lunes, 19 de agosto de 2019

El cuento de Hadas en el que viven muchos que se dicen “cristianos”


Saltó la noticia hace unos días: el ex pastor Joshua Harris ha declarado tras divorciarse que ya no es cristiano y que se muestra favorable a los grupos LGTBI. Incluso ha asistido a una de sus “festivales de orgullo”. Para el que no lo conozca. Harris se hizo famoso por su best seller “Le dije adiós a las citas amorosas”, libro del cual reniega en la actualidad. Dicha obra la leí hace muchos años y su idea principal me pareció –y me sigue pareciendo- terriblemente mala, por eso la cité para mostrar mi desacuerdo en Fracasos por falta de sabiduría & ¿Citas amorosas? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/09/102-fracasos-por-falta-de-sabiduria_20.html).
Joshua en un festival gay en Vancouver, Canada[1]

Lo mismo ha pasado con Marty Sampson, compositor de la famosa iglesia Hillsong, ha apostatado de la fe. En sus propias palabras, ha llegado a afirmar que está perdiendo su fe, y que eso no le molesta al sentirse muy feliz. Días después, y ante lo llamativo de su historia, ha matizado que no ha “renunciado” a su cristianismo pero que se encuentra en “terreno increíblemente inestable”. Casos como el suyo son más habituales de los que muchos quieren reconocer, solo que a este sí se la ha prestado atención por ser una figura pública.
Mi intención no es “juzgar” el corazón de estos señores ya que no los conozco personalmente, pero sí quiero analizar con “justo juicio” (Jn. 7:24) el porqué cierto tipo de “creyentes”, que sobreabundan hoy en día en muchas congregaciones, terminan tarde o temprano por abandonar la fe en Cristo.

El “cristianismo” de estos “cristianos”
Para no dar lugar a malos entendidos, he entrecomillado las palabras cristianismo y cristiano por la sencilla razón de que lo que voy a describir a continuación es una fe que no se basa en una sana exégesis bíblica sino en los disparates que creen muchos que afirman ser cristianos pero que cuesta creer la misma vida que lo sean de forma genuina ni que hayan experimentado el nuevo nacimiento. Unos dirán que este tipo de personas jamás experimentaron el nuevo nacimiento y otros que sí pero que han apostatado. Para no repetirme, mi opinión al respecto la ofrecí aquí: Silencio: ¿cristianos que apostatan? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/05/silencio-cristianos-que-apostatan.html).
Ahora veamos este cristianismo fantasioso del que terminan por bajarse muchos:

- Dios cumple todos los deseos que se le piden, sean materiales, económicos, sentimentales, laborales y familiares.
- Dios es un Dios de gracia y amor pero no de juicio.
- Todo lo que confiesan y decretan se hace realidad.
- No existe el dolor físico ni la enfermedad.
- No existe el sufrimiento emocional.
- No existe la persecución.
- No existe el rechazo a tu persona.
- Todo es prosperidad.
- Todo es crecimiento eclesial.
- Nunca te ves atrapado en un atasco de tráfico.
- Siempre llueve o hace sol según las necesidades personales.
- La música es la forma por excelencia de “sentirse” cerca de Dios.
- El dinero sobreabunda para que todos tus seres cercanos vivan como príncipes en este mundo.
- El avivamiento está siempre en camino, llegando o ya se ha producido.
- Nunca hay dudas intelectuales absolutamente de nada.

Cuando la vida de un cristiano no es así, siempre se dice que el fallo es de la persona que no se ha apropiado de las promesas de Dios, o donde su vida esconde algún pecado o que no es suficientemente espiritual.
Este tipo de “fe” se sostiene en base a las emociones, en un estado de éxtasis místico prácticamente continuo, en las experiencias ajenas o propias, con textos bíblicos completamente descontextualizados en términos históricos y teológicos, y en las “promesas” proclamadas a pleno pulmón por el apóstol o predicador de turno. En conclusión: un verdadero cuento de Hadas.

Cómo se mantiene este circo en funcionamiento
Cuando una iglesia no se sostiene sobre las verdades de Dios y la creencia pura y dura de que el reino de Dios no es de este mundo (Jn. 18:36), sus “líderes” tratan de que el creyente se lo pase lo mejor posible durante los cultos y salga eufórico a “comerse” el mundo tras cada sermón, que más bien es un mensaje motivacional que bien podría darlo cualquier gurú y especialista en marketing añadiéndole el nombre “Jesús”. Para esto llevan a cabo un millón de actividades:

- Danzas.
- Concursos de baile.
- Teatros.
- Música con ritmos sensuales.
- Caídas al suelo como fichas de dominó que afirman provenir del “Espíritu”.
- Conciertos multitudinarios con todo tipo de efectos visuales y sonoros.
- Espectáculos pirotécnicos.
- Ampliación del local y un sinfín de nuevas comodidades.
- Parques recreativos para los niños.
- Salas de cine.

¿Y el estudio concienzudo, analítico, detallado, milimétrico, durante años, de la Palabra de Dios que lleve al cristiano a la madurez y a ponerla en práctica tanto a nivel interno como externo? En retirada. Muchos lo consideran pesado y aburrido. Por eso hay tantos que no saben responder preguntar básicas –pero lícitas- como el porqué del mal en el mundo y la enfermedad, o cómo se reconcilia la idea del infierno con un Dios de amor. Este es el caso de Marty, Joshua y de infinidad de casos como él, que no se ha planteado responder hasta varias décadas después de “hacerse cristiano” y llevar años “cantando” en una congregación de miles de miembros.
¿Leerse buenos libros de apologética? No, eso es tedioso para ellos. Tampoco tienen recursos bíblicos para saber afrontar la ansiedad, la pérdida, los sentimientos reprimidos, el pasado, no saben la diferencia entre “estar” bien y “sentirse” bien, no saben explicar las doctrinas fundamentales del cristianismo, etc. Sin embargo, ¿ver infinidad de programas de televisión, practicar deportes y escuchar el nuevo disco del cantante “cristiano” de moda? ¡Hasta la extenuación!
La realidad es que nadie que haya conocido al Señor –al verdadero Altísimo y no al mago de la farándula que presentan muchas congregaciones- puede decir que conocerle es aburrido porque es todo lo contrario: es apasionante.

Cuando te chocas con el muro de hormigón
¿Qué sucede con estos “cristianos”? Que esta sociedad está envuelta en el pecado y que la realidad termina por alcanzarles, comprobando que:

- Los seres queridos, aun siendo cristianos, mueren de forma inesperada.
- Los amigos, aun siendo cristianos, fallecen en accidentes de tráfico.
- En la mayoría de los casos, el dinero da para comer y vestir pero no para lujos.
- Dios no dice que sí a todas las peticiones.
- El cristiano es perseguido verbal y/o físicamente cuando expresa su fe.
- Hay iglesias que cierran porque los miembros se van.
- Los llamados avivamientos donde supuestamente se entregan a Cristo cientos o miles de personas son pura numerología donde las conversiones son limitadas.
- La tristeza es una parte de la vida.
- No siempre encuentras un aparcamiento en la puerta de tu casa, sino a veces a cientos de metros.
- Llueve cuando quieres que haga sol y hace sol cuando quieres que llueva.

En definitiva, como ya analizamos en su momento, creían que, por ser cristiano, la vida sería un camino de rosas cuando no lo es (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/02/6-creias-que-por-ser-cristiano-la-vida.html).

Estos “creyentes”, como no conocen al verdadero Dios descrito en la Biblia y tienen un conocimiento muy superficial de Él, se cansan por una u otra razón y se apartan de ese “mundo cristiano”.
¿Qué sucede finalmente? Aunque me extendí ampliamente sobre el tema en el libro Cerca o lejos de Dios: Motivos y soluciones (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/11/1-cerca-o-lejos-de-dios-motivos-y_4.html), podemos citar algunas causas: Que unos encuentran nuevas diversiones en el mundo secular que les apasionan más que esa subcultura cristiana donde han vivido. Otros se enamoran y se casan con un no-cristiano. Luego están los que se sienten tan heridos que no quieren saber nada que tenga que ver con Dios. También están los que creen una injusticia que otros sean prosperados y ellos no a pesar de haber sido siempre fieles. Y por último están los que vivían una doble moral y terminaron por mostrar su verdadera cara: adulterio, promiscuidad, homosexualidad, etc.

Espero que ninguno de los casos descritos sea el tuyo. Pero si te ves identificado, el remedio lo tienes delante tuya. Deja de vivir un cuento de hadas y busca el reino de Dios.



[1] Aquí una reflexión llevada a cabo por amigos cristianos de Joshua:

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