lunes, 29 de enero de 2024

Las cuatro fases de la agenda del diablo: su historia hasta “nuestros días” y su derrota final

 


(Escultura de Baphomet erigida por el Templo de Satán)

Mucho se habla hoy en día de la llamada agenda 2030, a la que se le otorga tintes satánicos. Lo que muchos olvidan, es que esta agenda lleva en marcha más siglos de los que ninguno de nosotros puede conocer, en lo que a fechas concretas se refiere. A grandes rasgos, y en términos bíblicos, aunque haya distintas sub-fases, podemos establecer que está dividida en cuatro genéricas. Eso es lo que vamos a analizar hoy. Asó tendremos una perspectiva concisa, para que incluso el que nunca ha leído la Biblia lo pueda ver con claridad.

Fase 1ª: La rebelión
Siendo un ser creado, un querubín grande, protector, lleno de sabiduría y acabado de hermosura, al que Dios puso en el santo monte por donde se paseaba (cf. Ez. 28:12, 14), en algún momento de la eternidad pasada, decidió rebelarse contra Dios mismo, diciendo en su corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Is. 14:13-14).
Por dicha acción, por enaltecerse a causa de su hermosura, por corromper la sabiduría que le había sido otorgada, por la multitud de sus maldades y pecados, le expulsaron del cielo y fue derribado hasta el Seol (cf. Is. 14:15; Ez 28:15, 17, 18). Fue tal la rebelión que incitó, que arrastró con él a la tercera parte de los ángeles (cf. Ap. 12:4).
Mientras este mentiroso espera su juicio, donde será lanzado al lago de fuego y azufre por toda la eternidad (Ap. 20:10),  al que Jesús describió como “homicida desde el principio” y “padre de mentira” (Jn. 8:44), no gobierna en el infierno como el folclore popular nos ha vendido, sino que anda como león rugiente, buscando a quién devorar (1 P. 5:8) y arrastrar con él a la condenación, acusando incluso a los creyentes día y noche (cf. Ap. 12:10).

Fase 2ª: Provocando la Caída
Es fácil de imaginar cuán frustrado se tuvo que sentir al fracasar su alzamiento contra Dios y lo humillado que quedó en su nueva condición, así que, cuando Él creó a los seres humanos, lanzó su furia contra ellos para romper la comunión perfecta entre el Creador y su creación. Y sucedió lo que todos sabemos: en forma de serpiente, se acercó a Eva y la hizo dudar de la Palabra del Altísimo, al que presentó como mentiroso y egoísta, ya que no quería compartir la divinidad. Tanto Eva, como Adán momentos después, cayeron en la trampa y fueron arrojados fuera. Desde entonces, su labor de “tentador” no ha cambiado ni un ápice hasta nuestros días: “el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Ap. 12:9).
Como una ola arrastrada por un Tsunami, las consecuencias del pecado trajo todo tipo de desgracias sobre la humanidad:

- externas: enfermedades, la propia muerte, desastres de la naturaleza (cf. Ro. 5:12-21; Ro 8:22).
- internas: amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, malicia, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias (Ef. 4:31).
- deseos inmundos: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, herejías, homicidios, borracheras, orgías (Gá. 5:19-21).

Fase 3ª: El intento de impedir la cruz de Jesús
Como explicamos ampliamente en Y el diablo gritó: “¡No lo crucifiquéis!” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/04/y-el-diablo-grito-no-lo-crucifiqueis.html), él hizo todo lo posible para que Cristo no llegara a la cruz, puesto que conocía el significado de su muerte vicaria y lo que supondría para todos aquellos que aceptaran dicho sacrificio: el perdón de pecados y la vida eterna. Y lo intentó por todos los medios posibles:

- A través de Herodes, quiso matarlo cuando era un niño (Mt. 2:13-18).
- Quiso nombrarlo rey del mundo por sus propios métodos: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lc. 4:5-7).
- Quiso que la muchedumbre le proclamara rey tras la multiplicación de los panes y los peces: “Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo” (Jn. 6:14-15).
- Quiso evitarle la muerte por medio del “mal consejo” de Pedro: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !!Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mt. 16:21-23).
- Quiso forzar la situación para que “fuerzas sobrenaturales” hicieran acto de aparición y así salvar al Hijo de Dios de ser apresado: “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” (Mt. 26:51-53).
- Quiso que, tras la declaración de Jesús ante el Sanedrín de que era el Hijo del Hombre, lo demostrara fuera de lugar y de tiempo: “Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó” (Mt. 26:67-68).
- Quiso que Pilato lo liberase, al contrario que la multitud: “Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: !!Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: !!Crucifícale, crucifícale! Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos” (Lc. 23:13-25).
- Y su último intento, a la desesperada –ya crucificado-, donde jugó la carta que le quedaba: “Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mt. 27:38-42).

En todas ellas, el diablo fracasó.

Fase 4ª: El hombre inconverso siendo instrumento del diablo
La Biblia es bastante clara sobre las intenciones del diablo: llevar al ser humano a hacer el mal. El mal en sí no hace exclusiva alusión a casos extremos como posesiones, con misas negras o rituales satánicos como algunos pueden imaginar, sino, como de manera escueta, explica el diccionario: “lo contrario al bien”. Por lo tanto, si la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta (cf. Ro. 12:2), la del diablo es mala, desagradable e imperfecta. Su deseo sigue siendo el mismo que cuando se rebeló: suplantar los designios divinos. Todo hombre y mujer, de carne y hueso, que cree, defiende, practica o promulga cualquier idea, sea la que sea, contraria al “bien” establecido por Dios, está haciendo el “mal” y, por lo tanto, siendo un instrumento del diablo. Y todo ello sin echar espuma por la boca o cualquier otra imagen que tenemos de sus servidores. Son seres humanos normales y corrientes: con sus vidas, sus tristezas y alegrías, sus trabajos, sus estudios, sus sonrisas y todo lo demás. Incluso Pedro, sin saberlo, fue en una ocasión instrumento del propio diablo, puesto que le rogó a Jesús que evitara la cruz. ¿Y qué respuesta recibió?: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mt. 16:23).
¿Cómo sabemos quiénes hacen el mal deseado por el diablo? Extremadamente fácil de dilucidar con varios ejemplos:

- Dios estableció las relaciones sexuales para las personas casadas del sexo opuesto. En consecuencia, todos aquellos que las llevan a cabo antes de o fuera de, o entre personas del mismo sexo, están en el mal.
- Dios estableció el matrimonio y la familia como la unión entre un hombre y una mujer. En consecuencia, cualquier otra forma de familia, está en el mal.
- Dios estableció que el vínculo del matrimonio era irrompible, salvo por causa de defunción o adulterio. En consecuencia, cualquier otra razón dada para la ruptura, es contraria al bien.
- Dios creó al ser humano y le infundió vida desde el mismo momento de la concepción. En consecuencia, todos aquellos que acaban con una vida en cualquier etapa de su gestación o proceso vital, están en el mal.

Estos cuatro puntos –entre otros muchos que podría citar-, están claramente expuestos en Su Palabra: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24); “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. [...] Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt. 19:4-6, 9).
Y vuelvo a repetirlo: no es necesario “practicar” nada de esto para “estar en el mal”. También son parte del mismo aquellos que lo defienden o promulgan.
Como dije al comienzo, seguro que hay más sub-fases –sobre todo, con lo concerniente a la historia de Israel, cuando se alejaban de Dios-, pero estas cuatro son bien claras.

Su método no ha cambiado; solo modernizado y adaptado a los tiempos
Aunque la cuarta fase podamos clasificarla cronológicamente como la última, el mal ha estado presente desde el huerto del Edén. Cualquiera que conozca un mínimo de historia, sabrá que, ni el aborto, ni el infanticidio, ni el travestismo, ni el sexo prematrimonial, ni el adulterio, ni las perversiones sexuales de cualquier tipo, ni las relaciones contra natura, ni las borracheras, ni los homicidios, ni las atrocidades que se cometen en las guerras, ni al ateísmo, ni el paganismo, ni el esoterismo, ni la apostasía, son algo nuevo ni de ahora. ¡Si hasta los incas, los fenicios, los cartagineses, los galos, los celtas y los irlandeses, y muchos más naciones, tribus y culturas, sacrificaban niños a sus dioses, cayendo algunas en el canibalismo! ¡Incluso las mujeres romanas tiraban a sus recién nacidos al río Tíber a plena luz del día![1].
Por lo tanto, intrínsecamente y en el fondo, “nada hay nuevo debajo del sol” (Ec. 1:9). El mal ha sido parte de todas las eras de la humanidad, solo que, hoy en día:

1) Debido a la explosión demográfica, dicho mal se ha extendido por muchos lugares del planeta que estaban inhabitados, haciendo, por ejemplo, que la violencia haya alcanzado niveles dantescos que superan en cantidad –por magnitud y por el número de personas involucradas- a las invasiones bárbaras, vikingas y musulmanas en los llamados “años oscuros” (aproximadamente entre el 476 d. C y el 1000 d. C.), y lo vemos en que, “desde el año 1700 han muerto en conflictos armados unas 100 millones de personas, el 90% durante el siglo XX y un 13% desde 1945 al presente”[2].

2) La oferta de todo tipo de mal se ha multiplicado.
Desde la pornografía accesible para cualquier edad, las aplicaciones para tener relaciones sexuales con desconocidos –como si fueran animales dominados por sus instintos-, pasando por películas, series y programas nauseabundos como La isla de las tentaciones –entre otros muchos-, a redes sociales donde se expone la desnudez desvergonzadamente, la promoción implícita de la pedofilia y de la corrupción de menores por medio de canciones, bailes, fotografías sexualizadas, cómics japoneses y la ideología de género, la lista es interminable, y más que seguirá agrandándose.

3) Y, por último, el mal moral está todavía más institucionalizado desde los gobiernos –y que muchos llaman “Nuevo Orden Mundial”, y ya no se detendrá, puesto que el hombre de pecado hará uso de él cuando aparezca.
Pero no olvidemos que, desde antes del diluvio, se nos explica que “la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5). Y en Sodoma y Gomorra, el mal –recuerdo: lo opuesto al bien establecido por Dios- era llevado a cabo “desde el más joven hasta el más viejo” (Gn. 19:4). ¡Ni diez personas justas pudieron encontrarse en dichos lugares! Lot vivía en una sociedad perversa (2 P. 2:7-8). El mal viene desde muy lejos.

Conclusión
Por todo lo expuesto, y como dijo Juan hace dos mil años: “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19). De ahí que hablar de agendas, incluso poner fechas, como si fuera algo reciente, cercano o futuro, no tiene sentido histórico ni bíblico. Es más, parece más bien “hacer la cábalá”, que sería como “hacer suposiciones a partir de datos incompletos o indicios”. Estar atento a los tiempos es razonable; ir más allá de eso es peligroso, puesto que lleva a muchos a una especie de obsesión apocalíptica. ¡Y ojo! ¡Que mis ganas de que se produzca la Parusía son abrumadoras! Pero eso no me lleva a vivir ansioso buscando “señales” por todas partes cada día, aunque las haya. Lo que debemos es centrarnos en hacer la obra de Dios en la tierra, en predicar las Buenas Nuevas y “todo el consejo de Dios” (Hch. 20:27), en ser sal y luz ante las tinieblas, y, como nos indicó Jesús: perseverar hasta el fin, se produzca cuando se produzca.


[2] Guerras, Genocidios y Pandemias - Entre las Guerras y Pandemias, cuál es el más devastador por Wilfredo G. Santa, MD (https://es.scribd.com/document/33083977/Guerras-Genocidios-y-Pandemias).

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