lunes, 13 de agosto de 2018

10.6.5. El miedo a los padres de tu pareja: esos seres llamados “suegros”

(la cara de él lo dice todo: trágame tierra)

Venimos de aquí: El conocimiento mutuo: ¿El noviazgo es el fin del tiempo para uno mismo y de los amigos? https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/05/1064-el-noviazgo-es-el-fin-del-tiempo.html

Posiblemente, una de las cuestiones más complejas en toda relación de pareja es la que concierne a las respectivas familias. El resultado de este tipo de relación repercutirá para bien o para mal en el noviazgo (y posteriormente en el matrimonio), ya que puede ser tanto de bien como de piedra de tropiezo. Recordemos que Jetro, el suegro de Moisés, fue de bendición para su yerno al aconsejarle sabiamente en los caminos de Dios (cf. Éx. 18:13-27). Pero, de igual manera, Jesús nos señaló que podría darse el caso opuesto: por causa de Él, habría división dentro de la misma familia, incluyendo a la familia política (cf. Lc. 12:49-53).

Diversas opciones
Las opciones son tan variadas que no es fácil en primera instancia establecer ciertas pautas concretas de comportamiento, pero podemos llegar a ellas analizando la situación. Veamos las muchas variantes que se pueden dar:

1. Que tus suegros sean creyentes y disfruten de una buena conversación sobre todo tipo de temas bíblicos.
2. Que sean creyentes pero muy cerrados en su forma de entender la Palabra de Dios. En este caso, puede que: 

- Te concedan libertad y no entren en disputas.
- O, por el contrario, traten de hacerte ver una y otra vez lo equivocado que estás en asuntos doctrinales secundarios.

3. Que sean inconversos y que la sola mención de Dios les altere el ánimo.
4. Que pertenezcan a otra religión y disientan continuamente del cristianismo, siendo la tensión palpable.
5. Puede que te acojan con los brazos abiertos, te traten como a un hijo, se alegren verdaderamente de que estés con su hij@ y que seas parte de la vida de ellos.
6. Que sean cariñosos contigo o, en su opuesto, te critiquen en todo.
7. Puede que sean posesivos y se entrometan en cada decisión que toméis, o que os concedan total libertad en vuestros asuntos personales.
8. Puede ser que no estén de acuerdo con la relación que mantienes con su hij@ pero que..:

- No te lo hagan saber sino que lo disimulen.
- Te lo hagan saber abiertamente, sea por sus palabras (como señalando lo que no les gusta de tu persona o comparándote con antiguas parejas), o por sus actos (como mostrarse indiferentes ante ti).
- No deseen que entre una persona nueva en casa.
- Un hermano o hermana trate de torpedear la relación. Por ejemplo, tratándote con desdén o usando siempre el sarcasmo a la hora de hablar contigo.

9. Puede que tu pareja (o tú mismo)..:

- No se lleve bien con sus propios padres y tenga heridas emocionales del pasado.
- O que su relación sea bastante fluida y llena de afecto mutuo.

Fuentes de información
Para saber qué imagen se ajusta más a la realidad es necesario que los conozcas bien, y ellos a ti. Para que esto sea posible, las dos fuentes principales de información serán:

- Tu pareja: Ella te pondrá al día de toda la historia familiar y de cada uno de los miembros, junto a todas las vivencias del pasado (tanto positivas como negativas), y te describirá su relación presente con sus propios padres y sus hermanos (si los tuviera): si es fluida o existen tiranteces, si habla o guarda silencio en su presencia, si es dependiente o independiente de ellos, si les pide opiniones o consejos, si abre su corazón o no delante de sus padres y qué piensa de ellos, etc. Tú tendrás que hacer lo mismo respecto a tu propia familia.

- La observación y tu propia experiencia: Puesto que no siempre somos totalmente objetivos y la opinión que te ofrezca tu pareja puede diferir en matices, conocerlos de primera mano será una parte importante para establecer un principio de relación con ellos, independientemente de la opinión de tu pareja. Ahora bien, escucha siempre lo que ella te diga y no te precipites en hacer juicios de valor, ni en un sentido ni en otro.

Al igual que vimos respecto a las amistades, ver cómo interactúa con sus familiares será otra manera más de conocer a tu pareja y de entender el porqué responde ante ciertas situaciones de una manera determinada. Cuando veas que se comporta de una forma concreta que no comprendes, pregúntale con naturalidad y sin enjuiciar. Para eso eres su pareja. Si habla bien de ellos o, por lo contrario, su opinión es negativa, escucha sus razones. Más que nunca la comunicación será imprescindible. Todo ello será una oportunidad magnifica para entrar en el mundo emocional de tu novi@ y en su vida en general. Por ejemplo, el hecho de que alguien se encierre emocionalmente delante de sus familiares siempre está motivado por alguna razón, pero eso no significa que contigo actúe de la misma manera.

Influencias: No sois esclavos del pasado
Michael Smalley, en su libro “Vestidos para las citas amorosas”, dice: “Recuerda: probablemente te va a tratar de la misma manera en que su padre trata a su madre. No importa lo mucho que pretendamos lo contrario, los padres son modelos”. Sí, es cierto que los padres son modelos y que de ellos aprenden los hijos, pero no estoy de acuerdo con el concepto global de la afirmación. Aunque los padres puedan ser modelos, eso no significa que todo el mundo siga su forma de actuar, ni siquiera que lo hagan de manera parecida. Como expliqué en la misma introducción, uno de los métodos por los cuales aprendemos es por “contraste”, en el cual observamos los errores ajenos para no cometerlos y actuar de forma opuesta. Conozco hermanos que uno de sus progenitores fueron:

- Drogadictos.
- Ludópatas.
- Alcohólicos.
- Emocionalmente distantes.

Sin embargo, ninguno de sus hijos se les asemeja. Es más, son polos opuestos: sanos y encantadores. La sociología que encasilla y cree que el destino de una persona está sujeto al modelo de padres que ha tenido resulta bastante pobre ante los ojos de Dios, puesto que deja de lado la obra en sus hijos a través de Cristo. Todos los seres humanos estamos influenciados por “mil” factores (el ambiente familiar, social, político, amistades, etc.) que conforman parte de nuestro carácter, pero el Señor nos libertó de cualquier pasado que nos atara para creer un nuevo presente. Dios ha puesto en nosotros la capacidad de decidir qué pasos dar en la vida en lo que concierne a las relaciones personales y en todo lo demás, por lo que no estamos determinados por lo que aprendimos en el pasado.
Ciertamente puede darse el caso opuesto en una persona: que esté muy influenciado por la educación que ha recibido de sus padres, por las experiencias que ha vivido y por el tipo de relación que mantiene con ellos. Un individuo muy dependiente,  que siempre trate de agradarlos o les pida consejos para cada decisión en la vida, puede provocar continuos conflictos en la pareja ya que será alguien inseguro o inmaduro, y puede que una vez casados siga anteponiendo las opiniones de sus padres a las de su cónyuge.
Si ha sido siempre sumiso y no posee capacidad de iniciativa propia, puede que solo sepa tener una relación subyugada, ya que no sabe comportarse de otra manera. Alguien que resulta muy susceptible cuando recibe una crítica (aun siendo constructiva) puede estar motivado a que siempre ha sido muy criticado por sus progenitores. En otros casos, el miedo irracional a cometer un error ante su pareja puede estar causado a que era humillado y avergonzado por sus padres.
Por todo esto, es necesario conocer esta parte tan importante de la vida de tu pareja antes del matrimonio. Así la entenderás mejor. Son detalles fundamentales. También tienes que ser consciente de que puede que delante de ti y de su círculo más cercano saque a relucir lo mejor de su persona. Esto no significa que debas pasar por alto malas actitudes que puedas observar ante sus familiares, ya que un comportamiento bipolar y extremo puede ser indicativo de problemas más profundos y, en el peor de los casos, de una manifiesta hipocresía.

El trato personal con tus suegros
Es evidente que el trato personal con los suegros dependerá de cómo sean y a qué grupo pertenezcan de los que hemos visto. Ahora bien, hay principios generales que sirven para todos los casos:

- Conocerlos personalmente: Muchos malentendidos pueden venir motivados por lo que tú crees de ellos y ellos creen de ti. Así que debes dar un paso al frente para conocerlos realmente. Puede que os sorprendáis gratamente o puede que no, pero para ello es necesario sentarte con ellos (con los dos a la vez o por separado) y hablar con educación: preguntarles por sus vidas, por lo que piensan en distintas asuntos, sus creencias, sus aficiones, lo que les atrae, etc. Busca puntos en común y aspectos que te agraden. No seas demasiado invasivo hasta pasado un tiempo y puedas comprobar que se puede establecer un clima de confianza. Es normal que te sientas un tanto tenso al querer causar una buena impresión, pero es la mejor manera de conocer el verdadero corazón de un ser humano.

- El respeto: Trata de establecer una comunicación basada en el respeto. El hecho de que no estés de acuerdo con sus pensamientos o su forma de actuar no significa que debas estar en guerra con ellos y saltar al mínimo desacuerdo. Se puede convivir teniendo opiniones diferentes. Tu único deber, y la parte que te corresponde, es estar en paz en la medida de lo posible (cf. Ro. 12:18). Al igual que se debe honrar a los padres (cf. Éx. 20:12), también hay que honrar a los de tu pareja. Eso significa tenerlos en consideración y en estima, mostrándonos íntegros, sea cual sea su actitud hacia nosotros.

- Escucharlos con atención. Incluso si no les parece bien que su hijo y tú estéis juntos, escucha sus argumentos sin interrumpirlos. Cuando hayan terminado de hablar, exponles de forma clara tu manera de pensar al respecto. Escucha también la opinión de tus propios familiares, amigos y hermanos en Cristo respecto a tu pareja. Quizás ellos vean algo que a ti se te escapa, tanto positivo como negativo. Eso sí, no te cases porque ellos te digan que es alguien maravilloso, sino porque tú lo decides. La Escritura dice: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre” (Pr. 1:8), pero esto no significa que todas las opiniones de tus padres sean igualmente válidas y llenas de sabiduría.

- Los consejos: Puede que estén acostumbrados a dar consejos. Presta atención a lo que dicen ya que quizá resulte de bendición como las palabras de Jetro a Moisés y saques algo bueno. Examínalo todo y retén lo bueno (cf. 1 Ts. 5:21).

- Establece límites saludables: El hecho de que los escuches no significa que tengas que darles permiso para acceder a todos los aspectos de tu vida privada ni que tendrás que hacer caso a todos los consejos que te proporcionen. Si accedes a ello, aunque no estés de acuerdo, te sentirás manipulado. Tú mismo deberás marcar esos límites.

Si hay algo de tu familia política que te desagrada o lo ves como un problema manifiesto para la relación (por ejemplo, la forma en que tu cuñado te trata al pretender dejarte en evidencia siempre que puede), háblalo a la menor oportunidad con tu pareja, antes que te sientas resentido. Puesto que los conflictos graves que pueden surgir son innumerables (suegros muy problemáticos, intransigentes, groseros, etc.) y que llevarían todo un libro para describirlos, pedid consejo como pareja ante hermanos maduros en el Señor que hayan podido pasar por situaciones semejantes.

Ayuda a tu pareja ante tus padres
Ya hemos visto cómo debe actuar el novio o la novia delante de sus suegros. Ahora tratemos otro asunto importante, la parte complementaria: cómo ayudar a tu pareja cuando esté delante de tus padres.
En primer lugar, tendrás que ser hospitalario. Esto no se limita a invitarlo a comer a casa de tus  padres, sino que, una vez allí, él/ella será la máxima prioridad para ti; al menos en las primeras etapas, hasta que se establezca una normalidad y cercanía en el trato con ellos. Eso llevará tiempo. Es una manera más de mostrarse servicial (que no esclavo). A menos que te lo pida personalmente, porque desee hablar con tus padres o con alguien de tu familia, no dejes a tu pareja a solas para dedicarte a tus propias actividades en esas visitas, como ver la televisión, navegar por Internet o hablar largamente por teléfono. Si lo haces, le estarás dando a entender que no te importa cómo se siente en una situación que le resulta sumamente incómoda, al saber que todos los ojos están puestos sobre él. Creerá que eres dos personas: una, la que habla con él cuando estáis en la calle, y dos, la que lo ignora cuando está con otras personas y que vive ensimismada.
Si lo dejas a solas intencionadamente para ver cómo se desenvuelve con tus padres, posiblemente él percibirá que lo estás poniendo a prueba y se sentirá enojado hacia ti. Todo ello hará que desconfíe de tu persona. Incluso considerará un desprecio el hecho de que no te sientes a comer a su lado, aun bajo el argumento de que tú siempre te sientas al lado de tu hermano o de tu padre. Tienes que aprender a calibrar los tiempos y las situaciones. También procura hablar de temas que le interesen para que pueda ser partícipe de la conversación, en lugar de excluirlo o quedarte callado. En definitiva, es tu obligación procurar que se sienta lo más cómodo posible, dentro de una escena que es tensa al principio. Recuerda: sé un buen anfitrión.
En segundo lugar: tendréis que negociar cuánto tiempo pasaréis con vuestras respectivas familias. Puede que, debido a que uno sea muy familiar y el otro no tanto, el primero pase mucho tiempo con ellos y el segundo todo lo contrario. A menos que él lo desee y que sea muy extrovertido, lo más conveniente en las primeras ocasiones es que las visitas no sean muy largas. Uno de los mayores errores que se cometen es preparar una actividad en la que participen los padres sin consultarlo previamente con el compañero, desde salir a tomar un café hasta realizar cualquier actividad recreativa, creyendo que así la integración será más rápida. Puede que lo que a ti te entusiasma y que te gusta, a él no le haga ni pizca de gracia. Las costumbres y tradiciones que para ti son agradables no tienen que serlo obligatoriamente para él. Debes hacerle partícipe en ese tipo de iniciativas: pregúntale y concédele la libertad de rechazar la idea o elegir otra alternativa. Si no lo haces, puede que guarde silencio para no incomodarte o no hacerte sentir mal, cuando quizá, en realidad, lo que él quería es que fuerais todos juntos a cenar como familia o simplemente ir a la playa a solas contigo.  

Confidencias 
Para terminar un asunto que considero fundamental: las historias personales que te cuente tu pareja en privado deben de quedar entre vosotros, y más si te ha pedido expresamente que algún tema en concreto no sea dado a conocer. Él está depositando su confianza y buena parte de su corazón en ti, y si no respetas esa ley no escrita de privacidad, estarás traicionándole. Al igual que tú no querrías que tus secretos más íntimos sean conocidos por tus suegros de boca de tu pareja, tampoco le gustará a tu novio que reveles a tu propia familia sus asuntos personales, a menos que él te conceda permiso. Vigila lo que hablas, tanto si está presente como si no. Evidentemente, hay asuntos que son de dominio público: a qué se dedica (si estudia, si trabaja o no, etc.), a qué dedica su tiempo, cuáles son sus aficiones, etc., pero hay otras cuestiones que no tienen que serlo. Esto no significa que estés ocultando información a tus padres, sino que es tu pareja quien debe darse a conocer y ser él quien decida qué parte de su intimidad revela y ante quién lo hace. Puede que quiera hacer partícipe de su mundo a tus padres pero no compartir con ellos el mismo grado de intensidad con otros miembros de la familia.
Es usual –pero erróneo- que los problemas personales que se transmiten en confianza a la pareja suelan ser conocidos por medio planeta. Desde la abuela que se entera de todo (y nadie sabe cómo), hasta la vecina cotilla del bloque que hace esquina con nuestra casa. Y todo se agranda cuando la familia al completo interviene siempre que hay conflictos, ofreciendo sus opiniones y comentarios, posicionándose a favor de uno de los dos bandos, lo que logra el maravilloso efecto de complicar más la situación. Cuando alguien no es discreto, y ante cualquier mínimo problema de pareja sale corriendo a contárselo a otras personas, no es digno de fiar.
La Biblia nos da la solución perfecta: Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro, no sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse” (Pr. 25:9-10). Por lo tanto, guarda la confidencialidad e intimidad, y soluciona los problemas en privado, a menos que se te conceda el permiso para darlo a conocer a otros para buscar soluciones alternativas.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en:
10.6.6. El conocimiento mutuo: En una relación sentimental, ¿son importantes la diferencia de edad y la atracción física?
https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/09/1066-en-una-relacion-sentimental-hasta.html 

No hay comentarios:

Publicar un comentario