sábado, 11 de octubre de 2025

¿Israel o "Barbi" Gaza? ¿Genocidio? ¿Realidad histórica? Ahora que el fuego parece apagarse… (aunque el tiempo lo dirá)


En el lejano 2002 o 2003, no recuerdo exactamente, me ofrecieron dar una serie de estudios sobre el eterno conflicto entre árabes y judíos, lo que me llevó a tener que hablar sí o sí del tema de Palestina. Usando tecnología arcaica (un proyector y transparencias, dos de las cuales veis en la imagen), mostré una panorámica clara de todos los actores de esta película. Como era un completo neófito en este asunto cuando me hicieron tal oferta, tuve que empaparme y leer mil cosas por aquí y por allá. Así pude ofrecer respuestas a todas esas preguntas que muchos se hacen, pero que ni los medios de comunicación se esfuerzan en plantear y contestar, ya que a ellos les mueve el morbo, el sensacionalismo, el drama y las audiencias. De ahí la popularidad de personajes surrealistas como los que hemos visto en “La flotilla”.

Es aquí donde debemos frenar y no dejarnos arrastrar por las pasiones, sino ir al trasfondo de todo: ¿Existió alguna vez la nación de “Palestina”? ¿De dónde viene el nombre? ¿Qué sucedió con los judíos que vivían en aquellas tierras tras las revueltas contra el Imperio Romano? ¿Qué pasó luego tras la expansión del Islam? ¿Quiénes habitaron la zona a lo largo del tiempo, hasta los siglos XVIII y XIX? ¿Qué pasó en dicho lugar, que pertenecía al Imperio Otomano hasta su caída en la 1ª Guerra Mundial? ¿Por qué decidió la ONU dividir la zona en dos Estados tras el final de la 2ª Guerra Mundial? ¿El desplazamiento de millones de personas aconteció solo allí, o en otros países? ¿Qué acontecimientos impidieron la creación del Estado Palestino en 1948 y qué parte de responsabilidad tuvieron determinados países árabes? ¿Qué sucedió en 1967 durante la guerra de los Seis Días, que explican parte del estancamiento posterior? ¿Quiénes, por ambos bandos, son los responsables de la falta de paz, hasta el día de hoy?

Todas esas cuestiones las resolví en su momento, hace ya casi veinticinco años. Y cualquiera lo puede hacer, sin necesidad de ser un experto: basta con leer e informarse. Alguno podrá decir: “Seguro que tu visión está sesgada. Además, no eres historiador”. Para evitar que haya personas con prejuicios que no quieran leer aquellos estudios por esas dos razones, al final de este breve escrito os voy a dejar el enlace a un vídeo del excelente historiador Alberto Garín, que lo expone todo con mesura, claridad y sencillez. Su exposición se basa en fuentes históricas y documentos; no es un alegato político.

¡Ojo! Que esto no quita el horror de lo que, en una ínfima parte, hemos visto en televisión. Por un lado, de parte de Hamás, que asesinó a más de 1.200 personas, secuestró a 251 (según las cifras oficiales del Gobierno de Israel, muchas de las cuales ya están muertas), incendió casas y cometió todo tipo de atrocidades innombrables, todo  documentado por múltiples fuentes internacionales. Ante algo así, pregúntate: ¿Cuál habría sido tu respuesta si esto le hubiera pasado a un ser querido? No olvidemos que, en su Carta Fundacional de 1988, Hamás marcó como objetivo “exterminar a todos los judíos” (preámbulo: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes”), negando además la posibilidad de una solución negociada (artículo 13).

Por el otro, los bombardeos del ejército israelí han causado numerosas víctimas civiles y destruido amplias zonas residenciales de Gaza. Los datos son difusos: el Ministerio de Salud de Gaza –organismo controlado por Hamás- reporta unas 65.000 muertes, incluyendo tanto a combatientes como a civiles, y no siempre distingue entre ellos. Fuentes occidentales estiman que entre 20.000 y 25.000 de los fallecidos podrían ser miembros de Hamás u otros grupos armados, aunque resulta difícil comprobarlo mientras la guerra siga activa. Al mismo tiempo, la devastación material es casi total: según análisis satelitales de la ONU (UNOSAT), más del 75 % de los edificios de Gaza han sido dañados o destruidos, con más de 100.000 edificaciones completamente arrasadas, y algunos informes elevan la cifra total de estructuras afectadas a cerca de 193.000. Considerando que antes de la guerra vivían unos 2,2 millones de habitantes, queda claro que, aunque las pérdidas humanas sean enormes y trágicas, representan solo una fracción de la población total. Esto no resta gravedad a los hechos ni a la responsabilidad de quienes los provocaron, pero sí indica que la destrucción masiva de infraestructuras no equivale automáticamente a un genocidio: estamos ante una guerra extremadamente destructiva y desproporcionada en un territorio densamente poblado, no ante un intento sistemático de exterminio de la población.

Más allá de los números, hay algo que no debe olvidarse: el sufrimiento civil no entiende de fronteras ni banderas. Las cifras cambian, los discursos se enfrentan, pero el dolor humano permanece.

Dicho esto, como dice Alberto Garín, él va más allá de lo reciente –y que acabo de mencionar-, y no entra a valorar moralmente los hechos históricos que han llevado a esta situación, sino a mostrar los orígenes y las causas profundas del conflicto. Esa es la labor de alguien que quiere mostrar la verdad. Incluso él, que se reconoce como ateo, no entra en debates religiosos o bíblicos (algo que yo sí hice en mis estudios), por lo que su visión es la más centrada a ojos de todo el mundo y ante el que quiera ser realmente imparcial.

El que busque aquí un show lagrimal de la “Barbie de Gaza” o ver a Javier Bardem con el puño en alto y el pañuelo palestino, no lo encontrará. Pero el que quiera aprender una lección de por vida, esta es extraordinaria. Dura una hora (veo manos en la cabeza en más de uno al leer su duración), pero merece la pena verlo varias veces: la primera, para anotar mentalmente las ideas principales; el resto, para asimilar los detalles. Lo que dijo Jesús (“conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”) también es aplicable para este asunto. Ahí lo lleváis: https://www.youtube.com/watch?v=aLOFtNNw7sQ

* ALTERNATIVA: Si no queréis ver el vídeo por la razón que sea (aunque escuchar a Garín es todo un placer), podéis: 1) salir a pasear y escucharlo en audio a forma de postcad. 2) pedirle a la IA que os haga un resumen ultra detallado y, a continuación, guardarlo para tenerlo siempre disponible para su relectura.

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