lunes, 10 de enero de 2022

Para los cristianos, ¿qué es Matrix? & ¿Quiénes viven hoy en día bajo su yugo y quiénes han sido liberados? (1ª parte)

 

Para muchos de los que vimos Matrix por primera vez en el ya lejano 1999, marcó un antes y un después. En mi caso, esa película me llegó en un momento de profunda búsqueda espiritual, tanto que mi conversión se produjo pocos meses después. Es cierto que un sector de la población quedó en estado catatónico al no entender la trama ya que incluía ideas complejas y conceptos sobre lo real y lo irreal que podían desconcertar, a pesar de que en su base era simplona: malos contra buenos, humanos contra robots inteligentes. También es verdad que muchos se quedaron en la espectacularidad de sus escenas de acción, en las coreografías imposibles de peleas cuerpo a cuerpo importadas del cine de Hong Kong, en su violencia descarnada, en el llamado “efecto bala” o en la estética y el vestuario que usaban sus protagonistas, y no fueron más allá de dichas imágenes. Pero la realidad es que pocas veces se ha escrito tanto de un filme por sus profundas implicaciones filosóficas, sociológicas e incluso teológicas. Infinidad de debates en foros, artículos en Internet y decenas de libros lo atestiguan a lo largo de estas dos décadas.
Usando una historia de ciencia ficción que bebía de incontables fuentes, los hermanos Wachowski lograron algo inaudito: que muchos espectadores quisieran reflexionar sobre lo que se mostraba implícitamente en la trama y cómo nos afectaba a título individual y colectivo en nuestra vida y existencia. Por mi parte, jamás imaginé que un producto audiovisual pudiera expresar mis pensamientos y sentimientos más profundos en cuanto a mi búsqueda[1]. Y esa es la razón por la cual es mi película favorita entre todas.

¿Qué es Matrix?
Aunque son legión aquellos que conocen la historia prácticamente de memoria, la describiré brevemente para centrarnos y así empezar a desarrollar las ideas que tengo en mente para el lector, el cual debe ser de los que quieran pensar.
Thomas A. Anderson (Keanu Reeves) es un programador informático de día y un conocido hacker llamado Neo el resto del tiempo. Desde siempre ha sentido que en la vida hay algo más que se escapa a la realidad. Una noche recibe un mensaje en su ordenador, que dice: “Matrix te posee”. Neo ha escuchado hablar de otro pirata informático, de nombre Morfeo (Laurence Fishburne), del cual cree que puede responder a sus dudas. Tras ser interrogado por unos agentes a causa de su actividad ilegal, otra hacker, Trinity (Carrie-Anne Moss), queda con él y le pregunta si quiere conocer realmente a Morfeo, ante lo que él asiente. Morfeo le dice que no se puede explicar qué es Matrix, que es necesario que lo vea por sus propios ojos. Tiene dos opciones: tomar una pastilla roja o, por el contrario, una azul que le hará olvidar dicha conversación y luego todo será como si nada hubiera pasado. Tras tomar la roja, en una escena sobrecogedora y que infunde terror por su significado, Neo despierta en una vaina llena de un líquido esponjoso y con todo su cuerpo lleno de tubos, comprobando a su vez que hay millones de seres humanos en su misma situación.
Desconectándose de los tubos y saliendo de la vaina, cae en un vertedero, donde un aerodeslizador le rescata. Después de varios días de recuperación, Morfeo le muestra la verdad: el mundo en el que “vivía” era una mera simulación virtual a la que su cerebro estaba conectado por medio de cables. Y lo mismo sucede con todos los humanos. Esta “simulación” es Matrix. En algún momento de la historia de la humanidad, los seres humanos crearon la Inteligencia Artificial, la cual servía al hombre. Pero llegó el día en que se rebeló y, tras una cruenta guerra en la que vencieron, sometieron a sus creadores: nosotros. Sobre las ruinas de las ciudades, construyeron gigantescas torres para “almacenar” a los seres humanos y usarlos como fuente de energía, mientras que estos viven en Matrix sin ser consciente de la realidad. Los seres humanos ya no nacen; se les cultiva. Morfeo es solo el líder de una banda formada por aquellos que fueron liberados de dicha esclavitud y que ahora se esfuerzan en seguir liberando a todos los que pueden.
Podría narrar al detalle el resto de la historia, de las implicaciones del personaje de Neo o hablar de sus continuaciones (Reloaded, Revolution y la, en mi opinión, decepcionante, irrelevante e innecesaria Resurrections), pero con esto es más que suficiente para desarrollar todo lo que tengo en mente.

Vivimos en Matrix
Ante dicho subtítulo, no me estoy refiriendo a que lo narrado en la película Matrix sea literal; ni mucho menos. Pero, al igual que una de las ideas de las que parte se basa en el conocido mito de la caverna de Platón, me serviré de él para explicar la realidad, y lo haré citando la explicación al mismo que ofreció el ya difunto escritor y filósofo Luciano De Crescenzo:

“Imaginemos una gran caverna y en su interior algunos hombres encadenados desde que eran niños de modo tal que no pueden volver la vista hacia la salida e incluso se vean obligados a mirar continuamente la pared del fondo. A las espaldas de estos desdichados, apenas afuera de la caverna, hay un camino elevado a lo largo del cual corre un pequeño muro, detrás del que pasan otros hombres que llevan sobre sus espaldas estatuas y objetos de todas las formas y materias, `algo así como los titiriteros que muestran los títeres a los espectadores`. Y los portadores discuten con vivacidad entre si y el eco de la caverna deforma sus voces. Detrás de todos, el Sol, o si se prefiere, un gran fuego que ilumina la escena.
Pregunta: ¿qué pensarán los hombres encadenados de las sombras que ven pasar a lo largo de la pared y del clamor que oyen? Respuesta: creerán de buena fe que la única realidad existente está formada de som­bras y rumores.
Supongamos ahora que uno de ellos consiga liberarse y se vuelva a mirar las estatuas. En un primer momento, cegado por la luz, las vería de modo confuso y consideraría mucho más nítidas las sombras que veía antes. Pero después, al salir al aire libre, y después de habituarse a la luz del Sol, se daría cuenta de que todo lo que había visto hasta ese momento no era sino la sombra de los objetos sensibles.
Imaginémonos qué contaría a sus compañeros una vez que hubiera vuelto adentro: “Chicos, ¡no sabéis nada, pero afuera hay cosas in­creíbles! ¡Una luz que para qué contaros, algo que no se puede describir! ¡Y estatuas maravillosas, perfectas, excepcionales, no esas porquerías de sombras que ve­mos nosotros de la mañana a la noche!”. Pero no lo creerían: en el mejor de los casos se burlarían de él y, si insistiera, como le pasó a Sócrates, podría incluso ser condenado a muerte.
¿Cuál es la explicación simplificada del mito de la caverna?: El ser es el Sol, o sea el conocimiento, el no ser son las sombras, o sea la apariencia; en el medio, entre el Sol y las sombras, se encuentra la opinión, lo que pensa­mos de los objetos sensibles. El conocimiento difiere de la opinión en que el primero ve las cosas como efec­tivamente son, mientras la segunda las imagina en for­ma descolorida y confusa.
¿Pero para que sirve todo esto?”, podría preguntar el hombre de la calle. Sirve para entender que en la vida existen algunos falsos objetos como el dinero, el poder, el éxito, que son las sombras de una realidad mucho mas verdadera, que se encuentra más allá del alcanza de nuestros ojos. La fuente de luz es Dios, que nos la proyecta”[2].
El mundo entero vive en esa cueva llena de sombras sin conocer la realidad y al Dios que lo ilumina todo fuera de ella. En ese sentido, el sistema mundial que está ante nuestros ojos, y en el que vivimos, “nos posee”, ya que nos mueve y trata de usarnos a su antojo, y para ello pulsa las teclas adecuadas de nuestra mente y nuestras emociones más básicas para que los hombres y las mujeres no piensen en querer salir de dicha cueva; que ni siquiera sean concientes de su existencia y de que están dentro de ella. Y para esto llenan nuestra vida de ocio, de sueños, de anhelos materiales, de viajes, de deportes, de programas de televisión, de tiendas, de centros comerciales, etc. La inmensa mayoría de la humanidad cree ser libre cuando en realidad no lo es.

Tipos de personas que viven en Matrix
En esta realidad que han “fabricado” para nosotros, hay distintos grupos de personas:

1) Aquellos que ni lo saben ni les importa. Viven en sus quehaceres diarios de trabajo, estudios y ocio en su tiempo libre, y no se preocupan de nada más. Preguntas como ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?, cuestiones que ya fueron contestadas por Dios mismo cuando se encarnó y visitó este mundo, les traen sin cuidado.

2) Los que sienten que esto no puede ser todo y, en lugar de buscar respuestas de peso, se deprimen o se montan sus propias “películas mentales” y en teorías conspiranoicas, cayendo muchos de ellos en diversas filosofías baratas, en ideas sobre la reencarnación, en religiones místicas, etc.

3) Los que, en su desesperación, incluso terminan suicidándose, al sentirse como ratones enjaulados, no porque tengan algún problema en particular, sino porque no quieren vivir al no encontrarle sentido a la existencia ni gusto a la vida en sí, como vimos en “Nada llena el vacío del ser humano, excepto...” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/02/nada-llena-el-vacio-del-ser-humano.html).

4) Los que prefieren la pastilla azul. No quieren saber nada de nada y viven con su propia visión túnel: “Como a mí no me afecta, me da exactamente igual”, señalan. Son personas superficiales o que prefieren actuar como tales. Solo se interesan por el físico, los deportes, los programas de televisión, los reality shows, la estética, la vida sentimental y sexual de los famosos, etc.

5) Los que, una vez tomada la pastilla roja y se liberan, viendo que Matrix es más cómodo y proporciona mayor placer a los sentidos, olvidan la realidad que una vez vieron y se vuelven a la Matrix, al estilo del personaje de Cifra. Aquí podríamos incluir a los que una vez dijeron profesar el cristianismo y a aquellos que dicen ser creyentes –e incluso se congregan-, pero, bajo mil excusas y autoengaños, viven fuera de la voluntad de Dios marcada en Su Palabra, tomando únicamente lo que les gusta o conviene. De ahí ese dicho: “Dios los cría y ellos se juntan en el mundo”.

6) Los que, tomando también la pastilla roja, observaron que ir en contra del sistema conllevaba rechazo, persecución y confrontación, así que decidieron quedarse entre dos aguas: no enfrentarse a nadie, pero, a la vez, no volver a ser parte directa de Matrix porque no se atreven por el que dirán.  Los cristianos fríos o ligth entran en este grupo, por lo que tampoco hacen nada por esforzarse y despertar a los que siguen dormidos. Son los que prefieren llevarse bien con todo el mundo, y esto lo logran no disintiendo de la ideología de género, del feminismo radical, del aborto, del matrimonio homosexual y de los falsos dioses.

7) Los que no participan de las actividades de Matrix porque no se atreven. No abortan pero aprueban que otros lo hagan. No se emborrachan pero no ven mal que otros se diviertan de esa manera. No adulteran pero no culpan al de “la canita al aire” o al que cree en el “poliamor”. No practican la homosexualidad pero defienden el amor entre personas del mismo sexo. Respecto a todos ellos, son, como dice Pablo, los que “se complacen con los que las practican” (Ro. 1:32). Incluso disfrutan en su corazón tratando de apartar a los cristianos del camino, buscando que sean como ellos. Creen que así se demostrarán a sí mismos que llevan la razón.

8) Los que, en una decisión voluntaria, rechazan vivir fuera de Matrix. Se engañan de tal manera a sí mismos que, donde hay esclavitud, ellos ven libertad.

9) Los que controlan Matrix, los dueños del sistema. Esa élite económica y empresarial que lo gobierna todo a su antojo y está en lo alto de la pirámide. Son los que usan a las personas para sus propios intereses sin importarles realmente lo más mínimo. Se “alimentan” de ellos para lograr sus propósitos: riquezas, grandeza, buena vida y todo tipo de placeres. Y, además, saben qué teclas tocar para dominar a los individuos y tenerlos adormecidos con todo tipo de entretenimientos.

10) Los que dicen que buscarán la verdad, pero en realidad nunca lo hacen porque saben que la luz que rechazan implica un cambio absoluto en la moralidad personal, y ese precio no están dispuesto a pagarlo. Jesús habló claramente de estas personas: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn. 3:19).

11) Los que son exhortados una y otra vez a que investiguen la verdad para que puedan ver que Jesús es “el camino, y la verdad, y la vida” (Jn. 14:6) pero, escudándose en mil razones (que si la ciencia, que si la libertad, que si la falta de tiempo, que si el trabajo o los estudios) prefieren agarrarse a sus propias ideas preconcebidas y a sus gustos personales para así no cambiar. Son aquellos que, en la eternidad, estando en tormentos ya en el Hades y sin salida, tendrán una conversación semejante a esta: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos (Lc. 16:27-31). Lo que no hicieron durante el tiempo en que estuvieron en este mundo, no lo podrán hacer en la otra vida.

12) Y, por último: aquellos que toman conciencia que la realidad no es todo lo que percibimos con nuestros cinco sentidos, que hay algo que nos trasciende a todos, descubren que Jesús es la luz del mundo que destapa las tinieblas donde vivían, “nacen de nuevo”, “despiertan” y “descubren” la realidad, salen de la caverna, dejan de ser esclavos, nunca vuelven atrás, viven para servir al que los rescató y para dar a conocer a otros el mundo de las sombras y el mundo de la luz, y que así puedan elegir si quieren ser libres o permanecer esclavos.

Todo camino y creencia, incluyendo obviamente el ateísmo y el agnosticismo, sin Cristo, son meras sombras de la cueva de Platón.

Continuará en ¿Cómo puede un cristiano vivir en Matrix pero dentro del sistema de Dios?


[1] Sé que los Wachowski (y digo “los” porque, aunque se hayan operado para “ser mujeres”, sus cromosomas son los que son y siempre serán hombres, incluso habiendo cambiado su apariencia física y mutilado sus genitales, lo cual no es transfobia por mi parte como los progresistas señalan sino pura biología), dijeron en 2020 que en verdad la película es una alegoría sobre la transexualidad y que no lo comentaron en su momento porque “el mundo no estaba preparado” y “que no tuvieron la libertad creativa que deseaban”. ¡A buenas horas! Si ellos lo vieron así, “felicidades”; el resto del mundo lo hizo de otra manera diferente y las fuentes de las que bebieron los autores originales lo corroboran, aparte de que sus declaraciones jamás han cuadrado con lo que ahora afirman, como analiza “Una Alienada” en este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=jr_mPZDR5zM&ab_channel=UnaAlienada

[2] De Crescenzo, Luciano. Historia de la Filosofia Griega

1 comentario:

  1. La verdad me encanto el análisis y la ves me hizo ver que tengo que esforzarme más para poder ser un verdadero cristiano

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