Tal y como he descrito en más de una ocasión, al tener
tan impregnado en mi interior multitud de pasajes bíblicos, hay infinidad de
escenas de la vida cotidiana o de todo aquello que leo, veo u oigo, que me
recuerdan a esos textos que se pasean por mi mente y los relaciono
automáticamente. Por eso puedo escribir sobre libros, artículos de prensa,
películas, series o cualquier otra cosa que se ponga en mi camino, sea secular
o cristiano: porque todo lo paso por el filtro de las Escrituras. En esta
ocasión, me ha sucedido tras terminar de ver el emotivo final de las andaduras
de uno de los grandes personajes que ha parido
Marvel en las últimas décadas: Loki, un antiguo villano, interpretado
magistralmente por el actor británico Tom Hiddleston, cuya historia ha llegado a su conclusión tras catorce
años.
¿Quién es
Loki y qué anhelaba?
Para exponer la enseñanza que quiero impartir, no es
necesario conocer la amplia biografía del personaje ni entrar en mil detalles,
pero sí conocer una mínima información: siendo el hijo biológico de un gigante
llamado Laufey, se convierte en el hijo adoptivo de Odin y Frigga, siendo, por
tanto, el hermano de Thor. Aunque era
príncipe en la tierra de Asgard, estaba lleno de celos ante su hermano porque
él heredaría el trono, y con el que mantenía una relación de amor-odio, de
admiración y de odio. Frustrado por no poder alcanzar la gloria que anhelaba, y
sintiéndose engañado porque se le ocultó su verdadero origen, se lanzó a la
conquista de la Tierra.
El mismo actor muestra cómo era Loki al principio,
cuando trató de llevar a cabo sus planes: “Si
recordáis en la primera película de Los Vengadores, Loki baja a la Tierra. Mira
directamente a Sam Jackson. Está Nick Fury y yo digo ´Soy Loki de Asgard.
Estoy cargado con un glorioso propósito`.
Es arrogante y tiene derecho, y está hinchado y va a apoderarse del mundo”[1].
Ese era el primer Loki que todos conocimos: alguien
cuyo “glorioso propósito” en la vida era ser grande, poderoso, admirado y
reconocido por sus hazañas. Pero muchos años después sucedió algo: descubrió
que había otras líneas temporales en el universo, con distintas versiones de sí
mismo. Si te parece extraño el concepto, la idea es muy sencilla de entender:
imagina que hubiera multitud de universos, donde, en cada uno de ellos, la
historia de la humanidad, y la tuya propia, se hubiera desarrollado de otras
maneras. Por ejemplo, un mundo donde los nazis hubieran ganado la 2ª Guerra
Mundial. Otro donde los dinosaurios no se hubieran extinguido. Otro donde Corea
del Norte fuera una democracia. Otro donde tus padres no se hubieran conocido.
Otro donde te hubieras casado con una persona distinta o estuvieras soltero. Y
así con todo lo que puedas fantasear.
Cuando Loki descubre la AVT (Autoridad de Variación
Temporal), una agencia que se encarga de mantener el orden en todas las líneas
temporales y borrar las problemáticas, conoce al agente Mobius, que cambiará su
forma de entender la vida. De nuevo, que hable el actor Tom Hiddleston: “Básicamente, le muestra a Loki que el
propósito glorioso era una falacia y le da una especie de segunda oportunidad. Y creo que lo más emocionante de la serie fue ver a Loki intentar replantearse y redescubrir ese
sentido del propósito, con el que
todos nos sentimos identificados”.
Durante toda su vida, Loki había luchado por un
“propósito”, pero ahora descubre que, el que consideraba más importante (el
reconocimiento, la grandeza, el poder, etc.), son una estupidez, por lo que se
siente perdido, triste y sin saber cuál es la razón de su existencia.
La
transformación de Loki
Por razones que no son necesarias explicar, hay una
especie de máquina que permite la existencia de todos esas líneas temporales a
la vez, pero se está sobrecargando y llegando al límite de quebrar. Si eso
sucede, miles de billones de vidas perecerán. Loki lo intenta todo para
evitarlo: viaja al pasado incontables veces y se pasa siglos aprendiendo física
cuántica, en su desesperación por detener el proceso y revertirlo antes de que
sea demasiado tarde. Pero llega a la conclusión de que es inevitable. Todo está
a punto de acabar y ser destruido... pero entonces Loki descubre ese “glorioso
propósito” que llevaba buscando toda su vida: su elección es sacrificarse por
el bien de todos; usando su poder, mantendrá unidas todas las líneas
temporales. Con sus propias manos, las sostendrá por toda la eternidad en una
especie de árbol. Cuando lo hace, podemos ver que su rostro es de completa paz.
El antiguo villano lo ha dado todo por los demás. El
que quería postrar a los seres humanos, se entrega por ellos. El que creía que
la grandeza era ser reconocido, descubre que todo eso es pura necedad. El que
creía estar en lo correcto, comprueba por sí mismo que estaba errado.
¿Quién es
Pablo y qué anhelaba?
Conocido en sus orígenes con su primer nombre, Saulo,
de Tarso, tenía, en sus inicios, muy claro su “glorioso propósito”: “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa
por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel” (Hch
8:3). Estaba tan convencido que sentía deseos de muerte contra todo el que se
considerase cristiano, tanto que llegó a consentir en la muerte de uno de
ellos, llamado Esteban, mientras le apedreaban (cf. Hch. 8:1). Le pidió
autorización al sumo sacerdote para apresar a todos los que encontrara (cf. Hch.
9:2). Como un león al acecho, esperaba a su presa para devorarla.
La
transformación de Saulo a Pablo
Esa era su vida. Ese era su “glorioso propósito”.
Pero, al igual que Loki, aunque era sincero, llegó el día en que el mismo
Maestro le demostró cuán perdido estaba.
Tanto que decidió cambiarse el nombre por el de Pablo, que es como
solemos conocerlo.
¿Qué le sucedió? Que responda él mismo: “Habiendo yo sido antes blasfemo,
perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por
ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante
con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser
recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores,
de los cuales yo soy el primero” (1 Ti. 1:13-15). Una de las personas que
escribió buena parte del Nuevo Testamento se reconoció como el primero de los
pecadores.
Su “glorioso propósito” fue arrancando de raíz y se
dedicó a uno completamente opuesto: de perseguir al Dios en el que creían los
cristianos, a proclamarlo y servirlo sin descanso. En cuanto a la justicia de
la ley, irreprensible, y teniendo un alto estatus social y religioso, renunció
a todo. Parafraseando a Leonard Ravenhill: “Lo que muchos predicadores tienen
por curriculum, Pablo lo tenía por basura”.
¿Cuál es tu
“glorioso propósito”?
Le hablo tanto a los cristianos como a los que no lo
son:
- Si tu glorioso
propósito es alcanzar el reconocimiento y el aplauso, es que no te has
enterado de nada, o te has perdido en el camino.
- Si tu glorioso
propósito es dedicar el tiempo libre a tus aficiones, es que no te has
enterado de nada, o te has perdido en el camino.
- Si tu glorioso
propósito es usar los dones que recibiste para tu propia gloria, es que no
te has enterado de nada, o te has perdido en el camino.
- Si tu glorioso
propósito es obtener likes, corazoncitos
o mensajes de admiración en las redes sociales por tus publicaciones o fotos,
es que no te has enterado de nada, o te has perdido en el camino.
- Si tu glorioso
propósito es hacer todo lo posible por quedar por encima de los demás,
aunque eso suponga menospreciarlos o pisotearlos, es que no te has enterado de
nada, o te has perdido en el camino.
- Si tu glorioso
propósito es ganar más y más dinero para comprar sin fin, o incluso tener
una vida a lo grande, con una casa gigantesca, viajes de lujo, posesiones
materiales inabarcables, es que no te has enterado de nada, o te has perdido en
el camino.
- Si tu glorioso
propósito es vivir para lograr un cuerpo escultural, sea en el gimnasio o
en el quirófano, es que no te has enterado de nada, o te has perdido en el
camino.
- Si tu glorioso
propósito es cualquier forma de hedonismo, el sexo, las conquistas
sentimentales sine fine, es que no te
has enterado de nada, o te has perdido en el camino.
Todo lo mencionado es “basura”. Hasta el personaje
ficticio de Loki, antes de conocer la verdad, decía que se sentía vacío, a
pesar de ser un “dios”. El
catedrático Enrique Rojas expone dicha verdad irrefutable, aunque
sorprendentemente oculta para millones de personas: “A la hora de la
muerte los títulos y los honores desaparecen, la riqueza no sirve para nada, el
prestigio es muy relativo, y lo único que quedan son las huellas del amor que
hayamos dejado en el testimonio de nuestras vidas”[2].
Con esto no quiero
decir, ni mucho menos, que no nos esforcemos por mejorar nuestra calidad de
vida, que descuidemos nuestra salud, que disfrutar de la naturaleza o del
tiempo libre sea malo per se, o que
practicar deporte u otras actividades de ocio no sean sanas dentro de un
equilibrio, sino que tengamos claras nuestras prioridades y qué es realmente lo
que transciende.
Hasta que no
comprendas y, sobre todo, que asimiles, que el reino de Dios no es de este
mundo (Jn. 18:36) y que fuimos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:10), no te habrás enterado de nada y seguirás
perdido.
Como he expuesto en diversas ocasiones, Pablo enseña
que Dios ha dado dones a los hombres (cf. Ef. 4:8), pero toda obra humana que
no haya servido ni sirva para la gloria eterna de Dios, será quemada por el
fuego (2 P. 3:10-13). Buena
parte de la literatura secular, de la música, del arte o de los logros
deportivos, desaparecerán por completo.
De nuevo nos apunta Pablo qué rumbo tomar: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con
él en gloria” (Col. 3:1-4).
Conclusión
¡Que tu “glorioso propósito” para este 2024, y para el
resto de tu vida, sea usar los dones que Dios te ha concedido para Su gloria y
Su obra! “Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col. 3:23). Es
fundamenta que recuerdes esas palabras, puesto que, hoy en día, y de forma
lamentable, muchos caen en “usar al Señor para alcanzar su propio beneficio y
la admiración”.
No tiene que ser
necesariamente actividades llamativas a los ojos ajenos. ¡Hay tanta variedad
donde elegir! Puede ser desde educar a tu hijo en el Señor, hasta servir a las
personas enfermas de tu familia, pasando por todo lo que se te ocurra y para lo
que el Señor ponga delante de ti. Eso sí
perdurará; el resto se perderá en la nada más absoluta.
[1] https://www.espinof.com/actores-y-actrices/tom-hiddleston-confirma-final-su-viaje-marvel-alucinante-cierre-temporada-2-loki-conclusion-6-peliculas-12-episodios-14-anos-mi-vida
[2] Citado en Tu matrimonio sí importa. Juan Varela & M. Mar. Clie, pág. 259.
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