miércoles, 12 de septiembre de 2018

10.6.6. En una relación sentimental, ¿hasta qué punto son importantes la diferencia de edad y la atracción física?


Venimos de aquí: El conocimiento mutuo: El miedo a los padres de tu pareja: esos seres llamados “suegros” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/08/1065-el-miedo-los-padres-de-tu-pareja.html).

Sé honesto: por mucho que digan los cristianos que ellos son diferentes y que lo que les atrae es la belleza interna, basta que en una red social un chico o una chica guapa pongan una foto bien llamativa para que en minutos aparezcan decenas de “corazoncitos” y comentarios que buscan un fin aunque se envuelvan en una curiosa espiritualidad: “Qué bell@ eres. Que el Señor te bendiga... ¿me pasas tu número de teléfono? ¡Ojalá el Padre de las luces nos permita vernos en persona! ¡Y quién sabe qué puede pasar después!”. Comentarios como este, que suena hasta cómico, son el pan de cada día en los grupos y comunidades de Internet. Los que son menos agraciados, pues...
“El amor no entiende de edades” y “el físico es lo de menos” son dos frases que oído y leído en multitud de ocasiones. Aunque ambas puedan parecer puramente superficiales, quiero analizarlas y que reflexionemos juntos. Creo que, aunque no son méritos en el sentido estricto de la palabra (ya que no se adquieren como consecuencia de alcanzar unos valores personales), hay que aceptar que cuentan.

La atracción hacia diversas edades
Hasta hace pocos años, estaba mal visto por la sociedad que una mujer estuviera casada con un hombre de menor edad. Algunos no le concedían importancia, pero sí es cierto que era poco habitual encontrarse este tipo de relaciones. Hoy en día suelen darse con mayor frecuencia e incluso con diferencias considerables de diez años o más, como el caso de Shakira (1977) y Piqué (1987) o el presidente de Francia, el señor Macron (1977) y su esposa Briggite (1953).
En el lado contrario, que un hombre estuviera con una señorita más joven era visto como el éxito de todo un galán, al lograr conquistar con su forma de ser a una jovencita físicamente en su plenitud, cuando él ya comenzaba la decadencia.
Las feministas más radicales ven esto como una prueba más del machismo patriarcal imperante que nos han inculcado. Como siempre digo, no me gustan los extremos. Todo tiene una razón de ser. Aquí tenemos que analizar dos circunstancias:

1. ¿Qué provoca que una mujer se sienta atraída por un hombre más joven, y viceversa?
2. ¿Qué provoca que una mujer se sienta atraída por un hombre mayor, y viceversa?

Como he dicho, no me refiero a unos pocos años, sino a una barrera a contar a partir de diez.
En el primer caso (mujeres y hombres atraídos por personas del sexo opuesto bastante más jóvenes), suele deberse a la sensación que ell@s mismos experimentan: la pareja más joven les hace sentirse de igual manera: más jóvenes de lo que muestra el carné de identidad, tanto interna como externamente. Un/una cuarentón/cuarentona que está con alguien de treinta años o menos se siente revitalizado en su espíritu. Aparte, su estima propia crece, al contemplar que ha logrado enamorar a alguien por sí mismo, por ser quien es realmente, por su esencia, y no tanto por su físico que comienza a languidecer.
En el segundo caso (mujeres y hombres atraídos por personas del sexo opuesto mayores que ell@s), suele deberse a que encuentran una madurez en el otro que anhelan con toda su alma y que no encuentran en personas de su edad. Emocionalmente se sienten más cercanos a este tipo de individuos, más acordes con lo que buscan en una pareja: ternura, afecto, ideas claras, empatía, atención, equilibrio, seguridad emocional, etc. Por todo esto, suelen admirar a su pareja. Es algo que se observa desde la misma juventud: los clásicos casos de adolescentes que se enamoran de sus maestr@s.
En ambos casos, puede deberse también a otra explicaciones: si la mujer tuvo una relación disfuncional o distante con su padre o el hombre con su madre (o eran críticos y controladores), es posible que, al conocer a personas mayores que le proporcionan la calidez que no tuvieron en su juventud, se sientan poderosamente atraídas y lleguen a enamorarse. Esa es la explicación de las relaciones fugaces entre hombres de más de cuarenta años y chicas veinteañeras.
Por lo que hemos visto, es cierto que el amor no entiende de edades. El corazón es capaz de ver más allá de una imagen externa y puede prendarse con pasión de cualquier ser humano, independientemente de cuantos años les separen.

¿A buen puerto?
Ahora, tras explicar brevemente las razones, tenemos que preguntarnos: ¿Es posible que llegue a buen término una relación entre dos personas con edades dispares? Según un estudio desarrollado por científicos de la Universidad de Colorado en Boulder, “tener una gran diferencia de edad en la pareja aporta una mayor satisfacción para ambos a corto plazo pero esta felicidad se desvanece con el tiempo”[1]. Por lo tanto, debemos admitir que no es fácil, así que pongamos todas las cartas sobre la mesa para exponer los pros y los contras.
Un hombre de veinticinco años puede llegar a enamorarse realmente de una mujer de cuarenta y cinco (esa es la trama principal de la película “Mi segunda vez” –The Rebound en el original- protagonizada por Catherine Zeta-Jones y Justin Bartha). Si han sabido cuidarse, a esas edades todavía se conservan muy bien y la belleza que poseen es sin duda hermosa. Pero, ¿qué ocurrirá cuando él tenga treinta y cinco (en toda su plenitud) y ella tenga cincuenta y cinco? ¿Y él cincuenta y cinco y ella setenta y cinco, siendo ya toda una ancianita? El mismo ejemplo podríamos citarlo en el caso contrario. Puede que se convierta en una relación hija-padre (o abuelo) o hijo-madre (abuela), más que en un matrimonio entre dos personas iguales. El salto generacional puede ser demasiado grande.
Algunos dirán que si era amor verdadero seguirán juntos, y que si él la abandona a los pocos años habrá demostrado que era un capricho egoísta. La realidad no es tan sencilla. No podemos limitarlo todo a blanco o negro. ¿Por qué?: Porque no es tanto una cuestión de belleza, sino de “etapas vitales”, y esto afecta tanto a hombres que están con mujeres mayores como a la inversa: los dos estarán casi con total seguridad en tramos muy diferentes del camino.
La vitalidad también variará considerablemente. Son muchas las variables que tendrán que considerar antes de que pasen los años y de que avance la relación: estilos de vida, afinidades, educación, valores, ideas respecto al futuro, proyectos en común, etc: “Considerando todas sus dimensiones y aplicándolo a seres humanos maduros, el amor es una coincidencia afortunada de disposiciones complementarias, que se inicia con una atracción química, continua con una unión estable segura, y se transforma en un proyecto común que trasciende las vidas que lo encarnan”. No creo en lo de coincidencia afortunada, pero sí en el resto de la definición ofrecida por José Luis González de Rivera y Revuelta, Catedrático y Jefe del Servicio de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Díaz.
Dado que los matices son casi infinitos, solo puede concluir con esta idea: si esa relación procede de Dios, llegará a buen puerto y será una vida completa y feliz en términos generales. De lo contrario... Así que, si llegas a enamorarte de una persona considerablemente mayor o menor, sé sabio y no te dejes llevar por el primer impulso. Reflexiona y acércate al Señor para buscar verdadera sabiduría y Su voluntad.

La atracción física
Aunque seas cristiano, ¡para qué te vas a engañar! Si somos cuerpo, alma y espíritu, es normal que te fijes en las tres partes de manera equilibrada. ¿O acaso debes despreciar la belleza que Dios ha creado? Seamos sinceros: cuando te preguntan qué te parece alguien que apenas conoces y señalas inmediatamente que no te llama la atención, estás diciendo claramente que no te atrae físicamente. Por el contrario, uno de los grandes estímulos que encuentran las personas para acercarse por primera vez a alguien del sexo opuesto es la belleza física.
Aquí nos encontramos a los dos extremos opuestos. Por un lado, están aquellos que únicamente valoran a las personas por su físico. Estos son los inmaduros y a los que yo llamo “babosos”. Por el otro, los que dicen que no se fijan para nada en el físico. Esta idea podemos verla en la historia que se nos narra en la divertida película Amor ciego. Hall (Jack Blackel) es un tipo que valora exclusivamente a las mujeres por su belleza. Un buen día, tras quedar encerrado en el ascensor, es hipnotizado por un famoso conferencista, lo cual le lleva a ver a las personas tal y como son en su interior. Si son hermosas por dentro, él las ve sumamente hermosas en el exterior. Y si tienen un oscuro corazón, por muy hermosas que sean físicamente, él las ve como viejas arrugadas. De ahí que, ante la sorpresa de todo el mundo, se enamora de Rosemary (Gwyneth Paltrow). A pesar de que ella es exageradamente obesa, él la ve como si fuera una modelo, lo que da lugar a todo tipo de malentendidos y escenas cómicas. Finalmente, descubre la verdad y la verdadera apariencia de Rosemary. Aunque en un principio queda en estado de shock, evitando todo contacto, decide que realmente quiere estar con ella porque la ama. Y así concluye con el consabido “happy end”.
Aunque la moraleja es realmente buena (siendo una crítica a la sociedad que le concede una importancia suprema a la apariencia física), considero que se sitúa en ambos extremos de la realidad.

Sin cánones
Creo que la clave es encontrar un punto intermedio, donde la búsqueda de un ideal físico no sea lo primero ni lo más importante, pero sí que resulte atractivo a tus ojos, siendo como es: alt@ o baj@, con más o menos kilos, con ojos azules o marrones, etc.
Aquí no hay mandamientos inamovibles. Por decirlo de alguna manera: un corazón lleno de amor sirve de gafas correctoras ante cualquier supuesto defecto físico y logra el efecto extraordinario de hacer brillar aun más aquello que ya de por sí llama la atención. Por eso propongo una idea alternativa que pocos la ponen en práctica: si te gusta en grado sumo una persona pero no te resulta especialmente atractiva a nivel físico, sé su amigo y dale tiempo. No te estoy diciendo que tengas una cita o que inicies una relación de noviazgo, sino que, manteniendo las distancias convenientes para que no haya malentendidos, lo añadas al círculo en el que te mueves. Quizás, el día menos esperado, tus ojos te sorprendan y desees mucho más que una amistad. La atracción física puede darse a posteriori de la atracción hacia su persona. La mente puede terminar viendo lo que ve el corazón, ya que la belleza está en el ojo del que mira. Y, si no sucede, al menos habrás ganado un buen amigo, puesto que en realidad es el carácter lo que verdaderamente perdura.
De manera inconsciente, solemos asociar la belleza externa a la interna, cuando en muchas ocasiones resulta inversamente proporcional: el que es agraciado fisicamente tiene un alma “fea” y el que no tiene un cuerpo atractivo tiene un alma “hermosa”.
Personalmente, seré extremadamente sincero: si la belleza externa no va acompañada de la belleza interna, no me dice nada. Es más, si no me gusta –o deja de gustarme- el carácter de una mujer, aunque sea muy hermosa en el aspecto físico, dejo hasta de verla guapa. Por el contrario, he llegado a sentirme atraído y ver como guapas a mujeres que se alejaban de los patrones clásicos de la belleza, de mis propias ideas preconcebidas o de lo que suele marcar la sociedad.
Con esto no estoy queriendo decir, ni mucho menos, que todas las personas físicamente agraciadas sean malas personas y que las que no son favorecidas resulten buenas per se. Pero la atracción física, tanto para hombres como mujeres desprevenidos, puede ser un cebo cuando no hay nada más detrás de esa apariencia. Por eso afirmo que, por muy hermosa que sea alguien externamente, si su carácter no toca el corazón, el aspecto resultará indiferente tarde o temprano. A corto plazo puede que te llame poderosamente la atención. Pero a medio y largo plazo, la belleza externa sin la interna te resultará completamente hueca. De ahí las palabras de Pedro: “Que el adorno de ustedes no consista en cosas externas, como peinados exagerados, joyas de oro o vestidos lujosos, sino en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo” (1 P. 3:3-4, DHH). Esto no consiste en que una mujer no pueda llevar el cabello trenzado o lucir con elegancia, o que deba vestir como una vagabunda y descuidar su apariencia, sino en que sea equilibrada entre el cultivo del carácter y el cuidado del cuerpo (ya que este es templo del Espíritu Santo, cf. 1 Co. 6:19).
Hay mujeres (y cada vez más hombres) que visten “mundanamente”, sin pudor ni modestia. Esto es propio de personas vanidosas o que tratan de tapar otras inseguridades personales, y para lograr tal propósito exhiben sus cuerpos para ser admiradas. Esto no debería darse entre cristianos, sean de uno sexo u otro, sino primar “la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo” (1 P. 3:4, DHH).
            
¿En qué se fijan hombres y mujeres?
Por si esto le sirve a las mujeres, lo diré alto y claro: no necesitáis tener el cuerpo de una supermodelo ni poneros 500 capas de maquillaje. La naturalidad es algo que la inmensa mayoría de los hombres –hablo de hombres emocionalmente maduros- aprecia en gran medida. En lo que refiere al peso, aunque vosotras creáis lo contrario, el hombre normal (subrayo lo de normal) no siente una especial atracción hacia la delgadez, por mucho que nos la quiera vender la industria de la moda y el cine. Por el contrario, prefiere un peso normal, acorde a la constitución propia de cada mujer. Y para eso no son necesarias quince operaciones de cirugía plástica o dos horas agotadoras corriendo en una cinta en el gimnasio. Observa cuando vayas por la calle: la inmensa mayoría de las mujeres son físicamente normales. Incluso aquellas que tienen un físico envidiable tienen sus propios complejos y partes de sí que no les gustan.
Tanto un hombre como una mujer quieren un compañero que se cuide. En el caso del hombre, prefiere una mujer que para cuidarse haga algún tipo de deporte sencillo o ejercicio (como caminar) que a aquellas que se saltan comidas o pasan hambre para guardar la línea. Pocas cosas hay más frustrantes que tener a una mujer sentada a tu lado y ver cómo marea el plato sin apenas probar bocado. Entiendo que el tiempo libre para hacer deporte pueda ser escaso, pero, excepto en situaciones muy extremas (trabajos de jornadas larguísimas, tener que cuidar a tiempo completo a un familiar enfermo, etc.), siempre se puede organizar la agenda para sacar unas horas a la semana[2].
Basta con que leas cualquier encuesta o que preguntes a un hombre (racional, no sátiro) y verás que, cuando se siente atraído por una mujer, lo que desea es que sea ella misma. Por si te ayuda, un apunte: en el plano físico, lo que más le gusta a los hombres es el rostro en general. Sé que las encuestas señalan otros atributos corporales, pero recuerda que no son cristianos quienes responden a tales preguntas, lo cual no quita que un creyente maduro también considere hermosas diferentes partes del cuerpo, pero no lo considera lo más importante.
En el capítulo “La sexualidad del soltero cristiano”, vimos las razones por las cuales la mujer tiende a fijarse menos en la parte física del hombre (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/72-como-sienten-la-sexualidad-hombres-y.html). ¿O acaso no te has sorprendido nunca el hecho de ver a un hombre físicamente normal con una mujer extremadamente hermosa a su lado? Aunque es evidente que también se sientan atraídas por el físico, quizá a los hombres les sorprenda saber que las mujeres con las ideas claras valoran por encima de todo la personalidad en general (inteligencia, simpatía, empatía, integridad, tacto emocional, etc.). Más atrás en la lista aparece la apariencia externa, que no tiene que ser sinónimo exclusivo de “belleza”, sino que incluye de manera muy importante la manera de vestir y la higiene. Y al final de todo este inventario se encuentra la posición económica, aunque en la adolescencia es muy usual escuchar comentarios como este: “Si es guapo ya me gusta”. Los he oído y supongo que tú también, pero es fruto de la edad, la inmadurez y de los enamoramientos fugaces. No hay otra explicación para aquellas adolescentes que lloran y gritan desaforadas ante sus ídolos musicales. Pasiones que desaparecen con la misma velocidad con la que surgieron.

Conclusión
Quiero creer que no elegirás a una persona exclusivamente por su físico. Eso sería sumamente superficial. Y si alguien te busca a ti por esa razón, corres el serio riesgo de que tarde o temprano te abandone cuando conozca a alguien más guapo que tú.
¿De verdad quieres a tu lado un florero que se limite a sonreír y lucir palmito, sea hombre o mujer? ¿Alguien sin intereses, superficial, apático, sin temas de conversación, que no tenga nada que decir aparte de palabras banales y que sus programas de televisión favoritos sean los de cotilleos y famosos? ¿No sería mejor una pareja que cultiva el carácter, que adquiera valores, que acumula riqueza interior, que se apropia y se mueve por principios bíblicos? La persona que solo se preocupa por cuidar su físico tiene que tomar conciencia de que esa belleza desaparecerá con el tiempo y que ya no le servirá más ante su pareja. Lo que perdurará será su esencia, su ser interior.
Algunos conquistan a esos floreros para sentirse bien consigo mismos o presumir de presa cazada. Aunque es evidente que Dios tenía unos planes mucho más grandes que los que el pagano rey Asuero podía imaginar, me resulta sumamente infantil la actitud del rey al elegir a Ester como esposa tras una especie de concurso de belleza (cf. Ester 2:2-4). Y sí, es posible que terminara amándola no solo por su belleza sino también por su carácter (cf. Ester 2:17), pero en primera instancia la seleccionó exclusivamente por su belleza. Mucha corona en la cabeza pero bien hueca.
De igual manera, tampoco creo que Jacob amara instantáneamente a Raquel únicamente por su belleza física (cf. Gn. 29:17-18). Seguramente se quedó prendado y cautivado ante su hermosura. Pero ya  vimos que ese sentimiento inicial no es amor, sino idealización. A menos que Jacob hubiera carecido de neuronas, sin duda no habría trabajado siete años por una mujer de la cual no le atraía su carácter. Ningún hombre en sus cabales lo haría. Así que, sin duda, fue una promesa arriesgada la que hizo ya que se dejó llevar por su primer impulso. Por todo esto no es aconsejable dejarse dominar por las pasiones físicas ni por lo contemplan los ojos.

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* Prosigue en:
10.7.1. Aprende a expresarle tus pensamientos y sentimientos a tu pareja.



[2] Quiero hacer una distinción con todo mi respeto para los que padecen cierto tipo de problemas: no es lo mismo una persona con 10 ó 15 kilos de sobrepeso porque come sin parar, que aquella que padece una enfermedad, como la obesidad mórbida o el hipotiroidismo (que tiene como efecto secundario el sobrepeso). Los primeros son totalmente responsables de su estado físico (ni siquiera la edad es una excusa), mientras los segundos no lo son, ya que es algo ajeno a su voluntad y necesitan tratamiento médico.

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