lunes, 27 de diciembre de 2021

Mira arriba antes de que Ajenjo caiga sobre tu cabeza

 


6 meses y 14 días. Ese es el tiempo que falta para que un cometa de 9 kilómetros caiga sobre la Tierra, extinguiendo con ello todo rastro de vida. Tal acontecimiento es el descubrimiento que hace la estudiante de posgrado de Astronomía Kate Diabiasky (Jennifer Lawrence) y su maestro, el científico Randall Mindy (Leonardo Di Caprio). Así comienza la película “No mires arriba”, una brutal crítica a la humanidad del tiempo presente a la que desnuda por completo junto a su estupidez recalcitrante-, reflejando su condición, no dejando de abofetear la conciencia ni un segundo.
Al leer el argumento y el género, me encontraré que estaba calificada como “comedia”. Es lo que me esperaba encontrar, pero no me hizo reír en ninguna ocasión, ya que no tiene ese propósito. No sé quién ha tenido la idea de incluirla dentro de esa categoría, cuando realmente es una cruda sátira con todas las de la ley, que no busca hacernos reír, sino conducirnos a una reflexión individual inmediata y sin posponerla ni un segundo.

Nadie los cree vs Lo que prefiere la humanidad
Desde el momento en que comprueban lo que va a suceder, tanto Kate como Randall hacen todo lo posible para dar a conocer la noticia. Por supuesto, se reúnen en el Despacho Oval con la presidenta de los Estados Unidos, Orlean (Meryl Streep), para que tome medidas y lance algún tipo de misión que desvié el cometa asesino. Mientras que ambos se lo toman con toda la gravedad que el tema requiere, incluso sufriendo ataques de ansiedad y vomitando ante lo que se les viene encima, los políticos lo ven en clave electoral. Gastan burdas bromas al respecto y reaccionan como si estuvieran hablando de deportes. Piensan que, por ahora, no deben hacer nada ni dar a conocer la noticia a la población, porque, de lo contrario, perderían las elecciones al Congreso. Es más, les obligan a no contar la verdad a nadie.
Nuestros protagonistas no aceptan dicha imposición y acuden a la prensa. Llegan a asistir a un programa de televisión con millones de televidentes. ¿Qué es lo que vemos en dicho show? Que lo que les interesa tanto a los presentadores como a los espectadores son otras noticias, como los desvaríos de una famosa cantante (Ariana Grande), las infidelidades amorosas y los escándalos sexuales. ¿El cometa? Se lo toman como una broma y poco más, ante la perplejidad de Kate y Randall. Todo lo que vemos ante nuestros ojos es sumamente irritante por lo real que resulta.
Es una clara muestra de lo que es el ser humano a día de hoy: absolutamente ciego, muerto sin saberlo, irracional bajo un falso caparazón de sabiduría. ¿Qué le interesa a la mayoría de personas?:

- Los deportes.
- Los reality show, al estilo La isla de las tentaciones, Supervivientes o Sálvame Deluxe.
- Las vidas ajenas.
- El dinero, creyendo que teniendo más serán felices.
- Viajar a nuevos países.
- El cine y las series.
- Los tatuajes.
- Ver durante horas vídeos en YouTube y escuchar música sin descanso.
- Ir a comer a nuevos restaurantes y a los centros comerciales a comprar más de todo: ropa, móviles, ordenadores, videoconsolas, etc. 
- Subir fotos a las redes sociales, mostrando en muchas ocasiones una falsa felicidad.
- Ganar seguidores y lograr likes para aumentar la autoestima de forma artificial.
- Hacer dieta y deporte, no tanto por un tema de salud, sino para exhibir ante todo el mundo la desnudez que se pueda y así ser admirado y envidiado.
- Enviar mensajes infinitos por wasap.
- Hacer bailes en tiktok, que provocan vergüenza ajena en cualquier persona ajena a ese subuniverso.
- Twittear de cualquier tema, aprovechándose del anonimato, con palabras llenas de odio y que reflejan toda la toxicidad que anida en el corazón.
- Dedicar todo su tiempo libre a sus aficiones y nada más, en lugar de usar sus dones para servir a Dios. Esto es algo que les sucede incluso a los cristianos que se han enfriado o apartado.

En estos días de fiesta, se agudiza más la situación: las “preocupaciones” son qué ropa ponerse, el tamaño de los tacones, el maquillaje, la chaqueta elegante, la peluquería, etc.
Algunas de las cosas citadas no tienen nada de malo, pero cuando se convierte en el impedimento para “mirar arriba”, todo cambia y se convierte en una venda que nos impide ver la realidad. Todo ello como si no hubiera un mañana, como si no hubiera una eternidad que asoma su cabeza por el horizonte y nunca fuera a suceder. Como dijo Pablo irónicamente para aquellos que no conocían la verdad: Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Co. 15:32).
Nada más que hay que verlo con la situación de Pandemia que llevamos dos años viviendo: internamente, todo sigue igual dentro del corazón humano. Los que han sufrido la muerte de algún familiar, lloran a sus muertos y poco más. El resto solo se siente profundamente molesto porque no pueden ir a las discotecas, a los pubs, a los conciertos, a hacer botellonas y al gimnasio. Y ahí queda todo. El que fornicaba, ha seguido fornicando. El que adulteraba, ha seguido siendo infiel. El que se emborrachaba, ha seguido emborrachándose. El que se drogaba, ha seguido drogándose. El que apoyaba el aborto, la eutanasia y la ideología de género, ahora lo hace con mayor ahínco. El que consumía pornografía u otras inmoralidades sexuales, ha seguido con su vicio. El idólatra, ha seguido practicándola. El que usaba un lenguaje vulgar, ha seguido usándolo. El que tenía puesto su tesoro en este mundo, lo ha puesto todavía más. El que era egoísta, ha agudizado más su forma de ser. Resulta sobrecogedor lo que vemos en Apocalipsis 9:20: seres humanos que, a pesar de sobrevivir a las plagas que están sufriendo, no se arrepienten.
El hedonismo sigue en su máximo apogeo, siendo el carácter del hombre de los postreros tiempos: “amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Ti. 3:2-4).
Aparte de para que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres, para que nos aumenten los impuestos de forma desmesurada, junto a la subida del coste de la vida en general (alimentación, luz, gas, papel, combustible), la pandemia no ha servido de nada para la inmensa mayoría del pueblo, como ya supuse que sucedería en “La crisis del coronavirus: ¿Aprenderemos de todo esto o lo olvidaremos cuando pase? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/03/12-la-crisis-del-coronavirus.html). Salvo excepciones, no ha supuesto una catarsis que abra los ojos a nadie a nivel espiritual. Así de endurecido está el corazón del hombre. ¿Buscar a Dios y Sus designios? Ni por asomo, a pesar de que Él sigue llamando, gritando y avisando a la humanidad, y ésta no quiere saber nada. C. S. Lewis dijo: “Dios nos grita en el dolor, es el altavoz que utiliza para despertar a un mundo sordo”. Pero éste no quiere saber nada. 

¿Prohibido decir la verdad?
En la película, y por eso el título de la misma, surge un movimiento cuyo lema es “no mires arriba”. “No mires al cometa. Sigue viviendo como siempre”. “No mires al cometa. A ti no te afecta”. La sociedad está diseñada por la humanidad caída para que nos interesemos de lo banal. ¿La muerte? “Eso no va conmigo”, piensa la mayoría. “Si existe la eternidad, desde luego que estaré del lado de los salvados ya que no soy ni un asesino, ni un violador ni un pederasta”, señalan otros. “Si Dios existe, estaré con Él ya que yo soy bueno”, concluye la mayoría. Y los menos dicen: “Bueno, si he hecho algo malo me arrepentiré en mi lecho de muerte”, como si todo consistiera en decir “lo siento” y todo arreglado. Todos olvidan que la muerte no entiende de edades y que puede sobrevenir en cualquier momento y sin previo aviso, donde Dios vendrá a pedir el alma (Lc. 12:20).
El tiempo pasa. Los días no se detienen. Los años siguen su curso imparable. ¿Qué sucede con Kate? Para desprestigiarla y que nadie haga caso a sus palabras, la califican de una mujer con problemas mentales y la sacan del sistema para silenciarla. Es lo que hacen, usando otras formas, los ateos o inconversos con los cristianos. Nos descalifican de todas las formas posibles. Incluso los apóstatas lo hacen. Anunciamos la verdad y ellos se burlan de nosotros, algo que la Biblia profetizó que harían (2 P. 3:3). Y aunque no les guste escucharlo, lo que proclamaremos mientras nos quede un hálito de vida no cambiará ni una coma: tanto la salvación como el juicio vienen de arriba, y a todos nos llegará por medio de Cristo.
En el libro de Apocalipsis, se nos narra que Dios mismo, al final de los tiempos, lanzará 21 juicios contra la humanidad después de los miles de años de paciencia que está teniendo con ella. Uno de ellos es precisamente la caída de un meteorito sobre este planeta: “Cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas” (Ap. 8:11).
Al final de todos esos juicios, “e inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:29-31).
Si seremos nosotros la generación que afrontará estos acontecimientos, nadie lo sabe. Pero lo que es irrebatible es que todos comparecemos ante el Tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) y solo entrarán en Su presencia aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida (Ap. 21:27), por haberlo aceptado previamente como Señor y Salvador.

Los negacionistas vs Preparacionistas
A pesar de los millones de muertos a causa del COVID, se ve en muchos países a miles de ciudadanos que lo niegan, como si no existiera. Para ellos, los enfermos y fallecidos son invisibles... hasta que les afecta directamente o a alguien muy cercano. Otros se niegan a vacunarse, pero cuando ingresan en un hospital aceptan que les pongan todo tipo de fármacos agresivos con efectos secundarios. Pura paradoja. Es lo mismo que se muestra en el largometraje: negacionistas del cometa. Hasta que no lo tienen encima y lo ven con sus propios ojos, a pesar de todas las pruebas que se les habían presentado, se niegan a creer en él. Sucede igual con otros incontables...:

- Negacionistas de la creación divina y del Diseño Inteligente.
- Negacionistas de Dios.
- Negacionistas de la primera venida de Jesucristo.
- Negacionistas de la Parusía.

Pero, a la vez, también existen los que se conocen como preparacionistas y que últimamente abundan: sabiendo que el sistema puede caer por cualquier catástrofe (desastre natural, guerra, virus, llamarada solar, etc.) se dedican a prepararse para lo peor. Han construido bunkers llenos de comida, medicinas y ropa, con suministro propio de luz y pozos de agua para ser autosuficientes si fuera necesario, y armas para protegerse de posibles enemigos. Se ha visto hace poco la reacción que han tenido también al respecto muchos ciudadanes ante el anuncio de que pueda suceder un gran apagón eléctrico. En la película se observa que se venden palas para cavar a 600 dólares, como si eso pudiera salvarlos, e incluso preparan una nave espacial para unos cuantos elegidos y buscar un nuevo planeta donde vivir.
El problema es que ninguno de ellos se prepara para lo inevitable (la muerte) y lo imperecedero (la inmortalidad del alma). Hacen planes a medio y largo plazo, pero no planean el verdadero viaje, que es el que comienza cuando acaba el paso por este mundo, con un billete solo de ida y que únicamente tiene dos destinos opuestos e irreversibles.
Algunos se encomiendan a su “dios”, llamado tecnología, y confían que un día podamos transferir nuestra conciencia a cuerpos clonados o volcarla sobre la Red para así ser “inmortales”. Es cierto que la medicina y los avances científicos salvan millones de vidas, pero no pueden hacer nada respecto al alma. En ese sentido, no tienen la capacidad de salvar ni una sola. Otros le piden ayuda a Dios en momentos de incertidumbre, desconcierto o angustia personal, al mismo tiempo que pisotean su nombre, aceptando pecados como si no lo fueran o reinventando su imagen para ajustarla a sus propios pensamientos. Y luego están aquellos que se sienten seguros en su propia religión, en su asistencia a diversas ceremonias y rituales, volcando su devoción en vírgenes, santos guardianes y apóstoles que ofrecen nuevas revelaciones, ignorando voluntariamente la verdadera voluntad de Dios y que rechaza todo esto. Por último, los que no desean pensar en nada y siguen mirando al frente y abajo, ya que lo contrario les causa ansiedad.

Mirar o no mirar arriba
Al final, y como compartió un hermano hace unos días, las palabras de Martyn Lloyd Jones siguen vigentes y siempre lo estarán: “O eres cristiano o no lo eres; no puedes ser parcialmente cristiano. O estás ´muerto` o estás ´vivo`”. No hay término medio. Si eres de los que piensa que cada uno tiene su propia verdad, espero que despiertes a tiempo y puedas entender que el ÚNICO que la tiene es Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).
Ningún cristiano muestra las verdades que aquí he expuesto para infundir miedo o porque nos sintamos superiores, como afirma la presidenta de la película. ¿Acaso no estás salvando a un niño de la muerte cuando le explicas que debe cruzar el semáforo cuando esté en verde, e incluso así debe mirar a izquierda y derecha para asegurarse de que no viene ningún vehículo? Pues con este tema es exactamente lo mismo. Puedes hacer como dice Orlean: “Fija la vista en el camino que tienes delante y baja la cabeza”. O puedes mirar arriba y proclamar como el salmista: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra” (Sal. 121:1-2).
En este fin de año, te digo lo que llevo nueve años repitiendo en este blog: es hora de que mires, ya, arriba: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (Is. 55:6-8).
Termino con la oración final de uno de los protagonistas: “Querido Padre y Creador Todopoderoso, concédenos tu gracia esta noche a pesar de nuestro orgullo, tu perdón a pesar de nuestras dudas. Pero, sobre todo, Señor, concédenos tu amor para consolarnos en estos momentos aciagos. Que afrontemos lo que está por venir, dictado por tu voluntad divina, con valor y con el corazón abierto a aceptarlo. Amén”.

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