Una mañana, más concretamente el 14 de febrero de
2007, me desperté con una idea sobre mi mente: dar unas pequeñas charlas sobre la
soltería en la congregación de la que formaba parte. Pensé que sería un tema
interesante. No sé si fue el Señor quien lo quiso o si resultó casual el hecho
de que fuera precisamente en esa fecha tan señalada, el día de los enamorados,
más conocido en la cultura popular como “San Valentín”. Así que me puse a
escribir. Creía que en varias semanas habría terminado. No fue así. A los pocos
días tenía escritas varias decenas de páginas con temas que no había imaginado
y que surgían sobre la marcha, con preguntas sin respuesta que se acumulaban en
mi mente. Algunas cuestiones se iban aclarando pero otras se iban convirtiendo
en autenticas montañas rusas, cada vez más y más complejas. Así que ya no me detuve. Era la mejor manera
para aprender y plasmar por escrito multitud de pensamientos, tanto míos como
de terceras personas. Esta tarea resultó ser emocionalmente agotadora, pero a
la vez sumamente apasionante y gratificante.
La primera versión, formada por 339 páginas, la
concluí el viernes 29 de abril de 2011. Ahora, ocho años y un día después de
que germinara aquella idea, a punto de cumplir 38 años, cuando la vida comienza
a acelerarse a una velocidad vertiginosa y las estaciones vuelan ante mis ojos,
y tras ampliarlo, revisarlo y pulirlo con lo que he podido aprender en estos últimos
tiempos, he decidido sacarlo a la luz a través del blog. Está formado por cuatro
bloques principales que suman 15 capítulos y un apéndice, estructurados en 71 apartados.
Evidentemente no lo sé todo y me queda mucho por
aprender, pero a mi edad creo
que tengo una perspectiva de la vida lo suficientemente amplia como para hablar
de este tema en particular con bastante propiedad.
En un principio, y durante muchos meses, pensé en
titularlo “La soltería: un problema sentimental que no entiende de edades”. Y,
en parte, me gustaba dicho encabezamiento porque la soltería es un tema que
atañe a todas las edades. Desde que tomamos conciencia de que somos seres
pensantes y autónomos hasta que expiramos, las relaciones entre hombres y
mujeres tienen un lugar de preeminencia en la vida cotidiana, aparte de que a
ambos sexos nos importa en gran medida, sea que lo declaremos públicamente o
guardemos silencio al respecto. Pero, conforme avanzaba en el desarrollo, había
una palabra que me disgustaba del título. Un término que me molestaba a la
vista. ¿Cuál en concreto?: “Problema”. ¿Y por qué llegaba prácticamente a
irritarme?: Por la sencilla razón que me planteaba la palabra en sí. Es cierto
que la soltería puede convertirse en un verdadero problema para muchos, pero
¿por qué tenemos que llegar a convertirlo en un drama que nos consuma en la
amargura y el desaliento, como si estuvieramos condenados en vida? Así que
deseché el susodicho epígrafe. No quería que las palabras “soltería” y
“problema” estuvieran en la misma frase, ya que intuía que muchos terminarían
usándolas como sinónimos.
Tras barajar otras cabeceras, me decidí por “Crónicas
de los solteros”. Seguramente habrás oído, leído y visto otras crónicas, como
“Las Crónicas de Narnia”, el famoso libro de C.S. Lewis; O “Crónicas
Marcianas”, la gran novela de ciencia ficción del aclamado Ray Bradbury.
También en este género te habrás encontrado la película del musculoso Vin
Diesel, “Las Crónicas de Riddick”. Y, por último, pero sin duda el más
importante, el libro de “Crónicas”, registrado en el Canon de la Biblia. Así
que, en definitiva, más y más crónicas. Pero, ¿qué es exactamente una crónica?:
El mismo diccionario nos la define como una “historia donde se observa el orden
de los tiempos”. Eso es precisamente lo que quiero tratar: la historia de los
solteros. Esto implica exponer las experiencias que viven, sus pensamientos,
sus sentimientos, las respuestas a aquellas interrogantes que se plantean y la
multitud de dilemas a los que se enfrentan.
En definitiva, es un acercamiento al mundo de los
solteros cristianos que, por norma general, suelen ser incomprendidos e
infravalorados. No es sólo una radiografía superficial, sino una auténtica resonancia que trata de llegar a los
lugares más recónditos del alma del soltero. Disecciono cada parte para poder
llevar a cabo una biopsia al ser
interior.
La
literatura cristiana sobre la soltería
Si algo he podido contemplar en mis múltiples lecturas
(y sin menospreciar a nadie), es que la inmensa mayoría de la literatura
cristiana aborda la cuestión de la soltería desde un punto de vista fantasioso,
idealista y ajeno a la realidad. Te hablan de una vida en victoria, de alegría
continua y de positivismo sin límites. Pero mi sentir al respecto es el mismo
que comparten muchos: “Los libros acerca de la soltería,
castidad y la abstinencia de sexo prematrimonial están fuera de la realidad.
Parecieran ingenuos, designados para personas que se casan justo al graduarse
de la universidad. Parecieran carecer de teología. Son deshonestos. Porque
hacen que la castidad suene como algo fácil. Hacen que suene como si tuviera
una recompensa instantánea. La hacen sonar dulce y obvia”.
No se puede
generalizar y decirle a todo hombre y mujer mensajes como “el Señor ha preparado alguien especial para ti”, “así como Dios te escogió desde el vientre
de tu madre, también escogió al que va a ser el compañero de tu vida, para que
ambos sean un hombre y una mujer de bendición y ejemplo para todas las
generaciones”, “estar soltero no significa que nadie te quiere, sólo
significa que Dios está ocupado escribiendo tu historia de amor”; “¿Porque no encuentro
mi pareja?: Tu problema es que mientras alguien no te valora, alguien está
orando y pidiendo a Dios por ti. Créelo. Tú eres la promesa de Dios en la vida
de alguien”. Quienes escriben este
tipo de frases viven en un universo paralelo o en otra galaxia.
Todos estos
clichés, que anidan por doquier en
páginas webs e imágenes en redes sociales cristianas, pueden resultar muy
simpáticos para un programa de “Juan y medio”,
pero no como lemas bíblicos. ¿Y si no es la voluntad de Dios que todos se
casen? ¿Es que la bendición de Dios se limita al matrimonio? ¿O es que el que
permanece soltero carece de fe? Si es así, buena parte de los personajes
bíblicos, considerados como héroes, no tenían fe. Y eso no es así.
Las circunstancias de la vida de un soltero cristiano
adulto son mucho más complejas de lo que la inmensa mayoría imagina, ya que no
todo se reduce ni mucho menos al anhelo de encontrar una pareja y saber si
encajarán o no. Por lo tanto, trataré en la medida de lo posible cubrir esas
lagunas existentes, aun sabiendo que seguramente me dejaré asuntos en el
tintero y no contestaré a todas las preguntas.
Salvo excepciones, en su inmensa mayoría,
los libros cristianos para solteros están escritos por casados. Y a veces nos
enfadamos exclamando: “¿Quién se cree para darme consejos? ¡Que lo hubiera
escrito cuando no tenía pareja! ¡Seguro que no diría eso si estuviera en mi
piel!”. Personalmente, del casi centenar de manuscritos que he analizado sobre
este tema, me encontré uno en particular que señalaba que la causa por la cual
una persona permanece soltera está motivada por su propio egoísmo personal. En
su día, estas palabras me hirieron en sumo grado. No digo que no haya
individuos que no deseen comprometerse por razones egoístas, pero de ahí a afirmar
que “la causa” en todos los casos es el egoísmo dista un abismo. ESO ES FALSO.
Al igual que este mito, acampan todo tipo de ideas erróneas por la literatura
cristiana y secular (como el de la media
naranja), y estereotipos que repiten muchos autores que se han transmitido
de boca en boca. Por ello, ofreceré mi opinión tratando de refutar cuestiones
puntuales dado el perjuicio y el daño que provocan.
Dicho esto, quiero aclarar (y recalcar)
que cuando disienta claramente de la opinión de otros autores, no por ello los
estoy juzgando como personas sino que estoy valorando sus criterios, puesto que
la misma Palabra de Dios nos exhorta continuamente a probar todas las
enseñanzas (y eso incluye que los demás analicen las mías).
Hay psicólogos y autores cristianos que
hacen aportaciones muy enriquecedoras, pero no comparto ciertas opiniones que
están claramente definidas en las Escrituras y que, sin embargo, dejan de lado.
Por ejemplo, he leído literatura cristiana donde se señalan los problemas que pueden surgir si los
miembros que conforman la pareja no pertenecen a la misma religión, pero omiten peligrosamente el claro mandamiento bíblico
de no unirse en yugo desigual; O donde enseñan valores sobre el dinero alejados
de los patrones de las Escrituras. Este tipo de comentarios me dejan frío y triste.
Fuentes
Aunque toda obra personal tiene un componente
subjetivo (ya que en parte se basa en la propia experiencia y en el alma del
que escribe), me he esforzado para no caer en la imparcialidad. Sin aludir
absolutamente a nadie y guardando la privacidad de todo aquello que han
compartido conmigo aquellos que han formado parte de mi vida en algún momento u
otro, todo lo descrito es el resultado de la suma de cuatro factores:
1. Si puedo hablar con tanta libertad y
cierto conocimiento de causa es porque muchos de estos asuntos los he vivido en
mis propias carnes y sé lo que se siente en tales situaciones. Es el resultado de un largo
caminar de derrotas, victorias, fracasos, triunfos, errores, aciertos,
alegrías, lágrimas, sonrisas y una extensa colección de emociones y
sentimientos. Pero, en medio de todo esto, Dios me ha enseñado más y más de su
camino. A veces, en el momento; otras, con el paso del tiempo.
2. La observación meticulosa –y disimulada, sobre los
patrones de conducta de decenas de personas, tanto solteros como parejas de
novios y matrimonios.
3. Multitud de conversaciones escuchando atentamente las
experiencias de amigos, hermanos, compañeros de trabajo e incluso desconocidos,
con sus preguntas, miedos, sueños, anhelos y frustraciones sobre su condición
de solteros.
4. Y por último, he mantenido conversaciones con solteros
incrédulos para conocer sus distintos puntos de vista, y en otras ocasiones me
ha sido suficiente escucharlos en distintas conversaciones con otras personas
sin necesidad de participar de las mismas. Como ser humano, y especialmente
como cristiano, me ha resultado muy doloroso comprobar cómo piensa la sociedad y
la enseñanza perversa que transmiten los libros seculares enfocados a los
solteros, que van en contra de toda moral y que carecen de ética alguna.
Supuestos expertos en la materia y personas “liberadas”, que no tienen el menor
reparo en explicar técnicas de baile
y seducción para ir de cacería a una
discoteca o un pub tras beber algo para desinhibirse; o que aconsejan aventuras
sexuales de una noche, incluso encuentros sensuales en los lugares más
inesperados en el que el único consejo es llevar protección para no contraer
una enfermedad de transmisión sexual o un embarazo no deseado. Todo esto
explica el porqué del éxito de la novela “Cincuenta sombras de Grey”. Lo
que más me ha horrorizado de esas obras
es que no estaban escritos por jóvenes con las hormonas en plena ebullición,
sino por personas supuestamente maduras y que superan incluso los cuarenta
años, que consideran a los que no piensan ni viven tal cual como reprimidos y
anticuados que se están perdiendo la gran vida, donde si un chico rechaza una
proposición sexual “él se lo pierde, no merece la pena”, y si es una chica la
que no acepta es considerada una “mosquita muerta”. ¡Incluso no ven problema en
tratar de seducir a mujeres casadas si ellas se dejan! ¡O tener varias
aventuras a la vez sin que los otros lo sepan! Según ellos, esos son los
privilegios de los solteros, ya que piensan que es mejor tener recuerdos que
arrepentirse. Creen ser libres, cuando Pablo ya dijo hace 2000 años que la
persona que se entrega a los placeres, viviendo está muerta (cf. 1 Timoteo
5:6).
Muchos han sido partícipes y protagonistas de mis
ideas sin ser conscientes de ello. Por estas razones, el título va en plural y
no en singular. De este modo, los lectores podrán beneficiarse de los errores y
aciertos de miles de personas en todo el mundo a lo largo y ancho de la
historia pasada y presente.
El
propósito
Aparte de los casos esperpénticos a los que he hecho
alusión de la sociedad en que vivimos (que lamentablemente están cada vez más
extendidos), siempre me ha resultado muy llamativo comprobar que los
pensamientos y sentimientos que se experimentan tanto en el amor como en la
desilusión del mismo son practicamente iguales en todos los casos. Varían los
detalles en las historias, pero el sentir se repite. En parte es bueno, porque
si los problemas son semejantes y reiterativos, las soluciones partirán de la
misma base, aunque habrá que ajustar los matices a cada caso personal.
Todo lo que aquí se comparte son bases comunes que te
ayudarán a poner en orden tus ideas, pero cada caso tiene sus peculiaridades,
por lo que la última palabra siempre la tiene la persona que está viviendo esos
detalles peculiares y que solo le atañen a él. Por lo tanto, es el individuo
quien deberá ajustar las generalidades y
llevarlas a lo concreto. Puede que
tus experiencias y sentimientos sean diferentes, pero hay ciertos patrones y conductas que suelen ser
comunes para todos, por lo que ahí me centraré.
Dicho esto, hay que añadir que hay que tener mucho
cuidado a la hora de usar historias personales para luego generalizarlas, como
si fueran válidas y aplicables a todo el mundo. Creo que es un error que
cometen determinados autores. Es bueno que tomemos lo positivo de otros, pero
siempre vigilando su contenido. Lo que es valido para unos puede no serlo para
otros, por la sencilla razón de que cada persona es un mundo, aparte de que no
podemos encasillar ni limitar a Dios ya que Él tiene maneras diversas de
moverse. Es algo a lo que tienes que prestar atención porque en el caso concreto
de la literatura cristiana, muchos de sus contenidos están influenciados
directamente por las peculiaridades de cada cultura. Lo que socialmente es
válido para un latino o un norteamericano no tiene por qué serlo para un
español como yo, y viceversa.
No espero que todo el mundo esté de acuerdo en todas y
cada una de las opiniones aquí versadas. Busca siempre la voluntad de Dios, que
es buena, agradable y perfecta (cf. Romanos 12:2).
Métodos de aprendizaje
Considero que existen tres tipos de aprendizaje que se
muestran en las historias bíblicas y en nuestro día a día:
1. La emulación: Consiste en asimilar lo mejor que vemos
en nuestros semejantes para ponerlo en práctica.
2. El contraste: Radica en observar los errores ajenos y
aprender de ellos para actuar de forma opuesta.
3. La experiencia: Se basa en las propias circunstancias
vividas, junto a los aciertos y errores, para así instruirse uno mismo.
Si integramos en nuestra vida estos tres métodos,
avanzaremos en gran medida hacia la madurez como creyentes. Aunque la
experiencia enseña más que multitud de libros, podemos evitar experiencias
desagradables si aprendemos de los demás, al igual que un niño puede aprender
qué le puede pasar si introduce su brazo en la jaula de un león, sin necesidad
de que lo experimente en primera persona. El famoso personaje novelesco de
Dorian Grey podría haberse evitado un sufrimiento eterno si no hubiera querido probar
lo que jamás debería haber tocado. Por eso considero erróneo ese refrán que
dice que no podemos aprender en cabeza ajena. Si así fuera, ¿para qué se
hubiera molestado Jesús en enseñarnos?
Lo que poco a poco voy a exponer está basado en
principios con fundamento bíblico, la experiencia de millones de
personas, y el sentido común, puesto
que Dios nos ha provisto de raciocinio para no tener que revelarnos hasta el
último detalle de lo que es obvio en sí mismo. Pero, por todo lo dicho
anteriormente, no pretendo ser dogmático en todos los temas, porque la única
regla de fe y conducta es la Biblia, aunque creo que en ciertas ocasiones
retorcemos en exceso temas que son más sencillos de resolver. Y siempre podemos
atender a las palabras de Santiago: “Y si
alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente
y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
También quiero puntualizar una cuestión que considero
importante: el hecho de que use de forma amena y expositiva diversas películas,
libros, poesías y canciones populares (que muchas
veces describen la realidad y le dan forma), no significa ni mucho menos que
comparta íntegramente el contenido que se puede ver, oír o leer en estas obras;
De igual manera que cuando cito a diversos escritores (tanto cristianos como
incrédulos) o recomiendo un libro.
Mi razón para emplear la literatura, el
cine, y todo lo que esté a mi alcance, es tomar como principio el método de
enseñanza de Jesús, que empleaba parábolas, siendo ni más ni menos escenas de
la vida cotidiana y de la cultura judía que cualquiera podía comprender. Por
eso considero perfectamente factible usar estos modelos de la sociedad
contemporánea.
¿A quiénes
me dirijo?
Cualquier verdadero hijo de Dios, sea soltero (adolescente,
aunque principalmente adulto), incluyendo parejas de novios y matrimonios,
puede leer todo lo que viene a continuación, ya que encontrará distintas
materias que le serán de suma utilidad. Algunos se sentirán identificados en
aspectos concretos, y otros hermanos en cuestiones diferentes. No se trata de
divagar sino de ser prácticos.
Mi anhelo es que surja una nueva generación de
cristianos que vivan plenamente mientras permanezcan solteros (aun si es de por
vida) y que vaya preparada al matrimonio si finalmente lo contrae.
Quizá peque de ambicioso, pero mi deseo es que este manual sea como el famoso anuncio de
Coca Cola, “Para todos”: “Para los gordos, para los flacos, para los altos,
para los bajos, para los que ríen, para los optimistas, para los pesimistas,
para los que juegan, para las familias, para los reyes, para los magos, para
los responsables, para los comprometidos, para los náufragos, para los de allí,
para los que trabajan, para los de aquí, para los románticos, para los que te
quieren, para los que no te quieren, para los que te quieren mucho, para los que
te quieren poco, para los bronceados, para los originales, para los
calculadores, para los sencillos, para los que leen, para los que escriben,
para los astronautas, para los payasos, para los que viven solos, para los que
viven juntos, para los que besan, para los primeros, para los últimos, para los
hombres, para los precavidos, para ella, para los músicos, para los
transparentes, para los que disfrutan, para los fuertes, para los que se
superan, para los que participan, para los que viven, para los que suman, para
los que no se callan, para nosotros... para todos”.
Espero ayudarte en la misma medida en la que Dios lo
ha hecho conmigo. Y ahora, comencemos este apasionante viaje...
* En el siguiente enlace está el índice:
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1. LO QUE LE DUELE A LOS SOLTEROS
1.1. Sus pensamientos y sentimientos