En el lejano 2002 o
2003, no recuerdo exactamente, me
ofrecieron dar una serie de estudios sobre el eterno conflicto entre árabes y
judíos, lo que me llevó a tener que hablar sí o sí del tema de Palestina.
Usando tecnología arcaica (un proyector y transparencias, dos de las cuales
veis en la imagen), mostré una panorámica clara de todos los actores de esta
película. Como era un completo neófito en este asunto cuando me hicieron tal
oferta, tuve que empaparme y leer mil cosas por aquí y por allá. Así pude
ofrecer respuestas a todas esas preguntas que muchos se hacen, pero que ni los
medios de comunicación se esfuerzan en plantear y contestar, ya que a ellos les
mueve el morbo, el sensacionalismo, el drama y las audiencias. De ahí la
popularidad de personajes surrealistas como los que hemos visto en “La
flotilla”.
Es aquí donde debemos frenar y no dejarnos arrastrar
por las pasiones, sino ir al trasfondo de todo: ¿Existió alguna vez la nación
de “Palestina”? ¿De dónde viene el nombre? ¿Qué sucedió con los judíos que
vivían en aquellas tierras tras las revueltas contra el Imperio Romano? ¿Qué
pasó luego tras la expansión del Islam? ¿Quiénes habitaron la zona a lo largo
del tiempo, hasta los siglos XVIII y XIX? ¿Qué pasó en dicho lugar, que
pertenecía al Imperio Otomano hasta su caída en la 1ª Guerra Mundial? ¿Por qué
decidió la ONU dividir la zona en dos Estados tras el final de la 2ª Guerra Mundial?
¿El desplazamiento de millones de personas aconteció solo allí, o en otros
países? ¿Qué acontecimientos impidieron la creación del Estado Palestino en
1948 y qué parte de responsabilidad tuvieron determinados países árabes? ¿Qué
sucedió en 1967 durante la guerra de los Seis Días, que explican parte del
estancamiento posterior? ¿Quiénes, por ambos bandos, son los responsables de la
falta de paz, hasta el día de hoy?
Todas esas cuestiones las resolví en su momento, hace
ya casi veinticinco años. Y cualquiera lo puede hacer, sin necesidad de ser un
experto: basta con leer e informarse. Alguno podrá decir: “Seguro que tu visión
está sesgada. Además, no eres historiador”. Para evitar que haya personas con
prejuicios que no quieran leer aquellos estudios por esas dos razones, al final
de este breve escrito os voy a dejar el enlace a un vídeo del excelente
historiador Alberto Garín, que lo expone todo con mesura, claridad y sencillez.
Su exposición se basa en fuentes históricas y documentos; no es un alegato
político.
¡Ojo! Que esto no quita el horror de lo que, en una
ínfima parte, hemos visto en televisión. Por un lado, de parte de Hamás, que
asesinó a más de 1.200 personas, secuestró a 251 (según las cifras oficiales
del Gobierno de Israel, muchas de las cuales ya están muertas), incendió casas
y cometió todo tipo de atrocidades innombrables, todo documentado por múltiples fuentes
internacionales. Ante algo así, pregúntate: ¿Cuál habría sido tu respuesta si
esto le hubiera pasado a un ser querido? No olvidemos que, en su Carta
Fundacional de 1988, Hamás marcó como objetivo “exterminar a todos los judíos”
(preámbulo: “Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo
destruya, tal como ha borrado a otros antes”), negando además la posibilidad de
una solución negociada (artículo 13).
Por el otro, los
bombardeos del ejército israelí han causado numerosas víctimas civiles y
destruido amplias zonas residenciales de Gaza. Los datos son difusos: el
Ministerio de Salud de Gaza –organismo controlado por Hamás- reporta unas
65.000 muertes, incluyendo tanto a combatientes como a civiles, y no siempre
distingue entre ellos. Fuentes occidentales estiman que entre 20.000 y 25.000
de los fallecidos podrían ser miembros de Hamás u otros grupos armados, aunque
resulta difícil comprobarlo mientras la guerra siga activa. Al mismo tiempo, la
devastación material es casi total: según análisis satelitales de la ONU
(UNOSAT), más del 75 % de los edificios de Gaza han sido dañados o destruidos,
con más de 100.000 edificaciones completamente arrasadas, y algunos informes
elevan la cifra total de estructuras afectadas a cerca de 193.000. Considerando
que antes de la guerra vivían unos 2,2 millones de habitantes, queda claro que,
aunque las pérdidas humanas sean enormes y trágicas, representan solo una
fracción de la población total. Esto no resta gravedad a los hechos ni a la
responsabilidad de quienes los provocaron, pero sí indica que la destrucción
masiva de infraestructuras no equivale automáticamente a un genocidio: estamos
ante una guerra extremadamente destructiva y desproporcionada en un territorio
densamente poblado, no ante un intento sistemático de exterminio de la
población.
Más allá de los números, hay algo que no debe
olvidarse: el sufrimiento civil no entiende de fronteras ni banderas. Las
cifras cambian, los discursos se enfrentan, pero el dolor humano permanece.
Dicho esto, como dice Alberto Garín, él va más allá de lo reciente
–y que acabo de mencionar-, y no entra a valorar moralmente los hechos históricos
que han llevado a esta situación, sino a mostrar los orígenes y las causas
profundas del conflicto. Esa es la labor de alguien que quiere mostrar la
verdad. Incluso él, que se reconoce como ateo, no entra en debates religiosos o
bíblicos (algo que yo sí hice en mis estudios), por lo que su visión es la más
centrada a ojos de todo el mundo y ante el que quiera ser realmente imparcial.
El que busque aquí un show lagrimal de la “Barbie de
Gaza” o ver a Javier Bardem con el puño en alto y el pañuelo palestino, no lo
encontrará. Pero el que quiera aprender una lección de por vida, esta es
extraordinaria. Dura una hora (veo manos en la cabeza en más de uno al leer su
duración), pero merece la pena verlo varias veces: la primera, para anotar
mentalmente las ideas principales; el resto, para asimilar los detalles. Lo que
dijo Jesús (“conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”) también es
aplicable para este asunto. Ahí lo lleváis: https://www.youtube.com/watch?v=aLOFtNNw7sQ
* ALTERNATIVA:
Si no queréis ver el vídeo por la razón que sea (aunque escuchar a Garín es
todo un placer), podéis: 1) salir a pasear y escucharlo en audio a forma de
postcad. 2) pedirle a la IA que os haga un resumen ultra detallado y, a
continuación, guardarlo para tenerlo siempre disponible para su relectura.
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