lunes, 4 de marzo de 2024

6. Los inventos tecnológicos que van a cambiar la sociedad

 


Los cristianos no tenemos que permanecer aislados en una burbuja de lo que sucede en la sociedad. Por eso es necesario que también sepamos qué avances tecnológicos se van a producir en los próximos años y cómo cambiarán la sociedad, mejorando la calidad de vida en algunas áreas específicas. Esto también nos ayudará a tomar conciencia poco a poco de:

1) Algunos peligros inherentes que este “progreso” conllevará.

2) Cómo el mundo que nos “prometen” los científicos no será el paraíso, como hemos visto en anteriores escritos y vamos a seguir analizando en los siguientes.

Venimos de aquí: “Un mundo feliz”: la falsa felicidad que nos quieren vender los humanistas (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/04/5-un-mundo-feliz-la-falsa-felicidad-que.html).

Vivir para ver in situ los avances tecnológicos
Para muchas personas, la idea de ver en primera persona los avances tecnológicos que se van a presentar en los próximos años y décadas les entusiasma. Cuando era adolescente, también pensaba de la misma manera. Actualmente, no lo tengo del todo claro, por una sencilla razón: para una parte considerable de la sociedad, la tecnología se ha convertido en su nuevo “dios”. Cuando pensamos que el mundo va a ir a mejor, siempre lo hacemos en términos de mejora en la calidad de vida. Es cierto que el progreso científico ha logrado hacer la vida más cómoda: luz eléctrica, lavadoras, neveras, medicinas, operaciones quirúrgicas que eran impensables hace unas décadas, etc. Pero también tienen su contrapartida: todos los inventos de la humanidad, por muy buenos que sean, tarde o temprano son usados para el mal, y eso nunca va a cambiar. Descubrió cómo hacer fuego, y tiempo después lo usó en lanzas para quemar vivos a los enemigos. Descubrió cómo manipular el átomo, y se emplea tanto para generar energía eléctrica (el bien) como para construir miles de bombas atómicas (el mal). Y así con todos lo que nos podamos imaginar.
Un ejemplo muy sencillo y actual es de los drones: se usa para el ocio y, a la vez, para portar misiles que no llevan precisamente flores en el interior. Dijeron que se usarían para traernos pizza a casa, pero lo que traen mayormente son bombazos. ¿Qué será lo siguiente? Los llamados exoesqueletos, que son esqueletos externos hechos de diversos materiales que se acoplan a la anatomía humana. Nuevamente, vemos las dos caras de su utilidad: por un lado, ayudará a que personas paralíticas caminen. En el lado tenebroso estará el uso militar del mismo, ya que dotará a los soldados de un considerable aumento de fuerza y velocidad que los convertirá en aún más letales si cabe. ¡Ay, como sería el mundo si los gobiernos se gastarán el dinero realmente en cambiarlo en lugar de invertir cada año miles de millones en el diseño y en la compra de armamento!
Otro caso es el de los robots. Se supone que ayudarán en asistencia médica, en cuidados geriátricos, en trabajos peligrosos, en rescates en zonas complicadas, etc. Pero, en la otra cara de la moneda, nos encontramos a Rusia presentando un androide –llamado FEDOR- que sabe disparar armas con precisión milimétrica[1]. Está previsto que, más temprano que tarde, forme parte de una expedición al espacio, y es cierto que sabe usar herramientas, pero nadie puede dudar de que, de una manera u otra, se le utilizará también con fines militares; de lo contrario no se le estaría enseñando a disparar. Es lo mismo que sucederá con el robot humanoide Optimus cuando se perfeccione, y del cual, hace escasas fechas, dio a conocer Elon Musk en su versión 2.0, que ya resulta asombrosa por la evolución tan rápida que ha tenido. Se usarán como mano de obra, incluso en las tareas del hogar. Pero, modelos más modernos, llegado el día, se emplearán como fuerza policial y arma letal en los conflictos del mundo. Ahí se hará patente que se habrán pasado por alto las tres leyes de la robótica que ideó el célebre escritor y profesor en bioquímica Isaac Asimov (1920-1992):

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe hacer o realizar las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.

Un caso más llano y extendido en el presente entre la población es el de los teléfonos móviles: aunque hacen más sencilla la comunicación instantánea, ha idiotizado –con perdón- a millones de individuos (millones), que se pasan horas y horas wasapeando ensimismados en conversaciones banales, publicando tuits ofensivos, navegando de forma absurda por Internet viendo vídeos insustanciales que empobrecen el intelecto, y haciendo selfies para subirlos a las redes sociales y lograr sus ansiados “me gusta”. Si este es el efecto que ha provocado en muchos, es fácil imaginar qué provocará en los mismos los nuevos saltos tecnológicos que van a formar parte de la sociedad en los próximos años, como puede ser la realidad aumentada. En lugar de ir con la cabeza agachada, como van ahora por la calle o en el autobús, ignorando a los que están a su lado, mirarán al frente mientras visualizarán distintos tipos de imágenes y contenidos.
Por estas y otras razones, no apuesto a que los progresos científicos sean una razón de peso para desear la longevidad indefinida, la cual explicamos en “¿Logrará la biotecnología que seamos inmortales? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/10/3-lograra-la-biotecnologia-que-seamos.html).

La tecnología que está a la vuelta de la esquina
¿Qué otros avances, aparte de los médicos explicados en artículos previos, junto a los citados en este mismo, están por surgir en los próximos años o décadas, y que puede provocar en las personas el deseo de vivir centenares de años para verlos con sus propios ojos?
Los artilugios e inventos que vamos a ver –aparte de los ya vimos respecto a la biotecnología- se parecen mucho a los descritos en películas como Blade Runner y Yo, robot. Algunos de ellos ya existen, y están en pleno desarrollo para perfeccionarlos y establecerlos. Haciendo caso a las previsiones de los expertos, todo esto será parte de la vida cotidiana, en mayor o en menor grado, en la década del 2030:

1) El internet de las cosas (IoT, Internet of Things). Consiste en que “las cosas” estarán siempre conectadas a la Red, desde dispositivos electrónicos (smartphones, tablets, portátiles, televisores, coches, relojes, drones, etc.), hasta electrodomésticos (lavadoras, hornos o frigoríficos): “Gracias a ello podríamos saber qué está encendido o apagado en cada momento, qué alimentos hay en nuestra nevera y qué hay que comprar. En el supermercado a su vez, no existirían cosas fuera de stock ni carencia de productos y se evitaría que los productos caducaran antes de ser consumidos. A nivel global, se podría saber exactamente la ubicación de productos en todo el mundo, cómo se consumen y cómo se compran”[2].
Esto hará que, por decirlo de alguna manera, las ciudades sean inteligentes. Veamos algunas de sus utilidades[3]:

- “A nivel doméstico: tu frigorífico podrá detectar su contenido y, en función de tus gustos, encargar de forma autónoma tu compra por internet para que te la traigan directamente a casa (o llamar a tu móvil para preguntarte lo que quieres antes de encargar nada). Podrás ordenar el que se encienda la calefacción antes de que llegues a casa a través de tu teléfono móvil, o comprobar que todo va bien en tu vivienda si te encuentras de viaje”.

- “En el campo de la salud: un espejo podrá determinar si tienes síntomas de alguna enfermedad y hacerte recomendaciones de salud solo con reflejarte en él. Un cepillo de dientes inteligente y conectado a la red podrá encontrar si tienes una caries y ponerte en manos de tu dentista. Relojes inteligentes monitorizarán tus constantes vitales y avisarán a los servicios sanitarios si tienes algún problema o alguna urgencia (un infarto, por ejemplo)”.

- “Autonomía: tu vehículo autónomo (o en de alguna empresa que contrates) detectará en qué lugar de la ciudad te encuentras -a través de tu teléfono móvil- y pasará a recogerte en cuanto se lo ordenes. También podrás pedir a un dron que te traiga cualquier objeto a casa”.

Como contrapartida, tiene un riesgo evidente: al estar todo en conexión constante a Internet, los Gobiernos que se lo propongan –sea legal o no- podrán vigilarnos con total detalle, las empresas lo sabrán absolutamente todo de nosotros, y los delincuentes podrán hackear los sistemas y hacerse con el control de todas aquellas “cosas” que tengamos conectadas a la Red.

2) Identificación biométrica por medio de las huellas dactilares, la retina, el iris y la voz, y que servirán para abrir la puerta de casa, el coche, para pagar en un restaurante o para sacar dinero.

3) Realidad virtual, la realidad inmersiva y realidad aumentada[4].
Por medio de gafas, lentes de contacto y cascos podremos sumergirnos en realidades virtuales de 360º o acceder a información que tendremos ante nuestros ojos de manera agrandada.

4) Pantallas, móviles y ordenadores plegables, gracias al grafeno.

5) Comunicación holográfica tridimensional. Al estilo Star Wars, podremos visualizarnos con otras personas en 3D, teniendo la sensación de que estamos físicamente presentes.

6) Popularización de los análisis genéticos. La secuenciación del genoma, hasta hace pocos años, era algo que resultaba complejo de realizar y muy costoso en términos económicos. Ahora se puede conseguir por 1000 €, y a cada día sigue bajando de precio. En un futuro muy cercano será tan asequible que estará al alcance de cualquiera. De esta manera, será fácil conocer nuestros riesgos genéticos, logrando así la identificación de enfermedades hereditarias y a cuáles somos propensas. Esto nos permitirá llevar a cabo tratamientos preventivos. A pesar de sus evidentes beneficios, las preguntas que esto plantea son de mucho calado:

- El hecho de que seamos propensos a desarrollar alguna dolencia física o neurológica en el futuro –sin fecha exacta y sin saber si ocurrirá o no-, ¿provocará marginación social y discriminación escolar o laboral?

- ¿Se considerará a algunas personas “válidas” para desempeñar determinados trabajos y a otras “no válidas”?

- ¿La clase social de cada individuo dependerá igualmente de la genética?

- ¿Dónde quedará el mérito, el talento natural, el esfuerzo y el afán de superación si ya estamos programados a medida?

- ¿Cómo repercutirá psicológica y anímicamente saber que estamos predispuestos a tener algún trastorno en algún momento de nuestra vida?

- ¿La calidad del ADN será un factor importante a la hora de elegir pareja sentimental y al futuro padre/madre con el que queramos tener hijos?

Para estas interesantes preguntas, remito a la extraordinaria película Gattaca[5], por su alto contenido premonitorio: “Bienvenidos a Gattaca. Bienvenidos a una sociedad donde una sola gota de tu sangre puede determinar a qué edad morirás, con quién deberías casarte o qué trabajo deberías desempeñar porque es el más apropiado para tu constitución genética. Una sociedad donde una persona no genéticamente mejorada tiene muy pocas posibilidades de triunfar, o donde un diseño erróneo puede marcarte para toda la vida”[6]. De dicho largometraje ya hablamos en “¿Qué tiene que decir el cristianismo sobre los deseos de la biotecnología de rediseñar al ser humano?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/09/2-que-tiene-que-decir-el-cristianismo.html).

7) Automóviles autónomos, tanto en transporte público como a nivel usuario, lo cual minimizará las muertes por accidente.

8) El uso de drones para el reparto de correo y el envío de paquetes a domicilio, el control de volcanes, de zonas contaminadas y de fronteras geográficas, para operaciones antiterroristas y contra el narcotráfico, cartografía, etc.

9) Conexión mente-máquina y “lectura de la mente”, como explica Rafael Yuste[7], el neurobiólogo y catedrático de la Universidad de Columbia (Nueva York), el mismo que convenció a Barack Obama para que se cartografiara nuestra mente, neurona a neurona, de las 86 millones que hay. De ahí surgió el proyecto BRAIN (acrónimo inglés de Proyecto de Investigación del Cerebro mediante la mejora de Neurotecnologías Innovadoras), en el que participan 500 laboratorios y miles de científicos: “En unos años utilizaremos interfaces cerebro-computadora que nos permitirán escribir con el pensamiento, conectarnos a Internet directamente... Esto va a cambiar la especie humana. [...] Si utilizas tecnología invasiva, con dispositivos insertados en el cerebro, mis colegas de Stanford ya son capaces de descifrar lo que piensa una persona que ha perdido el habla y transcribirlo con un 95 por ciento de precisión a un ritmo de cien palabras por minuto. [...] Este mismo año, una compañía de California ha lanzado al mercado el primer escáner cerebral portátil. Es un casco que incorpora sensores de luz infrarroja. Lo he probado y funciona muy bien. Con estos escáneres y algoritmos de inteligencia artificial se abren las puertas a la posibilidad de que cualquiera pueda leer lo que te pasa por la cabeza. Se podrá leer incluso aquello que ni siquiera tú conoces de ti mismo porque lo tienes guardado por debajo del umbral de la conciencia”.

10) Automatización de la industria y de los servicios por medio de robots.

11) Inteligencia artificial. Para el perfeccionamiento de los drones, de la conducción autónoma, de diagnósticos médicos, de servicios personalizados de salud, de automatización y robótica, de la asesoría económica, entre otros muchos aspectos, el desarrollo e implementación de la IA será fundamental y clave en buena parte de las tecnologías por venir.

Aunque hay más avances y cuestiones en marcha (impresión de órganos en 3D, auriculares que traducen en tiempo real, escribir usando solo el cerebro y sin necesidad de teclear, taxis voladores, turismo espacial, etc.), esta panorámica general que hemos visto resulta bastante esclarecedora de lo que está por venir.
En los siguientes artículos nos detendremos en los puntos del siete al diez. Y lo haremos porque, a pesar de que ya hemos visto algunos peligros implícitos en las nuevas tecnologías, estos cuatro serán especialmente relevantes, por lo que pueden suponer para el conjunto de la sociedad.

Continuará en La robotización: el primer avance y, a la vez, peligro que se avecina.


[5] Aunque “Gattaca” en la película es una estación espacial dedicada al estudio de las estrellas y a realizar viajes estelares, el término es un acróstico con los elementos de los que está compuesto el ADN: (Guanina, Adenina, Timina, Timina, Adenina, Citosina, Adenina).

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