miércoles, 26 de febrero de 2014

David Yonggi Cho: Hablemos claro sin hacer leña




El pasado jueves saltó la noticia: el conocido surcoreano Yonggi Cho (pastor de la congregación más grande del mundo, con 800.000 miembros), fue condenado a 3 años de prisión por estafar 9 millones de euros a su iglesia. He querido esperar unos días para ver la reacción de los cristianos ante tal hecho y lo que he observado han sido dos bandos claramente posicionados y extremos: por un lado, aquellos que le han defendido con diversos argumentos con una base humana y/o bíblica errada; por otro, los que se han alegrado del hecho en sí, incluso usando descalificaciones que me han parecido lamentables, haciendo leña del árbol caído (que parece ser el “deporte” favorito de muchos creyentes). Personalmente no puedo situarme en ninguno de los dos bandos. Puesto que un Tribunal ha dictado sentencia, es de recibo que se haya hecho justicia, pero eso no significa que me alegre, porque este tipo de situaciones deja en mal lugar a los creyentes ante la sociedad inconversa y afecta negativamente la fe de los cristianos genuinos que han creído a este señor durante años.
El grupo que condena sin misercordia al señor Cho debería recordar las palabras de Pablo: Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gá. 6:1). El señor Cho va a pagar ante la justicia humana por su grave error. A partir de ahora, la labor de los cristianos (“vosotros que sois espirituales”) es buscar su restauración puesto que se nos exhorta a ello. Tenemos que tener en cuenta que TODOS SOMOS PECADORES y que esa fue la razón exacta por la cual el Hijo de Dios fue a una cruz: a pagar por nuestros pecados. Somos culpables pero hechos inocentes por la sangre de Cristo. Esa es la paradoja de la cruz. Nadie está exento de poder caer en alguna de las obras de la carne: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gá. 5:19-21). Poner esto en perspectiva nos tiene que hacer ver que Dios desea el arrepentimiento para salvación en lugar de la condenación eterna.
Dicho esto, quiero usar este caso para refutar los razonamientos que han expuesto algunos en su defensa a Yonggi Cho, puesto que se repiten en multitud de predicaciones y libros para defender otras creencias: 

1.- “No podemos juzgar”: Esto es falso. Cuando Jesús se refiere a no juzgar (Mt. 7:1-5), lo hace con un doble sentido:

a) En el sentido de juzgar condenando y maldiciendo como si el Juicio Divino nos perteneciera a nosotros. Ni siquiera el arcángel Miguel tuvo tal atrevimiento, ni aun contra el diablo: “No se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Judas 8-9). Las intenciones del corazón solo las conoce Dios y Él las juzgará en exclusiva (cf. 1 Co. 4:5).
b) En el sentido de no hacer juicios con ligereza como los que llevaban a cabo los hipócritas fariseos, que se consideraban superiores al resto de la sociedad.

Teniendo estos dos aspectos claros, tenemos que saber que sí podemos juzgar. Es más, debemos hacerlo. De ahí las otras palabras de Jesús:“No juzguéis según la apariencia, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24). Se nos exhorta a juzgar toda enseñanza (cf. Hch. 17:11), todo espíritu (cf. 1 Jn. 4:1), toda profecía (cf. 1 Co. 14:29) y a todo aquel que se hace llamar “apóstol” (cf. Ap. 2:2).

2.- “Es imposible que una iglesia tan grande esté errada”. Eso es pura “numerología”, un razonamiento que no sirve como baremo para medir la verdad. Como ya dije en “El fervor por Dios mal enfocado” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/el-fervor-por-dios-mal-enfocado.html): “si así fuera, los musulmanes tendrían la verdad absoluta y el apoyo de Dios ya que son más de 1000 millones de fieles. Por lo tanto, el argumento del ´número` y de la ´cantidad` es pobrísimo e ingenuo”.

3.- “Sus libros eran de mucha bendición”. Este es un comentario que me he encontrado por Internet. Aquí necesitamos hacer un “stop” antes de proseguir y distinguir entre tres conceptos para no confundir a nadie:

a) “Secta”. La etimología e historia del término “secta” sería largo de explicar, así que vayamos directamente al sentido que nos interesa: como cristianos, entendemos como secta al grupo que toma algunas verdades fundamentales de la Palabra de Dios pero niega otras reveladas en las Escrituras e igualmente básicas. Como señala el teólogo Francisco Lacueva: “El hereje es el que escoge, entre las doctrinas de la Biblia, las que convienen a sus prejuicios o a su tradición denominacional, subestimando o ignorando las demás”[1]. Algunas de las que niega pueden ser: el pecado original, la autoridad infalible de las Escrituras, la salvación por Gracia, la Trinidad, la divinidad de Cristo, su Encarnación, que fue concebido por el Espíritu Santo de María virgen, su muerte expiatoria en la cruz que canceló de una vez y para siempre nuestra deuda con el Padre[2], su resurrección corporal de entre los muertos y posterior ascenso a los cielos, y la segunda venida para juzgar a los vivos y a los muertos y establecer su Reino por la eternidad. Aunque algunos grupos afirmen ser “iglesia” o “cristianos”, si no creen en alguna de estas verdades absolutas no son ni lo uno ni lo otro: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19).

b) “Iglesias con principios heréticos”. Son aquellas iglesias cristianas locales que aceptan todas las verdades esenciales reveladas en la Biblia, que están compuestas por cristianos que realmente han “nacido de nuevo”, pero que han permitido que se  infiltren doctrinas que chocan frontalmente con las Escrituras. Aquí podríamos incluir: La “teología de la prosperidad”, la “confesión positiva”, las “maldiciones generacionales”, la “cartografía espiritual”, el “legalismo”, etc. También podríamos añadir otros aspectos de índole moral, contrarios a la ética bíblica, como la aceptación del aborto, el matrimonio homosexual, etc.

c) “Iglesias con principios sectarios”. Son aquellas iglesias cristianas locales que aceptan todas las verdades esenciales reveladas en la Biblia, que están compuestas por cristianos que realmente han “nacido de nuevo”, pero donde se ha infiltrado ideas que chocan frontalmente con las Escrituras. Aquí destaca sobremanera la creencia de que los pastores son los “Ungidos de Jehová”, lo que trae como consecuencia una perniciosa praxis eclesial. Aparte de las herejías previamente citadas, esta es una idea preeminente en el llamado “Movimiento de la fe” y que ha calado en algunos sectores cristianos. Sin duda alguna, un claro ejemplo de hasta qué punto se puede “descuartizar” la Biblia y convertirla en un disparate.

Algunos culpan a los pentecostales de estas herejías. Aunque en algunos casos han sido promovidas por personas pertenecientes a este movimiento en primera instancia, la realidad objetiva es muy distinta: el mismo seminario de las Asambleas de Dios en España (CSTAD), en su asignatura “Sectas y corrientes teológicas contemporáneas”, denuncia claramente estas herejías y principios sectarios[3].
A aquellos que señalan que los libros del señor Cho han sido de bendición para sus vidas, habría que decirles “que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia” (Romanos 10:2). Seguramente han conocido el Evangelio por la predicación del mensaje original (y son salvos), pero pasan por alto (muchos, de forma inconsciente) que algunas de las doctrinas que él enseña están incluidas en el segundo grupo: “Iglesias con principios heréticos”. En su caso, este pastor promulgaba la llamada “Teología de la Prosperidad” y la “Confesión positiva” por medio de la visualización de deseos y sueños, ideas que no provienen de una revelación del Espíritu Santo como él afirmaba (puesto que se contradice a las Escrituras), sino del gnosticismo, del sincretismo religioso y de diversas filosofías orientales. Y digamos bien alto que ni mucho menos ha sido de bendición para todo el mundo: en una conferencia, un pastor narró el terrible daño que provocó en su congregación aceptar tales ideas y el largo tiempo que necesitaron para ser sanados.

Como a Yonggi Cho, podemos incluir aquí a personas que están enseñando gravísimas herejías: Bernardo Stamateas, Benny Hinn, César Castellanos, Joel Osteen, Harold Caballeros, Guillermo y Ana Maldonado, y la autora Joyce Meyer. Sé que hay muchos más, pero solo cito a aquellos de los cuales he podido leer directamente sus libros, sin usar fuentes de terceras personas ni videos de Internet, ya que ambos se pueden fácilmente tergiversar y manipular. Creo que es un ejercicio de prudencia que siempre deberíamos seguir. Eso sí, confieso que tras leer más de cincuenta libros de estos autores terminé con fatiga mental ante tantos disparates. La lista es tan amplia que haría falta una enciclopedia para hacer un listado completo de estas personas. Sé que hay muchos cristianos sinceros que les gusta señalarlos con nombre y apellidos (yo mismo lo hago cuando la ocasión lo requiere), pero soy partidario de destapar las falsas enseñanzas antes que centrarme en quién las enseña. Así el creyente podrá distinguir por sí mismo la verdad de la mentira, sin necesidad de vivir como un “caza-hereje”, lo cual al final termina convirtiéndose en una obsesión, como si fuera el único tema importante de las Escrituras.   
Todos ellos mueven masas. Todos ellos son ricos. Todos ellos venden millones de ejemplares de sus libros. Y todos, aunque tengan algunas doctrinas ortodoxas y correctas, enseñan auténticas atrocidades. Han tejido una red invisible por el mundo entero como una tela de araña que ha aprisionado de forma sutil a iglesias locales, a editoriales cristianas, a pastores y a miles y miles de creyentes genuinos. Como señala el pastor y teólogo Julián Mellado: “El mundo evangélico está siendo invadido por un diluvio de nuevas doctrinas que muchos creyentes están siguiendo sin discernir su procedencia. Nuevas prácticas que no arrancan de tradiciones históricas del cristianismo sino de una reconversión de formas de pensar y actuar paganas”[4].
Hace poco tiempo una encuesta reveló que en el 66% de las Iglesias de Estados Unidos está implantada la doctrina de la Prosperidad. ¡Qué triste! Leí a un pastor que decía que esto no venía del diablo, sino de parte de Dios como un juicio sobre la Iglesia. ¿Por qué esta conclusión?: porque estas falsas doctrinas sacan a relucir lo que hay verdaderamente en el corazón. Interesante reflexión.
El mayor ataque contra el cristianismo no procede de los ateos o de aquellos que señalamos los errores con el propósito de que sean corregidos, sino de cristianos que enseñan falsas doctrinas.
Algunos toman como enemigos a aquellos que denuncian estas herejías, haciendo presente las palabras de Pablo a los gálatas: “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?” (Gálatas 4:16). Para el recuerdo quedan las palabras de Benny Hinn, al expresar su deseo de tener “una ametralladora del Espíritu para matar a aquellos que se le oponen”.
Ahora que hemos visto el caso de Yonggi Cho y otros, que sabemos cuál es la situación a nivel mundial y de la importancia de cuidar de la doctrina (cf. 1 Ti. 4:16), quiero terminar reproduciendo lo que dije en la introducción de “Herejías por doquier”: “no todos aquellos que están enseñando determinadas herejías lo hacen a propósito. Están aquellos plenamente conscientes de sus errores y que aun así continúan con esas falsas enseñanzas. Estos son los que tuercen y tergiversan las Escrituras para su propia perdición (2 P. 3:16). Pero, al mismo tiempo, también hay hermanos inconscientes de sus propios fallos. De ahí que llamar falso maestro, falso profeta, falso Cristo o hereje con un exceso de premura a todo aquel que yerra pueda ser una insensatez. En lugar de orar para que el Señor los condene o los expulse de Su Iglesia, deberíamos corregirlos en todo aquello que esté en nuestras manos. Hay muchos hermanos que han podido rectificar porque otros han tenido la paciencia de enseñarles. Sin embargo, hay creyentes que declaran una especie de guerra espiritual lanzando sentencias absolutas, como si procedieran directamente del cielo contra aquellos que están en el error, e incluso se alegran cuando algún mal les acontece, proclamando con total seguridad que es el juicio de Dios. Somos llamados a juzgar los hechos y las palabras a la luz de las Escrituras, pero no las intenciones últimas de estas personas, puesto que este tipo de juicio le pertenece en exclusiva al Todopoderoso.
¿Es normal indignarse cuando escuchamos a aquellos que proclaman herejías y se muestran satisfechos y felices? Por supuesto que es lógico, pero lo uno no quita lo otro [...] Por todo lo que hemos visto, pidamos al Señor discernimiento para saber distinguir entre los falsos maestros que son lobos disfrazados de ovejas (aquellos a los que alude Pedro, que hacen mercadería por avaricia bajo el pretexto de la fe y que introducen encubiertamente herejías destructoras) y los hermanos sinceros en sus creencias pero confundidos en parte de su caminar como hijos de Dios.


[1] Lacueva, Francisco. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, Clie.
[2] La herejía que trata de arrancar de la Biblia esta doctrina se llama la “Teoría del rescate de la Expiación”, que señala que Cristo no pagó completamente por los pecados en la cruz sino en el infierno como parte de la deuda del ser humano con el diablo (y no con Dios), siendo torturado allí por los demonios. Una enseñanza aberrante.
[3] En “Herejías por doquier” (y en los que vienen en camino) analizo muchas de ellas: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/normal-0-21-false-false-false-es-x-none_21.html. Un libro excepcional que profundiza aun más es “Cristianismo en crisis” (siglo 21), de Hank Hanegraaff (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/09/yo-declaro-cristianismo-en-crisis.html)
[4] “Cuadernos Evangelización: Guerra Espiritual. Una reflexión crítica” (Alianza Evangélica Española).

5 comentarios:

  1. Añado esta información que me parece un matiz importante a la situación del señor Cho (por Bob Rogers, Pastor de Evangel World Prayer Center en la ciudad de Louisville, Kentucky, Estados Unidos):
    David Yonggi Cho, pastor de la iglesia Yoido Full Gospel Church, en Seúl, Corea del Sur, ha sido un amigo personal y de mi familia por mas de 40 años. El se ha quedado en mi casa y mi padre y yo hemos servido en su la Mesa Directiva de Iglecrecimiento por un total de 38 años.
    Debido a los comentarios que aparecieron en la prensa y la internet, es importante que se conozcan ciertos aspectos de la situación que enfrenta el Pastor Cho. No solamente yo estuve presente en gran parte del juicio, pero también he sido testigo de información privada, información que todavía no se ha publicado. Quiero compartir parte de esa información.
    Primero, la Corte del Distrito Central de Seúl ha sentenciado a Cho, de 78 años de edad, a tres años de prisión suspendida durante 5 años. Se le acusa de haber causado daños superiores a los 12 millones de dólares. Fue multado 5 millones de dólares. Pero no ha requerido ingreso en prisión.
    Segundo, el hijo de Cho, Cho Hee-Jun, de 49 años de edad fue acusado con los mismos cargos. Porque se considera que hay riesgo que escape, fue puesto bajo custodia después de ser sentenciado a 3 años de cárcel. Cho tiene tres hijos. El segundo y el tercero son muy activos en diferentes ministerios. Su primogénito ha sido un hijo prodigo. Se ha casado en 4 ocasiones y ha estado envuelto en escándalos sexuales con personalidades muy conocidas en la nación. Además, ha cumplido sentencias de cárcel por fraude financiero en otras ocasiones. Su vida de escándalos ha sido una fuente constante de vergüenza para la familia y la iglesia. Hace 12 años, este hijo robó a la iglesia mas de 12 millones de dólares a través de un engaño financiero que tiene que ver con acciones de la bolsa. Cho testificó que el confió en su hijo y no leyó las miles de paginas del documento que fue preparado por su propio hijo y los líderes de la iglesia, para que los firme. Cho creyó a los lideres de la iglesia y a su hijo, y firmó esos documentos.
    Tercero, el juez presidente de la corte suprema, dijo: “La Corte considera que aunque el Pastor Cho tenía la ultima palabra, el nunca participó en ninguno de los fraudes, incluyendo evasión fiscal.” La Corte también consideró la conducta intachable del líder religioso y la contribución para el bienestar social de la comunidad como atenuantes a su favor. La Corte consideró que su hijo, Cho Hee-Jun, era el instigador de los fraudes cometidos.
    Aunque Cho es el fundador de la iglesia mas grande del mundo, con mas de un millón de miembros, el vive una vida humilde en uno de los pisos de la iglesia. No tiene propiedades, de hecho, ni siquiera tiene coche propio. Cho ha recaudado y donado personalmente a la iglesia mas de 170 millones de dólares.

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  2. Me alegra de corazón que así sea. Es bueno saberlo y es de justicia. Aclarado este punto, lo uno no quita lo otro: lo que este hombre enseña en algunos puntos no coindice con la enseñanza bíblica. Seguro que tiene buenos frutos (y la prueba está de que el evangelio se ha predicado y hay miles de convertidos), pero se han colado herejías en sus doctrinas, como la "confesion positiva". Aunque tenga errores, eso no significa que no sea cristiano como algunos se han apresurado a señalar (los mismos que están deseando "lanzar piedras" a las primeras de cambio y que desprecian a los que buscamos la corrección, la misericordia y la restauración), sino que demuestra una vez más que es un ser humano falible como todos nosotros. Eso nunca hay que olvidarlo. Sería importante que los mismos hermanos que se han visto afectados por algunas enseñanzas le pudieran correguir en amor.

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  3. Excelente tu postura en este asunto tan delicado para el cuerpo de Cristo.

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  4. Gracias por sus palabras. Creo que la verdad debe ir acompañada del amor y el amor de la verdad. De lo contrario, estaremos fallando en algo. De ahí la importancia de ser equilibrados.

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