viernes, 10 de enero de 2014

OVNIS ¿La verdad está ahí fuera?

Una de mis grandes pasiones durante la adolescencia era todo lo concerniente al tema OVNI. Me encantaban los documentales en televisión, los supuestos testimonios de abducidos y contactos con otras especies del universo, las películas de invasiones y los libros donde se narraban las influencias de la ciencia alienígena en las culturas antepasadas. Todo esto fue potenciado en mí por una de las grandes series norteamericanas de los años 90: “X-Files” (Expediente X), protagonizada por los intrépidos Mulder y Scully, que investigaban una conspiración mundial donde los gobiernos humanos eran cómplices y a la vez víctimas de una colonización extraterrestre.  
Todos nosotros nos emocionamos viendo al entrañable ET, nos sobrecogimos con Encuentros en la Tercera Fase (ambas del director Steven Spielberg), nos asombramos con ese cosmos infinito que salió de la mente de George Lucas y plasmado en su famosa saga Star Wars, nos aterrorizamos con La invasión de los ladrones de cuerpos, nos reímos con los disparatados cabezones de Mars Attacks y nos angustiamos al descubrir que los pacíficos amigos de V eran realmente lagartos, encabezados por la malvada Daiana. No puedo describir hasta que punto me impactó (y aun lo hace) la escena en que los astronautas de 2001 Odisea en el espacio se acercan al monolito de origen desconocido descubierto en la Luna mientras suena de fondo la pieza musical “Lux Aeterna”, de Gyorgy Ligeti (http://www.youtube.com/watch?v=GPKg2c_bRCs).
La lista de películas sobre esta temática es casi interminable: Star Trek, Ultimatum a la Tierra, Men in Black, Contact, Alien, Super 8, Independence Day, Misión a Marte, Abyss, Señales del futuro, Invasión a la Tierra, Distrito 9, Oblivion y muchas más. Algunas de ellas (incluyendo la extensísima literatura al respecto), más allá del puro espectáculo, se adentran en cuestiones metafísicas y filosóficas: ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?, preguntas que la antropología y la escatología cristiana responden claramente.
Es cierto que todo lo relativo a la cuestión OVNI ha ido calando poco a poco en la cultura popular y decenas de videos en Internet lo atestiguan. El último acontecimiento ocurrió hace unos días, donde un objeto volador no identificado provocó el cierre del espacio aéreo en la ciudad alemana de Bremen durante tres horas y un helicóptero de la policía persiguió sin éxito una esfera luminosa hasta que desapareció de los radares. Un portavoz oficial confirmó el hecho y sus palabras fueron intrigantes: “No sabemos qué, pero allí había algo”. Las primeras hipótesis hablan de un globo sonda o un dron (pequeño avión no tripulado), entre otras conjeturas. (http://www.youtube.com/watch?v=5-_VszwA-mc)
Nada de esto es nuevo. Lo podemos apreciar en el año 1938, donde el famoso director de cine estadounidense Orson Welles realizó una versión radiofónica de la aclamada novela La guerra de los mundos, del autor británico H. G. Wells. Fue tan realista que sembró el pánico entre miles de oyentes, al hacerles creer que realmente se estaba produciendo una invasión alienígena. Más de un millón de personas en Estados Unidos salieron a las calles despavoridas tratando de escapar de la supuesta invasión (aquí la asombrosa recreación: http://www.youtube.com/watch?v=VMGRCU4kLjI).
Aun así, el desencadenante de todo este fenómeno terminó por estallar el 2 de Julio de 1947, donde supuestamente se estrelló una nave espacial en Roswell, en Nuevo Méjico. La realidad es que la zona era un lugar de pruebas de cohetes espaciales de los Estados Unidos y lo que se encontraron fueron restos de fuselaje de un globo sonda experimental tras la explosión. Ni cuerpos de extraterrestres ni nada fuera de lo normal. Todo lo demás lo fue añadiendo la imaginación del ser humano con el paso del tiempo.
El 7 de Enero de 1948, el capitán de las fuerzas aéreas Thomas Mantell murió a bordo de su aparato P-51 Mustang cuando sobrevolaba Goldman Field en Kentucky (Estados Unidos), tras seguir lo que parecía un OVNI, perder el control y estrellarse. Luego resultó ser un globo Skyhood. Pero ya no había marcha atrás. El mundo estaba tan sensibilizado que ocurrió lo inevitable. En otras circunstancias, nadie lo hubiera atribuido a razones extrañas, sino que se hubiera explicado como lo que fue realmente: un accidente aéreo. Pero la cercanía del tema de los platillos volantes hizo que mucha gente se dejara llevar más por las emociones que por las evidencias. Por ejemplo, se comentó que el ataúd en el que se enterró al oficial estuvo cerrado todo el tiempo para que nadie viera las huellas del contacto con un OVNI. La pura realidad es que el procedimiento fue el habitual en fallecidos a causa de accidentes aéreos, ya que los cuerpos quedan seriamente dañados.
Desde mediados de los años 50 del siglo pasado, comenzaron a ocasionarse debates en programas de televisión, en revistas aparentemente especializadas en el tema donde ofrecían respuestas a todas las preguntas con las que comenzaba a especularse sobre la procedencia de estas naves, las características de sus tripulantes y sus intenciones: venían de Marte o de otros sistemas solares, algunos tenían dos ojos, otros tres; unos hablaban por telepatía, otros con palabras extrañas; unos preparaban una invasión (a gran escala o por infiltración), otros deseaban la paz y evitar el fin del mundo, etc. Las teorías se multiplicaron hasta el infinito.
Dentro de este puzzle tan complejo, se hace difícil no dejarse arrastrar por lo llamativo de tales acontecimientos y detenerse objetivamente a estudiar caso por caso. Y esto es lo que vamos a hacer a continuación, analizando los acontecimientos más famosos que se han dado hasta el día de hoy para que podamos comprobar si son reales o pura ficción.

1.- Los círculos de Chesefoot Head
En los años 80 aparecieron misteriosamente unos círculos en el paraje llamado Chesefoot Head (Inglaterra), sobre la hierba y los sembrados. Aparentemente no tenían explicación, por lo que se atribuyeron a los efectos producidos por el aterrizaje de naves espaciales. Pero en 1991 el mito se vino abajo. Doug Bower y Dave Chorley, dos jubilados con ganas de diversión, confesaron ser los autores, explicando cómo lo hicieron: de noche y con un trozo  de madera. Con un pie subido en la madera, aplastaban de forma circular la hierba o los sembrados, formando caprichosas figuras. Después, y para no dejar huellas, abandonaban el lugar por los surcos ya existentes. Aun así, se ha seguido usando como “evidencias” de la visita de otros seres. La película Señales de Mel Gibson alude directamente a este fenómeno.

2.- Las estatuas de la isla de Pascua
La explicación “extraordinaria” que se ha tratado de dar es que fueron construidas por seres del espacio ya que se requería de una gran tecnología y un gran número de personas dedicadas a su elaboración. Dado que la isla nunca ha tenido más de 2000 habitantes eso resultaba imposible. La realidad es que una estatua de 15 pies de altura requiere únicamente el trabajo de seis hombres trabajando con sencillísimos instrumentos de metal y madera. En solo tres días se configuraba el contorno de la estatua.
Otro argumento para afirmar un origen desconocido es que las estatuas pesan varias toneladas, por lo que fue imposible que la mano humana las alzaras. ¿Qué decir al respecto? Que hoy en día se siguen realizando estatuas por los habitantes de esta isla del mismo tonelaje y son levantadas por doce personas que se sirven de cuerdas y pértigas para levantarlas.
¿Y qué decir del rasgo físico de las estatuas? No parecen humanas a simple vista. La refutación es excesivamente obvia como para buscar algún misterio: Las “orejas largas” (como se les conoce) eran polinesios, como se puede comprobar en la actualidad.

3.- La tumba del astronauta de Palenque (Chiapas, México): 
 Según muchos, la prueba maestra. Dicen los “expertos” que esta escultura (un sarcófago) muestra a un cosmonauta con casco, vestido con un traje espacial y sentado en la cabina de mandos de un cohete que despide un largo chorro de fuego. Fallecido en la tierra, habría sido sepultado en aquel lugar y la tapa de la tumba serviría para indicar su origen extraterrestre.
La imaginación del ser humano es impresionante, porque cualquiera que observe detenidamente el sarcófago verá que el sujeto retratado en la cubierta no va vestido como un supuesto astronauta: no usa guantes, botas ni pantalones largos. Y habría que añadir que el aparente “casco” no cubre toda la cabeza. Cualquier conocedor de la cultura antigua, sabe que el individuo va ataviado como otros nobles mayas retratados en Palenque. Solo vemos un taparrabos, un cinturón ancho y diversas joyas al cuello, las muñecas y el tobillo, exactamente los mismos que se encontraron dentro del sarcófago. No me imagino a ET viajando en el espacio con esas pintas. La tumba refleja el momento en que un noble maya, de acuerdo a la mitología de esta cultura, se encuentra descendiendo a mitad de camino entre el mundo de la vida y el de la muerte. Su mirada se posa sobre el símbolo religioso de la cruz de la ceiba,  que era símbolo del renacimiento y de la vida, y en un pájaro quetzal, el símbolo del Dios sol.

4.- La pirámide de Keops


Todavía recuerdo el enojo de una amiga arqueóloga y amante de la cultura egipcia cuando un compañero de trabajo afirmó que las pirámides fueron construidas por seres de otros planetas, que a su vez eran el lugar donde se “posaban” las naves espaciales en su aterrizaje, como se describe en la película Stargate. Ella misma explicó que en la actualidad conocemos perfectamente cómo se construyeron: cuerdas, rodillos de madera, piedras extraídas de canteras, etc.
Otros dicen que, dada la magnitud de la pirámide de Keops, se hubieran requerido millones de obreros durante más de 500 años. La realidad es que trabajaron cuatro grupos de cien mil hombres (cada grupo tres meses al año) durante dos décadas (en el siglo XXVI a.C), como afirma el historiador Heródoto.

Estos son los cuatro casos principales sobre los cuales los ufólogos, que viven del cuento y del fraude (como el español J.J Benítez), basan sus creencias. Las repiten una y otra vez, tratando así de hacernos creer mentiras que cualquier interesado en el tema puede desmantelar de forma objetiva. El problema es que no son pocos los que las aceptan como verídicas sin saber que los farsantes se están riendo de ellos. Como amante de diversas novelas de ciencia-ficción, sé distinguir entre realidad y ficción. Incluso hay una parte de mí a la que le gustaría que Dios hubiera creado vida en otros planetas. Y es algo que no se puede descartar completamente, aunque la Biblia no señala nada específico al respecto. Pero dejarse llevar por la fantasía es un serio peligro que puede hacer desvariar a más de uno, llevándolo literalmente a perder su tiempo en sandeces. Por citar un ejemplo muy llamativo: hace unos años, se presentó ante la sociedad una película titulada “Alien Autopsy”. Apareció incluso en los medios de comunicación convencionales. Supuestamente, era el video filtrado sobre la autopsia a los extraterrestres del caso Roswell. Se vendió como real. Semanas después el famoso laboratorio Kodak analizó el susodicho video y demostró que era un fraude.
La arqueología bíblica lleva décadas encontrando más y más evidencias de las historias narradas en las Escrituras. Por el contrario, la llamada “astroarqueología” (si es que algo así existe) no ha encontrado nada. Jamás. Ni una sola vez. No hay nada a lo que agarrarse, ni una mísera prueba. La última moda, las calaveras de cristal, y que dieron origen a la última película de Indiana Jones, también han sido refutadas y ni de lejos tienen un origen extraterrestre como al principio nos quisieron hacer creer.
Sin embargo, los seres humanos prefieren seguir mirando a las estrellas buscando la verdad. Por eso es famoso el póster que cuelga del despacho de Mulder, el protagonista de “Expediente X”: “La verdad está ahí fuera”. Todos ellos se olvidan de que la Verdad encarnada ya vino a este mundo. Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Los suyos (el pueblo judío) no le reconocieron (Juan 1:11), y los humanos actuales le ignoran a propósito porque prefieren vivir a su antojo (Romanos 1:21-32). En el fondo es un problema moral y esa es la raíz de la idolatría que vemos en el mundo, donde se “adora” a todo menos a Dios: deportistas, cantantes, actores, actrices, famosos, modelos, a uno mismo, etc., y se exalta como estilo de vida el hedonismo y el materialismo. Por eso no me extraña que algunos llamen “Mesías”, “D10S” o “Rey de reyes” a una persona por meter un esférico entre tres palos (títulos que son exclusivos de Jesucristo), o que hablen de la “religión cristiana” para exaltar al futbolista portugués del Real Madrid.
¿Y la respuesta a algunos casos aparentemente inexplicables, como objetos que aparecen y desaparecen en cuestión de segundos? Tenemos que basarnos nuevamente en las pruebas objetivas: Con las leyes de la naturaleza que imperan en el universo, los viajes siderales son completamente imposibles. Incluso el famoso proyecto SETI (Búsqueda de inteligencia extraterrestre), que consiste en descubrir señales procedentes de otras galaxias, no ha detectado absolutamente nada desde que comenzó hace más de cincuenta años, algo que ellos mismos reconocen ante las dudas que ocasionó una posible señal detectada en los años setenta. El profesor Michael Hart, miembro del SETI, declaró la enorme posibilidad de que estemos solos en el universo. El famoso astrónomo Carl Sagan, creyente en la vida extraterrestre, dijo honestamente que ninguna aparente evidencia “pasa la prueba” de la credibilidad.
Por otro lado, algunos cristianos afirman que los alienígenas son demonios, basándose en el texto de Génesis que señala que los hijos de Dios (según ellos, ángeles caídos) se “llegaron” a las hijas de los hombres (Génesis 6:1-4). Y para respaldar estas teorías emplean el texto que dice que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Corintios 11:14).  Es cierto que hay un mundo espiritual que no vemos aunque esté ahí. El siervo de Eliseo se sentía aterrado al ver el cuantioso ejército sirio que rodeaba a los israelitas, por lo que el profeta dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:17). El mundo invisible se hizo visible por unos instantes. Un ejército de ángeles los rodeaba. Pero de ahí a asegurar que los OVNIS (o sus “tripulantes”) son ángeles y/o demonios, es forzar la teología hasta límites peligrosos, por lo que hay que ser muy cautelosos al respecto. Por eso me sorprende y me entristece la facilidad con la que algunos se creen todos los videos de conspiraciones alienígenas y demás que hay en youtube como si fueran doctrinas, cuando son más propios de una novela de Dan Brown que de la realidad cristiana. Puede ser entretenido hablar de todo esto en alguna ocasión, pero no es razonable dejarse llevar por elucubraciones que confunden más que aclaran y que son propias de la prensa amarilla y sensacionalista.
Recordemos los cristianos estas palabras de “La Confesión de fe de Londres” (1689): “Las Sagradas Escrituras constituyen la única regla suficiente, segura e infalible de todo conocimiento, fe y obediencia salvadores [...] Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto o necesariamente contenido en las Sagradas Escrituras; a las cuales nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las tradiciones de los hombres”. Como dijo Pablo: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). No necesitamos nada más y lo que desconocemos nos los explicará Dios cuando llegue el momento, en Su presencia.
Y para los que no son cristianos, un consejo: dejen de buscar al monstruo del lago Ness, al Yeti, a alienígenas, conspiraciones, casas encantadas, fantasmas, y busquen a Dios mientras pueda ser hallado (cf. Isaías 55:6). Si lo buscan de todo corazón, lo encontrarán (cf. Jeremías 29:13).

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