2) Que muchas mujeres terminen odiando a los hombres por el simple hecho de serlos, colgándoles el sambenito de que todos son potenciales maltratadores, violadores y asesinos, como se observa en muchas marchas feministas y en todo tipo de vídeos en las redes, donde les dedican cánticos ofensivos, y se postulan en contra del matrimonio y de tener hijos.

3) Que no se vaya a las causas que se esconden detrás de cada asesinato y acto de violencia, y siga dándose por hecho que siempre es causado por el “odio” a un género.

4) Que se esté produciendo un nuevo fenómeno, cada vez más común: crear, en los que no son machistas, un sentimiento de animadversión hacia un amplio espectro de mujeres. El hartazgo que sienten muchos hombres de que se les criminalice por todo, está llegando a unos límites peligrosos y, si sigue por estos derroteros, tarde o temprano, va a acabar mal, donde no descarto algún tipo de desgracia, causada por algunos individuos que implosionen a nivel emocional y lo paguen con inocentes.

5) Que las víctimas de verdadero acoso y abuso sexual se sientan ninguneadas.

6) Que las nuevas generaciones de chicas crezcan creyendo que el “empoderamiento” sea “menospreciar al género masculino” y el “libertinaje”, que ya no distinguen del término “libertad”.

7) Que se esté creando un caldo de cultivo de puro odio, donde ya estamos viendo sus primeros frutos: una brecha social entre hombres y mujeres, como los causados, por ejemplo, por el independentismo catalán, con rupturas de relaciones familiares y amistades, según en qué bando se sitúe cada uno respecto a los postulados feministas.

8) Que hombres y mujeres ya no seamos iguales ante la ley, que se favorezca a uno por encima del otro con las llamadas “cuotas” de género, y que se hagan pruebas diferentes para acceder al mismo puesto de trabajo. Es una completa burla a cualquier inteligencia la expresión “discriminación positiva”. ¿Se acabó lo que nos conviene pero no se acabó lo que nos favorece? ¿Igualdad? Ya se nota.

9) Que se haga un énfasis tan desmesurado en el machismo –y que sí, hay que afrontarlo cuando surja en todas sus variantes-, que se generaliza y se magnifica todo con una ligereza que asusta. Parece que todo gira en torno a dicho asunto, dejando en un segundo plano otros iguales de graves o mucho más, como la sexualización de las adolescentes, el acceso libre a la visualización de pornografía desde la misma infancia, la promiscuidad entre los jóvenes, el aborto indiscriminado, la libre elección de sexo independientemente de lo que muestre la biología, y la excarcelación de violadores y pederastas. Estos temas, y muchos que me dejo en el tintero, ahí están, se saben, pero ... #noseacabó.

Conclusión
Bíblicamente, el origen es muy claro: el huerto del Edén, Adán culpó a Eva, y ella al diablo; ninguno de los dos fue capaz de asumir su propia culpa. Y así seguimos miles de años después.
Como creyente, pocas cuestiones me resultan más tristes que contemplar lo que está sucediendo a nivel mundial, donde somos carnaza para aquellos que nos gobiernan, y muchos, cegados todavía, son usados sin ser conscientes de ello, dejándose enfrascar en batallas sin fin. Es otra forma de sectarismo, y del que los creyentes deberían huir.
Ser parte de un hastag denominado “seacabó” –aparte de no servir para nada-, mientras que no se hace ni una sola manifestación en contra de los causantes de la “ley del solo sí es sí”, que ha rebajado la pena a más de mil violadores y pederastas, es dantesco, donde se le hace el juego al feminismo radical, que solo denuncia lo que no le gusta, callando ante otras muchas injusticias y actos de maldad, como las citadas párrafos atrás. Por otro lado, cae en la ingenuidad de negar lo escrito en la Biblia: que el mal –sea el que sea- no se acabará hasta que Cristo regrese, y que todo lo demás, sin conversión individual, son parches. Hasta ese día, el mal se multiplicará (cf. Mt. 24:12).

Espero y deseo que algo cambie, y que más hombres y mujeres despierten.

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