lunes, 28 de marzo de 2016

El apóstol: ¿Un musulmán convertido al cristianismo?

¿Puede un musulmán fiel, criado y educado en el islam desde su más tierna infancia, con toda su familia practicante de dicha religión, y destinado a ser un Imam, hacerse cristiano? Este es el tema que plantea la película “El apóstol”. Al coincidir con los atentados de Charlie Hebdo en Francia, fue retirada de las carteleras para no “ofender” a nadie y ser acusado de “islamófobo”. La misma cantinela de siempre, donde es mejor ser políticamente correcto que mostrar la controversia sin tapujos.
Hay miles de testimonios a lo largo de todo el mundo de musulmanes convertidos a Cristo y varios libros con sus historias, como: “Buscando a Alá encontré a Jesús”, de Nabeel Qureshi; “Hijas de islam”, de Miriam Adeney; “Cristianos venidos del Islam”, de Giorgio Paolucci y Camille Eid; “Encontré a Cristo en el Corán”, de Mario Josep; “El precio a pagar”, de Joseph Fadelle.
Esta producción lleva al cine una historia ficticia, pero que narra lo que se sabe por los declaraciones de conversos musulmanes a Cristo. A pesar de que no es ni mucho menos una producción hollywodiense y sus actores no destacan precisamente por una gran interpretación (aparte, el doblaje al español deja bastante que desear), se nos muestra una realidad que suele pasar desapercibida para la población, debido principalmente a que los medios de comunicación generalistas la omiten sistemáticamente por desinterés y prejuicios, estando más fascinados por el morbo. La prensa prefiere calificar esta película como “un discurso de proselitismo cristiano” (Jordi Costa: Diario El País) o “claramente partidista” (José Manuel Cuéllar: Diario ABC), opiniones escritas por periodistas humanistas que no son capaces de ver más allá. 
Aunque tiene un corte marcadamente católico (ya que la directora Cheyenne Carton lo es, siendo premiada por el Festival Mirabile Dictu del Vaticano), y una escena final completamente irreal e idealista, la esencia del mensaje de la cruz y del verdadero evangelio se muestra con absoluta nitidez. Akim, un argelino musulmán que vive en Francia, comienza a hacerse preguntas, a investigar y a comparar, terminando por conocer más de Jesús que muchos que dicen ser creyentes, como el amigo del protagonista, cuya ignorancia resulta hiriente.
En Akim se cumple la promesa de Dios que resalta en el cartel, que es igualmente válida tanto para ateos, agnósticos y personas de cualquier religión: “me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13). Ese es el requisito imprescindible para hallar la verdad: “buscar de todo corazón”.

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