Venimos de aquí: El conocimiento mutuo: El miedo a los padres de tu pareja: esos seres llamados
“suegros” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/08/1065-el-miedo-los-padres-de-tu-pareja.html).
Sé honesto: por mucho que
digan los cristianos que ellos son diferentes y que lo que les atrae es la
belleza interna, basta que en una red social un chico o una chica guapa pongan
una foto bien llamativa para que en minutos aparezcan decenas de “corazoncitos”
y comentarios que buscan un fin aunque se envuelvan en una curiosa
espiritualidad: “Qué bell@ eres. Que el Señor te bendiga... ¿me pasas tu número
de teléfono? ¡Ojalá el Padre de las luces nos permita vernos en persona! ¡Y
quién sabe qué puede pasar después!”. Comentarios como este, que suena hasta
cómico, son el pan de cada día en los grupos y comunidades de Internet. Los que
son menos agraciados, pues...
“El amor no entiende de edades” y “el físico es
lo de menos” son dos frases que oído y leído en multitud de ocasiones.
Aunque ambas puedan parecer puramente superficiales, quiero analizarlas y que
reflexionemos juntos. Creo que, aunque no son méritos en el sentido estricto de la palabra (ya que no se
adquieren como consecuencia de alcanzar unos valores personales), hay que
aceptar que cuentan.
La atracción hacia diversas edades
Hasta hace pocos años, estaba mal visto por la
sociedad que una mujer estuviera casada con un hombre de menor edad. Algunos no
le concedían importancia, pero sí es cierto que era poco habitual
encontrarse este tipo de relaciones. Hoy en día suelen darse con mayor
frecuencia e incluso con diferencias considerables de diez años o más, como el
caso de Shakira (1977) y Piqué (1987) o el presidente de Francia, el señor
Macron (1977) y su esposa Briggite (1953).
En el lado contrario, que un hombre estuviera con una
señorita más joven era visto como el éxito de todo un galán, al lograr
conquistar con su forma de ser a una jovencita físicamente en su plenitud,
cuando él ya comenzaba la decadencia.
Las feministas más radicales
ven esto como una prueba más del machismo patriarcal imperante que nos han
inculcado. Como siempre digo, no me gustan los extremos. Todo tiene una razón
de ser. Aquí tenemos que analizar dos circunstancias:
1. ¿Qué provoca que una
mujer se sienta atraída por un hombre más joven, y viceversa?
2. ¿Qué provoca que una
mujer se sienta atraída por un hombre mayor, y viceversa?
Como he dicho, no me refiero
a unos pocos años, sino a una barrera a contar a partir de diez.
En el primer caso (mujeres y
hombres atraídos por personas del sexo opuesto bastante más jóvenes), suele
deberse a la sensación que ell@s mismos experimentan: la pareja más joven les
hace sentirse de igual manera: más jóvenes de lo que muestra el carné de
identidad, tanto interna como externamente. Un/una cuarentón/cuarentona que
está con alguien de treinta años o menos se siente revitalizado en su espíritu.
Aparte, su estima propia crece, al contemplar que ha logrado enamorar a alguien
por sí mismo, por ser quien es realmente, por su esencia, y no tanto por su
físico que comienza a languidecer.
En el segundo caso (mujeres
y hombres atraídos por personas del sexo opuesto mayores que ell@s), suele
deberse a que encuentran una madurez en el otro que anhelan con toda su alma y
que no encuentran en personas de su edad. Emocionalmente se sienten más
cercanos a este tipo de individuos, más acordes con lo que buscan en una
pareja: ternura, afecto, ideas claras, empatía, atención, equilibrio, seguridad
emocional, etc. Por todo esto, suelen admirar a su pareja. Es algo que se
observa desde la misma juventud: los clásicos casos de adolescentes que se enamoran
de sus maestr@s.
En ambos casos, puede deberse también a otra explicaciones: si la mujer tuvo una relación disfuncional o
distante con su padre o el hombre con su madre (o eran críticos y
controladores), es posible que, al conocer a personas mayores que le
proporcionan la calidez que no tuvieron en su juventud, se sientan poderosamente
atraídas y lleguen a enamorarse. Esa es la explicación de las relaciones
fugaces entre hombres de más de cuarenta años y chicas veinteañeras.
Por lo que hemos visto, es
cierto que el amor no entiende de edades. El corazón es capaz de ver más allá
de una imagen externa y puede prendarse con pasión de cualquier ser humano,
independientemente de cuantos años les separen.
¿A buen puerto?
Ahora, tras explicar brevemente las razones, tenemos
que preguntarnos: ¿Es posible que llegue a buen término una relación entre dos
personas con edades dispares? Según un estudio desarrollado por científicos de
la Universidad de Colorado en Boulder, “tener
una gran diferencia de edad en la pareja aporta una mayor satisfacción para
ambos a corto plazo pero esta felicidad se desvanece con el tiempo”[1].
Por lo tanto, debemos admitir que no es fácil, así que pongamos todas las
cartas sobre la mesa para exponer los pros y los contras.
Un hombre de veinticinco años puede llegar a
enamorarse realmente de una mujer de cuarenta y cinco (esa es la trama
principal de la película “Mi segunda vez” –The
Rebound en el original- protagonizada
por Catherine Zeta-Jones y Justin Bartha). Si han sabido cuidarse, a esas edades todavía se
conservan muy bien y la belleza que poseen es sin duda hermosa. Pero, ¿qué
ocurrirá cuando él tenga treinta y cinco (en toda su plenitud) y ella tenga
cincuenta y cinco? ¿Y él cincuenta y cinco y ella setenta y cinco, siendo ya
toda una ancianita? El mismo ejemplo podríamos citarlo en el caso contrario.
Puede que se convierta en una relación hija-padre (o abuelo) o hijo-madre
(abuela), más que en un matrimonio entre dos personas iguales. El salto
generacional puede ser demasiado grande.
Algunos dirán que si era amor verdadero seguirán
juntos, y que si él la abandona a los pocos años habrá demostrado que era un
capricho egoísta. La realidad no es tan sencilla. No podemos limitarlo todo a
blanco o negro. ¿Por qué?: Porque no es tanto una cuestión de belleza, sino de “etapas vitales”, y esto afecta tanto a
hombres que están con mujeres mayores como a la inversa: los dos estarán casi
con total seguridad en tramos muy diferentes del camino.
La vitalidad también variará considerablemente. Son muchas las variables que tendrán que
considerar antes de que pasen los años y de que avance la relación: estilos de
vida, afinidades, educación, valores, ideas respecto al futuro, proyectos en
común, etc: “Considerando todas sus dimensiones y aplicándolo a seres
humanos maduros, el amor es una coincidencia afortunada de disposiciones complementarias,
que se inicia con una atracción química, continua con una unión estable segura,
y se transforma en un proyecto común que trasciende las vidas que lo encarnan”. No creo en lo de coincidencia
afortunada, pero sí en el resto de la definición ofrecida por José Luis
González de Rivera y Revuelta, Catedrático y Jefe del Servicio de Psiquiatría
de la Fundación Jiménez Díaz.
Dado que los matices son
casi infinitos, solo puede concluir con esta idea: si esa relación procede de
Dios, llegará a buen puerto y será una vida completa y feliz en términos
generales. De lo contrario... Así que, si llegas a enamorarte de una persona
considerablemente mayor o menor, sé sabio y no te dejes llevar por el primer
impulso. Reflexiona y acércate al Señor para buscar verdadera sabiduría y Su
voluntad.
La atracción física
Aunque seas cristiano, ¡para
qué te vas a engañar! Si somos cuerpo, alma y espíritu, es normal que te fijes en las tres partes de manera equilibrada. ¿O
acaso debes despreciar la belleza que Dios ha creado? Seamos sinceros: cuando te preguntan qué te parece alguien que apenas
conoces y señalas inmediatamente que no te llama la atención, estás diciendo
claramente que no te atrae físicamente. Por el contrario, uno de los grandes
estímulos que encuentran las personas para acercarse por primera vez a alguien
del sexo opuesto es la belleza física.
Aquí nos encontramos a los
dos extremos opuestos. Por un lado, están aquellos que únicamente valoran a las
personas por su físico. Estos son los inmaduros y a los que yo llamo “babosos”.
Por el otro, los que dicen que no se fijan para nada en el físico. Esta idea
podemos verla en la historia que se nos narra en la divertida película Amor ciego. Hall (Jack Blackel) es un
tipo que valora exclusivamente a las mujeres por su belleza. Un buen día, tras
quedar encerrado en el ascensor, es hipnotizado
por un famoso conferencista, lo cual le lleva a ver a las personas tal y como
son en su interior. Si son hermosas por dentro, él las ve sumamente hermosas en
el exterior. Y si tienen un oscuro corazón, por muy hermosas que sean
físicamente, él las ve como viejas arrugadas. De ahí que, ante la sorpresa de
todo el mundo, se enamora de Rosemary (Gwyneth Paltrow). A pesar de que ella es
exageradamente obesa, él la ve como si fuera una modelo, lo que da lugar a todo
tipo de malentendidos y escenas cómicas. Finalmente, descubre la verdad y la
verdadera apariencia de Rosemary. Aunque en un principio queda en estado de
shock, evitando todo contacto, decide que realmente quiere estar con
ella porque la ama. Y así concluye con el consabido “happy end”.
Aunque la moraleja es
realmente buena (siendo una crítica a la sociedad que le concede una
importancia suprema a la apariencia física), considero que se sitúa en ambos
extremos de la realidad.
Sin cánones
Creo que la clave es
encontrar un punto intermedio, donde la búsqueda de un ideal físico no sea lo
primero ni lo más importante, pero sí que resulte atractivo a tus ojos, siendo como es: alt@ o
baj@, con más o menos kilos, con ojos azules o marrones, etc.
Aquí no hay mandamientos inamovibles. Por
decirlo de alguna manera: un corazón lleno de amor sirve de gafas correctoras ante cualquier
supuesto defecto físico y logra el efecto extraordinario de hacer brillar aun
más aquello que ya de por sí llama la atención. Por eso propongo una idea
alternativa que pocos la ponen en práctica: si te gusta en grado sumo una
persona pero no te resulta especialmente atractiva a nivel físico, sé su amigo
y dale tiempo. No te estoy diciendo que tengas una cita o que inicies una
relación de noviazgo, sino que, manteniendo las distancias convenientes para
que no haya malentendidos, lo añadas al círculo en el que te mueves. Quizás, el
día menos esperado, tus ojos te sorprendan y desees mucho más que una amistad.
La atracción física puede darse a posteriori de la atracción hacia su persona.
La mente puede terminar viendo lo que ve el corazón, ya que la belleza
está en el ojo del que mira. Y, si no sucede, al menos
habrás ganado un buen amigo, puesto que en realidad es el carácter lo que
verdaderamente perdura.
De manera inconsciente, solemos asociar la belleza
externa a la interna, cuando en muchas ocasiones resulta inversamente
proporcional: el que es agraciado fisicamente tiene un alma “fea” y el que no tiene un cuerpo atractivo tiene un alma “hermosa”.
Personalmente, seré
extremadamente sincero: si la belleza externa no va acompañada de la belleza
interna, no me dice nada. Es más, si no me gusta –o deja de gustarme- el
carácter de una mujer, aunque sea muy hermosa en el aspecto físico, dejo hasta
de verla guapa. Por el contrario, he llegado a sentirme atraído y ver como
guapas a mujeres que se alejaban de los patrones clásicos de la belleza, de mis
propias ideas preconcebidas o de lo que suele marcar la sociedad.
Con esto no estoy queriendo
decir, ni mucho menos, que todas las personas físicamente agraciadas sean malas
personas y que las que no son favorecidas resulten buenas per se. Pero la atracción física,
tanto para hombres como mujeres desprevenidos, puede ser un cebo cuando no hay
nada más detrás de esa apariencia. Por eso afirmo
que, por muy hermosa que sea alguien externamente, si su carácter no toca el
corazón, el aspecto resultará indiferente tarde o temprano. A corto plazo puede que te llame poderosamente la atención.
Pero a medio y largo plazo, la belleza externa sin la interna te resultará
completamente hueca. De ahí las palabras de Pedro: “Que el adorno de ustedes no consista en
cosas externas, como peinados exagerados, joyas de oro o vestidos lujosos, sino
en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave y
tranquilo” (1 P. 3:3-4, DHH). Esto no consiste en que una mujer no
pueda llevar el cabello trenzado o lucir con elegancia, o que deba vestir como
una vagabunda y descuidar su apariencia, sino en que sea equilibrada entre el
cultivo del carácter y el cuidado del cuerpo (ya que este es templo del
Espíritu Santo, cf. 1 Co. 6:19).
Hay mujeres (y cada vez más
hombres) que visten “mundanamente”, sin pudor ni modestia. Esto es propio de
personas vanidosas o que tratan de tapar otras inseguridades personales, y para
lograr tal propósito exhiben sus cuerpos para ser admiradas. Esto no debería
darse entre cristianos, sean de uno sexo u otro, sino primar “la belleza
incorruptible de un espíritu suave y tranquilo” (1 P. 3:4, DHH).
¿En qué se fijan hombres y mujeres?
Por si esto le sirve a las
mujeres, lo diré alto y claro: no necesitáis tener el cuerpo de una supermodelo
ni poneros 500 capas de maquillaje. La naturalidad es algo que la inmensa
mayoría de los hombres –hablo de hombres emocionalmente maduros- aprecia en
gran medida. En lo que refiere al peso, aunque vosotras creáis lo contrario, el
hombre normal (subrayo lo de normal)
no siente una especial atracción hacia la delgadez, por mucho que nos la quiera vender la industria de la moda y el cine. Por el contrario, prefiere
un peso normal, acorde a la constitución propia de cada mujer. Y para eso no
son necesarias quince operaciones de cirugía plástica o dos horas agotadoras
corriendo en una cinta en el gimnasio. Observa cuando vayas por la calle: la
inmensa mayoría de las mujeres son físicamente normales. Incluso aquellas que
tienen un físico envidiable tienen sus propios complejos y partes de sí que no
les gustan.
Tanto un hombre como una
mujer quieren un compañero que se cuide. En el caso del hombre, prefiere una
mujer que para cuidarse haga algún tipo de deporte sencillo o ejercicio (como
caminar) que a aquellas que se saltan comidas o pasan hambre para guardar la
línea. Pocas cosas hay más frustrantes que tener a una mujer sentada a tu lado
y ver cómo marea el plato sin apenas probar bocado. Entiendo que el tiempo
libre para hacer deporte pueda ser escaso, pero, excepto en situaciones muy
extremas (trabajos de jornadas larguísimas, tener que cuidar a tiempo completo
a un familiar enfermo, etc.), siempre se puede organizar la agenda para sacar
unas horas a la semana[2].
Basta con que leas cualquier
encuesta o que preguntes a un hombre (racional, no sátiro) y verás que, cuando
se siente atraído por una mujer, lo que desea es que sea ella misma. Por si te ayuda, un apunte: en el plano físico, lo que
más le gusta a los hombres es el rostro en general. Sé que las encuestas señalan otros atributos corporales, pero recuerda que no son cristianos
quienes responden a tales preguntas, lo cual no quita que un creyente maduro
también considere hermosas diferentes partes del cuerpo, pero no lo considera
lo más importante.
En el capítulo “La sexualidad del soltero cristiano”, vimos las razones por las cuales la
mujer tiende a fijarse menos en la parte física del hombre (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/72-como-sienten-la-sexualidad-hombres-y.html). ¿O acaso no te has
sorprendido nunca el hecho de ver a un hombre físicamente normal con una mujer
extremadamente hermosa a su lado? Aunque es evidente
que también se sientan atraídas por el físico, quizá a los hombres les
sorprenda saber que las mujeres con las ideas claras valoran por encima de todo
la personalidad en general (inteligencia,
simpatía, empatía, integridad, tacto emocional, etc.). Más atrás en la
lista aparece la apariencia externa, que no tiene que ser sinónimo exclusivo de
“belleza”, sino que incluye de manera muy importante la manera de vestir y la
higiene. Y al final de todo este inventario se encuentra la posición económica,
aunque en la adolescencia es muy usual
escuchar comentarios como este: “Si es guapo ya me gusta”. Los he oído y
supongo que tú también, pero es fruto de la edad, la inmadurez y de los
enamoramientos fugaces. No hay otra explicación para aquellas adolescentes que
lloran y gritan desaforadas ante sus ídolos musicales. Pasiones que desaparecen
con la misma velocidad con la que surgieron.
Conclusión
Quiero creer que
no elegirás a una persona exclusivamente por su físico. Eso sería sumamente
superficial. Y si alguien te busca a ti por esa razón, corres el serio riesgo
de que tarde o temprano te abandone cuando conozca a alguien más guapo que tú.
¿De verdad
quieres a tu lado un florero que se
limite a sonreír y lucir palmito, sea hombre o mujer? ¿Alguien sin intereses,
superficial, apático, sin temas de conversación, que no tenga nada que decir
aparte de palabras banales y que sus programas de televisión favoritos sean los
de cotilleos y famosos? ¿No sería mejor una pareja que cultiva el carácter, que
adquiera valores, que acumula riqueza interior, que se apropia y se mueve por
principios bíblicos? La persona que solo se preocupa por cuidar su físico tiene
que tomar conciencia de que esa belleza desaparecerá con el tiempo y que ya no
le servirá más ante su pareja. Lo que perdurará será su esencia, su ser
interior.
Algunos
conquistan a esos floreros para sentirse bien consigo mismos o presumir de presa cazada. Aunque es evidente que Dios tenía unos planes mucho más
grandes que los que el pagano rey Asuero podía
imaginar, me resulta sumamente infantil la actitud del rey al elegir a Ester como
esposa tras una especie de concurso de belleza (cf. Ester 2:2-4). Y sí, es posible que terminara amándola no solo por su
belleza sino también por su carácter (cf. Ester 2:17), pero en primera
instancia la seleccionó exclusivamente por su belleza. Mucha corona en la cabeza pero bien hueca.
De igual manera, tampoco creo que Jacob amara
instantáneamente a Raquel únicamente por su belleza física (cf. Gn. 29:17-18).
Seguramente se quedó prendado y cautivado ante su hermosura. Pero ya vimos que ese sentimiento inicial no es amor,
sino idealización. A menos que Jacob hubiera carecido de neuronas, sin duda no
habría trabajado siete años por una mujer de la cual no le atraía su carácter.
Ningún hombre en sus cabales lo haría. Así que, sin duda, fue una promesa
arriesgada la que hizo ya que se dejó llevar por su primer impulso. Por todo
esto no es aconsejable dejarse dominar por las pasiones físicas ni por lo
contemplan los ojos.
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en:
10.7.1. Aprende a expresarle tus pensamientos y sentimientos a tu pareja.
[2]
Quiero hacer una distinción con todo mi respeto para los que padecen cierto
tipo de problemas: no es lo mismo una persona con 10 ó 15 kilos de sobrepeso
porque come sin parar, que aquella que padece una enfermedad, como la obesidad
mórbida o el hipotiroidismo (que tiene como efecto secundario el sobrepeso).
Los primeros son totalmente responsables de su estado físico (ni siquiera la
edad es una excusa), mientras los segundos no lo son, ya que es algo ajeno a su
voluntad y necesitan tratamiento médico.
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