martes, 6 de septiembre de 2016

10.1. Enamorado de un verdadero creyente: Introducción



Venimos de aquí: Enamorado de un inconverso: Cuando algo no sintoniza http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/07/92-enamorado-de-un-inconverso-cuando.html

Como cristiano que eres (hablo a aquellos que verdaderamente han nacido de nuevo), y ante la imposibilidad de unirte en yugo desigual –por ser un mandamiento directo de Dios ante el cual no hay argumento ni excusa posible-, únicamente tienes un camino si quieres algún día tener tu propia pareja: una buena y sabia elección. Claro está, si es la voluntad de Dios que te cases, puesto que no es así en todos los casos, como vimos en Lo que duele a los solteros: Haciendo malabares (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html).
Hace tiempo leí una gran verdad: Junto con el paso de fe respecto a la salvación, la elección de la persona con la cual vas a pasar el resto de tu vida es la decisión más importante que puedas tomar. Tu estabilidad espiritual, emocional y psicológica está en juego. Un grave error en este aspecto y todo tu castillo se puede desmoronar encima de ti. Los creyentes, por el hecho de serlos, no están ni mucho menos exentos de cometer errores en el área sentimental.
Cuando en la introducción de este libro dije que ciertos capítulos servirían a las parejas de novios e incluso algunos apartados a los matrimonios, me refería sin duda a este. Analizaremos en profundidad asuntos delicados como la resolución de conflictos, los problemas a la hora de comunicar emociones negativas, las discordancias que suelen darse en la expresividad del afecto, el trato con los familiares de la pareja, la manera de compaginar la relación con otras actividades personales, las amistades, la suprema importancia de los propios valores, etc.
Me desagrada en extremo ese proverbio chino que dice: “El matrimonio es como una fortaleza sitiada; los que están fuera quieren entrar a toda costa, y a los que están adentro les encantaría muchísimo salir de ella”. Por eso también trataré diversos problemas que suelen darse entre los cónyuges para que, aquellos que aún no están casados, los tengan en cuenta. Así podrán planteárselos antes de las nupcias y evitarse grandes disgustos. Irán aprendiendo a afrontarlos desde la relación de noviazgo y de forma madura, en lugar de esperar a vivir con la otra persona para darse cuenta de las problemáticas básicas que surgen en toda relación humana. Como dice Denis Sonet en su libro “Triunfar como pareja”: “No prepararse para el matrimonio es la mejor preparación para el divorcio”.
La mayoría de los cristianos desconoce las intenciones de Dios respecto a esta área de su vida. Ninguno ha escuchado una voz atronadora en su oído a través de una zarza ardiente. Puede que muchos amigos te hayan dicho que el Señor tiene preparado un gran compañero para ti. La realidad es otra: casi todo el mundo ignora los planes futuros que el Omnisciente ha preparado en esta vida. Él lo puede remover todo de un año para otro, así que tienes que vivir al día según tu condición presente. Y sabiendo todo esto, tener las ideas muy claras: Por un lado, vivir plenamente ya que eres una persona completa. Ni media naranja ni cuentos. Y por otro, estar preparado por si se diera el caso de que una relación de pareja se presentara; así no te dejarás llevar únicamente por la emoción del momento, como tantas veces ocurre y tantas desgracias provoca. Lo contrario es lo que se vende por medio de las novelas y películas románticas para jóvenes, llenas de clichés como el amor a primera vez, donde todo es maravilloso y el cenit de la felicidad, pero que en la vida real provocan la destrucción de infinidad de corazones por las ideas perniciosas que muestran.

Algunos errores iniciales: ¿amistad o intenciones románticas?
Es necesario querer saber más del sexo opuesto. Para conocerlo; para respetarlo; para entenderlo; para apreciarlo; para empatizar; para saber cómo piensa; para poder ser amigos. ¿Por qué? Porque, cuando conoces a alguien verdaderamente interesante y que te llama la atención, es demasiado habitual encasillarlo en dos categorías: 

- Objetivo a la vista: Candidato a ser tu novi@.
- Nada de nada. 

Pensar de esta manera conduce a perder una serie de posibles amistades de gran enriquecimiento personal. Y tristemente es lo que suele ocurrir, especialmente entre los adultos. Y recuerdo una vez más que le estoy hablando a cristianos genuinos.
Por eso entiendo a los que dicen que es muy difícil acercarse a alguien del sexo contrario sin que la otra persona piense que solo está buscando amistad. El otro cree que se le acercan con intenciones románticas. También sucede al revés: cuando alguien que no te conoce se aproxima a ti con dichas pretensiones. Es algo que huele a kilómetros: la postura corporal, los gestos faciales aparentemente casuales pero que no lo son, la excesiva proximidad física, las miradas con ojitos de gatito y el tono de voz acaramelado les delatan.
A los que no les gustan las prisas –que son malas consejeras como veremos a lo largo de este extenso capítulo-, este tipo de actitudes les espantan. Todo depende de la madurez personal, de la fama que cada uno se haya forjado y de la manera de interactuar. Si eres el clásico que a los dos días de conocer a alguien le está escribiendo poesías, declarando amor eterno o enviando centenares de mensajitos llenos de corazoncitos por algún medio electrónico, es lógico que te vean así.
La impaciencia suele ser un error muy frecuente y un problema común cuando se siente atracción hacia alguien. Incluso hay enojos internos si el otro no da el paso de declararse o manifestar sus crecientes sentimientos de forma clara. Hay que saber “guardar los tiempos”. Es decir, si dos personas empiezan a salir para conocerse y uno de ellos comienza a insinuar su amor con miradas románticas y palabras de sumo afecto pero el otro no está en ese etapa, se asustará y posiblemente se distanciará. El amor y el conocimiento deben ser recíprocos. Uno da un paso y el compañero otro. Así paulatinamente.
Recuerda: El hecho de que alguien te trate bien y te considere una persona especial, no tiene que significar automáticamente que quiera algo más contigo. Y eso no significa que te desprecie, sino que hay otros tipos de amor que no tienen que ver con el romanticismo.

Sin más preámbulos y tras esta breve introducción, comencemos a desglosar cómo debe encarar el creyente una relación sentimental, junto a creencias erradas que muchos tienen e infinidad de errores que se cometen para poder corregir ambas.

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