martes, 29 de agosto de 2017

¿Qué entiendes por la expresión “el fin del mundo”?



El concepto que los incrédulos y ateos suelen tener de lo que folclóricamente se llama “el fin del mundo” es la desaparición de la especie humana, fruto de algún tipo de catástrofe planetaria. Estas pueden ser el choque de un meteorito contra la Tierra, una pandemia viral, una guerra nuclear, una llamarada solar, una nueva glaciación, los efectos del cambio climático, la explosión de alguno de los supervolcanes que hay en nuestro mundo, o simplemente la sustitución de los seres humanos por robots dotados de Inteligencia Artificial. Los más fantasiosos y cómicos también citan una invasión alienígena o una plaga zombie. ¡De risa!
Todo esto puede parecer un tema simpático de conversación para soltar unas risas, pero es tan serio que, desde la época de la guerra fría, se han construido miles de refugios para intentar sobrevivir a dicho evento. Incluso, por parte de los científicos, existe el llamado “El Reloj del Juicio Final”, que es “un reloj simbólico, que usa la analogía de la especie humana estando siempre ´a minutos de la medianoche`, donde la medianoche representa la ´destrucción total y catastrófica` de la Humanidad. Originalmente, la analogía representaba la amenaza de guerra nuclear global, pero desde hace algún tiempo incluye cambios climáticos, y todo nuevo desarrollo en las ciencias y nanotecnología que pudiera infligir algún daño irreparable”[1].
El asunto se toma tan en serio que el gobierno noruego tiene en el Ártico una enorme cúpula llamada la Bóveda Global de Semillas: “Este es es el almacén de semillas más grande del mundo, creado para salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos que sirven como alimento en caso de una catástrofe mundial. Se conoce popularmente como ´Bóveda del fin del mundo` pues es capaz de resistir terremotos, impactos de bombas nucleares y demás desastres”[2].
Los amantes de estos temas, para describir dicha situación, suelen usar el término “Apocalipsis”, copiando el término usado en el último libro de la Biblia, que significa “Desvelamiento”. Lo curioso es que dicho escrito –y el resto de las Escrituras- no desvela lo que ellos anuncian.
Siendo sumamente concisos, lo que Juan nos describe, aunque incluye algunos acontecimientos catastróficos, no es el fin de la humanidad, sino el fin de la historia tal y como la conocemos, y el comienzo de una era completamente nueva, donde Dios gobernará un Universo en el cual reinará la paz absoluta en todos los ámbitos. Dicho Reino será exclusivo para aquellos que aceptaron en vida a Jesús como Señor y Salvador –los que creyeron de corazón en su sacrificio expiatorio en la cruz por sus pecados-, ya que los que le rechazaron, junto a la maldad y los malvados, habrán sido desterrados para siempre.
Fin del artículo... bueno, no, ampliemos un poco más.

¿Ciencia ficción o realidad?
Posiblemente, hablar del fin de los tiempos sea uno de las cuestiones más complejas a las que se enfrenta el cristiano. No sólo por la burla, el rechazo o la incredulidad que trae aparejado cuando se expone ante inconversos, sino por lo fácil que es caer en el puro sensacionalismo y en la especulación. Se termina creyendo toda noticia sobre el tema que aparece en Internet, cada vídeo de youtube y cada libro que se lee. Al final, la teología resultante es el guión de una película de ciencia ficción mezclada con una comedia de los hermanos Marx.
¿Qué podemos hacer para no caer en tales fantasías? Ceñirnos a lo que dijo Jesús al respecto en lo esencial, en lugar de centrarnos en los aspectos periféricos que nadie puede certificar, puesto que son dados a diversas interpretaciones (que si pretribulacionismo, que si postribulacionismo, etc.).
Esa es la única base, puesto que ahí no hay especulación posible. A partir de ese punto de partida, podemos buscar si las palabras que pronunció tienen conexión con sucesos y circunstancias de la sociedad contemporánea. Es en esta segunda parte donde muchos se desvían y terminan dando por cierto lo que no son más que meras conjeturas. Por eso no es casualidad la ingente cantidad de material que existe al respecto y que arrastra a verdaderas multitudes a proclamar amén a todo lo que ven, oyen y leen, como si fuera la verdad absoluta.

Razones para no creer
¿Por qué es tan difícil que nos tomen en serio aquellos que no son cristianos al tratar este tema? Las razones son evidentes:

- A lo largo de la historia, multitud de personas, de líderes religiosos, de sectas, e incluso de verdaderos cristianos, han señalado fechas concretas sobre tal acontecimiento. Como ninguno ha acertado, la mofa es generalizada y con toda la razón, provocando a su vez la desilusión de miles de creyentes ingenuos.
Humanamente hablando, y haciendo empatía con el incrédulo, los entiendo: es comprensible que les suene a locura, porque es la imagen que han recibido desde jóvenes, viendo agoreros y lunáticos anunciando fechas de catástrofes que nunca se han cumplido.

- El cine y la televisión lo ha convertido en un espectáculo pirotécnico sin mayor interés que pasar un buen rato. Mientras te comes un cubo de palomitas, contemplas cómo el planeta Tierra es asolado por meteoritos, glaciaciones, tsunamis, guerras nucleares, invasiones alienígenas, llamaradas solares, desapariciones inexplicables, robots asesinos, profecías mayas, zombies y vampiros. Algunos ejemplos son: Deep Impact, Armageddón, The Divide, Tomorrowland, Señales del futuro, El día después, Terminator, 2012, 28 días después, Melancolía, Oblivion, La guerra de los mundos, Mad Max, El planeta de los Simios, Air, The road, Independence Day, Waterworld, Rompenieves, Vanishing on 7Th Street, Fin, Los 100, The Leftovers, The Walking dead y Soy leyenda, entre otras muchas. En casi todas la raza humana sobrevive, aunque sea a duras penas, quedando seriamente diezmada, pero no se extingue.

- La expresión el fin de los tiempos se ha convertido en sinónimo de el fin de la especie humana, cuando no es eso lo que los cristianos proclamamos. De ahí que la comprensión del tema esté errada. Personas que dicen ser cristianas (incluso profesantes), desconocen buena parte de esta rama de la teología cristiana, casi siempre porque ignoran las Escrituras. Otros, que también se consideran creyentes, nunca han oído hablar del tema, o simplemente omiten esa parte de la Biblia y de las enseñanzas de Jesús. Basándose en el “buenismo” y en sus propias buenas intenciones, prefieren creer que el mundo va a ir a mejor y que, un día, con el esfuerzo humano, todos viviremos en paz y armonía (ateos, budistas, musulmanes, cristianos, etc): “El inglés Edward Barttle, en un pequeño libro titulado La globalización es más, dice: Llegará un día en que la globalización se realizará plenamente en la esfera humana y logrará unir a todos los seres, de todos los países y de todas las razas en un tipo de relación hermano-hermano, en una total y completa unidad de solidaridad”[3]. Que esta ingenuidad provenga de inconversos es perfectamente entendible.
Por el contrario, como bien explica Millard J. Erickson, “debemos ser conscientes de que la escatología pertenece principalmente a un ámbito nuevo que va más allá del espacio y del tiempo, un nuevo cielo y una nueva tierra. Este reino irá precedido por la obra sobrenatural de Dios; no puede ser conseguido por medios humanos”[4].

¿Qué es realmente el fin de los tiempos, según la Biblia?
El fin de los tiempos va intrínsecamente unido a la Segunda Venida de Cristo.  
Este hecho, conocido como la Parusía, se manifestará de la misma manera en que aconteció en una secuencia descrita en el libro de Reyes. La nación de Israel estaba en guerra contra Siria, cuyo rey mandó sitiar la ciudad con un gran ejército. Giezi, el siervo de Eliseo, se asustó, ante lo cual el profeta dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:16-17).
Lo que era invisible para Giezi se hizo visible: vio el ejército de ángeles que había a su alrededor. De igual forma, en la Segunda Venida de Cristo, lo que nos resulta invisible se hará visible para toda la humanidad. El que no tuvo principio y existe desde la eternidad se hará una vez más presente y para siempre. Y no como cordero, sino como Rey de reyes y Señor de señores: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Ap. 19:11-16).
Creemos en este acontecimiento por una sencilla razón: si Jesús cumplió decenas de profecías que hablaban de Él –una de sus señas de identidad como Mesías-, ¿por qué no iba a cumplir el resto que hablan del establecimiento de su Reino? Por eso, dos ángeles le dijeron a los apóstoles tras la ascensión de Jesús: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11).
¿En qué lugar “descenderá”? Exactamente en el mismo lugar en el que ascendió: “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur” (Zac. 14:4).

Será algo inesperado para los incrédulos
¿Cómo reaccionan las personas ante una crisis económica, una ruptura sentimental, un desastre natural o un ataque terrorista? ¿Buscando a Dios? Por norma general, no. En primer lugar, se sienten desconcertados y apesadumbrados. Y, poco a poco, se adaptan a la situación post-crisis. Podemos comprobarlo en los atentados que están aconteciendo por Europa en los últimos años: al día siguiente vemos cómo las multitudes salen a las calles y hacen vida normal, a pesar del dolor. Es lo que promueven a llevar a cabo los psicólogos y los políticos con sus declaraciones.
Por muchos acontecimientos terribles que sucedan en el presente o en el futuro antes de la Parusía, el patrón no cambiará: aunque los más afectados lucharán por sobrevivir –o por rehacer sus vidas de la mejor manera posible-, el resto seguirá celebrando cumpleaños, yendo a trabajar, de compras y de fiesta, viendo la televisión, subiendo fotos a las redes sociales, practicando deporte, casándose o ennoviando, etc.
Jesús mostró que así sería: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lc. 17:26-30).
Aunque los cristianos esperamos y anhelamos su venida, para el resto del mundo será algo inesperado, y les sorprenderá como un ladrón en la noche (cf. 2 P. 3:10; 1 Ts. 5:2): con la guardia baja y sin estar preparados. No habrá segundas oportunidades y ya será demasiado tarde para ellos: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mt. 24:30).

Los incrédulos deben dar gracias de que aún no haya acontecido
Los que no son cristianos se burlan diciendo que Jesús dijo que volvería, y han pasado 2000 años y nada ha acontecido. Este desprecio e ironía ya es algo que pasaba en las primeras décadas del cristianismo: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 P. 3:4). Veinte siglos después, la respuesta sigue siendo la misma: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9). Deberían dar las gracias de que todavía ese hecho no se haya producido y buscar a Dios mientras haya tiempo.
Estamos en el periodo de Gracia. El día y la hora de su retorno nadie la sabe, solo el Padre, como Jesús mismo dijo (cf. Mt 24:36, 50; Hch. 1:7). Hasta entonces, las puertas del cielo siguen abiertas para todo aquél que acepte el regalo de salvación. Pero, un día, dicha oferta se acabará y dicha puerta se cerrará para siempre. Si ya “naciste de nuevo” (cf. Jn. 3:3) y fuíste hecho un hijo de Dios (cf. Jn. 1:12), gózate porque tu nombre está escrito en el Libro de la Vida (cf. Fil. 4:3; Ap. 21:27) y ya fuíste sellado con el Espíritu Santo de Dios para el día de la redención (cf. Ef. 4:30).
Si en tu caso no has tomado ya la decisión, aunque aún no lo sepas y no le estés prestando ninguna importancia, todo puede acabar en cuestión de minutos o de días, sea porque mueras o porque Cristo regrese. En ese momento, Él te dirá: “Nunca te conocí; apártate de mí”[5] o “Entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:23). Una frase u otra depende de tu respuesta a su oferta. 
No lo dejes para mañana. Como dijo el francés Bourdaloue: “La conversión no debe diferirse para otra oportunidad, porque nadie puede garantizar una nueva conjunción de tres elementos: tiempo, gracia y voluntad”[6].


[3] Monroy, Juan Antonio. ¿En qué creen los que no creen? Clie. Pág 58.
[4] Erickson, Millar. Teología Sistemática. Clie. Pág. 1167.
[5] Parafraseado de Mateo 7:23.
[6] Lacueva. F. Escatología II. Clie. Pág. 335.

5 comentarios:

  1. Muy interesante este mensaje valioso, Jesús Guerrero. Gracias por compartirlo. Mucha gente anda en distracciones y no tienen a Dios en ninguno de sus pensamientos. Recibe mi cordial saludo.

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    1. Gracias por leerlo y por tus palabras hermana. Esperemos que los que están dormidos despierten antes de que llegue la hora. Saludos desde España y que el Señor te bendiga.

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  2. Muy bueno Jesús,y muy bien explicado, muchas gracias.

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  3. Muy bueno Jesús,y muy bien explicado, muchas gracias.

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