lunes, 30 de junio de 2025

15.10. La nueva vida que se abre ante ti tras salir de una iglesia abusadora

 


Venimos de aquí: ¿Cómo encarar los recuerdos y las emociones negativas tras salir de una iglesia sectaria? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/06/159-como-encarar-los-recuerdos-y-las.html).

Muchos cristianos que han estado en un mismo grupo durante un considerable periodo de tiempo hicieron que sus vidas en general girasen en torno a él: reuniones, cultos, actividades, talleres, congresos, conciertos, salidas, grupos de jóvenes, etc. De ahí que sea muy habitual encontrarse a hermanos completamente desubicados y condicionados en todos los aspectos sociales de su caminar diario tras su marcha, e incluso reducidos a su mínima expresión. Es normal quedarse bloqueado. Se sigue andando, pero sin saber a dónde dirigirse. Si han tenido algún tipo de ministerio, el vacío y la pérdida se experimenta en mayor grado, como si hubieran perdido la posición que los sostenía. Incluso pueden llegar a creer que son inútiles. Por eso no es de extrañar que se escuchen palabras como estas: “Creía saber cuál era mi lugar en el mundo y que por fin había arraigado. Me estaba equivocando”.

La fuente de la felicidad
A todos ellos les quiero citar las palabras de Martin Lloyd-Jones: “No permita que su felicidad dependa de la predicación porque llegará el día en que ya no pueda predicar. Halle su felicidad en Dios, quien va a estar con nosotros hasta el final. Quizá no hayas predicado ni hayas tenido un ministerio público. O puede que sí. Es algo que solo sabes tú, lector. Pero la frase es aplicable a todos los aspectos: 

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de un ministerio

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de otros hermanos

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de las antiguas amistades

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo que hacías dentro de la congregación

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de las muestras de reconocimiento

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de los éxitos humanos

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo que los demás piensen de ti

No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo que el prójimo diga de ti

Recuerda que
TU FELICIDAD ESTÁ EN DIOS, YA QUE EN CRISTO ESTAMOS

COMPLETOS PORQUE EN ÉL VIVIMOS, Y NOS MOVEMOS, Y SOMOS
(cf. Col. 2:10; Hch. 17:28)

Ten presente que
TU IDENTIDAD Y TU VALOR ESTÁ EN CRISTO, EN NADIE Y EN NADA

MÁS, YA QUE ERES LUZ EN EL SEÑOR
(cf. Ef. 5:8)

Nunca
DEJES DE “BEBER” DE LA VERDADERA Y ÚNICA FUENTE DE VIDA

“el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”
(Jn. 4:13-14)

El presente y el futuro
En lo que respecta al presente y al nuevo futuro que se presenta ante ti, es indudable que un acontecimiento traumático como del que estamos hablando provoca multitud de cambios y la persona lo sufre en sus carnes. Si es tu caso, ahora, a diferencia del pasado, está en tu mano qué hacer con esas transformaciones, tanto las internas como las externas que se producen en tu vida. Está en ti rehacer la persona que eres y reorganizar todo lo que haces. Es una nueva oportunidad de vivir sanamente. Lo que en su momento se tornó incontrolable, en este instante pasan a estar bajo tu dominio para que tomes las riendas. Estos cambios no sucederán de la noche a la mañana y avanzarás mientras el dolor se va calmando progresivamente, incluso aunque tengas recaídas. El Señor sabe que necesitas tiempo y paz, por lo que concédete paciencia contigo mismo y tus emociones.
Sé realista en tus proyectos. La perspectiva que ahora posees es mucho mayor de la que tenías, y es posible que tus prioridades cambien al alinearlas de manera más natural con las expresadas en la Biblia. Sé tú mismo y establece límites sanos. Inspira profundamente y deja que entre aire puro en ti. Disfruta de tu nueva vida en Cristo. Limpia tu mente y aprende a distinguir la voz de Dios de la del hombre. Escudriña su Palabra y que ella sea la que ilumine tus pasos. Deja que Él te hable por medio de ella. Pídele dirección para que escriba el resto de las líneas de tu vida. Escucha en tu corazón su guía: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad” (Is. 43:19).

Continuará en: ¿Se pierde la salvación al salir de una congregación?

lunes, 23 de junio de 2025

15.9. Cómo encarar los recuerdos y las emociones negativas tras salir de una iglesia sectaria

 

Venimos de aquí: Ante las amenazas de las iglesias abusadoras, descansa en Dios  (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/06/158-ante-las-amenazas-de-las-iglesias.html).

Imágenes que se repiten continuamente como un bucle cerrado. Recuerdos que asaltan la mente en el momento más inesperado. Sueños y pesadillas que rememoran momentos del pasado una y otra vez. Todo ello y más es parte de la lucha con la que se enfrenta el cristiano que ha vivido una experiencia sumamente desagradable. Los recuerdos pueden volverse obsesivos y llegar a convertirse en un auténtico calvario que terminan por robar la paz.

Afrontando la memoria
¿Qué puedes hacer ante esas imágenes, que son como clavos que atraviesan tu alma? La parte que te toca es la de no quedarte rumiando eternamente en el trauma. Eso es enfermizo. Como no puedes negar el pasado, la única manera de ir dejándolo atrás es viviendo al día, creando un nuevo presente y nuevas vivencias. El escritor francés Gustave Flaubert dijo que “el futuro nos tortura, el pasado nos encadena y por eso se nos escapa el presente”. No permitas que esto te acontezca. Despoja del poder que ejercían sobre ti a aquellos que te tenían prisionero. Arrebata al pasado ese yugo que sigue tratando de rodearte con nuevas cadenas: “Todo hombre tiene dos enemigos: el pasado y el futuro. Y el mejor regalo que le ha dado Dios es el presente” (Gilbert Cesbron).
Como ya vimos, hay un tiempo para llorar y para hablar de lo que aconteció. Es parte del proceso de cicatrización y la manera por la cual te vas a ir despojando progresivamente del dolor tóxico que te trajeron esos hechos. Así resolverás el conflicto que reside en tu interior, en lugar de dejar la herida infectada y enterrada para siempre sin tratarla. Por eso, en lugar de afrontar esas imágenes que surgen en ti como una catástrofe, no tienes que temer afrontarlas y dedicarle un tiempo a reflexionar sobre ellas, aunque duelan. Aunque en un principio la carga emocional estará en todo su apogeo, irá menguando paulatinamente, si das los pasos correctos.
En el caso de que haya recuerdos agradables, es sano que no los rechaces. Llegará el día en que encontrarán el lugar correcto para ellos en tu corazón. Eso sí, no eches el ancla sobre ellos con melancolía. También da gracias a Dios por lo que otras personas te pudieron aportar y por las circunstancias positivas que alguna vez se dieron (si fue el caso), porque con el tiempo te ayudarán a crecer.
De igual manera, también debe llegar el momento, poquito a poco, pasito a pasito, donde los pensamientos y las conversaciones dejen de girar sobre “aquello”: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13-14). Cuando las aguas en tu ser interior vayan volviendo a su cauce, todo ello pasará a un segundo plano en tu memoria. Llegará el día que ya no te afectará ni será dueños de ti.
Disfruta de la libertad gloriosa de los hijos de Dios (cf. Ro. 8:21). Busca Su voluntad. Deja que tus pensamientos se llenen de Su Palabra. Se acabó la sujeción a mandamientos humanos. No más presiones. Fuera legalismos. Se acabaron las mentiras. No más hipocresías. Nunca más un cristianismo alejado de los principios divinos. Sí a una nueva relación con el Señor. Sí a una forma sana de entender la vida. Sí a un servicio basado en las Escrituras.

Las emociones y su relación con nuestro cuerpo
A nivel emocional es más que probable que hayas experimentado un considerable estrés. Hay personas para las cuales un acontecimiento de este tipo se puede convertir en el más ansioso de su existencia. Por eso hay hermanos que quedan heridos y estancados de por vida, como un luto no superado. Perdieron la inocencia. Narran su vivencia como un relato de terror, con todo tipo de detalles y pruebas verificables, escenificando palpablemente el impacto devastador que causó la tensión emocional sobre su lucidez mental, que los llevó a la desesperación y al desaliento. De ahí que sea tan importante seguir progresivamente cada uno de los pasos que hemos visto hasta ahora: “La angustia es una aflicción y ansiedad que se apodera del sujeto. Esa ansiedad ejerce opresión sobre el estado emocional del individuo, causándole malestar en todo su ser. El tsadiq (justo) presenta su angustia a Yahweh para encontrar en Él no solo paliativo, sino calma y sosiego. El orante angustiado es consciente de que Yahweh lo escucha y está presto a venir en su socorro, por esa razón derrama delante de Dios su alma y espera su acción divina”[1].
También es cierto que tu cuerpo puede sufrir los efectos de la angustia que has acumulado. Estas consecuencias se pueden ver reflejadas en crisis de ansiedad, continuo nerviosismo, taquicardias, dolores musculares, problemas gastrointestinales, insomnio, pesadillas repetitivas, cansancio constante y falta de apetito, entre otras. He llegado a conocer personalmente a un pastor que pasó por semejante trance y experimentó en sus carnes la hematohidrosis (sudar sangre), el mismo fenómeno que padeció Cristo.
Sabiendo la complejidad del proceso, te comentaré un pequeño detalle que quizá te sea de gran ayuda: en la vida de Jesús observamos, una y otra vez, que se retiraba a un lugar alejado para estar a solas con el Padre y desconectar de todo lo demás. Puede que por trabajo, estudios o responsabilidades familiares no puedas tomar mucho tiempo para apartarte del mundo que te rodea. Aunque así sea, puedes buscar esos momentos de forma concreta, como pasar unos días en medio de la naturaleza que te ayude a descargar el corazón ante Dios y ante algunos amigos. Puedo asegurar que el contacto con la naturaleza es revitalizante y refrescante para el cuerpo y el ánimo.
En otros casos, la misma realización de actividades de la vida cotidiana pueden servir de descanso para el alma. Dios sabe que necesitas tiempo, así que no te preocupes por lo que otros te puedan decir sobre las prisas en recuperarte.
También podríamos incluir unas actividades sencillas que te relajen por completo, como la lectura, una película clásica, una barbacoa con amigos, un paseo por la playa o la montaña, un baño en una piscina o en el mar, un día fuera de tu ciudad, o el disfrute de alguna práctica deportiva que te atraiga. Lo que tú mismo observes que mejor te hace. Esto servirá para que te tomes un respiro, descanses y pongas tus ideas en orden. Recuerda: ¡ahora eres libre!
Todo esto te ayudará a descargar tensiones, a experimentar nuevamente la calma en tu organismo y a ir tomando nuevas fuerzas en el Señor. Vuélcate en todo lo vivo que hay a tu alrededor y que Él ha dispuesto, en lugar de lo que ya murió y quedó atrás. En definitiva, ¡vive!

Continuará en: La nueva vida que se abre ante ti tras salir de una iglesia abusadora.


[1] Mosquera, Fernando. La oración: Teología y práctica. Clie.

lunes, 16 de junio de 2025

11.13 ¿Te sientes culpable por rechazar a un pretendiente?

 


Venimos de aquí: ¿Eres soltero porque te tomas las relaciones como si fueran un juego? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/05/1112-eres-soltero-porque-te-tomas-las.html)

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la soltería que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

No quiero acabar sin tratar los sentimientos de culpa que embargan a muchas personas –que no todas-, cuando rechazan a alguien, sea por razones justificadas o porque no han resuelto en su interior los temas que hemos visto a lo largo y ancho de este capítulo.
Si decides finalmente acabar tu historia, o incluso no comenzarla, es lógico que temas dañar al otro. Existe el miedo a quedar mal y a que el otro no piense bien de ti. Y eso es doloroso. Aunque sabemos que no podemos caerle bien a todo el mundo, no nos gusta saber que alguien se queda con un mal concepto de nosotros debido a nuestra actitud. En otros casos, el miedo puede que sea producto de pensar en la posibilidad de que estés equivocándote al rechazar a esa persona, cuando en realidad has hecho bien en hacerlo.
Si eres el que abandona e hiciste promesas de amor que luego no cumpliste (algo que suele pasar cuando es uno quien da el paso de romper la relación) y, en consecuencia, heriste al otro, lo mejor que puedes hacer es pedir perdón de forma sincera y honesta (si no lo es, se notará inmediatamente). La reacción que muestre no podrás controlarla, y es un tema que tendrá que lidiar consigo mismo.

¿Alegrarse de hacer daño?
En una ocasión conocí a una persona que se jactaba de cuántos corazones había roto. Sentí nauseas. Tal grado de soberbia me resultó lamentable. Si eres el que abandonas, nunca hagas esto. Tampoco uses la ironía para explicar la razón de tu rechazo ante tus amigos o conocidos, sea en privado o en público. Hacerlo sería una señal de inmadurez que hablaría muy poco a tu favor. Puede que llegue a los oídos de la otra persona y eso multiplique considerablemente su dolor. Sentirá que se están burlando de sus sentimientos, y posiblemente experimentará un enojo más que justificado contra ti por mostrar una cara en persona y otra por la espalda. Te considerará un verdadero hipócrita.

Una ruptura lo más sana posible
Al igual que elegir una pareja debe ser fruto de la madurez, de la observación analítica y del tiempo, una ruptura o rechazo debe basarse en los mismos principios: fruto de una decisión bien planteada y reflexionada, con argumentos de peso y razonables, una mezcla de raciocinio, emociones y sentimientos. Jamás debe ser por un momento de rabia incontenida. No será fácil, y menos si ha sido mucho tiempo el que habéis estado juntos, o si incluso uno de los dos sigue enamorado. Pero, si lo ves claro (o sigues sin resolver tus asuntos personales como los que hemos visto), lo mejor es dar el paso, a pesar de los temores de la reacción que se pueda producir[1], incluyendo que sus familiares y amigos vengan a reprochártelo. Puede que ni tu círculo cercano te comprenda.
Entiendo que te preocupe que el otro se quede durante una larga temporada sufriendo, pero también te digo algo que seguro que sabes: no se puede estar con alguien por lástima, ni tampoco cuando sigues atascado en temas propios que te llevan a no aportar nada a una relación. En ambos casos tendrá que aplicarse las palabras de Pablo: “Cada uno llevará su propia carga” (Gá. 6:5).
Aprende de las circunstancias y de todo lo acontecido, reflexiona los motivos que te han llevado a rechazar a una persona, crece como ser humano, pero no te regodees en posibles sentimientos de culpa. No uses el sarcasmo contra ti mismo ni expresiones como: “Siempre estaré solo, me lo merezco por mi forma de comportarme. Estoy pagando el precio de mis errores pasados”. Cambia, transformarte, pídele al Señor que escudriñe tu corazón, busca Su fortaleza, Su sanidad, y que Él te llene de paz para la próxima vez que aparezca en tu vida una persona que te interese o muestre interés en ti.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: Si eres soltero por tu propia causa, es hora de que cambies.


[1] En casos extremos, la persona que va a ser abandonada por graves deficiencias en la relación puede “prometer” cambiar. En ti está creerla y volver (o no) a intentarlo.