Venimos de aquí: Argumentos
finales para salir de una iglesia herética e insalubre (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/06/13-argumentos-finales-para-salir-de-una.html).
Quizá fuiste testigo y miembro de una
iglesia que comenzó con buen pie, pero que, con el paso del tiempo, se fue
separando de la sana doctrina. Si conoces un poco de la mitología de Star Wars, sabrás que en la galaxia
existía la República. Reinaba la paz, el deseo de crecer y expandirse. La forma
de gobierno era la democracia. Pero, poco a poco, una voz fue autoproclamándose
como la única verdadera. Comenzó a adquirir más poder. Sus partidarios así lo
permitieron. Aquellos miembros del Senado que disentían de esta forma de pensar
y actuar fueron expulsados. El resto de los senadores se corrompieron, viendo
el poder y la fama que podían alcanzar al lado del nuevo Emperador. Por otro lado, estaban los androides, aquellos que obedecían
cualquier orden, sin ni siquiera plantearse si era lo correcto o no. Habían
sido programados para ello. Eran de usar y tirar. Cuando ya no servían, se
usaban nuevos modelos que sustituían a los anteriores ya obsoletos. Pero, por último, estaba el consejo Jedi, formado por aquellos que
no se doblegaban a la dictadura del terror. Por años
combatieron al Imperio desde adentro. Finalmente, y tras el asesinato a
traición de muchos de ellos, se exiliaron en distintos planetas de la Galaxia,
profundizando en el conocimiento de la Fuerza y ayudando a otros a usarla.
Si has entendido este símil, y es lo que observas en
tu congregación (más todo lo que hemos visto en los capítulos anteriores), ha
llegado el momento de salir. Como dijo el humorista argentino Landrú: “Cuando esté en un callejón sin salida,
salga por donde entró”.
Puede que lo hagas por la puerta pequeña, pero saldrás
por la puerta grande de tu corazón.
Saliendo en
paz contigo mismo y sin responsabilidades
Cuando una
congregación tiene cierta manera de actuar y una doctrina muy concreta en la
que respalda su posición, el cambio es bastante complicado, por no decir
imposible. Solo puede acontecer si se produce un cambio radical en sus
posicionamientos y hay una profunda remodelación. O, en el caso extremo, que
los que presiden sean sustituidos. Esto tampoco es es nada fácil, ya que tienen establecido un sistema de jerarquía piramidal
que los convierte en intocables, con todas las licencias y libertades que les concede
ese modelo, que choca frontalmente con el Nuevo Testamento. Como
casi todo el mundo afirma, suelen verse cambios a nivel individual, pero casi nunca
en grupos ni en colectivos.
En casos así,
cualquier juicio de valor que lleves a cabo los pondrá a la defensiva, ya que pensarán que eres parte de los problemas que ellos
mismos niegan, y se defenderán atacando, provocando profundas heridas emocionales y
espirituales. De ahí que lo más sano es que te protejas.
En determinadas
ocasiones, hay que intentarlo. En otras, donde la verdad expuesta es totalmente
rechazada, no hay solución a la vista y la reforma no es posible, lo mejor es
marcharse sin más y dejar el asunto totalmente en manos de Dios puesto que:
- No eres responsable
del sistema que otros han establecido.
- No eres
responsable de los que se quedan.
- No tienes que
forzar las puertas de una cárcel para que salgan los que no quieren salir de
ella.
El límite
Todo tiene un
límite. Absolutamente todo. Hay un momento donde decir “basta”. Hay creyentes
que lo soportan todo, creyendo que es parte de “negarse a uno mismo”. Y eso no
es así.
Algunos han
querido ser como Natán y denunciar las diversas irregularidades que han
observado en la congregación, y no les ha quedado más remedio que huir a su
particular desierto como Elías, tras
ser humillados y desprestigiados ante el resto de hermanos (que desde entonces
los han evitado), acusados falsamente de querer postularse como pastores ante
la iglesia y de usurpar posiciones, de igual manera que Lucifer trató de hacer
con el trono de Dios o Absolón con el reinado de David. En definitiva, todo
tipo de falsas imputaciones.
Si te
encuentras en una situación semejante a la descrita, pídele al Señor sabiduría
para saber qué hacer. Si no hay posibilidad de cambio por la otra parte, el
mismo Pablo deja bien claro el camino a tomar: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas
palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la
piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y
contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias,
malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de
entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de
ganancia; apártate de los tales [...] Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y
tropiezos en contra de la doctrina que
vosotros habéis aprendido, y que os
apartéis de ellos” (1 Ti. 6:3-5; Ro. 16:17).
Como señala el pasaje de Romanos, el que provoca la
división no es el que denuncia la falsa doctrina, sino el que promueve esa
falsa enseñanza. De ellos hay que apartarse, para no ser partícipes de sus
pecados (cf. Ap. 18:4).
Si hay unas
palabras que son un lema para mi vida desde hace unos años en todos los
aspectos, son aquellas en las que Pablo le dijo a Timoteo: “Ten cuidado de ti
mismo y de la doctrina” (1 Ti. 4:16). ¿Cómo termina este mismo texto?: “persiste
en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Ni tú, ni yo, ni
nadie, tenemos la capacidad de cambiar a los demás si no desean hacerlo. Pablo
especificó “a los que te oyeron”. Esto abarca la idea de que los que no oyeren
no se salvarían. En el tema que hemos analizado, no está en nuestro poder que
nadie oiga o haga lo que no desea oír o hacer, ni podemos cambiar al que no
quiere hacerlo. Por eso mi deber principal es cuidar de mí mismo.
Deja
que la la paz de Dios y la
verdad de Su Palabra gobiernen tu corazón a la hora de tomar la decisión.
Continuará en: ¿Cómo afrontar la vida tras salir de una secta o de una iglesia
corrompida?
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