lunes, 15 de enero de 2024

30 monedas (1ª parte): Los cainitas, el evangelio apócrifo de Judas y los gnósticos

 

Para que quede claro desde el comienzo, y no haya confusiones sobre un posible error por mi parte:

- Cuando uso “Dios”, con D mayúscula, me refiero, obviamente, al Dios de la Biblia, el único verdadero. Por el contrario, cuando lo cito en minúscula, “dios”, hago referencia al inventado por los seres humanos.
- De igual manera, cuando escribo “Evangelio”, con la E inicial en mayúscula, hablo de los cuatro evangelios auténticos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), y cuando lo escribo en minúscula, me refiero a los apócrifos (falsos).

Los ingredientes “producto televisivo español” y “género de terror”, por separado, ya me producen tal rechazo que suelo evitarlos, pero juntos se multiplica por mil: huyo a toda costa. Y la serie “30 monedas” cumplía ambos requisitos. Pero, tras saltarme incontables veces en YouTube el tráiler de la segunda temporada, y atraerme, decidí ver el primer capítulo y darle una oportunidad. Para que engañar a nadie: me enganchó rápidamente. Salvo alguna actuación sobreactuada –como una anciana que parece La vieja del vicillo, del humorista José Mota-, del resto destaca casi todo, desde sus interpretaciones hasta la producción, destacando por encima de todo lo bien hilvanada que está su premisa. Se nota que el director Alex de la Iglesia ha puesto toda su pasión, aparte que ha tenido los medios necesarios a su alcance para plasmar lo que tenía en mente... excepto el último capítulo de ambas temporadas, que, visto lo visto, exigía un presupuesto hollywoodense, quedándose bastante descafeinados y de serie B, con momentos de verdadera vergüenza ajena.
Aunque luego profundizaremos en ella –ya que, más allá de la ficción, tiene un trasfondo histórico verdadero-, la trama gira en torno a la secta de los cainitas –quienes existieron realmente-, compuesta por sacerdotes, cardenales y obispos, que se han infiltrado en el Vaticano, y andan a la búsqueda de las treinta célebres monedas con las cuales fue recompensado Judas por traicionar a Jesús. Según nos cuentan, ellas tienen poderes místicos, tales que su poseedor se convertirá en el antipapa. Los miembros de esta secta ha vendido su alma al diablo, y están a la espera de hacerse con el control del planeta. El demonio perdió cuando fue desterrado del cielo, y ahora quiere reinar en este mundo, trayendo el caos más absoluto, bajo su dominio.
El antipapa, escoltado por el diablo

Verla o no verla, he ahí la cuestión
Antes de destapar qué se esconde detrás de dicha serie, quiero responder a las objeciones para visualizarla. Hay cristianos que podrán decir que les provoca rechazo la temática, y los puedo entender. En mi opinión, hay tres razones que se pueden presentar como argumento para no ver dicha serie, u otras semejantes, como “Misa de medianoche: Entre la fe y el fanatismo religioso” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/10/misa-de-medianoche-entre-la-fe-y-el.html):

1) La más lógica: el individuo prefiere ocupar su tiempo libre o de ocio en otros menesteres que le interesan más. Si es así, lo aplaudo.

2) Aunque está envuelta en una trama de fantasía pseudoreligiosa, trata asuntos sobrenaturales y demoníacos, por lo que algunas imágenes pueden resultar perturbadoras, junto a otras donde la sangre hace acto de aparición. A los que no quieran contemplarla por esta razón, o son aprensivos, los comprendo y los respeto por su decisión. En mi caso, es la causa exacta por la cual rehúyo películas de exorcismos o espíritus; no porque me den miedo, sino porque me dejan muy mal cuerpo. Con “30 monedas”, cuando olía que se venía alguna escena desagradable, hacía como los niños: me ponía la mano en la cara, y listo.
Sobre los otros momentos subidos de tono, mi consejo para todo el mundo es que el que llevo años aplicando muchos años: tu mejor aliado es el mando a distancia, concretamente el botón “las dos flechitas a la derecha”, y que sirve, como todo el mundo sabe, para pasar las imágenes hacia adelante. Problema resuelto, y más sencillo, imposible.

3) Otros se niegan a ver este tipo de contenidos alegando que “puede afectar a los débiles en la fe”. Ahí estoy en desacuerdo. La fe no es algo etéreo, algo en lo que se cree sin más y que está vacía de razonamientos, como si ante el más mínimo titubeo las creencias sobre Dios desaparecieran. La fe, la auténtica fe, sobreabunda en pruebas: aunque no vemos cara a cara al Señor en el que hemos creído, la vida de Jesús, sus palabras, acciones, milagros, muerte y resurrección, junto a las evidencias sobre la veracidad de la Biblia, están ahí, disponibles para todo el mundo. Y el que tenga dudas, solo tiene que leer e investigar, en lugar de mirar para otro lado o echarle la culpa de su “débil fe” a las obras elaboradas por ateos o personas del mundo televisivo y cinematográfico. Grandes libros de apologética se han escrito a lo largo de los siglos, para el deleite de toda persona, destacando, entre otros muchos, los de C.S. Lewis, Josh McDowell, Lee Strobell o César Vidal. Además, bien mandó Jesús: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39).

Este párrafo lo he añadido tras ver la segunda temporada. Aunque cada uno es libre de hacer lo que considere oportuno, personalmente NO recomiendo ver la serie por un motivo en particular: determinadas escenas de la primera tanda de capítulos –que me parecen mucho mejores que su continuación- tenían un pase, no porque no fueran duras –que lo eran-, sino porque eran escasas, pero en la segunda temporada sobrepasa todo límite. Por citar un solo ejemplo, la representación del infierno y de lo que allí sucede –el arquetípico espectáculo, y antibíblico, de los demonios torturando a los humanos condenados-, es grotesco, bizarro, enfermizo, hiriente a toda sensibilidad y de muy mal gusto. Secuencias como esas y otras me obligaron a apartar la mirada en más de una ocasión y en usar el mando para saltarlas.

Dicho todo esto, aclaro que, para lo que vamos a aprender en las siguientes líneas, no es necesario haber visto la serie. Lo interesante no es la ficción que se nos cuenta, sino lo que hay detrás, que parte de las creencias de una secta –los cainitas-, que surgió en los primeros siglos de la cristiandad bajo el amparo de los gnósticos, y donde acabaremos explicando el porqué a la humanidad le gusta este tipo de historias.

Las herejías y los gnósticos
Prácticamente, desde su comienzo, el cristianismo se enfrentó a diversas facciones que predicaban herejías, como el Docetismo y el Adopcionismo, de las que hablé brevemente en el primer capítulo de mi libro “Herejías por doquier” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/normal-0-21-false-false-false-es-x-none_21.html). Y uno de estos grupos heréticos fueron los gnósticos, seguidores del gnosticismo, que viene de la palabra griega gnosis (“conocimiento”, “ciencia”). ¿En qué creían?:

- Para los gnósticos, Jehová, el Dios del Antiguo Testamento, no es el Dios todopoderoso y bueno que los cristianos conocemos, sino el Demiurgo, una divinidad inferior y malvada que creó el universo, siendo menor al que consideran el verdadero dios. Este dios, el de los gnósticos, a causa de su propia perfección, está oculto, no se relaciona con el resto de seres imperfectos y, por lo tanto, es incognoscible (“no se puede conocer”). El Demiurgo solo es un ser más que emanó del verdadero dios, esclavizando el espíritu de los humanos a la materia y a la carne.

- Aseguraban que la materia es inherentemente mala –de ahí que digan que dios no pudo crearla-, mientras que el espíritu es bueno. Por eso consideraban que el cuerpo de Cristo era una mera apariencia (docetismo).
Algunos de ellos propugnaban un estilo de vida asceta, donde se debía castigar el cuerpo para liberar el espíritu. Otros, en el polo opuesto, recalcaban que daba exactamente igual lo que se hiciera con el cuerpo, aunque fuera malo o considerado inmoral –promulgando así el libertinaje-, ya que la salvación dependía únicamente de la parte espiritual del hombre.

- Conforme a este principio, en su falso evangelio, se inventaron que Jesús le agradeció a Judas que lo entregara: así, al morir, podría “liberarse” de su cuerpo, que, recordemos, al ser material, consideraban malvado. De esta manera podría volver al mundo de los espíritus, al reino grande e ilimitado cuya inmensidad no ha visto ninguna generación de ángeles» (nº. 47 del apócrifo).

- Para ellos, Jesús no es Dios ni el Hijo del Padre, sino un poder celestial o semi-dios, que se vistió de hombre sin serlo, enviado del verdadero dios, que vino a destapar las mentiras de Jehová y a mostrar la salvación.

- Consideran que la salvación no es por fruto de la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz, sino por el conocimiento (gnosis) de las “verdades” anteriormente citadas. En consecuencia, el hombre se puede salvar a sí mismo.

En su intento de corroborar sus dichos, afirmaron que, como privilegiados, habían recibido conocimientos ocultos y superiores al resto, todo ello de parte de individuos que habían tratado directamente con Jesús. Y como Judas había sido uno de ellos, supuestamente, “el favorito”, le atribuyeron la autoría para respaldar sus falsas creencias, que consistían en tomar parte de la fe cristiana y readaptarla a los conceptos del gnosticismo. En el fondo, una nueva forma de sincretismo religioso. Lo que ellos no sabían, o no esperaban, es que sus mentiras saldrían más temprano que tarde a la luz, puesto que ese supuesto evangelio fue rubricado entre uno y dos siglos después de la muerte de Judas, por lo que él no supo nada al respecto, ya que ni siquiera fue su pluma la que lo llevó a cabo. Por lo tanto, es una obra anónima, del que se desconoce el autor exacto.
Todo lo reseñado es pura teología satánica que confrontó Ireneo de Lyon, obispo y mártir fallecido en el año 202: Por lo tanto, que ninguno piense que existe otro Dios Padre distinto de nuestro Creador, como lo imaginan los herejes, que desprecian al Dios verdadero y hacen un ídolo del Dios inexistente, creándose un padre por encima de nuestro Creador y tienen para sí el haber descubierto algo más grande que la verdad. En realidad, todos estos son impíos y blasfeman contra su Creador y Padre como ya hemos demostrado en la Exposición y Refutación de la falsa gnosis. Otros, todavía desprecian la venida del Hijo de Dios y la economía de su encarnación trasmitida por los Apóstoles y vaticinada por los profetas para la restauración de la humanidad, como concisamente hemos demostrado. También a estas personas hay que contarlas entre los incrédulos”[1].

¿Quiénes eran los cainitas? & Los Evangelios apócrifos
Los cainitas eran parte del movimiento de los gnósticos. Como nos cuenta nuevamente Ireneo, los cainitas surgieron en el siglo II en el este del Imperio Romano. Se basaban en el Evangelio apócrifo de Judas, y entre sus fundamentos principales estaba venerar a Judas Iscariote y a Caín, especialmente a este último; de ahí el nombre con el que se identificaban. En general, aunque tenían muy pocos seguidores, rendían culto a todos los que se enfrentaban al Dios del Antiguo Testamento, al que consideraban una divinidad menor y cruel, que había robado la chispa divina a los mortales. Por eso rendían pleitesía a los ya mencionados, y a otros como Esaú o Coré, e incluso a los sodomitas, al considerarlos víctimas de este falso dios. 
Mientras que, realmente, Judas fue un traidor que se suicidó por la terrible culpa que le embargó, y al que Jesús llamó “el hijo de perdición” (Jn. 17:12), el apócrifo lo presenta como el discípulo predilecto de entre los apóstoles, y que conocía al verdadero dios, distinto al de los judíos y mostrado en el Antiguo Testamento. Según el falso evangelio, le llegó a decir a Jesús que sabía realmente quién era él: Yo tengo conocimiento de quién eres tú y de dónde vienes. Tú vienes del inmortal reino de Barbelo”. En los antiguos textos gnósticos, Barbelo era la Divina Madre de todo.
Al saber esta verdad, Jesús le prometió revelarle secretos que nadie más conocía, ni siquiera el resto de apóstoles: “Aléjate de los demás y te diré los misterios del reino”. Mientras que Pablo enseña que la salvación es por gracia (cf. Ef. 2:8-9), ellos, como buenos gnósticos, promulgaban que se lograba por el conocimiento oculto y especial, solo apto para algunos elegidos.
Según estas ideas, fue el Maestro mismo el que le pidió que lo entregase, como parte de su plan, donde no hay ni crucifixión, ni muerte, ni resurrección. En dicho relato falaz, Jesús le dijo a Judas: Tú serás el decimotercero, y serás maldito por generaciones y vendrás para reinar sobre ellos”.
Después de haberme leído en evangelio apócrifo de Judas –es muy breve, aparte de que el original está incompleto-, puedo confirmar lo que todo el mundo afirma de tal escrito: parece que estás leyendo a Nostradamus o cualquier manuscrito New Age, ya que muchas partes son incomprensibles y ambiguas, donde cada uno puede interpretar lo que le venga en gana. Por otro lado, está tan mal narrado que mi sobrina de once años escribe redacciones con mayor sentido. Mientras que para entender al Jesús de la Biblia no hace falta tener estudios de ninguna clase, el apócrifo no lo comprende ni un experto en jeroglíficos. Si un escrito semejante se publicara hoy en día, se diría que el autor estaba bajo el influjo de alguna sustancia alucinógena.
Estos despropósitos, y todos los concernientes al gnosticismo, fueron refutados por Ireneo, en su serie de libros titulados “Contra las Herejías”. Según el obispo, la raíz y las ideas de dicho falso evangelio estuvo en el mago Simón, al que conocemos por los Hechos de los Apóstoles, donde se nos cuenta que quiso comprar con dinero el poder para hacer milagros, siendo duramente reprendido por Pedro. Como ya hemos apuntado, los cainitas inventaron el Evangelio de Judas, en un intento de respaldar sus creencias.

Continuará en 30 monedas (2ª parte): Un bochorno teológico al servicio del diablo & ¿Por qué la humanidad prefiere los cuentos de viejas antes que al Dios de la Biblia?


[1] Demostración de la predicación apostólica. Epideixis 99. https://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/fkc.htm

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