lunes, 30 de junio de 2025
15.10. La nueva vida que se abre ante ti tras salir de una iglesia abusadora
Venimos de aquí: ¿Cómo
encarar los recuerdos y las emociones negativas tras salir de una iglesia
sectaria? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/06/159-como-encarar-los-recuerdos-y-las.html).
Muchos cristianos que han estado en un mismo grupo
durante un considerable periodo de tiempo hicieron que sus vidas en general
girasen en torno a él: reuniones, cultos, actividades, talleres, congresos,
conciertos, salidas, grupos de jóvenes, etc. De ahí que sea muy habitual
encontrarse a hermanos completamente desubicados y condicionados en todos los
aspectos sociales de su caminar diario tras su marcha, e incluso reducidos a su
mínima expresión. Es normal quedarse bloqueado. Se sigue andando, pero sin
saber a dónde dirigirse. Si han tenido algún tipo de ministerio, el vacío y la
pérdida se experimenta en mayor grado, como si hubieran perdido la posición que
los sostenía. Incluso pueden llegar a creer que son inútiles. Por eso no es de
extrañar que se escuchen palabras como estas: “Creía saber cuál era mi lugar en
el mundo y que por fin había arraigado. Me estaba equivocando”.
La fuente de
la felicidad
A todos ellos les quiero citar las palabras de Martin
Lloyd-Jones: “No permita que su felicidad
dependa de la predicación porque llegará el día en que ya no pueda predicar. Halle su felicidad en Dios, quien va a
estar con nosotros hasta el final”. Quizá no hayas predicado ni hayas
tenido un ministerio público. O puede que sí. Es algo que solo sabes tú,
lector. Pero la frase es aplicable a todos los aspectos:
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de un
ministerio
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de
otros hermanos
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de las
antiguas amistades
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo
que hacías dentro de la congregación
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de las
muestras de reconocimiento
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de los
éxitos humanos
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo
que los demás piensen de ti
No aceptes ni permitas que tu felicidad dependa de lo
que el prójimo diga de ti
Recuerda que
TU FELICIDAD ESTÁ EN DIOS, YA QUE EN CRISTO ESTAMOS
COMPLETOS PORQUE EN ÉL VIVIMOS, Y NOS MOVEMOS, Y SOMOS
(cf. Col. 2:10; Hch. 17:28)
Ten presente que
TU IDENTIDAD Y TU
VALOR ESTÁ EN CRISTO, EN NADIE Y EN NADA
MÁS, YA QUE ERES LUZ
EN EL SEÑOR
(cf. Ef. 5:8)
Nunca
DEJES DE “BEBER” DE
LA VERDADERA Y ÚNICA FUENTE DE VIDA
“el que
bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás”
(Jn. 4:13-14)
El presente y el futuro
En lo que respecta al presente y al nuevo futuro que
se presenta ante ti, es indudable que un acontecimiento traumático como del que
estamos hablando provoca multitud de cambios y la persona lo sufre en sus
carnes. Si es tu caso, ahora, a diferencia del pasado, está en tu mano qué
hacer con esas transformaciones, tanto las internas como las externas que se
producen en tu vida. Está en ti rehacer la persona que eres y reorganizar todo
lo que haces. Es una nueva oportunidad de vivir sanamente. Lo que en su momento
se tornó incontrolable, en este instante pasan a estar bajo tu dominio para que
tomes las riendas. Estos cambios no sucederán de la noche a la mañana y
avanzarás mientras el dolor se va calmando progresivamente, incluso aunque
tengas recaídas. El Señor sabe que necesitas tiempo y paz, por lo que concédete
paciencia contigo mismo y tus emociones.
Sé realista en tus proyectos. La perspectiva que ahora
posees es mucho mayor de la que tenías, y es posible que tus prioridades
cambien al alinearlas de manera más natural con las expresadas en la Biblia. Sé
tú mismo y establece límites sanos. Inspira profundamente y deja que entre aire
puro en ti. Disfruta de tu nueva vida en Cristo. Limpia tu mente y aprende a
distinguir la voz de Dios de la del hombre. Escudriña su Palabra y que ella sea
la que ilumine tus pasos. Deja que Él te hable por medio de ella. Pídele
dirección para que escriba el resto de las líneas de tu vida. Escucha en tu
corazón su guía: “He aquí que yo hago
cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en
el desierto, y ríos en la soledad” (Is. 43:19).
Continuará en: ¿Se
pierde la salvación al salir de una congregación?
lunes, 23 de junio de 2025
15.9. Cómo encarar los recuerdos y las emociones negativas tras salir de una iglesia sectaria
Venimos de aquí: Ante las amenazas de las iglesias abusadoras, descansa
en Dios (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/06/158-ante-las-amenazas-de-las-iglesias.html).
Imágenes que se repiten continuamente como
un bucle cerrado. Recuerdos que asaltan la mente en el momento más inesperado.
Sueños y pesadillas que rememoran momentos del pasado una y otra vez. Todo ello
y más es parte de la lucha con la que se enfrenta el cristiano que ha vivido
una experiencia sumamente desagradable. Los recuerdos pueden volverse obsesivos
y llegar a convertirse en un auténtico calvario que terminan por robar la paz.
Afrontando la
memoria
¿Qué puedes hacer
ante esas imágenes, que son como clavos que atraviesan tu alma? La parte que te
toca es la de no quedarte rumiando eternamente en el trauma. Eso es enfermizo.
Como no puedes negar el pasado, la única manera de ir dejándolo atrás es
viviendo al día, creando un nuevo
presente y nuevas vivencias. El escritor francés Gustave Flaubert dijo que “el futuro nos tortura, el pasado nos
encadena y por eso se nos escapa el presente”. No permitas que esto te
acontezca. Despoja del poder que ejercían sobre ti a aquellos que te tenían
prisionero. Arrebata al pasado ese yugo que sigue tratando de rodearte con
nuevas cadenas: “Todo hombre tiene dos
enemigos: el pasado y el futuro. Y el mejor regalo que le ha dado Dios es el
presente” (Gilbert Cesbron).
Como ya vimos, hay un
tiempo para llorar y para hablar de lo que aconteció. Es parte del proceso de
cicatrización y la manera por la cual te vas a ir despojando progresivamente
del dolor tóxico que te trajeron esos hechos. Así resolverás el conflicto que
reside en tu interior, en lugar de dejar la herida infectada y enterrada para
siempre sin tratarla. Por eso, en lugar de afrontar esas imágenes que surgen en
ti como una catástrofe, no tienes que temer afrontarlas y dedicarle un tiempo a
reflexionar sobre ellas, aunque duelan. Aunque en un principio la carga
emocional estará en todo su apogeo, irá menguando paulatinamente, si das los
pasos correctos.
En el caso de que haya recuerdos agradables, es sano
que no los rechaces. Llegará el día en que encontrarán el lugar correcto para
ellos en tu corazón. Eso sí, no eches el ancla sobre ellos con melancolía.
También da gracias a Dios por lo que otras personas te pudieron aportar y por
las circunstancias positivas que alguna vez se dieron (si fue el caso), porque
con el tiempo te ayudarán a crecer.
De igual manera,
también debe llegar el momento, poquito a poco, pasito a pasito, donde los
pensamientos y las conversaciones dejen de girar sobre “aquello”: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13-14). Cuando las aguas en
tu ser interior vayan volviendo a su cauce, todo ello pasará a un segundo plano
en tu memoria. Llegará el día que ya no te afectará ni será dueños de ti.
Disfruta de la
libertad gloriosa de los hijos de Dios (cf. Ro. 8:21). Busca Su voluntad. Deja
que tus pensamientos se llenen de Su Palabra. Se acabó la sujeción a
mandamientos humanos. No más presiones. Fuera legalismos. Se acabaron las
mentiras. No más hipocresías. Nunca más un cristianismo alejado de los
principios divinos. Sí a una nueva relación con el Señor. Sí a una forma sana
de entender la vida. Sí a un servicio basado en las Escrituras.
Las
emociones y su relación con nuestro cuerpo
A nivel emocional es más que probable que hayas
experimentado un considerable estrés. Hay personas para las cuales un
acontecimiento de este tipo se puede convertir en el más ansioso de su
existencia. Por eso hay hermanos que quedan heridos y estancados de por vida,
como un luto no superado. Perdieron la inocencia. Narran
su vivencia como un relato de terror, con todo tipo de detalles y pruebas
verificables, escenificando palpablemente el impacto devastador que causó la
tensión emocional sobre su lucidez mental, que los llevó a la desesperación y
al desaliento. De ahí que sea tan importante seguir progresivamente cada
uno de los pasos que hemos visto hasta ahora: “La angustia es una aflicción y ansiedad que
se apodera del sujeto. Esa ansiedad ejerce opresión sobre el estado emocional
del individuo, causándole malestar en todo su ser. El tsadiq (justo) presenta
su angustia a Yahweh para encontrar en Él no solo paliativo, sino calma y
sosiego. El orante angustiado es consciente de que Yahweh lo escucha y está
presto a venir en su socorro, por esa razón derrama delante de Dios su alma y
espera su acción divina”[1].
También es cierto que tu cuerpo puede sufrir los
efectos de la angustia que has acumulado. Estas consecuencias se pueden ver
reflejadas en crisis de ansiedad, continuo nerviosismo, taquicardias, dolores
musculares, problemas gastrointestinales, insomnio,
pesadillas repetitivas, cansancio constante y falta de apetito, entre otras. He
llegado a conocer personalmente a un pastor que pasó por semejante trance y experimentó en sus carnes
la hematohidrosis (sudar sangre), el mismo fenómeno que padeció Cristo.
Sabiendo la complejidad del proceso, te comentaré un
pequeño detalle que quizá te sea de gran ayuda: en la vida de Jesús observamos,
una y otra vez, que se retiraba a un lugar alejado para estar a solas con el
Padre y desconectar de todo lo demás. Puede que por trabajo, estudios o
responsabilidades familiares no puedas tomar mucho tiempo para apartarte del
mundo que te rodea. Aunque así sea, puedes buscar esos momentos de forma
concreta, como pasar unos días en medio de la naturaleza que te ayude a
descargar el corazón ante Dios y ante algunos amigos. Puedo asegurar que el
contacto con la naturaleza es revitalizante y refrescante para el cuerpo y el
ánimo.
En otros casos, la misma realización de actividades de
la vida cotidiana pueden servir de descanso para el alma. Dios sabe que
necesitas tiempo, así que no te preocupes por lo que otros te puedan decir
sobre las prisas en recuperarte.
También podríamos incluir unas actividades sencillas
que te relajen por completo, como la lectura, una película clásica, una
barbacoa con amigos, un paseo por la playa o la montaña, un baño en una piscina
o en el mar, un día fuera de tu ciudad, o el disfrute de alguna práctica
deportiva que te atraiga. Lo que tú mismo observes que mejor te hace. Esto
servirá para que te tomes un respiro, descanses y pongas tus ideas en orden. Recuerda:
¡ahora eres libre!
Todo esto te ayudará a descargar tensiones, a
experimentar nuevamente la calma en tu organismo y a ir tomando nuevas fuerzas
en el Señor. Vuélcate en todo lo vivo que hay a tu alrededor y que Él ha
dispuesto, en lugar de lo que ya murió y quedó atrás. En definitiva, ¡vive!
Continúa en: La
nueva vida que se abre ante ti tras salir de una iglesia abusadora. https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/06/1510-la-nueva-vida-que-se-abre-ante-ti.html
[1] Mosquera, Fernando. La oración: Teología y práctica. Clie.
lunes, 16 de junio de 2025
11.13 ¿Te sientes culpable por rechazar a un pretendiente?
Venimos de aquí: ¿Eres
soltero porque te tomas las relaciones como si fueran un juego? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/05/1112-eres-soltero-porque-te-tomas-las.html)
Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo:
las causas a la soltería que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las
causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente
en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros:
Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree
falsos sentimientos de culpa.
No quiero acabar sin tratar
los sentimientos de culpa que embargan a muchas personas –que no todas-, cuando
rechazan a alguien, sea por razones justificadas o porque no han resuelto en su
interior los temas que hemos visto a lo largo y ancho de este capítulo.
Si decides
finalmente acabar tu historia, o incluso no comenzarla, es lógico que temas
dañar al otro. Existe el miedo a quedar mal y a que el otro no piense bien de
ti. Y eso es doloroso. Aunque sabemos que no podemos caerle bien a todo el
mundo, no nos gusta saber que alguien se queda con un mal concepto de nosotros
debido a nuestra actitud. En otros casos, el miedo puede que sea producto de
pensar en la posibilidad de que estés equivocándote al rechazar a esa persona,
cuando en realidad has hecho bien en hacerlo.
Si eres el que abandona e hiciste promesas de amor
que luego no cumpliste (algo que suele pasar cuando es uno quien da el paso de
romper la relación) y, en consecuencia, heriste al otro, lo mejor que puedes
hacer es pedir perdón de forma sincera y honesta (si no lo es, se notará
inmediatamente). La reacción que muestre no podrás controlarla, y es un tema
que tendrá que lidiar consigo mismo.
¿Alegrarse de
hacer daño?
En una ocasión conocí a una persona que se jactaba
de cuántos corazones había roto. Sentí nauseas. Tal grado de soberbia me
resultó lamentable. Si eres el que abandonas, nunca hagas esto. Tampoco uses la
ironía para explicar la razón de tu rechazo ante tus amigos o conocidos, sea en
privado o en público. Hacerlo sería una señal de inmadurez que hablaría muy
poco a tu favor. Puede que llegue a los oídos de la otra persona y eso
multiplique considerablemente su dolor. Sentirá que se están burlando de sus
sentimientos, y posiblemente experimentará un enojo más que justificado contra
ti por mostrar una cara en persona y otra por la espalda. Te considerará un
verdadero hipócrita.
Una ruptura lo
más sana posible
Al igual que
elegir una pareja debe ser fruto de la madurez, de la observación analítica y
del tiempo, una ruptura o rechazo debe basarse en los mismos principios: fruto
de una decisión bien planteada y reflexionada, con argumentos de peso y
razonables, una mezcla de raciocinio, emociones y sentimientos. Jamás debe ser
por un momento de rabia incontenida. No será fácil, y menos si ha sido mucho
tiempo el que habéis estado juntos, o si incluso uno de los dos sigue
enamorado. Pero, si lo ves claro (o sigues sin resolver tus asuntos personales
como los que hemos visto), lo mejor es dar el paso, a pesar de los temores de
la reacción que se pueda producir[1], incluyendo que
sus familiares y amigos vengan a reprochártelo. Puede que ni tu círculo cercano
te comprenda.
Entiendo que te preocupe que el otro se quede
durante una larga temporada sufriendo, pero también te digo algo que seguro que
sabes: no se puede estar con alguien por lástima, ni tampoco cuando sigues
atascado en temas propios que te llevan a no aportar nada a una relación. En ambos
casos tendrá que aplicarse las palabras de Pablo: “Cada uno llevará su propia carga” (Gá. 6:5).
Aprende de las
circunstancias y de todo lo acontecido, reflexiona los motivos que te han llevado
a rechazar a una persona, crece como ser humano, pero no te regodees en
posibles sentimientos de culpa. No uses el sarcasmo contra ti mismo ni
expresiones como: “Siempre estaré solo, me lo merezco por mi forma de
comportarme. Estoy pagando el precio de mis errores pasados”. Cambia,
transformarte, pídele al Señor que escudriñe tu corazón, busca Su fortaleza, Su
sanidad, y que Él te llene de paz para la próxima vez que aparezca en tu vida
una persona que te interese o muestre interés en ti.
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: Si eres soltero por tu propia causa, es hora de que
cambies.
[1] En casos extremos, la persona que va a ser abandonada por graves deficiencias en la relación puede “prometer” cambiar. En ti está creerla y volver (o no) a intentarlo.
lunes, 9 de junio de 2025
Sinners. ¿El pecado te hace libre?
Quienes me conocen, sea en persona o
de manera virtual a través de este blog, saben que el cine de terror que
incluye espíritus, demonios y posesiones no me gusta; ni de lejos me acerco,
puesto que me dejan mal cuerpo. Y para pasarlo mal, ya está la vida real. Pero
dentro de este tipo de películas o series, hay dos subgéneros que siempre me
han atraído y he disfrutado: el de zombies (por ejemplo: Estamos muertos: jóvenes que se sienten zombies a
causa del bullying: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/02/estamos-muertos-jovenes-que-se-sienten.html)
y el de vampiros.
Dentro de esta última categoría,
entraba la reciente “Sinners” (pecadores, en español). Le tenía muchas ganas
por lo que se mostraba en el tráiler: ambientación, época en la que transcurre,
grandes actores y la posibilidad de poder ver de nuevo a Michael B. Jordan, el
actor que hace de boxeador en la saga “Creed”, spin-off de la de “Rocky”.
Pensaba que, a mis ojos, se convertiría en un clásico instantáneo.
¿Mi conclusión? A pesar de las
excelentes críticas recibidas, tanto por la prensa especializada como por el
público, y reconociendo una gran caracterización de personajes, una magnífica
puesta en escena y algunas buenas actuaciones, no me ha gustado, por varias
razones:
- lenguaje soez, junto a escenas
explícitas y subidas de tono que me hicieron usar el mando a distancia en más
de una ocasión para omitirlas.
- largos números de baile y música
que me aburrían (el blues no es algo que me entusiasme).
- una mezcolanza de temas que, a mí
parecer, no combinan bien.
- lo ridículo que me ha resultado ver
a seres sobrenaturales bailando (¿en serio?)
- Y, por último, el tema “vampírico”,
al que apenas se le dedica un tercio del metraje, transcurriendo toda la acción
y tensión de forma acelerada.
Posiblemente, iba con otras
expectativas y en mi mente imaginé una historia diferente; de ahí mi
desilusión.
Ahora bien, una frase lapidaria de
uno de los protagonistas, en una escena insertada en medio de los créditos,
justo antes del final del largometraje, me ha motivado a escribir las siguientes
líneas y a ver qué enseña la Biblia respecto a esas palabras, puesto que son
las mismas que suelen señalar los inconversos y aquellos que viven en pecado.
De qué trata... con spoilers
Aunque en mis escritos dedicados a
“películas para reflexionar” no suelo destripar los finales, en esta ocasión es
necesario hacerlo, puesto que la base de este artículo se basa en él. Es un
aviso a navegantes que tengan intención de verla –aunque no la recomiendo- para
que dejen de leer aquí.
Transcurre el año 1932, y la historia
gira en torno a los gemelos Smoke y Stack (ambos, como es lógico, interpretados
por Michael B. Jordan), veteranos de la Primera Guerra Mundial. Tras haber
trabajado en Chicago, y robar grandes sumas de dinero a diversos gánsteres,
regresan a su ciudad de origen, Clarksdale, Misisipi, donde el racismo está a
la orden del día y los Ku Klux Klan campan a sus anchas. Una vez allí, compran
un viejo aserradero para reformarlo y montar un club de blues para las personas
negras del lugar, que suelen trabajar en las plantaciones de algodón.
Pero aquí me centraré en el joven
Sammie, primo de los gemelos. Su padre es pastor, y él confía en que su hijo
seguirá sus pasos. Nada más lejos de la realidad: teniendo un talento
portentoso para tocar la guitarra, es contratado, entre otros, para cantar en
dicho club.
En la noche de la inauguración, con
un lleno absoluto, con risas, música, bailes y alcohol, Sammie, tras dar todo
un espectáculo musical y convertirse en el alma de la fiesta, termina teniendo
relaciones sexuales con una mujer mayor que él y casada.
Sammie, el alma de la
parranda
Tras toda esta algarabía, aparecen
dos hombres y una mujer, blancos, “pidiendo permiso para entrar”. Para el que
no lo sepa, en la mitología vampírica, estos seres no pueden entrar en una casa
si no son invitados. Un tanto absurdo, pero así es. Al ser blancos, no se lo
permiten, ya que los gemelos piensan que sería problemático. Más allá de su
color de piel, no aparentan nada extraño. Incluso cantan música irlandesa, puesto
que, el líder, Remmick, es un vampiro inmigrante de dicho país.
El error viene cuando Mary, la
exnovia de Stack, sale a hablar con estos tres seres, sin sospechar qué son y
cuáles son sus verdaderas intenciones. Tras una breve conversación, la muerden
y la convierten en uno de ellos.
La ingenua Mary, hablando
con los vampiros cantarines sin saber lo que le espera
La nueva Mary, tras pedir permiso al
portero para entrar –que se lo permite de forma natural al ignorar la realidad-
muerde a su vez a Stack, el cual, tras morir a brazos de su hermano, renace
convertido. A partir de ahí, la fiesta se da por concluida y se le pide a todo
el mundo que se vaya a casa. Lo que no saben es que todos ellos serán el
banquete de los vampiros que los esperan fuera. Como consecuencia, el local,
con apenas un puñado de no-conversos, queda rodeado, provocando a los
supervivientes para que alguno de ellos conceda el permiso necesario para
entrar y acabar la faena. Para ello les hacen una oferta muy tentadora: si
aceptan, serán inmortales, libres y dejarán de ser perseguidos por el Ku Klux
Klan, ya que estos también serán transformados. A pesar de la suculenta
propuesta, se niegan.
Pero más tarde se desata todo: una
mujer china se llena de ira cuando le dicen que, si no le dejan pasar, atacarán
a su hija pequeña en su casa, por lo que termina cediendo a sus deseos, ante la
desesperación del resto del grupo, que se prepara para una batalla inminente.
Momento en que las puertas
se abren y la lucha contra el terror es inevitable
Tanto humanos como monstruos, mueren,
excepto Sammie, que, a punto de ser convertido por el líder, es salvado por
Smoke, al clavarle una estaca. El resto de vampiros sucumben quemados a la
salida del sol –el gran tópico manido-, y el propio Smoke a la mañana siguiente
al recibir un disparo del Ku Klux Klan, a los que aniquila antes de expirar.
Treinta años después, en 1992,
Sammie, ya anciano, tras haberse convertido en un guitarrista de éxito y tener
su propio club en Chicago, recibe una visita inesperada: las versiones
vampíricas de Mary y Stack, ambos con la misma edad de siempre. Descubrimos
que, en aquella noche trágica, la primera había huido, y el segundo fue
perdonado por su hermano Smoke, a cambio de que nunca le hiciera nada a Sammie.
Stack le ofrece pasarse a su bando, haciéndose así inmortal, algo que rechaza
de plano.
Tras tocar para ellos, la última
conversación transcurre así:
- “¿Sabéis qué? Una vez a la semana,
me despierto aterrorizado al revivir esa noche. Pero hasta que anocheció, fue
posiblemente el mejor día de mi vida. ¿El tuyo también?” (Sammie)
- “No te quepa duda. La última vez
que vi a mi hermano. La última vez que vi el sol. Y, solo por unas horas,
fuimos libres” (Smoke).
¿Los inconversos son libres o esclavos?
¿Qué hizo Sammie, antes de que todo
saltara por los aires, para afirmar que fue el mejor día de su vida?
1) Rechazar los consejos de su padre
respecto a Dios, para que buscara la salvación.
2) Beber alcohol en abundancia.
3) Tener relaciones sexuales sin
haber contraído matrimonio y, para más inri, cometer adulterio, al acostarse
con una mujer que era de otro hombre.
4) Usar su talento para alcanzar su
propia gloria.
Entiendo el mensaje de la película:
el dolor de un pueblo oprimido por una raza que los perseguía y cazaba como
animales, que los consideraba inferiores y subhumanos, que los empleaba como
mano de obra barata y los esclavizaba, acusándoles de todos los males de la
humanidad. Y creían que, haciendo todo lo reseñado en los cuatro puntos, se
liberaban, hermanándose como si fueran una única familia. ¿La verdad? Que no
era el caso; eran más esclavos si cabe, porque cometían otras iniquidades,
semejantes a la de los blancos[1]. Y la única hermandad que conseguían era la de unirse entre ellos al pecado. Lo mismo sucede entre millones de
individuos en el mundo actual. Queriendo ser libres, aprietan más las cadenas
que aprisionan sus almas, agarrados en el mismo vórtice que los va engullendo
poco a poco.
Con pequeñas variaciones, las cuatro
cuestiones citadas –y otras más-, son un calco de las prácticas habituales que
llevan a cabo las personas inconversas o que se apartaron del Señor, que
deciden hacer su propia voluntad, seguir su propio camino, dejando a Dios bien
lejos. Lo llaman “libertad”, cuando realmente es esclavitud. La realidad es que
dentro de la ley de Dios somos libres, y fuera de ella somos esclavos del
pecado.
Así viven, poseídos por sus deseos carnales, sometidos a su naturaleza caída y bajo el yugo de las falsas promesas del diablo. Se reproduce, a otra
escala, las palabras que el enemigo de nuestra alma susurró a Jesús: “Todo esto te
daré, si postrado me adorares” (Mt.
4:9). Cuando el ser humano no sigue a Dios, sigue al diablo. Cuando el ser
humano no hace la voluntad de Dios, hace la del padre de mentira. Cuando el ser
humano no adora a Dios, adora todo lo que venera la serpiente de Edén.
En el momento en que Sammie echaba su vista atrás, se
adoraba a sí mismo. Creía que su música era lo que le daba verdadera
transcendencia y le hacía inmortal ante sí mismo
y los demás. En su propia sabiduría, creía ser rico. Y así se sienten –o, al menos, así lo proclaman o tratan de
venderlo- muchos que no han nacido de nuevo:
- libres,
si rechazan o reniegan de Dios, viviendo según sus propios designios morales.
- extraordinarios,
si han sido agraciados con un determinado cuerpo o lo han logrado en un
quirófano y un gimnasio.
- valiosos,
si reciben el aplauso de las masas por sus dones.
- exitosos,
si el otro sexo los desea y logran variedad de presas.
- triunfadores,
si un buen trabajo, dinero, casas, coches, viajes y todo tipo de artilugios
tecnológicos forman parte de sus vidas.
- felices, si forman parte de la fiesta de esta
sociedad caída.
Algunos se dan cuenta de su vacío en
algún momento de sus trayectorias vitales, y se llenan de tristeza y
desesperación. Otros saben que algo no
marcha bien, pero siguen adelante, porque no quieren dar su brazo a torcer. El
orgullo les puede, ya que cambiar de opinión sería reconocer que se
equivocaron. Y un último grupo está medianamente satisfecho con su paso por
este mundo y ni se lo plantea.
La única solución, el único remedio
Sea como sea, a esta falsa riqueza externa e interna, encontramos
respuesta en las palabras de Jesús: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y
de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo”
(Ap. 3:17). Sin Dios, cualquier cosa que tengamos o logremos, es basura efímera
y perecedera: “Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?” (Mt. 16:26).
¿Qué hacer entonces? Abrir la puerta, que es Jesús
mismo: “Yo soy la puerta; el que por mí
entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Jn. 10:9).
Esos pastos –crecimiento, sabiduría
espiritual, fortaleza, confianza, descanso, propósito, ánimo, consuelo,
verdadera libertad, gozo, paz, promesas fehacientes, inmortalidad-, no vienen
como resultado de vivir en pecado y alejado de los designios de Dios, sino por
estar pegados a Él.
Llamando una vez más a la reflexión personal, termino,
cómo no, con Sus palabras: “He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,
y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”
(Ap. 3:20-22).
[1] Para los que sean nuevos por estos lares, y puedan creer que estoy en contra de los sanos placeres, les remito a lo que ya dije en estos dos escritos: 8.1. ¡Vive! Disfrutando sanamente: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/81-vive-disfrutando-sanamente.html y 8.2. ¡Vive! La réplica a la sociedad: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/82-la-replica-la-sociedad.html
lunes, 2 de junio de 2025
15.8. Ante las amenazas de las iglesias abusadoras, descansa en Dios
Venimos de aquí: ¿Cuáles serán las amenazas que dirán
contra tu persona tras salir de un grupo sectario? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/02/157-cuales-seran-las-amenazas-que-diran.html).
Ten siempre presente que los pecados que otros cometieron
contra ti son culpa de ellos y no de Dios, ya que Él no tiene nada que ver con
el pecado ajeno. Es fundamental que construyas una imagen correcta de tu Padre
basada en Su Palabra, no en lo que otros te pudieron enseñar. De las ideas
erróneas tienes que desintoxicarte.
Aunque tengas amigos y hermanos que estén
a tu lado en los momentos de dolor, el descanso profundo y la paz verdadera
vienen de la mano del Señor en diversas áreas: “Cuando fracasamos al
tratar de hacer lo correcto, o vivir de la manera correcta, o decir las
palabras correctas, o ser la persona correcta, o entrar en la comunión
correcta, solemos querer desistir y decir: ´no puedo hacerlo. Volveré a la vida que conozco`. La familiaridad con una antigua manera de vivir, o antiguos amigos, o
hábitos anteriores parece ser confortable cuando somos heridos o rechazados por
la gente de Dios. El ´mundo` de Egipto parece ser más seguro que la ´iglesia`
de la tienda de Abraham. Pero volver solo aumentará nuestra desdicha, ¿no es
cierto? No podemos volver. No realmente. Porque podemos recordar lo que era
estar en la presencia de Dios y ser parte de su familia con un objetivo de vida
mayor que el mero vivir para nosotros mismos. Sin embargo, nos encontramos en
un círculo vicioso. En realidad, no queremos volver a nuestro antiguo modo de
vivir, pero sentimos que tampoco encajamos con la gente de Dios. Es por eso que
el propio Dios tiene que aparecer”[1].
Veamos conceptos bíblicos para saber cómo
hallar ese reposo:
Descansa en
Su presencia
Es posible que llegues a convencer a tu propia mente
de que Dios te ha abandonado. Hay creyentes sinceros que terminan creyéndose
esa sensación de abandono. Asocian la deserción de algunos hermanos –o de
muchos- con la renuncia de Dios respecto a ellos. La única manera de refutar
estas ideas es yendo a las Escrituras y asentarnos en ellas: “No temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia [...] ¿Se
olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de
su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las
palmas de las manos te tengo esculpida [...] Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
con todo, Jehová me recogerá” (Is.
41:10; 49:15-16; Sal. 27:10).
Jesús mismo dijo que Él estaría con
nosotros hasta el fin del mundo (cf. Mt. 28:20). Erramos cuando le pedimos a
Dios que esté con nosotros, cuando realmente siempre lo está. Lo que deberíamos
pedir es ser conscientes de que está
a nuestro lado en todo momento.
Que estos principios básicos te lleven a
profundizar en tu intimidad con el Señor, por medio de la oración sencilla que
nace desde el corazón y que elude todo ritualismo. Distingue y separa el
desprecio que otros te mostraron con el verdadero amor de tu Padre, del cual
nada ni nadie podrá separarte (cf. Ro. 8:38-39). Así limpiarás tu mente de todo
aquello que dijeron sobre tu persona. Nada que los seres humanos hagan
desacredita a Dios ni se contradice con la fe conceptual, puesto que Jesucristo
es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (cf. He. 13:8).
Aplica en tu vida las palabras escritas en la carta a
los hebreos: “Puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe” (He. 12:2) y haz tuyas
las dichas por el rey David: “Jehová es
mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas
de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no
temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán
aliento” (Sal. 23:1-4).
Descansa en
Su justicia
“Señor, yo no quiero venganza, quiero
justicia”. Esa es una de las oraciones más repetidas por aquellos que han
sufrido una persecución sistemática tras marcharse de una iglesia que estaba
fuera del orden de Dios. Normalmente, pasa el tiempo y nada ocurre. Aquella congregación
sigue su curso como si nada hubiera acontecido. O incluso aparentemente marcha
mejor tras haberse desecho de las ovejas
negras que incordiaban al resto. Leemos que los amigos de Job fueron
reprendidos por Dios debido a la actitud que tuvieron con él (Job 42:7). Pero, en este caso, nada sucede, como si el
Señor se hubiera desatendido por completo. Hay
personas que no quieren saber del Altísimo hasta que haga justicia. Este es uno
de los mayores disparates que se pueden cometer. Aquí es donde tenemos que
ponernos nuevamente en concordancia con las Escrituras. Nuestra perspectiva
variará completamente.
El apóstol Pablo declaró que “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de
sí [...] porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante
el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (Ro. 14:12; 2 Co. 5:10). La misma
afirmación lleva a cabo el autor de hebreos: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien
todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos
que dar cuenta” (He. 4:13). Dios es el Juez, el que juzgará a los vivos y a
los muertos (cf. 2 Ti. 4:1) y es algo que queda entre ellos y el Todopoderoso.
Al igual que nosotros, tendrán que rendir cuentas. En Su presencia, pondrá cada
cosa en su sitio y hará justicia.
Si tiene que vindicarte, lo hará. Si tiene
que hablar a tu favor, lo hará. Si
aquellos que, errados en sus doctrinas heréticas y/o arrastrados por su carne,
te trataron como a un enemigo y no se arrepintieron, ni te pidieron perdón en
esta vida, tendrán que rendir cuentas ante el Tribunal de Cristo. Serán juzgados por sus palabras y
acciones, por su doble rasero para medir a las personas, por sus injusticias,
por no poner por obra lo que predicaron desde el púlpito, por las falsas
enseñanzas que esparcieron y por el dolor que acarrearon a tantos y tantos
cristianos de corazón.
¿Serán salvos? Depende: si no nacieron de nuevo,
evidentemente no. En el caso de que sean hijos de Dios –algo que Él
determinará-, sin duda alguna, puesto que Jesús pagó por todos nuestros
pecados, tanto los suyos como los nuestros. En ese caso, tampoco hay
condenación para ellos. Tampoco creo que nadie se la desee. Pero, en lo que
respecta a tu persona, perderán la parte de recompensa que les correspondería,
puesto que su obra será probada por el fuego y no pasará la prueba (cf. 1 Co.
3:13-15). Esa es la justicia de Dios en la cual debes reposar.
En la parte que te toca, si hay algo en tu cuenta en
lo que debes pedir perdón, no lo dudes y hazlo, independientemente de que te lo
hayan pedido a ti o no. Así estarás limpio, acepten o no tus disculpas. Aunque
sigan culpándote, nadie podrá acusarte, puesto que Dios mismo ya te justificó
(cf. Ro. 8:33). Quizá no puedas disculparte directamente por multitud de
razones, pero sí podrás dejar tus faltas ante el trono de la gracia.
Nuestro deseo debería ser el mismo que manifestó Pablo
cuando todos le abandonaron: oró pidiendo que no les fuera tomado en cuenta
(cf. 2 Ti. 4:16). Tenemos que tomar conciencia de que Dios restaurará en la
eternidad absolutamente todas las cosas, y eso incluye las relaciones
personales. ¿Cómo lo hará exactamente? Nadie lo sabe. Es todo un misterio, por
lo que lo dejamos en Sus manos. Para esto, sigamos el ejemplo de Cristo: “Quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente” (1 P. 2:23).
Descansa en
Sus promesas eternas
Es terrible oír de boca de aquellos que
decían ser tus hermanos que nada de lo que has hecho durante los años
anteriores tuvo valor. Son palabras dichas desde un corazón altivo, bajo la
mayor de las ignorancias y posiblemente fruto del rencor. Para refutar tales
mentiras, grábate a fuego estos dos textos:
“Porque Dios
no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis
mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (He. 6:10).
“No nos
cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gá. 6:9).
No pienses que todo lo que hiciste fue una pérdida de
tiempo. Dios nunca olvidará todo el trabajo que has hecho para Él, sus hijos y
sus criaturas. Todo ello traerá su recompensa cuando partas de este mundo: “Porque todas las promesas de Dios son en él
Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Co.
1:20).
Continuará en: Cómo encarar los recuerdos y las emociones negativas tras
salir de una iglesia sectaria.
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